Colectivizando La Plata

Colectivizando La Plata

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En esta fecha muy importante, 28 de Junio, Día Internacional del Orgullo LGBTQI+, marcaremos cómo se fueron formando espacios de debate y construcción en base a la obtención de derechos en el campo de la diversidad local. A puro trabajo colectivo y autogestivo. Movilizados por la idea de apostar una realidad menos destructiva.

En lo que va del transcurso del año en la ciudad de La Plata han ocurrido varios actos de violencia, discriminación y odio orientados hacia al colectivo LGBTQI+.

Ante un panorama complejo, las disidencias encuentran las formas de tejer nuevas redes, para luego generar fuerzas y apostar a una transformación social. Poniéndole un freno al que anda por libre albedrío, anteponiendo el interés propio a cuerpos ajenos.

El lunes 3 de abril la Municipalidad de La Plata dio a conocer su proyecto sobre la “reubicación” de la denominada Zona Roja de la ciudad a la Avenida 122, desde 52 hasta 55. Este lugar se lo considera como triple frontera, donde se mezcla la jurisdicción de La Plata con Ensenada y Berisso. A la que históricamente se la representa como tierra de nadie.

Ante el código represivo del intendente Julio Garro, organizaciones travestis, trans, de la diversidad sexo genérica, políticas, sociales, estudiantiles y gremiales en asamblea abierta, decidieron movilizarse en las calles.

“Falsas promesas, en ningún momento se puso sobre la mesa las discusiones y las problemáticas que acercamos las personas travestis y trans de la ciudad“, expresó ante el megáfono Galaxia, activista y referenta de Marea Rosa, encabezando la columna que movilizó hacia la Municipalidad el 20 de abril. “Trabajo sexual es trabajo, negarlo es violencia. La prohibición nunca fue la solución, basta de perseguir y criminalizar a trabajadoras sexuales”, agregó.

Video de la marcha contra la reubicación de la zona roja.

Desde marzo, cada mes, el Desconche Espacio organiza un encuentro cultural llamado Pop Up. En la vereda de la intersección de las calles 2 y 42, proponen romper los límites de las ferias tradicionales, en búsqueda de capitalizar el arte donde feriantes, musiques, artistas visuales, tatuadores y performers se juntan a colectivizar y difundir las propuestas de trabajo y distintas disciplinas artísticas de manera autogestiva, segura y con cupo completo de disidencias.

“El objetivo siempre fue que es posible vivir del arte, no es imposible. Hay mucha gente no binaria trans que está buscando sus espacios. Vengan al Pop Up. Nos terminamos juntando el trolerío”, dice Jul, organizadora.

Video entrevista a Jul, organizadora del Pop Up

El 17 de mayo, Día Internacional contra la Homofobia, la Bifobia y la Transfobia, en las calles 7 y 47 se lleva adelante una Runway (intervención artística) organizada por la comunidad Ballroom La Plata como método de protesta frente al acto de transodio y violencia física que recibió Glenda por parte de vendedores de dólares.

“Me quejo de la violencia que se ejerce sobre mi identidad. Me quejo y grito porque tres hombres me insultaron, me increparon, me golpearon y me amenazaron. Todo en frente de la cara de la gente un miércoles a las 11 del mediodía en el centro de la ciudad de La Plata”, explica Glenda en la Runway.

Video del descargo de Glenda en la Runway

En la primera semana de junio tuvo lugar en la ciudad, la novena edición del Festival de Cine sobre Géneros y Diversidad: Espacio Queer.

“En Espacio Queer no solamente pensamos y debatimos estas temáticas relacionadas con el cine LGBTQI+, sino que nos encontramos y en ese encontrarse, como cuando unx se encuentra en las calles o en las marchas, es un espacio más donde se genera resistencia relacionada a este avance de la derecha. Nos damos cuenta de que no estamos tan solxs cuando vemos una sala llena”, cuenta Antonella Larocca, programadora de Espacio Queer.

Video de la 9na edición de Espacio Queer

Existen varios grupos sociales de artistas, militantes y personas autoconvocadas que se organizan para dar respuesta a estos sucesos. Se pone en debate que los espacios seguros creados por y para las disidencias no son suficientes como único método de transformación social. Ya que, en las calles, donde se reproduce el sistema, se siguen multiplicando los crímenes de odio.

En estos tiempos en los que el ser humano se ve constantemente bombardeado, por una infinidad de estímulos externos, encasillado a una compleja individualidad, estos grupos sociales piensan la forma estratégica de interpelar a la sociedad utilizando el arte como método de protesta, ocupando los espacios públicos y obligando, a través de varias expresiones artísticas, a ser parte de este sufrimiento que es ir en contra de lo preestablecido. Tratando de ser lo que realmente sienten que quieren ser.

Espacio Queer: Relatarnos a nosotres mismes

Espacio Queer: Relatarnos a nosotres mismes

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En la primer semana de junio, el mes del orgullo, tuvo lugar en la ciudad de La Plata, la 9na edición del Festival de Cine sobre Géneros y Diversidad: Espacio Queer.

En palabras de una de sus programadoras, Antonella Larocca, Espacio Queer (E.Q.) comenzó en 2009 como un espacio de cine debate entre un grupo muy pequeño de personas sobre temáticas LGBTIQ+. Un lugar de encuentro para quienes gustaban conocer cine enfocado en la identidad y la sexualidad.

Es así que tuvo inicio la necesidad de, no solo encontrarse a debatir, sino también de poder conocer producciones propias y ajenas en un ambiente que comenzaba a ganar terreno en la discusión social. Algunos encuentros después, el equipo de E.Q. dio inicio a un ciclo de Festivales Autogestivos donde diferentes realizadores pueden contar con un espacio de exhibición en nuestra ciudad.

Espacio Queer se construyó en medio de conquistas sobre los discursos que comenzaron a formular los feminismos al día de hoy. Y en una ciudad que desde el mismo año es gobernada por la derecha de Julio Garro, que poco le interesa construir políticas que abonen a promover derechos sociales.

La representatividad del colectivo LGBTIQ+ en el cine abona muchísimo a la construcción de las identidades y a generar espacios libres y gratuitos con mirada crítica, lo cual es más que celebrable, incluso hoy día cuando parece que todo ya está discutido.

Este año, el festival tuvo sede en el ya clásico, Cine Select del Pasaje Dardo Rocha y contó con actividades especiales en el Centro de Arte de la UNLP, en el Museo de Arte Contemporáneo Latinoamericano y en la Fábrica Cultural “En Eso Estamos”.

Lejos de ser un mero espacio cinematográfico, Espacio Queer brinda una propuesta que amplía la interacción y el debate, propone el encuentro acompañado de intervenciones musicales y ferias de comerciantes independientes. Durante el mismo se incluyó una competencia internacional de largometrajes y nacional e internacional de dos cortometrajes “que se enfocan en diversos tópicos y realidades de las identidades disidentes”.

Espacio Queer busca saltarse de los estereotipos en los relatos sobre el colectivo LGBTIQ+, saliendo de la mirada mercantilista y comercial de la etiqueta; buscando la reflexión hacia la construcción de una identidad libre y sin normativas.

Las producciones seleccionadas por el Espacio, intentan salir de la postura de la víctima de ser disidencia, sino que buscan jugar con diferentes géneros como la comedia, o donde se celebre la identidad queer fuera del drama. Por ejemplo, este año la sección “Retrato en llamas” se abocó a la representación de las identidades lésbicas, corrida de la construcción fetichista y patriarcal que se realiza en distintas producciones culturales, “nos interesa que esas representaciones sean en primera persona, que las personas parte del colectivo puedan hablar por sí mismas”, agregó Antonella sobre la temática.

Habitar sobre lo habitado, repensar lo que consumimos y cómo representamos nuestro goce y deseo a través de consumos culturales es parte de la identidad de Espacio Queer. Además del cine, en el espacio se pudo participar de un taller titulado “Porno, quiero revolcarme con vos”. En el mismo se debatió sobre un consumo muchas veces silencioso, que existe y necesita ser debatido, que tiene que ver sobre la representación audiovisual sobre nuestros placeres, la pornografía.

El Festival contó también con la muestra fotográfica “Derecho a ser un monstruo” de Kenny Lemes, con una propuesta conceptual cuasi poética donde “En un mundo apocalíptico como éste es de saber que de las sombras saldrán los monstruos, los marginados, los desplazados, los silenciados; y que suavemente, con indetenible delicadeza, ocuparán los espacios que les fueron negados durante el mandato de los capaces y los instruidos y los fértiles y los merecedores”, describía un fragmento de la presentación de la muestra.

Espacio Queer es un lugar seguro dentro de nuestra ciudad donde prima el encuentro. Hoy, generar lugares de recreación y debate es resistencia. Estar juntes pensando y repensando cómo nos narramos es semillero de nuevas y futuras discusiones pero también de demostrar que por más que avancen discursos individualistas, somos seres que crecen y se forman en conjunto.

Concurrir a estos espacios nos hace ser conscientes que no estamos solos, solas y soles, que las discusiones las construimos en estos lugares, reivindicando el derecho a divertirse pero también a encontrarnos y mostrarnos en colectivo.

La Rioja tiene su primer festival de la disidencia

La Rioja tiene su primer festival de la disidencia

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La Rioja será escenario del primer Festival Federal LGBTQI+. Durante tres días se realizaran distintas actividades, entre ellas el carnaval de las disidencias, un evento donde el goce, el orgullo y la reivindicación serán protagonistas.

Este viernes tendrá lugar el primer festival federal LGBTQI+ en La Rioja. El evento que durara tres días tiene como fecha de cierre el próximo domingo, y contará con un carnaval carioca bajo el nombre de “la Noche del puteo”, una gala Drag Queen, una peña disidente y una Chaya -festividad heredada de los ancestros diaguitas -. 

