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Por. M. Viviana Yopasa Ramírez*

La categoría género permite reconocer las dinámicas, conflictos, luchas y terrenos ganados por organizaciones, colectivos académicos y movimientos sociales, con relación a los derechos de las mujeres, sus proclamas, accionar social y su posicionamiento como agentes políticas. Sin embargo, es importante aclarar que la categoría género no es un sinónimo de estudios de mujer o teorías feministas, hace referencia principalmente a lo que se ha construido como masculino y femenino y la distribución de sus roles en la sociedad, buscando la deconstrucción del sujeto moderno: racional y universal.

En América Latina, la categoría género tuvo impacto en las feministas entre finales de los años 80 y 90, planteando al patriarcado como uno de los patrones de poder existentes en las sociedades latinoamericanas pero donde también se tejen relaciones de subordinación por medio de los dispositivos de control y jerarquización como raza, grupo étnico, clase social, debatiendo con ello al feminismo hegemónico blanco surgido en Europa y EEUU, que dejaba de lado las variables de clase, etnia y su relación con la sexualidad. Como lo plantea María lugones:

La lucha de las feministas blancas y de la «segunda liberación de la mujer» de los años 70 en adelante pasó a ser una lucha contra las posiciones, los roles, los estereotipos, los rasgos, y los deseos impuestos con la subordinación de las mujeres burguesas blancas. No se ocuparon de la opresión de género de nadie más. Concibieron a «la mujer» como un ser corpóreo y evidentemente blanco pero sin conciencia explícita de la modificación racial. Es decir, no se entendieron así mismas en términos interseccionales, en la intersección de raza, género, y otras potentes marcas de sujeción o dominación. Como no percibieron estas profundas diferencias, no encontraron ninguna necesidad de crear coaliciones. Asumieron que había una hermandad, una sororidad, un vínculo ya existente debido a la sujeción de género.

Lugones 2008: 93

Uno de los debates que centró la discusión frente al feminismo hegemónico, fue el hecho generado desde los estudios sobre la mujer hacia los años 70, con relación al desarrollo de la “categoría mujer”, definiéndola en una categoría estática, esencialista y universal. Haciendo referencia a la mujer principalmente desde su anatomía y su relación con lo femenino, como una identidad homogénea. Sin tomar en cuenta los contextos sociales, históricos y culturales en los que están inmersos las mujeres en diferentes partes del mundo. A partir de esta categorización, las mujeres en Latinoamérica que no entraban dentro de las características homogenizantes en la definición de la mujer, manifestaron la necesidad de reconocer que las mujeres son diferentes y por ende las formas en que son subordinadas también.

En este escenario, las activistas y académicas latinoamericanas han planteado frente al feminismo hegemónico la perspectiva de la Colonialidad del Género, buscando visibilizar la relación directa entre raza, clase, género y sexualidad “con el objetivo de entender la preocupante indiferencia que los hombres muestran hacia las violencias que sistemáticamente se infringen sobre las mujeres de color, es decir, mujeres no blancas víctimas de la colonialidad del poder”[1] (Lugones 2008, 94).  En este sentido, la perspectiva de la colonialidad del género busca dar cuenta de la construcción de la autoridad colectiva, de todos los aspectos de la relación entre capital y trabajo y de la construcción del conocimiento principalmente  racializado y  geopolíticamente legitimado en occidente.  Revelando  las maneras en que las mujeres colonizadas no–blancas fueron subordinadas y desprovistas de poder.

Desde la configuración de la modernidad/colonialidad, se asignaron roles con base en la racialización; por ejemplo, el rol social de la prostitución fue otorgado a las mujeres negras, donde la representación sobre ellas se encaminó en lo sexual, la explotación y lo salvaje, estereotipos creados a partir de la colonización y que subsisten en la actualidad:

“Históricamente, la caracterización de las mujeres Europeas blancas como sexualmente pasivas y física y mentalmente frágiles las colocó en oposición a las mujeres colonizadas, no-blancas, quienes, en cambio, fueron caracterizadas a lo largo de una gama de perversión y agresión sexuales y también lo suficientemente fuertes como para acarrear cualquier tipo de trabajo”.

Lugones, 2008: 95-96
https://www.eldesconcierto.cl/2017/03/08/presente-feminista-las-mujeres-mapuche-del-debate-una-lucha-multiples-violencias/

Breny Mendoza propone reflexionar desde una interseccionalidad entre raza, género y clase, planteando que la matriz de dominación se configuró desde el racismo, el sexismo y el clasismo, afectando en diferentes formas a las mujeres de la región: “las mujeres no solo fueron racializadas, sino que al mismo tiempo fueron reinventadas como mujeres de acuerdo a códigos y principios discriminatorios de género occidentales” ( 2010: 23) donde el hombre colonizado también adoptó estos mecanismos de subordinación creados y expandidos por el hombre-blanco–heterosexual.

A lo largo de la historia, estos factores de subordinación y reinvención han generado la otrificación de la mujer negra e indígena y su representación como “algo”  exótico e inferior, sin conocimiento, construyendo estereotipos raciales y sociales sobre sus cuerpos y sus vidas, esencializarndo, naturalizando y fijando  la diferencia con el objetivo de legitimar la subalternización  que ha reducido  a la mujer afro e indígena  a rasgos esenciales, ligados, a lo natural, lo salvaje y lo inhumano y  reduciéndolas a roles y labores específicas. 

De ahí la urgencia de proponer  la construcción de  escenarios de reflexión que impliquen la comprensión de la realidad de estas mujeres  sus  diferencias sociales, históricas y culturales, las formas en cómo han resistido y re-existido a las violencias ejercidas históricamente sobre ellas.


[1] Categoría desarrollada por el sociólogo peruano Aníbal Quijano. La noción colonialidad del poder cuestiona la construcción eurocéntrica de la sociedad liberal europea como la norma universal y sus formas de conocimiento como las únicas válidas, introduciendo la importancia de la dimensión racial para la dominación y la construcción de subjetividades.


* Lic. En educación y Ciencias Sociales, Estudiante de Maestría en Sociología de la cultura y análisis cultural en Instituto de Altos Estudios Sociales (IDAES), UNSAM. Columnista del programa La Marea, (FM 90.5 Radio Futura), redactora de Revista Trinchera y colaboradora Agencia Timón.

Referencias

Lugones María, 2008.  “Colonialidad y Género”, en Revista Tabula Rasa. Núm. 9, Bogotá, Universidad Colegio Mayor de Cundinamarca, p.73-101.

Mendoza Breny, 2010 “La epistemología del sur, la colonialidad de género y el feminismo latinoamericano”, en Yuderkys Espinosa Miñoso. Coord., Aproximaciones críticas  a las prácticas teórico –políticas del feminismo latinoamericano, vol. I, Buenos Aires, En la frontera, p. 19-36, 2010.

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