Los sectores populares encarnados en las organizaciones libres del pueblo vienen desde hace años generando distintos debates respecto de un proceso de liberación. En mayor o menor medida cada espacio lo hace. Es hora de que esas discusiones se conviertan en un verdadero proceso político popular más allá de los nombres.
El canto popular que ha coreado en miles de oportunidades (y que sigue coreando) sostiene que “si la tocan a Cristina, qué quilombo se va a armar”. Bueno, la intentaron asesinar y de milagro no salieron las balas; y la persiguieron política, mediática y judicialmente al punto de cuasi-proscribirla de facto y acá estamos, con caciques con pluma de gallina peleándose para ver quién le pone el cascabel al gato y se corona como “el candidato”.
Cabe recordar que la proscripción política y los golpes institucionales no son una novedad: Lo hicieron con Mel Zelaya en Honduras cuando comenzó a tocar intereses de empresarios y multinacionales; lo intentaron hacer con Evo y Correa con insurrecciones policiales; lo concretaron con Lugo y Dilma con golpes parlamentarios; y también lo hicieron con Lula, lo persiguieron jurídica y mediáticamente, lo encarcelaron y evitaron que diera continuidad al proceso político que llevaba adelante.
Recientemente hicieron lo propio para con el presidente peruano Pedro Castillo. Y pocos levantaron su voz para denunciar el golpe. Un Castillo arrinconado luego de cometer cientos de errores políticos, con un aparato estatal institucional adverso y sin haber cumplido gran parte de las promesas hechas en campaña. Pero el pueblo peruano se movilizó fuertemente reclamando que les devolvieran la democracia. El saldo fueron decenas de asesinados bajo la presidencia de facto de Dina Boluarte, y cientos de torturados y heridos producto de la represión y persecución política.
Ahora comienzan a hacerlo contra Gustavo Petro en nuestra querida, sufrida pero aguerrida Colombia. El referente del Pacto Histórico había presentado en febrero distintas iniciativas para reformar y mejorar el sistema sanitario, el previsional y el laboral. Ni lerda ni perezosa, la derecha rancia se opuso desde un primer momento, pese al llamado a debatir y consensuar esas medidas a todos los sectores. Claramente, lo que hoy acontece, es resultado de esa defensa de privilegios e intereses de los sectores concentrados de la economía, de los partidos tradicionales, de la oligarquía terrateniente colombiana, y de sectores enquistados sobre todo en el poder judicial, siempre en complicidad con el narco y los medios concentrados de comunicación.
Pero a diferencia de otros mandatarios, Petro llamó a las cosas por su nombre, denunció el golpe de Estado en curso y convocó a la movilización y participación popular para frenarlo. En lugar de retrancar y subsumirse ante las jugadas del poder, redobló la apuesta, cambió en varias oportunidades el gabinete y recostó sobre su pueblo. Lógicamente decenas de mandatarios, ex mandatarios y referentes de distintas partes del mundo se pronunciaron solidariamente con Petro y Francia Márquez.
Es preciso señalar que esta avanzada golpista también se da en tiempos donde se retomaron los diálogos de paz entre el Estado y el Ejército de Liberación Nacional, una de las guerrillas más grandes existente en Colombia (por no decir la más grande) luego de la desmovilización de las FARC-EP.
A estas alturas debería estar más que claro que las derechas -en sus distintas vertientes- no sólo están envalentonadas y operando las 24 HS del día para hacernos la vida imposible, sino que ahora hasta lo reconocen públicamente. Lo peor del caso es que ante la falta de respuestas concretas de las fuerzas progresistas, de izquierda o como se las quiera llamar, ese tipo de discursos tiene penetración sobre los sectores populares de nuestro pueblo cansados de promesas vacías de cambio y/o mejora.
El fenómeno del crecimiento de las derechas no es ni exclusivo ni excluyente de la Argentina. Es un fenómeno que se está dando en Nuestra América, en Europa y en otras partes del mundo, en mayor o menor medida. Por lo tanto surge la siguiente pregunta ¿Por qué crece la derecha mundial? Y aunque seguramente existirán cientos de posibles respuestas, la más concreta y certera seguramente sea porque los gobierno populares, los progresismos o las izquierdas no están resolviendo los problemas concretos de sus pueblos o porque la forma de resolverlo no fue por crecimiento, sino por engorde (a buen entendedor pocas palabras).
Los errores del pasado se pagan caros en el presente. Es una afirmación que encierra cientos de discusiones no resueltas y en permanente tensión. ¿Se fomentó la formación política de nuestro pueblo? ¿Se hizo pedagogía de la liberación? ¿Se llamó a las cosas por su nombre? ¿Se denunció oportunamente los intentos desestabilizadores de la derecha? ¿Se defendió a procesos hermanos en el momento que había que defenderlos? Cada quien indague, investigue, analice y saque sus conclusiones.
Lo importante a construir no es un nombre que gane una elección sino un proyecto que enamore a nuestros pueblos, que ofrezca un futuro posible y vivible. Estamos en un momento histórico de cambio civilizatorio de paradigmas y ante este escenario, la izquierda, el progresismo, o el campo nacional y popular, parece haberse quedado sin un proyecto que enamore más allá de la figura de su líder. Con las disputas internas de poder, con la lucha por el “carguito”, o con discursos vacíos de propuestas y de contenidos, nos están llevando a un escenario muy complejo y que de continuar así, será de gran sufrimiento para nuestro pueblo.
Sin una construcción fraterna, solidaria, empática y verdaderamente colectiva y popular, no hay salida posible a la encerrona que nos plantea el momento histórico.

Nicolás Sampedro
Prefiero escuchar antes que hablar. Ser esquemático y metódico en el trabajo me ha dado algún resultado. Intento encontrar y compartir ideas y conceptos que hagan pensar. Me irritan las injusticias, perder el tiempo y fallarle en algo a les demás.