Algunas reflexiones sobre las condiciones actuales del mundo y las posibilidades de Argentina y la región. Desafíos a mediano y largo plazo pero que están condicionados íntimamente por lo que suceda en el futuro inmediato.
Tal como lo venimos analizando en artículos anteriores, la situación actual del mundo es cada vez más compleja. No sólo por la tozudez de las potencias occidentales (fundamentalmente EEUU), embarcadas en una guerra de desgaste contra Rusia (pero que en el fondo es contra China). El objetivo gringo es evitar, por todos los medios posibles, perder su lugar de hegemonía ante el gigante asiático.
Pese a las advertencias de Moscú y a los buenos oficios para avanzar en una solución política y dialogada al conflicto de China y la Unión Africana, las potencias occidentales insisten con el envío de armamento a los nacionalistas integristas ucranianos (neo nazis banderistas). Entre los últimos acontecimientos, está el hecho que EEUU dio luz verde para que países que tienen aviones caza F16 (de producción norteamericana), puedan enviar este sistema de armas a Kiev; el otro hecho, el llamado que hizo el Secretario General de la OTAN, Jens Stoltenberg, instando a los miembros de la Alianza Atlántica a producir más cantidad de municiones porque “se les están acabando”.
Li Hui, un experimentado diplomático elegido como el delegado chino, expuso hace algunas semanas los 12 puntos publicados por Pekín para avanzar en una solución política y dialogada a la guerra en Ucrania. No sólo Zelenski dijo que no a las propuestas, las potencias occidentales negaron -cual sordo que no quiere oír-, una realidad inobjetable: pese al relato construido por EEUU y reproducido por Europa, ganar esta guerra no es un objetivo que esté sobre la mesa.
Desde un primer momento las pretensiones de EEUU eran impedir una alianza entre rusos y europeos, con cada vez mejor diálogo, sobre todo luego del paso del magnate de peluquín por el Despacho Oval. No casualmente Francia aún sigue teniendo algún que otro viso de autonomía respecto a las directrices del decadente imperio norteamericano.
La jugada le salió tan bien a los gringos que Alemania -por segundo trimestre consecutivo- tuvo crecimiento negativo, lo que técnicamente se llama “recesión”. Esta es consecuencia -principalmente- de comenzar a pagar casi el doble por la energía que consume: obedeció a Washington, miró para otro lado ante la voladura de los Nord Stream, y comenzó a comprarle gas licuado a EEUU al doble del valor que pagaba por el suministro ruso. Como consecuencia de esto y según una encuesta realizada por la Fundación para la Empresa Familia, más del 10% de las pequeñas y medianas compañías industriales alemanas planean llevar su producción fuera del país por el “elevado costo de la energía”. Algo similar a lo anunciado por el gigante químico germano BASF, que estaría pensando en llevar parte de su producción a China.
El grado de sumisión europeo a los EEUU es tal que las consecuencias sociales comienzan a agudizarse, lo cual está demostrando que la decisión de los gobiernos europeos de seguir enfrascados apostando por la guerra fue y es una mala idea. Grandes movilizaciones en Inglaterra, en Francia y en otros países del continente producto de un deterioro cada vez más notorio en sus economías. Incluso el reconocido periodista norteamericano, Seymour Hersh, hizo público que Polonia, secundado por Hungría, Lituania, Estonia, República Checa y Letonia, solicitaron a Zelenski que acepte un alto al fuego e inicie negociaciones de paz.
El pedido polaco y de estos países europeos, no responde únicamente a la inmensa oleada inmigratoria que -nuevamente- se avalancha sobre ellos, sino porque saben de lo que es capaz Rusia en materia militar. Siguieron de cerca el desarrollo de los acontecimientos en Siria. Al respecto, el director y fundador del portal Red Voltaire, Thierry Meyssan, señaló que “el mundo aún no conoce cuáles son los avances tecnológico-militares”. Hasta ahora Putin sólo mostró una de sus cartas: los misiles hipersónicos Kinzhal.
Al desastre europeo hay que sumarle la cada vez más marcada desconfianza sobre la moneda norteamericana. El uso del dólar como arma sancionatoria a los rusos, iraníes, chinos, venezolanos, entre otros países, produjo un efecto búmeran y muchos gobiernos están buscando diversificar sus monedas de intercambio (desdolarizarse) para no quedar atados a posibles sanciones. A ello hay que sumarle el grave problema bancario que tienen los gringos: según un informe de la Corporación Federal de Seguros de Depósito, en el primer trimestre del año los bancos estadounidenses perdieron 472 mil millones de dólares en depósitos. La mayor pérdida desde 1984, momento en que se comenzó a llevar este tipo de registros. Esto sin mencionar que ya quebraron tres bancos y que otros 43 (que tienen activos por más de 58 mil millones de dólares) están en graves problemas.
En este escenario caótico, producto de la disputa entre jugadores globales, nuestra región tiene la oportunidad de reactivar y mejorar la arquitectura institucional y la vinculación política de Nuestra América. El retorno de Lula y la marcada agenda que ha venido manejando, da cuenta de que el rol de conducción lo tiene Brasil. Esto quedó más que claro luego de que -recientemente- 11 de los 12 presidentes del continente se hicieran presentes en la reunión organizada por el presidente obrero que buscaba comenzar a reactivar la UNASUR.
La unidad continental sería un gran paso, no sólo para fortalecernos en las discusiones con las potencias globales y otros bloques regionales, sino para -además- ayudar a mejorar y distribuir las riquezas producidas en nuestros países. Una política que indefectiblemente debe ser duradera y de largo plazo porque no se resolverá de un momento a otro. En este escenario es donde se vuelven una pieza clave las elecciones presidenciales en cada uno de nuestros países. Está claro que no es lo mismo un exponente de la derecha pro occidental o pro norteamericano, que un tibio socialdemócrata pseudo filo europeo, que una compañera o compañero que entienda la complejidad del mundo antes descrita y no se acople automáticamente ni a lo que dicte EEUU, ni a lo que dice Europa, ni a lo que dice China, ni lo que dice nadie sino que piense en como resolver los problemas de les argentines, sobre todo el gran yunque que nos dejó Macri: la deuda con el FMI y los privados.
Ahora, en principio, las preguntas que surgen son: ¿Es posible pensar a la Argentina en los BRICS+ o como le terminen poniendo a la ampliación del bloque? La respuesta es que sí, de hecho la gira de Sergio Tomás por China, además de buscar financiamiento fue para buscar apoyos en esa dirección. ¿Es posible sostener ese rumbo y fortalecer las alianza con ese bloque de países de cualquier forma? La respuesta es no. Y si bien depende de muchos factores, sobre todo depende de que en octubre gane alguien con agallas que se plante al poder real y ayude real y efectivamente a resolver las dificultades que atraviesa nuestro pueblo enfrentándose a todo aquel que pretenda quitarnos derechos y arruinar nuestros sueños de vivir en una patria libre, justa y soberana.

Nicolás Sampedro
Prefiero escuchar antes que hablar. Ser esquemático y metódico en el trabajo me ha dado algún resultado. Intento encontrar y compartir ideas y conceptos que hagan pensar. Me irritan las injusticias, perder el tiempo y fallarle en algo a les demás.