Luego del repunte de 2021, se estima que el crecimiento en 2022 será en torno al 3% y mientras que en 2023 rodará el 2,5%. En buena parte se debe a un “arrastre estadístico” y se advierten posibles “amenazas”.
Luego del impacto que supuso la pandemia, la economía argentina vivió un repunte del 10,3% en 2021. Tanto el Gobierno Nacional como consultoras privadas pronostican un crecimiento sostenido para 2022 y 2023 en base a distintas proyecciones. De concretarse estas estimaciones, el PBI argentino crecería durante tres años seguidos por primera vez en 15 años.
La consultora Sarandí destacó en un informe que la última vez que la actividad creció durante tres años seguidos fue en 2008. Desde entonces, luego del bienio 2010-2011 -en el que hubo crecimiento- comenzó “la maldición de los años pares”, dicho que responde -según diferentes economistas- a los vaivenes de subas en 2013, 2015 y 2017, y caídas en 2012, 2014, 2016 y 2018. La crisis financiera de este último se extendió hasta 2019 y pandemia profundizó la caída de la actividad económica en 2020. Se completan así tres años consecutivos de caída por primera vez desde 2002.
En ese marco, los analistas consultados en el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM), señalaron que el PBI crecerá 3% en 2022 y 2,2% el año próximo. En tanto, en el acuerdo del Gobierno con el FMI se prevé una expansión de entre el 3,5% y 4,5% para 2022 y de entre 2,5% y 3,5% para 2023. Por su parte el FMI pronostica un crecimiento de la economía argentina del 3% para este año y del 2,5% para el 2023.
El informe de Sarandí, advierte que “la posibilidad de sostener el crecimiento los dos próximos años se puede ver amenazada por diferentes avatares macro que rompan el proceso a la mitad”. Según detalla el documento puede darse “tanto un deterioro de los términos de intercambio, como un tipo de cambio poco apropiado para la competitividad de nuestra economía, puede reducir de manera sensible la disponibilidad de dólares, y de esa forma afectar la velocidad del crecimiento”.
Asimismo el informe remarcó que “otra rigidez tiene que ver con los aspectos financieros, dado que un incremento en el costo de fondeo para las empresas terminaría ralentizando la inversión productiva. En este punto hay una manta corta, producto de que un subsidio excesivo de tasa abarata el fondeo para la dolarización de activos y puede ser contraproducente”.
En tanto el director de la consultora Analytica, Claudio Caprarulo, señaló que “un escenario más optimista puede darse si los precios de los commodities mantienen y/o aumentan los términos de intercambio récord que hoy tiene nuestro comercio con el resto del mundo”, a lo cual agregó que “el desafío es que Argentina pueda aprovechar al máximo las nuevas condiciones de demanda de alimentos del mundo sin que se dificulte aún más el acceso a los sectores más desfavorecidos de nuestro país a la canasta básica alimentaria”.