Por Maia Cubric*

Jair Bolsonaro plantea la vuelta del fútbol como un beneficio para la sociedad. ¿A qué está ligado este interés? ¿Se debe solamente a la implicancia económica del mismo? ¿O es una estrategia para afianzar su posición reticente frente al aislamiento?
La paralización del mundo del deporte, con lo que eso implica social y económicamente, es un tema que actualmente está en la agenda mediática. En este contexto, donde se visualizan más claros los intereses de fondo de cada posicionamiento político, el lugar que se le concede al fútbol, y cómo se lo concibe, aporta varias aristas al análisis. Lo que sucede en Brasil puede servir como ejemplo para graficar al campo del fútbol como un espacio en constante disputa.
Brasil es el noveno país del mundo con más casos de Covid-19, tiene más de 100.000 contagiades, y a Jair Bolsonaro eso parece no importarle porque constantemente se “burla” del virus. Sin ir más lejos, hace tres días, el presidente se expresó a favor de la vuelta del fútbol, desconociendo el cuidado colectivo como estrategia frente a la pandemia, que ya se cobró la vida de 7921 personas en el país.
El fútbol: expresión y herramienta política
En un breve repaso por las nefastas declaraciones que realizó el presidente, es clave tener en cuenta que siempre tomó esa posición en lo que al fútbol y la continuidad de los torneos respecta. El 15 de marzo declaró que “cuando se prohíben partidos de fútbol, entre otras cosas, se cae en la histeria, a mi entender, y yo no quiero eso”. Lo paradójico de esa frase radica en que a Bolsonaro pareció no importarle nunca la tranquilidad de su pueblo, salvo en ese caso en el cual es el argumento para su interés. El posicionamiento de Bolsonaro respecto al fútbol, se puede interpretar desde diversos lugares: en primer lugar, es evidente que está estrechamente relacionado a la importancia económica que recae en el cese de actividades. En segundo lugar, la vuelta del fútbol implicaría la flexibilización de distintas medidas de seguridad respecto al aislamiento, a las cuales Bolsonaro se opuso desde el primer día.
En ese mismo momento, en el que el presidente hacía estas polémicas declaraciones, los jugadores y directivos de Gremio salían a la cancha con barbijos para protestar que estaban poniendo en juego su salud por intereses o caprichos particulares, en un contexto mundial que requiere la construcción colectiva. Tratar a les futbolistas solamente como instrumentos de entretenimiento para la población, es inhumano. Sin embargo, no está alejado de la concepción que tienen los gobiernos neoliberales sobre el pueblo, que para ese orden representa un número más.
Pese a idas y vueltas, y en relación con las medidas a nivel mundial, las distintas competiciones y torneos de Brasil, fueron suspendidas a mediados de marzo.
¿Y ahora?
A medida que crecieron abismalmente los casos de contagiades y muertes en el país vecino, Bolsonaro reafirmó su posición, pero esta vez expresando que el fútbol debía volver “para proteger los empleos y la economía“. Esa dicotomía que señala que economía y salud son asuntos separados y que por ende se tiene que elegir por cuál abogar, carece de sentido. Salvo para este sistema capitalista que busca expandir la primera, a costa de la destrucción de la segunda.
Lo cierto es que Bolsonaro se mostró desde el primer día reticente a declarar el aislamiento y pretendió que el ritmo de vida y producción humano no cambiase de curso ni en un contexto que lo obligue. Esta decisión política es la que llevó a Brasil a estar cavando fosas comunes y contando las muertes como números, y de la cual Bolsonaro no retrocede porque ahora suma el componente del fútbol, para presionar los aislamientos sociales que cada departamento declaró.
El miércoles pasado Bolsonaro prometió, mientras paseaba con la remera del Palmeiras en la residencia presidencial, que permitiría que se vuelva a jugar al fútbol. El lunes, en una rueda de prensa, declaró: “Las autoridades del fútbol han entrado en contacto conmigo. Si depende de mi voto, lo apruebo. Lógicamente, con el respaldo técnico del Ministerio de Sanidad, que creo que será favorable a que vuelvan los entrenamientos”. Acto seguido se presentó en un acto en Brasilia, sin barbijo como acostumbra para deslegitimar el virus, y crítico las medidas de confinamiento social.
En una entrevista a Radio Guaiba se lo escuchó decir, entre otras cosas que“la decisión de reanudar el fútbol”no era suya,“pero podemos ayudar” y que “hay mucha gente en el fútbol que está a favor de una reanudación, porque el desempleo va a tocar también a la puerta de los clubes“. Sin embargo el Bolsonaro que quiere resguardar la situación de los clubes, y se vende como solidario, es el mismo ignora todas las problemáticas económicas, políticas y sociales de su pueblo. Entonces, su interés desmedido por la vuelta del fútbol, responde a un patrón de conveniencia. Para terminar el tema en la rueda de prensa, y como ya es costumbre, expresó su comentario estigmatizante: “Los futbolistas, si se infectan con el virus, tienen una probabilidad muy baja de morir. Y eso es debido a su estado físico, porque son atletas”.