La festividad iniciará con un desfile de siete campanas cuyo escenario principal son las calles céntricas de la capital riojana. En tanto las demás actividades, como la participación de un DJ que se encargara de musicalizar la celebración, se llevaran a cabo en el local “República Contracultural”, un espacio creado con el objetivo de reivindicar los derechos de las diversidades a través del arte y la cultura. 

La iniciativa busca generar un sentido de pertenencia y configurar espacios libres de violencia, discriminación y estigma, y contara con la  participación de activistas y referentes culturales de provincias como Mendoza, Córdoba, Tucumán, Santiago del Estero y Catamarca.

Por otro lado, la organización del festival, que fue respaldada por el Ministerio de Turismo y  Cultura, estuvo a cargo de “El puteo” un espacio dirigido por lexs activistas riojanes Milena Jones y Renzo Quinteros, quienes llevan años en la militancia por visibilizar la cultura y el arte disidente. En este sentido Jones destacó en una entrevista para Radio La Rioja Virtual la importancia de ganar lugares dentro de la sociedad riojana que les permitan expresarse con libertad. 

Nos sentimos orgullosos de quien somos y de perder esa vergüenza adquirida, ya que fuimos educados para la vergüenza, pero el orgullo es una respuesta política. Hoy no pedimos que nos acepten, hoy pedimos respeto“, afirmó Jones.

El odio que siembran, y asesina

El odio que siembran, y asesina

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No es extraño ver durante el mes de junio a todas las marcas y figuras públicas llenarse la boca hablando sobre los derechos del colectivo LGBTIQ+, repudiando las conductas de odio y reivindicando los precedentes históricos que nos llevaron a los derechos adquiridos en la actualidad. Pero, ¿qué pasa cuando termina el mes del Orgullo? Todas las palabras dichas se desvanecen en el aire, y rápidamente se corre el telón de colores para dar cuenta que actos LGBTodiantes siguen sucediendo, y en muchos países se incrementaron en proporciones escalofriantes.

Entiéndase crimen de odio como un acto voluntario que incluye la violacion de derechos como el de la libertad, dignidad, igualdad, integridad física, entre otros. Este tipo de agresiones tiene como objetivo causar daño o hasta la muerte de colectivos históricamente vulnerados como es el LGBTIQ+.

Durante la madrugada del pasado sábado 3 de julio ocurrió un hecho que conmocionó a gran parte de la sociedad española. En la ciudad de La Coruña, Galicia, la calle se tiñó de sangre por el brutal asesinato homoodiante de Samuel Luiz Muñiz. El joven se encontraba realizando una videollamada en la entrada de un boliche cuando un grupo de varones se le acercó agrediendolo con la excusa de que “los estaba filmando”.

Este fue motivo suficiente para que el joven de 24 años sea asesinado en manada a golpes sin piedad al grito de “maricón”. Según medios españoles, Samuel fue encontrado inconsciente donde los equipos de salud intentaron reanimarlo, pero horas después, por la mañana, falleció a causa de la golpiza.

A partir de esto se encuentran cuatro personas detenidas presuntas de formar parte del terrible suceso, según lo que la Policía Nacional de España publicó en su cuenta de la red social Twitter, añadiendo que la investigación continúa abierta y que “no se descartan más detenciones en las próximas horas” ya que se ha dado orden de captura a al menos 13 personas supuestamente implicadas en el asesinato.

A raíz de la conmoción por parte de los sectores de la izquierda y movimientos sociales, se realizaron marchas y manifestaciones al grito de “no son golpes, son asesinatos”, donde las pancartas escritas con lemas como “nos están matando”,  “lo que te dicen cuando te matan importa” o “justicia para Samuel, homofobia y fascismo son lo mismo” expresan el dolor de una sociedad, un colectivo que llora viendo como le arrebatan la vida a otre compañere, que murió sufriendo la misma opresión que elles viven. Pero no es lo único que angustia, angustia que no va a ser el último ni el primero, donde los nombres se acumulan en una lista interminable que duele y pesa.

Manifestación en Madrid tras el asesinato de Samuel / Sergio Beleña

Además, familiares y amigues lanzaron la iniciativa por medio de las redes sociales del hashtag #JusticiaParaSamuel reclamando por el esclarecimiento del caso, detención de los responsables y reafirmar que al joven no murió, sino que lo mataron en un claro hecho de LGBTodio.

Es necesario seguir haciendo este tipo de aclaraciones, ya que todavía hay personas y sectores de la sociedad que una muerte al clamor de una palabra, tan característica y transversal a estos actos, como es la de maricón, no infiere relevancia alguna. A Samuel lo asesinaron, y lo asesinaron por maricón, por puto, o tantos rótulos que, aunque sean utilizados como un calificativo negativo, el colectivo LGBTIQ+ los reivindica con orgullo, por una sociedad mucho mas igualitaria.

Muchas de las manifestaciones del pasado lunes fueron ferozmente reprimidas por los cuerpos policiales españoles. En los videos captados por las personas que marchaban pacíficamente se ve cómo el accionar de las fuerzas de seguridad fue totalmente desmedido. Golpes con porras, patadas y empujones, lamentablemente son moneda corriente en estos casos y este no fue la excepción.

La policía no es un ente individual que tiene completa autoridad sobre sí mismo, este depende de los gobiernos de turno. Si lo vemos de esta manera entendemos el accionar y las fuertes declaraciones por parte de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, alegando que ve mal “acusar sin motivos o pruebas” refiriéndose al crimen de Samuel y poniendo en duda si es o no un crimen de odio, minimizándolos a “casos aislados”.

Asimismo, la dirigente del Partido Popular (PP) se posicionó en contra de la Ley de Protección Integral contra la LGTBIfobia y discriminación por orientación sexual, manifestando que no tiene previsto utilizar el concepto de autodeterminación de género y que el gobierno está obsesionado con el mismo llamándolo “delirio”.

EN ARGENTINA TAMBIÉN PASA

Según los datos estadísticos de la Federacion Argentina LGBT (FALGBT) en el período que engloba desde el 1 de enero de 2020 hasta el 31 de diciembre del mismo año se registraron 152 crímenes de odio por orientación sexual o identidad y expresión de género. Este dato no menor genera dudas si es que en la República Argentina verdaderamente están visibilizados estos delitos por parte de los medios de comunicación hegemónicos y la administración política, o les compañeres del colectivo LGBT no son tan importantes como para ser agenda de los mismos. Además de, muchas veces, atentar en contra de esta incansable lucha.

El próximo 11 de julio se cumplen 4 meses desde que fue visto por última vez Tehuel De la Torre, varón trans de 22 años, en la localidad de Alejandro Korn, Provincia de Buenos Aires. El joven salió de su casa con motivo de una entrevista laboral para ser mozo de un evento, y de la cual nunca volvió. La historia se repite, una persona trans en situación de vulnerabilidad está desaparecida por buscar trabajo.

Tehuel De la Torre tiene contextura robusta, tez blanca, cabello corto de color oscuro y mide unos 1,56 metros.

Hasta el momento hay dos personas detenidas. Luis Alberto Ramos, con quien se iba a encontrar Tehuel por la entrevista de trabajo, y Oscar Alfredo Montes, un chatarrero con antecedentes penales de abuso sexual. Ambos fueron acusados de “encubrimiento en concurso real con falso testimonio” por Karina Guyot, la fiscal a cargo del caso.

Hace un mes, un testigo informó a las autoridades judiciales que creía haber visto a Tehuel en la ciudad de Caleta Olivia, Provincia de Santa Cruz, asegurando que estaba caminando solo. Según la hermana del joven desaparecido, nadie se comunicó dando información precisa acerca del paradero del mismo.

Pero esto no termina acá, ya que a la lista se sumó otro sospechoso. Agüita es el sobrenombre de un nuevo posible autor de la causa. La fiscalía puso énfasis en este tras dos testimonios que afirmaban haber escuchado en una fiesta a la pareja del mismo afirmar “Que aparezca mi teléfono, o les va a pasar lo que mi marido le hizo a Tehuel”.

Ver cómo avanza la ultraderecha en Europa pero también en América Latina permite asimilar cómo las políticas sociales en favor de los derechos de las diversidades sexuales y de género se ven sumamente amenazadas. Partidos como VOX en España o NOS y Juntos por el Cambio en Argentina son la clara muestra de quienes se oponen a la ampliación de derechos de las personas del colectivo y quienes minimizan o invisibilizan la existencia de crímenes de odio.

Partiendo de este punto es imposible separar la obra del autor para hacer un análisis de la coyuntura actual, es decir, no se puede tomar a un colectivo politizado como es el LGBTIQ+ sin tener en cuenta quiénes detentan contra este. El orgullo es y será siempre político, porque sin serlo se convierte en un mero arcoíris.

El silencio cómplice, no solo de los sospechosos, sino también de los medios hegemónicos de comunicación, se hace insoportable para la familia del joven y para todo un colectivo que lo busca incansablemente. Porque cuando falta une les pesa a todes. Este es el momento de materializar las nuevas legislaciones de cupo laboral travesti-trans, para que hechos de tal gravedad como el ocurrido no suceda nunca más.

Hoy más que nunca basta de crímenes de odio, justicia por Samuel Luiz Muñiz y aparición con vida de Tehuel De la Torre.


