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Muches analistas vienen alertando desde hace tiempo que el sistema imperante desde la Segunda Guerra Mundial que tuvo (o tiene) a EEUU como centro hegemónico a nivel planetario, está perdiendo cada vez más fuerza. La pandemia del COVID-19 ha acelerado esa decadencia a pasos agigantados.

El colega cubano Hedelberto López Blanch, lo retrataba de manera muy gráfica en un artículo publicado recientemente donde especifica la caída en picada de la economía estadounidense en comparación con el crecimiento de la China.

Según la Oficina de Análisis Económico de ese Departamento (Comercio), el Producto Interno Bruto (PIB) real disminuyó a una tasa de 32,9 % en el segundo trimestre de 2020 motivado por los desastrosos efectos de la pandemia”, señaló López Blanch, al tiempo que remarcó que contracción económica en ese mismo período “fue la más rápida de su historia y supone la mayor debacle desde la Segunda Guerra Mundial”.

A la pérdida de poder a escala global hay que sumarle las dificultades domésticas, que lejos de ser meramente económica, atraviesan todos los planos de la vida política y social de la nación.

Datos puertas adentro

Para colmo de males las cifras de desempleo no paran de crecer. Según el sindicalista, académico y periodista estadounidense Dan La Botz, “desde el 15 de marzo han solicitado el subsidio de desempleo en total 62 millones de personas y cada semana solicitan esta prestación alrededor de 900.000 más”. El colega norteamericano señala que las estimaciones podrían arrojar una tasa de desempleo de más del 11%.

Un país con más de 50 millones de personas por debajo del nivel de la pobreza, con más del 35% de personas que no acceden a seguros médicos, un aumento de más del 24% en la tasa de suicidios y niveles de esperanza de vida que siguen bajando, colocándose en poco más de 76 años.

A estos datos hay que agregarle los de inseguridad o los de narcotráfico, entre muchos otros. El gran sueño americano, esa idea de supuesta felicidad construida por la propaganda de Hollywood y las agencias de noticias (en realidad de propaganda), no es más que eso, un sueño.

La elección

Pero los intentos por sacar a Trump no sólo se centran en el bipartidismo tradicional y sus medios de comunicación, o sectores de las FFAA o la Inteligencia. Un sector importante del pueblo norteamericano también está abocado a tal fin.

Según afirma el corresponsal del diario mexicano La Jornada, David Brooks, a dos semanas de las elecciones ya han emitido su voto más de 31 millones de personas. Para dimensionar lo que esto significa, en el Estado de Texas (donde en su momento ganó Trump) ya han votado más personas que en las elecciones de 2016.

El colega señala que esta elección no sólo puede significar un record en cuanto a la participación electoral, sino en el gasto de la misma. Según Brooks “se calcula que la presidencial y las legislativas federales superarán récords previos por mucho, al acercarse a 11 mil millones de dólares, según el Center for Responsive Politics. La contienda presidencial tiene un costo proyectado de 5.2 mil millones[1].

Pero como es sabido, la elección en el gigante del norte no depende solo de los votantes, sino también de les electores, por lo que podría ganar Biden en cuanto a cantidad de votos, pero (como pasó en 2016) que sea electo nuevamente Trump.

¿2da Guerra Civil en EEUU?

En publicaciones anteriores remarcábamos citando al analista Thierry Meyssan que en EEUU no hay una mera disputa entre Republicanos y Demócratas, sino entre “jacksonianos” y quienes profesan y practican la “Teoría de Contención” de George Kennan. Todos los presidentes hasta 2016 aplicaron esta última lógica gestada en plena Guerra Fría. Eso explica que incluso muchos republicanos jueguen en contra de su propio “candidato”.

Lo afirmábamos en ocasiones anteriores y cada vez son más les analistas que ven la posibilidad de un enfrentamiento entre estos dos sectores. Sectores que se descalifican el uno al otro y que plantearon la posibilidad de un fraude en las elecciones venideras.

