No les cabe otro calificativo: son cipayos

No les cabe otro calificativo: son cipayos

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Ese gran estadista y militar rioplatense llamado José Gervasio Artigas, quien recibiera el título de “Protector de los Pueblos Libres”; ese gran estandarte del federalismo que tanto paraguayos como guaraníes misioneros llamaban Karay Guazú (‘Gran Señor’), ese compañero posiblemente los hubiese desterrado por cipayos.

La definición

La Real Academia Española, ese gran ente colonialista que impone la forma “correcta” de hablar, esa institución que dice qué está bien y qué no en relación a palabra, define Cipayo como “Soldado indio de los siglos XVIII y XIX al servicio de Francia, Portugal o Gran Bretaña. También la define como Secuaz a sueldo. En definitiva, un mercenario, alguien que yendo contra su pueblo, sus costumbres y tradiciones, trabaja para el enemigo a cambio de unas monedas.

Claro está que hay personas de esta calaña más caras que otras, pero en definitiva, no dejan de ser unas monedas. Por más sueldo que obtengan por ningunear, agredir o bastardear a les suyes, siempre será poco para las arcas imperiales o de intereses extranjeros. Precisamente porque el sistema fue creado por ellos y sus monedas siempre valdrán más que las nuestras. En definitiva, por múltiples factores, por migajas, hay quienes se venden a intereses foráneos, lamen las botas de sus amos y luego las lustran para sacarles brillo. Ese brillo impoluto que la gran maquinaria mediática ha construido al respecto de esas “refinadas” marcas multinacionales que saquean a nuestros pueblos, y que explotan a propies y ajenes.

Los medios de mayor alcance de la Argentina, parece que cada vez se ajustan más a la definición antes mencionada: que Uruguay es esto, que Uruguay es aquello, que los argentinos somos esto, que somos esto otro. Esas corporaciones mediáticas que durante los cuatro años de macrismo, hicieron amarillismo desinformativo (valga la redundancia), esos mismos que durante los 12 años de kirchnerismo hicieron “periodismo de guerra” (habría que ver si hicieron periodismo o solo guerra), son los que ahora promueven o intentan instalar la idea del “éxodo argento” y señalan al Uruguay gobernado por la derecha que encabeza Lacalle Pou.

“Síganme que no los voy a defraudar”

Pero la idea de que todo lo hecho en nuestro país es más “berreta” que lo hecho afuera, no es nuevo ni novedoso. Fue el mismo discurso que los medios hegemónicos instalaron durante el menemismo. La construcción narrativa era sencilla, llana: Argentina era un país de mierda y cualquier otro lugar del mundo era mejor ¿No dista mucho de lo que intentan instalar hoy no?

El tema no son les ciudadanes de a pié que no llegan a fin de mes y que ven recortadas sus posibilidades para vivir dignamente y ven en la migración una posibilidad de subsistencia. Ese compañere, esa compañera, ese compañero simplemente está haciendo lo que haría cualquiera que quiere sobrevivir. El cipayo, la cipaya, le cipaye es quien es consciente del daño que genera, pero que sin importarle demasiado, prioriza su bolsillo y sus intereses por sobre los del colectivo, los de la comunidad donde vive, los de su pueblo.

El gobierno argentino del Frente de Todes no solo se encontró con un país arrasado por la administración cambiemita: a los pocos meses de iniciada su gestión le apareció una pandemia que puso en evidencia no sólo la destrucción de los cuatro años amarillos, sino las deudas históricas con nuestro pueblo. Así y todo, con aciertos y errores, la viene piloteando.

Huele a azufre

Al principio parecía haber una tensa calma, una suerte de tregua, pero que rápidamente quedó en la nada. Chorros de tinta, miles de horas de tv y radio intentando desgastar la imagen del gobierno, intentando generar fracturas a lo interno del Frente de Todes, demostrando no sólo su impunidad y su falta de escrúpulos, sino su odio. Odio hacia todo aquello que represente lo popular, lo plebeyo; odio que se materializa sobre la imagen de una persona que se convirtió en símbolo de ese pueblo profundo, de ese sentir nacional y popular, y que se llama Cristina Fernández de Kichner.

Los medios de comunicación hegemónicos -lo decíamos en la nota anterior- se han convertido en una maquinaria de guerra simbólica que además de operar según sus propios intereses económicos y políticos, fundamentalmente responde a los intereses de las grandes corporaciones que los financian y por ello, se han vuelto un problema para la Seguridad Pública y para la Defensa Nacional.

La pregunta es ¿cómo se vence a esa irradiación permanente de odio si ellos son los que tienen los fierros? ¿Cómo romper con esas construcciones semánticas que intentan barrer con toda expresión popular? ¿Cómo construir otro relato en medio de una pandemia, donde salir a las calles a demostrar ese apoyo mayoritario sería contraproducente para la salud de nuestro pueblo? ¿Cómo construir ese otro discurso, necesariamente colectivo y comunitario, si somos un archipiélago inconexo de experiencias comunicacionales pequeñas? ¿Cómo hacerlo si los grandes son los que más pauta oficial tienen?

Construir comunidad organizada

Estas preguntas sin duda no tienen fácil respuesta, pero por algún lado hay que comenzar: con solidaridad, con organización, con trabajo comunitario y cooperativo, y teniendo como objetivo construir hermandad, construir comunidad, pero organizada.

Recientemente el diputado y jefe del bloque del Frente de Todes, Máximo Kirchner, invitó a todes a que se queden, que “la Argentina tiene desafíos muy difíciles por delante y necesitamos de todos y todas. Recién escuchaba que hay gente que se identifica con una generación que se quiere ir del país. Saben qué les digo: quédense en este país porque este país es de ustedes… Quédense y ayúdenos a levantarlo y ponerlo de pie… Las peleas se dan acá, no se desiste nunca”.

Está más que claro que el mensaje está destinado al pueblo argentino, a quienes quieren a este país y pretenden lo mejor para él y para quienes habitamos este territorio. A los cipayos, a quienes solo disparan odio y rencor, si quieren irse de la Argentina, adelante, bienvenido sea… Nos hacen un favor.

Nicolás Sampedro
Nicolás Sampedro

Prefiero escuchar antes que hablar. Ser esquemático y metódico en el trabajo me ha dado algún resultado. Intento encontrar y compartir ideas y conceptos que hagan pensar. Me irritan las injusticias, perder el tiempo y fallarle en algo a les demás.

Un debate estratégico que no puede esperar

Un debate estratégico que no puede esperar

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Desde que comenzó la pandemia, en los medios masivos de comunicación han sucedido decenas de debates alrededor de lo que está bien y lo que está mal, de si los gobiernos priorizan la vida o la economía, de si “la gente” es responsable o no, de cómo haremos para volver a la “normalidad”, entre otras.

En los últimos meses, al menos en Argentina, la mayoría de los debates que se han querido instalar desde las grandes empresas info-comunicacionales (habría que ver cuánto informan en realidad), respondió a una lógica de agresión al gobierno del Frente de Todes que intenta desgastarlo.

Aunque con matices, la narrativa es siempre la misma: Cristina es la responsable de todos los males de la patria; Alberto a veces es un títere de “la yegua”, otras se “cristinizó”, otras es “dialoguista”. Los cañones apuntan todo el tiempo a desgastar o a intentar generar fracturas internas. Nuestro pueblo poco y nada importa en esas construcciones semánticas.

