Bolsonaro parece un Punching Ball

Bolsonaro parece un Punching Ball

TIEMPO DE LECTURA: 7 min.

POR NICOLÁS SAMPEDRO*

Hace varias semanas que se viene especulando respecto de la situación del autoproclamado mesías brasileño. La burla permanente hacia la pandemia y sus implicancias, el enfrentamiento con diversos sectores y la pérdida de apoyo y legitimidad, hicieron que los rumores tomen más fuerza. Pero detrás aparecían los uniformes verde-oliva para alertar que no lo permitirían.

El mal manejo de la pandemia del COVID-19, ha llevado a que Brasil sea el segundo país a nivel mundial en cantidad de contagios por este virus (con más de un millón), y que avance a paso firme a superar las 50 mil muertes.

Es precisamente este hecho el que generó la mayor erosión en la popularidad de la gestión de Bolsonaro. Según la encuestadora DataFolha, mientras a finales de abril alcanzaba el 38%, tan sólo un mes después la impopularidad del gobierno se había disparado a 43%.

Según un estudio realizado por el Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG), el desmanejo de Bolsonaro hizo que perdiera el apoyo de sectores ricos y medios de las principales urbes del país como Río de Janeiro y Sao Pablo (principales zonas afectadas por la pandemia).

Según el informe, “Bolsonaro perdió el apoyo de políticos aliados y exfuncionarios de su Gobierno; ha entrado en conflicto público con gobernadores afines y con sectores del Poder Judicial (fundamentalmente, con el Tribunal Supremo Federal)[1].

A esto debe sumarse que su poder de fuego parlamentario también se vio reducido, tras su salida del Partido Social Liberal (PSL); no solo quedó sin partido, sino que fragmentó el bloque en el Senado donde solo 54 legisladores siguen apoyándolo, en tanto que en Diputados debe negociar permanentemente con el grupo conocido como “Centrao” (un conjunto de 10-12 partidos, de aproximadamente 200 diputados).

Como si fuera poco, ya renunciaron varios ministros de distintos gabinetes (Salud, Educación, Justicia). Quizás la salida más significativa fue la del ministro emblema Sergio Moro, quien había sido una pieza clave en el triunfo de Bolsonaro en 2018, tras el proceso ilegal y fraudulento de encarcelamiento al ex presidente Luiz Inácio Lula Da Silva.

La frutilla del postre fue la difusión (con aval del Supremo Tribunal Federal) de un video de una reunión ministerial que tuvo lugar el pasado 22 de mayo. En esa reunión se pudieron escuchar declaraciones de todo tipo como las del ministro de Medio Ambiente, Ricardo Selles, proponiendo “que el período de la pandemia sería ideal para pasar reformas “infralegales”, de “simplificación” y “desregulación” de leyes ambientales”, lo que es igual que decir desregular y convertir en legales cosas que no lo eran, dado que los medios están atentos casi en exclusivo al tema de la pandemia.

De igual manera se pudieron escuchar las palabras del ahora ex ministro de Educación, Abraham Weintraub, quien señaló que si fuese por él “ponía a todos esos vagos en la cárcel, comenzando por el STF”. Esto habría sido la gota que rebalsó el vaso, luego de una cadena de “errores” que habrían llevado a Bolsonaro a buscarle una salida decorosa.

Al presidente brasileño cada vez le van quedando menos apoyos, y el descontento social es cada vez mayor. La campaña del Movimiento #Somos70porcento (motorizada por el economista Eduardo Moreira) tuvo gran impacto en redes sociales y se sumó a otras propuestas lanzadas por sectores progresistas[2], no sólo de partidos políticos sino también de artistas, barras de fútbol, abogados, etc.

Los posibles escenarios

Ante la pérdida de legitimidad, Bolsonaro podría terminar saliendo por la ventana ya sea por juicio político (impeachment), por algunas de las investigaciones judiciales en su contra (fundamentalmente por inmiscuirse en el poder judicial al interferir en la Policía Federal), o por anulación de la fórmula presidencial (por 2 investigaciones en curso que tiene el Supremo Tribunal Federal, una relaciona al financiamiento y propaganda de la campaña 2018 y otra por intervenir para retrasar los allanamientos a su hijo Flávio, acusado de financiamiento ilegal y defraudación pública).

En cualquiera de estos escenarios el rol de los presidentes del Senado (Rodrigo Maia) y de la Cámara de Diputados (David Alcolumbre) sería clave. Fundamentalmente la de Maia, ya que es quien debe aprobar el tratamiento tanto del posible impeachment como el pedido de investigación judicial.

Un hecho significativo es que a comienzos de mes, frente al nuevo ‘escenario opositor’, “Maia deslizó que ‘por ahora’ no prospera el juicio político, ampliando los cursos potenciales de desenlace; hay negociaciones en ese sentido en Diputados que pueden cambiar la trayectoria con la que se venía hasta el momento[3] .

De todas maneras, los escenarios pueden ser múltiples y dependerán de múltiples factores: en principio cómo se vaya articulando ese nuevo escenario de oposición donde por un lado estarían las fuerzas que hasta hace no mucho eran aliadas a Bolsonaro y que lo empiezan a mirar con desconfianza (incluso sectores de la elite paulista); por otro lado, las fuerzas de izquierda o progresistas y cómo puedan promover o motorizar las distintas propuestas que se están lanzando.

Un segundo foco a tener en cuenta es cómo pueden llegar a actuar los medios de comunicación de mayor repercusión, fundamentalmente Folha, Estadao y O’ Globo, medios ya directamente en franca oposición al gobierno de Bolsonaro. Los dos últimos parecen ver en la figura Mourao como un posible reemplazo. El vicepresidente del Brasil, “es considerado un “intelectual” al interior de las FFAA (aunque un tanto “líbero” según algunos generales) lo que también permite construir, de cara a los medios y a los sectores de derecha conservadora (no bolsonarista, como el PSDB, y otros partidos) una figura presidenciable y una cara más aplomada del Partido Militar[4].

De todas maneras el control o no de la pandemia será un factor determinante a la hora de evaluar qué puede deparar para el futuro del autoproclamado mesias brasileño. Esto también estará sujeto a los apoyos que aún conserva el mandatario: EEUU, el sector financiero (cabe recordar que los principales bancos privados fueron beneficiados con 161 billones de reales gracias a las políticas del “Chicago Boy”, Paulo Guedes), los sectores evangélicos, algunos empresarios, el sector del agronegocio, y, obviamente, los militares.

El reconocido sociólogo brasileño y coordinador del Laboratorio de Políticas Públicas de la Universidad Estadual de Río de Janeiro (UERJ), Emir Sader, señaló hace algunos días, que pese a haberse esperado por mucho tiempo, la “autocrítica” de la derecha había llegado. Sus palabras se basan en un artículo de Pedro Cafardo (editor ejecutivo de “Valor”, el periódico de la gran comunidad empresarial brasileña), uno de los emblemas de la derecha de Brasil, que reconoce que ellos tuvieron la culpa de que Bolsonaro llegue a donde llegó y ahora se arrepienten por el desastre que está haciendo.

