¿Hay post capitalismo luego del Covid-19?

¿Hay post capitalismo luego del Covid-19?

TIEMPO DE LECTURA: 6 min.

Por Facundo Garavano*

Ilustración de Carlos Cardozo

En estos días de cuarentena nacional y emergencia mundial aparecieron algunos análisis con respecto al derrumbe del sistema de acumulación imperante por quedar al desnudo con el avance del Covid-19. Los casos de Italia y España son los más relevantes con miles de muertos e infectados que han avasallado el sistema sanitario de la vieja Europa. El corona virus ha demostrado que el sistema de salud y la ciencia deben ser patrimonio de los pueblos con la conducción del Estado, y no, como esgrime la filosofía neoliberal, mercancías suntuosas en el racionalismo del “sálvese quien pueda”.

Sin embargo, esto no significa que el sistema de acumulación parasitaria se derrumbará por este o cualquier otro virus. Primero porque la crisis del capitalismo no es por el virus sino más bien un síntoma sistémico del propio modelo de acumulación, y su estado de emergencia no derrumbará los cimientos que lo sostiene. Segundo, porque el capitalismo moderno se configuró como una estructura mutante que, más allá de algunas predicciones para evidenciar sus leyes y movimientos, siempre supo esquivar sus contradicciones y sus crisis, o al menos, siempre fueron los sujetos, las familias y los pueblos quienes pagaron por ello, nunca el capital.

Además, cabe señalar que en el modelo de producción actual, neoliberal y transnacional, se domina por medio de la subjetividad más que por las condiciones materiales. El capitalismo posmoderno construye legitimidad y poder a partir de mecanismos subjetivos que se alejan de la forma tradicional de dominación. El proceso de generación de plus valor (en la relación capital-trabajo) ha pasado a un segundo plano: lo específico y determinante del neoliberalismo, como afirma Jorge Alemán, consiste en ser el primer régimen histórico que captura los sujetos y los cuerpos a través del discurso (no sólo la palabra) en su dependencia estructural. El neoliberalismo ha producido una subjetividad ahistórica, líquida y meritocrática, y en este contexto (como afirma Zizek) las posibilidades de transformarlo son al menos difusas. Para poder construir un horizonte post capitalista se necesita de construcciones subjetivas emancipatorias y no de un virus que a ciencia cierta no se sabe qué es.

Ahora bien, existen quizás dos líneas de acción que parecen estar tomando algunos países en función de la solidaridad internacional y políticas económicas destinadas a solventar la recesión, el estancamiento y la seguridad sanitaria, que podrían ser consideradas contra cíclicas. Más allá de las experiencias de solidaridad internacional que se van configurando por parte de algunos estados, estas parecen ser sólo coyunturales, exceptuando los casos de China y Cuba.

Por otro lado, las “políticas keynesianas” que se están tomando en función de girar activos al sistema público para combatir la situación de emergencia parecen ser sólo eso, de emergencia: Trump promulga el paquete de ayuda económica más grande de la historia alcanzando a hospitales, préstamos a las áreas y empresas más damnificadas, y la entrega de 1.200 dólares para quienes tengan ingresos inferiores a 75 mil dólares anuales; el FMI plantea inyectar 2,5 billones de dólares en los mercados emergentes; la Unión Europea aprobó la suspensión de las reglas presupuestarias de control del déficit y la deuda; la presidenta del Banco Central Europeo decidió aportar 1,1 billones de euros para comprar deuda pública de los países y Alemania presentó el mayor plan de reactivación económica de su historia.

Este “keynesianismo económico” nada tiene que ver con el derrumbe del modo de acumulación parasitario. El keynesianismo nunca fue anti capitalista. El modelo de Keynes tenía que ver con la recuperación económica luego de una profunda crisis para salvar al capitalismo industrial, con pleno empleo y consumo interno, pero no para consagrar su entierro.

¿El mundo volverá a ser el mismo luego de esta pandemia? Claro que no, incluso los momentos de crisis mejoran las condiciones para generar conciencia en los pueblos. La pregunta podría ser entonces ¿hacia dónde irá el mundo luego de esta situación? Podrían consolidarse y endurecerse los nuevos fascismos mundiales, podrían surgir momentos neo keynesianos hasta salir de la crisis, o podrían también encontrarse formas híbridas de desarrollo sostenible, pero no existe per ipsum un horizonte post capitalista luego de la emergencia.

Lo que sí parece comenzar a cuestionarse, al menos en Nuestra América, es la acumulación parasitaria, financiera y criminal de la lumpen burguesía latinoamericana. Pero para poner contra las cuerdas al neoliberalismo parasitario se necesita construir subjetividades emancipatorias, correlaciones de fuerzas populares y conciencia social en una suerte de bloque histórico internacional. Se debería salir -al menos por un rato- de la ilusión estructuralista, de leyes y predicciones teleológicas y tratar de entender en qué situación están las fuerzas populares y de izquierda internacionales, pero sobre todo, analizar cuál es el sujeto histórico para dar muerte al neoliberalismo, si es que lo hay. Este es el debate que debe emprender quien lucha por un mundo más equitativo, igualitario, solidario y con justicia social.

El caso argentino

El gobierno argentino parece haber tomado las medidas necesarias para combatir la pandemia. Junto al aislamiento social, preventivo y obligatorio, la batería de medidas sanitarias y económicas para dar respiro a las mayorías sociales y la articulación de los estados nacional, provincial, municipal, junto a organizaciones sociales, políticas y religiosas, Alberto Fernández parece haber logrado un acuerdo nacional para batallar contra el virus. Su conducción política también busca revalorizar la salud y la ciencia pública, apuntando contra los especuladores, saqueadores y contra el sistema desigual que pregona el racionalismo neoliberal.

Según las fuentes oficiales, el aislamiento obligatorio esta siendo respetado y pregonado por la mayoría del pueblo argentino. Lo preocupante ahora es como se desarrolla el aislamiento social en los barrios populares del país, donde las condiciones de hacinamiento dificultan su cumplimiento. A su vez, hay que encontrar mecanismos urgentes para solventar la economía informal, social y solidaria. En este sentido, el gobierno nacional está demostrando su ropaje popular, no sólo por contar con miembros de las organizaciones, con científicos y trabajadores en cargos de gestión, sino por considerar necesaria, en la ampliación de la cuarentena, la búsqueda de estrategias conjuntas para abordar la pandemia.

La creación de los comités de solidaridad, el refuerzo alimentario y los bonos de emergencia para desocupados parecen ser medidas adecuadas para los barrios populares ya que fueron abaladas por un gran arco de organizaciones políticas, sindicales y sociales. A su vez se plantea la necesidad de planificar pequeñas obras comunitarias para que la economía no se contraiga y el aislamiento social obligatorio pueda concretarse de la mejor manera posible.

Mientras los grandes capitales plantean despidos y los formadores de precio aumentan aún más los alimentos de la canasta básica, en las barriadas populares argentinas se cocina y entregan alimentos, se fabrican barbijos en las pequeñas textiles populares, se trabaja en las huertas comunitarias y se da atención a los adultos mayores entre otras formas de solidaridad.

Es en este punto donde se debe poner el foco. El macrismo había conseguido gobernanza a través de un discurso meritocrático e individualista que de alguna forma se afianzo en las mayorías populares del país. El modelo de reproducción se sostuvo, de esta forma, por la ruptura del lazo social, y sobre todo con la desintegración del trabajo como vector de cohesión social. Es decir, la solidaridad como valor integrador de la sociedad se vio gravemente fragmentado por los principios de hiperindivudualizacion y competencia de la subjetividad neoliberal.