Y estas lógicas (como ya se ha dicho en otras oportunidades) no es casual. Los medios de comunicación oligopólicos responden a sus propios intereses. Si miramos quienes los financian, veremos que las cuentas desde donde salen los billetes son más o menos las mismas: grandes corporaciones internacionales y/o las grandes empresas locales.

Desde esta lógica, es por demás entendible que los medios de mayor alcance respondan a quienes los financian. Desde que la prensa vio la luz siempre hubo un interés político detrás. Ya sea la presa que contaba la revolución (sea de Mariano Moreno o de Simón Bolívar), o las que respondían a los intereses de las oligarquías locales, por citar una, el diario de los Mitre.

En la actualidad estas empresas lucrativas, disfrazadas de medios de comunicación, ya no sólo seleccionan qué y cómo contar para sacar réditos económicos, sino que se han convertido en un arma de guerra simbólica que permanentemente atacan toda idea que no los represente. En definitiva, los grandes medios casi en su totalidad, son el brazo armado -semántico- de las distintas vertientes de las oligarquías locales y/o grupos conservadores (y ricos) de éste o de otros países.

Desde esta óptica se puede entender por qué muchos medios dan lugar a personajes de diversa índole que no hacen más que confundir mediante la tergiversación o la mentira más descarada. Ejemplo de ello son personajes como Espert o Miley y decenas de economistas liberales que declaran el apocalipsis. Qué decir de el tiempo de pantallas en tv, de aire en radios o de caracteres en notas escritas.

Recientemente el filósofo mexicano Fernando Buen Abad publicó un interesante artículo titulado “Un inmenso archipiélago inconexo”. En dicha publicación analiza la inmensa y riquísima cantidad de experiencias comunicacionales que tienen los pueblos de Nuestra América. La lamentable particularidad de estas es que están desconectadas entre sí.

Aquí una pregunt a les lectores ¿a qué medios recurren cuando quieren saber qué pasó en alguna provincia de nuestra extensa Argentina? Y si quieren saber qué pasa en Brasil, en Chile, en Bolivia, en Uruguay, en Venezuela o en algún país hermano del continente ¿en qué medio buscan esa información? Esos medios a los que recurren ¿De dónde sacan la información que publican? Quienes hagan el ejercicio de seguir el hilo conductor, seguramente podrán observar que las fuentes de información originales son casi siempre las mismas.

En relación con esto último Buen Abad señaló recientemente que “de los más o menos 6 mil medio más importantes que hay en el mundo, están en manos de 8 personas”. Una concentración fabulosa de las herramientas de producción comunicacional, de los modos de producción y de las formas narrativas. Estos medios no sólo representa un enorme poder económico, sino también político e ideológico. Es la “fase imperial de la comunicación” que está íntimamente relacionada con las otras 2 grande industrias del planeta: la industria militar y la industria bancaria y/o financiera.

Esto explica por qué se generó tal revuelo cuando el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner presentó la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual que regulaba no sólo la cantidad de propiedades que podía tener cada grupo empresarial, sino que diversificaba la cantidad de voces, dando mayor preponderancia a medios sin fines de lucro y a medios estatales en todos sus niveles.

Algo similar ocurrió cuando Alberto decretó a las telecomunicaciones (Internet, telefonía celular y televisión por cable) como servicios básicos, dando al Estado la potestad de autorizar o no aumentos en sus tarifas. La virulencia mediática se hizo sentir aún más luego de ese anuncio.

En la misma línea fue el reciente lanzamiento del Plan Conectar que retoma el trabajo sobre la construcción de satélites propios, ampliación y mantenimiento de las redes de tendido de fibra óptica, entre otras. Plan que recupera el Conectar Igualdad que el macrismo había borrado de un plumazo al igual que los artículos más significativos de la tan vilipendiada “Ley de Medios”.

Todo lo antes dicho pone de manifiesto la importancia estratégica que tienen los medios de comunicación. No sólo por la concentración que ya existe, sino por el rol desestabilizador que están jugando muchos de estos medios en las democracias de la región.

Como se señalaba en el artículo “El mayor virus en siglos no se llama COVID-19”, el Responsable de Comunicaciones Digitales de Enel Argentina, Juan Pablo De Santis, arroja algunos interesantes datos sobre el consumo de medios digitales en este 2020. No casualmente los tres multimedios más consumidos son los que operan política y permanentemente para intentar deslegitimar al gobierno del Frente de Todes.

Ante la situación que se vive en Argentina, resulta cuanto menos llamativo, ver que la triada Clarín, La Nación e Infobae sea de los medios que más pauta oficial reciben. Y aquí es sumamente necesario profundizar las reflexiones que vienen de larga data: si los medios de comunicación, usufructúan el espacio radioeléctrico que es propiedad del Estado ¿por qué el Estado les da mayor cantidad de pauta oficial a los medios más grandes? ¿Acaso no debería ser a la inversa y que ese dinero que sale de las arcas públicas vaya al fomento de medios comunitarios o cooperativos para facilitar su crecimiento y la multiplicación de voces?

Estas preguntas van junto a las miles de discusiones y luchas que han venido realizando los distintos medios populares, las federaciones e instancias organizativas como FARCO, desde la vuelta de la democracia hasta hoy. Ahora, si hoy los medios hegemónicos se están convirtiendo -además- en un problema de seguridad nacional ¿por qué seguir financiándolos? Incluso más, si la información es un derecho ¿por qué algunos puede usufructuar el espacio radioeléctrico si éste es propiedad del Estado Nacional?

Muy distinta es el tipo de relación que construyen los medios comunitarios o cooperativos que mayoritariamente son herramientas comunicacionales del pueblo, que casi en su totalidad trabajan con sus comunidades más cercanas. Estos aportan a la construcción de ciudadanía, de comunidad ¿Acaso los medios hegemónicos hace algún aporte así o sólo son empresas que venden información? De hecho hoy por hoy se podría afirmar que en muchas oportunidades mienten descaradamente y cuando se descubre la mentira, o no se retractan o lo hacen en una perdida oración en la última página o último minuto de tal o cual programa.

Es evidente que si el pueblo argentino pretende una mejor democracia, las preguntas antes realizadas deberían -necesariamente- ser discutidas a fondo. Y ese debate no puede quedar sólo en aquelles compañeres que nos dedicamos al periodismo o la comunicación social, requiere que se dé tanto en las instituciones del Estado, como en las organizaciones populares y en la sociedad toda. La comunicación es un debate estratégico que no puede esperar.

Nicolás Sampedro
Nicolás Sampedro

Prefiero escuchar antes que hablar. Ser esquemático y metódico en el trabajo me ha dado algún resultado. Intento encontrar y compartir ideas y conceptos que hagan pensar. Me irritan las injusticias, perder el tiempo y fallarle en algo a les demás.

