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“Siempre estoy detenida,
pero no por ladrona ni por corrupta,
sino por decirle la verdad a estos
señores que nos están apaleando
constantemente, pero la vamos a seguir.
Somos más pueblo que milico,
que no se olviden de eso”.

– Norma Plá

En la década de los noventa, en Argentina, se intentó continuar el siniestro plan heredado de la última dictadura cívico-eclesiástico-militar. Se buscó concretar el remate del país y la corrupción era un requisito para todo aquel que se paseara por los cargos políticos. En una oficina yanqui se escribió “el fin de historia” y sentenciaron que ese sería el destino único y definitivo de todos los pueblos del mundo que buscaran su emancipación. Parecía que con ello moriría todo sueño revolucionario que tiempo atrás sostenía una generación que bregó por una Patria Liberada. Sin embargo, Norma, cómo parte de la resistencia al neoliberalismo, fue una prueba rotunda de que no estábamos derrotades.

Foto: Daniel Merle

Nacida en Buenos Aires un 7 de septiembre de 1932, fue madre de cuatro hijos y trabajadora doméstica prácticamente toda su vida. Hasta acá su vivencia no difiere de la de otras tantas mujeres que conviven en una sociedad patriarcal que invisibiliza, bajo el rótulo de “amor”, las tareas de cuidado. Pese a haber trabajado desde los 13 a los 62 años sin poder jubilarse, se decidió por la lucha.

Las imágenes transmitidas por televisión en 1992 les mostraban, sin impedimento alguno, montando sus carpas en Plaza Lavalle frente a Tribunales. Allí les jubilades llevaron sus reclamos por el haber del 82% móvil, los recordados “450” y que el PAMI, la Obra social de les Jubilades, fuera conducido por elles mismes. Soportando las inclemencias del tiempo, ordeñando una vaca todas las mañanas para el desayuno, sostuvieron durante 81 días la protesta. Entre las ollas populares comenzó a destacarse ella.

Canosa, con sus chalinas tejidas a crochet, un pulover sobre otro pulover: la vestimenta de una nana cualquiera, bien simple, bien de barrio. Anciana y encima mujer, estaba haciendo historia. La tildaron de “vieja loca”. “Loca”, cómo también llamaron a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. ¿Qué es más sensato que recordarle a toda una sociedad que nuestres adultes mayores son dueñes de sus derechos y que tienen la capacidad de organizarse para defenderlos?

Foto: Reuters

Su cuerpo, que cargaba alrededor de sesenta años, no le era impedimento alguno para saltar vallas, treparse a las puertas del Congreso, de la CGT, tomar numerosas veces el edificio del PAMI. La llevaron detenida infinidad de veces. Tuvo alrededor de 23 procesos judiciales por tirar huevos y harina al Congreso, al Concejo Deliberante, al Banco Hipotecario Nacional, a la DGI y al Ministerio de Economía.

Organizó sus “choriceadas justicieras” en lugares insólitos. En los archivos audiovisuales que se encuentran de ella, se la puede ver en esa tarea frente a la embajada inglesa, cuando el príncipe Andrés de Inglaterra se encontraba de visita en el país. Allí mismo sacó la bandera británica y mientras expresaba unas palabras recordando a los caídos en Malvinas, prendió fuego el trapo. La rebeldía no tiene límite de edad. “Hay que tener gente, jóvenes y no jóvenes para seguir enfrentando al gobierno que él dice (en referencia a M*n*m) que está en el primer mundo. Si este es el primer mundo ¡carajo, yo no lo quiero!” manifestó alguna vez.

Marchó junto a les jubilades todos los miércoles frente al Congreso durante 5 años. Era la marcha número 200 y ella fue la última en irse de allí. Era un 31 de enero de 1996 cuando se movilizó por última vez. En 1993 había sido operada a causa de un cáncer de mama. Abandonó los tratamientos para seguir luchando. Su enfermedad finalmente se llevó su vida, pero no su espíritu de convulsión ante lo injusto. Por eso, para saber quién fue Norma Plá y no caer en la trampa patriarcal y antipopular que quisieron construir alrededor de su figura, hay que ser capaces de lo más simple, de mirar dónde estaba el pueblo en aquel momento y sentir la indignación que le generaba tanta mentira organizada.

Sol Castillo
Sol Castillo

De nuevo estoy de vuelta, después de larga ausencia. Mi inconstancia en la entrega de notas, es mi constante; pero cómo se sabe le que abandona no tiene premio y suelo ser bastante obstinada. No reniego de eso porque en definitiva, esta apuesta es colectiva.

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