Los golpes de estado en África han sido noticia en estos últimos años. Y casi siempre el escenario ha sido el Sahel, territorio que hace de “colchón” entre el Sahara y las selvas y sabanas al sur del continente. Níger ha sido noticia en la última semana de julio de 2023. Su presidente, Mohamed Bazoum, había sido retenido junto a su esposa en el palacio residencial por sus guardias, reportaban el pasado miércoles 26 de julio. Días después, Bazoum sería derrocado y una guardia pretoriana militar se hizo cargo del país, en medio de festejos donde se vieron banderas rusas en Niamey, la capital del país saheliano.
En el país norafricano de 27 millones de habitantes se produce el 7% del uranio del planeta. Hasta el 26 de julio pasado Níger era uno de los países más pro-occidentales de la región y desde donde tropas de Francia y Estados Unidos combaten al llamado “yihadismo islámico”.
Occidente teme que los nuevos jefes en Níger se vuelquen a Moscú y Pekín, un clímax de época. Los reportes occidentales anunciaban al mundo que una junta militar derrocó ese 26 de julio pasado al presidente Mohamed Bazoum y que dos días después su jefe de seguridad, Omar Tchiani, se proclamó presidente de un “Consejo Nacional para la Salvaguardia de la Patria”. Estos militares nigerinos se suman así a sus pares que ya tomaron el poder en las vecinas Mali y Burkina-Faso, dos naciones sahelianas también.
Lo que hay que destacar es que aparece el mismo sentimiento anti-francés que predomina en esos países. La novedad es que entre los que salieron a vivar el golpe se vieron banderas rusas. Los franceses y los estadounidenses pronto pegaron el grito en el cielo, y la Unión Europea condenó al golpe y a Tchiani.
Es que Tchiani derrocó a un hombre de confianza para Occidnete. Estados Unidos confiaba en Bazoum y tenía puestas sobre él la esperanza. En marzo de 2023, Antony Blinken realizó un histórico viaje y se convirtió en el primer Secretario de Estado norteamericano en visitar Niger. Entregó una ayuda de 150 millones de dólares y reafirmó el compromiso de la administración Biden con la región.
Los militares que tomaron el poder parecen ser hombres cansados de ser parte de un neocolonialismo francés y yanqui, ya que las misiones militares occidentales están comandadas por “asesores” de París y el Pentágono que envían a luchar contra los grupos yihadistas a jóvenes pretorianos de Níger como carne de cañón, pero para asegurar los yacimientos de uranio en el país. Francia ya activó su rol de amo neocolonial y busca apoyo de países africanos para detener a Tchiani.
La Comunidad Económica de Estados de África Occidental (Cedeao) dio el domingo 30 de julio un ultimátum a Tchiani de Níger al declarar que no excluye la el uso de la fuerza si no liberan y devuelven el poder en una semana al presidente depuesto, Bazoum.
“¡Viva Putin!”, “¡Viva Rusia!”, “¡Abajo Francia!”, gritaron los manifestantes que celebraron la caída del filo-occidental Bazoum, un pelele de París, incompetente y muy cleptómano, que gobernaba desde 2021. Sus promesas de cambio, llevaron a un ajuste brutal contra la población, y en consonancia con el FMI y el Banco Africano de Desarrollo.
Níger, una antigua colonia francesa, tiene una historia marcada por sucesivos golpes de Estado desde su independencia en 1960. Siempre Francia vigiló a Níger para seguir abasteciéndose de uranio. Luego Estados Unidos se sumó a esa cruzada neocolonial desde el decenio de 1980. Ahora, Occidente teme que estos militares algo filorrusos (y también pro-chinos) vendan el uranio a otros “socios”. Se abre un escenario de conflicto en África que está marcando una era de “guerra fría” suigeneris entre Washington y Moscú.
Mauricio Piñero
Cuentan las crónicas que nació como el hijo de nadie. Luchando por la Patria Grande, como Internacionalista y antiimperialista. Tripero de alma y cuerpo, siempre junto a la patriada barrial. La historia descolonizada es mi pasión como docente de la Escuela Pública y de los barrios. Las noticias sobre los pueblos que luchan como forma de viajar hacia una verdadera justicia social global.
La reunión cumbre en Moscú entre el presidente ruso Vladímir Putin y el mandatario chino Xi Jinping ha generado una gran alarma para EEUU y sus aliados. El oso de Kodiak y el Dragón chino pisan fuerte y parece que no tienen otra opción que unir fuerzas para tratar de socavar las amenazas del imperio.
En los días 20 y 21 de marzo de este año se realizó una gran reunión cumbre en Moscú, capital de la Federación Rusa, donde estuvieron estrechándose la mano y realizando acuerdos conjuntos dos de los mandatarios más influyentes en la realidad actual. Por un lado, el anfitrión ruso Vladímir Putin y por el otro, el líder chino Xi Jinping, quien realizó una visita al exterior muy osada. A ojos de EEUU y Occidente se trata de una gran preocupación.
Ambos líderes discutieron diversos temas, pero el que más resonó fue el de Ucrania. El plan de paz para Ucrania que China presentó hace unas semanas podría usarse como base para poner fin a la guerra, según dijo Putin este martes. El líder ruso se reunió por segundo día consecutivo con Xi Jinping para discutir el conflicto y las relaciones entre los dos países. Putin aseguró que el plan de paz podría presentarse “cuando estén listos en Occidente y en Kiev”.El plan de China de 12 puntos, hecho público en febrero pasado, pide conversaciones de paz y respeto por la soberanía nacional, aunque no exige que Rusia abandone su plan militar en Ucrania.También condena las “sanciones unilaterales” de EEUU y sus aliados de la Unión Europea (UE), en lo que se considera una crítica velada a los amigos del régimen títere proyanqui de Volodomir Zelensky de Ucrania en Occidente.
Hay una creciente preocupación en Occidente de que China pueda brindar apoyo militar a Rusia.El martes 21 de marzo por la mañana, en su segundo día en Moscú, Xi Jinping dijo que estaba “muy feliz” de estar en la capital rusa y describió las conversaciones con el presidente Putin como “francas, abiertas y amistosas”. Además, su visita a Rusia se produjo días después de que la Corte Penal Internacional (CPI) emitiera una orden de arresto contra el presidente Putin por acusaciones de crímenes de guerra.
Queda claro que Pekín y Moscú se acercan porque su unidad puede hacer frente a todo atropello yanqui. EEUU arma hasta los dientes a Kiev y también molesta mucho a China con el contencioso de Taiwán. Rusos y chinos también han tomado una clara posición en ayudar a naciones africanas, lo que preocupa a Washington y la UE. También Pekín ha dado pasos osados en materia de relaciones internacionales en el Medio Oriente, logrando un acuerdo entre el reino de Arabia Saudí y la República Islámica de Irán en tierras de Mao Tse Tung.
