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– ¿Cómo fue la discusión en la cámara de diputados sobre los muchos proyectos que buscaban legislar el teletrabajo?

– En realidad terminaron siendo más de 14 proyectos. En la comisión de trabajo, que es donde empezamos a discutir esto, en general hubo un consenso de que el teletrabajo antes de la pandemia y del aislamiento obligatorio tenía más o menos incidencia en poco más del 10% de los trabajadores y trabajadoras del país y pegó un salto muy grande.

Todos vimos que había un vacío legal y percibíamos algo que creo que se va a dar efectivamente así y que es que cuando haya pasado el aislamiento muchos van a quedar incorporados a esta modalidad del teletrabajo. Así que desde ahí hubo una base de consenso de que era una ley necesaria. Tanto desde el Frente de Todos como la gente de Cambiemos acompañó la idea de que era necesario discutir este proyecto y eso facilitó de algún modo las cosas porque -a pesar de que después surgieron diferencias- la votación del dictamen en general fue de aprobación por prácticamente todos. Hubo muy pocas abstenciones.

– Es sabido que hay algunos sectores que se oponen a todo tipo de regulación. Hubo algunos diputados y diputadas que plantearon que esto afectaba el derecho del empleador a despedir y a organizar el trabajo dentro de su propia empresa…

– Si, hubo una serie de convocatorias (en la comisión de trabajo). Empezamos convocando a las organizaciones sindicales. Todas las centrales sindicales del país, la CGT, las 3 CTA, varios sindicatos que ya vienen incorporando el tema del teletrabajo en sus convenios como por ej la gente de FOETRA. Ahí hubo coincidencia en que la ley estableciera un piso de derechos y de garantías y que después en los convenios se pudiera discutir la particularidad, porque una cosa es teletrabajar siendo periodista y otra cosa es teletrabajar siendo médico u oficinista.

Lo fundamental era reconocer el derecho a pertenecer a la organización sindical, porque en muchos casos el teletrabajo se usa para licuar la pertenencia del trabajador del colectivo que lo representa. Es el modelo “Silicon Valey” que le llaman así porque se aplicó primigeniamente en ese lugar de EEUU, y que significa una relación absolutamente invisible, inasible, entre un trabajador y una empresa que impone las condiciones.

En la segunda reunión charlamos con los empresarios, quienes tuvieron miradas disímiles. En general quienes representan a pequeñas y medianas empresas acompañaron la idea, los representantes de la UIA plantearon alguna objeción pero tampoco fue una oposición frontal.

Posteriormente recibimos una nota de “IDEA”, que es ese agrupamiento empresario que reúne a unas 500 empresas y que es más bien un foro de opinión como el simposio que hacen anualmente. Estos hicieron el tipo de caracterización que planteabas en la pregunta: que esta ley iba a agregar complejidades y que iba a significar tener que incorporar trámites de burocracias que iban a terminar redundando en la industria del juicio. El caballito de batalla permanente de quienes pretenden que haya un vacío legal porque siempre este da lugar al abuso.

– Aprovechando tu profesión de maestro y como parte del SUTEBA y de la CTERA, y si bien la educación está funcionando de manera virtual, a veces no igual para todes. Hemos descubierto muchas diferencias a la hora de usar la tecnología ¿Qué reflexión hacés al respecto?

– Justamente el SUTEBA hizo una encuesta muy interesante. Tomó un universo de 5038 docentes, divididos geográficamente en proporción a lo que representa el conurbano y el interior, y salen datos que realmente permiten ver cosas que como decías. Uno puede decir que continúa el ciclo lectivo (o mejor dicho los aprendizajes), pero en la encuesta surge que por ejemplo el 43% de los docentes no tiene computadora, no está equipado, y trabajó como pudo con el teléfono celular. Por supuesto no sabemos el dato exacto en los alumnos pero el cálculo es que es todavía mucho mayor la carencia de equipamiento.

Otro dato muy importante, más de 60% de los docentes continuó -además de trabajando en el hogar- yendo a la escuela para preparar los bolsones de alimentos, para repartirlos, para hacer tareas de apoyo en el barrio. Esto es muy encomiable, porque que un poco más del 60% haya estado poniendo el cuerpo, habla extraordinariamente bien del compromiso que tienen los maestros (…)

(…) Ya estamos pensando pensando en el regreso a la escuela. El jueves hubo una reunión con el Ministerio de Educación. Todos los ministros junto con los gremios acordaron que desde agosto, gradualmente, se va a empezar a volver a las aulas. Y se han definido algunos parámetros que se tienen que cumplir sí o sí para que eso pueda suceder: 1- las garantías de medidas de higiene (tapabocas, mascarillas), equipamiento de las escuelas, y sobre todo la información, primero con los docentes y después con los padres.

Esto porque el ministerio hizo una encuesta con más de 2400 casos y más del 40% dice que aunque se abran las escuelas no va a mandar a sus hijos porque tiene miedo, y una cifra más o menos parecida reconoce que los va a mandar -porque no puede no mandarlos- pero que lo va a hacer con miedo. Hay que trabajar sobre ese miedo, con mucha información, para que los padres no vivan esto como un hecho angustiante.

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