El mayor virus en siglos no se llama COVID-19

El mayor virus en siglos no se llama COVID-19

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Estamos infestados con aluviones de afirmaciones imprecisas, de credibilidad paupérrima, cerca de la calumnia, relativas a la situación actual del mundo y a la pandemia. La verdad está sometida a un bloqueo económico demencial, a sanciones ideológicas imperiales y un alboroto demagógicas en defensa de la ′′ libertad de expresión ′′ burguesa. En las noticias de todo tipo, se fabrican infamias descomunales que hacen envidia a las peores calumnias de Miami. No hay rigor informativo, encuestas adquiridas en fuentes de derecha y un ′′ tonito ′′ de superioridad que parece haber olvidado la situación de emergencia a la que se está sometiendo la humanidad por culpa del capitalismo ¿Alguien duda?[1]

Fernando Buen Abad, filósofo y comunicador mexicano

Las afirmaciones del colega no hacen más que reafirmar distintos análisis que se han realizado en este espacio en reiteradas oportunidades. El sistema internacional de medios de comunicación no sólo está podrido, sino en niveles de descomposición que aterran.

No es nuevo que los medios de comunicación hegemónicos en cada país responden a los intereses de sus dueños y accionistas, y que trabajan en tándem, conformando una red internacional de generación de subjetividades que busca sostener el status quo actual, haciendo su aporte para que nada cambie; ni siquiera en medio de esta pandemia.

Época de plus-mentiras

Se podría partir desde la reciente experiencia argentina con la repetición hasta el hartazgo del concepto de “Infestadura” acuñado por la derecha, hasta las barbaridades que se repitieron en las últimas manifestaciones de sectores minoritarios en las calles porteñas, insistiendo en que en Argentina no existe la democracia, que se robaron un PBI (algo un poco más viejo) o que está llegando el comunismo ruso o chino.

Pero las similitudes en la forma de construcción narrativa de medios de otros países, dan cuenta que en realidad estamos ante un plan sistemático de “lavado de cerebros”. Por algo el dicho popular dice: “miente, miente, que algo quedará”, y parece que así sucede.

En este mismo sentido van las reflexiones del profesor de la Universidad Central de Venezuela, Jesús Sotillo Bolívar, quien afirma que “con el apoyo de las agencias internacionales de noticias y el uso de nuevas tecnologías aplicadas al campo comunicacional, los mensajes audiovisuales, las noticias, todo el mundo Online, son utilizados por estos verdaderos carteles informativos, con carácter transnacional para influenciar a miles de millones de personas en el orbe y domesticar, si, esta es la palabra correcta, domesticar, para dominar y expoliar[2].

Si se analizan con más detenimiento, se podrá observar que la catarata de mentiras, tergiversaciones u omisiones son groseras. Pero para ese entonces ya se habrá desparramado mediante las redes, volviéndose muy compleja su refutación. Información descontextualizada, declaraciones que culpan a le opositore aunque caigan en el absurdo de criticar lo que ellos mismos no hicieron. Todo es válido para una derecha vernácula cada vez más violenta.

La era del consumo digital

Como complemento de estas situaciones, es interesante poner el acento en el incremento sustancial que se ha venido dando en el consumo de noticias mediante medios digitales. Al respecto, el Responsable de Comunicaciones Digitales de Enel Argentina, Juan Pablo De Santis, arroja algunos datos interesantes como que más de 33 millones de usuarios consumieron noticias mediante internet en junio del 2020, o que el multimedio Clarín alcanza a más del 80% de les usuaries, mientras que Infobae llega a un 63% y La Nación a un 50%.

El problema está en que estos medios son partidarios de reproducir los discursos de quienes se autodenominan abanderados de la democracia, la república y sus instituciones, aunque en la realidad resultan ser quienes hicieron todo lo contrario cuando fueron gobierno. Incluso así llegaron al gobierno.

Información: un arma de guerra

El colega uruguayo Aram Aharonian sostiene que “el problema no es que todos puedan opinar. Ese es un derecho inalienable. Lo que no es un derecho es la impunidad para mentir, descargar un torrente interminable de fake news, mentiras, falsedades. Y menos que, en nombre de la libertad de prensa ejerzan un escandaloso libertinaje para desinformar irresponsablemente, montados en campañas de terrorismo mediático. No, no existe tal “libertad” para contagiar la muerte[3].

Aparece entonces el problema de que la mentira pública no está penada legalmente y cuando alguien osa denunciar a une de estes “periodistas”, la corporación periodística hace de ese hecho un ataque a la libertad de expresión. Y ha habido casos de sobra que no viene al caso mencionar.

Las mentiras mediatizadas y entregadas al gran público como grandes verdades buscan construir imaginario, fragmentar, poner el mote de “bueno” o de “malo” según las conveniencias y dividir la sociedad, generar miedo. Todos estos elementos son funcionales a su objetivo: sostener las cosas como están. No hay que olvidar que los medios de comunicación privados son empresas que venden información y trabajan para el que mejor les pague. Eso es lo que establecerá qué se cuenta y qué no y de qué formas.

La escritora y ensayista italiana, Erica Perucchietti, sostiene que “el miedo es solo una de las muchas piezas en el proceso de manipulación social que adopta el poder para llevar a cabo políticas que de otro modo serían impopulares, pero que la percepción del terror convierte en legitima[4].

El manejo de la información, la construcción de subjetividades, la influencia en las percepciones sociales respecto de tal o cual tema, se han convertido en un arma de guerra ampliamente utilizada y que adoptó un mayor caudal de operaciones, con la aparición masiva y masificada de los medios web, el consumo web de los medios tradicionales y la difusión de campañas de mentira vía redes sociales.

Oíste hablar de…

¿Cuántas mentiras se han repetido en la prensa hegemónica respecto de la situación de Venezuela? ¿Cuántos medios reprodujeron que en Bolivia había habido en las elecciones de noviembre, utilizando un informe mentiroso y ruin de la OEA que luego se comprobaría como falso? ¿Cuántos rectificaron esta “información”? ¿Qué trato dieron los medios sobre las movilizaciones en Chile, Ecuador, EEUU o Colombia, todas reprimidas ferozmente por sus fuerzas de seguridad?

De igual manera ¿Cuántos medios contextualizaron lo que sucedió en el puerto de Beirut?[5] ¿Cuántos medios hablaron de las elecciones en Bielorrusia[6] sin calificar a Lukashenko como dictador, autoritario, represor, o simplemente se hicieron eco de lo que decían emporios comunicacionales europeos?[7] ¿Cuántos medios repudiaron las represiones de Macrón a los Chalecos Amarillos en Francia o los de Rajoy a los pueblos catalán, o vasco? [8].

El colega Agustín Mina, señaló en un artículo publicado recientemente que “cuando quienes trabajamos en medios seamos responsables con nuestras palabras, tendremos una comunicación mejor, más sana; una comunicación que siga siendo libre, plural, diversa y, quizá por primera vez, también justa y responsable. Una comunicación donde se podrá pensar diferente, criticar, preguntar; dónde lo único que no podamos hacer sea violentar derechos, personas, leyes, desinformar o mentir[9].

El mayor virus en siglos no se llama COVID-19

Si bien une puede estar de acuerdo con esta afirmación, en el mientras tanto, producto de la mercantilización de la información, su utilización descarada para conseguir determinados beneficios o “favores”, o crear imaginarios a favor o en contra de tal o cual idea, seguirá siendo moneda corriente y un arma de guerra utilizada por los poderes fácticos para intentar poner la balanza de su lado. El problema no son los medios o las personas que en ellos trabajan, el problema es que mientras vivamos bajo el sistema capitalista, siempre habrá alguien que quiera corromper a algune trabajadore de prensa, a algún medio o a algún funcionario para sacar ventaja sobre el resto.