Habrá que trabajar y fortalecer los lazos solidarios y comunitarios para enfrentar la atomización social. La inminente caída del modelo de acumulación parasitaria, si es que existe, debe ser contrastada con nuevas formas de subjetividad, con construcciones políticas y culturales plebeyas y el fortalecimiento de una comunidad organizada. Para construir un nuevo ordenamiento civilizatorio no es suficiente con mirar la crisis del sistema actual (que no es por el Covid-19) sino que hay que abonar a la construcción de un proceso emancipatorio que no es para nada claro ni tiene un sujeto transformador único. Dependerá de las fuerzas populares buscar acciones que construyan conciencia nacional, popular y anti neoliberal para que el buitre financiero no levante nuevamente sus alas.

Cuando merme el virus que acecha al mundo, será momento de pensar cómo avanzar en la desmercantilización de la salud, la desfinanciarización de la economía, la desmonopolización de las telecomunicaciones, la nacionalización de servicios públicos entre otras áreas estratégicas para el desarrollo igualitario del pueblo.


* Profesor en Sociología, docente popular y militante de la CTD Aníbal Verón y de la Corriente NuestraPatria
La crueldad de Estados Unidos no conoce de cuarentenas

La crueldad de Estados Unidos no conoce de cuarentenas

TIEMPO DE LECTURA: 5 min.

Por Miranda Cerdá Campano*

Pese a su embustero y repetitivo discurso en favor de los derechos humanos, poco le han importado a la administración de Estados Unidos las muertes a raíz de la pandemia del coronavirus en Irán y otros países del mundo. No es de extrañar, claro. Porque en todos estos años tampoco lo conmovió la crisis humanitaria que atraviesa a Venezuela.

En medio de una pandemia, se esperaría que todos los países colaboraran de todas las formas posibles para mitigar la propagación del virus y su impacto en la sociedad. En medio de una crisis mundial tan gigantesca, se esperaría que se levanten todas las sanciones económicas inhumanas y se ponga fin a todos los bloqueos políticos.

Pero la solidaridad nunca puede ser una expectativa cuando hablamos de Estados Unidos y sus deseos imperialistas, sobre todo en un territorio que desde tiempos inmemorables se empecina en reclamar como propio.

A la carga contra Venezuela, otra vez

En medio de la hecatombe provocada por el coronavirus, Washington lanzó el jueves pasado una nueva ofensiva en su plan por derrocar al gobierno de Nicolás Maduro. Si todos los pasados asedios contra la República Bolivariana de Venezuela parecían un tanto disparatados, existe una posibilidad de que este haya batido todos los récords.

A través de su Departamento de Justicia, Estados Unidos acusó formalmente a Maduro, al presidente de la Asamblea Nacional Constituyente Diosdado Cabello, al ministro de Industria y producción Tareck El Aissami, al ministro de Defensa Vladimir Padrino López y al presidente del Tribunal Supremo de Justicia Maikel Moreno, de integrar una red de narcotraficantes internacionales y ser parte de una compleja red de distribución de drogas a través del Caribe.

De acuerdo con las acusaciones yanquis, el objetivo de la red criminal sería el de “invadir” el mercado norteamericano de cocaina. En palabras del propio fiscal estadounidense William Barr, unas 30 millones de dosis entrarían al país por acción directa del (inexistente) “cartel de los soles”, este producto de propaganda desarrollado por los norteamericanos para acusar a la Venezuela Bolivariana de “estado narcoterrorista”.

Según el Departamento de Justicia, “desde al menos 1999, Maduro Moros, Cabello Rondón, Carvajal Barrios y Alcalá Cordones actuaron como líderes y gerentes de Cartel de los Soles (…) para facilitar la importación de toneladas de cocaína a los Estados Unidos. El Cartel de los Soles buscó no solo enriquecer a sus miembros y mejorar su poder, sino también inundar a los Estados Unidos con cocaína e infligir los efectos nocivos y adictivos de la droga en los usuarios de los Estados Unidos”.

Me no entender, sir. De acuerdo a un informe[1] de la propia DEA (Administración para el Control de Drogas por sus siglas en inglés) publicado en enero de 2020 a partir de la evaluación nacional que se realiza cada año sobre amenazas de drogas, el 90% de la cocaína incautada y analizada en los Estados Unidos proviene de Colombia, otro 6% de Perú, y no se pudo determinar la procedencia del 4% restante.

Como si esto fuera poco, Washington le puso precio a la cabeza del presidente venezolano y sus funcionarios. De acuerdo con la placa presentada durante la acusación, habría 15 millones de dólares de recompensa por el presidente y otros 10 millones adicionales por funcionarios y ex miembros de su administración. Alguien escribió en Twitter que una infografía del programa Animales Sueltos era más seria y parece un análisis bastante acertado.

Puede parecer increíble, pero hay más. Otra de las cartas centrales de la acusación tiene que ver con el supuesto vínculo entre el cartel de los soles y las FARC, que viene siendo el gran motivo que encuentra Iván Duque para sumarse a las arremetidas yanquis contra Venezuela. “A partir de aproximadamente 1999, los líderes de las FARC acordaron con los líderes del Cartel de los Soles reubicar algunas de las operaciones de las FARC en Venezuela bajo la protección del Cartel”.

Algunas cuestiones: Venezuela ha capturado a 102 narcotraficantes de distintas nacionalidades (pero en mayor proporción colombianos), ha reforzado las incautaciones en la frontera e incluso ha destruido pistas ilegales de aterrizaje y derribado aviones narcos en territorio nacional como política antidrogas.

¿Por qué ahora?

La narrativa del Departamento de Justicia respecto de la idea de un narcoestado es ilógica de antemano, pero además se cae por el peso de los datos, y deja entrever que Estados Unidos financia indirectamente una operación que puede desembocar en el asesinato o secuestro de altas autoridades venezolanas en un estado que, antes que nada, es soberano y legítimo.

En esta línea, la inclusión del Departamento de Justicia en la acusación funciona como cobertura institucional para justificar una agresión directa. Por más delirantes que parezcan las acusaciones, Estados Unidos no es tonto: sabe del afianzamiento de los lazos bolivarianos con China y Rusia y en un año electoral, también es consciente del costo político que podría traer aparejado declararle la guerra a un país que lucha contra una pandemia bajo condiciones de bloqueo y sanciones inhumanas e ilegales. Por eso, y como siempre, existen montajes judiciales y mediáticos que le sirven de máscara para continuar ocultando cada una de las agresiones criminales contra los pueblos libres de América y del mundo.

Son momentos de extrema complejidad para Estados Unidos. No sólo es uno de los países más afectados por el coronavirus, ha perdido su liderazgo, ha sufrido unos cuantos reveses en Medio Oriente, la Guerra Comercial ha resultado un fiasco para sus intereses declarados y está siendo muy cuestionado por su falta de capacidad para ayudar a la Unión Europea en medio de la grave crisis sanitaria. Su dominio e influencia se encuentran en una escala descendente y por las propias artimañas norteamericanas, Venezuela aparece para Estados Unidos como el eslabón más débil para intentar, cual manotazo de ahogado, demostrar su poderío.