Rusia y China han publicado una declaración conjunta sobre la profundización de la asociación global y la cooperación estratégica, luego de la reunión de sus respectivas delegaciones este martes en el Kremlin.Guiándose por los acuerdos alcanzados entre el presidente ruso Putin y su homólogo chino, Xi Jinping, las partes se proponen:
Garantizar siempre que las relaciones bilaterales vayan por buen camino;
Prestar un firme apoyo mutuo a los intereses fundamentales de la otra parte, especialmente la soberanía, la integridad territorial, la seguridad y el desarrollo;
Profundizar y ampliar continuamente la cooperación práctica en el proceso de modernización para el desarrollo y la prosperidad conjuntos;
Promover la comprensión mutua y el acercamiento entre los pueblos de los dos países, y fortalecer sin cesar la base social y cívica de la amistad intergeneracional;
Promover un orden mundial multipolar, la globalización económica y la democratización de las relaciones internacionales, además de fomentar el desarrollo de la gobernanza mundial de manera más equitativa y racional.
Rusia y China también señalan que cada Estado posee sus propias características históricas, culturales y nacionales y que “tiene el derecho a elegir su propio camino de desarrollo”, sin la necesidad de una “democracia suprema”. Por último, Rusia ha apoyado a China en el caso taiwanés y defendió la tesis de “una sola China”. Los rusos consideran a Taiwán una provincia rebelde tanto como China y manifiestan su apoyo a Pekín frente a las amenazas militares de EEUU y sus aliados en el Indo-Pacífico.
En este año 2023 los rusos y los chinos se han propuesto ser garantes de un orden mundial distinto al que proponen los occidentales. Buscando apoyos en los países de África, Medio Oriente, sur de Asia, Extremo Oriente y América Latina, estos dos gigantes juegan fuerte en la arena internacional. No dudan en presentarse como el mundo multipolar y respetuosos de la autodeterminación de los pueblos. Esta alianza por cierto hace ruido en Occidente. Se trata de un nuevo capítulo de esta nueva Guerra Fría que se vive en el siglo XXI.
Mauricio Piñero
Cuentan las crónicas que nació como el hijo de nadie. Luchando por la Patria Grande, como Internacionalista y antiimperialista. Tripero de alma y cuerpo, siempre junto a la patriada barrial. La historia descolonizada es mi pasión como docente de la Escuela Pública y de los barrios. Las noticias sobre los pueblos que luchan como forma de viajar hacia una verdadera justicia social global.
Estados Unidos y su aliado Israel han intentado tener injerencias diversas en África tratando de ganar amistades para sus intereses geoestratégicos. Pero ambos chocaron con la firmeza de algunas naciones africanas que ven con buenos ojos las relaciones con Rusia y China, como así también la causa justa del pueblo palestino.
África ha sido siempre un escenario de disputas neocoloniales desde el fin de la Guerra Fría. Ya no se trata de la confrontación ideológica entre capitalismo y comunismo, sino de tratar de sacar tajadas sobre los mal llamados recursos naturales que posee el continente madre de la humanidad. El imperio ha creado un mando regional para África, conocido como AFRICOM, que responde a los cambios estratégicos del fin de la Guerra Fría y a las nuevas prioridades en los intereses globales y regionales de Washington, pero que plantea una aproximación diferente para la zona tras las experiencias de Afganistán, Irak y de la denominada “Guerra Global al Terror”.
Desde el año 2000, Estados Unidos estableció como uno de sus objetivos prioritarios de seguridad nacional, la seguridad energética. En este sentido, la seguridad del abastecimiento petrolero y gasístico y el aumento de competencia se incrementó por la demanda producida, en gran medida, por las necesidades de la República Popular China y la India, junto con el establecimiento desde Costa de Marfil hasta Angola de uno de los polos de abastecimiento básico para el imperio, y el aumento de la presencia del llamado “terrorismo yihadista-salafista” en el norte de África y el Sahel, y llevó al progresivo aumento de la importancia de África en la política exterior de Estados Unidos.
Washington ha chocado en los últimos años con los intereses chinos y rusos, que también poseen sus intereses sobre el petróleo, el gas y los minerales de África. El imperio ha buscado ayuda en su aliado Israel, que trata de lavar su buena imagen en África. En el año 2021, Israel obtuvo el estatus de observador en la Unión Africana (UA) tras décadas de esfuerzos diplomáticos, lo que provocó la protesta de varios miembros del bloque de 55 países, como Mauritania, Sudáfrica y Argelia. Al final, la medida fue revocada y no se ha vuelto a hablar de la posible inclusión de Israel como observador en el órgano panafricano.Y en febrero de este año 2023, una delegación de observadores israelíes en la cumbre de la UA en la capital etíope de Adís Abeba fue expulsada de la ceremonia de apertura por el rechazo de los representantes de algunos países miembros a la presencia de los sionistas en el evento. La causa palestina en algunas naciones africanas es muy significativa. Sudáfrica, por ejemplo, ha denunciado que Israel practica un apartheid clarísimo sobre el pueblo palestino.
Estados Unidos e Israel han querido también asesorar militarmente a algunas naciones africanas pero, al mismo tiempo, se han puesto del lado de las políticas de ajuste fiscal del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Africano de Desarrollo (BAD), que presionan a los países africanos con deudas impagables. En este sentido, la percepción en algunos Estados africanos no es muy favorable en sus relaciones con Estados Unidos y sus aliados.
Como contraparte, China ha ido aumentado su presencia comercial y militar en África, de 18.000 millones en 2003 a 30.000 millones de dólares en 2006, y lo sigue haciendo. Pekín también ha perdonado la deuda externa a 21 Estados africanos y ha creado un foro de cooperación China-África con 46 de los 53 Estados africanos. Además, ha vendido armas a Zimbabwe, Etiopia, Eritrea, Angola, Malí, Namibia, Sierra Leona y Mozambique.
Los rusos no se quedan atrás. En tiempos de la Guerra Fría, la antigua Unión Soviética ha establecido relaciones políticas y comerciales con naciones descolonizadas de África, sobre todo con Angola, Mozambique, Argelia, Guinea, Burkina Faso, Mali y Madagascar. También ha apoyado a gobiernos socialistas como el de Etiopía durante 1978-1990. Angola y Mozambique fueron casos de unidad africano-soviética porque estas naciones tuvieron sus gobiernos marxistas locales entre 1975 y 1990. Moscú también se puso del lado de la lucha de los africanos del sur de África contra el apartheid racista, exigió la liberación de Nelson Mandela y no dudó en apoyar a los rebeldes de Namibia y Zimbabwe. Pero el final de la Guerra Fría dejó un vacío. No obstante, pasó el tiempo y ahora como Federación Rusa, vuelve a la carga en este siglo XXI.