Sader se pregunta: “¿Cuál es el significado de este mea culpa? En primer lugar, nos damos cuenta de que es posible, incluso desde el punto de vista de las grandes empresas, darse cuenta de estas cosas, tan obvias para nosotros. Segundo, que el PT es realmente el fenómeno maldito de la derecha brasileña. Que el miedo al PT, a regresar a un gobierno que privilegia los derechos de todos, la distribución del ingreso, es el fantasma que enloquece a todo al derecha. Eso, a pesar de que sabían quién era Bolsonaro, empresarios, medios de comunicación, políticos, lo preferían al PT, sabiendo los valores que representa y las posiciones que tiene[5].

Por sólo poner un ejemplo y graficar lo antes dicho: en varias oportunidades Bolsonaro abocó el artículo 142 de la Constitución, que estipula la “intervención de las FF. AA. ante una situación de caos nacional”, y si bien el artículo es motivo de polémica entre los constitucionalistas brasileños, lentamente ha sido instalado como una posibilidad. Esto hasta para algunos sectores de la derecha es algo inaceptable.

Como se puede observar a Bolsonaro aún le quedan algunos retenes, pero más que ser retenes propios, son sus aliados y la conveniencia para éstos de que quien siga asumiendo los costos políticos del desastre y el caos, sea él. Tanto con el juicio político, como si prospera la investigación judicial en su contra, quien lo reemplazaría sería su vicepresidente Mourao. Pero no hay que olvidar que está en curso el tratamiento de una enmienda constitucional que prevé que en caso de renuncia o separación del cargo antes de cumplirse la mitad del mandato (en este caso diciembre de 2020), debería llamarse a elecciones nuevamente.

Está claro que el descontento crece y la figura de Bolsonaro depende más de sus aliados que de sí mismo[6]. Si sigue haciendo lo que hasta ahora, es muy factible que la paciencia de sus aliados se agote y terminen por desecharlo (incluso sectores en EEUU ya empiezan a no estar tan seguros de sostenerle el apoyo). No hay que descartar ningún escenario, menos con Moro fuera del gobierno y haciendo denuncias por corrupción contra Bolsonaro. Aunque todo parece indicar que quienes terminan por nivelar la balanza siguen siendo los que visten de verde-oliva.

Más allá de lo que suceda en lo inmediato, Bolsonaro está recibiendo golpes por todos lados. Tanto así, que parece un punching ball.


* Prefiero escuchar antes que hablar. Ser esquemático y metódico en el trabajo me ha dado algún 
resultado. Intento encontrar y compartir ideas y conceptos que hagan pensar. Me irritan las
injusticias, perder el tiempo y fallarle en algo a les demás.

[1] https://www.celag.org/los-destinos-de-jair-bolsonaro/
[2] https://www.telesurtv.net/news/brasil-movimiento-social-exige-renuncia-bolsonaro-manifiesto-20200619-0015.html
[3] Idem 1
[4] Idem 1
[5] https://www.alainet.org/es/articulo/207375
[6] https://medium.com/@misionverdad2012/el-fin-de-bolsanaro-las-m%C3%BAltiples-crisis-que-amenazan-a-su-gobierno-99ed79893c21

Calderón: “El tema de la tierra está íntimamente ligado a los grandes ejes del poder financiero”

Calderón: “El tema de la tierra está íntimamente ligado a los grandes ejes del poder financiero”

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En diálogo con el programa Marcha de Gigantes, el investigador de la UBA y del CELAG, Javier Calderón, analizó lo que significa para el país y la región la nueva llegada de marines norteamericanos a territorio colombiano.

Además ahondó en la situación con la pandemia, la ‘línea bolsonarista’ que adoptó el gobierno de Duque para aprovechar la crisis y cómo repercute esta política en la vida cotidiana del pueblo Colombiano.

Por último abordó el problema de la violencia y los vínculos de la guerra con el poder financiero, mediático y los intereses por expandir la concentración de la tierra y poder usufructuar las tierras colombianas sin ningún tipo de regulación.

Ñangareko y Pytyvo, parches que no resuelven el problema de fondo

Ñangareko y Pytyvo, parches que no resuelven el problema de fondo

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POR BELINDA GARCÍA*

Paraguay se encuentra afrontando desafíos en conjunto a la región:  La pandemia del virus Covid-19. Todas las intervenciones estatales están siendo objetos de análisis, criticas, aprobaciones y escisiones.

El problema de la conceptualización de la política pública en general, ha sido un debate reducido en el país, ubicado en espacios universitarios y en instituciones gubernamentales, con técnicos sociales, que en alguna manera se encuentran limitados a las voluntades políticas acompañadas de recursos sin distribución justa.

Expertos y expertas vienen señalando la urgente necesidad de la modificación de matrices del sistema tributario (Serafini Geoghegan, 2019) (Dionisio & Manuel, 2018)[1]. Paraguay, un país sumergido en altos índices de pobreza, pobreza extrema, desocupación, trabajo informal e inequidades en establecimiento de salarios, como en la fiscalidad; cuenta con una población de 7.252.672 habitantes según datos de DGEEC en su proyección año 2020.El Estado aún no logra avanzar en la construcción de respuestas sistémicas.

En relación a la intervención del Estado en contexto de emergencias, la experiencia de la Secretaria de Emergencia (SEN) dependiente de la presidencia, juega en primera línea. Como hemos visto en las sucesivas inundaciones en las que recientemente la institución presentó grandes niveles de improvisación, desde el cómo definen los problemas hasta en las respuestas puntales, que solo se han visto siempre como una escases de acceso a algo.

Esta misma visión es acompañada por el Ministerio de Desarrollo Social (MDS) -ex Secretaria de Acción Social (SAS)- que viene implementando programas de transferencias monetarias condicionadas a sectores sociales. Estos sectores no se incluyen en dichos programas como sujetos a quienes el Estado le debe garantizar en alguna medida un derecho; sino como usuarios que deben justificar ser aptos para recibir dinero sobre condiciones determinadas, que en todo caso no genera acumulación en las familias. Más bien parecen ser asignaciones para el consumo de bienes y servicios.

Estas asignaciones solo son flujos que en realidad mueven capitales del mercado interno y quienes acumulan son las empresas que ofrecen estos bienes y servicios.

En esta emergencia sanitaria se ha creado un Consejo de Defensa Nacional como apoyo al Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social, que articula a otras carteras que presenta a la población las disposiciones generales a ser aplicadas a nivel país.

De acuerdo a estas experiencias, al parecer se combinaron estrategias y se plantearon los programas Ñangareko (SEN) y Pytyvo (Ministerio de Hacienda) que consisten en una asignación de aproximadamente 80$ (dólares estadounidenses) en un solo pago para los sectores denominados “vulnerables. Para acceder a ella deben registrarse en sistemas digitales/plataformas virtuales, en un país donde eminentemente la educación en las tecnologías de información y comunicación son una deuda.

Estos sectores vulnerables a su vez son insertos en la idea de que existe un determinado problema, y éste se puede resolver con un intercambio de bienes vía mercado, al recibir la asignación; es decir, inserta a la población dentro de un proceso que le es externo y que no tiene en cuenta sus especificidades a pesar de que el Estado sí tiene la capacidad de tener una mínima caracterización del sector beneficiario.

Evidentemente el problema está siendo pensado en términos de problema/solución como una ausencia que debe ser atendida urgentemente. Pero en términos de la construcción de los programas mencionados y con el direccionamiento del Ministerio de Hacienda -también dependiente del órgano ejecutivo-, evidencian que la conceptualización del problema se construye desde un sesgo que no permite darle operatividad a las asignaciones hasta llegar al beneficiario/a, ya que no se construye un sistema. Y que no se trata de la planificación y las acciones a ser aplicadas, sino el proceso en sus dimensiones múltiples.