Desde Washington ha quedado claro que la lucha contra la pandemia no es una prioridad. Deben resguardarse los intereses imperialistas por sobre todas las cosas y qué mejor que seguir hostigando a los pueblos libres con acciones criminales, ahora que nadie está mirando. Mientras todo el mundo esperaba el cese de las sanciones y los bloqueos contra Cuba, Venezuela e Irán, Estados Unidos ha demostrado que sólo salva al mundo en las películas de Hollywood.


*Periodista, columnista sobre Sudamérica del programa Marcha de Gigantes (Radio UNLP - AM 1390), redactora de Revista Trinchera y colaboradora de Agencia Timón

Fuente:
[1] https://www.dea.gov/sites/default/files/2020-01/2019-NDTA-final-01-14-2020_Low_Web-DIR-007-20_2019.pdf

Neoliberalismo: fábrica de millones de Daniel Blake

Neoliberalismo: fábrica de millones de Daniel Blake

TIEMPO DE LECTURA: 6 min.

Por Nicolás Sampedro*


El reconocido director británico Ken Loach, personificaba en la figura de Daniel Blake (protagonista del film) a une de les millones de adultes mayores que día a día mueren producto de las políticas neoliberales de recorte sistemático a la salud pública implementadas, en este caso, en el Reino Unido.

La historia de Daniel Blake sirve como metáfora para graficar el deterioro del sistema sanitario público inglés, después de años de desinversión y fomento a la privatización del mismo. El caso es que este ejemplo -lamentablemente- podría aplicarse a gran parte de los países del mundo.

La desgracia no es únicamente que los sistemas sanitarios públicos estén como están. Cuando une se pone a analizar con mayor exhaustividad la situación, se puede observar que el deterioro es en muchos planos simultáneamente: educación, salud, bienestar, vivienda, trabajo, alimentación, desigualdad. Este sistema es una fábrica de desigualdades y de muerte.[1]

Para su reproducción, el sistema necesita de sus herramientas mediáticas y la construcción de un miedo generalizado, algo que muy claramente señaló el defensor latinoamericano de los derechos de la Madre Tierra y derechos humanos, Ollantay Itzamná, quien sostiene que “muy a pesar de que en los países como Guatemala, Perú, Colombia…, decenas de miles de niños y adultos mueren cada año por desnutrición, dengue, sarampión; y que, en cuatro meses, a nivel mundial, apenas menos del 3% de los infectados por coronavirus fueron fatales, la gente padece una pandemia de pánico con coronavirus, quizás como jamás antes vista, viralizada por las redes sociales.”[2]

¿Hay una pandemia de un nuevo coronavirus o una pandemia de miedo masificada al infinito por las grandes corporaciones mediáticas y otras empresas multinacionales de diferentes sectores para seguir dividiendo y reinando?[3] No hay que olvidar que esta pandemia se da en medio de una guerra comercial entre EEUU y China, una guerra de precios del petróleo entre Arabia Saudí y Rusia, y diversas situaciones ya insostenibles que generaron el colapso de las bolsas financieras, por más que la prensa mundial haya pretendido incriminar al virus de ello[4]. Hasta no hace muchos días, los EEUU y algunos miembros de la OTAN estaban a punto de realizar la maniobra militar más grande desde el fin de la Guerra Fría con una movilización de tropas en las fronteras rusas de más 30 mil militares norteamericanos.[5]

Como se señalaba en artículos anteriores, la situación actual es una gran posibilidad para reflexionar acerca de las lógicas de producción y de consumo actuales, sobre el rol de los Estados Nación en temas claves como educación y salud y el de los organismos internacionales y las consecuencias generadas por deudas externas impagables; acerca del lugar que ocupan los medios de comunicación y cómo estos publican u ocultan información de acuerdo a sus conveniencias, sobre el gran negocio especulativo en torno a la industria farmacéutica y sobre cómo las guerras terminan siendo un negocio para la corporación armamentística. En definitiva es volver a pensar qué es más importante, si la vida o la rentabilidad/ganancia de tal o cual negocio. Tal como lo señala el filósofo, sociólogo, psicoanalista y crítico cultural esloveno, Slavoj Zizel: “el COVID-19 es una gran oportunidad para dar un golpe de Kill Bill al capitalismo”.[6]

Una de las reflexiones más urgentes tiene que ver con la forma en que se producen y consumen bienes de alta necesidad como los alimentos. En un artículo[7] de publicado recientemente, les autores Miguel A. Altieri y Clara Inés Nicholls, analizan las implicancias de la proliferación de la producción agroindustrial y cómo esta no sólo está deteriorando la forma en la que el mundo se alimenta, sino la relación directa que tiene con la aparición de nuevas enfermedades.

Les autores del artículo resaltan la importancia de fomentar formas de producción agroecológicas y dar prioridad a los pequeños productores, que son quienes producen entre un 50 y un 70% del alimento que consume la humanidad, teniendo sólo el 30% de la tierra cultivable. Es volver a contemplar no sólo la necesidad humana de alimentarse sino cómo hacerlo de manera sustentable, dado que la salud del ambiente en el que vivimos está íntimamente relacionada con nuestra salud y la de los alimentos que consumimos.

En la misma línea y a modo de ejemplo, el biólogo evolutivo y filogeógrafo norteamericano, Rob Wallace, señala que: “La crianza de ganadería seleccionada y muy uniforme genéticamente elimina cualquier cortafuego inmune que pueda estar disponible para ralentizar la transmisión. Los tamaños y densidades de población más grandes facilitan mayores tasas de transmisión. Tales condiciones de hacinamiento deprimen la respuesta inmune. La búsqueda del máximo rendimiento, parte de cualquier producción industrial, proporciona un suministro continuamente renovado, el combustible para la evolución de la virulencia. En otras palabras, el agro negocio está tan enfocado en las ganancias que la selección de un virus que podría matar a mil millones de personas se considera un riesgo asumible.”[8]

En Argentina, las medidas del gobierno que encabeza Alberto Fernández y su preocupación por salvaguardar la vida de las personas, sumado a la infinidad de declaraciones respecto de la necesaria solidaridad para salir del grueso problema en que dejó el experimento macrista, dan cuenta de una preocupación por cambiar las prioridades.

Se está ante la oportunidad histórica de reconvertir el escenario local reordenando las prioridades: ayudando a quienes más lo necesitan; fomentando la producción local, generalmente elaborada por pequeños y medianos productores, al igual que por PyMEs; revitalizar las economías regionales; mejorar los sistemas públicos educativo, sanitario, de viviendas, de telecomunicaciones, entre muchos otros rubros. Todo ello se puede hacer con el dinero que hay que exigir no pagar ni al FMI, ni a los acreedores privados[9]. Al menos no en su totalidad.

Ahora bien, todo lo hecho por el mandatario norteamericano Donald Trump va en sentido contrario. Una de las medidas más recientes es la que el director de investigación del Proyecto de Libertades Económicas de América, Matt Stoller, señala como un golpe corporativo: “ahora (Wall Street) tendrá de 4 a 6 billones de dólares de crédito a bajo costo garantizado por el gobierno para ir de compras a las empresas en problemas”. Cualquier similitud con el rescate de Obama a las grandes corporaciones en 2008 no es mera coincidencia, se repite el precepto de que “los peces grandes se comen a los pequeños”[10].

El mundo que vendrá post pandemia seguramente no será el mismo y Argentina tiene la posibilidad material y humana para ser un ejemplo a imitar por el resto del continente y el mundo, que pretenda priorizar la vida por sobre las ganancias de las multinacionales y de ese 1% que domina todo a nuestro alrededor. La respuesta ante el COVID-19 de países como Cuba, Venezuela o China, están dando la pauta de que el camino no es el libre mercado, sino economías planificadas, pueblos solidarios y otro tipo de prioridades. Argentina tiene las condiciones para sumarse a ese grupo de países; hace falta la decisión política y el respaldo popular para hacerlo.