En 2022, Rusia desplegó su accionar diplomático en África. El canciller ruso Sergei Lavrov visitó cuatro países africanos y demostró que Moscú todavía tiene la fuerza diplomática para desafiar a Estados Unidos a través de los gobiernos africanos, pues estuvo en Egipto, Etiopía, Uganda y Congo. Cierto que la mayoría de las naciones de África, incluidas Nigeria y Kenia (las potencias económicas de África occidental y oriental respectivamente), votaron a favor de una resolución de la asamblea general de la ONU en marzo de 2022 que condena la “agresión” rusa y exige su retirada de Ucrania. Sin embargo, casi la mitad de todas las abstenciones (17) vinieron de África.
Los países en esta lista incluyen Sudáfrica, que se siente en deuda con Moscú por su apoyo en la lucha contra el apartheid, y Uganda, que asumirá en breve la presidencia del Movimiento de los Países No Alineados, un organismo mundial formado durante la Guerra Fría por países que querían evitar verse atrapados en la rivalidad entre las potencias occidentales y el bloque comunista.
Tradicionalmente, el comercio de Moscú con África se ha centrado en el ámbito militar, desde la venta de rifles automáticos hasta aviones de combate. En octubre de 2022 se hizo la cumbre Rusia-África que se celebró en Etiopía y donde se firmaron acuerdos comerciales y de defensa para fortalecer las relaciones.
Estados Unidos puso el grito en el cielo ante la presencia más firme de chinos y rusos en África. Pidió a las naciones africanas que abandonen sus alianzas con Pekín y Moscú. Estados Unidos dio su apoyo a la adhesión de la Unión Africana al G20 como un miembro permanente, así como reclamar al Consejo de Seguridad de la ONU una ampliación de sus miembros permanentes y no permanentes para que uno de los países africanos tenga un puesto fijo en el órgano.
Pero los chinos y rusos van a pasos firmes en África. Ganan aliados y son vistos como no injerencistas. Estados Unidos e Israel no la tienen fácil en la cuna de la humanidad.
Mauricio Piñero
Cuentan las crónicas que nació como el hijo de nadie. Luchando por la Patria Grande, como Internacionalista y antiimperialista. Tripero de alma y cuerpo, siempre junto a la patriada barrial. La historia descolonizada es mi pasión como docente de la Escuela Pública y de los barrios. Las noticias sobre los pueblos que luchan como forma de viajar hacia una verdadera justicia social global.
Juegan a “primero yo” / Y después a “también yo” / Y a “las migas para mí” y cierran el juego / Porque ya saben que / El tonto nunca puede oler al diablo, vida mía / Ni si caga en su nariz
Fragmento “El tesoro de los inocentes” – Los fundamentalistas del aire acondicionado
Desde que comenzó la llamada Operación Militar Especial, a finales de febrero de este año, lo que se ha escuchado, leído o visto respecto del conflicto en Ucrania entre la Federación Rusa y los países miembros de la OTAN, ha sido sólo en detrimento del primero y a favor del bloque occidental.
Pese a que se redujo la cantidad de información y la cantidad de horas, minutos y caracteres en la prensa hegemónica, nunca se dejó de contar una sola cara de la moneda. El objetivo: seguir profundizando la deslegitimación de Vladimir Putin en busca del tan mentado “cambio de régimen”, al que nos tiene acostumbrado el imperialismo y sus voceros.
Recientemente el gobierno de los EEUU presentó su nueva Estrategia de Seguridad Nacional, según la cual la Casa Blanca busca proteger la seguridad del pueblo norteamericano, ampliar las oportunidades económicas y realizar y defender los valores democráticos (lo que vienen imponiendo desde hace décadas).
De la lectura del documento queda claro que el imperio norteamericano pretende no perder su hegemonía global. Intenta e intentará por todos los medios resquebrajar los vínculos entre sus competidores directos (Rusia y China), debilitar a Europa e impedir que se vincule con estas potencias asiáticas, recuperar terreno en África y retomar el control de la hegemonía en territorio nuestroamericano.
Cada vez queda más claro que lo de Ucrania no es más que una parte, un engranaje más para continuar siendo el matón del barrio. Por un lado, la guerra está debilitando a Europa, involucrada a financiar al régimen nazi de Kiev con millones de euros y envío armamento. En simultáneo incrementó los niveles de producción de armamento en fábricas norteamericanas que gustosamente las venden a países de la UE, mientras EEUU envía armas viejas de regalo a Ucrania.
¿Alemania caerá?
Según la célebre fórmula de Lord Ismay, quien fuera el primer secretario general de la OTAN, la ‘gran estrategia’ de los anglosajones consiste en ‘Mantener a los americanos dentro, a los rusos fuera y a los alemanes bajo tutela’.
Seguramente para muches de quienes no siguen el día a día de la política internacional, estas semanas transcurrieron sin penas ni glorias, pero se dieron hechos de gran envergadura que sin dudas están cambiando el rumbo de la política internacional, sobre todo lo relacionado a las directrices de EEUU para las fuerzas occidentales.
Semanas recientes en diversos medios se daba a conocer la noticia de que se habían saboteado los gasoductos Nord Stream, por donde se transporta el gas ruso hacia Europa, principalmente a Alemania. Horas después de conocerse esos hechos el presidente de Polonia, el primer ministro de Dinamarca y el ministro de Energía de Noruega inauguraban con bombo y platillo el gasoducto “Baltic Pipe”.
El primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki, proclamó triunfalmente su odio en plena ceremonia al sentenciar: «Llega a su fin la era de la dominación rusa en el sector del gas; una era que estuvo marcada por el chantaje, las amenazas y la extorsión.»
Ustedes se preguntarán qué significan estos hechos: Lisa y llanamente que EEUU encontró en Polonia al nuevo referente continental desplazando a la Alemania potencia ¿Por qué? Simplemente porque los germanos y su industria dependen del gas ruso y con estos sabotajes y las sanciones que la Unión Europea impuso a Rusia, lo cual imposibilita el mantenimiento del gasoducto “Brotherhood” que atraviesa Ucrania, es muy factible que la economía de potencia europea se desmorone abruptamente y pase a ser Polonia su reemplazo.
Olaf Shols se tiró un tiro en los pies al seguir los dictados de Washington y creer que podría reemplazar así nomás su dependencia energética de Rusia. Para colmo de males, no tuvo mejor idea que decir públicamente que al ser Alemania el centro del continente y ser la potencia económica, ese país debía convertirse en el eje de la defensa convencional del continente. Es importante recordar que según la lógica imperial (impresa en el 92 por Paul Wolfowitz en su manifiesto “Defense Policy Guidance”) Estados Unidos vería toda voluntad de emancipación de sus aliados europeos como un cassus belli. Saquen ustedes sus conclusiones.