Se deja de ver la respuesta desde una multidimensionalidad que requiere la praxis, a pesar que no hay standares en todas las disposiciones a ser implementadas si solo se busca atender puntualmente un aspecto. Quizá en el proceso se activen otras necesidades que generarían el mismo tipo de respuestas.

Claramente la dimensión económica y la disposición de recursos son aspectos que definen el proceso de los programas. Pero ¿Realmente el proceso es efectivo? ¿Por qué no se presentan mediciones concretas de los procesos de implementación de los programas Pytyvo y Ñangareko?

Existe entonces la necesidad de pensar cómo se construyen las políticas públicas, cómo se establecen los sistemas de implementación y sobre cuáles sustentos técnicos. Evidentemente el debate debe de ser amplio y debe lograr articular a los sectores obreros, campesinos, industriales, profesionales y académicos, como tener en cuenta las demandas históricas de justicia tributaria, redistribución de la tierra, Itaipú como parte fundamental de la soberanía nacional, y muchos elementos que hacen a la construcción de las políticas públicas, y sin duda cuestiona a los profesionales del trabajo social como a otras disciplinas de las ciencias sociales.

Artículo publicado originalmente en ea.com.py/


Lic en trabajo social, Universidad Nacional de Asunción. Investigadora en estudios agrarios, periferia 
urbana y género.

Referencias:
[1]Dionisio, B., & Manuel, C. (2018). Una reforma tributaria para mejorar la equidad y la recaudación.Asuncion: Centro de Análisis y Difusión de la Economía Paraguaya, CADEP.
Serafini Geoghegan, V. (2019). POBREZA EN PARAGUAY: Crecimiento economico y conflicto redistributivo. CADEP- FEEI/CONACYT.

El problema es la concentración de la tierra

El problema es la concentración de la tierra

TIEMPO DE LECTURA: 6 min.

POR NICOLÁS SAMPEDRO*

…bestialidad que no tiene una frontera determinada ni pertenece a un país determinado.
Bestias fueron las hordas hitleristas, como bestias son los norteamericanos hoy, como bestias son los paracaidistas belgas, como bestias fueron los imperialistas franceses en Argelia. Porque es la naturaleza del imperialismo la que bestializa a los hombres, la que los convierte en fieras sedientas de sangre que están dispuestas a degollar, asesinar, a destruir hasta la última imagen de un revolucionario, de un partidario de un régimen que haya caído bajo su bota o que luche por su libertad.”

Comandante Che Guevara 

Salvando las evidentes distancias, las palabras del Che sirven de analogía para comprender el comportamiento que tuvo el poder real en Argentina -y sus voceros mediáticos- desde que el pasado lunes el presidente argentino anunciara la intervención de la empresa Vicentín y el envío al congreso de un proyecto de expropiación de esta empresa. El dicho popular afirma que “para muestra, un botón”… y eso que no se habló de reforma agraria.

Amén de ello, queda claro que lo que puso sobre la mesa el COVID-19 son las grandes desigualdades que existen en todos los rincones de este planeta. Pese a ello, el sistema mediático dominante (que son los voceros del poder real) se ha encargado de intentar ocultar esas desigualdades y hacer como que “no pasa nada, les pobres son pobres y así debe ser”.

Lo central es que la pandemia puso de manifiesto que el Estado es un actor clave a la hora de proteger a la población y que quienes defienden el mercado, sólo piensan en sus bolsillos. Algo de esto señaló en distintas oportunidades el ex presidente ecuatoriano Rafael Correa: el capitalismo prioriza las ganancias y la acumulación de capital por sobre la vida de les seres humanos.

Ahora bien, continuando con lo que se ha señalado en reflexiones anteriores, la situación actual habilitó algunas discusiones que algunes vienen impulsando desde hace muchos años: hoy le toca al tema de a la posesión de la tierra.

Algunos números

Según un informa publicado por la OXFAM en 2016, retomado por la FAO, Nuestra América es la región del mundo más desigual. Según éste “en la región, 32 personas privilegiadas acumulan la misma riqueza que los 300 millones de personas más pobres. Esta desigualdad económica está íntimamente relacionada con la posesión de la tierra, pues los activos no financieros representan un 64% de la riqueza total[1].

Si se puntualiza en la propiedad de la tierra, en Nuestra América, el 1% de las fincas concentra más de la mitad de las tierras productivas. Medido según el coeficiente de Gini (donde 0 es lo más equitativo y 1 lo más inequitativo), la región alcanza al 0.79, muy por encima de Europa (0.57), África (0.56) y Asia (0.55).

Fuente: Oxfam

En la región, Colombia es el caso más preocupante: “Las fincas de más de 500 hectáreas –que apenas representan el 0,4 por ciento del total de explotaciones– concentran el 67,6 por ciento de la tierra productiva”. Números similares tienen Chile o Paraguay en donde el 1% de las fincas acumula el 70% de las tierras donde hay algún tipo de explotación económica[2].

Según el mismo informe en Argentina, “el 0,94% de los dueños de las grandes extensiones productivas maneja el 33,89% del total del territorio argentino. El 99,06% restante controla apenas el 66,11%[3].

Estos datos vienen de la mano con la profundización del monocultivo: Argentina, Brasil, Paraguay, Bolivia y Uruguay están consideradas las Repúblicas unidas de la Soja dado que “entre 1990 y 2014 triplicaron el área de cultivo y quintuplicaron la producción hasta alcanzar conjuntamente más de 150 millones de toneladas en 60 millones de hectáreas, una extensión más grande que la superficie de Paraguay y Uruguay juntos[4].

“Daños colaterales”

La concentración de la tierra es un problema fundamental e histórico en Nuestra América, pero no viene solo, está atado -y genera- otro sin fin de inconvenientes que hacen a la compleja situación que acarrean los pueblos del continente: desplazamientos forzados, asesinatos, persecución judicial, represión, expulsión y concentración de población en las urbes, pobreza, marginación, y un largo etcétera.

Por dar un ejemplo y citar algunas cifras, según el informe de Global Witness: en 2017 ocurrieron 207 asesinatos a defensores del medio ambiente en 22 países, casi 4 personas por semana; la mayoría de esos asesinatos estuvieron vinculados a proyectos de agricultura destructiva como el acaparamiento de tierra para la producción de aceite de palma; el 60% de los asesinatos registrados ocurrieron en Nuestra América; y Brasil registró la mayor cantidad de asesinatos a líderes campesinos e indígenas en el mundo con 57 casos.

El tema de los asesinatos de activistas sociales es sólo un caso testigo, porque las desigualdades se repiten sea cual sea la perspectiva que se elija para analizar la problemática. Por ejemplo, cabe recordar que la posesión de la tierra en pocas manos, las grandes desigualdades sociales y el asesinato de Jorge Eliecer Gaitán, fueron las chispas que dieron lugar a la insurgencia colombiana[5].

Fuente: dejusticia.org

A día de hoy se podrían mencionar los más de 7 millones de desplazamientos forzados en Colombia, o los asesinatos diarios a ex guerrilleros y a líderes y lideresas sociales. Pero esto no es algo que sea propio de ese país, también sucede en muchos países de Centroamérica, en Brasil o en otros países. De igual manera se podrían mencionar los maltratos y cacerías a miembros de las comunidades campesino-indígenas en Argentino (como vimos recientemente en Chaco), las reiteradas represiones a la comunidad Mapuche en Chile y en la patagonia Argentina; y nuevamente un largo etc.

