POR MAIA CUBRIC*

“Desde que somos parte en la Selección Nacional Argentina hemos vivido, tolerado y callado muchas situaciones difíciles y lamentables”, así comienza el comunicado que las jugadoras del seleccionado femenino de básquet, Las Gigantes, publicaron el 1° de junio en Instagram. Entre otras cosas, las exigencias que plantean no son ni más ni menos que el reconocimiento de la disciplina, que implica el financiamiento económico básico de la misma y la preocupación de parte de las organizaciones que comandan la batuta para que crezca el deporte en lo que a la práctica femenina respecta.
Paréntesis, aunque pueda parercer obvio: nada que no suceda en el ámbito del básquet masculino. O si no, habría que analizar cuántas veces Ginóbilli se vio imposibilitado a jugar por la falta de indumentaria, por ejemplo. Y al responderse que ninguna, se empezaría a buscar el por qué con las compañeras esas situaciones no dejan de suceder.
Para resumir, las jugadoras de básquet de la selección nacional no solo no están siendo contenidas ni escuchadas, sino que ni siquiera cobran la beca que otorga el Enard para les deportistas. Y en este contexto, en el cual es cada vez más complejo sostener las necesidades básicas (sin mencionar el pasado de políticas neoliberales que azotó al mundo del deporte), diferentes jugadoras salieron a plantear las preocupaciones comunes.
Sofia Aispurúa expresó en una entrevista con TyC Sports que “la falta de compromiso es de la Confederación, que al asumir un nuevo mando no presentó un proyecto, una lista de jugadoras, un entrenador y un staff al Enard, que nos otorga becas por ser de la Selección, y ahora nos quitaron ese privilegio económico”.
En la misma sintonía, la capitana Débora González expresó ayer: “Nadie de la Confederación nos llamó esta semana; ni siquiera un mensaje para consultarnos o establecer al menos un inicio de diálogo. Nosotras queremos lo mejor para el seleccionado, lo damos todo y más, pero nos cansamos de la desigualdad”. Mensaje que da cuenta de que no solo se trata de una cuestión económica, sino que también se trata del desinterés absoluto que expresó el órgano mayor del básquet argentino, la Confederación Argentina de Básquetbol (CABB).
Tres días después de ese comunicado, el director del Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (ENARD), Daniel Jacubovich, comentó que no era suya la responsabilidad de que las jugadoras no estén recibiendo una beca. Y obviamente apuntó a la CABB: “Ante la ausencia de un nuevo proyecto deportivo, con un responsable técnico y un plantel, para el Enard es imposible otorgar becas“, y agregó que “a partir de la presentación del proyecto formal, se vuelven a otorgar, es una regla común para el básquet argentino”.
Asimismo la Confederación de Básquetbol también respondió con un comunicado que dejó bastante que desear porque expresaba: “¿Quiénes son jugadoras de Selección en este momento? (…) El pedido de becas de la CABB al ENARD se hace según la elección de los cuerpos técnicos. Tanto en femenino como en masculino, los listados varían según la decisión de los cuerpos técnicos de cara a la competencia que toca afrontar. Y ahora mismo no hay convocatorias porque no hay competencia”. Además, esgrime que “es injusto e inoportuno culpar a la CABB por no hacer una convocatoria de jugadoras, cuando es de público conocimiento que están prohibidas las concentraciones de personas”.
Lejos de desconocer el contexto crítico mundial, el comunicado de Las Gigantes explica que ni siquiera hubo intención de contactarse con ellas desde ninguno de los espacios que hoy discute o disputa el básquet y su continuidad. De hecho, las jugadoras aseguraron que “no es personal contra alguna dirigencia; manifestamos nuestra realidad y la preocupación que tenemos por el futuro del básquet femenino”. Y haciendo un breve repaso de estos últimos años, se cae de maduro la falta de importancia que le otorgan a la práctica de las mujeres.
Es innegable la arbitrariedad con la que se decide darle importancia a determinada práctica y a su vez, excluir y desfinanciar a otra, solo por una cuestión de género y/o orientación sexual. Y si todavía hay duda de esto, hay que remitirse a las pruebas que bastante concretas son y que deben servir como motor para cambiar.
La lucha que proponen Las Gigantes es el camino porque el mundo del básquet necesariamente debe ser transformado. Y aunque suene repetitivo en muchos casos, un buen paso para comenzar a caminar la igualdad es la paridad en los cargos y/o lugares de poder. Lo que claramente es una deuda en el básquet porque en toda la Comisión Ejecutiva de la CABB no hay una sola mujer.
Y en lo que respecta al órgano mayor del básquet profesional, hace tres días se dio a conocer que la CABB quiere modificar su estauto. Entre los cambios más significativos, el que más se destaca es la creación del artículo 28 que especifica que el Consejo Directivo no puede estar integrado únicamente por personas del mismo género. Que, dicho de otro modo, expresa que no pueden ser todos hombres los que conformen la mesa de decisión.
Lejos de enarbolar a la CABB, este es un buen el ejemplo para observar lo contradictoria que se puede ser. O sea, los mismos que no están escuchando al seleccionado femenino y sus demandas, dicen querer darle lugar a la mujer. Pero claramente el humo dura poco y se evanece, y ayer la Confederación de Básquet difundió en Twitter que realizará una charla, a través de la plataforma Zoom, con las protagonistas del seleccionado femenino. El único detalle fue que las jugadoras salieron a expresar que no habían sido convocadas.
Por último, por si faltase ironía, volviendo al tema del cambio de estatuto y las contradicciones de la CABB, esta misma propuso que, a través de una casilla de mail (secretaria@cabb.com.ar), cualquier persona pueda plantear puntos a tratar en las distintas asambleas. Algo así como que piden propuestas pero no escuchan las que están. Porque, claramente, sería prudente que si se propone un espacio de discusión, no se estén ignorando los planteos de la selección femenina.
Resta seguir de cerca la situación de las compañeras y volver a remarcar que el deporte no es de nadie, aunque algunes puedan vivir de el y otres, además de jugar, tengan que atender un local para poder comer. Que el deporte no excluye, no discrimina, no ignora. Que el deporte, en sí mismo, no legitima a un seleccionado y le paga millones a sus jugadores, mientras deja al otro sin indumentaria y a sus jugadoras sin explicación. Que eso no es el deporte. Que eso es el patriarcado. Y que con Gigantes como las que existen, se va a terminar.
* Hija del mar y la luna de la perla. Entiende que nada es porque sí y que por eso mismo todo
se puede cambiar. Sueña con un mundo igualitario y confía en que la práctica es la mejor
manera de militar. Es amiga de la palabra en sus múltiples variantes, amante del arte y del
intercambio cultural.