Colombia: Un grito social

Colombia: Un grito social

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A diferencia de años anteriores, este 20 de Julio en el país ocurrió diferente, según fuentes de Presidencia de la República, por la contingencia del Covid-19 no se realizó el evento como es común en las principales calles de todo Colombia, más bien se optó por eventos realizados en escuelas militares con aforos más pequeños y ceremonias controladas.

Lo cierto de esto es que este 20 de Julio en Colombia sucedió algo inusual, pero muy popular, en el país que hoy atraviesa una crisis económica y social como consecuencia de la pandemia, que dejó en evidencia un fracasado modelo económico, un modelo neoliberal que llevó al país a un gran estallido social.

Marchas contra el régimen de Duque en Colombia 🇨🇴

Días antes de esta fecha, el comité organizador del paro nacional y los movimientos sociales, políticos y de oposición, convocaron a la que denominaron la segunda independencia. Con más de un 42% de pobreza, un desempleo de más del 15%, una informalidad de más del 50% y bajo la indignación de tener que soportar no sólo el hambre sino también la represión brutal y la violación de los derechos humanos por parte del Estado en el marco del paro nacional que inició el pasado 28 de Abril, los colombianos salieron a las calles.

Quizá para muchos de los lectores de este artículo, narrar con la pasión que lo hago este 20 de Julio no sea muy fácil de entender, pero los que vivimos en este país y hemos visto como la corrupción, el desempleo, el hambre, la falta de educación pública gratuita y el Narco paramilitarismo en el gobierno se han robado los sueños de muchos hombres y mujeres de la patria, este año el 20 de Julio sí fue un día nacional.

Foto: diario El Tiempo.

Fue un día donde el Congreso que hoy es una cantera de sinvergüenzas (no todos), que cuenta con una imagen de  aproximadamente 86% de rechazo, tuvo que cambiar su horario habitual de instalación por temor a la indignación ciudadana. Un día en el que el presidente que tiene alrededor de un 79% de imagen desfavorable estaba encerrado con sus fuerzas militares y de policía “por la covid”.

El 20 de Julio de 2021 en Colombia fue un día donde el desfile de independencia estuvo a cargo del constituyente primario, estuvo en las calles en cabeza de las y los jóvenes, de los trabajadores y las trabajadoras, de los ciudadanos y las ciudadanas que exigían, tal cual pasó en 1810, sus derechos fundamentales, su libertad. El 20 de Julio del presente año fue un día histórico que marcó el despertar de Pablo pueblo, un día que llena de esperanza a una República que, a las puertas de una nueva contienda electoral, marca la ruta de un cambio político, económico y social en el país.

Daniel Castro
Daniel Castro

Colombiano, economista en formación, activista por la paz, dirigente político.

El continente está viviendo todas las formas de golpismo

El continente está viviendo todas las formas de golpismo

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Estamos a pocos meses de que se cumpla una década desde que se hizo visible que Estados Unidos ya no era la potencia hegemónica que todo lo domina. Allá por 2002, Rusia derribaba misiles norteamericanos dirigidos hacia Siria. Ese hecho marcó lo que se conoció como “el Techo Sirio”, una muestra de músculo militar ruso que ponía fin a las bravuconadas gringas, dando impulso a que poco a poco se comience a hablar de la multipolaridad.

Desde aquellos años a inicios de siglo, la República Popular China ha avanzado significativamente como potencia productiva a nivel global, algo que se explicó en varias oportunidades y que a la fecha parece imposible dar marcha atrás.

Así las cosas y sin entrar en demasiado detalle, quedaba al descubierto que EEUU ya no era ni militar ni económicamente el país hegemónico que había sabido ser. Sumado a ello, también desde inicios de siglo, Nuestra América vivió experiencias de gobiernos populares, progresistas o revolucionarios que cambiaron la ecuación histórica del continente. Y si bien durante un breve período se vivió eso que García Linera llamó “corta noche de verano neoliberal”, la rueda siguió girando y parece venirse una segunda oleada de gobierno progresistas, populares y/o revolucionarios.

Lo señalamos en anteriores momentos y volvemos a insistir: Nuestra América es un territorio en disputa entre la vida y la muerte, entre la opresión y la liberación, entre la recolonización y esa tan ansiada y anhelada segunda y definitiva independencia.

El combo de todos los escenarios antes mencionados da cuanta del retroceso hegemónico de EEUU, pero ello, más allá de que a largo plazo podría ser algo bueno, en el corto o mediano puede generarnos muchos dolores de cabeza. EEUU es una bestia herida y acorralada que lejos de apichonarse saca sus garras y sacude manotazos de ahogado intentando retener aquello que pueda y lo que no, no importa si se destruye. Eso es lo que el mundo observó en Afganistán, en Irak, en Siria, en Yemen y lo que hoy se grafica con los ataques permanentes a Venezuela, Nicaragua y Cuba.

Biden es más de lo mismo, o peor…

Joe Biden llegó a la presidencia de los EEUU argumentando en su campaña que retomaría la agenda instalada por Obama (cuando él era su vice) y que fue interrumpida con la llegada del magnate de peluquín Donald Trump.

La realidad dista mucho de lo que prometió: las agresiones contra Rusia y China continuaron, las sanciones unilaterales contra Irán, Nicaragua, Cuba y Venezuela continuaron, los intentos de interferir en asuntos internos de otros países continuaron (y continúan).

Respecto de Rusia y de China, Biden parece estar dispuesto a “quitar” el terreno ganado por estas potencias, ya sea con hostigamiento mediante la OTAN, con sanciones y/o guerra comercial o bajo la diplomacia de la compra de conciencias como está intentando hacer ahora con una Europa, que se distanció luego de la gestión Trump. Hasta ahora han sido solo bravuconadas, pero nunca hay que confiarse.

Sincronizando motores contra “el eje del mal”

En cuanto a Nicaragua, Cuba y Venezuela, la política de hostilidades nunca paró desde que el vice de Obama llegó al Despacho Oval. En todos los casos fueron múltiples las formas de agresión: intentos de intervención con mercenarios, bloqueo económico y financiero y/o sanciones, campaña mediática de desprestigio, etc. etc. etc. Todo vale si se trata de aplastar a quien los enfrenta.

La última jugada que se vio fue el nado sincronizado de todos los medios pro-imperiales intentando hacernos creer que en Cuba hay una dictadura, que por culpa del gobierno hay desabastecimiento de productos básicos, que se corta la electricidad, o que el conjunto del pueblo cubano quiere poner fin a la “dictadura castrista” instaurada hace más de 60 años por Fidel Castro Ruz.

Tal como lo afirma el filósofo mexicano especialista en comunicación, Fernando Buen Abad, lo que sorprendió fue que en gran parte de los medios de comunicación pro imperiales se habló al mismo tiempo y utilizando casi las mismas imágenes de las manifestaciones opositoras en Cuba. Lo que no importó a nadie es que muchas imágenes eran de manifestaciones en Miami, de movilizaciones de años anteriores, de movilizaciones de apoyo a la revolución cubana, o incluso movilizaciones que sucedieron en Egipto.

Todo es válido para las administraciones norteamericanas si se trata tomarse revancha con ese heroico pueblo cubano que pese al bloqueo y a la infinidad de intentos estadounidenses de derrocar a su gobierno, resistió, resiste y seguirá resistiendo. Habrá que ver si utilizan el mismo guion que pretendieron usar en Nicaragua o Venezuela (pero que antes utilizaron en Afganistán, Irak y Siria), bajo el argumento de supuestas violaciones a los derechos humanos, o de “proteger la democracia” y llevar la libertad a ese pueblo.