Vicentín es un buen paso hacia adelante, pero el problema de fondo -y revertirlo puede ser una posible solución al problema estructural de la pobreza- es la concentración de la tierra, la concentración de los mercados, la concentración de la riqueza. Todas concentraciones que siempre están en las mismas manos, las de una oligarquía cipaya y entreguista, y/o en las manos de grandes multinacionales extranjeras que sólo miran planillas de excel y las decenas de ceros de sus cuentas bancarias.

La pandemia del COVID-19 puso en evidencia los desequilibrios de un sistema planetario opresivo, injusto y capaz de hacer lo que sea para sostenerse en pie. Avanzar en la redistribución de la propiedad de la tierra; repensar las formas de producción y de consumo, para que sean más responsables con el cuidado del ambiente; o la implementación de un sistema impositivo más progresivo (que por ejemplo grave las herencias y a las grandes fortunas de personas o empresas), No sólo son debates urgentes y necesarios, sino posibles soluciones equilibrar la balanza y que no estalle todo por los aires.

Imagen de Luis Arenal Bastar sobre la Revolución Mexicana

* Prefiero escucha antes que hablar. Ser esquemático y metódico en el trabajo me ha dado algún 
resultado. Intento encontrar y compartir ideas y conceptos que hagan pensar. Me irritan las
injusticias, perder el tiempo y fallarle en algo a les demás.

Referencias:
[1] https://www.alainet.org/es/articulo/184653
[2] https://www.eltiempo.com/vida/ciencia/concentracion-de-la-tierra-en-america-latina-oxfam-52376
[3] https://www.ambito.com/politica/se-profundiza-la-concentracion-la-tierra-la-argentina-apenas-1-acapara-33-del-territorio-n3969517
[4] Idem 2
[5] https://www.celag.org/el-9-de-abril-en-las-escenas-de-la-guerra-por-la-tierra-por-javier-calderon-castillo/

Neoliberalismo: la otra peste en Chile

Neoliberalismo: la otra peste en Chile

TIEMPO DE LECTURA: 7 min.

POR MIRANDA CERDÁ CAMPANO*

En octubre del 2019, el gobierno de Sebastián Piñera debió enfrentar una ola de protestas masivas que se extendió durante meses. Si bien el detonante fue el incremento del precio del pasaje de metro, las demandas sociales de los manifestantes tuvieron un carácter heterogéneo y abarcaban asuntos como el acceso a la salud, a la educación, la reducción de las disparidades de género, lo insuficientes que son los ingresos para la mayoría de la población y el fin del sistema privado de pensiones, entre otros.

De la creciente movilización popular, se desprendió que las inequidades socioeconómicas eran insostenibles, y que además estaban íntimamente relacionadas a las reglas del juego institucionales consagradas en la Constitución Política de Chile, diseñada durante la dictadura, que protegen el statu quo y obstaculizan la adopción de cambios que promuevan una mayor equidad.

En ese sentido, fue tomando fuerza la idea de producir un nuevo texto constitucional, y los principales partidos políticos de gobierno y oposición sellaron un acuerdo mediante el cual se disponía que la ciudadanía chilena iba a poder decidir, mediante un plebiscito a celebrarse el 25 de octubre, si apoyaba o rechazaba la idea de una nueva constitución. 

En esa misma instancia, les chilenes también podrían emitir su voto en torno al mecanismo de redacción de esa nueva constitución, si el resultado fuese positivo. Las dos opciones en este caso, serán si se conforma una convención constitucional compuesta por ciudadanes elegides para ese propósito o una convención mixta que incluya también a un 50% de les legisladores del país.

Pese a que el Gobierno accedió a este acuerdo, los niveles de legitimidad de la gestión de Piñera siguieron cayendo. Hoy, en contexto de pandemia, según un estudio realizado por el Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG), 7 de cada 10 chilenes evalúa negativamente las medidas del Presidente frente a la crisis del coronavirus. 

Respecto a los cambios constitucionales, la misma encuesta asegura que 6 de cada 10 encuestades creen que Chile está viviendo una transformación política, y 9 de cada 10 apuestan por un cambio constitucional: un 61% cree que debería promulgarse una nueva constitución y un 39% aboga por cambios en la actual Carta Magna.

¿El faro político?

La irrupción de la pandemia de coronavirus tuvo lugar en medio de un estallido social de grandes proporciones. Si bien durante enero y febrero habían mermado las movilizaciones iniciadas en octubre, a principios de marzo hubo grandes manifestaciones y ese descontento social volvía a sonar con fuerza. Pero ¡PUM¡ Llegó el Covid-19 y el gobierno y la clase política, que ya exhibían bajísimos niveles de legitimidad, tuvieron que hacerse cargo de una de las crisis sanitarias más importantes de la historia.

Las personas acataron bastante las medidas de distanciamiento social y por lo tanto se depusieron las masivas movilizaciones. De alguna manera, la pandemia vino a darle un poco de aire a un gobierno que se encontraba sofocado por la movilización popular. Pero para el pueblo chileno, el coronavirus aparece como un problema más: ahora tienen dos pestes, la sanitaria y la sistémica. 

Durante los primeros días de marzo, cuando Chile comenzó a registrar casos de Covid-19,  el mandatario aseguró que su gobierno contaba con las herramientas para enfrentar la pandemia, pero en mayo dio marcha atrás y reconoció que “tampoco estaban preparados”. 

Asimismo, Chile fue aplaudido por la comunidad internacional en tanto se constituyó como el país de la región que más testeos realizaba cada millón de habitantes, pero eso nunca le garantizó un buen manejo de la pandemia.

En las últimas 24 horas, Chile registró 6.405 nuevos casos y 96 muertes, y sigue siendo el tercer país de América Latina con más positivos de coronavirus por detrás de Brasil y Perú, aunque su tasa de mortalidad es menor a la de otros países con menos casos como Ecuador y Colombia.

Por otra parte, no se han tomado medidas efectivas para el beneficio de la mayoría de la población en este contexto. De hecho se pidió un préstamo al Fondo Monetario Internacional de 23 mil millones de dólares y hay que resaltar dos cuestiones: primero, que el gobierno de Piñera intentó encubrir el préstamo y salieron a decir que no lo habían pedido; fue el Banco Central el que tuvo que admitir la información, luego de que el FMI lo publicara en su página web; y segundo, que el ministro de Hacienda, Ignacio Briones salió a decir que el préstamo no estaba diseñado para resolver los problemas con el gasto público, por que “no es un préstamo para el gobierno chileno”. ¿Para quién es la guita, entonces? Lo que distintos analistas apuntan es que el préstamo se propone evitar un corte en la cadena de pagos de bancos y grandes empresas.

Es en este sentido que hay una abismal diferencia entre lo que se destina para salvar a las grandes corporaciones, que lo que se dedica para ayudar a los grupos más vulnerabes socialmente, que son los más afectados por la pandemia.

Se han ofrecido planes de asistencia que son insuficientes. También se lanzó una Ley de Protección al Empleo, que evidentemente sirvió para permitir a las empresas despedir trabajadores sin tener que justificarlo o suspender temporalmente los contratos, y el desempleo ha aumentado considerablemente en el último trimestre.