* Periodista, conductor de Marcha de Gigantes (Radio UNLP - AM 1390), productor de Columna Vertebral (Radio Estación Sur - FM 91.7), columnista La Marea (Radio Futura – FM 90.5) y Mirada Crítica (Realpolitik), responsable de la sección Sindical de Revista Trinchera y colaborador de Agencia Timón.

Fuentes en línea:
[1] https://www.alainet.org/es/articulo/205355
[2] https://www.alainet.org/es/articulo/205327
[3] https://www.alainet.org/es/articulo/205496
[4] https://medium.com/@misionverdad2012/notas-en-tiempo-real-de-la-pandemia-financiera-global-a70feefe6622
[5] https://www.voltairenet.org/article209536.html
[6] http://www.motoreconomico.com.ar/Coronavirus/slavoj-zizekel-covid-19-es-un-golpe-de-kill-bill-al-capitalismo
[7] https://www.alainet.org/es/articulo/205465
[8] https://www.alainet.org/es/articulo/205485
[9] https://www.celag.org/la-hora-de-la-condonacion-de-la-deuda-para-america-latina/
[10] https://medium.com/@misionverdad2012/notas-en-tiempo-real-de-la-pandemia-financiera-global-a70feefe6622

La teoría del caos: “el efecto mariposa” y el covid-19

La teoría del caos: “el efecto mariposa” y el covid-19

TIEMPO DE LECTURA: 5 min.

Por Pablo Berrozpe*

La teoría del caos fue desarrollada por el meteorólogo Estadounidense Edward Lorenz en los años 70 ́ y establece que pequeños cambios iniciales en variables que inciden en un sistema dinámico complejo NO lineal (como lo son la epidemiología de enfermedades), son factibles de establecer cambios sustanciales en los resultados finales de los sucesos, los cuales son impredecibles ya que dependen de la variación de los factores en la medida que se desarrollan.

Aunque la teoría es reciente un antiguo proverbio chino ya hablaba de que “El leve aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo”; este pensamiento hacía alusión al poder que tienen sucesos imprevistos para generar cambios en las variables que gobiernan los acontecimientos.

El Covid-19 es una enfermedad respiratoria aguda severa causada por un virus, que está conformado por una macromolécula de ARN microscópica cubierta por una membrana proteo-lipídica. Las células blanco de este virus se encuentran en el sistema respiratorio humano y son las encargadas de la respuesta inmune. El virus ingresa al sistema respiratorio, se acopla a las células y es “engullido”. Una vez dentro se hace de la maquinaria de replicación celular para reproducirse. El proceso finaliza con la muerte celular de la célula hospedadora, debilitando el sistema inmune, y la población del virus incrementada exponencialmente con factibilidad de transmitirse a nuevos hospedadores a través de un mecanismo efectivo como lo son las excreciones del sistema respiratorio.

Si bien Covid-19 tiene una tasa de letalidad relativamente baja (3% a nivel mundial) y en alrededor del 80% de los casos la infección cursa de manera asintomática, del 20% que sí presenta síntomas, solo 1 de cada 5 requiere hospitalización. Lo que hace que esta enfermedad sea una amenaza para la población humana es: a) su fácil y efectivo método de propagación en aglomerados, b) que las personas asintomáticas son transmisoras del virus, c) que el periodo de incubación varía entre 1 y 14 días -en general se sitúan en torno a los 5 días (OMS)- permitiendo la circulación de infectados propagando el virus.

Los factores señalados vuelven a la enfermedad capaz de hacer colapsar los sistemas sanitarios, ya que su transmisión es con una alta tasa efectiva en un lapso corto de tiempo. Por ello a la pérdida de vidas de la población en riesgo, se suman consecuencias sociales y económicas, producidas por el colapso.

El aislamiento social obligatorio ha surgido como uno de los cambios iniciales a una de las variables que influyen en la epidemiología de la transmisión del virus causal del Covid-19 (“el contacto social”) para transformar el resultado final del suceso. El mismo busca contener la propagación del virus de manera de detener la curva ascendente de contagios para que se den en un tiempo y espacio absorbibles por el sistema sanitario.

Aquellos países que lo han adoptado en las fases iniciales no solo han logrado la atención médica de los infectados, sino que además han logrado bajar la letalidad al 1%. Ejemplo empírico de ello es la progresión de la transmisión de la enfermedad en China y Corea del Sur. Por el contrario, países como Estados Unidos, Italia, España y Brasil que han definido no introducir cambios iniciales en la variable “contacto social” muestran una progresión de la enfermedad con tasas de infección que están llevando al borde del colapso el sistema sanitario con perjuicios económicos y sociales más severos. No solo se pone en riesgo el derecho al acceso a la salud de la población, sino que además la tasa de letalidad observada es de hasta 8 veces más que la registrada en China y Corea del Sur.

Si bien no se ha llegado al final de la pandemia y no se puede hablar del efecto final sobre la inserción de la modificación de la variable “contacto social”, los resultados parciales indicarían “éxito” en términos de salud pública.

Para evaluar la situación Argentina, no hay que perder de vista los efectos introducidos en las variables económicas y sociales entre 2016 y 2019. En aquel entonces, se instrumentó un desfinanciamiento del Estado con un fuerte endeudamiento con el sistema financiero internacional y una política económica basada en la desregulación del mercado, que permitió acumulación de grandes ganancias en pocas manos en detrimento del entramado social-productivo nacional, con graves consecuencias para millones de familias que quedaron sumergidas bajo la línea de pobreza. El sistema sanitario nacional, no estuvo exento al desfinanciamiento y abandono y ya enfrentaba el gravísimo problema de las enfermedades transmitidas por vectores como el dengue y la reaparición del sarampión. Ahora debe hacer frente al ingreso del virus al comienzo de una estación favorable para su propagación, y la de otras enfermedades como la denominada Gripe.

El primer caso de Covid-19 en nuestro país se confirmó el 3 de marzo. La muestra era proveniente de un paciente con antecedentes de haber regresado de zonas con transmisión autóctona comunitaria. 10 días después se registraban 34 casos y dos muertes a causa de la enfermedad. Rápidamente el Poder Ejecutivo Nacional decidió decretar la emergencia sanitaria e instrumentó una serie de medidas tendientes a reducir el contacto social concretando el 20 de marzo el aislamiento social preventivo y obligatorio. Al 29 de marzo los casos confirmados ascienden a 820 y la tasa de letalidad es del 2,4%, es decir, similar a lo observado en países donde se decidió introducir tempranamente el efecto sobre la variable “contacto social”.

A los rápidos reflejos en la política sanitaria, el gobierno nacional, siendo consciente de la situación económica en la que se encuentran millones de familias argentinas, introdujo el efecto de una “política económica con sentido social”, insertando recursos en los sectores más vulnerables de manera de minimizar los efectos del “parate” y estableciendo un paquete de medidas que busca alivianar la presión sobre los bolsillos de las clases populares y medias argentinas. Sumando el efecto de las variables “solidaridad” y “responsabilidad de los ciudadanos” a la hora de cumplir con las directrices emanadas por la autoridad sanitaria, se podrá evaluar el grado de “éxito” de los cambios iniciales introducidos en las variables epidemiológicas frente al Covid-19.