A su vez el presidente informó que el ministro de salud, Nelson Teich, emitiría una sugerencia para que los partidos se reanuden. El otro responsable que Jair Bolsonaro designó para organizar la reanudación de las actividades deportivas fue Marcelo Magalhães, secretario de Deportes del Ministerio de Ciudadanía. El presidente les encargó explícitamente que trabajen en conjunto con la Confederación Brasilera de Fútbol (CBF).
El jueves pasado, dicha confederación (CBF), envió al ministro sugerencias sobre pasos a seguir ante una posible reanudación.En relación a esto, Teich declaró “Todavía estamos estudiando, pero son iniciativas que podrían mejorar la rutina de las personas, porque el confinamiento tiene un impacto muy negativo en el bienestar de la población”. El viernes, el Ministerio de Salud de Brasil comunicó que “es favorable el retorno de las actividades del fútbol, en tanto que sean atendidas todas las medidas que sean presentadas en este parecer”.
La posible vuelta del fútbol implicaría en Brasil una serie de medidas que organicen dicha situación. Teniendo en cuenta que el sistema de salud brasilero está desbordado y que no hay siquiera disponibilidad de pruebas de testeo rápido, el punto de partida es caótico. Bolsonaro propone, ahora, tener las precauciones por las que nunca invirtió ni tiempo ni dinero cuando debía hacerlo. Es que no le interesa la salud del pueblo, sino cumplir con las medidas que le piden para el regreso del fútbol. Entonces, mientras promulgan la importancia de este cuidado colectivo, hace semanas que ignoran a les médiques que protestan porque carecen de recursos y protección para llevar a cabo su trabajo.
Según el Ministerio de Salud, les futbolistas deberán ser testeades antes de cada partido y permanecer a no menos de dos metros de distanciamiento. En la situación actual de Brasil, con un brutal desfinanciamiento al sector público, hacerse un test es un privilegio que exige el pueblo brasilero y que solamente se le otorga a los futbolistas para continuar el espectáculo.Si bien no existe fecha fija aún para la vuelta del fútbol, es cada vez más un hecho a nivel nacional, pero que cada departamento deberá evaluar según la particularidad de su situación. Obviamente, se habla de encuentros sin público presente.
¿Se puede estar a favor?
Aunque parezca irrazonable, existen quienes se declararon a favor del regreso a las canchas. Obviamente respaldando sus intereses concretos. Uno de los principales defensores de que se anule la suspensión de los campeonatos es el presidente del Atlético Paranaense, Mário Celso Petraglia, el cual, no es menor destacar, hizo la campaña política por Bolsonaro en 2018. El argumento que presenta es que “si el fútbol no vuelve cuanto antes, los clubes, incluidos los grandes, entrarán en colapso económico”.
Ayer, por otra parte, el presidente del Porto Alegre, Marcelo Medeiros declaró que “Los jugadores que no quieran jugar pueden renunciar”, obligando directamente a les futbolistas a aceptar o ser expulsades. Y agregó: “Estoy seguro de que todos quieren trabajar. Otro problema que enfrentamos ahora es el tema económico. Los jugadores que no quieran jugar pueden renunciar. Si se abre la posibilidad de que el fútbol regrese, cumplirá el contrato que firmó”.
Nadie sale campeón sole
Pese a la imposición directa de Jair Bolsonaro y sus aliados en el mundo del deporte, ayer, jugadores de distintos equipos como Flamengo, Corinthians, Vasco da Gama, Fluminense, Cruzeiro, se expresaron en contra de la vuelta del fútbol. Así, la Federación Nacional de atletas Profesionales del Fútbol (FENAPAF), sacó un vídeo que tiene como mensaje central el cuidado colectivo de la salud y en el que participaron distinto jugadores reconocidos como Felipe Melo, Cassio y Diego. Allí, concretamente expresan “Estamos acá y necesitamos ser escuchados con atención, al fin y al cabo somos una democracia […] Pero necesitamos pensar en la salud todos nosotros”.
A su vez, este miércoles, el capitán de la selección brasileña de futbol, Daniel Alves, se posicionó en contra de la idea el regreso y me recomendó a Bolsonaro “pensar en el bienestar del pueblo“. Además agregó que “son muchas familias y muchas personas trabajando en pos del combate contra esa pandemia” y que por ende,“usted, como la persona más importante de este país, debería también pensar en el bienestar de nuestro país y de nuestro pueblo”.
Queda claro, entonces, que los interés de la derecha se reflejan en todos los ámbitos que componen a un país, y el fútbol como actor social que moviliza masas, y por ende economía, ocupa un lugar central. ¿Se volverá a jugar al fútbol en Brasil en medio de una crisis sanitaria global? ¿Qué va a implicar la reestructuración mundial posterior a esta pandemia en el deporte? ¿Cómo pensar un fútbol al servicio del pueblo? En primer instancia entendiendo que nadie sale campeón sole y que el deporte es un espacio para pensar y construir desde la colectividad.
* Periodista, conductora del programa La Marea (Radio Futura - FM 90.5), columnista del programa No Se Mancha (Radio Estación Sur – FM 91.7), colaboradora de Revista Trinchera y de Agencia Timón.