Como si esto fuera poco, sumado a los estragos que está causando el Covid-19, debe añadirse la violencia que ejerce el aparato represivo del régimen neoliberal. La cuarentena obligatoria ha venido como anillo al dedo para imponer un estado de sitio. En este sentido, la bestialidad del modelo se manifiesta con violencia y terrorismo estatal sobre quienes disienten y resisten las políticas económicas y sociales y se han manifestado, respetando el distanciamiento social, en contra del hambre.

De lo que se observa en los barrios populares, se entiende que el hambre no puede ser saciado con una caja de alimentos no perecederos, que es lo que de manera clientelar empieza a distribuir el Gobierno. La crisis sanitaria causada por la pandemia está profundizando las desigualdades económicas y sociales, y los culpables son los que siguen perpetrando este modelo de miseria.

De alguna manera, en su afán por aferrarse al poder y salvar la calamidad neoliberal, el gobierno de Piñera está dispuesto, como lo hace desde aquel 18 de octubre del año pasado, a descargar la barbarie represiva que ha caracterizado históricamente a la derecha. La novedad en este punto tiene que ver con la decisión del Gobierno de dar suma urgencia a un proyecto de ley que modifica la Ley 19.974 sobre el Sistema de Inteligencia del Estado, ya aprobada en el Senado y también en la Comisión de Defensa de la Cámara de Diputados.

Basta con analizar lo que dijo el ministro de Defensa, Alberto Espina, para entender que el objetivo de la iniciativa es reprimir la movilización social: “Si hubiésemos tenido un sistema de inteligencia moderno, los actos de violencia que ocurrieron en el mes de octubre se podrían haber impedido”.

En lugar de pensar políticas sociales y económicas que den respuesta a las causas estructurales de la protesta popular, el Gobierno y parte del Congreso optan, una vez más, por la represión y el debilitamiento de los derechos humanos.

Las más graves modificaciones de la iniciativa del ejecutivo apuntan a centralizar, concentrar y ampliar las atribuciones de los órganos de inteligencia. Con este proyecto, se pretende una concentración del poder incompatible con un sistema que se dice democrático, y se impide la participación de otros órganos y de la sociedad en la definición de las políticas de defensa e inteligencia, que tan profundamente pueden afectar los derechos humanos de la población chilena. 

Básicamente, se diseña un sistema de Inteligencia que liderará Piñera con sus ministros de Defensa e Interior, la Agencia Nacional de Inteligencia, la Policía y las Fuerzas Armadas, sin ningún control de otro poder del Estado y en sesiones secretas. En otras palabras, el Presidente se transforma en el Jefe de la Inteligencia Policial y Militar.

A medida que avanza la pandemia y por extensión, la crisis social, se va confirmando la imperiosa necesidad de masificar el debate en torno al papel del Estado en todos los ámbitos estratégicos de la economía, la seguridad social, la educación y la salud. Que deje de prevalecer el lucro por sobre la vida.


* Chubutense de nacimiento y militante porque no hay mejor manera de transformar el mundo. 
En la escuela le hablaron de la colonización y las guerras. Cuando la militancia le mostró
la historia de las resistencias, empuñó el mejor arma: la pluma.
Psicovid-19: Los que sobran, ecofascismo, necropolítica… y el miedo

Psicovid-19: Los que sobran, ecofascismo, necropolítica… y el miedo

TIEMPO DE LECTURA: 7 min.

POR NICOLÁS CENTURIÓN*

En no mucho tiempo se tendrá que meditar y analizar sobre las razones por las que el Covid-19 impactó tanto en la dinámica mundial. Una pandemia de miedo.

La ola expansiva resultó ser peor que la bomba. ¿Qué factores hicieron saltar los resortes de la paranoia cuando las muertes de otras enfermedades son cuantitativamente muy superiores al coronavirus? ¿Los medios de comunicación infundiendo temor? ¿Quien se sirve del miedo?

La disyuntiva que plantea el abordaje sobre esta pandemia es la vida por encima del capital y viceversa. O su otro par, la economía sobre la salud y viceversa. Una tercera opción pero muy similar la planteó una senadora uruguaya, de la coalición de derechas gobernante: la propiedad por encima de la vida, y agregó que “decir lo contrario sería una ofensa.” para su fuerza política.

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Antes de situarnos en el acontecer actual, es necesario remontarnos a unas décadas atrás para ver un poco las razones que cimentaron el miedo global.

El siglo corto, como lo denominó Eric Hobsbawm, finalizó con la caída del muro de Berlín en 1989 y luego con la posterior disolución de la URSS en 1991. La hegemonía de Estados Unidos parecía no tener fin y Francis Fukuyama, asesor del entonces presidente George Bush, en un intento de clausurar cualquier posibilidad insurrecta, sentenció el “fin de la historia” al haber vencido al gigante rojo.

Se tenía que diseñar un nuevo enemigo de “los países libres” de Occidente. Entonces aparecieron en escena los musulmanes, Afganistán, terroristas y árabes. Todos mezclados en una ensalada que beneficiaba a los hacedores de guerras. Mientras EEUU  daba la lucha contra el “terrorismo” invadiendo países, China se preparaba como potencia hegémonica.

En 2008 sucede la crisis financiera a nivel mundial, que tiene como emblema o símbolo la quiebra de Lehmann Brothers. Una crisis del sistema que hizo vibrar los cimientos del capitalismo, pero como hasta el momento ha sucedido, fue la opción de los bancos por encima de la vida, el salvataje del capital ficticio ante la vida material y concreta.

La hegemonía estadounidense ya se encontraba cuestionada y el eje mundial empezaba a virar hacia Asia. Un antecedente de ello es el debate Arrighi-Wallerstein, donde el primero anunciaba con gran tiempo de antelación el avance del gigante asiático. La crisis del 2008 siguió dando sus coletazos en 2013 y comenzó a explotar a principios de 2020. El enemigo a temer eran los asiáticos. Específicamente un enemigo invisible: “un virus chino.”

¿La pandemia fue tapadera o excusa para la crisis?

Las interrogantes se repiten: ¿La crisis se aceleró debido a la pandemia? o ¿la pandemia sirvió de tapadera para la crisis o de excusa para la misma? De tener que aventurar una respuesta, creo que es parte del mismo plan. Una crisis mundial estaba en ciernes. Había que hacer un shock y esta vez se precisaba contraer la economía, aplacar las protestas sociales y amenazar la salud de la gente sin distinción de clase.

El tablero mundial se está reconfigurando. Los dueños del capital se están reconfigurando, es un barajar y dar de nuevo, pero siempre dentro del mismo juego. Esta crisis es una puja dentro del sistema capitalista. Las empresas que sobrevivan absorberán a las que quedaron en el camino. Eso implica un proceso de mayor concentración: los grandes capitales quedarán en cada vez menos manos y en paralelo el ejército de reserva engrosará sus filas.

Se suele decir que toda crisis es una oportunidad, pero ¿oportunidad para quienes? Para la clase trabajadora… muy difícil. El virus no va a tumbar al sistema como dice Slavoj Zizek y bien lo rebate Byung Chul Han. Pequeño detalle el de Zizek de olvidarse del sujeto de la revolución, siendo marxista.


Esta pandemia, es un parteaguas de nuestra era contemporánea. Lo que los medios de comunicación hegmónicos han repetido a coro, “la nueva normalidad”. Es la nueva nomenclatura para decirnos “no hay vuelta atrás”.