Así las cosas, con estos sabotajes, EEUU le declaró la guerra no sólo a Rusia, sino a Alemania, Francia y Países Bajos, los 4 países propietarios/accionistas del Nord Strem II. La pregunta que surge es qué harán ahora estos países cuando los vientos favorecen a Polonia y los 11 países socios en la llamada Iniciativa de los Tres Mares o Intermarium.
En esta misma línea se pueden incluir el asesinato de la hija del filósofo ruso Alexander Diguin y el reciente atentado contra el puente que une Rusia a Crimea. Éste último fue una línea roja cruzada por occidente que catapultó la ofensiva rusa[1]. Alemania pierde y se dirige al abismo, la Polonia odiadora serial y antirrusa revive de las cenizas.
Un Armagedón de mentiras
Por otro lado, la propaganda mediática y de redes da pie para que el imperio intente seguir deslegitimando al presidente ruso y su accionar y con ello presionar (por no decir extorsionar) al resto del mundo para que disminuya sus vínculos con el “tirano de Putin”. Incluso alertando al planeta entero con la posibilidad de un “Armagedón nuclear”. Parece que “se olvidó” que su país fue el único en utilizar bombas nucleares en la historia de la humanidad.
Pero pese a la guerra de propaganda instalada y profundizada contra Putin, las cosas no están saliendo del todo bien: la economía rusa se recuperó luego del primer cimbronazo, el conflicto no va nada bien para los ucranianos, el atentado contra el puente de Crimea no logró inhabilitarlo por más de algunas horas, el apoyo a Putin en Rusia sigue creciendo, los vínculos con China aumentan, Rusia sigue incrementando sus vínculos con Asia, África y Nuestra América, el comercio de Europa con Rusia se incrementa y la lista sigue. Mientras tanto la economía gringa está al borde del abismo.
Los grandes perjudicados siguen siendo los europeos: Forzados o no, van camino a un invierno que será muy difícil, y siguen invirtiendo en una guerra prácticamente perdida desde el inicio. Vaya une a saber por qué siguen disparándose en los pies.
En tanto en occidente el claro ganador (por el momento parcial) es EEUU: Europa se debilita; queda nuevamente como el mandamás de la OTAN; le vende sus espejitos de colores con el gas de esquisto; aleja a algunos gobiernos nuestroamericanos presionados no sólo diplomáticamente; alimenta su industria militar y renueva armamento en esta carrera desatada contra Rusia y China; y -lógicamente- endeuda a Ucrania con la esperanza de que una vez terminada la guerra se puedan hacer cuantiosos negocios en su reconstrucción (cosa que también hicieron en Irak).
El problema de estas macabras circunstancias es que miles de personas (no sólo en esa región del mundo) están padeciendo las consecuencias de una guerra que nadie quiso y de la que prácticamente todes salen perdiendo. La voracidad imperial está llevando al mundo a un cada vez más delicado escenario del cual será difícil retornar.
El tío “rico”, nos está contando el cuento del revés… Lamentablemente muches se lo están creyendo.
Prefiero escuchar antes que hablar. Ser esquemático y metódico en el trabajo me ha dado algún resultado. Intento encontrar y compartir ideas y conceptos que hagan pensar. Me irritan las injusticias, perder el tiempo y fallarle en algo a les demás.
A pesar de haber adoptado una postura a favor de la integridad del terreno donde se disputa el conflicto, la potencia asiática se mostró en desacuerdo con las sanciones impuestas.
El presidente de China, Xi Jinping, le garantizó a su par ruso, Vladimir Putin, respaldo en cuestiones soberanas y de seguridad en el conflicto bélico entre Rusia y la OTAN. El comunicado fue realizado vía telefónica este miércoles.
A pesar de haber adoptado una postura a favor de la integridad del terreno donde se disputa dicho conflicto (Ucrania), la potencia asiática se mostró en desacuerdo con las sanciones sin precedentes impuestas por los países de occidente al gigante euroasiático.
China, que ofrece desde principios del conflicto ayuda económica y humanitaria a Ucrania, coincide con Rusia en que las medidas provocaron una “desaceleración económica global”. En este sentido, a pesar de respetar el territorio ucraniano, se mostró en cooperación con el país que preside Vladimir Putin, lo que supone un bloque de recursos casi imposible de derrotar.
“China está dispuesta a proseguir con Rusia el apoyo mutuo en cuestiones de soberanía, seguridad y otras cuestiones de interés fundamental y preocupaciones importantes”, expresó Xi en un comunicado oficial publicado por la agencia de noticias china, Xinhua.
“Xi y Putin acordaron ampliar la cooperación en los campos energético, financiero, industrial, de transporte y otros, teniendo en cuenta la situación económica mundial que se ha complicado debido a las sanciones ilegítimas de Occidente”, explicó además el Kremlin sobre la causa.
Ante la disminución de negocios con los países de occidente debido a las sanciones impuestas, Rusia busca nuevos socios de comercio, entre los que China se perfila como un gran candidato. Ambos mandatarios coincidieron en “construir un sistema de relaciones internacionales verdaderamente multipolar y justo”.
Esta situación podría terminar acelerando el proyecto que desde hacer varios años se dialoga entre los países que se han mostrado en distintas ocasiones como “alternativos” a la gestión occidental. Los mismos buscan trazar una nueva unión que equipare al G7. Además de los nombrados, se encuentran Sudáfrica e India.
La última comunicación oficial entre los mandatarios se había dado un día después del primer bombardeo ruso a Ucrania. Desde este día Xi aseguró que “a pesar de los trastornos globales, las relaciones entre China y Rusia han mantenido una buena dinámica de desarrollo”, y además pidió “una coordinación estratégica más estrecha entre Beijing y Moscú”.
La confirmación de apoyo en materia de recursos de China hacia Rusia supone, la creación de un bloque casi indestructible. Rusia se mantiene en guerra desde hace tres meses prácticamente contra toda la OTAN, que envía recursos a su aliado. Incluso batalla contra los recursos que la propia China manda, además de otros países que no pertenecen a OTAN.
En síntesis, sin los extras de nadie, Rusia sostiene su posición en el conflicto desde hace ya tres meses, por lo que el hecho de contar con un aliado como China lo hace casi indestructible. Desde los comienzos de la guerra se especuló con la posición que tomase el país asiático, que, para sorpresa de muchos, se encuentra en una equilibrada e inteligente intervención, ya que no se ha vaticinado de lleno en ningún frente.
EEUU sigue intentando evitar su derrumbe. Sin embargo, el tiempo juega en su contra. Si no resuelve pronto sus posiciones globales, todo indicaría la caída será inevitable. El problema es la bestialidad a la que puede estar dispuesto para conseguirlo.
La crisis norteamericana como hegemón global no es sencilla de explica ni comenzó recientemente. Es un proceso de largo aliento que comienza a darse justo en el momento en que la globalización se expande por todo el planeta.
