Como pájaros, cazadas en su vuelo

Como pájaros, cazadas en su vuelo

TIEMPO DE LECTURA: 12 min.

“Los políticos sólo se sientan a mirar mientras las mujeres son cazadas como pájaros”, denuncia la asociación y plataforma feminista turca Kadin Cinayetlerini Durduracagiz (“Paremos los femicidios”) en un informe sobre la situación de las violencias de género en su país.

Esto sucede en Turquía, hoy, hace semanas, y hace años. Lo que realmente tiene lugar en las casas, en las calles, en los medios y en las instituciones estatales, y que quedó opacado detrás de una imagen en blanco y negro publicada en Instagram.

Probablemente en las últimas semanas hayas encontrado circulando en tus redes sociales fotos de mujeres (generalmente selfies, sonriendo o posando) en blanco y negro acompañadas de frases promoviendo el amor propio, expresiones de sororidad e invitando a quien recibía el mensaje a publicar una imagen en el mismo sentido, junto al hashtag #DesafíoAceptado. “Te elegí por ser increíble, inteligente, admirable, valiente, capaz, ingeniosa, simpática y buena amiga”, concluía la iniciativa.

Alrededor de 5 millones de mujeres en todo el mundo aceptaron el desafío y se unieron a esta difusión masiva que parecía tener como único fin el “empoderamiento femenino”.

Se dio a conocer días después, y gracias a la información que viralizó a nivel global un grupo de activistas feministas turcas, que detrás de esas fotografías había miles de historias de dolor y sufrimiento que se remontaban a Turquía, y que allí ese “desafío” tenía un sentido simbólico, político y cultural muchísimo más denso del que pudo llegar a este lado del océano.

Fuente POUSTA

En su origen estaba el objetivo de dar visibilidad y crear conciencia social sobre las crecientes tasas de feminicidios en el país humanizando las cifras: dar a conocer los rostros de las víctimas asesinadas en manos de hombres o violentadas por ellos. Decir “mirá, esta podrías haber sido vos, o tu hermana, o tu amiga, o tu hija”. La mujer o niña de la foto en blanco y negro, esa que ahora ves en las redes sociales, en la televisión, en el diario, en las revistas; esa es una de las 164 que fueron asesinadas en lo que va del 2020 en Turquía, una de las 36 que murieron sólo en julio de este año o de las 11 que aparecieron “sospechosamente muertas” en ese mismo mes.  

Un desafío que sobrepasa las redes

En las últimas semanas, y con mayor intensidad desde agosto, las calles y plazas de distintas ciudades de Turquía, con principal foco en Estambul, se colmaron de miles de mujeres exhibiendo sus carteles y símbolos de color violeta. Presentes en nombre de agrupaciones feministas o como autoconvocadas, las mujeres turcas dejaron de lado sus diferencias políticas, étnicas o religiosas para defender una misma causa y enviar al gobierno un mensaje de unidad: el Convenio de Estambul no se toca. O como rezaban algunas pancartas: “El Convenio da vida”

Este mensaje de protesta se desprende como respuesta política hacia el gobierno del presidente Recep Tayyip Erdogan que, con la presión y el respaldo de los sectores ultraconservadores, puso en debate la retirada de Turquía del Convenio de Estambul.

¿Qué importancia tiene esto? Este documento internacional, llamado específicamente “Convenio del Consejo de Europa para la prevención y la lucha contra la violencia contra la mujer y la violencia doméstica” brinda a las mujeres y niñas un marco jurídico de protección legal detallada, con el objetivo de frenar y prevenir todas las formas de violencia de género y fortalecer la igualdad, acompañar y dar apoyo a las víctimas. Insta a los gobiernos que lo firman y ratifican, como lo hizo Turquía en 2011 y 2014 respectivamente (siendo así el primer país), a que concreten medidas y políticas integrales para combatir la violencia contra las mujeres y la desigualdad, y que enjuicien y castiguen efectivamente a los femicidas y perpetradores. Exige la tipificación como delito de las diferentes formas de violencia contra la mujer, como la violencia doméstica, el acoso sexual y la violencia psicológica, y la imposición de sanciones legales. También propone la formulación de datos y análisis para conocer estadísticas oficiales y exactas, y actuar a partir de ellas.     