El problema es el capitalismo y su necesidad de reproducción que indiscutiblemente requiere de corromper las voluntades; que necesita de las divisiones sociales y que se vuelvan irreconciliables distintos sectores del pueblo; que necesita de la existencia de pobreza y miseria, de la destrucción y el saqueo de los bienes comunes.

La especie humana -y el resto de las formas de vida- no necesitan solo una vacuna contra el COVID-19 u otras enfermedades mortales, necesita una contra el capitalismo, necesita una sociedad más solidaria, más consciente y responsable de sus actos; pueblos que estén dispuestos a dar batalla a cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier lugar del mundo.


[1] https://www.facebook.com/fernando.buenabad/posts/3116294331820685
[2] https://barometrolatinoamericano.blogspot.com/2020/08/la-informacion-internacional-contra-la.html
[3] http://estrategia.la/2020/07/12/la-pandemia-de-la-desinformacion-y-la-manipulacion/
[4] https://rebelion.org/noticias-falsas-y-realidad-cuando-mentir-conviene-a-los-poderosos/
[5] https://spoti.fi/2DOhUUr
[6] https://rebelion.org/bielorrusia-prensa-alineada-un-titular-y-algunos-apuntes-al-respecto/
[7] https://spoti.fi/32b0l9a
[8] https://blogs.publico.es/cristina-fallaras/2020/08/04/ni-medios-de-comunicacion-ni-democracia/
[9] https://www.agenciapacourondo.com.ar/opinion/el-dia-que-nos-hagamos-responsables-de-nuestras-palabras

Nicolás Sampedro
Nicolás Sampedro

Prefiero escuchar antes que hablar. Ser esquemático y metódico en el trabajo me ha dado algún resultado. Intento encontrar y compartir ideas y conceptos que hagan pensar. Me irritan las injusticias, perder el tiempo y fallarle en algo a les demás.

Fake News: un recorrido por su histórica controversia

Fake News: un recorrido por su histórica controversia

TIEMPO DE LECTURA: 11 min.

Una primera aproximación a su significado podría ser: “son noticias, historias, artículos, etc. engañosas, creadas para desinformar deliberadamente o engañar al lector”. Si bien no hay consenso total sobre su definición, ronda entre conceptos como el anterior. Un aspecto que es discutido dentro de un campo más diverso es su fecha de origen. Se suele pensar que son propias de la globalización y de la extensión del uso de internet, herramientas que pasan por desapercibidas escondidas entre las millones de noticias que se comparten en el día a día. Pero si nos remontamos al siglo anterior, podemos identificar cómo estas prácticas son cualquier cosa menos nuevas.

Otra creencia es que la primer fake news se dio en octubre de 1938, cuando Orson Welles engañó a un país entero con su relato. La intención fue realizar una puesta en escena teatral a través de una radio de la cadena CBS de Nueva York, si bien se había presentado la obra antes de empezar, no todes les oyentes se unieron al programa en ese momento. “Señoras y señores, interrumpimos nuestro programa de baile para comunicarles una noticia de último minuto procedente de la agencia Intercontinental Radio. El profesor Farrel del Observatorio de Mount Jennings de Chicago reporta que se ha observado en el planeta Marte algunas explosiones que se dirigen a la Tierra con enorme rapidez… Continuaremos informando, luego de semenjante anuncio, la mayoría de les oyentes que habían hecho caso omiso a la presentación de la adaptación de “La guerra de dos mundos” de H.G.Wells o no habían llegado a escucharla, pensaron que la situación estaba sucediendo en la realidad, por 59 minutos el país estuvo a la expectativa de una invasión marciana llena de pánico y caos.

Pero ¿fue realmente una fake news? El objetivo del relato no fue el de panicar a les oyentes y que los teléfonos de las estaciones de policías del país se llenaran de llamadas pidiendo explicaciones, el impacto fue solo una consecuencia. Si concordamos en que las fake news tienen un objetivo manipulador, la reivindicación de este hecho por ser la primer fake news, es ni más ni menos falso.

De este lado del mundo, en Nuestra América, hemos vivido el uso de esta herramienta tanto en episodios caóticos como en nuestra cotidianeidad. Un recorrido por ellas nos permitirá entender en qué contextos se dan y cómo no solo funcionan dentro de la sobreinformación sino tambien cuando la información falta.

Fake News y la cultura del terror

En la década de los 70’, dentro de un clima de terror y persecución por las dictaduras militares, se presentaron varios precedentes de fake news. Gobiernos democráticos fueron derrocados y atacados por las Fuerzas Armadas. Estas fueron guiadas por su entrenamiento en la Escuela de las Américas, gestionada y creada por Estados Unidos con lógicas imperialistas para mantener su influencia en el Cono sur y marcando como enemigo a eliminar al comunismo, que ya había ganado las tierras de Cuba años antes. Las dictaduras se establecieron mediante la fuerza y se perservaron gracias al terror y a la desinformación generada, la mayoría de las veces, por fake news.

Los grandes grupos de poder periodísticos encubrieron durante ese período (y más tiempo) las atrocidades cometidas por los gobiernos dictatoriales. Medios como El Mercurio en Chile y La Nación en Argentina fueron actores fundamentales para instalar la idea de que lo que sucedía era una guerra que debían dar inevitablemente: de otra forma, el “subversivo” atentaría contra la seguridad nacional.

Un caso a recordar es el de les 119 desaparecides chilenes. El comienzo se dio en 1975 cuando el diario “La Segunda” -propiedad del diario “El Mercurio”- relató que grupos marxistas recibían instrucción en Argentina y que “organizaban guerrillas en contra de Chile”. Allí mismo, se aclara que sus nacionalidades eran chilenas y que eran las personas declaradas como desaparecidas en su país. A esta campaña se le sumó Argentina a través del diario “Lea” y Brasil mediante el diario “O’Día” donde reafirmaban la información de que los cuerpos que se encontraban en sus países eran chilenos y por supuesto, guerrilleros. Crearon de esta forma una red de encubrimiento con los tres países adentro.

Fuente: Wikipedia

Siguiendo el panorama de los medios chilenos y del poderoso diario El Mercurio podemos mencionar el caso de Marta Ugarte, quien fue perseguida, desaparecida y asesinada por la dictadura chilena en 1976. Marta fue parte de los operativos de los vuelos de la muerte, y su cuerpo fue encontrado en la costa, de hecho fue el único. A los días, la situación se encontraba en la portada del Mercurio, pero haciendo pasar el asesinato a sangre fría por oficiales genocidas por un “crimen pasional”, destacando que se trataba de una “hermosa” y “atractiva joven de 23 años” asesinada por su pareja. Tanto El Mercurio como los demás diarios de su autoría, La Segunda y La Tercera desvirtuaron la situación al evadir la verdadera historia y al crear un clima de fake news con un objetivo claro, encubrir las acciones del gobierno creando un montaje periodístico cruel e inhumano.

