¿Argentina al BRICS+?

¿Argentina al BRICS+?

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Algunas reflexiones sobre las condiciones actuales del mundo y las posibilidades de Argentina y la región. Desafíos a mediano y largo plazo pero que están condicionados íntimamente por lo que suceda en el futuro inmediato.

Tal como lo venimos analizando en artículos anteriores, la situación actual del mundo es cada vez más compleja. No sólo por la tozudez de las potencias occidentales (fundamentalmente EEUU), embarcadas en una guerra de desgaste contra Rusia (pero que en el fondo es contra China). El objetivo gringo es evitar, por todos los medios posibles, perder su lugar de hegemonía ante el gigante asiático.

Pese a las advertencias de Moscú y a los buenos oficios para avanzar en una solución política y dialogada al conflicto de China y la Unión Africana, las potencias occidentales insisten con el envío de armamento a los nacionalistas integristas ucranianos (neo nazis banderistas). Entre los últimos acontecimientos, está el hecho que EEUU dio luz verde para que países que tienen aviones caza F16 (de producción norteamericana), puedan enviar este sistema de armas a Kiev; el otro hecho, el llamado que hizo el Secretario General de la OTAN, Jens Stoltenberg, instando a los miembros de la Alianza Atlántica a producir más cantidad de municiones porque “se les están acabando”.

Li Hui, un experimentado diplomático elegido como el delegado chino, expuso hace algunas semanas los 12 puntos publicados por Pekín para avanzar en una solución política y dialogada a la guerra en Ucrania. No sólo Zelenski dijo que no a las propuestas, las potencias occidentales negaron -cual sordo que no quiere oír-, una realidad inobjetable: pese al relato construido por EEUU y reproducido por Europa, ganar esta guerra no es un objetivo que esté sobre la mesa.

Desde un primer momento las pretensiones de EEUU eran impedir una alianza entre rusos y europeos, con cada vez mejor diálogo, sobre todo luego del paso del magnate de peluquín por el Despacho Oval. No casualmente Francia aún sigue teniendo algún que otro viso de autonomía respecto a las directrices del decadente imperio norteamericano.

La jugada le salió tan bien a los gringos que Alemania -por segundo trimestre consecutivo- tuvo crecimiento negativo, lo que técnicamente se llama “recesión”. Esta es consecuencia -principalmente- de comenzar a pagar casi el doble por la energía que consume: obedeció a Washington, miró para otro lado ante la voladura de los Nord Stream, y comenzó a comprarle gas licuado a EEUU al doble del valor que pagaba por el suministro ruso. Como consecuencia de esto y según una encuesta realizada por la Fundación para la Empresa Familia, más del 10% de las pequeñas y medianas compañías industriales alemanas planean llevar su producción fuera del país por el “elevado costo de la energía”. Algo similar a lo anunciado por el gigante químico germano BASF, que estaría pensando en llevar parte de su producción a China.

El grado de sumisión europeo a los EEUU es tal que las consecuencias sociales comienzan a agudizarse, lo cual está demostrando que la decisión de los gobiernos europeos de seguir enfrascados apostando por la guerra fue y es una mala idea. Grandes movilizaciones en Inglaterra, en Francia y en otros países del continente producto de un deterioro cada vez más notorio en sus economías. Incluso el reconocido periodista norteamericano, Seymour Hersh, hizo público que Polonia, secundado por Hungría, Lituania, Estonia, República Checa y Letonia, solicitaron a Zelenski que acepte un alto al fuego e inicie negociaciones de paz.

El pedido polaco y de estos países europeos, no responde únicamente a la inmensa oleada inmigratoria que -nuevamente- se avalancha sobre ellos, sino porque saben de lo que es capaz Rusia en materia militar. Siguieron de cerca el desarrollo de los acontecimientos en Siria. Al respecto, el director y fundador del portal Red Voltaire, Thierry Meyssan, señaló que “el mundo aún no conoce cuáles son los avances tecnológico-militares”. Hasta ahora Putin sólo mostró una de sus cartas: los misiles hipersónicos Kinzhal.

Al desastre europeo hay que sumarle la cada vez más marcada desconfianza sobre la moneda norteamericana. El uso del dólar como arma sancionatoria a los rusos, iraníes, chinos, venezolanos, entre otros países, produjo un efecto búmeran y muchos gobiernos están buscando diversificar sus monedas de intercambio (desdolarizarse) para no quedar atados a posibles sanciones. A ello hay que sumarle el grave problema bancario que tienen los gringos: según un informe de la Corporación Federal de Seguros de Depósito, en el primer trimestre del año los bancos estadounidenses perdieron 472 mil millones de dólares en depósitos. La mayor pérdida desde 1984, momento en que se comenzó a llevar este tipo de registros. Esto sin mencionar que ya quebraron tres bancos y que otros 43 (que tienen activos por más de 58 mil millones de dólares) están en graves problemas.

En este escenario caótico, producto de la disputa entre jugadores globales, nuestra región tiene la oportunidad de reactivar y mejorar la arquitectura institucional y la vinculación política de Nuestra América. El retorno de Lula y la marcada agenda que ha venido manejando, da cuenta de que el rol de conducción lo tiene Brasil. Esto quedó más que claro luego de que -recientemente- 11 de los 12 presidentes del continente se hicieran presentes en la reunión organizada por el presidente obrero que buscaba comenzar a reactivar la UNASUR.

La unidad continental sería un gran paso, no sólo para fortalecernos en las discusiones con las potencias globales y otros bloques regionales, sino para -además- ayudar a mejorar y distribuir las riquezas producidas en nuestros países. Una política que indefectiblemente debe ser duradera y de largo plazo porque no se resolverá de un momento a otro. En este escenario es donde se vuelven una pieza clave las elecciones presidenciales en cada uno de nuestros países. Está claro que no es lo mismo un exponente de la derecha pro occidental o pro norteamericano, que un tibio socialdemócrata pseudo filo europeo, que una compañera o compañero que entienda la complejidad del mundo antes descrita y no se acople automáticamente ni a lo que dicte EEUU, ni a lo que dice Europa, ni a lo que dice China, ni lo que dice nadie sino que piense en como resolver los problemas de les argentines, sobre todo el gran yunque que nos dejó Macri: la deuda con el FMI y los privados.

Ahora, en principio, las preguntas que surgen son: ¿Es posible pensar a la Argentina en los BRICS+ o como le terminen poniendo a la ampliación del bloque? La respuesta es que sí, de hecho la gira de Sergio Tomás por China, además de buscar financiamiento fue para buscar apoyos en esa dirección. ¿Es posible sostener ese rumbo y fortalecer las alianza con ese bloque de países de cualquier forma? La respuesta es no. Y si bien depende de muchos factores, sobre todo depende de que en octubre gane alguien con agallas que se plante al poder real y ayude real y efectivamente a resolver las dificultades que atraviesa nuestro pueblo enfrentándose a todo aquel que pretenda quitarnos derechos y arruinar nuestros sueños de vivir en una patria libre, justa y soberana.

Nicolás Sampedro

Prefiero escuchar antes que hablar. Ser esquemático y metódico en el trabajo me ha dado algún resultado. Intento encontrar y compartir ideas y conceptos que hagan pensar. Me irritan las injusticias, perder el tiempo y fallarle en algo a les demás.

El tío “rico” y el cuento del revés

El tío “rico” y el cuento del revés

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Juegan a “primero yo” / Y después a “también yo” / Y a “las migas para mí” y cierran el juego / Porque ya saben que / El tonto nunca puede oler al diablo, vida mía / Ni si caga en su nariz

Fragmento “El tesoro de los inocentes” – Los fundamentalistas del aire acondicionado

Desde que comenzó la llamada Operación Militar Especial, a finales de febrero de este año, lo que se ha escuchado, leído o visto respecto del conflicto en Ucrania entre la Federación Rusa y los países miembros de la OTAN, ha sido sólo en detrimento del primero y a favor del bloque occidental.

Pese a que se redujo la cantidad de información y la cantidad de horas, minutos y caracteres en la prensa hegemónica, nunca se dejó de contar una sola cara de la moneda. El objetivo: seguir profundizando la deslegitimación de Vladimir Putin en busca del tan mentado “cambio de régimen”, al que nos tiene acostumbrado el imperialismo y sus voceros.