Toda una normativa compleja e integral que reconoce a las mujeres y niñas como parte de un entramado de desigualdades estructurales y violencias, y que sería increíblemente útil… si se implementara eficazmente.

El conflicto resurge ahora por el Convenio de Estambul, pero las mujeres también se están movilizando por el pleno y correcto funcionamiento de la Ley 6284, la cual reconoció en el ámbito nacional muchos derechos de las mujeres, apuntando a la protección y prevención de la violencia, “desde el empoderamiento financiero hasta el cambio de su información de identidad” asegura la Plataforma “Paremos los Femicidios”. Y que fue posible gracias a la adhesión al Convenio de Estambul, y que se construyó como resultado de la lucha y con la cooperación de las organizaciones de mujeres.

Según un informe de esta misma asociación, fue evidente la reducción de los femicidios en el año de la sanción de estas normativas, ya que la postura decidida en contra de la violencia contra las mujeres repercutió directamente en las estadísticas. Aunque esto comenzó a cambiar, para mal, con el relajamiento de los castigos y la naturalización de las violencias y femicidios por parte de los mismos encargados de combatirla.

Fuente: Plataforma Kadın Cinayetlerini Durduracağız

Números de guerra

Desde hace años el movimiento feminista viene reclamando que el Estado no dedica los recursos necesarios para aplicar estas normativas, no apoya a las víctimas con espacios de acogida, no facilita las denuncias en comisarías, ni busca desterrar el machismo desde la educación y la cultura. Los femicidios, la violencia doméstica, los abusos sexuales, el acoso, la discriminación, la impunidad, son moneda corriente en el país. Y lo dejan en claro los números: más de 3.000 mujeres y niñas fueron asesinadas desde 2010, según la plataforma “Paremos los Femicidios”, y 474 víctimas durante el 2019, lo cual significó la tasa más alta en una década.

“El número dramático de femicidios registrados en Turquía en 2019 es un número de tiempos de guerra“, aseguró a ANF News la activista Esra Can, y agregó que el número de casos no reportados probablemente sea aún mayor.

Además, un informe de un grupo de expertos en género del Consejo de Europa realizado en 2016, registró que 55.757 mujeres solicitaron protección estatal después de enfrentar violencia doméstica, pero sólo 9.429 recibieron refugio.

Lo que es aún peor, fueron las organizaciones feministas las que debieron ponerse al hombro la tarea de identificar y recopilar los datos reales de casos de feminicidios y violencias de género, a partir de informes de noticias y de testimonios de familiares de las víctimas, luego de que el mismo gobierno admitiera que no mantenía registros oficiales, sumado a que muchas veces las cifras existentes difieren entre los diversos Departamentos del Estado. En 2015, la periodista turca Ceyda Ulukaya realizó un proyecto de recopilación de datos muy detallado. Las estadísticas gubernamentales no son confiables y se torna indispensable conocer la dimensión del monstruo al que se enfrentan cada día las mujeres en Turquía.

Avanzar, retroceder, avanzar

En este contexto, al gobierno actual le parece una gran idea dar marcha atrás con el tratado y dejar a las mujeres y niñas totalmente desamparadas y desprotegidas, a la merced de los violentos y criminales.

¿Con qué argumentos? Porque promueve la homosexualidad, impacta negativamente en la “estructura familiar”, va en contra de los “valores nacionales”; “rechaza la oportunidad de llevar paz a una familia que está a punto de ser destruida por la violencia doméstica”, expresa un comunicado de Türkiye Düsünce Platformu, la primera asociación en proponer la salida del Convenio.

El presidente turco dice estar dispuesto a derogarlo “si el pueblo quiere”. Qué argumento tan original, ¿no? El tema es que el pueblo no quiere. Según una encuesta realizada por Metropol Research, el 63,6% de la sociedad no considera correcto retirarse de la Convención, y sólo un 26% está de acuerdo. Aunque, debe aclararse, el valor de este tipo de encuestas puede resultar dudoso ya que otro sondeo muestra que más del 50 % de la población no sabe de qué trata el Convenio de Estambul y lo confunde con un tratado marítimo. La desinformación e ignorancia como herramienta de vulnerar derechos, siempre.

Fuente: Kurdistán América Latina

Pero no se la dejarán tan fácil. La ola de manifestaciones se volvió una vorágine ruidosa y avasallante imposible de omitir, y que está acorralando a los sectores de poder, que dejaron en vilo la cuestión o incluso se arrepintieron de haber abierto el debate, como la asociación recién citada que dijo arrepentirse por haberse metido en un “área minada”. Arrugaron.