Referencias:

https://falgbt.org/slider/se-presento-el-ultimo-informe-del-observatorio-nacional-de-crimenes-de-odio-lgbt-motivados-por-discriminacion-por-orientacion-sexual-expresion-e-identidad-de-genero-2/

https://www.pagina12.com.ar/352966-espana-detienen-a-tres-jovenes-por-el-crimen-de-odio-de-samu

Nicolás Van der Wedden
Nicolás Van der Wedden

Políticamente correcto, con excepciones. No solo soy del interior, sino que mis vecinos son vacas. Rompo la norma del estudiante de ciencia política vueltero e inentendible. Mis convicciones son fuertes: la patria es el otro.

Hungría, entre políticas de odio y la hipocresía europea

Hungría, entre políticas de odio y la hipocresía europea

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La nueva ley anti-LGBTI+ de Hungría generó un conflicto que superó las fronteras nacionales y tuvo resonancia en la Unión Europea, de la que el país forma parte desde 2004. Se avizora un principio de crisis, más identificable con la cristalización de una relación tensa desde hace tiempo que con una defensa desinteresada de los países centrales de Europa por los derechos en riesgo de la comunidad LGBTIQ+.

Pero primero, ¿qué sucedió? El martes 15 de junio el Parlamento húngaro aprobó, gracias a los votos del partido gobernante, Fidesz, del primer ministro nacionalista Viktor Orbán, un proyecto de ley que, entre otras cosas, prohíbe la “promoción” de la homosexualidad y de la reasignación de género en menores de 18 años, principalmente en las escuelas y medios de comunicación. Esto le valió rápidamente el calificativo de “homofóbico” por parte de la oposición progresista y las organizaciones de defensa de los derechos LGBTIQ+ de Hungría, que ya habían movilizado junto a miles de personas en el centro de Budapest el lunes anterior en contra de la normativa, y lo volvieron a hacer tras la aprobación.

Manifestación contra la ley, 14 de junio. Szilard Koszticsak / EFE EPA

Esta medida estaba incluida en un paquete legislativo que buscaba “regular” la pedofilia y, desde ese marco, establecía la prohibición de exponer a menores de edad a pornografía. Lo que decidió incorporar el gobierno poco antes del tratamiento fue que “pornografía” incluya contenido que “fomente el cambio de sexo y la homosexualidad”. En pocas palabras, la ley equipara homosexualidad con pedofilia, justificada bajo el halo de “con mis hijos no te metas”.

Sería ingenuo hacernos les sorprendides. Desde que Orbán llegó al poder en 2010, se viene adoptando una serie de medidas abiertamente anti-LGBT+, que dieron marcha atrás o limitaron derechos conquistados. En la Constitución de 2011, se definió de forma determinante que el matrimonio era la unión entre un hombre y una mujer. En mayo del año pasado, gozando nuevamente de su mayoría parlamentaria, Fidesz aprobó una ley que prohibía el cambio de género en el registro civil para las personas trans. Un cambio legal que venía a cerrar un ciclo iniciado hacía ya dos años, cuando se suspendieron de hecho las solicitudes legales de reconocimiento de género. 

También en 2020, se canceló la Marcha del Orgullo, festival de lucha que venía sufriendo ataques violentos por parte de militantes de la extrema derecha, que se agrupan en partidos como “Jobbik”, y su escisión de 2018 “Mi Hazánk”, de estética paramilitar y discurso fundamentalista cristiano, aún más a la derecha que Fidesz.

En plena campaña electoral del año pasado, Orbán dijo: “Los húngaros han sido pacientes con los homosexuales hasta ahora, pero dejen a nuestros niños en paz”. La retórica política y los discursos de los medios de comunicación de derecha, denuncian organizaciones trans húngaras, provocó un fenómeno reciente: un giro tránsfobo en la sociedad que antes no se percibía como tal. 

En el Eurobarómetro de 2019, el 51% de la población húngara dijo estar en desacuerdo con la afirmación de que las personas gays, lesbianas y bisexuales deberían tener los mismos derechos que las personas heterosexuales. Así también, el 72% de los encuestados rechazó que las personas transgénero o transexuales puedan cambiar su identidad de género en el documento. 

¿EUROPA PARA TODES?

La reciente normativa homofóbica y transfóbica desató nuevas tensiones entre Hungría y la Unión Europea, que ya tiene una relación difícil con Orbán, que por su ideología nacionalista y conservadora es conocido como el líder de los “iliberales” y forma parte de los gobiernos que desafían a Bruselas desde adentro de la propia UE. 

Úrsula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, dijo al respecto que esta ley era “una vergüenza”. Y floreció el discurso madre de esta comunidad política: “Va contra todos los valores fundamentales de la Unión Europea”. Desde el Parlamento, que en marzo pasado había declarado oficialmente a la UE como “zona de libertad” para el colectivo LGTBIQ+ en contraposición (no mucho más que simbólica) a las “zonas libres de ideología LGBT” que se promueven en Polonia y ya llegan a Hungría, reclamaron que la Comisión inicie acciones legales contra el país. 

De esta movida, promovida por España y Luxemburgo, fueron protagonistas diecisiete países que forman parte de la entidad: entre ellos firmaron Alemania, Francia, Italia y Bélgica. La carta expresaba la “profunda preocupación” por la normativa y pedían a la Comisión que use “todas las herramientas” para garantizar el respeto de los derechos de todos los ciudadanos europeos.

Desde algunos sectores, principalmente organizaciones LGBT+ europeas que no son de Hungría, exigen el revés por la fuerza: presiones económicas al gobierno húngaro, activando el mecanismo de condicionalidad para retener los fondos de recuperación europeos, argumentando infracción al Estado de Derecho, como ya se ha intentado (sin éxito) en ocasiones anteriores. 

En las redes sociales, entre usuarios con banderas LGBT+, de la Unión Europea y de diferentes países, se desarrolló un debate sobre qué rol deben ocupar los organismos internacionales: mientras unos exigen la acción contundente, incluso la imposición de sanciones económicas al país, otros, en gran parte húngaros de la comunidad LGBTIQ+, replican preguntas del tipo ¿qué culpa tenemos los húngaros de las decisiones de nuestros gobernantes?, ¿qué margen de intervención en política interna debe darse a la comunidad internacional? 

Los pasados jueves y viernes tuvo lugar la cumbre europea en Bruselas, donde se reunieron los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea. Pese a no estar en la agenda oficial de las jornadas, la legislación anti LGBT+ de Hungría se transformó en el tema protagonista de una cita programada para tratar sobre coronavirus, migración y política exterior.

Viktor Orbán junto a Úrsula von der Leyen en la sede de la UE, en 2020. FRANÇOIS LENOIR / REUTERS

Algunos países redoblaron la apuesta: “Para mí, Hungría ya no tiene cabida en la UE”, dijo el primer ministro de Países Bajos, Mark Rutte, a solo horas de comenzada la cumbre. Y sentenció en diálogo con la prensa: “Tenemos que doblegar a Hungría en esto. Es innegociable… o deben irse. No puedo expulsarlos. Esto solo se puede hacer paso a paso”. 

En este contexto, y con algunos distintivos con los colores de la bandera LGBTIQ+, se encontró al llegar el invitado más esperado: Viktor Orbán, quien ya en la cumbre del año pasado había estado en el ojo de la tormenta por su bloqueo -junto a Polonia- del presupuesto de la UE al estar en desacuerdo con la vinculación de los fondos al respeto del Estado de derecho. ¿Qué dijo? “No se trata de la homosexualidad, se trata de los niños y los padres, eso es todo. Soy un defensor de los derechos. Fui un luchador de la libertad contra el régimen comunista, la homosexualidad estaba castigada y combatí por las libertades y los derechos”.

Sin embargo, aunque genere repudio, Orbán fue elegido por el pueblo húngaro, posiblemente como reflejo de una parte de la sociedad con creencias conservadoras y lgbtodiantes. La imposición de medidas unilaterales desde el exterior no puede ser la única, ni la mejor, opción. Aún más cuando se encuentran en pleno apogeo los movimientos nacionalistas de derecha que radicalizan sus ideologías y prácticas como contraposición a lo que llaman el “lobby LGBT” o la “ideología de género”, que directamente relacionan con un enemigo extranjero aliado a gobiernos y entidades de tipo liberal e intervencionista.  

Las fracturas se dejan ver: la instrumentalización del discurso de los derechos humano le ha valido a la Unión Europea como insumo de presión sobre otras naciones, mientras se vuelven inocultable los ataques islamófobos, la expulsión de migrantes y la discriminatoria política de asilo, entre tantos ejemplos. Pero por qué perderse de una buena dosis de Pinkwashing (lavado de cara rosa), uso de la causa LGBT+, y de “posicionarse en el rentable mercado simbólico de lo ‘políticamente correcto’”, como escribe Pablo Stefanoni en su libro ¿La rebeldía se volvió de derecha?. 

El enemigo está afuera: las leyes de Hungría responden al acercamiento del gobierno húngaro con Vladimir Putin, se explican algunos. Y comparan la ley con la que aprobó Rusia en 2013 contra la “propaganda gay”. No respondería a ideologías internas de la UE, no al avance de las derechas reaccionarias, no al modelo nacionalista conservador que, muchas veces y más en Europa, imprime en la comunidad LGBTIQ+ el chivo expiatorio para el disenso con la imposición de ideas liberales. No, la culpa es de Moscú. 

La Europa que se presume “tolerante” también es escenario del surgimiento y consolidación de sectores de ultraderecha reaccionaria, que no son pocos, y que incorporan el discurso gayfriendly como estandarte para la implementación de ideas y políticas xenófobas, racistas e islamófobas, que continúan promoviendo el odio, la exclusión y las desigualdades.  