Es interesante como se nos plantea esta tríada: “no hay vuelta atrás” nos clausura el pasado. Aunque ¿desde este rincón del mundo volveríamos atrás? ¿La vieja normalidad era beneficiosa para los pueblos de Nuestramérica? Claro que no. Tampoco. Pero no tenemos opción.

Aquí entra en acción la tercera parte de esta tríada. El pasado clausurado, el presente de la nueva normalidad y un futuro de aceptación sumisa con el “no hay alternativa”, acuñado décadas atrás por Margaret Thatcher.

¿Qué papel debe cumplir la psicología o las psicologías?

Muchas veces la psicólogía actúa como agente paliativo del sistema, de la crisis y de sus desigualdades. Muchas veces es mera espectadora de la realidad y su acontecer, de análisis en la epidermis de la sociedad y forma parte poco de su transformación. Es de destacar de igual manera corrientes como la Psicología de la Liberación, la psicología política, o el estudio de las patologías a raíz del capitalismo.

¿Dónde se ubica la psicología en un mundo donde el 1% tiene la misma riqueza que la mitad más pobre de este mundo, unos 3.600 millones de seres humanos?. ¿Qué mecanismos son los que operan la mente humana para legitimar y validar este mundo desigual? Se ha estudiado mucho esto, la superestructura, el sentido común, la cultura, la hegemonía, los valores, pero la psicología todavía tiene para darle una vuelta de tuerca más a esta temática.

¿A qué nueva normalidad nos estamos adaptando?

Estábamos en un mundo sumido en la incertidumbre y esta pandemia nos corrió el eje de la atención, pero la disputa comercial EEUU vs China sigue en pie. Así como la lucha del dominio del 5G, el avance del neofascismo en Europa, el calentamiento global y el cambio climático, las protestas en Francia, en Ecuador, en Haití y en Chile, la ola verde feminista en varios puntos del mundo.

Luego de unos meses y pensando en la postpandemia se puede vislumbrar que la misma benefició a los grandes sectores concentrados, aplacó manifestaciones que estaban por tumbar gobiernos, generando, a la vez,  altos niveles de movilización. No solo eso, sino que además generó un brote de ecofascismo.

Para los que no están familiarizados con el término, es el fascismo disfrazado de ecologismo, donde se propone que el verdadero virus es el ser humano, contrario a los que proponen desde el campo popular que el verdadero  virus es el capitalismo.

Si seguimos su razonamiento, hay demasiados humanos en el mundo, contaminamos todo, derretimos los polos, extinguimos especies. Es cierto. Pero no es el ser humano per se, sino el modo de producción de este sistema que genera estas consecuencias terribles.

Si damos por bueno que el ser humano es el virus, entonces hay gente que sobra y que debe morir. Allí la cuestión se empieza a complicar: ¿quién decide quién muere y quién vive? Es un dejar morir y un hacer morir. Una necropolítica como señala el camerunés Achille Mbembe.

Se refuerza la xenofobia, el cierre de fronteras, el distanciamiento social, el aislamiento físico y moral. El temor al otro. El otro pasa a ser un agente contagiante y contagiado. Y uno mismo también. Todos pasan a ser potenciales enemigos.

Lo interesante de esto no es que ahora de manera “democrática” todos seremos discriminados o todos corramos con la misma suerte. No, todo lo contrario. Este miedo siempre será apuntado hacia los sectores marginados, a los pobres, los negros, los trans, los extranjeros, etc. Es un estigma que se les va a cargar sobre las espaldas sobre “los otros”, que ya les habían sido cargados.


Aquí, en Latinoamérica, se debe potenciar el pensar desde el Sur, con el Sur, mirando hacia el sur. No el sur por el sur en sí mismo. Sino por un conocimiento situado y un bagaje cultural, social y político que arrastramos desde hace más de 500 años. Debemos pensar y repensarnos desde este capitalismo atrasado, deforme y periférico, con nuestras propias claves y con nuestros propios ojos. Construir y deconstruir desde la epistemología hasta el arte.

La oportunidad que se le presenta -o más bien obliga- a las organizaciones políticas, sociales es a romper con viejos esquemas, desafiar a la imaginación, estirar sus límites. A todo pensamiento dogmático, a toda frase y axioma incuestionable, se le debe colocar, al principio y al final, un signo de interrogación.

Publicado originalmente en estrategia.la


* Licenciado en Psicología, Universidad de la República, Uruguay. Miembro de la Red Internacional
de Cátedras, Instituciones y Personalidades sobre el estudio de la Deuda Pública (RICDP). Analista
asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, estrategia.la)
Mr. Trump, YOU ARE FIRED!

Mr. Trump, YOU ARE FIRED!

TIEMPO DE LECTURA: 4 min.

POR NICOLÁS SAMPEDRO*

Como muches han analizado, el mundo entero está en medio, no de una, sino de muchas turbulencias en simultáneo. La crisis financiera, la guerra comercial, los desbarajustes en los precios del petróleo… Todas antecedieron a la pandemia del COVID-19, que -indefectiblemente-, las profundizó.

Sin dudas el mundo asiste a un cambio de época sin precedentes. El desplazamiento de EEUU como superpotencia es cada vez más difícil de ocultar, pese a los esfuerzos del establishment occidental y sus corporaciones propagandísticas.

Sin ir más lejos esta semana el Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (www.celag.org) analizaba los principales escenario planteados recientemente por los Think Tanks (Tanques de pensamiento) más influyentes del mundo. Algunos directamente alertando sobre el ascenso de China como centro, otros responsabilizando a Trump del mal manejo ante la pandemia. En lo que todos coincidían es que China es el peligro (excepto para los tanques de pensamiento chinos, obvio).

Los acontecimientos de las últimas semanas, no sólo hacia lo interno, sino hacia lo externo de la política norteamericana, dan cuenta del cimbronazo que vive el imperio. Hacia lo interno, no sólo fue el asesinato de George Floyd (que desató un mar de movilizaciones en todo el país), sino también los intentos de Trump de apagar el fuego con nafta, amenazando con sacar al ejército a las calles de su propio país. Este hecho no lo respaldaron ni el Pentágono, ni los demócratas, ni siquiera el Secretario de Defensa (Mark Esper). Incluso les miembres del Partido Republicano esquivan posicionarse o directamente critican abiertamente al presidente.

Foto: Getty Images

Para colmo de males, ahora hasta Twitter se pudo de punta con el magnate brabucón que conduce los destinos del país desde el Despacho Oval de la Casa Blanca. Y es que como señala el colega Jorge Elbaum, las multinacionales tecnológicas desplazaron a las corporaciones energéticas, financieras e industriales de los primeros puestos en la recaudación y acumulación de capitales. Hoy Apple, Alphabet, Microsoft, Amazon o Facebook son quienes empiezan a tener la sartén por el mando, y es por demás sabido que Trump proviene del sector energético.

A lo antes mencionado hay que agregar el papel que está jugando China en el sector de la innovación tecnológica, la inteligencia artificial y las redes 5G. Trump pierde con los propios y los ajenos, y en su forma altanera y autoritaria de querer controlar la situación parece estar agotando los últimos cartuchos, pero de todas maneras intentará no perder.