Asimismo, salieron a la luz fracciones al interior de los grupos políticos. En el propio AKP (Partido de la Justicia y el Desarrollo, presidido por Erdogan) hay diferencias de opiniones que incluso dividen la propia familia del presidente. Su segundo hijo forma parte de una asociación juvenil islamista (TÜGVA) que propone derogar el Convenio por “ineficaz” e “impopular”. Mientras que su hija menor, a través de un comunicado de la agrupación KADEM (de la cual es vicepresidenta) deja en claro su defensa al Convenio y lo declara útil e importante. 

La lucha continua y la batalla no está saldada. Se acercan tiempos complejos. La lucha feminista turca no parece poder avanzar, ya que tras años de pedir por la implementación completa y efectiva del Convenio, ahora deben manifestarse por, al menos, mantenerlo.

El mero debate en torno a la legitimidad de este Convenio y la responsabilidad del Estado en las cuestiones de género está teniendo enormes repercusiones negativas, dando rienda suelta a la impunidad. Los asesinos se envalentonan con el discurso nacional en el que los líderes discuten, como quien no quiere la cosa, la eliminación de las protecciones para las mujeres. “Cuando hablamos de estos derechos, los hombres se animan a matar mujeres. Vemos que cuando están atacando los derechos de las mujeres, hay un número creciente de feminicidios”, señaló Melek Onder, la portavoz de “Paremos los Femicidios”.

Por Pinar, por todas

No sólo la oposición a la retirada del Convenio de Estambul y el reclamo por la plena implementación de la Ley 6284 llevó a las mujeres a rebelarse y hacer suyos los espacios públicos, sino también el aumento vertiginoso de los femicidios y los casos de violencia doméstica. Y en particular, el brutal asesinato de Pinar Gultekin, el cual impulsó el comienzo de la campaña digital de las imágenes en blanco y negro.

Pinar era una estudiante de 27 años que desapareció en la provincia de Mugla, Turquía, el 16 de julio de 2020. Los equipos de gendarmería comenzaron a buscarla tras la denuncia de su hermana y su madre, y la encontraron muerta 6 días después en un bosque. Cuando su cuerpo fue exhumado, había sido golpeada, estrangulada y enterrada en un barril con cemento.

El femicida fue su ex novio Cemal Metin Avcı (32 años), quien fue reconocido gracias a cámaras de seguridad y que negó el crimen en primera instancia, pero que luego confesó. Según su declaración, Pinar había descubierto que él tenía esposa y quería contarle del engaño, y en un ataque de ira la mató e intentó ocultar el cuerpo. La policía dice que el asesino actuó así por celos. Como si de algún modo los argumentos justificaran el crimen. Muchas activistas temen que sea liberado pronto o que reciba una sentencia leve, como suele suceder.

La ferocidad de este asesinato y el hartazgo de las mujeres frente a la perdida constante de sus amigas, compañeras, vecinas, hermanas, hijas, madres, en manos de novios, maridos, ex parejas, padres, hijos, desconocidos, con absoluta impunidad, fueron la gota que rebalsó el vaso. Y a las mujeres nadie las para, lo sabemos. “Las mujeres no se detendrán hasta que consigan su libertad, su igualdad, sus vidas”, expresaban las manifestantes en una declaración. Entienden quién es el responsable principal del aumento de las cifras: el Estado. “El femicidio es un asesinato político”, señalaban algunas las pancartas.

Pinar Gultekin es una, y es muchas. En ella se refleja el rostro de todas y cada una de estas mujeres y niñas asesinadas. En su nombre, el nombre de miles. En su memoria, el recuerdo de cada una de las que terminamos olvidando por la magnitud y la frecuencia de los femicidios. En la necesidad de justicia por su muerte, la intolerancia a la impunidad que perpetra el sistema y que legitima el presidente Erdogan con sus dichos misóginos. 

Más libres, más muertas

El aumento de casos en Turquía se da también en el marco de la avanzada del movimiento feminista, que centra su lucha en la emancipación y libertad de las mujeres. La mayoría de los pretextos de los femicidas y violentos se relacionan con separaciones propuestas por las mujeres, divorcios, o la negativa de ellas a reconciliarse. Situación que se ve agravada por el confinamiento impuesto a partir de la pandemia del coronavirus, que obliga a las mujeres a permanecer en sus casas con los mismos que las violentan.