DE LA DIPLOMACIA AL FÚTBOL

Como el deporte es político, también llegaron las repercusiones a este terreno. La Eurocopa fue escenario de la polémica cuando la alcaldía de Múnich, previo al partido Hungría-Alemania, propuso iluminar el estadio Allianz Arena con los colores del orgullo, como expresión de rechazo a la nueva ley húngara. La Unión de Asociaciones Europeas de Fútbol (UEFA), que ya venía sumergida en problemas de peso geopolítico, se cargó una controversia más: no autorizó a Múnich a iluminar su estadio y sacó un comunicado diciendo que la negativa no era “política”, sino que el pedido en sí mismo lo era. Entonces pintó su logo con el arcoíris y añadió: “el arcoíris no es un símbolo político, sino un signo para confirmar el compromiso por una sociedad más diversa e inclusiva”. 

Pero la historia no terminó allí. Los espectadores alemanes del partido llevaron símbolos del orgullo LGBTIQ+ y un hincha se coló en la cancha agitando la bandera multicolor. Manuel Neuer, arquero de la selección alemana, volvió a utilizar su cinta de capitán con los colores de las diversidades, por el que la UEFA le había abierto un expediente -que cerró ante la ola de críticas-, y el jugador alemán León Goretzka, luego de meter un gol, se dirigió a la tribuna húngara, que estaba cantando proclamas homofóbicas y fascistas, formando un corazón con sus manos. La imagen se volvió viral. 

Entre idas y vueltas, entre declaraciones y misivas, entre cumbres, fútbol y redes sociales, el conflicto entre Hungría y la Unión Europea se activa una vez más. Aunque nada debe nublar el rechazo a una ley que promueve el homoodio y transodio al igual que debe ser levantada la reivindicación de la lucha por los derechos humanos y las libertades de la comunidad LGBTIQ+, tampoco debe quedar al margen de la discusión la rápida instrumentalización de los derechos de este colectivo por parte de países y entidades, que lejos de defender plena y continuamente estas causas, aparecen como abogados de la lucha cuando están en peligro sus intereses.   


Referencias:

https://www.swissinfo.ch/spa/hungr%C3%ADa-homofobia_la-ley-h%C3%BAngara-de-homosexualidad-desata-una-nueva-crisis-con-la-ue/46729622 

https://www.20minutos.es/noticia/4742761/0/la-ue-le-ensena-la-puerta-de-salida-a-hungria-por-su-ley-anti-lgtbi/?autoref=true

https://www.pikaramagazine.com/2020/10/lgtbfobia-para-ganar-votos-en-el-reino-de-orban/


Delfina Venece
Delfina Venece

Nací en el interior de Buenos Aires: los porteños nos confunden con Parque Chacabuco. De crianza gorila, devenida en pseudo-troska por contraste, hoy peronista por convicción. Mi canción favorita a los 10 años era Los Salieris de Charly, de León Gieco.

28 de junio, el Orgullo de ser

28 de junio, el Orgullo de ser

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La madrugada del 27 al 28 de junio de 1969 fue testigo de una revuelta que despertaría una serie de protestas y daría pie a la construcción de un movimiento de liberación de les histórica y sistemáticamente excluídes: gays, lesbianas, bisexuales, intersex, transgénero, travestis, transexuales, no binaries, queers, racializades, de Estados Unidos y del mundo que nunca más volverían a ser les mismes. 

Desde aquella madrugada, cada 28 de junio se celebra el Día Internacional del Orgullo LGBTIQ+, una fiesta y, a su vez, jornada de lucha en memoria y reivindicación de aquellas manifestaciones contra la redada policial ocurrida en el bar Stonewall Inn, en el barrio Greenwich Village de Nueva York, centro nocturno frecuentado por gays, lesbianas, trans, maricas, latines y racializades.  

¿Qué impulsó los hechos de aquella madrugada? A partir de la Segunda Guerra Mundial, el país norteamericano había establecido leyes que penaban las relaciones entre parejas del mismo género y otras actividades relacionadas, estigmatizándoles como nunca antes. Con el argumento de investigar a posibles comunistas y traidores a la patria, comenzaron a perseguir también a personas homosexuales y trans. Muches acababan en la cárcel, acusades de conducta escandalosa, otres con tratamientos de electroshock, castramientos y lobotomías. Incluso se llegó a hablar de la “amenaza lavanda”, comparándolo con la “amenaza roja” fruto del macartismo y la persecución a cualquier persona que fuera señalada como comunista en los años de la Guerra Fría. 

En las décadas de 1950 y 1960 las personas LGBTIQ+ estadounidenses debían enfrentarse a un sistema legal que las violentaba y criminalizaba. Por las calles deambulaban jóvenes y adolescentes sin techo a los que sus familias habían echado por su orientación sexual o su identidad de género. No podían trabajar para el Estado ni ejercer la medicina, la enseñanza o el derecho, y muches se veían obligades a ejercer la prostitución. 

Los últimos años de la década de los ‘60 vinieron de la mano de un clima revolucionario, muchos movimientos sociales y políticos activaban sus luchas por los derechos civiles y la contracultura: el movimiento afroamericano, las luchas feministas, los hippies, la confrontación a la guerra imperialista de Estados Unidos en Vietnam, entre ellos. 

En este contexto, pocos espacios abrían sus puertas a las personas que rompían la cis-heteronorma: el Stonewall Inn era uno de ellos, transformado en los últimos años de los sesenta en un local clandestino para “homosexuales” y “drag queens”, los términos que en aquel entonces englobaban al total de la comunidad LGBTIQ+. Este bar era propiedad de la mafia de los Genovese, que sobornaba a policías para que ignoraran las actividades del local y avisaran antes sobre las redadas. No porque la mafia tuviera especial comprensión por las diversidades sexuales y de género, sino porque, simplemente, se trataba de negocios: existía un sector de la sociedad que nadie estaba dispuesto a incluir y que pagaba por tener un lugar.

Stonewall ofrecía así un espacio para les más marginades, incluso les que eran repudiades dentro del colectivo por alejarse de la normatividad: mujeres trans, maricas, lesbianas, travestis, drags, latines y racializades. 

Pese a los arreglos, agentes de la Oficina de Alcohol, Tabaco y Armas de Fuego irrumpieron en el establecimiento la madrugada del 28 de junio con sospechas de que allí se vendía alcohol sin licencia y de que los dueños tenían acuerdos con la policía. Las redadas policiales en los llamados “bares gays” eran parte de la rutina nocturna durante aquellos años, pero esa noche fue distinta: les marginades se rebelaron y la historia cambió para siempre.

La policía paró la música, prendió las luces y ordenó que salieran y se identificaran. Entre les presentes estaban Sylvia Rivera, líder y activista trans latina, y Marsha P. Jonhson, conocida como la madre del movimiento LGBTIQ+ y recordada como la Rosa Parks de los derechos trans. Gran parte de les que estaban allí llevaban vestimentas que no coincidían con lo socialmente impuesto. La ley establecía que debían llevar al menos tres prendas adjudicadas al sexo que constaba en sus documentos de identidad. La rebelión comenzó: se negaron a mostrar sus identificaciones y no permitieron que inspeccionaran sus genitales. 

Marsha P. Jonhson y Sylvia Rivera

La policía arrestaba, golpeaba, gritaba. Les protestantes se multiplicaron, muchas personas que pasaban se amontonaban en la vereda de Stonewall para sumarse a la rebelión. Esa noche, les marginades de siempre no estaban dispuestes a seguir soportando la violencia. Se defendieron con piedras y botellas, pincharon ruedas de los furgones policiales, rompieron parquímetros, formaron barricadas, y se desató una batalla campal. 

Cuenta la leyenda que el ambiente cambió cuando una drag queen fue atacada por uno de los agentes y las personas empezaron a tirar monedas a la policía. La situación empeoró cuando una lesbiana salió del bar y pidió a la policía que le afloje las esposas mientras intentaban meterla en un coche. Un golpe en la cabeza con una cachiporra fue la única respuesta. Las monedas se convirtieron en piedras y botellas. Las diversidades en la ofensiva, y la policía en retirada terminó refugiándose en el interior del bar, pidiendo refuerzos. Comenzaban así los “disturbios de Stonewall” que serían punto de inflexión en la historia y símbolo fundacional del Orgullo y del movimiento de liberación sexual.   

La tensión entre la policía de Nueva York y las personas LGBTIQ+ produjo más protestas la siguiente tarde, y las siguientes tres noches. El 28 de junio volvieron a aparecer manifestantes en Christopher Street, duplicando el número y peleando con más fuerza, donde la policía volvió a reprimir. Los disturbios de la madrugada fueron la chispa de la revolución LGTBIQ+. En cuestión de semanas, los residentes del Village se organizaron en grupos de activistas para unir esfuerzos en pos de establecer lugares para ser quienes eran, y mostrarlo con orgullo. 

Desde ese momento, el movimiento comenzó a crecer y a organizarse de un modo mucho más efectivo, aglutinó a una gran diversidad de personas de diferentes orientaciones, identidades, etnias, edades y procedencias. 

Primera manifestación del Orgullo Gay en Nueva York / Biblioteca Pública de Nueva York

Stonewall fue el puntapié: surgieron infinidad de organizaciones activistas, como el Frente de Liberación Gay (GLF), la Lavender Menace -un grupo de feministas lesbianas radicales-, las Salsa Soul Sisters, -creado por lesbianas afroamericanas que buscaban no solo defender sus derechos como lesbianas, sino también como mujeres oprimidas y racializadas-, entre numerosas agrupaciones. Otra que se destaca en la memoria colectiva es STAR (Street Transvestite Action Revolutionaries), fundada en 1970 por Sylvia Rivera y Marsha P. Johnson, al igual que Alianza de Activistas Gays (GAA), para defender los derechos de las mujeres trans, drags y jóvenes que se encontraban en situación de calle.