La región demuestra cansancio del neoliberalismo y disposición de lucha

EEUU sabe que está actuando a contrarreloj: China sigue creciendo y ampliando su base de influencias (incluso en Nuestra América), Rusia hace lo propio y mediante la geopolítica de las vacunas fortaleció sus vínculos con los 5 continentes, y el escenario regional parece acompañando esos cambios globales. México, Bolivia, Argentina con gobierno populares, Chile y Perú encaminados en el mismo sentido, Brasil y Colombia con elecciones generales el año que viene y con posibilidades de cambio de gobierno en ambos países. Incluso el magnicidio del presidente de facto haitiano Jovenel Moïse puede leerse en la misma clave.

Con la llegada de Biden continuaron las triquiñuelas para desestabilizar a gobiernos populares, progresistas y revolucionarios de la región. Si cambian el gobierno en Chile y asume una propuesta progresitas, si asume finalmente Pedro Castillo en Perú y si en las elecciones de Brasil y Colombia pasa lo propio, el subcontinente suramericano dará nuevamente un vuelco de 180 grados, podrá consolidarse esa segunda oleada popular que ya no podrá ser controlada de la misma manera por el país del norte. Lo saben y actúan en consecuencia para evitarlo.

Por ello la represión brutal en Chile, por eso el desconocimiento de los resultados en Perú, por eso las agresiones a Cuba, Nicaragua y Venezuela, por eso la manera de actuar de la derecha en Argentina y México. Como dijo recientemente Buen Abad, “el continente está viviendo todas las formas de golpismo”, poder verlo y tener respuestas rápidas y masivas ante estas agresiones es lo único que nos permitirá avanzar en la defensa de nuestra soberanía y de nuestros intereses.

Los EEUU han demostrado a lo largo de su historia como nación que son capaces de hacer las peores atrocidades con tal de obtener lo que quieren y saben que si no controlan este continente, que es nuestra patria común, no tienen chances de vencer geopolíticamente a potencias emergentes como Rusia y China.

Hace algunas semanas lo decíamos: “no hay peor siego que el que no quiere ver”. El problema es que la bestialidad imperial no tiene límites y si alguna región del mundo lo sabe, es Nuestra América. Si queremos vencer, necesitamos Unidad, unidad y más unidad para derrotar a la bestialidad imperialista y sus acólitos locales.


Otras referencias:
https://www.alainet.org/es/articulo/213029
https://www.jornada.com.mx/2021/07/15/mundo/022a1mun
https://www.alainet.org/es/articulo/213080
https://misionverdad.com/globalistan/usaid-promueve-y-encubre-golpistas-en-cuba
https://estrategia.la/2021/07/14/cuba-nueva-hora-de-definiciones/
https://revistatrinchera.com/2020/05/23/ellos-tienen-los-fierros/
http://www.granma.cu/fake-news/2020-05-18/algunas-verdades-sobre-las-falsedades-18-05-2020-01-05-57
https://www.alainet.org/es/articulo/213007
https://misionverdad.com/ivan-duque-amigo-del-reclutador-de-mercenarios-colombianos-en-haiti
https://estrategia.la/2021/06/23/papeles-para-dialogo-concentracion-mediatica-colonialismo-cultural-y-terrorismo-comunicacional/

Nicolás Sampedro
Nicolás Sampedro

Prefiero escuchar antes que hablar. Ser esquemático y metódico en el trabajo me ha dado algún resultado. Intento encontrar y compartir ideas y conceptos que hagan pensar. Me irritan las injusticias, perder el tiempo y fallarle en algo a les demás.

La verdad que Cuba defiende

La verdad que Cuba defiende

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Las condiciones que llevaron al pueblo a reclamar en las calles son muchas. En Cuba se vive desde el año pasado una situación de crisis económica moderada: hay desabastecimiento de los productos básicos y aunque las políticas de distribución del gobierno han tratado de repartir equitativamente, no siempre se logra.

También la Covid-19 ha puesto a la economía nacional en función de proteger la vida humana: con hospitales recibiendo a los confirmados con el virus y centros de aislamiento abiertos prácticamente en todos los municipios del país, donde se ubican los contactos de los confirmados que son posibles casos. Esta estrategia ha dado resultado, pero necesita obviamente de muchos recursos distribuidos por el Estado. Ante la crisis económica, las colas para comprar productos básicos se han multiplicado y es, precisamente, una de las causas del alza de contagios. Al contagiarse más personas son más los que hay que atender en los centros de aislamiento y en los hospitales.

Además, también ha existido déficit eléctrico y por lo tanto ocurren bloques de apagones que, como es lógico, molestan a la población. Sin embargo todo esto es imposible analizarlo sin tener en cuenta el impacto mayor que sufre la economía nacional, y por tanto, el pueblo, ante la imposición del Bloqueo Económico y Financiero, que se ha recrudecido cada vez más.

En Cuba obviamente hay ineficiencia en algunos sectores del Estado y funcionarios públicos que cometen errores. Pero quien analiza las estadísticas del impacto del Bloqueo puede darse cuenta no solo que es esta la principal causa de la crisis en Cuba, sino también un escollo para el gobierno cubano, que debe dirigir un gran aparato estatal a contracorriente. Aparato estatal que incluye al pueblo trabajador.

El Bloqueo existe exactamente para esto. Para crear crisis y descontento poblacional, y cuando ocurren protestas, culpar al gobierno cubano. Ayer se veía cómo desde la OEA y desde el gobierno de Estados Unidos los pronunciamientos “apoyaban” al pueblo en su reclamo por la escasez de medicamentos, sin embargo son ellos precisamente los que mantienen y defienden un Bloqueo Económico que impide la entrada de esos medicamentos y la posibilidad de desarrollarnos a plenitud.

Entonces, una economía en tiempos de pandemia, con déficit de alimentos y de medicamentos, con errores administrativos lógicos que ocurren en cualquier país y con la presencia de un Bloqueo gigante y genocida, entonces es obvio que se cree una situación de inestabilidad nacional, influenciada en mayor medida por grupos subversivos que se mantienen con dinero de los fondos federales del Departamento de Estado (USA), al igual que una red amplia de medios de prensa, alojados en Internet y en las redes sociales que desinforman, manipulan y contribuyen a la inestabilidad, en busca de un propósito: el fin de la Revolución cubana que el mismo pueblo enarboló.

Por ello, hay sectores específicos dentro de la población cubana que sienten el peso de esta situación y han salido a reclamar, alentados en su mayoría por la emigración cubana que vive en Miami, encargada de llamar a la revuelta popular a través de mensajes en todas las redes sociales. Pero en su mayoría, los ciudadanos cubanos amparan el socialismo y la Revolución, por ello también hubo este domingo manifestaciones multitudinarias en todas las provincias en apoyo firme al proceso social, tras el llamado del presidente de tomar las calles.

Increíblemente algunos auguran el fin de la Revolución o una guerra civil, en un año que Cuba cuenta con 2 vacunas en el top mundial de eficacia contra la Covid-19: Abdala y Soberana. Y avanza con una vacunación masiva donde ya más de 1 millón y medio han completado el ciclo de vacunación requerido. Además aspira a finales de agosto a tener 70% de su población vacunada y a final de año toda la población, lo que la convertiría en el primer país del mundo en conseguirlo, algo que Washington quiere impedir a toda costa.