Recientemente el gobierno de los EEUU presentó su nueva Estrategia de Seguridad Nacional, según la cual la Casa Blanca busca proteger la seguridad del pueblo norteamericano, ampliar las oportunidades económicas y realizar y defender los valores democráticos (lo que vienen imponiendo desde hace décadas).

De la lectura del documento queda claro que el imperio norteamericano pretende no perder su hegemonía global. Intenta e intentará por todos los medios resquebrajar los vínculos entre sus competidores directos (Rusia y China), debilitar a Europa e impedir que se vincule con estas potencias asiáticas, recuperar terreno en África y retomar el control de la hegemonía en territorio nuestroamericano.

Cada vez queda más claro que lo de Ucrania no es más que una parte, un engranaje más para continuar siendo el matón del barrio. Por un lado, la guerra está debilitando a Europa, involucrada a financiar al régimen nazi de Kiev con millones de euros y envío armamento. En simultáneo incrementó los niveles de producción de armamento en fábricas norteamericanas que gustosamente las venden a países de la UE, mientras EEUU envía armas viejas de regalo a Ucrania.

¿Alemania caerá?

Según la célebre fórmula de Lord Ismay, quien fuera el primer secretario ‎general de la OTAN, la ‘gran estrategia’ de los anglosajones consiste en ‘Mantener a ‎los americanos dentro, a los rusos fuera y a los alemanes bajo tutela’‎.

Seguramente para muches de quienes no siguen el día a día de la política internacional, estas semanas transcurrieron sin penas ni glorias, pero se dieron hechos de gran envergadura que sin dudas están cambiando el rumbo de la política internacional, sobre todo lo relacionado a las directrices de EEUU para las fuerzas occidentales.

Semanas recientes en diversos medios se daba a conocer la noticia de que se habían saboteado los gasoductos Nord Stream, por donde se transporta el gas ruso hacia Europa, principalmente a Alemania. Horas después de conocerse esos hechos el presidente de ‎Polonia, el primer ministro de Dinamarca y el ministro de Energía de Noruega inauguraban con ‎bombo y platillo el gasoducto “Baltic Pipe”.

El primer ministro polaco, Mateusz ‎Morawiecki, proclamó triunfalmente su odio en plena ceremonia al sentenciar: «Llega a su fin ‎la era de la dominación rusa en el sector del gas; una era que estuvo marcada por el chantaje, las ‎amenazas y la extorsión.»‎

Ustedes se preguntarán qué significan estos hechos: Lisa y llanamente que EEUU encontró en Polonia al nuevo referente continental desplazando a la Alemania potencia ¿Por qué? Simplemente porque los germanos y su industria dependen del gas ruso y con estos sabotajes y las sanciones que la Unión Europea impuso a Rusia, lo cual imposibilita el mantenimiento del gasoducto “Brotherhood” que atraviesa Ucrania, es muy factible que la economía de potencia europea se desmorone abruptamente y pase a ser Polonia su reemplazo.

Olaf Shols se tiró un tiro en los pies al seguir los dictados de Washington y creer que podría reemplazar así nomás su dependencia energética de Rusia. Para colmo de males, no tuvo mejor idea que decir públicamente que al ser Alemania el centro del continente y ser la potencia económica, ese país debía convertirse en el eje de la defensa convencional del continente. Es importante recordar que según la lógica imperial (impresa en el 92 por Paul Wolfowitz en su manifiesto “Defense Policy Guidance”) Estados Unidos vería toda voluntad de emancipación de sus aliados europeos como un cassus ‎belli. Saquen ustedes sus conclusiones.

Así las cosas, con estos sabotajes, EEUU le declaró la guerra no sólo a Rusia, sino a Alemania, Francia y Países Bajos, los 4 países propietarios/accionistas del Nord Strem II. La pregunta que surge es qué harán ahora estos países cuando los vientos favorecen a Polonia y los 11 países socios en la llamada Iniciativa de los Tres Mares o Intermarium.

En esta misma línea se pueden incluir el asesinato de la hija del filósofo ruso Alexander Diguin y el reciente atentado contra el puente que une Rusia a Crimea. Éste último fue una línea roja cruzada por occidente que catapultó la ofensiva rusa[1]. Alemania pierde y se dirige al abismo, la Polonia odiadora serial y antirrusa revive de las cenizas.

Un Armagedón de mentiras

Por otro lado, la propaganda mediática y de redes da pie para que el imperio intente seguir deslegitimando al presidente ruso y su accionar y con ello presionar (por no decir extorsionar) al resto del mundo para que disminuya sus vínculos con el “tirano de Putin”. Incluso alertando al planeta entero con la posibilidad de un “Armagedón nuclear”. Parece que “se olvidó” que su país fue el único en utilizar bombas nucleares en la historia de la humanidad.

Pero pese a la guerra de propaganda instalada y profundizada contra Putin, las cosas no están saliendo del todo bien: la economía rusa se recuperó luego del primer cimbronazo, el conflicto no va nada bien para los ucranianos, el atentado contra el puente de Crimea no logró inhabilitarlo por más de algunas horas, el apoyo a Putin en Rusia sigue creciendo, los vínculos con China aumentan, Rusia sigue incrementando sus vínculos con Asia, África y Nuestra América, el comercio de Europa con Rusia se incrementa y la lista sigue. Mientras tanto la economía gringa está al borde del abismo.

Los grandes perjudicados siguen siendo los europeos: Forzados o no, van camino a un invierno que será muy difícil, y siguen invirtiendo en una guerra prácticamente perdida desde el inicio. Vaya une a saber por qué siguen disparándose en los pies.

En tanto en occidente el claro ganador (por el momento parcial) es EEUU: Europa se debilita; queda nuevamente como el mandamás de la OTAN; le vende sus espejitos de colores con el gas de esquisto; aleja a algunos gobiernos nuestroamericanos presionados no sólo diplomáticamente; alimenta su industria militar y renueva armamento en esta carrera desatada contra Rusia y China; y -lógicamente- endeuda a Ucrania con la esperanza de que una vez terminada la guerra se puedan hacer cuantiosos negocios en su reconstrucción (cosa que también hicieron en Irak).

El problema de estas macabras circunstancias es que miles de personas (no sólo en esa región del mundo) están padeciendo las consecuencias de una guerra que nadie quiso y de la que prácticamente todes salen perdiendo. La voracidad imperial está llevando al mundo a un cada vez más delicado escenario del cual será difícil retornar.

El tío “rico”, nos está contando el cuento del revés… Lamentablemente muches se lo están creyendo.


[1] https://misionverdad.com/globalistan/perspectivas-de-un-punto-de-inflexion-en-el-conflicto-otan-vs-rusia

Nicolás Sampedro
Nicolás Sampedro

Prefiero escuchar antes que hablar. Ser esquemático y metódico en el trabajo me ha dado algún resultado. Intento encontrar y compartir ideas y conceptos que hagan pensar. Me irritan las injusticias, perder el tiempo y fallarle en algo a les demás.

“Somos el 50 por ciento de la población, también somos el 50 por ciento de las guerras”

“Somos el 50 por ciento de la población, también somos el 50 por ciento de las guerras”

TIEMPO DE LECTURA: 8 min.

¿Dónde están las mujeres antes, durante y después de las guerras? La pregunta dispara el análisis de la politóloga española Irene Zugasti, especializada en género y conflictos bélicos, en diálogo con Trinchera.

Las guerras fueron históricamente leídas desde la lupa masculina: ellos, los que empuñan las armas, los heridos, los caídos, los que batallan, los que ponen el cuerpo. ¿Dónde están las mujeres en los conflictos armados? ¿Solo sufren, curan y esperan en silencio? Irene Zugasti Hervás es politóloga y periodista española, se especializa en género y conflictos bélicos, en particular en la región de Ucrania. En diálogo con Trinchera, asegura la importancia de “despatriarcalizar” las guerras desde “una mirada anticolonial, antirracista y antiimperialista”.