El 28 de junio de 1970, en el aniversario de la revuelta, tuvo lugar la primera marcha del Orgullo Gay: un acto significativo en el que lo oculto, lo velado, salió de los rincones de la ciudad para florecer en el espacio público y visible. Y nunca más volvió. Por el contrario, se replicaron en otras partes del mundo un par de años después, hasta transformarse en el Día Internacional del Orgullo LGBTIQ+, que este año conmemora los 52 años de lucha. 

A más de medio siglo de aquel hito fundante, la comunidad LGBTIQ+ sigue en pie de batalla. Las conquistas son muchas, cientas, miles, pero el camino continúa. El Orgullo es un recordatorio cotidiano de las luchas que se están dando y las tantas que aún faltan comenzar, hasta que la justicia y la emancipación sea de y para todes.  

La máscara rosa de Israel y el último grito de la moda gay friendly

La máscara rosa de Israel y el último grito de la moda gay friendly

TIEMPO DE LECTURA: 8 min.

Se acerca junio y con él, el mes del Orgullo LGBTIQ+: los logos de empresas e instituciones se tiñen de los colores de la bandera, abundan los viajes a paraísos LGBT y se promociona el turismo hacia las grandes Marchas del Orgullo del año. En las publicidades, todo es diversidad, inclusión e igualdad. Un Estado en el ojo de la tormenta se destaca entre decenas: “Vení a Israel, el destino más gay-friendly”. 

Esta estrategia de marketing global no es nueva: conocida como “Pinkwashing” o “lavado rosa”, designa al intento de lavar la imagen de un país, empresa o producto para simular una simpatía con la comunidad LGBTIQ+ colocándose una máscara rosa -en referencia al color que supo identificar en su momento a las personas homosexuales-, así como el “purplewashing” (lavado violeta) se utiliza para el mismo fenómeno pero en el uso instrumental y mercantil del feminismo.  

Pensado por la Breast Cancer Action, en los Estados Unidos de la década de los ‘90, para hablar de las prácticas de las empresas que usaban el cáncer de mama y el color rosa de esta lucha como herramienta de rentabilidad, la comunidad LGBTIQ+ acuñó el término para explicar una realidad similar, y en particular una situación indignante: el Estado de Israel.    

Ted Eytan / Wikimedia Commons

Desde 2005, Israel, principalmente desde su Ministerio de Relaciones Exteriores, se ha embarcado y ha invertido en una misión de “rebranding”, una campaña en nombre de la modernización y el desarrollo para proyectar al mundo occidental una imagen de democracia libre, diversa y progresista. El objetivo final: sacarse de encima la reputación de Estado imperial, violador de los derechos humanos, del derecho humanitario internacional, perpetrador del apartheid y la ocupación colonial sobre el pueblo palestino, que bien pesa sobre su imagen. 

Esta ha sido una política proritaria en las relaciones internacionales del régimen sionista, brindando a los países y sociedades occidentales la imagen de un vínculo próximo con la comunidad LGBT+ a través del estereotipo artificial de la “vida gay israelí”. La estrategia de relaciones públicas y propaganda, conocida como “hasbará”, implica una fuerte apuesta de inversión e infraestructura para el gobierno israelí desde hace más de una década, fielmente acompañada por los grandes medios de comunicación hegemónicos occidentales. 

En el proyecto no puede faltar la participación estelar de las organizaciones no gubernamentales (ONG’s) que financian y difunden la falsa inclusión. Entre las más importantes se encuentra “Stand With Us”, una organización mundial dedicada a “educar” a la ciudadanía sobre Israel, que profesa la supuesta iniciativa israelí de promoción de los derechos LGBTIQ+.   

El World Pride 2006 en Jerusalén, la propuesta de Tel Aviv como centro del turismo “diverso”, la participación de Israel en los festivales de Eurovisión, incluso con artistas y canciones que apelan a la diversidad, despertó la crítica de los movimientos de las diversidades sexuales y de género: la fiesta de colores y el baile con brillantina sobre las ruinas del territorio y el pueblo palestino. 

El “lavado rosa” es el método discursivo necesario y efectivo que encontró el Estado de Israel para esconder las sistemáticas violaciones de los derechos humanos y renovar la mirada del Norte global sobre la ocupación de Palestina. Israel es la civilización y la modernidad, el único país amigable con la comunidad LGBT+ en una región “naturalmente hostil”. Palestina, y los demás países árabes o de mayoría musulmana, son bárbaros, retrógrados, incivilizados y homofóbicos. Ideología que solo tiene sentido como estrategia política en el marco de un discurso islamófobo y arabófobo.

Las derechas, las corporaciones y los nacionalismos imprimieron en este disfraz rosa, o multicolor, la narrativa occidental del progreso eterno y el desarrollo, que debe ser llevado a los “pueblos bárbaros”. Ya no encarnan, como lo han hecho históricamente, la batalla por un mundo cisheteronormado. Ahora estas fuerzas, en la superficie de un proyecto igual de colonizador y patriarcal, lavan su fachada y muestran su disposición al cambio social, borran el peso político de las reivindicaciones, las identidades y los movimientos sociales de las diversidades y lo convierten en instrumento de propaganda y licencia para la ocupación. 

La justificación internacional a la ocupación y el apartheid viene servida en bandeja, y aún más para los individuos LGB de países liberales que dejaron en el olvido la interseccionalidad y, en uso de sus privilegios de clase o etnia, se han sumado a los ideales neoliberales y de la derecha. Este fenómeno es también conocido como “homonacionalismo”, es decir, la instrumentalización de la homosexualidad para justificar posiciones nacionalistas, basadas en el rechazo a la inmigración extranjera que siginificaría una amenaza a las supuestas conquistas absolutas y reales de las personas LGBT de países occidentales, o encolumnados tras ellos. 

El “pinkwashing” le provee al Estado de Israel una fuente de afiliación y apoyo de los individuos LGB liberales, que desde un encuadre propio de la teoría de los dos demonios, equiparan la opresión colonial del régimen israelí con la discriminación interna hacia personas LGBTIQ+ en la Franja de Gaza, Cisjordania y otros territorios de la Palestina ocupada. El llamado es a “salvar” y “proteger” a los homosexuales palestinos perseguidos y excluidos, y protegerlos en territorio israelí. Este planteo propio de la mentalidad colonial implica, de mínima, dos problemas: 

Por un lado, opaca la idea de una vinculación intrínseca entre la ocupación israelí y la LGBTfobia en el pueblo palestino, en tanto la comunidad LGBT y sus derechos son presentados y, por tanto, comprendidos como fenómenos occidentales que el Estado de Israel busca profesar, y son pensados como una amenaza para la cultura y la tradición palestina que pretende protegerse del invasor israelí. Gran parte de la sociedad palestina termina por internalizar la idea de que la diversidad es ajena: los palestinos queers son colaboradores israelíes o informantes nativos occidentalizados. 

Por otra parte, más allá de las libertades o avances que pueda tener el régimen israelí con sus ciudadanos LGBT+, esta realidad es inexistente para la población palestina que vive en ese territorio, o que pretenda exiliarse allí por protección. Israel niega al pueblo palestino los derechos sobre sus tierras, sobre sus cuerpos, sobre su movilidad y sus vidas, los priva de la garantía de los servicios y derechos humanos más básicos y fundamentales. Esta negación no es excepción cuando se trata de las identidades y subjetividades LGBT+ de palestinos que quisieran refugiarse en el Estado de Israel: “no hay una puerta rosa en el muro del apartheid”

Más aún, como pone en palabras Ghaith Hilal, activista palestino queer de Cisjordania, “Israel crea refugiados, no alberga refugiados”, y explica también: “El pinkwashing quita nuestras voces, historias y capacidad de agencia, diciéndole al mundo que Israel sabe lo que es mejor para nosotros. Al apuntar contra el lavado rosa, estamos recuperando nuestra agencia, historia, voces y cuerpos”. 

Comisión del BDS Pinkwatching

No solo es un lavado de imagen ante la mirada internacional, es también una búsqueda de división interna y psicológica, que aísla y desempodera a las personas LGBT+ en la causa palestina. Crea una ilusión en la que existe esta supuesta “puerta rosa” por la que Israel será el paraíso de la protección de sus derechos y libertades, y por la que es incompatible el “ser palestino” con el “ser queer”.

Entre la reticencia de gran parte del pueblo palestino y la falsa ilusión israelí, la libertad LGBT+ es propuesta como individual, que solo puede conseguirse en la huida y protección que supuestamente será brindada por el mismo agresor. Una libertad que es alienada de la lucha colectiva, que ya no se encontrará junto a los movimientos políticos y decoloniales.   

Esto invisibiliza en la población palestina y en la arena internacional la lucha de la comunidad LGBTIQ+ y feminista de Palestina, que resiste, no desde una mirada liberal y despolitizada, sino como parte de un movimiento político de emancipación y descolonización. Organizaciones como “Queers palestinos para el Boicot, la Desinversión y las Sanciones”, como el Centro Feminista Palestino para el Género y las Libertades Sexuales “Aswat”, y como “alQaws por la diversidad sexual y de género en la sociedad palestina”, suman una contranarrativa enriquecedora que pretende evitar que los palestinos LGBT+ se encuentren en la disyuntiva entre su cultura/pueblo y su orientación sexual o identidad de género. Es una lucha atada a la liberación del pueblo palestino, y que también busca romper con la lógica salvacionista neocolonial del modelo LGBT+ israelí, fiel imitación de Occidente.    