Años más tarde, con la visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) a Argentina en 1979, los medios seguían ocultando las tan evidentes torturas de la dictadura militar. La Nación fue un actor fundamental en la publicación de una solicitada a la CIDH titulada “Los argentinos queremos decirle al mundo”. Esta, firmada por más de doscientas cámaras empresariales y civiles, le decía a la Comisión que en la Argentina había sucedido una guerra y que la decisión de combatir o no en ella no había sido solo de las Fuerzas Armadas.

De esta forma, podemos ver que mientras estos grupos mediáticos sigan manteniendo el poder de crear sentido a través de sus monopolizaciones, van a atender a sus intereses directos, que les ayudan a mantener su fuerza y legitimidad en la sociedad. Los diarios y los negocios pasan de generación a generación en familias de alto rango social, callando las voces de quienes intentar derrumbar su reino a través de la tergiversación de los hechos y creando ideas erróneas en el pueblo.

Ahora ¿por qué fue efectiva? Los medios que brindaban información eran pocos y no existían otras fuentes que fueran tan accesibles para las personas, o no por lo menos para la gran media de ellas. La mayoría de estos medios tenían al mismo propietario, por lo que la diversidad de análisis y contenidos no transitaba dentro de un gran espectro. Mismos dueños, mismos intereses.

Fake News y ocultamiento

Los años pasaron y en Argentina el modelo neoliberal no paraba de privatizar y monopolizar todo lo que estuviera al alcance del sector privado -y si no lo estaba, se encargaban de cambiarlo-. En un sistema gubernamental, y esta vez, democrático, seguimos encontrando casos donde la manipulación de las masas sigue siendo el principal objetivo de empresas comunicacionales guiadas por la economía.

Comenzaba el siglo y el país se sumergía en un clima de completo caos. El saqueo al pueblo argentino fue tal que generó una tasa muy alta de desempleo y pobreza. A raíz de este conflicto, trabajadores desocupades decidieron reunirse y organizarse en cooperativas para afrontar la crisis que les golpeaba más que a nadie.

El 26 de junio del 2002, en el puente Pueyrredon de los accesos a la Ciudad de Buenos Aires, se manifestaron en forma de piquete miles de trabajadores desocupades junto a sus organizaciones, del otro lado les esperaban las fuerzas de seguridad. La represión fue una cacería que terminó llevandose la vida de dos personas: las de Darío Santillan y Maximiliano Kosteki.

En la estación de tren de Avellaneda, donde fueron asesinados a sangre fría, se encontraban fotógrafos del diario Clarín que se habían acercado a cubrir el piquete, y que terminaron siendo testigos de la masacre en manos de los efectivos policiales. Volvieron a sus oficinas con las fotos que indudablemente eran evidencias del crimen que se acababa de cometer y las presentaron ante sus jefes de redacción para que salga en la próxima edición del día, pero estos le dieron otro destino al material.

Según redactores de otros diarios reconocidos del país, los funcionarios de Duhalde, el presidente en ese entonces, se habían encargado de comunicarse con los medios más grandes del país para dar su historia oficial del asesinato: el de un enfrentamiento.

El titular de la nota de ese día fue “La crisis causó dos nuevas muertes”, desligando totalmente del rol de responsable al gobierno y a las fuerzas de seguridad. Las fotos que le siguieron eran confusas y poco claras, sólo se veían manchas en movimiento.

Si bien tenían las imágenes y las evidencias de que Alfredo Fanchiotti y Alejandro Acosta habían asesinado a los dos manifestantes, decidieron no publicarlas y contar otra historia, se apelo al supuesto desconocimiento de los hechos. Los fotografos de Clarín no habían sido los únicos testigos de la masacre, por lo que días después, la situación fue tan evidente por el material y las acusaciones de estes periodistes, que tuvieron que presentar material que esclarecía la situación.

Fuente: Clarín

¿Se trató de una fake news? Si mantenemos la definición que se planteó anteriormente, la respuesta es si. Con la información recolectada se podría haber contado la verdad de lo que les sucedió a Kosteki y Santillan, sin embargo se optó por no hacerlo, tal como lo pidió Duhalde.

El ocultamiento de la información significó una gran crítica al diario por parte de la sociedad. El evitar mencionar datos cruciales, el mensaje se tergiversó y generó el desligamiento de los policías y del gobierno con el crimen, básicamente se desinformó.

Si bien el internet, gran fuente de información, no había alcanzado a la población del país, las formas de comunicarse eran distintas a las que mencionamos en la dictadura. Estaba permitida la libertad de expresión y los movimientos sociales estaban en pleno fervor, por lo que las denuncias no tardaron en llegar y los reclamos eran imposible de invisibilizar y ocultar.

Fake News y destronamientos políticos

Luego de la crisis del comienzo del siglo, los gobiernos populistas volvieron a estar a la cabeza de una gran cantidad de países latinoamericanos. En Argentina, Nestor Kirchner fue el encargado de restituir los derechos pre-existentes y de dar lugar a la reivindicación de nuevos, entre ellos el de la comunicación, la cual pasó de ser vista como mercancía a ser vista como un derecho. Con la Ley de Medios en 2009, bajo la presidencia de Cristina Fernandez de Kirchner, se les brindó a todes el derecho de recibir, crear y comunicar contenidos, a través de procesos de desconcentracion de medios y de ampliación de la diversidad comunicacional.

Del otro lado, a los grandes monopolios mediáticos no les simpatizó la idea de compartir un poco de su poder con los medios comunitarios que solían destrozar, por lo que para ellos fue un atentado contra la libertad de prensa, particularmente contra la suya. Su forma de responder fue a través de la descalificación del gobierno a través de todas las pantallas, páginas y voces que poseían y poseen, se armó una verdadera campaña política en contra de elles.

Algunas de las denuncias y reclamos fueron sobre la corrupción, la inseguridad, los presuntos proyectos de modificar la Constitución para que se le permitiera ser presidenta por tercera vez y, tal vez el más influyente, el pedido de justicia por la muerte inesperada del fiscal Alberto Nisman a principios del 2015 -año electoral-, persona con la que Cristina Fernandez de Kirchner se encontraba ligada por acusasiones del mismo.

Un caso similar se dio en el 2016 en Bolivia, antes de la fecha estipulada para la votación de un referéndum que permitiría a Evo Morales volver a postularse como presidente del estado Bolivariano. El periodista, Carlos Valverde, lo acusó de tener un hijo ilegítimo con Gabriela Zapata, gerenta comercial de la empresa China CAMC, acudiendo al tráfico de influencias que existiría a favor de la empresa. Mas tarde el hecho fue desmentido y la denuncia se cayó sola.

Conclusión

El uso de fake news fue una de las herramientas que permitió que gobiernos democráticos pierdan su legitimidad y por consecuencia, las elecciones. A comparación de las épocas dictatoriales y del comienzo de los 2000, el internet es una fuente de información rápida y accesible para la mayoría de la población. Las fake news ya no se toman como verosímiles por la falta de información y por la concentración de medios bajo la misma consigna, sino por la sobreinformación. Hay demasiados datos perdidos con diferentes sentidos por detrás como para verificar qué es verdad y qué no. Por esta razón muches recurren a fuentes tradicionales de información, como lo son los diarios de cabecera como Clarín, La Nación y Página 12, o tambien los canales televisivos con más rating como TN, El Trece y Telefe. Al fin y al cabo, los mismos imperios comunicacionales de siempre.