Mujeres víctimas y mujeres verdugas. Las que se militarizan, para ejércitos imperialistas o de liberación nacional. La construcción de las mujeres como “amenaza de subversión” por parte de la OTAN y el rol del feminismo ante estos conflictos. “No se me ocurre una guerra híbrida más antigua, más vigente y que más víctimas se ha cobrado como la guerra contra las mujeres”, afirma Zugasti al otro lado de la videoconferencia desde Madrid.

—¿Qué implica hacer una lectura con perspectiva de género, o incluso feminista, de los conflictos bélicos?

—Para empezar, creo que aplicar esa mirada de género es muy sencillo. Cynthia Enloe, una teórica de los feminismos decoloniales lo explicaba muy bien en los ‘90. Decía que es tan fácil como preguntarse: ¿dónde están las mujeres? Porque con este debate me han dicho muchas veces “las feministas ya están hablando de mujeres en algo tan masculinizado como es una guerra, donde la mayoría de las bajas, al menos en el frente de batalla, son masculinas”. Pero yo replico: somos el 50% de la población, también somos el 50% de las guerras.

Si queremos dar un paso más en la perspectiva feminista implica feministizar o despatriarcalizar los conflictos, es decir, usar las herramientas del feminismo crítico, anticolonial, de base, para intentar que conflictos como el de Ucrania o muchos otros que hay en el mundo no generen las consecuencias que tienen en la vida de las personas antes, durante y después de su desarrollo.

—¿Cuál es tu análisis respecto a los distintos roles que ocupan las mujeres en los conflictos bélicos?

Carol Cohn, otra investigadora, habla de dos formas en las que son vistas las mujeres: víctimas o verdugas, dependiendo mucho del contexto. Por un lado, la victimización de mujeres en las guerras es muy tramposa. Las mujeres sufrimos violencias específicas de género en las guerras, como son la trata con fines de explotación sexual, el tráfico de mujeres y niñas, la violencia sexual como arma de guerra, la violencia económica, la multiplicación de la violencia de género en el seno de los hogares, entre otras. Sin embargo, muchas veces esa victimización se hace sin nosotras: somos víctimas en tanto servimos para atacar al enemigo: “es que este ejército viola mujeres…, es que este país trafica mujeres…”. Pero no se les pregunta a ellas cuáles son esas violencias, quiénes están en el terreno trabajando. De poco sirve reivindicar que esas violencias existen, si no tenemos capacidad para que las mujeres tomen agencia y puedan combatirlas.

Sobre el rol de verdugas, hay que entender que si bien las relaciones internacionales, la guerra y la diplomacia son terrenos muy masculinizados, no quiere decir que no haya mujeres con posiciones importantes a la hora de definir los conflictos en los que mueren millones de personas. Un conflicto como el de Ucrania no se entendería sin personajes como Madeleine Albright -ex secretaria de Estado de Estados Unidos-, Victoria Nuland -ex vocera del Departamento de Estado y actual subsecretaria de Estado para Asuntos Políticos de EEUU- o Hillary Clinton. Además, las cinco CEOs de las principales empresas armamentísticas de Estados Unidos son mujeres.

Pero hay otros roles por fuera de estos dos: las activistas pacifistas, las que se movilizan contra el conflicto armado, o incluso a favor del mismo, las figuras políticas; todas ellas también están allí.

Hace poco más de un mes, Boris Johnson aseguró que si Putin fuera mujer, la guerra no habría sucedido, y que esto era ejemplo de su “masculinidad tóxica”. Putin le recordó la guerra por las Islas Malvinas, impulsada por Margaret Thatcher a la cabeza de Gran Bretaña. ¿Qué supone leer como triunfo la ocupación de esos roles de poder, así como la feminización de los ejércitos, en el marco de guerras imperialistas?

—Madrid tuvo el dudoso honor de acoger la cumbre de la OTAN. Estaban todos los caballeros reunidos y a las primeras damas se las llevó a comprar, a cenar, a ver un pueblito, un museo, lo que mostró la limitación que tiene la OTAN para legitimarse incluso desde este punto de vista. También hubo una mesa sobre Mujer y Conflicto, en la que se propuso la idea esencialista de que “la incorporación de mujeres a los ejércitos va a ser una garantía de paz”, que “las mujeres somos pacíficas por naturaleza”. Falsedades que están demostradas porque hay países con un alto nivel de feminización de sus ejércitos, como Hungría, y eso no asegura que tenga más valores democráticos, ni igualdad de oportunidades. Más mujeres no significa ni más feminismo, ni más democracia, ni mucho menos más paz. 

En todo esto hay una buena noticia: pese a que la OTAN lanzó hace relativamente poco una línea de Mujer, Paz y Seguridad para lavar su imagen masculinizada y patriarcal, los últimos informes indican que las mujeres en general, que son en torno al 12 y 15% de los ejércitos de los países miembro de este organismo, no están queriendo enrolarse a ejércitos imperialistas. Esto no significa un enfoque esencialista, no creo que seamos pacíficas por naturaleza. De hecho, hay ejemplos de mujeres que han tomado las armas por causas políticas diferentes y han demostrado que pueden ser estupendas estrategas militares, como las kurdas, las palestinas, las zapatistas, las mujeres en la guerra civil española. 

—¿Qué mirada existe sobre aquellas que se militarizan en ejércitos de liberación nacional o de milicias populares?

—Cuando la propaganda es a favor de la guerra y las mujeres se militarizan para ejércitos imperialistas, entonces aparece la imagen de la mujer como amazona, fetichizada, idealizada; unas soldados bellísimas. En cambio, cuando las mujeres toman las armas por iniciativa propia en ejércitos o levantamientos populares y tienen autonomía decisoria, empieza a incomodar, la propaganda es contraria, y se las brutaliza, masculiniza, afea; se las deshumaniza.

En esta última cumbre, la OTAN contempló a las mujeres como “amenazas híbridas” entre sus líneas estratégicas. Esto es muy peligroso: las mujeres que reclamen por sus derechos de liberación nacional, de género, indígenas, etc., a través de la lucha armada pueden estar dentro de las estrategias de seguridad nacional e internacional. Nos obliga a estar atentas en este contexto en que estamos viendo cómo, por ejemplo, en gran parte de América Latina, el movimiento feminista es un motor de transformación social y política interesante, y cuán fácil puede ser convertir esto en una “amenaza de subversión”. 

Última Cumbre de la OTAN en Madrid, España.

Vuelve a aparecer el doble estándar respecto a las guerras que supuestamente se hicieron en nombre de los derechos humanos, para liberar a las mujeres.

Un ejemplo muy claro de esto es Estados Unidos en Afganistán: después de los atentados del 11 de septiembre, hubo una campaña terrible por los derechos humanos de las mujeres bajo el régimen talibán, pero se les olvidó decir que ellos mismos habían provocado esta situación. Y ahora han abandonado Afganistán, en la peor situación posible y ya no les importan las condiciones en las que viven las mujeres, y han olvidado a aquellas que están en el terreno.

Lo mismo sucede con Ucrania: de repente se rasgan las vestiduras porque hay trata de mujeres, vientres de alquiler, pero esos problemas no crecen en una noche. Si hay trata y tráfico de mujeres, si hay violencia sexual, es porque durante décadas las mujeres han sido vulnerables y carne de cañón en la crisis económica.  

En este mismo sentido aparecen las ayudas humanitarias y las violencias de género en supuestas épocas de paz.

—En los últimos años hemos visto el “Me Too” de la Cooperación Internacional. Sin embargo, se señala la violencia sexual siempre en el enemigo y no se asume que pueden ser los propios los que la ejercen. Por ejemplo, OXFAM o el ejército francés en República Centroafricana tuvieron denuncias de violencia sexual en ayudas humanitarias. Esto hasta hace muy poco estuvo silenciado, y aún así, los testimonios no son cuestionados solo cuando el enemigo es el agresor. Tu testimonio va a valer lo que valga el bando en el que estás situada. 

¿Cuál crees que debe ser el posicionamiento del feminismo ante estos conflictos?

—Una visión feminista para estos conflictos debería tener una mirada anticolonial, antirracista y antiimperialista. Entender que estas guerras son parte de las dinámicas del capitalismo, y que debemos tener un papel muy activo porque, al igual que lo personal es político, lo internacional es político, y lo internacional es personal. En este sentido, el activismo pacifista me parece muy interesante: en él podemos ubicar a las Madres y Abuelas de Plaza Mayo, las Madres rusas contra la guerra, y otras corrientes políticas. Es curioso que suelen ser mujeres quienes lo encabezan.