En Argentina el Estado se ha puesto a disposición de la población cumpliendo con su rol de garante de derechos, tomando decisiones sanitarias que han demostrado efectividad para bajar la tasa de infección y conteniendo a los sectores sociales más vulnerables. Ello abre la esperanza para que pronto se reactive la actividad. Como lo establece el proverbio chino, anticipo ancestral de la teoría del caos, esta macromolécula microscópica incide e incidirá en la política económica mundial, en el mundo del trabajo y en las relaciones sociales.

Queda el interrogante de si esta crisis será la oportunidad para constituir un nuevo estado fundado en la justicia social, con acceso igualitario a los alimentos, el techo y la salud, compatible con un desarrollo sustentable y el ambiente natural.


* Biólogo Dr. en Ciencias Naturales. 
Violencia institucional en tiempos de cuarentena

Violencia institucional en tiempos de cuarentena

TIEMPO DE LECTURA: 4 min.

Por Juan Martín Palermo*

Golpes brutales, amenazas, humillaciones y hasta balas de goma utilizadas con la excusa de controlar que la población se quede en sus casas. El hecho de que las personas estén obligadas a permanecer en sus hogares por decreto nacional y que se permita circular para satisfacer necesidades básicas de alimentación, previsión y trabajo, significa para algunos sectores un esfuerzo aún mayor y de supervivencia: tienen que salir muchas veces, por ejemplo, en busca de agua potable.

A pocos días del 44° aniversario del golpe cívico-militar en Argentina, se han conocido innumerables casos donde las fuerzas de seguridad, principalmente en Capital Federal y el Gran Buenos Aires, han ejercido abusos de autoridad aprovechándose del control exhaustivo que deben realizar para que la mayor cantidad de personas cumplan con el aislamiento social, preventivo y obligatorio.

En los barrios populares, la situación es un tanto más complicada. La policía penetra las calles, golpea a las personas que circulan, demora a quienes van a buscar comida al comedor del barrio, cuando es esta la única posibilidad de poder comer, entre otras situaciones de esta naturaleza.

En este marco, el pasado 23 de marzo en el barrio Altos de San Lorenzo de La Plata, un joven fue detenido por policías de la Comisaría 8va del municipio cuando se encontraba sentado en la puerta de su casa. Golpearon a él y a su familia, le dieron con balas de goma y entraron a su casa sin orden de allanamiento. No conformes, le iniciaron una causa por “robo, resistencia a la autoridad y violación del aislamiento”. La familia realizó la denuncia acompañada por organizaciones de Derechos Humanos.

Otro caso que tomó relevancia, fue el ocurrido en la Villa 1-11-14 del barrio porteño de Flores. Tres gendarmes hicieron “bailar” a dos jóvenes haciéndolos caminar en cuclillas y con las manos en la cabeza por varios metros. Los efectivos fueron identificados y apartados de sus cargos.

El 23 de marzo pasado en Villa Lugano, un menor de edad fue brutalmente golpeado por efectivos policiales que le dejaron moretones en todo el cuerpo, y al momento de encontrarse con su madre, los policías le dijeron que si volvía a salir “le iban a pegar un tiro en la pierna”. La madre del menor en un testimonio desgarrador, sostuvo que “la dictadura sigue existiendo”. “Si me cagaron a piñas al pibe las cosas no cambiaron”.

Estos son sólo algunos hechos de los que se conocen, pero no ocurren de manera aislada en nuestro país. Existen sectores que son más golpeados frente a las decisiones gubernamentales, desde las económicas, pasando por las securitarias, las sociales, llegando a las educativas y las sanitarias. Durante el gobierno de Mauricio Macri hubo una especie de “luz verde” a las fuerzas de seguridad para actuar abusivamente sobre las clases populares.

Ahora tenemos a un Alberto Fernández, que se suma a las filas de  lucha por la memoria, la verdad y la justicia, que controla más de cerca a los efectivos policiales, y que defiende los intereses nacionales y populares. En contexto de cuarentena obligatoria, las fuerzas de seguridad cuentan con el aval del gobierno para realizar controles para que se cumpla la misma. Así debe ser, pero esta cuota de poder que se les ha otorgado, se traduce muchas veces en excesos que cometen, en los que las personas son golpeadas y humilladas. Las fuerzas represivas deben tener un control estricto sobre cómo realizan sus operativos, impidiendo así la violación de los Derechos Humanos. Queda en manos del gobierno y del Ministerio de Seguridad, ser igual de rigurosos con los efectivos policiales, como lo son para controlar que las personas estén en sus casas, para que estos hechos no vuelvan a ocurrir. La cartera que conduce Sabina Frederic ya tomó notas sobre el asunto y publicó un tuit en el que informa que “la línea 134 recibe denuncias tanto por incumplimiento de la cuarentena obligatoria como por hechos de violencia institucional” y además agrega que “denunciar cualquier abuso de (y en) las fuerzas policiales y de Seguridad, también es cuidarnos entre todos y todas”.

El Estado se encuentra presente para prevenir este tipo de casos, pero hay que controlar de cerca el accionar de la policía ya que cuando se les da poder para ejercer control sobre la ciudadanía, se cometen excesos. Esta violencia es aplicada como siempre a los sectores populares que son los más perjudicados en este sentido. Se encuentran expuestos al accionar policial y amenazados por los mismos que si los denuncian les van a iniciar causas en su contra. Queda en manos de nosotres también, si vemos o conocemos alguna situación de violencia policial, hacer la denuncia correspondiente a la línea 134 para que las autoridades estén notificadas de este problema. Que este contexto no sea la excusa perfecta para que la policía reprima con más dureza.


* Estudiante de Licenciatura en Comunicación Social con orientación en periodismo en UNLP, redactor en Revista Trinchera
Sobre Virus, Pandemias y Guerra Biológica

Sobre Virus, Pandemias y Guerra Biológica

TIEMPO DE LECTURA: 9 min.

Por Pablo Jofré Leal*

La pandemia del Covid-19 además de los hechos de contagio, muertes, afectación de la salud de millones de seres humanos y la crisis económica que ha traído consigo, posee un componente relacionado con la posible utilización de este virus, como un agente biológico en el plano del bioterrorismo.

¿Es el Covid-19 un agente biológico creado en un laboratorio y cuya expansión ha generado la peor pandemia vivida por la humanidad desde la gripe española hace un siglo atrás? Una pregunta, que trataremos de responder teniendo en claro que la prioridad es, primero que todo, combatir la expansión de este virus, enfrentarlo con todos los medios humanos y técnicos que los países posean. Un escenario donde la solidaridad internacional se disponga al margen de cualquier intento de seguir hegemonizando el mundo, como suele suceder con aquellas potencias enfrascadas en líneas de acción absolutamente condenables, como seguir sancionando, bloqueando e incluso impediendo el suministro de fondos, fármacos e instrumentos médicos y tecnológicos destinados a luchar contra la pandemia, como ha sido el caso del gobierno estadounidense y su contumacia criminal contra Irán, Venezuela y Cuba, principalmente.