Es momento de que las organizaciones de izquierda de América Latina y el mundo estén con Cuba en estos momentos. Es momento de que los medios de izquierda informen con veracidad y tengan en cuenta la magnitud del Bloqueo Económico como causa principal de estos acontecimientos. Insto a las organizaciones internacionales y a los gobiernos de la región que apoyen a Cuba en este momento, ya que Cuba ha apoyado al mundo entero con médicos y personal sanitario en los peores momentos. Los gobiernos tienen que apoyar a Cuba mediante la vía diplomática para evitar a toda costa intento de agresiones extranjeras, principalmente por parte de los Estados Unidos.

Hay algo claro, en Cuba son millones los que apoyan el proceso social. Más allá de insatisfacciones comunes y normales con problemas específicos, se comprende la gran obra social que se ha construido. Es por ello que un pueblo entero estará en la calle dispuesto a morir hoy, mañana y siempre por defender su casa, su suelo, su patria, su verdad.

Pedro Velázquez
Pedro Velázquez

Bloguero cubano de Sancti Spiritus, de la Universidad Marta Abreus de Las Villas.

28 de junio, el Orgullo de ser

28 de junio, el Orgullo de ser

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La madrugada del 27 al 28 de junio de 1969 fue testigo de una revuelta que despertaría una serie de protestas y daría pie a la construcción de un movimiento de liberación de les histórica y sistemáticamente excluídes: gays, lesbianas, bisexuales, intersex, transgénero, travestis, transexuales, no binaries, queers, racializades, de Estados Unidos y del mundo que nunca más volverían a ser les mismes. 

Desde aquella madrugada, cada 28 de junio se celebra el Día Internacional del Orgullo LGBTIQ+, una fiesta y, a su vez, jornada de lucha en memoria y reivindicación de aquellas manifestaciones contra la redada policial ocurrida en el bar Stonewall Inn, en el barrio Greenwich Village de Nueva York, centro nocturno frecuentado por gays, lesbianas, trans, maricas, latines y racializades.  

¿Qué impulsó los hechos de aquella madrugada? A partir de la Segunda Guerra Mundial, el país norteamericano había establecido leyes que penaban las relaciones entre parejas del mismo género y otras actividades relacionadas, estigmatizándoles como nunca antes. Con el argumento de investigar a posibles comunistas y traidores a la patria, comenzaron a perseguir también a personas homosexuales y trans. Muches acababan en la cárcel, acusades de conducta escandalosa, otres con tratamientos de electroshock, castramientos y lobotomías. Incluso se llegó a hablar de la “amenaza lavanda”, comparándolo con la “amenaza roja” fruto del macartismo y la persecución a cualquier persona que fuera señalada como comunista en los años de la Guerra Fría. 

En las décadas de 1950 y 1960 las personas LGBTIQ+ estadounidenses debían enfrentarse a un sistema legal que las violentaba y criminalizaba. Por las calles deambulaban jóvenes y adolescentes sin techo a los que sus familias habían echado por su orientación sexual o su identidad de género. No podían trabajar para el Estado ni ejercer la medicina, la enseñanza o el derecho, y muches se veían obligades a ejercer la prostitución. 

Los últimos años de la década de los ‘60 vinieron de la mano de un clima revolucionario, muchos movimientos sociales y políticos activaban sus luchas por los derechos civiles y la contracultura: el movimiento afroamericano, las luchas feministas, los hippies, la confrontación a la guerra imperialista de Estados Unidos en Vietnam, entre ellos. 

En este contexto, pocos espacios abrían sus puertas a las personas que rompían la cis-heteronorma: el Stonewall Inn era uno de ellos, transformado en los últimos años de los sesenta en un local clandestino para “homosexuales” y “drag queens”, los términos que en aquel entonces englobaban al total de la comunidad LGBTIQ+. Este bar era propiedad de la mafia de los Genovese, que sobornaba a policías para que ignoraran las actividades del local y avisaran antes sobre las redadas. No porque la mafia tuviera especial comprensión por las diversidades sexuales y de género, sino porque, simplemente, se trataba de negocios: existía un sector de la sociedad que nadie estaba dispuesto a incluir y que pagaba por tener un lugar.

Stonewall ofrecía así un espacio para les más marginades, incluso les que eran repudiades dentro del colectivo por alejarse de la normatividad: mujeres trans, maricas, lesbianas, travestis, drags, latines y racializades. 

Pese a los arreglos, agentes de la Oficina de Alcohol, Tabaco y Armas de Fuego irrumpieron en el establecimiento la madrugada del 28 de junio con sospechas de que allí se vendía alcohol sin licencia y de que los dueños tenían acuerdos con la policía. Las redadas policiales en los llamados “bares gays” eran parte de la rutina nocturna durante aquellos años, pero esa noche fue distinta: les marginades se rebelaron y la historia cambió para siempre.

La policía paró la música, prendió las luces y ordenó que salieran y se identificaran. Entre les presentes estaban Sylvia Rivera, líder y activista trans latina, y Marsha P. Jonhson, conocida como la madre del movimiento LGBTIQ+ y recordada como la Rosa Parks de los derechos trans. Gran parte de les que estaban allí llevaban vestimentas que no coincidían con lo socialmente impuesto. La ley establecía que debían llevar al menos tres prendas adjudicadas al sexo que constaba en sus documentos de identidad. La rebelión comenzó: se negaron a mostrar sus identificaciones y no permitieron que inspeccionaran sus genitales. 

Marsha P. Jonhson y Sylvia Rivera

La policía arrestaba, golpeaba, gritaba. Les protestantes se multiplicaron, muchas personas que pasaban se amontonaban en la vereda de Stonewall para sumarse a la rebelión. Esa noche, les marginades de siempre no estaban dispuestes a seguir soportando la violencia. Se defendieron con piedras y botellas, pincharon ruedas de los furgones policiales, rompieron parquímetros, formaron barricadas, y se desató una batalla campal. 

Cuenta la leyenda que el ambiente cambió cuando una drag queen fue atacada por uno de los agentes y las personas empezaron a tirar monedas a la policía. La situación empeoró cuando una lesbiana salió del bar y pidió a la policía que le afloje las esposas mientras intentaban meterla en un coche. Un golpe en la cabeza con una cachiporra fue la única respuesta. Las monedas se convirtieron en piedras y botellas. Las diversidades en la ofensiva, y la policía en retirada terminó refugiándose en el interior del bar, pidiendo refuerzos. Comenzaban así los “disturbios de Stonewall” que serían punto de inflexión en la historia y símbolo fundacional del Orgullo y del movimiento de liberación sexual.   

La tensión entre la policía de Nueva York y las personas LGBTIQ+ produjo más protestas la siguiente tarde, y las siguientes tres noches. El 28 de junio volvieron a aparecer manifestantes en Christopher Street, duplicando el número y peleando con más fuerza, donde la policía volvió a reprimir. Los disturbios de la madrugada fueron la chispa de la revolución LGTBIQ+. En cuestión de semanas, los residentes del Village se organizaron en grupos de activistas para unir esfuerzos en pos de establecer lugares para ser quienes eran, y mostrarlo con orgullo. 

Desde ese momento, el movimiento comenzó a crecer y a organizarse de un modo mucho más efectivo, aglutinó a una gran diversidad de personas de diferentes orientaciones, identidades, etnias, edades y procedencias. 