Podemos determinar que las fake news no son una novedad, sino que tienen un recorrido histórico en el que se adaptan a las nuevas estructuras comunicacionales y fuentes de información. Su existencia no es un error propio del internet ni del nuevo milenio, sino, como supimos defender anteriormente, de los monopolios mediáticos.

La nueva batalla es la cultural y se da a través de las ideas y símbolos, cuyos ejércitos lo conforman los grandes creadores de opinión. Las fake news constituyen las nuevas formas de establecer relaciones de poder en las que los súbditos debemos ser capaces de reconocerlas y re-trucarlas, de otra forma estaremos perdides en un clima de desinformación y falsedades.


Fuentes:
TAIANA E. (2013) Cap. 3. La geopolítica internacional de los apoyos económicos. En VERBITSKY, H. y BOHOSLAVSKY, J. P. Cuentas pendientes. Los cómplices económicos de la dictadura. Buenos Aires: Siglo XXI.
VILLAGRAN, F. AGÜERO, I. (2008)”El diario de Agustín” Documental. Ignacio Agüero & Asociados, Chile.
SAINTOUT, F. y BOLIS, J. (2016) “Malditos Medios: periodismo y dictadura”, Oficios Terrestres, Nº34.
RINESI, Eduardo (2013). “De la democracia a la democratización: notas para una agenda de discusión filosófico-política sobre los cambios en la Argentina actual. A tres décadas de 1983”. Revista Debates y Combates, Nº 5, Año 3. Buenos Aires: Fundación Casa del Pueblo
https://es.wikipedia.org/wiki/Anexo:Cronolog%C3%ADa_Caso_Zapata


Agustina Flores
Agustina Flores

Soy hija de los vientos patagónicos. Compañera (in)esperada de la militancia para la liberación. Entusiasta del puño y la letra. Lo personal es político, el periodismo también.

Ahí vienen las tripas a revolverse una vez más

Ahí vienen las tripas a revolverse una vez más

TIEMPO DE LECTURA: 5 min.

Por Nicolás Sampedro*

Mucho se está diciendo en los diferentes medios de comunicación que cubren lo que sucede con la pandemia del Coronavirus (COVID-19). Algunes desde las implicancias locales, otres desde las consecuencias económicas a escala global, o de si es parte o no de una guerra bacteriológica. Lo cierto es que este tiempo de aislamiento y cuarentena dan lugar a reflexionar sobre el sistema, sobre las formas de organización y de cómo vivimos los seres humanos.

La principal reflexión tiene que ver con el rol del Estado. En principio relacionado al rol de la sanidad pública a la hora de frenar o mitigar el contagio del virus que hoy aqueja a gran parte del mundo. Pero no es sólo el sistema público de salud, también se pone en debate el rol de policía o de control, cómo resuelve el Estado la situación económica de quienes se ganan el mango día a día para poder sobrevivir, entre un sinfín de temas que se podrían abrir.

Une podría preguntarse qué tienen en la cabeza les más de 20 mil argentines que se fueron del país luego de que Alberto Fernández comenzara a tomar medidas de aislamiento para evitar la propagación del virus. Muches de elles que ahora reclaman al gobierno argentino que gaste dinero en ir a buscarles porque las aerolíneas privadas suspendieron todos sus vuelos.

¿Qué pasa por la cabeza de quienes durante décadas se la pasaron hablando mal de la salud pública y tirando flores al sector privado y ahora exigen al gobierno que resuelva un problema que requiere de un sistema público fuerte para que el tránsito por esta situación sea lo menos traumático posible? ¿Algune se puso a pensar qué habría pasado con un gobierno de signo neoliberal al frente del Estado?

Si se observa el mapa global, los países más afectados (y que en la tendencia seguirán aumentando sus casos de contagio) son aquellos países que desarticularon y desfinanciaron sus sistemas públicos de salud y que actuaron tarde ante lo que China ya venía alertando.

De aquí se desprende la segunda reflexión, que tiene que ver con los medios de comunicación y los mensajes que se emiten diariamente y se reproducen en redes sociales. Si bien este virus puede ser una mutación natural, lo que muches comunicadores afirman como una verdad, es la reproducción de una mirada particular del problema.

Por ejemplo, no muches han citado las palabras de un importante funcionario de la cancillería China, quien afirmó que este virus es “de laboratorio” y que fue implantado por los EEUU en octubre pasado, momento en que en la ciudad de Wuhan (provincia de Hubei) fue sede de los Juegos Mundiales Militares.

Otro ejemplo concreto del manejo informativo y el rol de les comunicadores, responde al hecho de que cada vez que se menciona a China es para resaltar el supuesto carácter represivo del gobierno para con su pueblo. Pese a que parece haber frenado el contagio local del virus, pese a estar ofreciendo ayuda a otros países, siempre está presente el comentario despectivo de su gobierno.

Algo no muy lejano pasa con Cuba. Si algo demostró esta pandemia es que aquello que decía Fidel era verdad: “nosotros nunca realizaríamos ataques preventivos y sorpresivos contra ningún oscuro rincón del mundo, pero que en cambio nuestro país será capaz de enviar los médicos que se necesiten a los más oscuros rincones del mundo. Médicos y no bombas”.

En estas semanas Cuba no sólo envió médicos y expertos a China, sino que compartió con el país asiático el Interferón Alfa 2B, que parece haber colaborado en la recuperación de las zonas afectadas, algo que ahora realizarán en otros países por pedido de sus gobiernos. Una actitud bastante alejada a la adoptada por el paladín de la libertad occidental, EEUU: Trump ofreció más de mil millones de dólares a una empresa alemana que está investigando una posible vacuna para el Coronavirus: esta debía ser para uso exclusivo del país del norte de América.

Lo antes mencionado se da en un contexto del que muches parecen haberse olvidado. El Coronavirus parece haber acaparado todas las miradas. Temas como la Guerra Comercial, las sanciones unilaterales de EEUU a otros países, la reelección de Luis Almagro como Secretario General de la OEA, los asesinatos en Colombia, la guerra en Siria o Libia, la guerra de precios por los hidrocarburos entre Rusia y Arabia Saudí y la negativa del FMI de otorgar un financiamiento por 5 mil millones de dólares del Fondo de Emergencia del Instrumentos de Financiamiento Rápido (IFR) a Venezuela y a Irán (dos países enemistados con EEUU), quedaron fuera de agenda.

Lo cierto es que el mundo post pandemia no será el mismo. Por más que algune lo quiera, no debería ser el mismo. Debería generar un brote, pero de conciencia respecto de las implicancias de dejar librado al mercado temas tan trascendentes como la salud, como la economía y las formas de distribución de la riqueza, como los derechos a la vivienda y al trabajo digno, entre muchos otros que se podrían mencionar.

El enfriamiento de la economía mundial, las consecuencias sobre los pueblos en costos humanos, o quienes resuelvan antes y de mejor manera la situación, gestarán otro tipo de mundo. Quizás mejor, quizás peor. Ello dependerá de los pueblos y su capacidad creativa y reflexiva para exigir cambios profundos en un mundo que está al límite.