Es un análisis necesario, pues la transparencia debe ser un imperativo frente a los rumores, acusaciones de teorías conspirativas, supuestas guerras entre potencias por el dominio político y económico del mundo y dardos cruzados en torno a que existirían laboratorios donde se generaron mutaciones de coronavirus, que dieron por resultado este Covid-19, que ha resultado mortal en materia de vidas humanas y desastroso en materia social y económica. Hay tristeza y dolor frente a las miles de muertes, en China, Italia, Estados Unidos, España, Alemania, Irán, Francia, Suiza, Corea del Sur, Reino Unido (que reúnen el 80% de los 23 mil fallecidos y 500 mil contagiados, hasta el cierre de esta edición) y el resto de los países del planeta que ya tiene la presencia del virus en sus territorios.

Una tristeza que se ahonda frente a la certeza de que esta cifra se va a multiplicar y que sólo el combate decidido en cada país podrá destruir, con responsabilidad social, fortalecimiento de los servicios públicos sanitarios y la cooperación internacional (con brigadas médicas, enviadas por Rusia, China y Cuba) que se ha dirigido a los países más afectados. Resulta admirable que países pequeños, que son sometidos a intensas presiones por parte del gobierno de Estados Unidos, como es el caso de Cuba, en función de una historia basada en el internacionalismo y la cooperación internacional, envíen brigadas de profesionales de la salud a miles de kilómetros de distancia.

El Covid – 19 es una pandemia, pues reúne los dos requisitos que la Organización Mundial de Salud (OMS) señala: brote epidémico que afecta a más de un continente y que los casos de cada país ya no sean importados sino provocados por transmisión comunitaria. Los seres humanos tenemos un miedo atávico a enfermarnos, temor que se incrementa cuando una enfermedad se multiplica por miles y solemos desconocer su origen y qué es lo que influye para contaminarnos. Es allí cuando aparecen las teorías respecto al uso de virus u otros patógenos destinado a ser parte de un arsenal militar, sobre todo cuando se comienza a imponer en la lógica del siglo XXI y en las nuevas formas de enfrentamiento de las grandes potencias, lo que se conoce como guerras híbridas (1)

En ese contexto de guerras híbridas, el uso de agentes biológicos es una de las alternativas, transformando así ese contencioso en una guerra biológica, es decir, un conflicto bélico que utiliza toxinas bacterianas o virus capaces de causar infección y/o toxemia. Algunos de estos microorganismos pueden continuar transmitiéndose aún después de haber desaparecido del ambiente donde fueron instalados, mediante contagio persona a persona. Esta idea ha tenido lugar a través de mutuas denuncias entre China y Estados Unidos, donde el país asiático sostiene que el brote surge en Wuhan pero el contagio, probablemente, fue efectuado por un grupo de soldados estadounidenses que participaron de los V Juegos Mundiales Militares celebrados en esa misma ciudad en octubre del año 2019. Pero esas acusaciones ya tendrán su tiempo de ser comprobadas con fundamentos científicos y transparencia.

Un atrayente artículo escrito por profesionales médicos chilenos en octubre del año 2001 -un mes después de los atentados del 11 de septiembre-, señalaba los tipos de microorganismos que podrían ser utilizados en una guerra biológica: “virus como viruela, arenavirus (fiebre hemorrágica), hantavirus, bacterias como Bacillus anthracis (ántrax), Yersina pestis (peste bubónica), Brucella spp, salmonella, Coxiella (fiebre Q), Franciscella tularensis (tularemia) y toxinas como la botulínica y aflatoxina entre otras”. “Estos microorganismos tienen en común que se asocian con una alta letalidad (muchos infectados mueren) y/o una alta morbilidad (se enferman muchas personas por una alta transmisibilidad del agente infeccioso o por una alta potencia de la toxina)”. Del 2001 al 2020 esa idea de letalidad no ha variado, pero incorpora este nuevo patógeno de la familia de los coronavirus.

Estamos atemorizados: las noticias, las elucubraciones, las acusaciones cruzadas, el incremento en el número de muertos causan zozobra. Las muertes por agentes biológicos, con relación a conflictos, no son un hecho novedoso y vienen al recuerdo las técnicas militares usadas por los hititas, que cuatro milenios atrás, mediante la introducción de conejos, cabras u ovejas afectadas de turalemia (bacteria Francisella tularensis) en los campamentos enemigos, generaban una altísima mortandad. Los asirios contaminaban los pozos de agua enemigos con una toxina llamada Ergotamina generando una dolencia denominada “fiebre de San Antonio”. En los escritos homéricos se detalla el uso de veneno de serpientes para ser untada en la punta de las flechas.

En un artículo interesante escrito por Ariel Palezzesi se señala que “durante la Edad Media se pasó de untar flechas con heces a arrojar directamente las heces de las víctimas de la peste bubónica sobre las paredes de los castillos usando catapultas. Y en algunos casos, como durante el asedio de la ciudad de Kaffa, en 1346, directamente se catapultaron los cadáveres de los guerreros muertos de peste, para que contagiaran a los sitiados”. Este mismo artículo afirma que en América del Norte, por ejemplo, la población indígena comenzó a ser diezmada por las enfermedades provenientes del Viejo Mundo, dado que carecían de los anticuerpos necesarios. “Existen al menos dos casos documentados de ataques mediante gérmenes de la viruela, transportados en frazadas ofrecidas como regalos a los nativos. Estos verdaderos “caballos de troya” fueron, tal como quedó registrado por el comandante de la milicia William Trent en 1763, entregados especialmente para transmitir la Viruela a los indígenas”.

Un trabajo realizado por profesionales cubanos (país víctima de innumerables ataques biológicos por parte de Estados Unidos desde el 1959 a la fecha) nos refiere también a hechos históricos donde el uso de los agentes biológicos ha sido parte de prácticas militares. “Durante la Primera Guerra Mundial, los alemanes utilizaron ántrax y muermo para infectar a caballos y mulas del ejército de Estados Unidos y los aliados. En 1931 Japón usó armas químicas y bacteriológicas en su invasión a Manchuria. En la Segunda Guerra Mundial los nipones lanzaron bombas de cristal con pulgas infectadas con la peste con el objetivo de expandir la enfermedad, y de igual manera, formaron el Escuadrón 731 del Ejército Imperial, dedicado a realizar experimentos biológicos en los prisioneros de guerra.

Tanto ayer como hoy, sea tres mil años atrás o en este quinto lustro del siglo XXI, la posibilidad del uso de agentes biológicos para enfrentar los conflictos entre pueblos y/o países, genera un terror inconmensurable. Pero la globalización es aún más alarmante porque los patógenos pueden transmitirse de un lado al otro del mundo en tiempo record. Una persona afectada por el Covid-19 podría haberse contagiado en Madrid, viajado a París posteriormente y luego hecho un viaje transatlántico y aterrizado con su carga vírica en la ciudad de Santiago de Chile. Todo ello en un espacio de tiempo inferior a un día.

Se ha señalado por medios que aunque todavía puede ser demasiado pronto para llegar a una conclusión definitiva, el portal digital Global Research recopiló recientemente una parte de un informe de Larry Romanov, experto en economía de la Universidad de Fudan, que con el título “El coronavirus de China: una evolución impactante. ¿El virus se originó en Estados Unidos?” se pronuncia al respecto. Las autoridades médicas chinas llevaron a cabo investigaciones rápidas y extensas sobre el origen del virus, identificando todas las especies y variantes mutadas mediante la recolección de aproximadamente 2 muestras del nuevo genoma coronario de cinco países diferentes en los cinco continentes. Durante su análisis, concluyeron que los nuevos brotes del coronavirus comenzaron a propagarse nada más que al finalizarse los Juegos Mundiales Militares que se celebraron en Wuhan entre los días 18 y 27 de octubre del año 2019.