Además, hay un aumento serio en el número de “muertes sospechosas” de mujeres, según la Plataforma KCDP, presentadas como suicidio o muerte natural pero que es necesario revelar si las mujeres fueron asesinadas, si se suicidaron o si fueron empujadas al suicidio.

Y volviendo a la responsabilidad del gobierno de turno, fue el partido de Erdogan (AKP) el que a principio de este año, luego de ser rechazado en 2016 debido al repudio social, presentó en el Parlamento un proyecto de Ley (ya existente en otros países) que le permitiría a los hombres acusados de tener relaciones sexuales con menores de 18 años evitar una pena de cárcel si se casaban con sus víctimas, legitimando los abusos sexuales infantiles y asegurando amnistía a los violadores. Las mujeres lo denominaron “Casate con tu violador” y los repudiaron durante días en las calles.

Buena apariencia, impunidad asegurada

El problema de la impunidad atraviesa a Turquía como a tantos países del mundo, pero allí es de tal magnitud la cuestión que le proporcionaron un término: “tie reduction” (reducción de corbata). Esto proviene del ¿fenómeno? judicial por el cual los hombres que se presentan a la corte con buena apariencia, corbatas y trajes, reciben sentencias mínimas, o se le reducen sus penas de prisión, o quedan absueltos.

Con la misma arbitrariedad, se otorgan libertades condicionales a hombres acusados ​​de violencia doméstica y las autoridades no informan siquiera a las víctimas.

Ellos debaten, ellas mueren

Mientras los partidos políticos y los sectores ultraconservadores de Turquía debaten sus intenciones de avanzar o no sobre los derechos y libertades de las mujeres y niñas -hacerlo ahora o más tarde, con o sin apoyo popular-, ellas son asesinadas cada 20 horas. Cientos de mujeres, como Pinar, son arrancadas de sus familias, de sus grupos de amigxs, de sus ambientes de trabajo o estudio. Miles de hombres caminan libremente por las calles del país con la sangre de sus víctimas en las manos y con la complicidad de un sistema patriarcal y negligente. Las mujeres turcas seguirán dando batalla en las calles, en las plazas, en sus casas, en las instituciones, en todos los espacios que habitan, haciendo oír sus gritos de dolor y bronca contra una sociedad que las violenta y asesina.


Fuentes:
http://kadincinayetlerinidurduracagiz.net/veriler/2925/kadin-cinayetlerini-durduracagiz-platformu-temmuz-2020-raporu
https://www.lavanguardia.com/politica/20200805/482686608841/un-tratado-contra-la-violencia-machista-divide-turquia.html
https://www.telam.com.ar/notas/202007/496818-desafio-fotos-blanco-y-negro-redes-feminismo-turquia.html
https://www.elespanol.com/mundo/20171127/265224547_0.html
https://www.laizquierdadiario.com/Ley-de-impunidad-en-Turquia-Casate-con-tu-violador

Delfina Venece
Delfina Venece

Nací en el interior de Buenos Aires: los porteños nos confunden con Parque Chacabuco. De crianza gorila, devenida en pseudo-troska por contraste, hoy peronista por convicción. Mi canción favorita a los 10 años era Los Salieris de Charly, de León Gieco.

Fábrica de cuerpos

Fábrica de cuerpos

TIEMPO DE LECTURA: 8 min.

Los términos que se manejan dentro de la sexualidad y el género pueden parecernos confusos por su complejidad y carácter abstracto. Esto puede generar la indiferencia de quien se siente ajenx a su contenido. Estas expresiones despiertan la incomodidad de quien ve como una exageración la cantidad de palabras que se han venido creando, resignificando y desempolvando para satisfacer las necesidades de visibilización de una comunidad, o la representación de quien no se siente a gusto con lo que ya existe.

Pero bueno, qué más podíamos esperar de palabras que se hicieron para nombrar los procesos intangibles que nos construyen como personas, procesos que tienen lugar en nuestra mente y al interior de nuestro cuerpo. Además, ¿no son esas las cosas más difíciles de comprender y asimilar: las que no podemos ver, las que se escapan de la percepción física de nuestros sentidos y pierden forma dentro de nuestros esquemas lingüísticos?