En el medio, y pese que durante un breve período de tiempo lo tuvo como superpotencia, Rusia comenzó a levantar cabeza, China continuó su lento pero constante crecimiento, Nuestra América vivió una década de gobierno populares que aumentaron sus niveles de unidad y soberanía, y un sinfín de elementos que se podrían agregar.
Así las cosas, la política de EEUU hacia sus competidores directos se ha recrudecido en las últimas décadas. Sea la administración que sea, para el país del norte es un problema que tanto Rusia como China sigan adquiriendo mayores niveles de influencia a nivel mundial. Eso mismo (en parte) fue lo que motivó a Trump a declararle una guerra comercial a China, y que llevó a Biden a fogonear y fomentar el conflicto en Ucrania.
El problema para los gringos es que ni a Trump ni a Biden le estarían saliendo bien los cálculos. China salió fortalecida (incluso de la pandemia) y todo indicaría que Rusia sigue avanzando en posiciones estratégicas en el conflicto ucraniano. Pese a las sanciones unilaterales, la guerra diplomática, el financiamiento de estructuras paramilitares o irregulares, los rusos siguen avanzando gracias a una estrategia inteligente de Putin. Esto obviamente no implica que la cosa esté terminada, pero es significativo que el mismísimo Henry Kissinger haya advertido a Occidente de las consecuencias para la seguridad europea de continuar con la Guerra.
Ante la imposibilidad de frenar a Rusia, el imperio parece estar evaluando seriamente la posibilidad de abrir otro frente de conflicto, pero ahora con China. Las recientes declaraciones de Biden sobre Taiwan no hicieron más que encender las alarmas en Beijing, quien rápidamente salió al cruce. La pregunta que se desprende sería ¿Realmente EEUU está en condiciones de enfrentar dos frentes en simultáneo?
Tampoco es posible descartar el análisis y las afirmaciones del director del portal Red Voltaire, Thierry Meyssan, quien afirma que Occidente está preparando otra guerra luego del conflicto en Ucrania, esta vez en el Sahel (África), con la sustancial diferencia que en este caso “no será ‘problemática’ porque no afectará a las grandes potencias y las víctimas serán ‘sólo’ africanos”.
Nuestra América
Por otro lado, EEUU organizó la IX Cumbre de las Américas entre los días 6 y 10 de junio. Una cumbre que parece haber traído más dolores de cabeza que otra cosa a la administración norteamericana. Fueron varies les mandataries que se negaron a asistir de concretarse la exclusión de Cuba, Nicaragua y Venezuela. Fue el presidente argentino, Alberto Fernández quien llevó la voz de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) en clara señal de protesta ante el atropello cometido por el país anfitrión.
En su discurso hubieron varias críticas: por haber marginado a varios países; por la utilización de la OEA como instrumento para realizar el Golpe de Estado en Bolivia (pedido de renuncia de Almagro mediante); por haberse quedado con la conducción del BID; por los bloqueos a Cuba y Venezuela; por la ausencia de Malvinas en el logo de la cumbre; por el préstamo del FMI (con la clara intervención de Trump) a la Argentina gobernada por el macrismo; y por el papel del norte en el cambio climático.
A este hecho hay que sumarle -necesariamente- el incremento de la influencia china sobre Nuestra América. Ya de por sí es el principal socio comercial de casi todos los países del continente. No sólo en la compra de materias primas, sino también en la venta de tecnología y otros productos en los que el gigante asiático es punta de lanza. Como si fuese poco, es cada vez más importante su cooperación en materia de seguridad, cosa que evidentemente le traerá más de un dolor de cabeza al gigante del norte.
En lo interno
En este contexto, la popularidad de Biden no para de caer y actualmente menos del 45% de les norteamericanes aprueban su gestión. Si a esto le sumamos que los republicanos tienen grandes posibilidades de arrebatarles ambas cámaras en las elecciones de medio término de diciembre de este año, el panorama no es nada alentador para el demócrata.
Parece ser que las mismas políticas que lanzara la administración norteamericana en las últimas décadas, sumadas a su histórica actitud patoteril con aires de superioridad (racistas) asociada a la Doctrina Monroe y la del Destino Manifiesto, le están resultando un tiro en el pie.
Así las cosas, EEUU está corriendo una carrera a contrarreloj para evitar seguir perdiendo terreno, y a la luz de las pruebas parece que la guerra (militar, diplomática, económica, discursiva y financiera) es su única herramienta.
El imperio del norte sólo propone sufrimiento, muerte y destrucción. Siempre lo ha hecho y todo parece indicar que seguirá haciéndolo. Mientras tanto los pueblos del mundo seguimos padeciendo su brutalidad, su falta de humanidad y su sed de sangre.
Si algune aún cree que la Guerra en Ucrania comenzó cuando Vladimir Putin anunció la Operación Especial para “desnazificar” ese país, está mirando otra película: la que occidente pretende imponer como verdadera.
Desde que estalló el conflicto en Ucrania lo único que se ve en la prensa occidental son las atrocidades supuestamente cometidas por el ejército del zar Vladimir Putin. Que masacre por acá, que bombardeo por allá, que tantas personas se tuvieron que ir del país y un sinfín de operaciones mediáticas y diplomáticas, pero de amplificación en las pantallas.
El dicho sostiene que en una guerra lo primero desaparece es la verdad. Y es tan así que duele. Lo único que vemos en los medios es propaganda, tanto de un lado como del otro. Lo cual nos lleva a tener que hacer un doble trabajo, porque para estar informades no hay que sólo leer una y otra campana, sino contrastar con la mayor cantidad de fuentes (que no es lo mismo que medios) para recién después poder dilucidar qué puede ser cierto y qué no y recién ahí empezar a comprender los hechos.
Pero si algune aún cree que la Guerra en Ucrania comenzó cuando Vladimir Putin anunció la Operación Especial para “desnazificar” ese país, está mirando otra película: la que occidente pretende imponer como verdadera.
Podrían ponerse múltiples momentos de la historia para anclar el inicio del conflicto, y todos serían arbitrarios. Pero como no se puede hacer de otra manera, arriesguemos uno: el triunfo de la Revolución Rusa de 1917.
Occidente (primero Gran Bretaña y luego EEUU, aunque también la Alemania Nazi) sabían -y saben- que un país tan grande en extensión como Rusia, es un mal negocio para sus intereses. Es por ello que desde aquel entonces han venido intentando erosionar las posibilidades de consolidación de un gobierno estable. Sobre todo, porque es uno de los pocos países que es tanto europeo como asiático.