Como subrayan desde alQaws en su análisis “Más allá de la propaganda: Pinkwashing como violencia colonial”, el lavado rosa es más que una estrategia de marketing global. Es, en última instancia, una expresión de la política sexual y de género más profunda del Estado de Israel y de los fundamentos ideológicos del sionismo. El Pinkwashing es el síntoma, pero la raíz de la enfermedad es el colonialismo. Por esto, reconocer el fenómeno pinkwashing como una violencia colonial puede ayudar a comprender cómo Israel divide, oprime y borra a los palestinos sobre la base del género y la sexualidad. 

ONG al-Qaws

En términos generales, es el mismo sistema capitalista global, ahora con la máscara rosa del progresismo liberal, el que permite construir un imaginario social en el que la igualdad es posible a través del consumo y que alcanza con la conquista de algunos derechos para gays, lesbianas y bisexuales o con simples concesiones interesadas, sin darle lugar al cuestionamiento de la estructura patriarcal y desigual propia de este modelo socioeconómico. 

En el contexto de hegemonía neoliberal y de la mano de las derechas socialmente conservadoras, el terreno queda allanado para la fragmentación de la comunidad LGBT+, ahora individualizada, despolitizada, instrumentalizada, y muchas veces limitada a libertades materiales y meritócratas. Un movimiento en la lucha desde hace décadas reducido a la imagen de unos pocos varones gays, blancos, cis, de clase media alta; divorciado de otras minorías sexo-genéricas, alejado de la lucha de les oprimides contra el mismo sistema que se funda constitutivamente en el colonialismo, el patriarcado, el capitalismo y el  imperialismo. 

“No se puede tener la liberación queer mientras existan el apartheid, el patriarcado, el capitalismo y otras opresiones. Es importante apuntar a las conexiones de estas fuerzas opresivas”, expresa Hilal, referente de Al-Qaws. Claridad que puede ponerse en diálogo con lo escrito por Fahad Ali a raíz de las discusiones sobre los derechos queer en Medio Oriente: “Soy árabe, soy palestino, soy gay. Mi refugio gay no es un desfile brillante en Tel Aviv. Es una palestina liberada”.


Otras referencias:

https://www.theguardian.com/commentisfree/2010/jul/01/israels-gay-propaganda-war

http://www.laizquierdadiario.com/Que-hay-detras-de-las-empresas-diversas-e-inclusivas   

https://www.elquintopoder.cl/politica/pinkwashing-y-el-lavado-de-imagen-de-israel/


Delfina Venece
Delfina Venece

Nací en el interior de Buenos Aires: los porteños nos confunden con Parque Chacabuco. De crianza gorila, devenida en pseudo-troska por contraste, hoy peronista por convicción. Mi canción favorita a los 10 años era Los Salieris de Charly, de León Gieco.

Un año difícil de olvidar: avances y retrocesos en materia de género

Un año difícil de olvidar: avances y retrocesos en materia de género

TIEMPO DE LECTURA: 11 min.

Los últimos días del año invitan siempre a revisar los avances y retrocesos, las luchas y continuidades, las falencias y los obstáculos que fueron motor -o freno- de lo sucedido. El 2020, que finalmente queda atrás, deja a su paso un balance agitado y problemático en todas las facetas de la vida humana y social -y hasta de la naturaleza-. En particular, el abordaje en torno a las problemáticas de género, a la lucha de los movimientos feministas y el rol de estas resistencias a lo largo y ancho del mundo es aún más complejo y turbulento. 

Resultaría casi imposible plasmar en contadas líneas todo lo acontecido durante este año de pandemia, que puso en jaque las certezas -que ya venían tambaleando- de un sistema socioeconómico en crisis, de un capitalismo neoliberal en transformación (sin la seguridad de un horizonte claro) que pone sobre la mesa, en medio de una crisis sanitaria mundial, las estructuras desiguales y profundamente patriarcales que nos conforman y rodean. 

Tres ejes parecen fundamentales para intentar una aproximación hacia lo que podemos ver hoy: la pandemia y los confinamientos, con su impacto y consecuencias sobre la vida de las mujeres y diversidades sexo-genéricas; el avance progresivo y cada vez más preocupante de los movimientos anti-derechos aliados de las derechas conservadoras que pisan fuerte en Europa, Estados Unidos y Nuestra América; y la continua resistencia de las mujeres y diversidades, los feminismos y la -aún dificultosa- conquista de derechos fundamentales.  

Desigualdades que se ven, violencias que crecen

No existe forma de pensar ninguna problemática, sector o movimiento social durante el 2020 por fuera de los contextos y  los significados que nos impuso la pandemia. En este sentido, las mujeres y las diversidades fueron quienes más pesaron con la carga de los aislamientos implementados en todo el mundo.

La emergencia del covid-19, en combinación con la crisis económica ya existente y los efectos -actuales o arrastrados de hace décadas-  del sistema neoliberal en Nuestra América, dejó a la vista de todes un entramado de desigualdades geopolíticas y sexo-genéricas. Este contexto no solo puso luz sobre las violencias y desigualdades que eran ignoradas e invisibilizadas por muchos, sino que paralelamente agudizó y profundizó estas problemáticas. 

Así, se puede identificar un alto crecimiento de los feminicidios, trans-travesticidios y crímenes de odio, en América Latina y en la mayoría de países -al menos- del mundo occidental, principalmente como consecuencia del aislamiento de mujeres y diversidades en su mayor zona de peligro: sus casas.

Sumado a esto, un aumento exponencial de casos y denuncias por abusos sexuales y violaciones, con gran frecuencia de violencia sexual intrafamiliar, que significó un nuevo desafío frente a los aislamientos que suponían límites a la posibilidad de escapar de sus agresores. Según datos de ONU MUJERES, las llamadas a líneas de ayuda para mujeres se multiplicaron por cinco durante los confinamientos en los distintos países. Además, por cada tres meses de pandemia ocurrían 15 millones de casos adicionales de violencia de género a nivel global. Pero solo el 40% denuncia o solicita ayuda. A la par, se pudieron observar nuevos impedimentos al acceso a la salud sexual y reproductiva, aumentando los embarazos no deseados y los abortos inseguros.

Asimismo, se debe analizar uno de los factores que mayor obstáculo supone para los años venideros, y una de las principales banderas de los feminismos populares: el enorme incremento de las cargas laborales y mentales sobre las mujeres por la feminización de las tareas del cuidado, el trabajo doméstico no remunerado y la informalidad y precarización laboral a la que son expuestas. Junto a esto, el crecimiento de la brecha salarial y los altísimos índices de pobreza que impactan de lleno en las mujeres y diversidades, y con mayor incidencia en aquelles de sectores populares, mujeres trans, lesbianas, migrantes, indígenas, negras, discapacitadas y de zonas rurales.  

Para poner en números: según datos de septiembre de la ONU Mujeres y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), como resultado de la pandemia, 96 millones de personas serán empujadas a la pobreza extrema en 2021, de las cuales 47 millones serán mujeres y niñas. Esto aumentará a un total de 435 millones de mujeres y niñas que viven en la pobreza extrema, principalmente mujeres en edad reproductiva. 

Esto significa un recrudecimiento de la desigualdad por motivos de género como resultado directo de la pandemia, ya que previo a ella se esperaba una disminución de la tasa de pobreza entre las mujeres del 2,7% entre 2019 y 2021, pero, en cambio, terminamos el año con proyecciones que prevén un aumento del 9,1.

El 2020 en América Latina, caracterizada de manera innegable como la región más desigual del mundo, deja una huella que tardará tiempo en borrarse. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) definió que, para el cierre de este año, 118 millones de mujeres de la región terminarán en situación de pobreza debido a la crisis económica provocada por la pandemia.

En esto, tanto en el presente como en el futuro, el rol protagónico de los Estados y sus políticas con perspectiva de género es fundamental: si algo dejó en claro esta pandemia es que siempre nos cuida el Estado, y nunca el mercado. Con este fin, las organizaciones internacionales convocaron a los Estados, ya desde los inicios de la pandemia, a implementar medidas que resguardaran a las mujeres y diversidades del impacto económico y social que se sabía que generaría. 

En septiembre, la ONU realizó el informe “Rastreador de Respuesta de Género Global Covid-19”, donde se evaluaron más de 2.500 medidas implementadas en 206 países y territorios de todo el mundo, y en el que se identificó que solo 1 de cada 8 países había implementado medidas para subsanar los destrozos que la crisis tendría -y tiene- particularmente sobre las mujeres y diversidades. Dato no menor es que Argentina encabezó la lista de países que implementaron políticas públicas con perspectiva de género, con unas 44 iniciativas estatales.

Derechas anti-derechos: convicciones financiadas   

Fuente: Claudia Calderón / OjoPúblico

En los últimos años, la contraofensiva pública y política de los grupos ultra conservadores y antiderechos en Occidente se desplegó abiertamente contra la igualdad de género, los avances de derechos de las mujeres y personas de la comunidad LGBTIQ+, y los derechos sexuales y reproductivos -en especial el aborto y la educación sexual integral. 

Estas fuerzas violentas han encontrado particular asentamiento, con una relación de casi hermandad, entre las acciones para combatir o evitar las medidas de cuidado frente a la pandemia, propuestas por los distintos gobiernos o por sus sociedades, ahora en oposición a las vacunas y, por supuesto, firmes aliados contra el acceso a servicios de salud sexual y reproductiva en la emergencia sanitaria. 

Es clave resaltar que este boom de las políticas y ofensivas anti género a nivel mundial se da en el marco de conservadurismos patriarcales, clasistas y racistas, con ideologías de derecha -liberales en lo económico, conservadoras en los social- que han estado en ascenso en los últimos años, trabajando con acciones generalmente articuladas y financiadas internacionalmente, y que van junto al progresivo debilitamiento de las instituciones democráticas. 