Primera manifestación del Orgullo Gay en Nueva York / Biblioteca Pública de Nueva York

Stonewall fue el puntapié: surgieron infinidad de organizaciones activistas, como el Frente de Liberación Gay (GLF), la Lavender Menace -un grupo de feministas lesbianas radicales-, las Salsa Soul Sisters, -creado por lesbianas afroamericanas que buscaban no solo defender sus derechos como lesbianas, sino también como mujeres oprimidas y racializadas-, entre numerosas agrupaciones. Otra que se destaca en la memoria colectiva es STAR (Street Transvestite Action Revolutionaries), fundada en 1970 por Sylvia Rivera y Marsha P. Johnson, al igual que Alianza de Activistas Gays (GAA), para defender los derechos de las mujeres trans, drags y jóvenes que se encontraban en situación de calle.

El 28 de junio de 1970, en el aniversario de la revuelta, tuvo lugar la primera marcha del Orgullo Gay: un acto significativo en el que lo oculto, lo velado, salió de los rincones de la ciudad para florecer en el espacio público y visible. Y nunca más volvió. Por el contrario, se replicaron en otras partes del mundo un par de años después, hasta transformarse en el Día Internacional del Orgullo LGBTIQ+, que este año conmemora los 52 años de lucha. 

A más de medio siglo de aquel hito fundante, la comunidad LGBTIQ+ sigue en pie de batalla. Las conquistas son muchas, cientas, miles, pero el camino continúa. El Orgullo es un recordatorio cotidiano de las luchas que se están dando y las tantas que aún faltan comenzar, hasta que la justicia y la emancipación sea de y para todes.  

La indiscutible abanderada de les jubilades

La indiscutible abanderada de les jubilades

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“Siempre estoy detenida,
pero no por ladrona ni por corrupta,
sino por decirle la verdad a estos
señores que nos están apaleando
constantemente, pero la vamos a seguir.
Somos más pueblo que milico,
que no se olviden de eso”.

– Norma Plá

En la década de los noventa, en Argentina, se intentó continuar el siniestro plan heredado de la última dictadura cívico-eclesiástico-militar. Se buscó concretar el remate del país y la corrupción era un requisito para todo aquel que se paseara por los cargos políticos. En una oficina yanqui se escribió “el fin de historia” y sentenciaron que ese sería el destino único y definitivo de todos los pueblos del mundo que buscaran su emancipación. Parecía que con ello moriría todo sueño revolucionario que tiempo atrás sostenía una generación que bregó por una Patria Liberada. Sin embargo, Norma, cómo parte de la resistencia al neoliberalismo, fue una prueba rotunda de que no estábamos derrotades.

Foto: Daniel Merle

Nacida en Buenos Aires un 7 de septiembre de 1932, fue madre de cuatro hijos y trabajadora doméstica prácticamente toda su vida. Hasta acá su vivencia no difiere de la de otras tantas mujeres que conviven en una sociedad patriarcal que invisibiliza, bajo el rótulo de “amor”, las tareas de cuidado. Pese a haber trabajado desde los 13 a los 62 años sin poder jubilarse, se decidió por la lucha.

Las imágenes transmitidas por televisión en 1992 les mostraban, sin impedimento alguno, montando sus carpas en Plaza Lavalle frente a Tribunales. Allí les jubilades llevaron sus reclamos por el haber del 82% móvil, los recordados “450” y que el PAMI, la Obra social de les Jubilades, fuera conducido por elles mismes. Soportando las inclemencias del tiempo, ordeñando una vaca todas las mañanas para el desayuno, sostuvieron durante 81 días la protesta. Entre las ollas populares comenzó a destacarse ella.

Canosa, con sus chalinas tejidas a crochet, un pulover sobre otro pulover: la vestimenta de una nana cualquiera, bien simple, bien de barrio. Anciana y encima mujer, estaba haciendo historia. La tildaron de “vieja loca”. “Loca”, cómo también llamaron a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. ¿Qué es más sensato que recordarle a toda una sociedad que nuestres adultes mayores son dueñes de sus derechos y que tienen la capacidad de organizarse para defenderlos?

Foto: Reuters

Su cuerpo, que cargaba alrededor de sesenta años, no le era impedimento alguno para saltar vallas, treparse a las puertas del Congreso, de la CGT, tomar numerosas veces el edificio del PAMI. La llevaron detenida infinidad de veces. Tuvo alrededor de 23 procesos judiciales por tirar huevos y harina al Congreso, al Concejo Deliberante, al Banco Hipotecario Nacional, a la DGI y al Ministerio de Economía.

Organizó sus “choriceadas justicieras” en lugares insólitos. En los archivos audiovisuales que se encuentran de ella, se la puede ver en esa tarea frente a la embajada inglesa, cuando el príncipe Andrés de Inglaterra se encontraba de visita en el país. Allí mismo sacó la bandera británica y mientras expresaba unas palabras recordando a los caídos en Malvinas, prendió fuego el trapo. La rebeldía no tiene límite de edad. “Hay que tener gente, jóvenes y no jóvenes para seguir enfrentando al gobierno que él dice (en referencia a M*n*m) que está en el primer mundo. Si este es el primer mundo ¡carajo, yo no lo quiero!” manifestó alguna vez.

Marchó junto a les jubilades todos los miércoles frente al Congreso durante 5 años. Era la marcha número 200 y ella fue la última en irse de allí. Era un 31 de enero de 1996 cuando se movilizó por última vez. En 1993 había sido operada a causa de un cáncer de mama. Abandonó los tratamientos para seguir luchando. Su enfermedad finalmente se llevó su vida, pero no su espíritu de convulsión ante lo injusto. Por eso, para saber quién fue Norma Plá y no caer en la trampa patriarcal y antipopular que quisieron construir alrededor de su figura, hay que ser capaces de lo más simple, de mirar dónde estaba el pueblo en aquel momento y sentir la indignación que le generaba tanta mentira organizada.

Sol Castillo
Sol Castillo

De nuevo estoy de vuelta, después de larga ausencia. Mi inconstancia en la entrega de notas, es mi constante; pero cómo se sabe le que abandona no tiene premio y suelo ser bastante obstinada. No reniego de eso porque en definitiva, esta apuesta es colectiva.

“Es tiempo de que las élites exasperadas entiendan que no están entendiendo”

“Es tiempo de que las élites exasperadas entiendan que no están entendiendo”

TIEMPO DE LECTURA: 7 min.

Nuestra América está atravesando un año electoral que podría tener como resultado un giro de 180 grados en muchas de sus latitudes. Se ha dicho en artículos anteriores, pero la situación de hartazgo de pueblos como el chileno, el colombiano o el peruano, pueden continuar los pasos de México, que en 2018 comenzó las transformaciones institucionales que su pueblo reclamaba. Reformas y cambios que otros países de la región vivieron a principios de siglo.

La primera oleada

La llegada de Chávez al gobierno en Venezuela sería el puntapié de esa primera oleada progresista que comenzó a finales de los ’90. Gobiernos como el de Néstor Kirchner y Cristina Fernández en Argentina, la llegada de Lula al gobierno de Brasil, Rafael Correa en Ecuador o Evo Morales en Bolivia, pintaron de políticas progresistas y revolucionarias el panorama nuestroamericano.

Presidentes de la primera oleada de gobiernos populares del siglo.

