*POR NASIM IUSEF VENTURINI

Estamos atravesando la crisis económica más grande de la que tenemos registro en la modernidad (últimos 250 años), en la cuál es evidente que el modo de acumulación capitalista que se consolidó en los últimos 40 años, no es viable en términos humanitarios.
Ya se sabía que el año 2020 iba a ser un año con alta probabilidad de que la burbuja financiera especulativa de la economía occidental estalle, hundiendo al mundo en una profunda recesión. El origen de la misma es que el capital en su forma actual se reproduce a partir de la especulación con productos financieros que no tienen su correlato en la creación de valor adicional, sino que se reproduce a partir de la diseminación de los riesgos, y en consecuencia, la venta de algo que supuestamente va a tener cierto valor futuro. He aquí el problema grande, ya que luego de 40 años de economía neoliberal la concentración de la riqueza en pocas manos y la destrucción del medio han llevado a la humanidad a niveles de desigualdad y despojo de los medios de reproducción de la vida, antes desconocidos.
El capital transnacionalizado hoy tiene más poder que muchos Estados nación, e impone sus formas y sus reglas para la realización del valor, destruyendo el medio de forma brutal. Despojando a poblaciones de sus hábitats, envenenando el suelo, el aire y el agua, solo por el afán de creer que se tiene la libertad de consumir. Y creando circuitos de acumulación del capital en donde la riqueza de los países termina en guaridas fiscales, a nombre de las grandes corporaciones que exprimen a los pueblos.
Hoy nos encontramos en una encrucijada global, donde todas las economías del mundo están atravesando procesos de caída muy grande de la producción, aumento del desempleo y por consiguiente una profundización de la desigualdad social.
La pandemia profundiza la recesión global y la opción de los gobiernos de mitigar la circulación ciudadana para contener la transmisión del virus del Covid-19 tiene un fuerte impacto en la reducción de las muertes, ya que países que tuvieron medidas de aislamiento menos severas o estrictas no solo vieron caídas muy grandes en sus economías, sino que padecieron una gran cantidad de muertes. La crisis económica es global, la crisis sanitaria es manejable si hay voluntad política.

La crisis global nos lleva a preguntarnos acerca de los modos en que vivimos y habitamos, dado que la disputa por el sentido es tangible y quienes ondulan las banderas de la “libertad” son quienes construyeron y fortalecieron los puentes de la dependencia a ese dios dinero que no produce más que miseria y desigualdad.
No creo que se trate de capitalismo sí o no, sino que se trata de dimensionar que el capitalismo actual se alimenta de muerte y destrucción. Las vidas que se pierden por el modo de acumulación capitalista en la actualidad son parte del alimento de esa maquinaria de destrucción masiva, que vende felicidad efímera para unos pocos mientras condena a las mayorías.
Aquí el ejercicio me parece que es pensar más allá de las categorías que conocemos, que discutimos y aun así no nos ponemos de acuerdo. Se trata de pensarnos y pensar cómo vamos a seguir reproduciéndonos como especie: si con ese afán destructor donde no importa nada más que el placer inmediato que nos vende el capitalismo actual, o si pensamos y habitamos modos de vida más relacionados al cuidado entre las personas y el medio.
Las acciones por los modos de vida que queremos construir colectivamente son las que van a ir construyendo ese sentido más solidario y humano que nos permitirá combatir el sentido del odio y el resentimiento que proliferan los poderosos para mantener sus privilegios.
Hoy la naturaleza nos está hablando, negarlo es de una necedad absoluta. Negar que somos tan destructivos al punto que engendramos las mismas enfermedades que nos aniquilan es no reconocer que el modo de vida que llevamos debe ser transformado para construir esa ansiada libertad y dignidad para todos y todas.
Experiencias hay, dignidad también. Rescatar aquellos procesos comunitarios que ponen como valor fundamental el compartir, el aprender y el contener, son los caminos para fortalecer esa visión de que los otros mundos que queremos, son posibles.
Construir los puentes para el diálogo entre los pueblos y la consolidación de la ansiada independencia, es tarea cotidiana.
* Lic en Economía, integrante del colectivo "Economía a pata", Co-conductor de “Promocionando
la Salud” (Radio Futura – FM 90.5), responsable de la sección Economía de Revista Trinchera.