Como se ha mencionado en reiteradas oportunidades, una bestia herida de muerte, lejos de rendirse, se vuelve más bestial y peligrosa. Tambores de guerra que cada vez suenan con mayor intensidad en Venezuela, no son mera coincidencia, son parte de la posible salida hacia adelante del imperio. Caotizar Nuestra América como lo hicieron con Medio Oriente, no es algo descabellado en las pretensiones de dominación imperial.

En noviembre de este año, se supone que serán las elecciones en el país del norte. Lo que previo a la pandemia era un triunfo asegurado de Trump, se discute producto de su mal manejo y las vulnerabilidades sistémicas que puso de manifiesto la crisis sanitaria. Pero como dice el refrán: “No está muerto quien pelea”, y Trump, si de algo sabe, es de cómo jugar sucio.

Como sostiene el analista Marcelo Solervicens, excepto en dos ocasiones, todos los presidentes norteamericanos se reeligieron, y pese al desastre sanitario que es hoy EEUU, a Trump todavía le quedan ases bajo la manga. No sería ni la primera ni la última vez que se utilice el argumento de la guerra para ganar una elección. China, Irán, Siria, Venezuela, Cuba… Todas opciones bélicas que en cualquier momento pueden encenderse.

Pero (siempre hay un pero) que llegue Joe Biden (Sleepy Joe, como lo descalifica Trump), no garantiza que para la región puedan cambiar mucho las cosas. De hecho la política exterior norteamericana no ha cambiado esté un demócrata o un republicano conduciendo los destinos del imperio.

Habrá que ver qué sucede; pensar en noviembre es una eternidad teniendo en cuentas la velocidad con la que se dan los hechos y lo vertiginoso de la política internacional en estos momentos. Habrá que ver si en esta ocasión no es el pueblo norteamericano el que le grita a Mr. Trump la tan famosa frase: You are fired!

No hay vacunas contra la desinformación: Hidroxicloroquina, la falsa cura del coronavirus

No hay vacunas contra la desinformación: Hidroxicloroquina, la falsa cura del coronavirus

TIEMPO DE LECTURA: 6 min.

POR SEGUNDO BLOOM*

Es complejo hablar de verdades en un contexto donde las teorías conspirativas brotan del suelo. Los movimientos anticuarentena viajan desde Michigan hasta la Plaza de Mayo y parece que para quienes militan contra el “nuevo orden mundial”, cuestionar la realidad ha ido incluso demasiado lejos. Pero existen cuestiones en las que uno no solo tiene que tener agallas para refutar una idea, sino que también debe tener bastante desconocimiento. Este es el caso de la medicina en épocas de coronavirus.

Durante los últimos meses, el debate sobre la hidroxicloroquina y la cloroquina, ha estado en auge en la mayoría de los medios del mundo. El mismo presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, aseguró que él hace uso de este fármaco, utilizado por médicos hace años para combatir el lupus y la artritis, junto a su análogo la cloroquina, que se utiliza contra la malaria o paludismo.

Durante el comunicado de prensa en la Casa Blanca, Trump dijo que ha escuchado “muchas cosas buenas” sobre estas drogas y su efecto contra el Covid-19, que “puede ser uno de los grandes cambios en la historia de la medicina”.  Basado en el asesoramiento del médico presidencial, se le permitió tomar hidroxicloroquina y zinc a diario. “Parece tener un impacto, y si no lo tiene, no te vas a enfermar y morir […] Llevo tomándolo una semana y media y aún sigo aquí”, finalizó. A causa de la insistencia del presidente estadounidense en el uso y recomendación de la hidroxicloroquina -como también lo hizo anteriormente con las inyecciones de desinfectante-, muchas instituciones científicas han salido a desmentir y concientizar sobre las consecuencias del uso de esta droga.

Fuente: Reuters

Luego de la problemática entre la utilización o no de los fármacos, la Organización Mundial de la Salud (OMS) dio un comunicado donde el director general de la organización, Tedros Adhanom Ghebreyesus, anunció que van a detenerse los ensayos clínicos con hidroxicloroquina en pacientes con coronavirus por el riesgo de esta droga y recomendó no usarla en pacientes con Covid-19.

El 22 de mayo la revista médica británica The Lancet publicó el mayor estudio sobre el uso de hidroxicloroquina, donde se hicieron análisis a 96.000 pacientes en 671 hospitales de todo el mundo. El trabajo se realizó en grupos que recibieron una medicación con hidroxicloroquina o cloroquina y se los comparó con otros grupos hospitalizados que no pasaron por este tratamiento.

El resultado concluyó que estos fármacos -o sus complementos- no son eficientes para combatir el Covid-19, e incluso pueden conducir a la aparición de problemas cardíacos graves. “Este es el primer estudio a gran escala que encuentra pruebas estadísticamente sólidas de que el tratamiento con cloroquina o hidroxicloroquina no beneficia a los pacientes con Covid-19”, publicaron.

No solo no ayuda, sino que empeora gravemente el riesgo de vida en los hospitales. Según la revista, de los medicados con alguna de las dos drogas, uno de cada seis pacientes había muerto. Cuando el tratamiento se combina con un macrólido, la tasa de mortalidad aumenta aún más: esto es uno de cada cinco en el caso de la cloroquina y casi uno de cada cuatro en el de la hidroxicloroquina. Es decir que, si la tasa de mortalidad normalmente es del 9.3%, al utilizarse estos medicamentos -sumado a demás factores médicos del paciente- la tasa podría aumentarse hasta en un 13,4%. “Sugerimos que estos fármacos no deben utilizarse como tratamiento para Covid-19 fuera de los ensayos clínicos” explicó el autor del estudio Mandeep Mehra, director ejecutivo del Centro de Enfermedades Cardíacas Avanzadas del Hospital Brigham and Women’s en Boston.

Además de las consecuencias negativas que la propaganda a favor de la hidroxicloroquina provoca y la imposibilidad de una campaña de salud pública homogénea, la avalancha de consumidores ha desabastecido los mercados y las empresas comenzaron a acumular los medicamentos a puertas cerradas, empujando al gobierno estadounidense a emitir restricciones de emergencia para la compra. Pero ninguna medida puede contra consumidores convencidos de que la salvación está al alcance de sus billeteras. Este accionar irresponsable ha llevado a la escasez de ambas drogas generando problemas graves para las personas que dependen de su uso en tratamientos ajenos al coronavirus.

Orden, progreso, libertad y verdades individuales

Ni los más rigurosos estudios médicos, ni las muchas precauciones de organismos internacionales pueden resguardarnos de las inquebrantables convicciones construidas sobre la desinformación y su inevitable esparcimiento. Esto es aún más preocupante cuando las ideas tienen consecuencias directas en la vida de las personas.

Luego de que Trump habilitara por medio de la FDA, organismo regulador de medicamentos en ese país, el uso de cloroquina e hidroxicloroquina y la producción en cantidad de la droga, algunos mandatarios afines a sus ideas replicaron las mismas medidas.

