La multideuda, contraída con 19 países originalmente, fue refinanciada en busca de mejores condiciones de pago durante octubre de 2022. Esta semana Sergio Massa se reunió con los acreedores para sellar dichos acuerdos, en un contexto donde la generación de divisas no cubriría los pagos.
El ministro de Economía, Sergio Massa, selló los acuerdos pactados el 28 de octubre de 2022 por 2000 millones de dólares con los países miembros del Club de París, en el marco de la re confirmación de lo firmado, situación que es impulsada por reglamento del mismo club.
Los convenios fueron realizados con embajadores y diplomáticos de Países Bajos, Alemania, Canadá, Israel, Finlandia, Dinamarca y Austria, en el Palacio de Hacienda. Anteriormente se habían cerrado otros convenios con Italia en diciembre, y con Suiza y Estados Unidos en marzo.
El Club de París se asentó como tal a raíz de la urgencia de Argentina de reunirse con todos los acreedores con los que había contraído deuda en 1956, durante la gestión golpista de Pedro Eugenio Aramburu. Actualmente, las naciones que integran dicho conjunto son Australia, Austria, Bélgica, Brasil, Canadá, Dinamarca, Finlandia, Francia, Alemania, Israel, Irlanda, Italia, Países Bajos, Japón, Noruega, Rusia, Corea Del Sur, España, Suecia, Suiza, Reino Unido y Estados Unidos. Se estima que la mitad de la deuda fue contraída por las dictaduras del nombrado Aramburu y la última sucedida entre 1976 y 1983, mientras que el mayor porcentaje de la otra mitad sucedió durante las gestiones de Carlos Saúl Menem y Fernando de La Rúa, y en un ínfimo porcentaje durante el mandato de Raúl Alfonsín.
Tras la gestión de De la Rúa, no solo no se contrajo más deuda, si no que se puso en marcha la operación para reestructurar la que ya existía, lo cual, tras varios intentos, pudo ser efectuado en 2014 bajo el mandato de Cristina Fernández de Kirchner cuando se logró un acuerdo de pago en cinco años, que posteriormente sería renegociado hasta la fecha actual. Esta semana, el encargado de la cartera económica logró extender los plazos hasta 2028 con una reducción en los intereses aplicados que baja de un 9% a un 3%, y aumentará tan solo a un 4,5% final.
“El acuerdo no es bueno ni malo, depende de para que lo utilices, si es para obra de infraestructura y se logra ampliar la productividad y por lo tanto en momento de pagar ya es redituable, sirve, lo que es muy distinto al Fondo Monetario que solo se preocupa porque el dinero que tomaron los acreedores sea devuelto”, explicó a Revista Trinchera la economista Clara Razu.
“La cuestión con cualquier endeudamiento es nuestra capacidad de generar reservas, que está diezmada por la sequía que resta ingresos de divisas, sumado a que hoy estamos con un dólar soja que busca liquidar cuatro mil millones de exportaciones que no se liquidaron”, añadió.
El problema que rige actualmente en la capacidad que tiene la industria nacional para regenerar reservas, yace en los ingresos esperados que no se efectúan debido a las sequías, sumada a la problemática de crear distintos tipos de cambios para que el sector agroexportador liquide la producción acumulada a la espera del mejor tipo de precio posible.
De esta manera, se complejiza cumplir con los pagos estipulados si la balanza comercial no se regulariza, más allá de que existan nuevos ahorros en importaciones que se puedan dar a través de la operatoria de deuda pública ejecutada el mes pasado, la puesta en marcha del gasoducto Nestor Kirchner y/o con restricciones impuestas a importaciones que eviten la fuga de divisas por sobre la facturación de importaciones Además, según Razu, otro punto fuerte de fuga de divisas es la abaratada venta de divisas a empresas trasnacionales.
“Siempre es una buena negociación el endeudamiento en obras de infraestructura; siempre es redituable, pero se complejiza en el marco en el que hay una sequía de tal dimensión, sumado a los dólares baratos que se venden desde el central a empresas trasnacionales”, concluyó Razu.