En Colombia, fue la reacción conservadora contra la telemedicina para acceder a abortos seguros en cuarentena. En Brasil, fue el discurso y la práctica de Jair Bolsonaro, desde las estructuras estatales, para instalar su cruzada violenta y deshumanizante. En Estados Unidos fue Donald Trump y la movida anti cuidados, con un elemento muy significativo para el presente y para lo que viene: la ampliación de los límites de lo no democrático; es decir, el aún presidente del imperio del norte definió con sus narrativas y acciones la extensión de las barreras que limitaban los discursos de odio, misóginos y racistas, dando espacio y rienda suelta a otras figuras o líderes a plantear nociones mal vistas hace unos pocos años atrás. En España, también se hizo escuchar el partido Vox, con sus ideas conservadoras y públicamente anti-feministas. Y, cómo no, en Argentina con la derecha radicalizada y conspiranoica que supo aglutinar a sectores y demandas anti-todo como línea de acción opositora a un gobierno progresista.  

Frente a esto, es importante remarcar la articulación y conexión, tanto ideológica como financiera (dinero proveniente de ONG’s de derecha, conservadoras, religiosas, etc.), entre estos movimientos anti-derechos para promover la desinformación sobre la pandemia -infodemia- y el ataque a grupos específicos, con clara incitación al odio. 

Fue este mismo año que salió a la luz la investigación de openDemocracy, sobre un grupo de organizaciones cristianas de derecha, como el Centro Americano por la Ley y la Justicia y la Alianza por la Defensa de la Libertad, afines al presidente estadounidense Donald Trump, que financian, intervienen y promueven el combate contra los derechos LGBTIQ+ y los derechos reproductivos de las mujeres. Se destinaron -dice el informe- 44 millones de dólares a campañas para desinformar sobre el coronavirus, el aborto y la homosexualidad en América Latina. A esto, se agregan las injerencias en países de Europa para fomentar con 90 millones de dólares lo que ellos llaman “valores europeos fundamentales”, como salió a la luz en el intento de restringir la legislación respecto al aborto en Polonia hace unos meses. 

En el mismo sentido, hace pocas semanas se publicó una investigación regional llamada “Poderes no santos en pandemia”. Liderada por OjoPúblico, en Perú, Argentina, Estados Unidos, Brasil y México, se da cuenta de la presión y la agenda de grupos ultraconservadores y negacionistas de América Latina contra la ampliación de derechos sexuales y reproductivos. Un punto central del informe aborda el afianzamiento de los grupos ultraconservadores y de sus discursos a través de organizaciones políticas y religiosas durante los últimos meses, en un contexto de miedo e incertidumbre por la pandemia. 

A partir de esto, es clave destacar que desde que comenzó la pandemia y durante ocho meses, la investigación identifica “más de 400 políticos, líderes civiles y religiosos, de alrededor de 170 organizaciones civiles, entidades y colectivos que impulsan en el continente un discurso abierto contra una agenda de derechos”.

En este marco, se observaron nuevas y mayores restricciones al aborto y regresiones sobre otros derechos adquiridos, tanto en América Latina como al interior del tan -aparentemente- liberal continente europeo, donde la comunidad LGBTIQ+ y el movimiento de mujeres se ha utilizado como chivo expiatorio de los gobiernos ultraconservadores: tales son los casos de la Hungría de Viktor Orban y la Polonia de Andrzej Duda, a lo que se puede sumar la realidad de la Turquía de Erdogan.  

En pie de lucha: resistencias y conquistas

A pesar de los retrocesos y dificultades que han afrontado históricamente las mujeres y diversidades en materia de derechos sociales y políticos, la lucha siempre continúa y los avances se hacen notar. El 2020 no fue la excepción. 

El Informe de Homofobia de Estado del 2020 de la organización ILGA Mundo (Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersex) ofrece un mapeo sobre la situación del homoOdio en el mundo y los avances en este sentido. 

Entre los principales hitos encontramos, por el mes de mayo, a Costa Rica, que se convirtió en el primer país de Centroamérica en aprobar el matrimonio igualitario, señalando un horizonte de ampliación que puede marcar tendencia a la vista del resto de los países de una de las zonas más restrictivas y peligrosas para la comunidad LGBTIQ+. 

Sudán derogó la pena de muerte para los actos sexuales consensuales entre personas adultas del mismo sexo, y Gabón -en Africa central- las despenalizó. Alemania y varias provincias y Estados de Australia, Canadá, México y Estados Unidos prohibieron las terapias de conversión; y Mónaco y Montenegro -primicia en los Balcanes Occidentales- aprobaron leyes que protegen las uniones homosexuales.

Avances de esta trascendencia también han florecido al calor de la lucha feminista y transfeminista, a pesar de los obstáculos propios de una pandemia. El aborto seguro y gratuito se transformó en Ley en Argentina en la madrugada del 30 de diciembre, con el impulso de décadas de lucha y la fuerza de la marea verde en las calles. Tras el rechazo legislativo de 2018 y los meses de espera e incertidumbre, Argentina se convirtió en el primer país grande de Latinoamérica en ampliar este derecho fundamental para mujeres y personas gestantes, que a su vez favorece los niveles de proyección en la región y refresca la esperanza de los movimientos feministas de países vecinos.  

Por otra parte, uno de los hechos que más se ha destacado es la resistencia antipatriarcal combatiendo y protagonizando en primera línea los despertares y estallidos sociales de este año -o que continuaban a los efectos de batallas comenzadas en 2019- en Nuestra América en particular, y en otros países del mundo en general. 

Emocionó Bolivia y sus mujeres de pollera contra el gobierno de facto de Jeanine Añez y la resistencia indígena hasta la vuelta de la democracia. Chile alertó con las adolescentes y estudiantes que el año pasado saltaron los molinetes del metro y que lucharon incansablemente por una nueva Constitución feminista e inclusiva. En Perú se manifestaron contra la corrupción del régimen político y la búsqueda de una salida democrática y más justa; en Guatemala se rebelaron en repudio del gobierno actual, la mala gestión de la pandemia y el pedido de una Asamblea Constituyente Antipatriarcal. En Colombia no se callaron frente a las políticas neoliberales y opresivas de Iván Duque, gritaron por les cientos de líderes y lideresas sociales y defensores de Derechos Humanos asesinades en 2020. 

En Tailandia, las jóvenes estudiantes no retrocedieron frente al peligro de desafiar y demandar reformas monárquicas ante una institución autoritaria y patriarcal; y en Estados Unidos las negras y migrantes contra Trump impulsaron una rebelión antirracista en el corazón del imperio del norte. 

Las luchas feministas en el mundo se intensificaron a pesar -y como efecto- de la pandemia y los confinamientos: las mexicanas contra los femicidios y las redes de trata; las polacas contra al ataque al derecho del aborto y por la permanencia del Convenio de Estambul, al igual que las turcas; las argentinas con la marea verde por el derecho a decidir y el #NiUnaMenos.

En un momento de grandes incertidumbres y profunda inestabilidad económica y política, cuando lo conocido queda atrás y queda descubrir y transformar lo que viene, hay algo que permanece seguro: las mujeres, la comunidad LGBTIQ+, los movimientos feministas y los sectores más vulnerados por el mismo sistema excluyente, desigual y violento, seguirán en pie de batalla para dar las luchas necesarias y frenar los retrocesos que intenten grupos cada vez más radicalizados y articulados internacionalmente.

Con base en demandas y reclamos comunes, cada país y cada movimiento de mujeres y diversidades adquiere su propia forma y modelo de acuerdo a los contextos políticos, económicos y sociales; según los avances y retrocesos de los derechos en ese territorio y, principalmente, acorde a la disposición o resistencia de los gobiernos a la agenda feminista, que al fin y al cabo, guste o no, es la instancia que puede consolidar y masificar los cambios estructurales que los grupos vulnerabilizados exigen y seguirán exigiendo .


Delfina Venece
Delfina Venece

Nací en el interior de Buenos Aires: los porteños nos confunden con Parque Chacabuco. De crianza gorila, devenida en pseudo-troska por contraste, hoy peronista por convicción. Mi canción favorita a los 10 años era Los Salieris de Charly, de León Gieco.

Fábrica de cuerpos

Fábrica de cuerpos

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Los términos que se manejan dentro de la sexualidad y el género pueden parecernos confusos por su complejidad y carácter abstracto. Esto puede generar la indiferencia de quien se siente ajenx a su contenido. Estas expresiones despiertan la incomodidad de quien ve como una exageración la cantidad de palabras que se han venido creando, resignificando y desempolvando para satisfacer las necesidades de visibilización de una comunidad, o la representación de quien no se siente a gusto con lo que ya existe.

Pero bueno, qué más podíamos esperar de palabras que se hicieron para nombrar los procesos intangibles que nos construyen como personas, procesos que tienen lugar en nuestra mente y al interior de nuestro cuerpo. Además, ¿no son esas las cosas más difíciles de comprender y asimilar: las que no podemos ver, las que se escapan de la percepción física de nuestros sentidos y pierden forma dentro de nuestros esquemas lingüísticos?

Sin embargo, al igual que el resto de conceptos no-físicos que debemos aprender dentro de las múltiples disciplinas que nos atañen a diario, para comprender fenómenos que se escapan del plano material, debemos empezar a familiarizarnos con las expresiones que describen la dimensión social, sexual, afectiva, biológica e identitaria de los seres humanos.

A diferencia de lo que muchxs creen, la cuestión del género no es algo que involucra sólo a personas homosexuales, mujeres y a la comunidad trans. Todxs tenemos una identidad, una orientación sexual y un cuerpo, que de la misma manera que una huella, es propio e irrepetible. Conocer más sobre estos aspectos es conocer más sobre quiénes somos: nos ayuda a comprender las diferencias que pueden tener lxs que nos rodean, y ver cómo estas brechas se encogen. No hay que pertenecer a la comunidad LGBTI+ para ser conscientes de que el azar biológico es el que determina nuestra forma, y que de la significación social de esa forma depende el cumplimiento de los derechos que la población con características predominantes tiene.