En Latinoamérica, el Ministerio de Salud de Brasil habilitó un protocolo sin aval de los médicos, donde permite la aplicación de cloroquina e hidroxicloroquina, solo con la condición de que el paciente sepa que puede morir o tener efectos colaterales graves. Jair Bolsonaro comentó al respecto vía Twitter: “Todavía no existe comprobación científica, pero está siendo usada con controles en el mundo. Estamos en Guerra. Peor que ser derrotado es sentir vergüenza de no haber luchado”. Luego de esto, el presidente brasileño informó que hace uso del fármaco como medida preventiva: “En mi caso particular, por mi historial de atleta, en el caso que fuera contaminado por el virus, no tendría que preocuparme, no sentiría nada, o como mucho, sería afectado por una gripecita o resfriadito

El peligro del discurso negacionista de la ciencia es más que evidente y desemboca tristemente en programas políticos que no hacen más que perjudicar la salud de los ciudadanos. En el caso de Brasil, el 17 de abril Bolsonaro destituyó a su ministro de Salud, Luiz Mandetta, y luego de tan solo 28 días en el cargo, el proclamado nuevo Ministro Nelson Teich, tuvo que renunciar por las presiones del presidente para habilitar la prescripción de la cloroquina a nivel nacional.

Ex Ministro de Salud, Nelson Teich. Fuente: NA

Por otro lado, la OMS dejó de recibir financiamiento de Estados Unidos a causa de las acusaciones de Donald Trump sobre la tendencia “Pro-China” del organismo internacional. Incluso, en los últimos días, llegó a tildar al Covid-19 como “el virus chino”, culpando a ese país por la lenta solución del problema y el contagio masivo en Estados Unidos, que ya cuenta con alrededor de 1.883.656 casos y más 108 mil muertes, siendo el país con más casos a nivel mundial, seguido por Brasil con casi 615 mil contagiados y más de 34 mil muertes.

Luego de varios meses de aislamiento social en el mundo y las espeluznantes cifras de muertes de aquellos desfavorecidos abandonados por sus gobiernos, resulta increíble para algunos escuchar discursos que defienden la pasividad del virus y el desprestigio a la ciencia con alternativas para nada verificadas. Las actividades en muchos países continúan sin siquiera inmutarse y parece que algunos tienden a asimilar la pandemia y los fallecidos como algo cotidiano. Incluso, algunos fervientes militantes de “la libertad” defienden la inexistencia del virus. Pero las diferencias entre quienes niegan porque no saben dónde mirar y quienes lo hace porque no quieren ver, parece no ser demasiado grande. Solo queda mantener el oído atento a lo que se escucha, verificar lo que se lee de manera crítica y confiar en los profesionales comprometidos a salvar las vidas y no tanto así, a quienes solo pretenden salvarse en las elecciones venideras.


* Criado en la llanura del grano de maíz y de soja. Transeúnte (des)esperado del mundo 
y militante de la mochila contra la valija. Estudiante de Comunicación Social y de Psicología
en la UNLP. Incorregible devoto de las verdades relativas.
 

Referencias:
Comunicado OMS: https://twitter.com/WHO/status/1264943375557353472?s=20
Investigación The Lancet:
https://www.thelancet.com/journals/lancet/article/PIIS0140-6736(20)31180-6/fulltext

Siglo XXI desesperación

Siglo XXI desesperación

TIEMPO DE LECTURA: 4 min.

POR NASIM IUSEF VENTURINI*

“Los problemas de la Medicina como rama del Estado, no pueden resolverse si la política sanitaria no está respaldada por una política social. Del mismo modo que no puede haber una política social sin una economía organizada en beneficio de la mayoría.”

Ramón Carrillo[1]


En la segunda década del siglo XXI estamos atravesando una pandemia de escala global, que desnuda cómo la obscenidad del poder reproduce miseria y desigualdad.

No se trata de un debate estéril de la supuesta dicotomía entre la salud y la economía. En todos los países del mundo se contrajo el empleo a niveles desconocidos y los niveles de endeudamiento de las familias aumentaron considerablemente.

La crisis del modo de producción hegemónico occidental se acentúo con la pandemia del Covid-19, siendo este fenómeno una especie de alerta global ante el modo en el que se reproducen nuestras sociedades y las relaciones al interior de ellas.

En el mundo bursátil, donde los fondos de inversión arbitran los flujos de capital del sistema financiero, mientras grandes paquetes de acciones de las principales empresas que vieron parada su producción por los confinamientos necesarios para disminuir la transmisibilidad cayeron en picada, las acciones de Gilead[2], un laboratorio privado de los EEUU, aumentaron su cotización un 8.78% entre el 04/02 y el 28/05, por la supuesta buena efectividad de un fármaco que está aún en proceso de evaluación para el tratamiento del Zika y que no ha demostrado buenos resultados en los tratamientos con dicha droga aplicada en los pacientes con Covid-19[3]. Pero el simple anuncio de su supuesta efectividad le hizo facturar millones a les que especulan con la vida de las personas.

Esta pandemia nos muestra y desangra a la vez porque nos interpela de frente los modos. Y digo todos los modos, porque si no tomamos las precauciones sanitarias pertinentes, podemos dañar más de lo que creemos que estamos ayudando. Hoy, quienes podamos, reflexionemos sobre lo que nos pasa; nuestres viejes y abueles vivieron otras, les niñes están viviendo una, y entre todes y mirándonos, podremos encontrar las estrategias comunitarias para transformar y darle forma a esa nueva cotidianeidad que de normativa no queremos que tenga nada; solo que sea una norma cuidarse une y cuidar al otre.

Cada región del mundo está teniendo un tránsito distinto de la pandemia. Hoy todavía se trafican esclavos en Libia, luego de que las tropas de la OTAN las rieguen de sangre; en la Amazonía, las comunidades nativas están siendo brutalmente despojadas mientras Brasil se convierte en una gran fosa común. La disputa en torno a cómo se despliegan las estrategias de salud por parte del Estado están en una disputa de sentido, que es importante dimensionar para cargarla de contenido humano y que aporte a mejorar la calidad de vida de las personas.

Esta crisis mostró la necesidad imperiosa de sistemas de salud que respondan a las necesidades del pueblo y que no sean una fuente de negocio y/o abandono. También mostró que si no se transforman los modos en cómo producimos y nos reproducimos en relación con la naturaleza y sus ciclos, dudo que podamos revertir los daños que nos podemos generar.

Los mares dejan el plástico en las costas cual acto de purga, mientras algunes esperan ansioses por ir al shopping a gastar para comprar felicidad de plástico.

Los momentos de crisis nos abren puertas, y en ellas vemos monstruos de un pasado que no muere y un presente que no termina de nacer (Antonio Gramsci). También vemos esperanzas, porque las redes de solidaridad y organización que se tejen a diario en nuestras tierras por esas compañeras y compañeros que día a día asumen la responsabilidad de laburar para que les llegue un plato de comida a quien tiene hambre, es potencia y esa potencia es nuestra.

De nuestras relaciones y las lógicas que abonemos es que surgirán las estrategias para hacer de esto algo mejor, porque la salida es colectiva y con les otres.


* Lic. en Economía, integrante del colectivo "Economía a pata", Co-conductor de “Promocionando la Salud” 
(Radio Futura – FM 90.5
), colaborador de Revista Trinchera y Agencia Trinchera.

[1] Médico sanitarista argentino, primer Ministro de Salud del país durante la primera presidencia de J. D. Perón.
[2] Denunciado por sobreprecios millonarios para el tratamiento de la Hepatitis C (Caso Sosfosbuvir).
[3] “Remdesivir para el tratamiento de infección por COVID-19. Informe de Revisión Rápida” CUFAR- UNLP https://drive.google.com/file/d/1EtH62II7WxAMn2ZEIDq_Gytz9lbHA87J/view

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