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En la primer semana de junio, el mes del orgullo, tuvo lugar en la ciudad de La Plata, la 9na edición del Festival de Cine sobre Géneros y Diversidad: Espacio Queer.

En palabras de una de sus programadoras, Antonella Larocca, Espacio Queer (E.Q.) comenzó en 2009 como un espacio de cine debate entre un grupo muy pequeño de personas sobre temáticas LGBTIQ+. Un lugar de encuentro para quienes gustaban conocer cine enfocado en la identidad y la sexualidad.

Es así que tuvo inicio la necesidad de, no solo encontrarse a debatir, sino también de poder conocer producciones propias y ajenas en un ambiente que comenzaba a ganar terreno en la discusión social. Algunos encuentros después, el equipo de E.Q. dio inicio a un ciclo de Festivales Autogestivos donde diferentes realizadores pueden contar con un espacio de exhibición en nuestra ciudad.

Espacio Queer se construyó en medio de conquistas sobre los discursos que comenzaron a formular los feminismos al día de hoy. Y en una ciudad que desde el mismo año es gobernada por la derecha de Julio Garro, que poco le interesa construir políticas que abonen a promover derechos sociales.

La representatividad del colectivo LGBTIQ+ en el cine abona muchísimo a la construcción de las identidades y a generar espacios libres y gratuitos con mirada crítica, lo cual es más que celebrable, incluso hoy día cuando parece que todo ya está discutido.

Este año, el festival tuvo sede en el ya clásico, Cine Select del Pasaje Dardo Rocha y contó con actividades especiales en el Centro de Arte de la UNLP, en el Museo de Arte Contemporáneo Latinoamericano y en la Fábrica Cultural “En Eso Estamos”.

Lejos de ser un mero espacio cinematográfico, Espacio Queer brinda una propuesta que amplía la interacción y el debate, propone el encuentro acompañado de intervenciones musicales y ferias de comerciantes independientes. Durante el mismo se incluyó una competencia internacional de largometrajes y nacional e internacional de dos cortometrajes “que se enfocan en diversos tópicos y realidades de las identidades disidentes”.

Espacio Queer busca saltarse de los estereotipos en los relatos sobre el colectivo LGBTIQ+, saliendo de la mirada mercantilista y comercial de la etiqueta; buscando la reflexión hacia la construcción de una identidad libre y sin normativas.

Las producciones seleccionadas por el Espacio, intentan salir de la postura de la víctima de ser disidencia, sino que buscan jugar con diferentes géneros como la comedia, o donde se celebre la identidad queer fuera del drama. Por ejemplo, este año la sección “Retrato en llamas” se abocó a la representación de las identidades lésbicas, corrida de la construcción fetichista y patriarcal que se realiza en distintas producciones culturales, “nos interesa que esas representaciones sean en primera persona, que las personas parte del colectivo puedan hablar por sí mismas”, agregó Antonella sobre la temática.

Habitar sobre lo habitado, repensar lo que consumimos y cómo representamos nuestro goce y deseo a través de consumos culturales es parte de la identidad de Espacio Queer. Además del cine, en el espacio se pudo participar de un taller titulado “Porno, quiero revolcarme con vos”. En el mismo se debatió sobre un consumo muchas veces silencioso, que existe y necesita ser debatido, que tiene que ver sobre la representación audiovisual sobre nuestros placeres, la pornografía.

El Festival contó también con la muestra fotográfica “Derecho a ser un monstruo” de Kenny Lemes, con una propuesta conceptual cuasi poética donde “En un mundo apocalíptico como éste es de saber que de las sombras saldrán los monstruos, los marginados, los desplazados, los silenciados; y que suavemente, con indetenible delicadeza, ocuparán los espacios que les fueron negados durante el mandato de los capaces y los instruidos y los fértiles y los merecedores”, describía un fragmento de la presentación de la muestra.

Espacio Queer es un lugar seguro dentro de nuestra ciudad donde prima el encuentro. Hoy, generar lugares de recreación y debate es resistencia. Estar juntes pensando y repensando cómo nos narramos es semillero de nuevas y futuras discusiones pero también de demostrar que por más que avancen discursos individualistas, somos seres que crecen y se forman en conjunto.

Concurrir a estos espacios nos hace ser conscientes que no estamos solos, solas y soles, que las discusiones las construimos en estos lugares, reivindicando el derecho a divertirse pero también a encontrarnos y mostrarnos en colectivo.

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