Y durante un tiempo lo lograron. Caída la Unión Soviética el dominio occidental (con la anglósfera en primera línea) se expandió por todo el planeta. China aún no representaba un problema y la URSS dejaba de existir. El bloque soviético paulatinamente se fue fragmentando y occidente avanzó cada vez con mayor fuerza hacia el este. Fiel reflejo de ello fue la sistemática violación de parte de EEUU y sus aliados respecto de la expansión de la OTAN. Desde fin de la URSS en 1991 hasta el 97 el avispero no se movió demasiado, pero desde ese año hasta la actualidad 14 países se han incorporado al bloque militar y otros 3 pretenden hacerlo.
Estonia, Letonia, Lituania, Polonia, República Checa, Eslovaquia, Hungría, Rumania, Eslovenia, Croacia, Montengro, Albania, Macedonia del Norte y Bulgaria no eran miembros de la OTAN hasta el 97 y antes del 91 muchos de ellos eran parte del Pacto de Varsovia (o del bloque soviético). Hoy deberíamos sumar a esa lista a la propia Ucrania, a Finlandia y a Suecia. Prácticamente todos los países limítrofes a Rusia, más allá del grado de animosidad que tengan con el Kremlin.
Como la expansión de la OTAN podrían citarse decenas de ejemplos de cómo Occidente, encabezada por los EEUU, fue paulatinamente avanzando hacia las fronteras rusas en una guerra que como se puede observar, lleva mucho tiempo; quizás no con bajo las mismas formas, pero de larga data al fin y al cabo: Golpes de estado, revoluciones de colores, invasiones, aparición de los yihadismos y un largo etcétera. No es casual que Rusia se haya plantado en Siria. Si bien aún estaban lejos de sus fronteras, Moscú sabía que tarde o temprano era inevitable la confrontación (aunque no directamente) con occidente. Sobre todo, si tanto las proyecciones de Putin eran las de devolver a Rusia el lugar de potencia euroasiática.
Luego de los “atentados” de septiembre de 2001 y el lanzamiento de la llamada “Guerra contra el terrorismo”, las políticas de hostilidad norteamericanas fueron in crescendo. En la lista de occidente estuvieron Hussein en Irak, los afganos, Gaddafi en Libia, y Bashar Al-Assad era quien seguiría, para avanzar contra la República Islámica de Irán. Países amigos de Rusia y/o con mayor o menor grado de autonomía respecto de occidente.
Lo que se conoció como el “Techo Sirio” fue eso, una Rusia plantada, ayudando a su colega sirio quien le solicitó ayuda. Hecho donde también participaron los demás actores del mal llamado “Eje del mal” (Hezbollah del Líbano, Irán, el ejército sirio y Rusia).
Lo que a finales de 2013 se conoció como el “Euromaidán”, si bien fue un conflicto entre distintos sectores de la oligarquía ucraniana, no dejó de contar con la participación de occidente, su financiamiento y su utilización política. El derrocamiento del presidente Víktor Yanukóvich no fue casual ni únicamente por el malestar interno de su población, desde mucho antes ya existían expresiones neonazis que venían operando en complicidad de la CIA y otras entidades occidentales.
El llamado Batallón Azov, no era (no es) otra cosa que una de las estructuras paramilitares de la derecha ucraniana que reivindica a Stepán Bandera. Éste fue un austrohúngaro que organizó a la derecha antirusa ucraniana y que se alió con Hitler para que los ejércitos nazis atravesaran ese país para llegar más rápido a Moscú. Análisis e información al respecto hay mucha y muy variada, pero sin dudas una de las lecturas más agudas de la actualidad es la del director del portal Red Voltaire, Thierry Meyssan.
Así las cosas, el interinato de Turchinov y la llegada al gobierno de Poroshenko y luego de Zelenski no fueron otra cosa que la consolidación en el poder de un proyecto político pro-occidentales con un carácter abiertamente antiruso, que no tuvo ningún prurito para masacrar a sus compatriotas del Donbás durante más de ocho años. Y no estamos hablando sólo de las milicias populares de Lugansk y Donetsk, sino también de población civil. Regiones de Ucrania que no estaban de acuerdo con las directivas de Kiev, que realizaron plebiscitos y decidieron separarse de Ucrania para pasar a ser repúblicas independientes.
Ante la constante agresión del régimen de Kiev que encabezaron Poroshenko y Zelenski, las autoridades de las nuevas repúblicas pidieron ayuda a la Rusia de Putin. El Zar Vladi (como lo llama el analista mexicano, Alfredo Jalife) tenía bien claro que el país vecino podía significar un problema mayor de no frenar la avanzada nazi-antirusa.
Muches analistas sostienen que Putin y la inteligencia rusa sólo iniciaron la acción militar hasta estar 100% seguros de que era inevitable. Según señalan Zelenski en conjunto con fuerzas occidentales pretendían comenzar una ofensiva sobre territorio ruso. Y no es de extrañar si se tiene en cuenta no sólo la historia de hostigamiento contra Moscú, sino las múltiples violaciones al espacio aéreo realizado por la OTAN desde territorio finlandés, los ejercicios militares de EEUU y la OTAN en Polonia, en la misma Ucrania, en Letonia y otros países cercanos a las fronteras rusas.
Todo este relato busca complejizar la mirada sobre lo que ocurre en territorio ucraniano. No se trata meramente de un “loquito” que decidió lanzarse a una guerra, no se trata de un actor que llegó a presidente bajo la construcción mediática de sectores de la oligarquía ucraniana antirusa. Se trata de EEUU y sus socios occidentales haciendo negocios.
Y no es sólo el negocio de la guerra y la producción de armamento para que se autodestruyan entre si los ucranianos, sino la maquinaria la reconstrucción posterior del país, la deuda monumental que van a dejar por la “ayuda” en armamento y logística que proporciona occidente. También es una política para debilitar a la Unión Europea y generarles una guerra –nuevamente- en su territorio, es alejar a Rusia de la Unión Europea en términos comerciales, es construir un enemigo común (como lo hicieron con los musulmanes en su momento), etc.
Pero por añadidura buscan debilitar a China, aliado estratégico de Rusia y quien hoy le disputa la hegemonía económica y productiva a EEUU y las multinacionales occidentales.
EEUU y occidente parecen decididos a replicar la misma lógica de la carrera armamentística que utilizaron durante la guerra fría: que el conflicto se estire en el tiempo y forzar a Rusia a destinar incalculables recursos hasta que caiga por peso propio. El problema es que Moscú aprendió sus lecciones de aquella época y todo parece indicar que no cometerá los mismos errores que la llevaron a la caída de la URSS.
El avance estratégico en diferentes regiones del sur de Ucrania parece inevitable y la reciente rendición de un importante grupo de más de 2 mil militares del Batallo Azov en Azovstal, sin dudas es un duro revés para los intereses occidentales, y a medida que pasan los días, Rusia parece estar más cerca de concretar sus objetivos.
Mientras tanto los señores de la guerra siguen haciendo de las suyas.
