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Si algune aún cree que la Guerra en Ucrania comenzó cuando Vladimir Putin anunció la Operación Especial para “desnazificar” ese país, está mirando otra película: la que occidente pretende imponer como verdadera.

Desde que estalló el conflicto en Ucrania lo único que se ve en la prensa occidental son las atrocidades supuestamente cometidas por el ejército del zar Vladimir Putin. Que masacre por acá, que bombardeo por allá, que tantas personas se tuvieron que ir del país y un sinfín de operaciones mediáticas y diplomáticas, pero de amplificación en las pantallas.

El dicho sostiene que en una guerra lo primero desaparece es la verdad. Y es tan así que duele. Lo único que vemos en los medios es propaganda, tanto de un lado como del otro. Lo cual nos lleva a tener que hacer un doble trabajo, porque para estar informades no hay que sólo leer una y otra campana, sino contrastar con la mayor cantidad de fuentes (que no es lo mismo que medios) para recién después poder dilucidar qué puede ser cierto y qué no y recién ahí empezar a comprender los hechos.

Pero si algune aún cree que la Guerra en Ucrania comenzó cuando Vladimir Putin anunció la Operación Especial para “desnazificar” ese país, está mirando otra película: la que occidente pretende imponer como verdadera.

Podrían ponerse múltiples momentos de la historia para anclar el inicio del conflicto, y todos serían arbitrarios. Pero como no se puede hacer de otra manera, arriesguemos uno: el triunfo de la Revolución Rusa de 1917.

Occidente (primero Gran Bretaña y luego EEUU, aunque también la Alemania Nazi) sabían -y saben- que un país tan grande en extensión como Rusia, es un mal negocio para sus intereses. Es por ello que desde aquel entonces han venido intentando erosionar las posibilidades de consolidación de un gobierno estable. Sobre todo, porque es uno de los pocos países que es tanto europeo como asiático.

Y durante un tiempo lo lograron. Caída la Unión Soviética el dominio occidental (con la anglósfera en primera línea) se expandió por todo el planeta. China aún no representaba un problema y la URSS dejaba de existir. El bloque soviético paulatinamente se fue fragmentando y occidente avanzó cada vez con mayor fuerza hacia el este. Fiel reflejo de ello fue la sistemática violación de parte de EEUU y sus aliados respecto de la expansión de la OTAN. Desde fin de la URSS en 1991 hasta el 97 el avispero no se movió demasiado, pero desde ese año hasta la actualidad 14 países se han incorporado al bloque militar y otros 3 pretenden hacerlo.

Estonia, Letonia, Lituania, Polonia, República Checa, Eslovaquia, Hungría, Rumania, Eslovenia, Croacia, Montengro, Albania, Macedonia del Norte y Bulgaria no eran miembros de la OTAN hasta el 97 y antes del 91 muchos de ellos eran parte del Pacto de Varsovia (o del bloque soviético). Hoy deberíamos sumar a esa lista a la propia Ucrania, a Finlandia y a Suecia. Prácticamente todos los países limítrofes a Rusia, más allá del grado de animosidad que tengan con el Kremlin.

Como la expansión de la OTAN podrían citarse decenas de ejemplos de cómo Occidente, encabezada por los EEUU, fue paulatinamente avanzando hacia las fronteras rusas en una guerra que como se puede observar, lleva mucho tiempo; quizás no con bajo las mismas formas, pero de larga data al fin y al cabo: Golpes de estado, revoluciones de colores, invasiones, aparición de los yihadismos y un largo etcétera. No es casual que Rusia se haya plantado en Siria. Si bien aún estaban lejos de sus fronteras, Moscú sabía que tarde o temprano era inevitable la confrontación (aunque no directamente) con occidente. Sobre todo, si tanto las proyecciones de Putin eran las de devolver a Rusia el lugar de potencia euroasiática.

Luego de los “atentados” de septiembre de 2001 y el lanzamiento de la llamada “Guerra contra el terrorismo”, las políticas de hostilidad norteamericanas fueron in crescendo. En la lista de occidente estuvieron Hussein en Irak, los afganos, Gaddafi en Libia, y Bashar Al-Assad era quien seguiría, para avanzar contra la República Islámica de Irán. Países amigos de Rusia y/o con mayor o menor grado de autonomía respecto de occidente.

Lo que se conoció como el “Techo Sirio” fue eso, una Rusia plantada, ayudando a su colega sirio quien le solicitó ayuda. Hecho donde también participaron los demás actores del mal llamado “Eje del mal” (Hezbollah del Líbano, Irán, el ejército sirio y Rusia).