Los agentes biológicos pueden ser utilizados, sin duda, como armas propias de acciones bioterroristas, para ocasionar daños al ser humano en contextos de guerra biológica, y pueden ser utilizados en forma secreta, para ocasionar deterioro en la situación económica de los países y la vida social de la Nación agredida. Existen alrededor de 1.200 tipos de agentes biológicos, conocidos también como armas bacteriológicas, que provocan enfermedades y que en un porcentaje importante, conducen a la muerte (en el caso del Covid -19 el porcentaje de letalidad ronda entre el 2 al 4% promedio pero en Italia y España ha alcanzado cifras muy superiores), además de constituirse también en una afectación al conjunto del planeta.

El uso político, económico y militar de agentes biológicos constituye un panorama aterrador con la irrupción del Covid-19, cuyo análisis más fino en materia de conflictos geopolíticos y opiniones científicas, conducen a pensar que pudo haber sido utilizado como un tipo de arma, para generar daño a una población de un país rival, en lo que hemos definido como guerra biológica, constituyéndose en uno de los elementos principales del bioterrorismo, pero con efectos globales no contemplados o que fueron minimizados a la hora de autorizar su uso ¿Eso sucedió en Wuhan?


* Periodista y escritor chileno. Analista internacional, Master en Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense de Madrid. Especialista en temas principalmente de Latinoamérica, Oriente Medio y el Magreb. Es colaborador de varias cadenas de noticias internacionales. Creador de revista digital www.politicaycultura.cl

Cedido por http://www.segundopaso.es

  1. Denominación que da cuenta de una tipología de conflicto que combina medios regulares e irregulares y que da cuenta d ela transformación de los conflictos, que lo mismo expresas batallas de ejércitos regulares, que la lucha irregular, uso de medios de desinformación, guerra cibernética, agentes biológicos o cualquier actividad militar o no militar que se ejerce en un contexto de supuesta ambigüedad “con más o menos ambigüedad en la amplia franja que existe entre la paz y la guerra abierta, pero sin constituir un llamado casus belli. Estos conflictos, según un interesante documento titulado “Guerras Híbridas: cuando el contexto lo es todo” son calificados como característicos del mundo globalizado y entre los que se citan los Balcanes, Chechenia, Afganistán, Irak, Líbano, Sri Lanka, Crimea o Ucrania como casos más significativos, son presentados como novedosos por numerosas razones: por los actores involucrados (Estados interviniendo de manera directa o delegando su actuación a agentes domésticos o proxies, guerrillas, terroristas, redes criminales o contratistas militares privados), los medios utilizados (armas sencillas empleadas de manera novedosa, sistemas sofisticados trasferidos por los Estados, armas pesadas o tecnologías de uso dual disponibles en el mercado), las tácticas empleadas (acciones convencionales limitadas, actos terroristas, insurgencia, ciberoperaciones, maskirovka, ocultación y engaño o propaganda multicanal), los multiplicadores usados (sistemas de posicionamiento, inteligencia de señales (SIGINT), de fuentes abiertas (OSINT) y de redes sociales (SOCMINT), RPA drones, comunicaciones avanzadas o ciberataques) o las fuentes de financiación manejadas (actividades legales y delictivas con estrecha colaboración con el crimen organizado). https://www.ugr.es/~gesi/Guerras-hibridas.pdf
¿Qué sabemos del COVID-19?

¿Qué sabemos del COVID-19?

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Por Nasim Iusef Venturini*

Hace dos meses no sabíamos nada del coronavirus. Tal vez hubo algún código con registro temporal previo, pero a priori no sabíamos nada. O por lo menos nosotres.

El asunto es que el COVID-19 es de la familia de virus de veloz propagación, alto contagio, baja mortalidad en personas sanas, que pone en peligro a las personas con enfermedades preexistentes y a los grupos de riesgo. Se puede transmitir sin reportar síntomas y eso es lo que lo hace peligroso.

Copó la escena mundial y todos los países entraron en jaque. La libertad occidentalizada se derrumbó, al igual que lo hicieron las bolsas de todo el mundo, que no son más que la expresión de una avaricia descontrolada que es en parte responsable de este rumbo inhumano de esta humanidad.

De fácil transmisibilidad

En países del este Asiático, hubo epidemias con características similares hace pocos años (en la contagiosidad del virus) que permitieron que esos países aprendan a controlar este tipo de epidemias que surgen en pleno siglo XXI y con desarrollos en sistemas de monitoreo epidemiológico jamás alcanzados anteriormente.

Por eso países como Corea del Sur, Taiwán, Japón y China utilizaron todo el aprendizaje previo y la fuerza del Estado para mitigar la propagación de este virus que hoy está mostrando la fragilidad de los sistemas como los conocemos.

Velocidad de la propagación

De repente la interconectividad física y virtual que existe en estos días es muy distinta a la que había tan solo unos años atrás cuando surgieron esas epidemias en oriente que pusieron en vilo a todo el mundo y que pudieron ser mitigadas. No sin dificultades ni muerte, pero sí pudiendo contener y mantener la rectoría de los sistemas de salud para que no desborden y que el pánico no se expanda a la velocidad de un tweet.

Hoy la interconexión a la que accede gran parte de la población mundial nos muestra un show de la realidad, mientras facturan y generan mensajes de odio e intolerancia. Por eso, más allá de la pandemia, hay una infodemia que también se esparce y contagia el miedo en un contexto de incertidumbre global a gran escala.

Queda en evidencia la necesidad de sistemas de salud que puedan contener a las demandas de la sociedad incluso en caso de pandemia. Pero no, eso no se “planifica”. Solo cuando la urgencia corre y nos preocupa que los centros de salud y hospitales no den abasto, es cuando recordamos que los sistemas del sector público (que responden en caso de emergencias por ser empleados del Estado) tienen miles de trabajadores precarizades y en condiciones que podrían haber sido mejoradas previamente si no se percibe a la salud como una variable de ajuste, cosa que se profundizó durante la gestión macrista.

Ciudadaneando la cuarentena

Ante esto, empieza a urgir la necesidad de ejercer la ciudadanía por parte de quienes tenemos los medios y las posibilidades de hacerlo. Respondemos a las recomendaciones del Estado Nacional y su Ministerio de Salud, que tomó la rectoría del sistema para la mitigación de la pandemia y muches nos sentimos orgulloses de ver como se prioriza la salud de las personas y se tratan de tomar medidas para paliar la situación de les más vulnerables, rompiendo con los protocolos y libritos de economía importados, incluso ante un panorama totalmente incierto del futuro.

Hoy, como ciudadanes se nos exige, en el marco de una pandemia global que nos requiere guardades en casa, que podamos dimensionar que nuestro aporte es ese. Este ordenamiento actitudinal por parte del Estado, reflota muchos virus anteriores que tiene nuestra sociedad, como el punitivismo. No faltaron quienes desde la comodidad de sus hogares denunciaron a laburantes que se dirigían a sus trabajos o transeúntes sin rumbo que también están en riesgo en una situación de estas características.

La invitación a la solidaridad y la necesidad de abordar de una forma más empática este tipo de situaciones reflota actitudes muy valiosas que se despliegan desde las entrañas de nuestro pueblo. Los colectivos que siguen trabajando en la total informalidad para brindar alimentos en los comedores comunitarios, aquelles trabajadores que no son convocados a ser aplaudidos a las 21 hs como acto de redención en el contexto de autoencierro que habitamos estos días, también hacen que algunes podamos ciudadanear y respetar la Cuarentena para mitigar el impacto de la pandemia en estas tierras.