Nicolás Sampedro
Prefiero escuchar antes que hablar. Ser esquemático y metódico en el trabajo me ha dado algún resultado. Intento encontrar y compartir ideas y conceptos que hagan pensar. Me irritan las injusticias, perder el tiempo y fallarle en algo a les demás.
El sábado 9 de abril último el primer ministro de Pakistán, Imran Khan es derrocado a través de un golpe parlamentarista. El derrocado jefe de estado pakistaní denunció abiertamente que Washington lo derrocó. Estados Unidos juega sucio en una región cercana a los intereses rusos y chinos como es Asia del Sur.
El Parlamento de la llamada República Islámica de Pakistán votó este sábado 9 de abril a favor de someter a moción de censura al primer ministro, Imran Khan. Este líder muy respetado en Islamabad, capital pakistaní, se convierte en el primer ministro de la historia del país musulmán urdu en ser expulsado del poder a través de este procedimiento. Los partidos de la oposición aseguraron los votos de 174 de los 342 parlamentarios en apoyo a la moción de censura, obteniendo así la mayoría.
Khan no dudó en días anteriores a su derrocamiento que Estados Unidos estaba detrás de este golpe parlamentarista. Parece ser que las negociaciones con Rusia y China de las últimas semanas no cayeron bien en Estados Unidos. También las fuerzas nacionalistas urdus musulmanas vieron que Khan estaba muy “flojo” a la hora de enfrentar a India por el caso del histórico conflicto de la región de Cachemira, disputada desde 1947 con Nueva Delhi.
Imran Khan también apostó a una alianza fuerte con la República Popular China.
Khan era considerado un prochino. Hasta ahí, todo bien, ya que China siempre ha apoyado a Pakistán de alguna manera con el caso de Cachemira, tirando una piedra en el jardín a India, con la cual tiene roces fronterizos desde 1965. Pero a finales de febrero, Khan viajó a Moscú para reunirse con Vladímir Putin y comprar gas y trigo pese a las sanciones occidentales, además de mantener una postura neutral respecto a la operación militar de Rusia en Ucrania. Rusia le pidió a Khan que no aliente la guerra de Cachemira, ayudando a India, aliado de Moscú. Los rusos querían la paz en el Indostán y el Punjab para hacer jugosos negocios de gas y petróleo. Esto cayó muy mal entre los agentes filoyanquis de Pakistán y los nacionalistas urdus que quieren recuperar Cachemira y hacer la guerra a India. Por otra parte, Khan aseguró que un funcionario estadounidense le expresó al embajador de Pakistán en Washington su molestia por la visita del primer ministro a Rusia.
Khan es una figura muy popular en Pakistán. Este gran jugador de cricket, el deporte más popular de Pakistán, cuando fue elegido primer ministro en 2018, Khan parecía tener casi todo a su favor. Emergió como una fuerza nueva, con actos políticos vibrantes llenos de canciones pegadizas que, junto con su enorme presencia en las redes sociales, amplificaron su firme mensaje anticorrupción.
Khan fue un pragmático y no dudó en hacer alianzas con el “círculo rojo” de Islamabad. Se reconoce ampliamente que llegó al poder con la ayuda del poderoso ejército y los servicios de inteligencia de Pakistán, y ahora se peleó con ellos. La idea era que Pakistán recupere su alianza histórica con Estados Unidos. También el costo de vida en Pakistán se disparó, con fuertes aumentos en los precios de los alimentos y la desvalorización de la rupia frente al dólar. Los partidarios de Khan culpan a las condiciones globales, pero la desaprobación hacia él fue en aumento.
Cabe destacar que Islamabad y Moscú firmaron en 2015 y 2021 dos acuerdos para la construcción de un gasoducto de 1.100 kilómetros entre Karachi y Lahore, la primera y segunda ciudad del país respectivamente. La realización del proyecto, valorado en 2.500 millones de dólares, está previsto que dé comienzo en 2023. Khan lejos de romper con Moscú, siguió con la alianza pakistaní-rusa.
Vladimir Putin e Imran Khan mantuvieron una reunión cumbre a principios de este año, la cual molestó mucho a Occidente. Islamabad se mantuvo neutral en la crisis ucraniana.
Últimamente, las relaciones de Pakistán con Estados Unidos se han deteriorado también por la situación en Afganistán. Washington acusó a Pakistán de apoyar a los talibanes, que el año pasado provocaron una caótica retirada del territorio afgano de las fuerzas yanquis y de sus aliados.
De acuerdo al presidente parlamentario, Ayaz Sadiq, la votación para elegir un nuevo primer ministro de Pakistán se llevará a cabo el próximo lunes 11 de abril. Los reportes apuntan a que el líder de la oposición en la Asamblea Nacional, Shehbaz Sharif, es el favorito para ocupar el cargo. Se trata de un filoyanqui, que buscará rearmar la alianza entre Islamabad y Washington.
Lo cierto es que Estados Unidos jugó fuerte en Pakistán, alterando la relación entre naciones de Asia del Sur y los rusos y chinos. China tenían un aliado interesante en Pakistán, y lo mismo Moscú. Ahora una Pakistán filoyanqui molesta a una India filorrusa y antichina. También a un Afganistán filorruso y filochino. Estados Unidos alentará el nacionalismo de los urdus en Cachemira contra una India aliada a Rusia. A su vez, India está entre dos fuegos: Pakistán filoyanqui y China. ¿Se unirá de nuevo a Washington para calmar las aguas?
Queda claro que Biden estropeó los intereses comerciales de rusos, chinos, afganos e indios con esto de Pakistán. La idea es enlodarlo todo. Asia del Sur ahora se convierte en el primer coletazo del conflicto entre Estados Unidos y Rusia-China.
Mauricio Piñero
Cuentan las crónicas que nació como el hijo de nadie. Luchando por la Patria Grande, como Internacionalista y antiimperialista. Tripero de alma y cuerpo, siempre junto a la patriada barrial. La historia descolonizada es mi pasión como docente de la Escuela Pública y de los barrios. Las noticias sobre los pueblos que luchan como forma de viajar hacia una verdadera justicia social global.
En 1829, seis años después de la famosa proclama del gobierno de James Monroe, Simón Bolívar se refirió con gran claridad política a la potencia norteamericana señalando en una frase, ahora famosa, que Estados Unidos parecía estar destinado “a plagar a América de miseria en nombre de la Libertad”. Esa afirmación no fue una premonición sino el producto de un análisis muy acertado del Libertador sobre el expansionismo y el supremacismo blanco anglosajón, que ya se expresaban en la política estadounidense a principios del siglo XIX.
La joven potencia, paradójicamente formada por migrantes de diversos países, creció signada por un profundo racismo y la idea de ser una nación excepcional, con un “Destino Manifiesto” que, luego de la Segunda Guerra Mundial, lo facultaba para llevar las riendas del mundo capitalista. Al racismo estructural de la cultura occidental que desprecia las culturas latinoamericanas, africanas y asiáticas, se sumó, en las más de cuatro décadas de Guerra Fría, una fobia anticomunista promovida por Estados Unidos.