Además, las feministas hemos demostrado que somos el movimiento político transformador más importante al día de hoy. Nuestros cuerpos sufren estos conflictos en todas las dimensiones, incluso en aquellos en los que creemos justos. No se me ocurre una guerra híbrida más antigua, más vigente y que más víctimas se ha cobrado como la guerra contra las mujeres. Por eso, si conquistamos espacios como los ejércitos o las relaciones internacionales o la diplomacia, que sea para ejercer una mirada feminista y pacifista, y no para seguir engordando la industria militarista o el capitalismo destructivo que está prendiendo en llamas al mundo.

Delfina Venece
Delfina Venece

Nací en el interior de Buenos Aires: los porteños nos confunden con Parque Chacabuco. De crianza gorila, devenida en pseudo-troska por contraste, hoy peronista por convicción. Mi canción favorita a los 10 años era Los Salieris de Charly, de León Gieco.

El tiempo no para

El tiempo no para

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EEUU sigue intentando evitar su derrumbe. Sin embargo, el tiempo juega en su contra. Si no resuelve pronto sus posiciones globales, todo indicaría la caída será inevitable. El problema es la bestialidad a la que puede estar dispuesto para conseguirlo.

La crisis norteamericana como hegemón global no es sencilla de explica ni comenzó recientemente. Es un proceso de largo aliento que comienza a darse justo en el momento en que la globalización se expande por todo el planeta.

En el medio, y pese que durante un breve período de tiempo lo tuvo como superpotencia, Rusia comenzó a levantar cabeza, China continuó su lento pero constante crecimiento, Nuestra América vivió una década de gobierno populares que aumentaron sus niveles de unidad y soberanía, y un sinfín de elementos que se podrían agregar.

Así las cosas, la política de EEUU hacia sus competidores directos se ha recrudecido en las últimas décadas. Sea la administración que sea, para el país del norte es un problema que tanto Rusia como China sigan adquiriendo mayores niveles de influencia a nivel mundial. Eso mismo (en parte) fue lo que motivó a Trump a declararle una guerra comercial a China, y que llevó a Biden a fogonear y fomentar el conflicto en Ucrania.

El problema para los gringos es que ni a Trump ni a Biden le estarían saliendo bien los cálculos. China salió fortalecida (incluso de la pandemia) y todo indicaría que Rusia sigue avanzando en posiciones estratégicas en el conflicto ucraniano. Pese a las sanciones unilaterales, la guerra diplomática, el financiamiento de estructuras paramilitares o irregulares, los rusos siguen avanzando gracias a una estrategia inteligente de Putin. Esto obviamente no implica que la cosa esté terminada, pero es significativo que el mismísimo Henry Kissinger haya advertido a Occidente de las consecuencias para la seguridad europea de continuar con la Guerra.

Ante la imposibilidad de frenar a Rusia, el imperio parece estar evaluando seriamente la posibilidad de abrir otro frente de conflicto, pero ahora con China. Las recientes declaraciones de Biden sobre Taiwan no hicieron más que encender las alarmas en Beijing, quien rápidamente salió al cruce. La pregunta que se desprende sería ¿Realmente EEUU está en condiciones de enfrentar dos frentes en simultáneo?

Tampoco es posible descartar el análisis y las afirmaciones del director del portal Red Voltaire, Thierry Meyssan, quien afirma que Occidente está preparando otra guerra luego del conflicto en Ucrania, esta vez en el Sahel (África), con la sustancial diferencia que en este caso “no será ‘problemática’ porque no afectará a las grandes potencias y las ‎víctimas serán ‘sólo’ africanos”.

Nuestra América

Por otro lado, EEUU organizó la IX Cumbre de las Américas entre los días 6 y 10 de junio. Una cumbre que parece haber traído más dolores de cabeza que otra cosa a la administración norteamericana. Fueron varies les mandataries que se negaron a asistir de concretarse la exclusión de Cuba, Nicaragua y Venezuela. Fue el presidente argentino, Alberto Fernández quien llevó la voz de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) en clara señal de protesta ante el atropello cometido por el país anfitrión.

En su discurso hubieron varias críticas: por haber marginado a varios países; por la utilización de la OEA como instrumento para realizar el Golpe de Estado en Bolivia (pedido de renuncia de Almagro mediante); por haberse quedado con la conducción del BID; por los bloqueos a Cuba y Venezuela; por la ausencia de Malvinas en el logo de la cumbre; por el préstamo del FMI (con la clara intervención de Trump) a la Argentina gobernada por el macrismo; y por el papel del norte en el cambio climático.

A este hecho hay que sumarle -necesariamente- el incremento de la influencia china sobre Nuestra América. Ya de por sí es el principal socio comercial de casi todos los países del continente. No sólo en la compra de materias primas, sino también en la venta de tecnología y otros productos en los que el gigante asiático es punta de lanza. Como si fuese poco, es cada vez más importante su cooperación en materia de seguridad, cosa que evidentemente le traerá más de un dolor de cabeza al gigante del norte.

En lo interno

En este contexto, la popularidad de Biden no para de caer y actualmente menos del 45% de les norteamericanes aprueban su gestión. Si a esto le sumamos que los republicanos tienen grandes posibilidades de arrebatarles ambas cámaras en las elecciones de medio término de diciembre de este año, el panorama no es nada alentador para el demócrata.

Parece ser que las mismas políticas que lanzara la administración norteamericana en las últimas décadas, sumadas a su histórica actitud patoteril con aires de superioridad (racistas) asociada a la Doctrina Monroe y la del Destino Manifiesto, le están resultando un tiro en el pie.

Así las cosas, EEUU está corriendo una carrera a contrarreloj para evitar seguir perdiendo terreno, y a la luz de las pruebas parece que la guerra (militar, diplomática, económica, discursiva y financiera) es su única herramienta.

El imperio del norte sólo propone sufrimiento, muerte y destrucción. Siempre lo ha hecho y todo parece indicar que seguirá haciéndolo. Mientras tanto los pueblos del mundo seguimos padeciendo su brutalidad, su falta de humanidad y su sed de sangre.

Pero como dice la canción “El tiempo no para”…

Nicolás Sampedro
Nicolás Sampedro
Señores de la guerra

Señores de la guerra

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Si algune aún cree que la Guerra en Ucrania comenzó cuando Vladimir Putin anunció la Operación Especial para “desnazificar” ese país, está mirando otra película: la que occidente pretende imponer como verdadera.

Desde que estalló el conflicto en Ucrania lo único que se ve en la prensa occidental son las atrocidades supuestamente cometidas por el ejército del zar Vladimir Putin. Que masacre por acá, que bombardeo por allá, que tantas personas se tuvieron que ir del país y un sinfín de operaciones mediáticas y diplomáticas, pero de amplificación en las pantallas.

El dicho sostiene que en una guerra lo primero desaparece es la verdad. Y es tan así que duele. Lo único que vemos en los medios es propaganda, tanto de un lado como del otro. Lo cual nos lleva a tener que hacer un doble trabajo, porque para estar informades no hay que sólo leer una y otra campana, sino contrastar con la mayor cantidad de fuentes (que no es lo mismo que medios) para recién después poder dilucidar qué puede ser cierto y qué no y recién ahí empezar a comprender los hechos.

Pero si algune aún cree que la Guerra en Ucrania comenzó cuando Vladimir Putin anunció la Operación Especial para “desnazificar” ese país, está mirando otra película: la que occidente pretende imponer como verdadera.

Podrían ponerse múltiples momentos de la historia para anclar el inicio del conflicto, y todos serían arbitrarios. Pero como no se puede hacer de otra manera, arriesguemos uno: el triunfo de la Revolución Rusa de 1917.

Occidente (primero Gran Bretaña y luego EEUU, aunque también la Alemania Nazi) sabían -y saben- que un país tan grande en extensión como Rusia, es un mal negocio para sus intereses. Es por ello que desde aquel entonces han venido intentando erosionar las posibilidades de consolidación de un gobierno estable. Sobre todo, porque es uno de los pocos países que es tanto europeo como asiático.