Pero la derecha se reorganizó  y comenzó a horadar paulatinamente a esos gobiernos. Lo señalábamos en artículos anteriores: la derecha no tiene proyecto propio que incluya a las grandes mayorías. La responsabilidad y la culpa de todo siempre está puesta en los pueblos por considerarlos vagos, haraganes o indomables. Ellos nunca tienen la culpa.

Utilizaron todo su arsenal: la complicidad de los poderes judiciales, el asesinato selectivo, el lawfare, la mentira mediática y operaciones de prensa complementadas con trolls en redes sociales y todo lo que tuviesen a la mano para conquistar ese objetivo. Así, aunque de diferentes maneras, llegaron al poder en Argentina, Ecuador, Brasil, Uruguay, Paraguay, Chile, Bolivia, El Salvador y Honduras. Lógicamente Venezuela, Cuba y Nicaragua resistieron y siguen resistiendo en la actualidad.

El caso mexicano

Pero la llegada de Andrés Manuel López Obrador al gobierno mexicano comenzó a revertir esa avanzada de la derecha regional. Luego se sumó el retorno del peronismo al gobierno argentino, la derrota del golpe en Bolivia y el retorno de Evo a su patria.

Desde entonces con firmeza y respaldo político de sus pueblos, los gobiernos de México, Argentina y Bolivia han avanzado en recomponer los destrozos hechos por las administraciones de derecha. En el caso mexicano AMLO tiene el enorme desafío de revertir cuatro décadas de neoliberalismo y crimen organizado, tarea titánica si se entiende que su vecino EEUU intentará evitarlo, pese a declarar públicamente que tiene intenciones de tener buenas relaciones con su vecino del sur.

Mexico’s new President Andres Manuel Lopez Obrador in Mexico City, Saturday, Dec. 1, 2018. (AP Photo/Moises Castillo)

Muchas veces se ha dicho y muches autores lo han sostenido: llegar al gobierno no es sinónimo de llegar al poder. El ejecutivo de un país es simplemente una porción de ese poder. Otro tanto lo tienen los medios de comunicación, otra porción está en manos de las instituciones judiciales, otra en manos de los sectores concentrados de la economía y así se podrían seguir mencionando actores de ese mapa a lo Game of Thrones.

López Obrador dijo desde el día cero de su campaña que “la prioridad son los pobres” y tal como lo había anunciado así fue como avanzó cuando llegó al ejecutivo mexicano. Y si bien es lógico que en dos años y medio no se puedan revertir décadas de neoliberalismo, los avances han sido significativos.

Pero como en todo proceso de cambio, los sectores conservadores, las oligarquías, las multinacionales y poderes foráneos están interesados en que nada cambie, o más bien que ninguno de esos cambios vayan en su contra.

Lógicamente se podría hacer una lista de las políticas lanzadas por AMLO, pero ese no es el interés de estas líneas. Lo importante es lo que se nos viene: las elecciones de medio término.

Elecciones federativas de medio término

Este 6 de junio, al mismo tiempo que en Perú se realizará la segunda vuelta presidencial, el pueblo mexicano irá a las urnas a expresar su voluntad. Y si bien hay un referéndum programado para marzo del 2022, la oposición del PRI, PAN y PRD lo ha adelantado de hecho convirtiendo el voto del 6 en un simple “si” o “no” a la continuidad de la 4T.

Está más que claro que esto sucede dado que lo que está en disputa no son sólo las 500 bancadas de los diputados federales del Congreso de la Unión, sino los más de 21 mil cargos de elección popular entre los que además se encuentran 15 gobernaciones, más de mil cargos en congresos locales, 17 mil ayuntamientos y más de 1900 presidencias municipales.

Está claro que la frutilla del postre son las diputaciones federales, dado que de obtener la mayoría, la oposición podría bloquear las iniciativas de transformación planteadas por AMLO.

Y el final de esta campaña electoral se está dando en medio de la pandemia, de una escalada de la violencia de los cárteles que ya se cobró la vida de más de 200 candidatos y candidatas, y de las operaciones permanentes de los medios, la complicidad judicial y la manifiesta parcialidad del Instituto Nacional Electoral volcado en su totalidad contra el gobierno de Morena.

Lo que no termina de entender la elite mexicana y extranjera es que los pueblos ya están hartos de tanto maltrato y despojo de sus derechos. Eso es lo que explica que más de dos tercios del pueblo mexicano aún sigan respaldando a Andrés Manuel pese a que los avances no han sido lo rápido que se hubiese querido.

No es sólo México

Pero como se señalaba al inicio de estas líneas, las palabras de Marcelo Ebrad, no sólo explican lo que sucede en México, también dan en el clavo con lo que sucede en otras partes del continente. Allí tenemos las movilizaciones masivas en Chile, Colombia y Haití, pueblos que pese a la pandemia salieron a las calles y están comenzando a tumbar al neoliberalismo en sus países.

Les chilenes ya dieron un gran paso con la elección mayoritaria de sectores progresistas tanto para la redacción de su nueva Carta Magna, como en la elección de alcaldes en ciudades importantes del país.

Los pueblos colombiano y haitiano siguen en las calles pese a la brutal represión de gobiernos reaccionarios cuasi dictatoriales. Y seguirán estando en las calles porque su destino depende de esa prepotencia militante, de esa mística revolucionaria y popular.

Y en el mismo camino se puede hablar de Perú, un pueblo históricamente castigado por las políticas neoliberales y saqueado por sus oligarquías en asociación directa con el imperio y sus multinacionales de la rapiña y el saqueo. Un docente rural y sindicalista como Pedro Castillo se enfrenta hoy a la hija del dictador Fujimori, un emblema de la derecha empresarial y corrupta más reaccionaria del continente.

Así las cosas, la derecha está mostrando sus dientes cual bestia herida de muerte y arrinconada. Saben que de llegar gobiernos populares, progresistas o revolucionarios a sus países comenzarán a perder sus privilegios, además de que su amo, EEUU, comenzará con los gritos porque “se le desordenó” lo que entienden es su “patio trasero”.

Nada de lo que suceda este año será menor, desde las elecciones de la constituyente en Chile, pasando por los alzamientos populares en Colombia y Haití, o la recuperación de los sectores populares en países como Paraguay, Uruguay, Brasil y Ecuador, hasta las elecciones de medio término tanto en México como en Argentina. Sea en las urnas o en las calles, el destino de Nuestra América está en manos de la lucha popular y de la consolidación de una nueva oleada progresista, que nos encuentre nuevamente unides y nos deposite un paso más cerca de nuestra segunda y definitiva independencia.

Nicolás Sampedro
Nicolás Sampedro

Prefiero escuchar antes que hablar. Ser esquemático y metódico en el trabajo me ha dado algún resultado. Intento encontrar y compartir ideas y conceptos que hagan pensar. Me irritan las injusticias, perder el tiempo y fallarle en algo a les demás.

La fundación del Estado Sionista de Israel

La fundación del Estado Sionista de Israel

TIEMPO DE LECTURA: 7 min.

El establecimiento de Israel como país sirve como cumplimiento de un viejo sueño del sionismo de fines del siglo XIX del “pueblo judío”, que se intensificó después del Holocausto de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, no se produce la creación del estado palestino y los vecinos árabes, que no reconocen a Israel, inician la lucha por la autodeterminación nacional de Palestina.