Esta crisis demuestra el agotamiento de una forma de reproducción de la vida que está matando al planeta y que algunes llaman Capitalismo, pero que en realidad debería llamarse Modernidad. El “sálvese quien pueda” impuesto durante décadas debe llegar a su fin si pretendemos que la especie humana y la naturaleza en su conjunto sigan teniendo un futuro de vida.

Quizás uno de los que mejor lo retrató es el cantante venezolano, Sandino Primera (hijo del mítico cantor de esa patria, Ali Primera), que en una de sus canciones sostiene que pa’ andar juntos “tendremos que superar las tristeza y los disgustos que este sistema nos provocará”.

Pa andar juntos (Sandino Primera)

* Periodista, conductor de Marcha de Gigantes (Radio UNLP - AM 1390), productor de Columna Vertebral (Radio Estación Sur - FM 91.7), columnista La Marea (Radio Futura – FM 90.5) y Mirada Crítica (Realpolitik), responsable de la sección Sindical de Revista Trinchera y colaborador de Agencia Timón.
Rodríguez Alzueta: “La figura del vecino se construye sobre la base de procesos de estigmatización exitosa”

Rodríguez Alzueta: “La figura del vecino se construye sobre la base de procesos de estigmatización exitosa”

TIEMPO DE LECTURA: 6 min.

Dialogamos con el abogado y escritor, Esteban Rodríguez Alzueta, quien explicó algunos conceptos vertidos en su último libro “Vecinocracia”.


Hablás se vecinos sin bandería política, con discursos de la antipolítica como verdades y formas de ciudadanía ¿Cuál es el riesgo de estas actitudes civiles en una época electoral? ¿Cómo analizás el clima electoral con estas formas de ciudadanía?

El macrismo encontró en los vecinos alertas un punto de apoyo no solamente para legitimar sus políticas sino también para recrearse.

La Vecinocracia es una figura con historia en Argentina. Es una tradición con historia que nos devuelve al siglo XIX, porque durante muchos tiempos el vecino contribuyente del siglo XIX era -justamente- una categoría que competía con la figura del ciudadano.

Si el ciudadano era la figura de aquella persona que se ocupaba de las cuestiones nacionales, el vecino era aquel que se ocupaba de la gestión de la casa y de lo local. Era alguien que se postulaba por encima de los conflictos nacionales, de los grandes debates y por encontrarse en ese lugar, se proponía como una suerte de reserva moral para gestionar la cuestión local.

Esteban Rodríguez Alzueta (Foto: China Made)

Esa figura del vecino contribuyente luego fue afianzada por el fomentismo de principios del siglo XX. Vecinos fomentistas o las sociedades de fomento también fueron el punto de apoyo de muchas dictaduras cívico-militares. De hecho en la última dictadura militar uno de los puntos de apoyo fueron las fuerzas vivas de la sociedad civil que estaba compuesta en gran medida por estos vecinos. Que eran vecinos que no se reunían para discutir ningún tipo de política, sino para resolver problemas concretos que tenían que ver con la ciudad como el asfalto, la cloaca, el equipamiento para las plazas.

Es una figura que después va a ser relanzada con el vecino alerta, que es el giro seguritista. Son vecinos que se van a juntar, ahora, para resolver los problemas de inseguridad que hay en el barrio.

Me parece que la categoría de “vecino” es una categoría productiva en el sentido de que es antipolítica, que tiene la capacidad de vaciar de política la política. Como dicen siempre los vecinos alertas: “El delincuente no nos pregunta si somos de izquierda o de derecha, si somos macristas o somos kirchneristas, nos roba igual”.

Cuando los vecinos alertas se reúnen en torno al barrio y reclaman más seguridad lo que están diciendo es que no es momento de discutir, sino que es momento de medidas urgentes.

Foto: China Made

En la mecánica de la producción del libro hablás de la Vecinocracia vinculada a los centros urbanos. En el análisis que hacés ¿Encontrás alguna diferencia entre éstos y las ciudades más pequeñas?

Uno podría encontrar algunas continuidades entre los vecinos de la gran ciudad y los de las pequeñas ciudades y pueblos. De hecho gran parte de los debates locales se organizan con la agenda de las grandes ciudades.

En los pueblos o en las ciudades chicas ya no se deja la bici sin atar, la llave puesta en el auto, la puerta de la casa está cerrada las 24 hs. A pesar de que los delitos callejeros no han aumentado, sin embargo se han ido modificando las maneras de estar en esa ciudad y uno de los factores que seguramente está actuando en todo eso es tratamiento suculento y sensacionalista que los grandes medios de comunicación (sobre todo la televisión), ensayan sobre los eventos.

La figura del vecino alerta es una figura que encierra un atractivo para un ciudadano que se piensa más acá que las discusiones nacionales. Es el ciudadano cómodo que tiene a relegar la discusión sobre muchos temas en los representantes y ellos solamente asumen un espacio público cuando les tocan el bolsillo, cuando corre riesgo su integridad física o se sienten amenazados.

La figura del vecino alerta es una figura que uno la puede encontrar en ciudades chicas y grandes. De hecho si uno recorre las ciudades del interior de la provincia de Buenos Aires, se va a encontrar con los mismos cartelitos de “vecinos alerta, se va a encontrar con los mismos carteles de “cuidado con el perro”. Es una figura que recorre todo el espectro social en Argentina. Por lo menos en las ciudades medias.

Es una figura con historia que nos devuelve al siglo XIX y que justamente estaba pensada para tramitar la localía en otros términos, para pensar la gestión en ciudades de otra escala. Antes de ser ciudadanos somos vecinos.

Históricamente no todos éramos vecinos. Sólo lo eran los mejores contribuyentes, que eran los vecinos exitosos, que eran los vecinos que podían certificar su éxito a través de su crecimiento económico. También esos vecinos exitosos eran los “vecinos honestos”. El éxito valida o es una manera de hacer valer el honestismo. El honestismo y el buenismo, son los valores que nos ponen más allá de la política. Pensemos en una política que está devaluada, que está sospechada, que está remando una crisis de representación y de confianza de larga duración.

En ese contexto es cuando la figura del vecino, rescatada por el periodismo empresarial, adquiere centralidad en el juego de la política de hoy en día. Y por eso, por ejemplo, te encontrás en la Ciudad de Buenos Aires (en el gobierno de Larreta y con la gestión del propio Macri) que la figura del vecino aparecía en toda la cartelería con mucha presencia. No se estaba interpelando al ciudadano, se interpelaba al vecino o al ciudadano en tanto vecino. Ese vecino que se lo conecta a través de las redes sociales, se lo invita a participar en reuniones en tanto vecino, en tanto tiene problemas muy concretos que son problemas vaciados de política.

¿Encontrás alguna vinculación directa entre la desinversión en educación y desarrollo social con la quita de esos espacios de socialización, que junto con la manipulación mediática, refuerzan los miedos que precisamente posibilitarán la construcción de ese vecino que se acomoda a la definición de vecinocracia que das?

Me parece que la figura del vecino es una figura que justamente carreteó en un contexto de fragmentación social, de crisis de solidaridad, de desfondamiento de algunas tramas sociales y políticas.

