POR NASIM IUSEF VENTURINI*

“Los problemas de la Medicina como rama del Estado, no pueden resolverse si la política sanitaria no está respaldada por una política social. Del mismo modo que no puede haber una política social sin una economía organizada en beneficio de la mayoría.”
En la segunda década del siglo XXI estamos atravesando una pandemia de escala global, que desnuda cómo la obscenidad del poder reproduce miseria y desigualdad.
No se trata de un debate estéril de la supuesta dicotomía entre la salud y la economía. En todos los países del mundo se contrajo el empleo a niveles desconocidos y los niveles de endeudamiento de las familias aumentaron considerablemente.
La crisis del modo de producción hegemónico occidental se acentúo con la pandemia del Covid-19, siendo este fenómeno una especie de alerta global ante el modo en el que se reproducen nuestras sociedades y las relaciones al interior de ellas.
En el mundo bursátil, donde los fondos de inversión arbitran los flujos de capital del sistema financiero, mientras grandes paquetes de acciones de las principales empresas que vieron parada su producción por los confinamientos necesarios para disminuir la transmisibilidad cayeron en picada, las acciones de Gilead[2], un laboratorio privado de los EEUU, aumentaron su cotización un 8.78% entre el 04/02 y el 28/05, por la supuesta buena efectividad de un fármaco que está aún en proceso de evaluación para el tratamiento del Zika y que no ha demostrado buenos resultados en los tratamientos con dicha droga aplicada en los pacientes con Covid-19[3]. Pero el simple anuncio de su supuesta efectividad le hizo facturar millones a les que especulan con la vida de las personas.

Esta pandemia nos muestra y desangra a la vez porque nos interpela de frente los modos. Y digo todos los modos, porque si no tomamos las precauciones sanitarias pertinentes, podemos dañar más de lo que creemos que estamos ayudando. Hoy, quienes podamos, reflexionemos sobre lo que nos pasa; nuestres viejes y abueles vivieron otras, les niñes están viviendo una, y entre todes y mirándonos, podremos encontrar las estrategias comunitarias para transformar y darle forma a esa nueva cotidianeidad que de normativa no queremos que tenga nada; solo que sea una norma cuidarse une y cuidar al otre.
Cada región del mundo está teniendo un tránsito distinto de la pandemia. Hoy todavía se trafican esclavos en Libia, luego de que las tropas de la OTAN las rieguen de sangre; en la Amazonía, las comunidades nativas están siendo brutalmente despojadas mientras Brasil se convierte en una gran fosa común. La disputa en torno a cómo se despliegan las estrategias de salud por parte del Estado están en una disputa de sentido, que es importante dimensionar para cargarla de contenido humano y que aporte a mejorar la calidad de vida de las personas.
Esta crisis mostró la necesidad imperiosa de sistemas de salud que respondan a las necesidades del pueblo y que no sean una fuente de negocio y/o abandono. También mostró que si no se transforman los modos en cómo producimos y nos reproducimos en relación con la naturaleza y sus ciclos, dudo que podamos revertir los daños que nos podemos generar.
Los mares dejan el plástico en las costas cual acto de purga, mientras algunes esperan ansioses por ir al shopping a gastar para comprar felicidad de plástico.
Los momentos de crisis nos abren puertas, y en ellas vemos monstruos de un pasado que no muere y un presente que no termina de nacer (Antonio Gramsci). También vemos esperanzas, porque las redes de solidaridad y organización que se tejen a diario en nuestras tierras por esas compañeras y compañeros que día a día asumen la responsabilidad de laburar para que les llegue un plato de comida a quien tiene hambre, es potencia y esa potencia es nuestra.
De nuestras relaciones y las lógicas que abonemos es que surgirán las estrategias para hacer de esto algo mejor, porque la salida es colectiva y con les otres.
* Lic. en Economía, integrante del colectivo "Economía a pata", Co-conductor de “Promocionando la Salud”
(Radio Futura – FM 90.5), colaborador de Revista Trinchera y Agencia Trinchera.
[1] Médico sanitarista argentino, primer Ministro de Salud del país durante la primera presidencia de J. D. Perón.
[2] Denunciado por sobreprecios millonarios para el tratamiento de la Hepatitis C (Caso Sosfosbuvir).
[3] “Remdesivir para el tratamiento de infección por COVID-19. Informe de Revisión Rápida” CUFAR- UNLP https://drive.google.com/file/d/1EtH62II7WxAMn2ZEIDq_Gytz9lbHA87J/view