Y durante un tiempo lo lograron. Caída la Unión Soviética el dominio occidental (con la anglósfera en primera línea) se expandió por todo el planeta. China aún no representaba un problema y la URSS dejaba de existir. El bloque soviético paulatinamente se fue fragmentando y occidente avanzó cada vez con mayor fuerza hacia el este. Fiel reflejo de ello fue la sistemática violación de parte de EEUU y sus aliados respecto de la expansión de la OTAN. Desde fin de la URSS en 1991 hasta el 97 el avispero no se movió demasiado, pero desde ese año hasta la actualidad 14 países se han incorporado al bloque militar y otros 3 pretenden hacerlo.

Estonia, Letonia, Lituania, Polonia, República Checa, Eslovaquia, Hungría, Rumania, Eslovenia, Croacia, Montengro, Albania, Macedonia del Norte y Bulgaria no eran miembros de la OTAN hasta el 97 y antes del 91 muchos de ellos eran parte del Pacto de Varsovia (o del bloque soviético). Hoy deberíamos sumar a esa lista a la propia Ucrania, a Finlandia y a Suecia. Prácticamente todos los países limítrofes a Rusia, más allá del grado de animosidad que tengan con el Kremlin.

Como la expansión de la OTAN podrían citarse decenas de ejemplos de cómo Occidente, encabezada por los EEUU, fue paulatinamente avanzando hacia las fronteras rusas en una guerra que como se puede observar, lleva mucho tiempo; quizás no con bajo las mismas formas, pero de larga data al fin y al cabo: Golpes de estado, revoluciones de colores, invasiones, aparición de los yihadismos y un largo etcétera. No es casual que Rusia se haya plantado en Siria. Si bien aún estaban lejos de sus fronteras, Moscú sabía que tarde o temprano era inevitable la confrontación (aunque no directamente) con occidente. Sobre todo, si tanto las proyecciones de Putin eran las de devolver a Rusia el lugar de potencia euroasiática.

Luego de los “atentados” de septiembre de 2001 y el lanzamiento de la llamada “Guerra contra el terrorismo”, las políticas de hostilidad norteamericanas fueron in crescendo. En la lista de occidente estuvieron Hussein en Irak, los afganos, Gaddafi en Libia, y Bashar Al-Assad era quien seguiría, para avanzar contra la República Islámica de Irán. Países amigos de Rusia y/o con mayor o menor grado de autonomía respecto de occidente.

Lo que se conoció como el “Techo Sirio” fue eso, una Rusia plantada, ayudando a su colega sirio quien le solicitó ayuda. Hecho donde también participaron los demás actores del mal llamado “Eje del mal” (Hezbollah del Líbano, Irán, el ejército sirio y Rusia).

Lo que a finales de 2013 se conoció como el “Euromaidán”, si bien fue un conflicto entre distintos sectores de la oligarquía ucraniana, no dejó de contar con la participación de occidente, su financiamiento y su utilización política. El derrocamiento del presidente Víktor Yanukóvich no fue casual ni únicamente por el malestar interno de su población, desde mucho antes ya existían expresiones neonazis que venían operando en complicidad de la CIA y otras entidades occidentales.

El llamado Batallón Azov, no era (no es) otra cosa que una de las estructuras paramilitares de la derecha ucraniana que reivindica a Stepán Bandera. Éste fue un austrohúngaro que organizó a la derecha antirusa ucraniana y que se alió con Hitler para que los ejércitos nazis atravesaran ese país para llegar más rápido a Moscú. Análisis e información al respecto hay mucha y muy variada, pero sin dudas una de las lecturas más agudas de la actualidad es la del director del portal Red Voltaire, Thierry Meyssan.

Así las cosas, el interinato de Turchinov y la llegada al gobierno de Poroshenko y luego de Zelenski no fueron otra cosa que la consolidación en el poder de un proyecto político pro-occidentales con un carácter abiertamente antiruso, que no tuvo ningún prurito para masacrar a sus compatriotas del Donbás durante más de ocho años. Y no estamos hablando sólo de las milicias populares de Lugansk y Donetsk, sino también de población civil. Regiones de Ucrania que no estaban de acuerdo con las directivas de Kiev, que realizaron plebiscitos y decidieron separarse de Ucrania para pasar a ser repúblicas independientes.

Ante la constante agresión del régimen de Kiev que encabezaron Poroshenko y Zelenski, las autoridades de las nuevas repúblicas pidieron ayuda a la Rusia de Putin. El Zar Vladi (como lo llama el analista mexicano, Alfredo Jalife) tenía bien claro que el país vecino podía significar un problema mayor de no frenar la avanzada nazi-antirusa.

Muches analistas sostienen que Putin y la inteligencia rusa sólo iniciaron la acción militar hasta estar 100% seguros de que era inevitable. Según señalan Zelenski en conjunto con fuerzas occidentales pretendían comenzar una ofensiva sobre territorio ruso. Y no es de extrañar si se tiene en cuenta no sólo la historia de hostigamiento contra Moscú, sino las múltiples violaciones al espacio aéreo realizado por la OTAN desde territorio finlandés, los ejercicios militares de EEUU y la OTAN en Polonia, en la misma Ucrania, en Letonia y otros países cercanos a las fronteras rusas.

Todo este relato busca complejizar la mirada sobre lo que ocurre en territorio ucraniano. No se trata meramente de un “loquito” que decidió lanzarse a una guerra, no se trata de un actor que llegó a presidente bajo la construcción mediática de sectores de la oligarquía ucraniana antirusa. Se trata de EEUU y sus socios occidentales haciendo negocios.

Y no es sólo el negocio de la guerra y la producción de armamento para que se autodestruyan entre si los ucranianos, sino la maquinaria la reconstrucción posterior del país, la deuda monumental que van a dejar por la “ayuda” en armamento y logística que proporciona occidente. También es una política para debilitar a la Unión Europea y generarles una guerra –nuevamente- en su territorio, es alejar a Rusia de la Unión Europea en términos comerciales, es construir un enemigo común (como lo hicieron con los musulmanes en su momento), etc.

Pero por añadidura buscan debilitar a China, aliado estratégico de Rusia y quien hoy le disputa la hegemonía económica y productiva a EEUU y las multinacionales occidentales.

EEUU y occidente parecen decididos a replicar la misma lógica de la carrera armamentística que utilizaron durante la guerra fría: que el conflicto se estire en el tiempo y forzar a Rusia a destinar incalculables recursos hasta que caiga por peso propio. El problema es que Moscú aprendió sus lecciones de aquella época y todo parece indicar que no cometerá los mismos errores que la llevaron a la caída de la URSS.

El avance estratégico en diferentes regiones del sur de Ucrania parece inevitable y la reciente rendición de un importante grupo de más de 2 mil militares del Batallo Azov en Azovstal, sin dudas es un duro revés para los intereses occidentales, y a medida que pasan los días, Rusia parece estar más cerca de concretar sus objetivos.

Mientras tanto los señores de la guerra siguen haciendo de las suyas.

Nicolás Sampedro
Nicolás Sampedro

Prefiero escuchar antes que hablar. Ser esquemático y metódico en el trabajo me ha dado algún resultado. Intento encontrar y compartir ideas y conceptos que hagan pensar. Me irritan las injusticias, perder el tiempo y fallarle en algo a les demás.

De vencedores y vencidos

De vencedores y vencidos

TIEMPO DE LECTURA: 7 min.

Algunas apreciaciones respecto de lo que acontece en el mundo de hoy. ¿Alguien gana? ¿Quiénes perdemos? ¿Es inevitable revertir la situación? ¿Hay certidumbres? Algunas de estas preguntas son las que intentaremos despejar.

En reiterados artículos editoriales como este hemos retomado las palabras del presidente de la Federación Rusa, Vladimir Putin. Palabras más, palabras menos, el mandatario insistía allá por 2012 con que vivíamos en un mundo donde la única regla que existe es que no hay reglas. Cuán cierta se vuelve hoy la frase.