La Vecinocracia viene a llenar un vacío social que se caracteriza por la falta de mediaciones, de espacios de encuentro, de marcos para encontrar a las distintas generaciones.

Con esto que señalás aparecen los buenos vecinos y los malos vecinos y el esteriotipo de este último está asociado a las personas de los barrios más humildes y en las periferias de las ciudades que salen a robar. En este contexto ¿Qué pasa con los pibes en el barrio y con esta intención de bajar la edad de imputabilidad?

No existen los malos vecinos. Están los vecinos y están los delincuentes, están los vecinos y los jóvenes o juntas de pibes en la esquina. El vecino es una figura que ya se presenta como un emprendedor moral que tiene la capacidad de ponerle cartelitos a las personas: “este es delincuente”, “aquel es una persona sospechosa”, “aquellos están boludeando, no hacen nada, están en cualquiera, son barderos”. Es decir, no son vecinos. Los vecinos somos nosotros.

Los vecinos necesitan también de esas dinámicas sociales, necesitan de alguna manera darle un nombre malo a determinados grupos para ellos certificar la bondad que implica formar parte de la bonita vecindad, para formar parte de los buenos vecinos.

La figura del vecino se construye sobre la base de procesos de estigmatización exitosa, sobre la base de demonizar o presentando a determinados actores como problemáticos en el barrio. No hablaría de buenos y malos vecinos, sino de vecinos y de pibes barderos, de vecinos y delincuentes, de vecinos y otros actores problemáticos. La bondad que define al vecinazgo se construye y retroalimenta a través de estos procesos de degradación.

Mujeres Comunicando

Mujeres Comunicando

TIEMPO DE LECTURA: 4 min.

Por Flor Luengo*

https://www.eldinamo.cl/nacional/2019/04/18/comision-aprobo-declarar-el-19-de-diciembre-dia-nacional-contra-el-femicidio/

A JAVIERITA

El dolor ronda
tiene nombre,
género, historia y memoria.
Su rostro es pequeño
sus manitas de niña…
Niña lastimada por la sinrazón…
No hay derecho
No hay razón
No hay remedio
Si callas, otra vez perecerá
Si callas… la complicidad inundará esta historia femenina de nunca acabar.
Si callas, tú también matas, torturas, alientas la agresión.
No cierres la puerta, la ventana ni tu corazón
Rescata tu capacidad de ver
Mira desde otro lugar
Habla, grita, apoya
DENUNCIA PARA QUE NUNCA MÁS…


Victoria Aldunate Morales, escritora y comunicadora de Chile

La Coordinadora 19 de Diciembre en Chile espera instaurar esta fecha como el Día Nacional contra el Femicidio. La coordinadora propone esta fecha en memoria de Javiera Neira Oportus, de 6 años de edad, asesinada por su padre biológico el 19 de diciembre de 2005. Fuente: teleSUR

Las denuncias sociales en Argentina, comenzaron a ser divulgadas al grueso de la sociedad que sabía leer y escribir, a través del primer periódico llamado “La Gaceta de Buenos Aires”, en el año 1810. Este medio de comunicación se concretó en un momento histórico de lucha por la independencia, de búsqueda de la soberanía y una necesidad de mostrarle al pueblo qué era lo que estaba sucediendo en la política y en sus representantes.

Como desde ese tiempo a esta parte, desde impensados soportes de comunicación, el acto de expresar ideas, oraciones y palabras es una acción meramente política. La lucha y resistencia por las palabras, por el poder que éstas emanan al momento de implantar determinados sentidos en la sociedad, ha sido también una historia de persecución y batalla cultural.

Desde el trabajo periodístico es que han llegado gobiernos que nunca podríamos haber pensado que estarían ocupando ese lugar de poder. Sí, Cambiemos, por ejemplo. La ardua labor sistematizada que ejecutaron algunxs periodistas, respondiendo a las necesidades ostentosas de las empresas de comunicación, es una clara muestra del peso político de hacer periodismo y trabajar con la comunicación.

Foto: CNVe24

Por decisión, se eligen las palabras a utilizar, las emociones a generar, las ideas que instalar. Por decisión también, es que las personas se organizan para concretizar la lucha y la resistencia. Por esto mismo, el colectivo Ni Una Menos en Argentina, estuvo impulsado en el año 2015 por gran parte de periodistas comprometidxs, levantando la bandera para denunciar e impulsar que no haya ni una mujer y ni una disidencia menos. Basta de violencia, basta de matar, basta de femicidios y travesticidios.

Del mismo modo, se formó la comunidad de mujeres de Abya Yala. Las Mujeres de 604 países de Nuestra América, están unidas y organizadas para construir un feminismo comunitario. Para transformar las relaciones basadas en el racismo, en la colonización y ocupación de territorios -cuerpos y tierras-. Reconocidas periodistas y comunicadoras argentinas forman parte de esta comunidad regional, que denuncia, grita y exclama al mundo por la soberanía y la creación con urgencia de nuevos lazos sociales.

Cada vez son más las periodistas mujeres en los medios. Sin embargo, diferentes estudios dan cuenta de lo difícil que es romper el “techo de cristal” cuando se trata de ocupar lugares de decisión. En el Informe del Estudio a Mujeres Periodistas en Argentina (2018), se percibe que el 61 % de las mujeres periodistas tienen más de un empleo para poder sostenerse, solo el 12% ocupa un cargo de decisión (dirección, gerencia o jefatura) dentro de las organizaciones periodísticas. Existe además, una brecha en la cadena de mando, siendo que  el 71% tiene un jefe varón.

Informe de FOPEA “La situación de las mujeres periodistas en la Argentina “

Como en otras instituciones conformadas desde el pensamiento Moderno, la comunicación como institución pero además, como industria cultural, requiere estar manejada por grandes grupos económicos, que crean monopolios pensados estratégicamente para instalar un único sentido común. Es decir, una única verdad, con roles asignados de antemano en la sociedad y con un orden social acorde a los ritmos occidentales del sistema capitalista.

Formando parte de la guerrilla, de las disputas en el barrio, levantando notas en una marcha, produciendo y reproduciendo información sobre la situación de las cooperativas y la economía popular, organizando una radio abierta en la plaza, escribiendo un periódico para la comunidad LGTTTIBQ, abrazamos a cada persona que se compromete para que la información, el conocimiento y el saber circule, se produzca y reproduzca de manera colectiva, participativa e inclusiva.

Como bien dice el poema del inicio, desde acá lo que les proponemos es rescatar analíticamente la capacidad de ver, para mirar desde otro lugar a las distintas realidades y encontrar otros caminos posibles para la transformación. Hablá, gritá, apoyá. Denuncia para que Nunca Más.


FUENTES:
https://www.fopea.org/la-situacion-de-las-mujeres-periodistas-en-las-redacciones-argentinas/
https://www.elhistoriador.com.ar/mariano-moreno/
https://www.fopea.org/wp-content/uploads/2018/12/Estudio_MujeresPeriodistasEnLaArgentina_FOPEA_Informe.pdf


* Periodista, conductora del programa La Marea (Radio Futura FM 90.5), redactora de Revista Trinchera, editora del portal Luchelatinoamérica y colaboradora de Agencia Timón.
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