Una vez desintegrada la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), ese destino que creían haber logrado alcanzar tropezó con pueblos insumisos y potencias emergentes.
Para sostener su poder económico y político invade países de África y Medio Oriente y estimula la “islamofobia” con herramienta cultural para acompañar el discurso supremacista frente a los países invadidos.
El nuevo milenio comienza con la consolidación de un gran bloque latinoamericano antiimperialista, una Rusia que se fue reconstruyendo política y económicamente de las cenizas de la URSS y una China que silenciosamente se había convertido en una potencia que hoy le disputa el primer lugar como economía mundial.
Ahora, ante el lento derrumbe del imperialismo y su mundo unipolar, Estados Unidos está dispuesto a generar nuevas guerras, antes que aceptar ser una potencia más dentro de un mundo multipolar. Como ya hemos dicho, estos conflictos requieren que siembre más miedos y fobias. La pregunta consiste en cómo justificar un discurso supremacista estadounidense sobre dos poderosas culturas, y particularmente sobre la milenaria cultura china, cuna de muchos de los más grandes inventos de la humanidad, y en cuya raíz está el evitar los conflictos que pongan en riesgo la paz que el pueblo chino sabe valorar.
El uso de la pandemia para despertar la “sinofobia”
Tan pronto como China anunciara la aparición de un contagioso virus en su territorio que poco a poco se convirtió en pandemia, Estados Unidos comenzó a promover esa fobia contra China que requiere para abonar el terreno de la guerra.
Donald Trump, uno de los presidentes estadounidenses más representativos del supremacismo blanco, comenzó a hablar del “virus chino” en lugar de utilizar el nombre científico que se le había asignado.
Trump alimentó la tesis de que el nuevo coronavirus había sido creado por China para establecer una especie de control mundial a partir de la muerte de millones de personas.
La tesis del entonces presidente estadounidense se caía por su propio peso. Primero porque es ilógico y casi ridículo pensar que China haya lanzado un arma biológica en su propio territorio, y segundo porque, tal como luego lo confirmó la Organización Mundial de la Salud (OMS), era muy poco probable que este virus se hubiera originado en un laboratorio. Pero, aun así, esta acusación logró gran impacto mediático.
Un estudio publicado hace unos meses por la Asociación Norteamericana de Salud Pública, logró establecer una relación entre el primer trino de Trump usando las palabras “virus chino” con un aumento de expresiones racistas y xenófobas antiasiáticas en las redes sociales, y la ejecución de crímenes de odio contra la comunidad asiática residente en Estados Unidos.
A pocos meses de asumir la presidencia, Joe Biden ordenó a la llamada “comunidad de inteligencia” de su país que elaborara un informe sobre los orígenes del virus. Según el informe final, no hubo consenso entre las agencias de inteligencia sobre el origen del virus SARS-CoV-2 causante de la covid-19. La investigación concluyó que aquél no había sido diseñado como arma biológica y que no era posible asegurar que hubiera salido de un laboratorio chino, pero de igual manera, el discurso del nuevo gobierno estadounidense continuó señalando a China como responsable de esta pandemia.
En ambos casos, los mencionados carteles de comunicación de masas se encargaron de difundir estas teorías que resultaban tan útiles para promover la ansiada “sinofobia” en los países occidentales. Primero alimentando la incertidumbre sobre el origen de la pandemia, y luego estigmatizando hasta las costumbres culinarias y la medicina tradicional del gigante asiático.
La razón de esta campaña, que como hemos señalado se mantiene de diversas formas, mande quien mande en la Casa Blanca, obedece precisamente a la necesidad de reafirmar la idea racista y xenófoba del supremacismo estadounidense para justificar las agresiones que han ejecutado y las que probablemente piensan ejecutar próximamente contra China.
Quién produce armas biológicas
Mientras tanto, en esa pugna, Washington ha optado por centrarse primero en Rusia para tratar de desplazarla del tablero geopolítico, de modo que posteriormente pueda enfocarse en la disputa definitiva con China.
Por eso, Estados Unidos ha empujado la guerra en Ucrania utilizando a la OTAN para sacrificar a toda Europa, lo que además le servirá para reeditar un Plan Marshall que garantice la continuidad de su subordinación. Consecuentemente con todo lo aquí dicho, se impone hoy una censura sin precedentes contra Rusia y se estimula una terrible “rusofobia”.
A principios de marzo de este año, el gobierno ruso denunció la existencia de laboratorios biológicos en Ucrania en los que se estarían realizando peligrosas investigaciones y produciendo armas biológicas. Evidencias sobre el papel rector del Departamento de Defensa de los Estados Unidos sobre estos laboratorios fueron presentadas por una periodista búlgara y tácitamente asumidas por la subsecretaria de Estado norteamericana, Victoria Nuland, quien confirmó la existencia de dichos laboratorios y manifestó la preocupación del gobierno estadounidense por que los materiales que ahí se encuentran no “caigan en manos de las fuerzas rusas”, ante el Senado de su país, lo que comprueba que dichos laboratorios tienen importancia militar.
A raíz de esta información, el portavoz del Ministerio de Defensa de la República Popular China recordó en una rueda de prensa realizada hace pocos días, que China fue víctima de ataques con armas biológicas en el pasado y por eso ha abogado siempre por la completa prohibición y erradicación de este tipo de armas de destrucción masiva, por lo que llamó a Estados Unidos a respetar la “Convención sobre la prohibición del desarrollo, de la producción y del almacenamiento de armas bacteriológicas (biológicas) y toxínicas y sobre su destrucción” firmada en 1972; del mismo modo pidió al gobierno estadounidense que aclare ante la opinión pública mundial, qué hace en los 336 laboratorios biológicos que posee en 30 países del mundo.
Recientemente en Nuestra América, por ejemplo, la oposición colombiana exigió al gobierno de Duque que revele si se almacena en el país armas nucleares o biológicas estadounidenses, ya que tras su reunión con Joe Biden el pasado 10 de marzo, el presidente colombiano afirmó públicamente que Colombia “puede almacenar en nuestro territorio equipos para Estados Unidos que puedan servir ante cualquier situación de riesgo”.
Pero ante todas estas evidencias sobre la producción de armas biológicas por parte de Estados Unidos que ponen en riesgo al mundo entero, las grandes corporaciones mediáticas han optado por restar importancia a estas graves informaciones o simplemente callar. Esto deja claro que estos carteles de la comunicación están al servicio del discurso supremacista estadounidense para promover sus fobias y justificar sus guerras, y nos recuerda que la paz mundial requiere también grandes batallas en el terreno de la comunicación.
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