Como todo en política aquí no se trata de separar entre buenos y malos. Parafraseando a la famosa película de George Lucas no existen unas fuerzas oscuras y otras iluminadas o puras. La política como el arte de poder transformar las cosas responde a intereses. Intereses de un lado y del otro. Intereses que no son en forma de binomio, sino de múltiples niveles.

Está claro que no todos los intereses (o interesados) tienen el mismo peso, las mismas posibilidades de materializarse o incluso las mismas consecuencias. Pero no dejan de ser intereses. Obviamente, bajo el sistema capitalista, quienes son propietarios de los medios de producción (parafraseando a Marx) tienen mejores posibilidades. Hoy ya no son las fuerzas de producción, sino un entramado muy complejo de desenredar que asocia medios de comunicación (producción de sentido); influencia en los poderes judiciales a todo tipo de escala; grandes inversiones financieras en bolsas de todo el mundo, que han robado tanto dinero que pueden darse el lujo de convertirse en prestamistas privados; y un largo etcétera de elementos que se podrían agregar.

Desde la finalización de la Segunda Guerra Mundial (que no fue mundial sino básicamente europea o euroasiática en su defecto), EEUU surgió como el gran ganador: se convirtió en el prestamista estrella para la reconstrucción, se encargó de que Hollywood construyera ese relato ficcional que tergiversaba la historia real, consiguió una cada vez mayor influencia mediática (hay que recordar que más de un 90% de la producción de noticias pasa por manos norteamericanas o de países fuertemente influenciados por ellos), y las empresas gringas cada vez adquirieron mayor fuerza e influencia global (entre ellas el complejo industrial-militar-farmacéutico), entre otras.

Todo ello (y otras travesuras que han hecho, como invasiones, asesinatos selectivos, y un montón de etcéteras más) reforzó la creencia de muchos gobiernos norteamericanos de que eran los salvadores del mundo por gracia divina; que eran los guardianes de principios y valores impuestos por la divinidad. Todo aquel que osara contradecirlo era aplastado.

Claro, esto se vio potenciado con la caída del Muro de Berlín y de la URSS, y, por consiguiente, con la globalización de la dominación occidental encabezada por gringolandia. Una dominación que poco a poco se fue anquilosando y que generó que desde un perfil bajo otros países comenzaran a repuntar a grado tal de ponerla en cuestión.

Este “hacer lo que quisieron” estuvo vigente básicamente hasta los acontecimientos sucedidos en Siria. Eso que el Doctor en Economía -y amigo de la casa- Jorge Beinstein llamaba el “Techo sirio”, momento en el cual las fuerzas populares de ese país los derrotaron militarmente, junto con su presidente Bahar Al Assad y sus socios/amigos: el Hezbollah, la República Islámica de Irán y fundamentalmente la Federación Rusa comandada por Putin.

Desde entonces el retroceso norteamericano no ha dejado de crecer. En Nuestra América vivimos una década de gobierno populares, Europa se fue despegando paulatinamente (sobre todo durante la administración Trump), África dejó de ir arrastrado de las narices detrás de occidente y comenzó a crear vínculos más sólidos con China, y éste último se convirtió en la fábrica del mundo, ergo en la principal potencia económica a nivel mundial.

De esta forma, EEUU se quedaba rezagada: en lo militar Rusia le lleva décadas en materia de tecnología y en lo económico China lo superó -en gran medida gracias a la globalización impuesta por occidente- como primera potencia global; ambos casos también relacionados a los avances tecnológicos.

En lo que sí siguieron siendo potencia fue en lo financiero especulativo, en el dominio de los organismos creados luego de los acuerdos de Bretton Woods (FMI, BM, ONU, OTAN) y en su influencia mediática y comunicacional, ya no sólo con los medios tradicionales, sino con las famosas redes sociales, donde una gran parte de la población mundial consume productos: el famoso GAFAM (Google, Ámazon, Facebook, Appel y Microsoft). Pese a ello, China le disputa esa hegemonía no sólo en lo relacionado a las empresas tecnológicas, sino en el área diplomática e incluso en el peso específico dentro de instituciones como el FMI o en la construcción paralela de otras.

EEUU no se podía permitir seguir perdiendo influencia y cual bestia herida utilizó todas sus herramientas para intentar frenar el avance de estas dos nuevas potencias. Sanciones, guerra económica y financiera, guerra de propaganda, guerra diplomática, y -lamentablemente- también guerras en el plano militar. Eso fueron los terroristas y mercenarios en Siria, Libia, Venezuela, Irán u otros países enemistados con EEUU, y eso también es la guerra impuesta hoy en Ucrania.

Se preguntarán ¿por qué Ucrania? Simplemente porque es una región vital en la lógica de funcionamiento de la vida de Rusia. Es como si Hitler estuviera a las puertas de Moscú sin estar en el contexto de la SGM. Simple y sencillamente porque a EEUU y occidente (léase Europa) no les gusta la competencia. Quieren ser ellos los mandamases del barrio y para ello tienen que balcanizar a Rusia a como dé lugar.

Y en este punto se ve con claridad por qué muches insistimos en que la producción de sentidos, de relatos y la batalla cultural hoy por hoy tienen un peso sin precedentes en la historia de la humanidad. Las grandes agencias (empresas) de comunicación construyen desde hace décadas un relato anti-ruso, hoy potenciado por el conflicto; empresas como Facebook o YouTuBe censuran a medios rusos como RT o Sputnik que cuentan la otra cara de la moneda; a periodistas que contradicen el relato occidental Twitter intempestivamente les sindica como “medio afiliado al gobierno de Rusia”; y muchos medios construyen “noticias” con información falsa o tergiversada (Fake News).

Y el accionar comunicacional occidental da cuentas de que -como decía Putin- en este mundo capitalista de hoy no importan las reglas. Y es sólo un ejemplo de cómo funciona la cosa, porque esto mismo se podría aplicar a lo económico, a lo diplomático, a lo comercial o a lo jurídico.

Desde la llegada de Putin al gobierno ruso, tiempo después de la caída de la Unión Soviética, el mandatario viene advirtiendo sobre las posibles consecuencias de la expansión hacia el este de la OTAN (instrumento militar europeo pero que comanda EEUU). Casi ningún medio occidental se preocupó por el tema, al contrario, lo ocultaron/ningunearon. Casi ningún medio occidental se rajó las vestiduras por el padecimiento de los pueblos del Dombass, bombardeados desde hace 8 años por las administraciones neonazis de Kiev. Pocos medios occidentales ponían en cuestión las sanciones unilaterales de EEUU (acompañadas fundamentalmente por Europa contra otras naciones bajo pretexto de defender los Derechos Humanos).

Como lo señalamos en reiteradas oportunidades en este espacio editorial, vivimos un tiempo donde el imperialismo norteamericano declaró la guerra a perpetuidad a los pueblos que buscan ser libres, soberanos y que se oponen a directa o indirectamente a sus directrices. ¿O qué creen que vino a hacer Macri? El endeudamiento con el FMI, la pérdida de empleo, de poder adquisitivo, no fueron otra cosa que condicionar a nuestro pueblo para que no podamos seguir en una senda de construcción de soberanía, esa que desde inicios de siglo emprendieron los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner.

¿Hay certidumbres de lo que pueda pasar? No, claramente vivimos momentos de muchísima incertidumbre y cualquier error de cálculos puede tener un costo altísimo para la humanidad en su conjunto.

¿Es inevitable revertir la situación? La respuesta es sí. Mucho de lo que acontezca dependerá de las luchas que emprendamos como pueblos y de que no nos conformemos con lo posible, sino que apuntemos a buscar lo que esté más allá.

Por el momento los grandes ganadores siguen siendo los de siempre. Aquellos que ganan poder y dinero a costa del sufrimiento del resto de la humanidad. Los que perdemos en este mundo, bajo las reglas del capitalismo, seguimos siendo los pueblos. Revertirlo dependerá de las luchas que podamos gestar; de que logremos generar marcos de unidad fuertes y solidarios; en definitiva, de que logremos convencer a las grandes mayorías que este no es el sistema en el que queremos vivir y que otro mundo es posible.

El imperialismo, el capitalismo (y sus injusticias y opresiones), no caerán solos, hay que empujarlos para que caigan. En esa batalla nos encontraremos.