A fines del siglo XIX el nacionalismo romántico conservador también se metió en los intereses burgueses y elitistas de la amplia comunidad judía de Europa. En 1896 el húngaro Theodor Herzl escribió  Der Judenstaat, y lo publicó en Viena y Berlín. Buscaba una “tierra para la comunidad judía de la diáspora” y realizar el sueño del “estado judío” casi mesiánico. Según la tradición bíblica, Sión es uno de los nombres de Jerusalén, y para el antiguo profeta hebreo Isaías es el lugar donde el Mesías liberará al pueblo de Dios de la opresión. Un austríaco judío llamado Nathan Birnhaum, nacionalista ultraxenófobo y antimusulmán, ya había señalado en 1890 al sionismo como el término para llamar a la “autoemancipación” de los judíos. Su movimiento estudiantil llamado Kadima, ya proclamaba que en la Palestina bajo dominio turco otomano hay que fundar el Eretz Israel, es decir, un estado judío como quería Isaías. Pedro eso va en contra de las tradiciones religiosas mesiánicas y que no estaban de acuerdo con el sionismo, al cual veían secularizado, ateo y lejano a la Torá.

Los sionistas hicieron lobby en Gran Bretaña, el imperialismo del momento a fines del siglo XIX, para contrarrestar al imperio turco otomano. Se pensó en establecer un estado judío en Uganda, Madagascar, Argentina y Armenia, pero ganó fuerza la idea de fundar uno en la Palestina histórica. Vino la Primera Guerra Mundial y los turcos otomanos se derrumbaron. Los británicos apoyaron a los árabes nacionalistas antiotomanos en Arabia, Jordania e Irak, pero también a grupos palestinos. Pero llegaron los sionistas y en 1917 sacaron la Declaración Balfour, que le daba la razón con la creación del estado judío en la Palestina histórica. Luego de la Segunda Guerra Mundial se intensificó la inmigración judía desde Europa a la Palestina histórica y los árabes palestinos vieron como se estaban robando sus tierras ancestrales.

Cien mil inmigrantes israelíes llegaron en los siguientes años tras la Declaración de Balfour. Luego de la derrota de los turcos otomanos en la Primera Guerra Mundial (1914 – 1918), este documento fue respaldado por las potencias aliadas e incluido en 1922 por la Liga de las Naciones (organismo que antecedió a la ONU) en el “Mandato Británico sobre Palestina”. El 29 de noviembre de 1947, tras la Segunda Guerra Mundial, la Asamblea General de la recién establecida ONU adoptó la resolución 181, en la que aprueba el plan de división de Palestina en un estado palestino y otro israelí para más tardar el 1º de octubre de 1948. De esta forma se puso fin al “Mandato Británico”. Así era la sivisión de la ONU: El 55 por ciento del territorio para un Estado israelí y el 45 por ciento para un Estado árabe palestino, con la ciudad de Jerusalén (Al-Quds) bajo gestión internacional.

Resistencia y pueblada palestina contra Israel sionista.

Esta división era solo una recomendación y no era de cumplimiento obligatorio, pues nunca fue elevada al Consejo de Seguridad de la ONU, cuyas resoluciones son las únicas de carácter vinculante. Además, en ese momento la ONU estaba conformada por 57 países (actualmente tiene casi 200) y las naciones árabes no aceptaron el plan de partición. Tras el plan de división de la ONU, se desató la violencia contra el pueblo palestino y llegaron a ese territorio inmigrantes israelíes de todas partes del mundo, especialmente de Europa. Entre 1948 y 1949 se forzó el éxodo de 800.000 palestinos: 400.000 desalojados de la zona demarcada para el estado israelí y otros 400.000 expulsados de tierras arrebatas al Estado palestino. Más de 400 ciudades y pueblos fueron destruidos Israel entre 1948 y 1950. Además, arrebataron alrededor de 4.244.776 acres de tierra a los palestinos.

El ideal sionista mítico de un “país sin un pueblo para un pueblo sin país” no generó ningún tipo de “antisemitismo” y ni siquiera “antijudaismo” entre los árabes palestinos y los intereses de las naciones musulmanas que surgían luego de la caída del Imperio Otomano y la descolonización franco británica en el Oriente Medio. La idea de del sionismo de crear un estado judío con una supremacía y un gobierno judío en un lugar que ya había otra forma de organización y, más aún, otra población fue todo un proyecto nacionalista del tipo occidental colonial. El sionismo se basaba en una visión colonialista del mundo, en la que no importaban los derechos de los habitantes indígenas. La oposición de los árabes al sionismo no estaba basada en el antisemitismo, sino en un temor totalmente razonable al desposeimiento. Un temor a una historia construida, a una identidad nacionalista inventada y fabricada, a una gran distorsión del pasado.

Israel sigue siendo la víctima “histórica” principal de forma automática. ¿Por qué? Por la historia de un pueblo que forjó una fe y al cual se le prometió una tierra de la boca de un tal dios llamado Yahvé. Eso dicen los voceros del sionismo judío y hasta dirigentes occidentales realmente fundamentalistas que creen en el relato bíblico hebreo de la promesa de Yahvé a Abraham y a Moisés, o del apogeo del reino de David sobre las tierras palestinas y más allá… El mundo más o menos informado puede advertir que se trata de una de las tantas secuencias del horror étnico religioso que vive la región de Palestina. Allí el gran público, gracias a la visión del mediocentrismo universal, cree que existe una lucha milenaria entre judíos y musulmanes, entre dos religiones monoteístas que se disputan la Tierra Santa tanto para la Biblia como para el Corán.

En fin, un estado llamado Israel, que se presenta como la gran víctima, ofrecen un crudo panorama de guerra sin fin. La imagen distorsionada del conflicto palestino se confunde con varias concepciones polémicas y controvertidas que renacen en el vocabulario de los periódicos, artículos, ensayos y libros sobre el tema en cuestión. Nos referimos a las dramáticas reivindicaciones de “antisemitismo”, de la “judeofobia”, del Holocausto, y, por otra parte, a volver a examinar temas tan sensibles como el genocidio, el racismo y la segregación racial todavía presente en la mentalidad de muchas personas en la actualidad.

Los palestinos árabes cristianos siempre apoyando la causa nacional contra el sionismo.

Pero no debemos olvidar esta fecha del 15 de mayo de 1948 inició el éxodo forzado del pueblo palestino, como consecuencia de la creación del estado sionista de Israel. Cada año se recuerda el Día de la Nakba o de la catástrofe con protestas y marchas en Palestina y otras partes del mundo. Como señalamos antes, el sionismo de Israel expulsó a más de 800.000 palestinos de sus hogares, asesinó a 13.0000 y destruyó más de 500 aldeas y localidades. El 70 por ciento de los palestinos despojados de sus tierras se convirtieron en refugiados en otros países y el resto en desplazados internos.

Prohibido olvidar, porque actualmente, los más de 800.000 pasaron a ser más de cinco millones de refugiados palestinos a quienes se les impide retornar a sus tierras, de acuerdo a la ONU. De los 60 millones de refugiados en el mundo, los palestinos representan un 44 por ciento de la cifra. En la Franja de Gaza, viven 1,2 millones de refugiados palestinos, donde son víctimas de un bloqueo por tierra, mar y aire, por parte de Israel desde 2007, que ha dejado como consecuencia una grave crisis humanitaria. Los palestinos en Cisjordania son más de 750.000 y viven rodeados de muros, colonias y puestos militares israelíes. Sufren la continua apropiación de sus tierras, la demolición de sus hogares e infraestructuras, así como una restricción sistemática a su libertad de movimiento. Más de dos millones de refugiados palestinos viven en Jordania, donde cuentan con mayor seguridad que en otros países, gracias a las operaciones de la “Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Medio” (UNRWA, por su sigla en inglés). Otro medio millón vive en Siria. Aquí lograron derechos civiles, sociales y económicos desde su llegada en 1948, pero la guerra en este país, que inició en 2011, ha deteriorado su situación. Alrededor de 174.422 refugiados palestinos han huido a Líbano, según un censo realizado en 2017. En este país no tienen acceso a los servicios sociales púbicos.