Inter… ¿qué?

Entre la lista de términos incomprendidos y tergiversados se encuentra el de intersexulidad. Aunque lo hemos visto siempre dentro de las siglas LGBTI, muy poco se habla o se conoce sobre las personas intersexuales.

Los cuerpos de los hombres y las mujeres tienen diferencias mucho más microscópicas que las que evidenciamos a simple vista. Lo más común es que las personas nazcan con una serie de características que coinciden con el modelo biológico de hembra o macho, pero todxs sabemos que la naturaleza es poco normativa.

Un cuerpo intersexual es una variación corporal atípica en la que los cromosomas, niveles hormonales, órganos reproductivos y/o genitales no encajan en los patrones sexuales que constituyen el sistema binario hombre/mujer. Realmente todxs empezamos nuestro desarrollo embrional en una forma intersexual, con la misma estructura genital, de la cual se espera una diferenciación sexual que no siempre llega.

No hay una sola anatomía intersexual

Existen alrededor de 40 tipos de intersexualidad distintos. Las personas intersex pueden nacer con genitales que parecen estar en un estado intermedio entre los típicos genitales masculinos y femeninos, pero también pueden nacer con órganos sexuales externos que no coincidan con los internos. Como es el caso de un hombre de 44 años, que cuando va al médico por dolor de estómago y sangre en la orina, descubre que sus órganos internos constaban de útero y ovarios y esa sangre era su menstruación (1). O como el de la atleta sudafricana Caster Semenya, quien fue víctima de cuestionamientos sobre su sexo, al obtener la mejor marca de los 800 metros femeninos en el Campeonato Mundial de Atletismo en Berlín del 2009. Por ello fue sometida a un examen de verificación de sexo que reveló que Semenya tenía niveles de testosterona tres veces más altos que los de sus adversarias, no tenía ovarios ni utero y tenía testículos internos (2).

La cosa es un poco más compleja cuando estas variaciones sólo se evidencian en el plano genético, hormonal o cromosómico.

Al igual que la mayoría de los mamíferos, la determinación de nuestro sexo se da a través del sistema XY.  En el momento de la concepción, un espermatozoide con carga Y o X se encuentra con el cromosoma X del óvulo, lo más común es que si la combinación resultante es XY o XX, será hombre o mujer respectivamente. Sin embargo, puede que una persona presente pares de cromosomas sexuales masculinos (XY) pero que a la vez carezca de receptores de información hormonal (resistencia a los andróginos), haciendo imposible el desarrollo que se espera de un cuerpo de varón. En otras palabras, una persona de apariencia XX, pero genéticamente masculina.

Este sería el caso de María José Martínez, una vallista española que participó en los juegos universitarios en Japón en 1985. Aunque tenía senos, ovarios, vagina y hubiera vivido toda su vida como una mujer, María fue expulsada de la competencia por no pasar la verificación de género, debido a que los resultados mostraron que sus cromosomas eran los correspondientes al sexo masculino

Además de sugerirle que fingiera una lesión para no hacer público el “bochornoso incidente”, el equipo olímpico le retiró todos sus títulos y le quitó su beca de deportes. María José tuvo que luchar por demostrar que era una mujer. Tres años después,  con la ayuda de diferentes especialistas y presentar varios exámenes que comprobaran su “femineidad”, finalmente pudo demostrar que su cuerpo no asimilaba la testosterona que producía.

Las personas intersex tienen diferentes orientaciones sexuales e identidades de género, y ninguna de estas cualidades depende de la otra. Recordemos que la identidad de género es el concepto que una persona tiene sobre sí mismx como ser sexual (se relaciona con cómo vivimos y sentimos nuestro cuerpo desde la experiencia personal y cómo lo llevamos al ámbito público (3)) y la orientación sexual es la atracción afectiva, romántica, sexual o psicológica de un/a individux hacia otrx.

Adicción a la corrección

Se preguntarán entonces por qué un término que parece ser sacado de un diccionario médico, tiene su inicial dentro de las siglas que representan a un colectivo de diversidad sexual. Pues bien, aunque se aleje de la definición de las categorías ya nombradas por no tener relación con la estructura cerebral, algo que tiene en común con ellas es que al no ajustarse al modelo “perfecto” y normativo, pasa a ser una anomalía.

Aunque en la mayoría de los casos las variaciones en las características sexuales de estas personas no representen un peligro para su salud, con el propósito de no perder la costumbre de temerle y castigar a lo diferente, se ha cargado esta palabra con el adjetivo de enfermedad o de “condición médica tratable” para justificar cirugías, medicamentos y tratamientos innecesarios para bebés y niñxs intersexuales. Así como se trata hoy en día con medicamentos, terapias, cárcel y hasta exorcismos a personas no heterosexuales y/o cisgénero. Con la diferencia de que en este caso se aplica a niñxs que no tienen siquiera conciencia de las modificaciones permanentes que se hacen en su cuerpo.

Tanto la comunidad médica como la sociedad, tratan a la intersexualidad como algo monstruoso, un error de la naturaleza. Este acuerdo entre medicxs y familiares aprueba diferentes métodos para la “corrección” de estos cuerpos, dentro de los que están la clitoroplastía (mutilación genital), o la vaginoplastia, donde se utilizan tejidos de otros órganos como el colon o el intestino para construir una vagina.

Esta tortura de bebés no termina en una cirugía al momento de nacer (que puede acarrear consecuencias como la pérdida de sensibilidad e infecciones), también viene acompañada de la necesidad de la dilatación vaginal rutinaria hasta la madurez sexual (4), en la que se usan prótesis cilíndricas para moldear la vagina de lxs niñxs.

¿Cómo deciden si seré hombre o mujer?

A lxs niñxs que tienen varianza genital visible, se les asigna un sexo dicotómico de manera arbitraria, según el criterio del médico a cargo. Marina Elichiry comparte con Página 12 su testimonio acerca de la lógica médica que se utiliza al tratar estos casos (5). “Es más fácil hacer una mujer”, dice el docente de la materia de Medicina Legal de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA), “porque la técnica para hacer una vulva y una vagina es mucho más simple que hacer o alargar un pene”.

¿Que pensarían de esto las personas que no soportan la existencia de una persona que viva con genitales diferentes a los del común? Quienes están a favor de estas prácticas deben entonces afirmar que la concepción del sexo es psicológica. ¿Realmente preferirían que el ojo subjetivo y desinteresado de un/a médicx (que se inclinaría por la facilidad de una práctica quirúrgica antes de considerar el componente mental que pueda complementar dicho cuerpo) escogiera el sexo con el que vivirán?

Detrás de esa facilidad en el procedimiento, se esconde también la frágil masculinidad que empuja a un médico a inclinarse por la feminización genital. Conciben como un acto cruel y vergonzoso  designar como hombre a quien nace con un pene “inadecuado”. En cambio, las mujeres son percibidas como un género-flexible; es más aceptado que ellas tengan características masculinas. Bajo estos parámetros es que  la mayoría de personas categorizadas como intersexuales por lxs médicxs, son asignadxs como mujeres al nacer, removiendo su falo quirúrgicamente.

Esta excusa de modificar el cuerpo de un/a recién nacidx con el fin de moldearlo con el ideario social suena un tanto familiar y perversa si hacemos un repaso por historia de la humanidad. Dicen que se busca evitar el sufrimiento social que conlleva vivir con un sexo ambiguo, ¿Habrá entonces que investigar arduamente como cambiar el color de piel de quien nace en una sociedad racista?¿O hay que volver hombres a todxs lxs bebés si son concebidos dentro de un sistema machista y patriarcal?

La comunidad intersex lucha día a día por la abolición de este tipo de prácticas. ¿Quien más podría afirmar cómo proteger la salud, la integridad y la calidad de vida de estas personas si no son ellxs? Salen a la calle demandando la prohibición de todas las medidas traumáticas a las que tuvieron que someterse sin que nadie les preguntara. Denuncian haber sido engañadxs durante años, porque no son pocos los testimonios en los que los padres y madres les ocultan esta condición hasta que sale a la luz en un consultorio médico.

¿Cuál es la prisa por meternos en esas carcasas rigidas y oxidadas cuando claramente la naturaleza las desborda? En vez de deformar nuestros cuerpos intentando rellenar ese molde, podríamos moldear y capacitar el pensamiento colectivo para enriquecer nuestro entorno, haciéndolo más diverso y ameno. Abrazar la diversidad es un método más pacífico y racional para resolver el sufrimiento y disminuir la violencia ejercida por quienes atacan a lo desconocido.


Referencias:
(1) https://www.medicaldaily.com/44-year-old-man-blood-urine-discovers-hes-female-period-pain-what-intersex-295296
(2) https://gk.city/2018/07/16/sexo-cromosomas-xx-xy-genetica-genero/
(3) https://www.gob.mx/segob/articulos/que-es-la-identidad-de-genero
(4) https://www.medigraphic.com/pdfs/evidencia/eo-2014/eo142f.pdf
(5) https://www.pagina12.com.ar/229141-mutilacion-y-tortura-de-ninxs-y-bebes-en-la-argentina

Kevin Alejandro Vivas Ayala
Kevin Alejandro Vivas Ayala

Ecléctico. Le causan repulsión las cajas, los límites, lo estático, lo predecible y determinado. Por eso nunca puede describirse, porque le repugnan las palabras que le obligan a cumplir con un papel que aunque hoy le defina, mañana tal vez no quiera interpretar.

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