Nicolás Sampedro
Nicolás Sampedro

Prefiero escuchar antes que hablar. Ser esquemático y metódico en el trabajo me ha dado algún resultado. Intento encontrar y compartir ideas y conceptos que hagan pensar. Me irritan las injusticias, perder el tiempo y fallarle en algo a les demás.

Calvo: “Ucrania en este juego es un peón descartable”

Calvo: “Ucrania en este juego es un peón descartable”

TIEMPO DE LECTURA: < 1 min.

En diálogo con el programa Doblan las Campanas el periodista y analista internacional, Guadi Calvo, analizó la situación que se vive entre Ucrania y Rusia y remarcó que “el gran conflicto se establece entre Rusia y la OTAN”. Además mencionó el rol de la OTAN y Estados Unidos en este desacuerdo.

El analista destacó que “esta era una noticia anunciada“. El problema general es entre Rusia y la OTAN “que es una secretaria europea de los Estados Unidos” y Ucrania “en este juego es un peón descartable“.

Con respecto a la decisión de Putin y su ofensiva mencionó que es “la peor que podía haber tomado pero es la única que la OTAN o Washington le ha dejado” ya que Rusia no podía retroceder más en su arco defensivo. Se vio obligada a tomar esta medida a pesar de la gran cantidad de reuniones que hubo previas a lo acordado en 2014 donde se garantizaba que Ucrania no sería parte de la OTAN.

En cuanto a la sanciones Calvo destacó que en el mediano plazo “van a afectar al mercado norteamericano” y que se están jugando procesos muy fuertes.

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Consecuencias de una operación militar rusa en Ucrania

Consecuencias de una operación militar rusa en Ucrania

TIEMPO DE LECTURA: 5 min.

La operación militar de Rusia en Ucrania ha creado una histeria occidental global increíble. La demonización de todo Occidente (de derechas a falsas izquierdas) sobre Rusia muestra el poder del pensamiento único capitalista heredado luego del fin de la Guerra Fría. Pero, ¿qué consecuencias genera esta operación militar rusa en tierras ucranianas? ¿Revitaliza a Occidente o a Rusia-China?

Según el escritor y analista libanés Gilbert Achcar, la operación militar rusa en Ucrania parece que puede revitalizar al poder de Estados Unidos en el mundo (1). Compara el accionar militar fronterizo ruso con las aventuras militares del régimen de Saddam Hussein en Irán (1980-1989) y Kuwait (1990-1991).

Si bien Hussein alegaba reclamaciones geográficas históricas en el este de Irán (en el Juzestán arabeparalante) y en Kuwait (a la cual consideraba parte de la Mesopotamia irakí histórica en torno al río Shatt el Arab, que desemboca en el Golfo Pérsico), el Irak de entonces solo era una potencia regional del Medio Oriente que fue alimentada… por Occidente desde 1979 para tratar de destruir a la Revolución Islámica del ayatollah Jomeini. No se puede comparar al Irak de Hussein con la actual Rusia de la era Vladímir Putin.

Cierto es que Estados Unidos en la Guerra del Golfo de 1990-1991 sumó “prestigio” en el medio de la borrachera liberal posguerra fría, y ante una Unión Soviética en total retirada y desintegrada. Si bien Washington une fuerzas con la Unión Europea, las Naciones Unidas y los gobiernos lacayos de siempre y los gobiernos tibios de siempre en el concierto internacional actual, Rusia hoy no es la de 1992.

Hoy Rusia cuenta con un partido gobernante nacionalista que añora defenderse contra todo ataque a sus fronteras en Europa del este y Asia central. También vigila de cerca sus fronteras siberianas y las del Estrecho de Bering. Además, su alianza estratégica con la República Popular China es de suma importancia.

Rusia en su proceso militar en Ucrania solo busca que su país vecino no insista en aliarse a la Unión Europea y la OTAN. La parte rusa comunicó inmediatamente sus condiciones en sus acciones en tierras ucranianas:‎

1) Arresto de todos los nazis (como el consejero militar especial Dimitro Yarosh y los ‎responsables y miembros del batallón Azov, entre otros);‎
2) Eliminación de todos los nombres de calles y monumentos que glorifican a los personajes que ‎colaboraron con los nazis durante la Segunda Guerra Mundial;‎
3) Orden de deponer las armas;
4) Ucrania debe ser país neutral en Europa del Este entre la Unión Europea-OTAN y Rusia;‎
5) Respeto de las autonomías de Lugansk y Donetsk, y llevar a juicio a los criminales de guerra que masacraron habitantes rusoparlantes desde 2014.

El poderío militar ruso no es el de Irak de Hussein, ni tampoco el de Occidente, claro está. Rusia debe soportar las sanciones económicas de todo Occidente y eso puede afectar su operación militar en Ucrania. No es solo tomar Kiev. Tiene razón Achcar cuando escribe: “Rusia está actuando militarmente muy por encima de su capacidad económica, con un PIB inferior al de Canadá, e incluso inferior al de Corea del Sur, equivalente a poco más del siete por ciento del PIB de Estados Unidos.”

Pero Putin tiene la carta china. Frente a las duras sanciones antirrusas, China ya está completamente abierta a las entregas de trigo ruso, puesto que se han levantado todas las restricciones a su importación. Según un informe emitido por el diario South China Morning Post (SCMP), citado por la Administración General de Aduanas (GAC, por sus siglas inglés) de China, el gigante asiático ha decidido levantar dichas restricciones para “brindar un salvavidas” a la economía rusa.

China denunció enérgicamente sanciones unilaterales de los países occidentales contra Rusia, debido a que no se basan en derecho internacional.

Vale aclarar que las sanciones contra Rusia no son del todo “firmes”. Occidente no logró hasta ahora ponerse de acuerdo sobre sanciones extremas contra Rusia, negándose a excluirlo del sistema bancario Swift, debido principalmente a los temores de varios países europeos por su abastecimiento energético. Los líderes europeos, reunidos en la cumbre de Bruselas el jueves 24 de febrero pasado, no decidieron ninguna medida de bloqueo de los bancos rusos de esta interfaz de pagos internacionales, mecanismo esencial de las finanzas mundiales, en represalia por la invasión de Ucrania. Varios países, entre ellos Alemania, Austria y Hungría, expresaron reservas, temiendo el impacto de una decisión de ese tipo sobre los suministros de gas ruso.

Swift, acrónimo de Society for Worldwide Interbank Financial Telecommunication, es una empresa con sede en Bruselas, sujeta a la legislación belga y europea. Fundada en 1973, es una de las redes de mensajería bancaria y financiera más importantes, que permite la liquidación interbancaria entre instituciones financieras de todo el mundo. Austria, a través del canciller Karl Nehammer, declaró que las sanciones económicas decididas por los dirigentes del G7 ya afectarían 70% de los bancos rusos en sus transacciones, haciendo inútil el bloqueo de Swift. En 2014, poco después de la anexión de Crimea por parte de Rusia, la opción había sido discutida, pero finalmente abandonada.

Hay que imaginarse todos los negociados de empresas occidentales radicadas en Rusia y sobre todo las relaciones comerciales en torno al gas y el petróleo. No se trata de kiosquitos, sino de multinacionales que mueven mucho dinero y que sanciones alocadas pueden afectar el orden económico actual. No fue la “bomba nuclear financiera” que se cacarea en los medios occidentales.

No es fácil doblegar al Oso Misha. Rusia no es el Irak de Hussein. Rusia no es la de 1991. Rusia ahora tiene buenas relaciones con Pekín. No estamos en los tiempos en que la vieja Unión Soviética estaba peleada con la China maoísta o de Den Xiaoping. Puede ser que los ataques occidentales a Rusia generen un nuevo orden internacional, en el que la unidad Moscú-Pekín sea una realidad cada vez más palpable y que advierten algunos cráneos del poder estadounidense.


NOTA:

1) https://rebelion.org/putin-en-ucrania-tras-los-pasos-de-saddam-hussein/

Mauricio Piñero
Mauricio Piñero

Cuentan las crónicas que nació como el hijo de nadie. Luchando por la Patria Grande, como Internacionalista y antiimperialista. Tripero de alma y cuerpo, siempre junto a la patriada barrial. La historia descolonizada es mi pasión como docente de la Escuela Pública y de los barrios. Las noticias sobre los pueblos que luchan como forma de viajar hacia una verdadera justicia social global.