Lo que a finales de 2013 se conoció como el “Euromaidán”, si bien fue un conflicto entre distintos sectores de la oligarquía ucraniana, no dejó de contar con la participación de occidente, su financiamiento y su utilización política. El derrocamiento del presidente Víktor Yanukóvich no fue casual ni únicamente por el malestar interno de su población, desde mucho antes ya existían expresiones neonazis que venían operando en complicidad de la CIA y otras entidades occidentales.

El llamado Batallón Azov, no era (no es) otra cosa que una de las estructuras paramilitares de la derecha ucraniana que reivindica a Stepán Bandera. Éste fue un austrohúngaro que organizó a la derecha antirusa ucraniana y que se alió con Hitler para que los ejércitos nazis atravesaran ese país para llegar más rápido a Moscú. Análisis e información al respecto hay mucha y muy variada, pero sin dudas una de las lecturas más agudas de la actualidad es la del director del portal Red Voltaire, Thierry Meyssan.

Así las cosas, el interinato de Turchinov y la llegada al gobierno de Poroshenko y luego de Zelenski no fueron otra cosa que la consolidación en el poder de un proyecto político pro-occidentales con un carácter abiertamente antiruso, que no tuvo ningún prurito para masacrar a sus compatriotas del Donbás durante más de ocho años. Y no estamos hablando sólo de las milicias populares de Lugansk y Donetsk, sino también de población civil. Regiones de Ucrania que no estaban de acuerdo con las directivas de Kiev, que realizaron plebiscitos y decidieron separarse de Ucrania para pasar a ser repúblicas independientes.

Ante la constante agresión del régimen de Kiev que encabezaron Poroshenko y Zelenski, las autoridades de las nuevas repúblicas pidieron ayuda a la Rusia de Putin. El Zar Vladi (como lo llama el analista mexicano, Alfredo Jalife) tenía bien claro que el país vecino podía significar un problema mayor de no frenar la avanzada nazi-antirusa.

Muches analistas sostienen que Putin y la inteligencia rusa sólo iniciaron la acción militar hasta estar 100% seguros de que era inevitable. Según señalan Zelenski en conjunto con fuerzas occidentales pretendían comenzar una ofensiva sobre territorio ruso. Y no es de extrañar si se tiene en cuenta no sólo la historia de hostigamiento contra Moscú, sino las múltiples violaciones al espacio aéreo realizado por la OTAN desde territorio finlandés, los ejercicios militares de EEUU y la OTAN en Polonia, en la misma Ucrania, en Letonia y otros países cercanos a las fronteras rusas.

Todo este relato busca complejizar la mirada sobre lo que ocurre en territorio ucraniano. No se trata meramente de un “loquito” que decidió lanzarse a una guerra, no se trata de un actor que llegó a presidente bajo la construcción mediática de sectores de la oligarquía ucraniana antirusa. Se trata de EEUU y sus socios occidentales haciendo negocios.

Y no es sólo el negocio de la guerra y la producción de armamento para que se autodestruyan entre si los ucranianos, sino la maquinaria la reconstrucción posterior del país, la deuda monumental que van a dejar por la “ayuda” en armamento y logística que proporciona occidente. También es una política para debilitar a la Unión Europea y generarles una guerra –nuevamente- en su territorio, es alejar a Rusia de la Unión Europea en términos comerciales, es construir un enemigo común (como lo hicieron con los musulmanes en su momento), etc.

Pero por añadidura buscan debilitar a China, aliado estratégico de Rusia y quien hoy le disputa la hegemonía económica y productiva a EEUU y las multinacionales occidentales.

EEUU y occidente parecen decididos a replicar la misma lógica de la carrera armamentística que utilizaron durante la guerra fría: que el conflicto se estire en el tiempo y forzar a Rusia a destinar incalculables recursos hasta que caiga por peso propio. El problema es que Moscú aprendió sus lecciones de aquella época y todo parece indicar que no cometerá los mismos errores que la llevaron a la caída de la URSS.

El avance estratégico en diferentes regiones del sur de Ucrania parece inevitable y la reciente rendición de un importante grupo de más de 2 mil militares del Batallo Azov en Azovstal, sin dudas es un duro revés para los intereses occidentales, y a medida que pasan los días, Rusia parece estar más cerca de concretar sus objetivos.

Mientras tanto los señores de la guerra siguen haciendo de las suyas.

Nicolás Sampedro
Nicolás Sampedro

Prefiero escuchar antes que hablar. Ser esquemático y metódico en el trabajo me ha dado algún resultado. Intento encontrar y compartir ideas y conceptos que hagan pensar. Me irritan las injusticias, perder el tiempo y fallarle en algo a les demás.

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