¿ Y el sistema de salud?

En un Estado Nación como el nuestro, donde la responsabilidad de la salud de los ciudadanos recae en las provincias (por la Constitución, reformada en el ’94), la rectoría a nivel central que se ejerce desde el Ministerio de Salud de la Nación es realmente importante y más en estos momentos donde se necesita una respuesta unificada en todo el territorio nacional para evitar la propagación de esta pandemia que pone en vilo al mundo como lo conocemos.

Nuestro sistema de salud alimenta lógicas que no serán discutidas en esta nota. Sí se dirá que necesitamos un sistema de salud integrado, en el que se priorice a las personas, se den respuestas ante situaciones de extrema complejidad como la que estamos atravesando y no se dé lugar al enriquecimiento espurio, que muches sabemos que suceden en el campo de la salud.

La velocidad de la información y la difusión de sutiles mensajes de miedo y desesperación por parte de los medios concentrados, son replicados y reinterpretados por muches que, inmersos en esa realidad que generan los mentimedios y sumados a una ideología reaccionaria, reproducen todo el tiempo los mensajes que confunden e infunden el pánico.

La respuesta ante la pandemia

La respuesta política del Gobierno a nivel nacional, requiere la coordinación y comunicación que está llevando a cabo, con el trasfondo de cuidar y proteger a la población, tratando todo el tiempo de mantener la calma y mostrarse activos y atentos en una situación que desborda los sistemas de los países centrales, donde al final vemos que no son tan distintes a nosotres, solo que elles se quedaron con el oro que saquearon de nuestras tierras.

En el medio estamos nosotres y nuestras cotidianidades particulares, que de pronto se vieron condicionadas concretamente por una situación externa que demanda que respondamos al “poder” del Estado y que nos quedemos en nuestras casas (quienes podemos) y empecemos a habitarlas.

Habitarla y habitarnos. Como seres que en medio del desconcierto general seguimos tejiendo redes para que las cosas sucedan. Que de repente nos encontramos en nuestras casas y a cada une le surgirán distintos problemas. Que tendremos tiempo para hacer/disfrutar cosas que creíamos olvidadas o sencillamente ignoradas, como el cuidado de cada une y que eso también cuida al resto.

Ante tanta desesperación, comunicación sincera, de esa que manifiesta qué sentimos, qué vemos en un mundo que se encuentra transmutando de una forma que creíamos que conocíamos a una que desconocemos totalmente.

Es la hora de asumirnos como brutales e ignorantes, y empecemos a observar a nuestro alrededor, a valorar lo próximo, a quienes tenemos al lado. Que esos lados empiecen a tomar otras dimensiones y mientras seguimos sin saber nada de COVID-19, empecemos a saber de nosotres mismes.


* Lic en Economía, integrante del colectivo "Economía a pata", Co-conductor de “Promocionando la Salud” (Radio Futura – FM 90.5), responsable de la sección Economía de Revista Trinchera y colaborador de Agencia Trinchera.
La desidia Larretista

La desidia Larretista

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Por Adrián Berrozpe*

Una vez más Larreta y los funcionarios del gobierno de la ciudad demuestran su ineptitud frente a situaciones que históricamente se repiten en la ciudad más rica del país.

La actuación del jefe de gobierno sobre el dengue fue nula, solamente salió afirmar que la fumigación de los espacios abiertos no era la solución, como si esperara que de un golpe de suerte llegara un pronto invierno que pudiera aplacar al Aedes aegypti, pero el destino le devuelve en forma de Covid-19 una fuerte cachetada, mientras Horacio continúa sonriendo y diciendo que es un “boludo” (dixit).

La Ciudad de Buenos Aires enfrenta un Brote de Dengue producto de la situación de abandono y desfinanciamiento del sistema de salud pública por parte del Gobierno de Rodríguez Larreta.

La ciudad no cumplió con el plan de prevención contra el dengue que tendría que haber comenzado en invierno. Es así que se detectó actividad del mosquito en el 71% del territorio producto de la falta de políticas de prevención y el desborde de nuestros Hospitales y Centros de Salud. El propio gobierno, ha declarado en las últimas horas la situación de salud pública como de Riesgo Alto.

El ejemplo más claro de esto es que en el Centro de Atención Transitoria a niños y niñas N° 1 (CAT 1) del Consejo de los Derechos del Niño, Niña y Adolescentes (CDNNyA) perteneciente al gobierno de la Ciudad, hay dos casos de menores (a cargo del Estado) y tres trabajadores diagnosticados con dengue positivo hasta el momento. Cifra que podría ascender en los próximos días (de hecho, se encuentran a la espera de los resultados de laboratorio).

El Consejo de Derechos, a cargo de la Dra. Karina Leguizamón, responsable del CAT 1 (ubicado en Flores), en consonancia con el Gobierno presidido por el Pro (Cambiemos), no llevó a cabo ninguna medida de prevención de Dengue, fiebre Chikungunya y Zika. Las trabajadoras y los trabajadores del Centro venían solicitando desde enero que se realicen las fumigaciones específicas, se desmalecen los terrenos linderos, limpien canaletas y desagües de lluvia de los techos, coloquen mosquiteros y que se cuente con los repelentes necesarios; todas medidas básicas para evitar la cría y la picadura del mosquito. Estas medidas comenzaron a efectivizarse recién en los últimos días, semanas después del primer caso confirmado (el 29 de febrero).

Karina Leguizamon como funcionaria del Estado de CABA ah demostrado lo mismo que ha demostrando su jefe político directo: desidia y ineptitud frente a una situación que históricamente se viene dando en la ciudad y que a estas alturas ya debería encontrarlos preparados, después de más de 12 años como conductores del distrito con mayores ingresos.

Desde de la junta interna de ATE CDNNyA se viene denunciando esta situación, como la que en estos momentos están pasando con el COVID-19. El gobierno de la ciudad no ha establecidos protocolos de actuación, cosa que si ha pasado en distritos con menores posibilidades. Dentro del CDNNyA cualquier contexto adquiere una dimensión aún más complicada ya que se trabaja sobre una población vulnerable, que como siempre queda relegada al capricho Larretista.

A continuación, algunas de las demandas realizadas por los trabajadores y las trabajadoras del CDNNyA:

-Se garantice la atención y monitoreo a les niñes que han sido diagnosticados positivo en Dengue.

-Se provean las condiciones laborales e insumos necesarios para dicha atención y prevención de niñes y trabajadores, en todas las áreas.

-Se establezcan protocolos de actuación, información y formación que lleguen a todes les trabajadores. Acerca de la prevención, actuación y seguimiento de situaciones que atenten contra la salud, tanto de les niñes como trabajadores. En este sentido y con el objeto de evitar se replique el accionar negligente aquí denunciado debemos alertar que las autoridades nacionales ya han alertado sobre la Pandemia de COVID 19 y adoptado medidas de prevención. A la fecha no se ha informado a la institución protocolo al respecto.

-Se declare la emergencia de los dispositivos de atención y la correspondiente asignación de presupuesto en infraestructura y materiales de mejora de las condiciones laborales.

* Productor periodístico del programa de radio "Cabezas de Radio" que se emite los sábados de 9 a 12 hs en radio Ahijuna (FM 94.7). Trabajador de la Dirección General de Responsabilidad Penal Juvenil de CABA y colaborador de Revista Trinchera y Agencia Timón.
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