Hoy, una vez más, el genocida estado de Israel sigue reprimiendo, repartiendo genocidio, y el Al Nakba continúa. Los pueblos del mundo deben solidarizarse con la causa palestina, porque también es una causa global contra la opresión imperialista.

Ilustración de portada: @diego.block

La ronda que las vio nacer

La ronda que las vio nacer

TIEMPO DE LECTURA: 5 min.

¿Cuál habrá sido la pionera? ¿Cuál, de todas ellas, la primera en levantar la voz y gritar que su hijx faltaba? ¿Cuántas lo estarían haciendo solas, encerradas en sus casas, sin tener a nadie a quien ir a pedirle respuestas? ¿En cuántas comisarías del país andarían otras, gritando que a su hijx se lo habían llevado, mientras tipos de traje contestaban muy tranquilos que “seguro ya iba a volver”, que andaría paseando por algún lado, que vaya a su casa y espere tranquila?

Dicen que fueron catorce la primera vez, catorce locas gritando que les faltaban sus hijxs. “Individualmente no vamos a conseguir nada. ¿Por qué no vamos todas a Plaza de mayo? Cuando vea que somos muchas, Jorge Videla tendrá que recibirnos”. Atrevida, Azucena Villaflor lanzó la propuesta y ninguna le dijo que no. ¿Cómo no iban a ir? Sus hijxs faltaban, y nadie les decía nada. 

No era momentos para gritos, y mucho menos para gritos como estos. Apenas un mes antes, el 24 de marzo, el más atrevido de todos, Rodolfo Walsh, quiso decir algunas cosas y escribió, desde la clandestinidad, una carta larga y punzante, diciendo lo que nadie quería escuchar. “Quince mil desaparecidos, diez mil presos, cuatro mil muertos, decenas de miles de desterrados son la cifra desnuda de ese terror”. Valiente, certero, golpeaba al poder otra vez en donde más le dolía: haciendo circular la información. El terror, como él siempre ha dicho, se basa en la incomunicación.

Sin embargo, otra vez, no era momento para gritos como estos: Walsh desapareció el 25 de marzo, un día después de publicar su carta.

“¿Y si a nosotras nos pasa lo mismo?”, quizás preguntó alguna. Y si no se dijo en voz alta, por dentro todas lo pensaron. Pero sus hijxs faltaban, había poco que discutir.

Así que fueron catorce la primera vez. Era un jueves y hacía calor, y catorce mujeres interrumpieron con sus pañuelos en el medio de la plaza gritando que sus hijxs no estaban en sus casas. La policía las escuchó, y acudió a sus gritos: “Tienen que circular, señoras. No se pueden quedar acá reunidas. Si hacen eso, se van a tener que retirar”. Otra vez, no eran momentos para mucho grito.

Ninguna de las catorce se fue, y despacito, agarradas de la mano, empezaron a caminar alrededor de la pirámide de Mayo, gritando que sus hijxs faltaban, y pidiendo que alguien les dé una respuesta. Dicen que un jueves fue la primera, y un jueves, también, fue la segunda. Todos los jueves, desde aquel 30 de abril, las mujeres con sus pañuelos fueron a la plaza, y marcharon alrededor de la pirámide, y gritaron que sus hijxs faltaban, y que lxs responsables se tenían que hacer cargo.

Las respuestas no tardaron mucho en llegar: en diciembre, unos meses más tarde de la primera ronda, en el barrio de Sarandí, Azucena Villaflor fue secuestrada, y recluida en la ESMA. Solamente por gritar, y hacer preguntas que nadie pensaba responderle. Pero también, con el tiempo, y con la lucha, otras respuestas llegaron: juicios y castigos para los responsables, cárceles comunes y perpetuas para los genocidas, ciento treinta nietxs que recuperaron su identidad.

Las banderas de memoria, verdad y justicia son las que guían a toda la militancia en nuestro país, y han sido un faro para quienes luchan alrededor del mundo por la defensa de los derechos humanos. Las Madres de Plaza de Mayo le enseñaron a este país que nunca se deben bajar los brazos, y es su ejemplo el que nos guía también para pedir justicia por nuestres pibes caídes en Malvinas, por todes les que aun hoy sufren y son víctimas de fuerzas policiales que sostienen y perpetúan lógicas que ya deberían estar erradicadas.

El 30 de abril no debe ser un día más de nuestra historia. Fue aquel día cuando este grupo de mujeres salió a buscar a sus hijxs, sin ningún apoyo ni ninguna garantía; a reclamar bien fuerte que le devuelvan a sus hijxs desaparecidxs, con plena conciencia de que resistiendo aprendemos a combatir. Un grupo de mujeres que incansablemente, con el deseo y convicción de encontrar a sus hijxs, no dejaron jueves sin pisar la plaza, sin caminar alrededor de la Pirámide y pedir cualquier tipo de información del paradero de sus hijxs. Con el correr de los años, las madres se fueron organizando cada vez más y con el apoyo y acompañamiento de varios organismos de derechos humanos, su lucha, a pesar del dolor, la bronca y la esperanza, sigue firme y en pie.

El olvido y el perdón no son palabras que caractericen a las madres de plaza de mayo. Durante estos años, se han encargado de que eso no ocurra y de mantener viva la memoria de sus hijxs que luchaban por una patria más justa. Mujeres que quizás, hasta ese momento, se encontraban reacias a la militancia y la organización política, comprobaron que las luchas y las banderas que sus hijxs levantaban no podían quedar olvidados, y que una forma de pedir justicia por ellxs también, era que sus causas nunca queden enterradas.

Que sus causas no queden enterradas depende, también, de cada unx de nosotrxs. La mejor manera de reivindicar y defender a nuestras madres es seguir luchando y construyendo aquella patria soberana y justa, que nunca olvide a quienes la han entregado por chelines, que muchas veces siguen desfilando y pidiendo lugares en la política nacional. Seguir siendo críticxs en nuestro andar, revisando lógicas y dinámicas en nuestros espacios, organizándose desde la convicción y el amor, y nunca, pero nunca, abandonar la lucha. Y si algún día se nos ocurre hacerlo, miremos un rato a aquellas madres, que no descansaron un solo día hasta conseguir su merecida justicia.

Pedro Jalid
Pedro Jalid

Docente popular y Profesor en Letras de la FAHCE – UNLP. Colaborador de Revista Trinchera

Nayra Carabelli
Nayra Carabelli

Estudiante de Educación Física y militante convencida de que lo colectivo es el único camino para lograr los horizontes que anhelamos. Los DDHH como primera bandera desde que tengo uso de razón y así seguirá siendo.

De este lado, siempre habrá un pueblo organizado

De este lado, siempre habrá un pueblo organizado

TIEMPO DE LECTURA: 6 min.