Todo parece indicar que el descontento hacia la gestión del magnate está generando una pérdida sustancial en las intenciones de votos. Si bien el hecho no dice nada (ya que pasó lo mismo en las pasadas elecciones y ganó Trump de igual manera), parece que toda la maquinaria Demócrata y Republicana anti Trump está haciendo lo imposible por evitar que este señor de peluquín sea reelegido.

Del otro lado, Donald Jr. (uno de los hijos del magnate) hizo un llamado a voluntarios para que se “unan al ejército de vigilantes electorales de Trump”. En este sentido la periodista estadounidense Amy Goodman, alertó sobre posibles escenarios de violencia, citando un informe de la organización para el control de armas Guns Down America. En este informe se afirma que “la amenaza de que individuos armados perturben el acto electoral en los centros de votación no es teórica”. La línea argumental de Trump en casi todos los planos se sintetizan en “yo o el caos”.

¿Y la alternativa?

Del otro lado está Joe Biden, demócrata que ejerció la vicepresidencia durante la administración de Barak Obama. Una gestión caracterizada por las agresiones permanentes a pueblos de distintas partes del mundo y que lejos de cumplir con sus promesas de campaña la gestión Obama-Biden continuó con las guerras y amplió sus fronteras. De hecho el ganador del Nobel de la Paz no pasó un solo día (de sus 8 años en la presidencia) en el que no estuviese en guerra. A las heredadas guerras de Afganistán e Irak, sumó la guerra en Siria y autorizó “ataques contra grupos terroristas en Libia, Pakistán, Somalia y Yemen”, elevando a siete los países donde su administración llevó adelante acciones militares públicamente.

A ello hay que sumarle que la administración que segundeó Biden es la que en marzo de 2015 realizó “un decreto de “emergencia nacional” en el que declara a la República Bolivariana de Venezuela como “una amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad nacional y la política exterior de EE.UU”, por supuestas violaciones a los derechos humanos cometidas por el Gobierno venezolano[2].

Algunas apreciaciones

Más allá de lo que suceda en las elecciones del país del norte, más allá de si decanta en una guerra o no, lo que queda claro es que sea quien sea que ocupe el Despacho Oval, los pueblos del mundo pierden. Más malo o menos malo, el gobierno estadounidense y su lógica imperial se han convertido en un problema para la humanidad.

Esta afirmación lleva a sacar algunas conclusiones al respecto:

  • No se puede esperar demasiado de la elección en gringolandia;
  • El sistema democrático que EEUU pregona e intenta imponer (a punta de misiles) al resto del mundo es un verdadero bluf;
  • Al poder real le importan muy poco los pueblos del mundo, incluso los propios. Sólo les interesa exprimirlos para sacarles la mayor rentabilidad posible a su fuerza de trabajo;
  • La guerra siempre es una opción para quienes ejercer el poder real, fundamentalmente porque es uno de los negocios más rentables;
  • El sistema económico que pregonaron los norteamericanos está quebrado y su caída repercutirá en todo el mundo, por lo cual hay que buscar alternativas que lo cambien de raíz;
  • Es imperioso desmonopolizar la palabra y la información. Caso contrario seguiremos siendo presas de las operaciones mediáticas al servicio de los grandes poderes fácticos;

Ante el escenario interno y exterior del país del norte, Nuestra América tiene la posibilidad histórica de revertir décadas de opresión y saqueo fomentado desde EEUU, sus transnacionales y lobbies. No obstante lo cual ello no debería implicar pasar a depender de otra superpotencia. Es estratégicamente necesario refundar la unidad continental y sus organismos multilaterales. El destino de nuestros pueblos depende de ello.


Referencias
[1] https://rebelion.org/preven-que-eleccion-en-ee-uu-rompera-record-de-participacion-y-de-costo/
[2] http://www.avn.info.ve/contenido/obama-deja-presidencia-eeuu-tras-ocho-a%C3%B1os-guerra-continua-e-injerencismo


Nicolás Sampedro
Nicolás Sampedro

Prefiero escuchar antes que hablar. Ser esquemático y metódico en el trabajo me ha dado algún resultado. Intento encontrar y compartir ideas y conceptos que hagan pensar. Me irritan las injusticias, perder el tiempo y fallarle en algo a les demás.

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