Todos (Occidente) contra Rusia

Todos (Occidente) contra Rusia

TIEMPO DE LECTURA: 6 min.

El conflicto de Ucrania ha dejado al descubierto una vez más las jugarretas del poder de los medios de (des) información occidentales. La vieja fórmula de demonizar a un enemigo en común y las ganas que tiene Estados Unidos y la Unión Europea de doblegar a Rusia. No es tan sencillo ganarle una pulseada a un Oso de Kodiak muy en alerta.

La demonización de los grandes medios occidentales contra Rusia y su accionar en las regiones de Donetsk y Lugansk, en el este de Ucrania, la llamada región de Donbass, ha sido impresionante. Desde Norteamérica, pasando por las tierras latinoamericanas, hasta Bruselas y el Japón, no hay medio hegemónico occidental y occidentalizado que no pare de atacar a Rusia. Se muestra a Vladimir Putin como el “malo” de una película en el este de Europa, mientras el Oso de Kodiak juega muy al ajedrez. Joseph Biden y Kamala Harris cacarean con que sancionarán a Rusia. Los mismo hacen sus aliados en Gran Bretaña y Japón. También se le suman Taiwán, tal vez para frenar al Dragón de la República Popular China de que no se una al Oso Misha de Rusia.

Y no hay que olvidarse del concierto internacional del status quo de las Naciones Unidas (ONU). La ONU y varios miembros del Consejo de Seguridad reunido el lunes 21 de febrero pasado de urgencia para tratar la situación en Ucrania condenaron la decisión de Rusia de reconocer la independencia de las “repúblicas separatistas prorrusas” de Donetsk y Lugansk, así como el despliegue de sus tropas en esas zonas.

“Las fronteras internacionalmente reconocidas de Ucrania se mantendrán inalteradas, sin importar las declaraciones y los actos de Rusia”, declaró el embajador de Ucrania en las Naciones Unidas, Sergiy Kyslytsya. Moscú aseguró que no cierra la puerta a la diplomacia para resolver la crisis en Ucrania, pero advirtió que impedirá un “baño de sangre” en los territorios separatistas cuya independencia acaba de reconocer, enfatizó el embajador ruso en la ONU, Vassily Nebenzia.

En el lado latinoamericano, hasta solo Nicaragua, Cuba y Venezuela apoyaron a Rusia en su jugada política. Los gobiernos conservadores y reaccionarios de la región se sumaron a repudiar y condenar a Rusia. Los gobiernos que se dicen “progresistas” solo atinaron a llamar la “paz”. Lo cierto es que los medios hegemónicos reaccionarios de las naciones latinoamericanas (exceptuando el caso de Cuba) han desplegado una batería de demonización contra Putin y Rusia.

Cierto es que Rusia no va a dejar que la Organización del Atlántico Norte (OTAN) avance hasta las puertas de su casa. El Oso de Kodiak está en alerta siempre. Ucrania es su límite. Apelar a la vieja Russ de Kiev, origen del estado ruso, no es en vano. Tampoco es en vano promocionar un nacionalismo eslavo ruso en muchas regiones de Europa del este, teniendo a la Iglesia Ortodoxa Rusa como estandarte. El conflicto por Donetsk y Lugansk muestra ciertas semejanzas con lo sucedido en 2008 en Osetia del Sur y Abjasia, regiones aceptadas como países independientes por Rusia, tras las intenciones de Georgia de pertenecer a OTAN. Fue precisamente el intento fallido de incorporarse a la OTAN lo que impulsó en marzo de dicho año al Parlamento ruso (Duma) a pedirle al Kremlin (sede del Poder Ejecutivo ruso) que reconociera la independencia de Osetia del Sur y Abjasia en el Cáucaso Sur. La guerra de Osetia del Sur, iniciada por Georgia el 7 de agosto de 2008 contra estas dos “repúblicas prorrusas”, provocó luego la intervención militar de Moscú. Dichas regiones se habían sublevado después de la crisis de 2014 que puso fin al Gobierno del presidente Viktor Yanukovich, alineado con Moscú, considerado por Rusia como un golpe de estado impulsado por Washington y Bruselas. La llamada “Guerra de los Cinco Días” dejó más de 2000 muertos, tras lo cual Georgia rompió las relaciones diplomáticas con Moscú. Posteriormente, Osetia del Sur y Abjasia fueron reconocidas como estados independientes por Venezuela, Nicaragua, Siria y Nauru, mientras que Georgia los consideró como “territorios ocupados”.

La Unión Europea (UE) y la OTAN señalan que Georgia, un pequeño país de 3,7 millones de habitantes, constituye un aliado importante en el Mar Negro. Pero luego vino la crisis de Crimea de 2014. Rusia firmó ese mismo año un acuerdo de amistad con Abjasia para la creación de agrupaciones militares, policiales y de seguridad comunes.

Washington ve a Rusia como un “objetivo” a tener en cuenta. Se estudia una supuesta ideología de “paneslavismo ruso” que se explica como basamento para defender todo lo que huela a ruso en Europa oriental y Asia central. Lo de Kazajistán en este año es otro clímax y que también derivó en la demonización de Rusia. El llamado Protocolo de Minsk, alcanzado entre Rusia y Ucrania en 2014, tenía el objetivo de poner fin al conflicto entre “separatistas prorrusos” y combatientes ucranianos que estalló ese año en el este de Ucrania. Pero después de que Putin reconociera este lunes 21 de febrero último como estados independientes a las regiones rebeldes, los líderes occidentales acusaron al presidente ruso de poner fin a los acuerdos de Minsk.

Ucrania comparte fronteras tanto con la Unión Europea como con Rusia, pero como antigua república soviética tiene profundos lazos sociales y culturales con Rusia, y hay una amplia población de habla rusa. En realidad, Rusia quiere que la OTAN regrese a las fronteras que tenía antes de 1997. No quiere ver más pretorianos de la OTAN en tierras de Polonia y de las repúblicas bálticas de Estonia, Letonia y Lituania, y no se desplegarían misiles en países como Polonia y Rumania. Rusia también ha propuesto un tratado con Estados Unidos que prohíba el despliegue de armas nucleares más allá de sus territorios nacionales.

El viejo Biden, anunció este martes 22 de febrero un paquete de medidas que incluyen “sanciones de bloqueos totales” a dos grandes instituciones financieras rusas, el banco militar ruso y el VEB, el banco estatal que se encarga de apoyar el desarrollo de la economía, gestionar la deuda del estado y los fondos de pensiones. Biden también celebró que, a partir de la coordinación con el gobierno alemán, Berlín haya cancelado sus planes para aprobar la entrada en funcionamiento del gasoducto Nord Stream 2, que une Alemania con Rusia sin pasar por Ucrania. El gasoducto fue terminado en septiembre de 2021, pero desde entonces ha estado pausado, pendiente de la certificación final de Alemania y la Unión Europea (UE), y en medio de la dura crisis energética que ha disparado los precios del gas por todo el continente europeo. El Nord Stream 2 ha sido un proyecto divisivo dentro de la UE y para el gobierno de Estados Unidos, ya que algunos consideran que el gasoducto incrementará la dependencia de Europa del gas ruso y hará a Ucrania más vulnerable a una invasión.

Es que allí está la quimera de la cuestión. Es el gas. ¿Todo puede volar por los aires en el este de Europa? No es fácil molestar al Oso de Kodiak. Hoy Rusia no es la de 1991. Se viene defendiendo y ante todo juega bien al ajedrez mundial desde el 2010. Por ahora, Occidente sanciona y busca arruinar el negocio del gas a Moscú en Europa.

Mauricio Piñero
Mauricio Piñero

Cuentan las crónicas que nació como el hijo de nadie. Luchando por la Patria Grande, como Internacionalista y antiimperialista. Tripero de alma y cuerpo, siempre junto a la patriada barrial. La historia descolonizada es mi pasión como docente de la Escuela Pública y de los barrios. Las noticias sobre los pueblos que luchan como forma de viajar hacia una verdadera justicia social global.

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