Por Miranda Cerdá Campano*

Hace dos años, Lenín Moreno llegaba a la Presidencia de Ecuador con la promesa de darle continuidad al proyecto político impulsado por Rafael Correa. Ese proyecto se vio traicionado por una serie de políticas que lo hicieron situarse en el grupo de los gobiernos conservadores de América Latina, aliados al imperio yanqui y sus políticas, tomando medidas que niegan una construcción sostenida por años.

A principios de este mes, Lenín Moreno anunció un paquete de medidas económicas consecuentes con el acuerdo que firmó en marzo con el Fondo Monetario Internacional. Por cadena nacional, el mandatario ecuatoriano anunció que se eliminaría el subsidio a las gasolinas y delineó reformas laborales y tributarias que benefician a los grandes grupos económicos en desmedro de los sectores trabajadores.

Bienvenido sea el Imperio

A mediados de 2018, con las visitas de altos funcionarios estadounidenses como Keith Mines, de la Oficina de Asuntos Andinos del Departamento de Estado, y del ex secretario de Estado, Thomas Shannon (en el marco de sus giras en contra de Venezuela), se aceleró la reedición de relaciones de buenos amigos entre los Gobiernos de Moreno y Trump, y Ecuador aceptó las líneas de cooperación económica y estratégica basadas en la “lucha contra el narcotráfico y la corrupción” y la “inversión extranjera”.

Ambas administraciones firmaron un memorándum de entendimiento y un convenio de cooperación que permitía a la Administración para el Control de Drogas yanqui (conocida con las siglas DEA) y al Departamento de Inmigración a actuar en territorio ecuatoriano. El acuerdo se produjo a pocos días de que en la frontera norte del país sean secuestrados y posteriormente asesinados a manos de un grupo delincuencial colombiano, los periodistas ecuatorianos Javier Ortega, Paúl Rivas y Efraín Segarra. Las presiones internas por ese hecho y la ofensiva diplomática estadounidense, iniciada unos meses antes, logró el retorno de las operaciones militares de la DEA, el FBI y otras agencias extranjeras a territorio ecuatoriano, bajo la excusa de la lucha contra las drogas en un país donde no existen cultivos, ni tampoco una profunda vinculación en el circuito económico del tráfico.

Si había algo seguía obstaculizando las relaciones con el imperio, era el asilo político otorgado a Julian Assange durante el gobierno de Rafael Correa. El fundador de Wikileaks no sólo era un hombre “peligroso” para Estados Unidos, también incomodaba a Lenín Moreno con algunos cables de cuando este era vicepresidente, que el portal publicó.

Los documentos daban cuenta de una preocupación excesiva de los EE.UU. por los problemas de salud de Moreno, que por entonces parecían impedirle su candidatura a la presidencia en 2013, como reemplazante de Correa. Esos cables confidenciales también muestran que la embajada estadounidense en Quito tenía como informantes a personas muy cercanas al actual presidente: eran los encargados de informar sobre la evolución de sus decisiones en relación a su posible candidatura presidencial.

¿Fueron dichos cables la razón del abandono de Assange por parte de Lenín Moreno? ¿O fue la renovada amistad entre Ecuador y EE.UU.? Quizás sea una mezcla de ambas cosas. Lo cierto es que esta decisión, junto al cambio de política respecto de Venezuela, le facilitó a Ecuador el acceso al préstamo de 4.200 millones de dólares del FMI.

Se agotó el discurso del odio

Como sucede en Argentina, durante todos estos meses Moreno agitó las banderas de que “todo es culpa del Gobierno anterior” y que “el pasado no va más”. Creyó que el respaldo de los medios de comunicación, la banca y las oligarquías de Quito y Guayaquil le permitirían sostenerse en la Presidencia. Pero lo que vive Ecuador es una crisis democrática de representación: la sociedad no siente que el Gobierno esté actuando en beneficio de las mayorías y agotado el discurso de odio que se venía imponiendo, el Presidente no tiene nada más para ofrecer.

El empleo se ha deteriorado, los servicios públicos escasean y no hay una construcción en defensa de la soberanía económica y política, como supo haberla en tiempos de Rafael Correa. Cabe recordar, que Lenín Moreno no ganó las elecciones planteando la salida de la Unasur, ni la adhesión al Cartel de Lima y mucho menos pactando con la vieja podredumbre política; ganó prometiendo continuar el proyecto de su antecesor y traicionó la propuesta desde el minuto uno.

Su imagen fue deteriorándose entre la población a medida que se alejaba del camino iniciado por la Revolución Ciudadana y que se comprendía que no era él quien gobernaba: tan sólo era la cara visible de un Poder Ejecutivo repartido entre los grandes grupos económicos, los medios de comunicación y, por supuesto, el imperio yanqui.

Un presidente que no tiene la capacidad de gestionar un Estado acaba siendo rehén de los intereses que lo sostienen en la medida que se los satisfaga. A su vez, la falta de autoridad terminó acarreando el deterioro de las instituciones que sistemáticamente intenta taparse con el discurso de la “pesada herencia”.

Ecuador es un ejemplo más de la incapacidad del neoliberalismo para brindar estabilidad económica, política y social, al mismo tiempo que deja entrever que acudir al gran prestamista mundial implica, para un país que previamente fue transformado bajo principios de soberanía, un retroceso inmenso.

Un pueblo con memoria

La fuerza del pueblo ha quedado manifiesta con la gran movilización indígena que ocupó Quito y otros puntos urbanos. El repudio al “paquetazo” neoliberal condujo al traidor a trasladar la sede de Gobierno a Guayaquil para alejarse de la creciente protesta social y cobijarse con la derecha social cristiana. La conciencia popular otorgó al pueblo ecuatoriano la posibilidad de pasar a la ofensiva y dejar solamente de resistir. Ahora, el rechazo al neoliberalismo salvaje se convierte en la posibilidad de reestructurar el orden político, económico y social.

La respuesta del gobierno ha sido la misma de siempre: la criminalización de la protesta, el establecimiento de un cerco informativo que oculte la realidad de los acontecimientos, el incremento de la represión y el establecimiento del toque de queda que se suma al ya establecido estado de excepción. Como es evidente, para el traidor de Moreno, la única forma de mantener el poder es a través de la fuerza. Y no sorprende: estas decisiones son condiciones impuestas por el FMI y los sectores empresariales de mayor poder. La injusticia de las decisiones gubernamentales se apoya en la reducción de derechos.

En la contundente respuesta social se anudan fuerzas y condiciones que pasan a definir una nueva coyuntura. Resalta el retorno de un movimiento indígena que, como en los años ‘90, retoma orientaciones y agenda empujado por las bases, y se observa una base correista que persiste a pesar de la descalificación y la estigmatización con que se les ha atacado desde diversos frentes. A diferencia de otros momentos de mandatos neoliberales, la movilización expresa la pérdida de los derechos conquistados durante el gobierno de Correa (bajo una fórmula que priorizó el trabajo por sobre el capital) y la resistencia al exterminio de las posibilidades de transformación que supieron abrirse.

Moreno se olvidó del pueblo y hoy todo el país se lo recuerda en las calles. La fuerza de los ecuatorianos recuerda que sí es posible resistir y organizar una contraofensiva a favor de los pueblos oprimidos del mundo.


*Periodista, columnista sobre Sudamérica del programa Marcha de Gigantes (Radio UNLP - AM 1390), redactora de Revista Trinchera y colaboradora de Agencia Timón.
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