Sin embargo, al igual que el resto de conceptos no-físicos que debemos aprender dentro de las múltiples disciplinas que nos atañen a diario, para comprender fenómenos que se escapan del plano material, debemos empezar a familiarizarnos con las expresiones que describen la dimensión social, sexual, afectiva, biológica e identitaria de los seres humanos.

A diferencia de lo que muchxs creen, la cuestión del género no es algo que involucra sólo a personas homosexuales, mujeres y a la comunidad trans. Todxs tenemos una identidad, una orientación sexual y un cuerpo, que de la misma manera que una huella, es propio e irrepetible. Conocer más sobre estos aspectos es conocer más sobre quiénes somos: nos ayuda a comprender las diferencias que pueden tener lxs que nos rodean, y ver cómo estas brechas se encogen. No hay que pertenecer a la comunidad LGBTI+ para ser conscientes de que el azar biológico es el que determina nuestra forma, y que de la significación social de esa forma depende el cumplimiento de los derechos que la población con características predominantes tiene.

Inter… ¿qué?

Entre la lista de términos incomprendidos y tergiversados se encuentra el de intersexulidad. Aunque lo hemos visto siempre dentro de las siglas LGBTI, muy poco se habla o se conoce sobre las personas intersexuales.

Los cuerpos de los hombres y las mujeres tienen diferencias mucho más microscópicas que las que evidenciamos a simple vista. Lo más común es que las personas nazcan con una serie de características que coinciden con el modelo biológico de hembra o macho, pero todxs sabemos que la naturaleza es poco normativa.

Un cuerpo intersexual es una variación corporal atípica en la que los cromosomas, niveles hormonales, órganos reproductivos y/o genitales no encajan en los patrones sexuales que constituyen el sistema binario hombre/mujer. Realmente todxs empezamos nuestro desarrollo embrional en una forma intersexual, con la misma estructura genital, de la cual se espera una diferenciación sexual que no siempre llega.

No hay una sola anatomía intersexual

Existen alrededor de 40 tipos de intersexualidad distintos. Las personas intersex pueden nacer con genitales que parecen estar en un estado intermedio entre los típicos genitales masculinos y femeninos, pero también pueden nacer con órganos sexuales externos que no coincidan con los internos. Como es el caso de un hombre de 44 años, que cuando va al médico por dolor de estómago y sangre en la orina, descubre que sus órganos internos constaban de útero y ovarios y esa sangre era su menstruación (1). O como el de la atleta sudafricana Caster Semenya, quien fue víctima de cuestionamientos sobre su sexo, al obtener la mejor marca de los 800 metros femeninos en el Campeonato Mundial de Atletismo en Berlín del 2009. Por ello fue sometida a un examen de verificación de sexo que reveló que Semenya tenía niveles de testosterona tres veces más altos que los de sus adversarias, no tenía ovarios ni utero y tenía testículos internos (2).

La cosa es un poco más compleja cuando estas variaciones sólo se evidencian en el plano genético, hormonal o cromosómico.

Al igual que la mayoría de los mamíferos, la determinación de nuestro sexo se da a través del sistema XY.  En el momento de la concepción, un espermatozoide con carga Y o X se encuentra con el cromosoma X del óvulo, lo más común es que si la combinación resultante es XY o XX, será hombre o mujer respectivamente. Sin embargo, puede que una persona presente pares de cromosomas sexuales masculinos (XY) pero que a la vez carezca de receptores de información hormonal (resistencia a los andróginos), haciendo imposible el desarrollo que se espera de un cuerpo de varón. En otras palabras, una persona de apariencia XX, pero genéticamente masculina.

Este sería el caso de María José Martínez, una vallista española que participó en los juegos universitarios en Japón en 1985. Aunque tenía senos, ovarios, vagina y hubiera vivido toda su vida como una mujer, María fue expulsada de la competencia por no pasar la verificación de género, debido a que los resultados mostraron que sus cromosomas eran los correspondientes al sexo masculino

Además de sugerirle que fingiera una lesión para no hacer público el “bochornoso incidente”, el equipo olímpico le retiró todos sus títulos y le quitó su beca de deportes. María José tuvo que luchar por demostrar que era una mujer. Tres años después,  con la ayuda de diferentes especialistas y presentar varios exámenes que comprobaran su “femineidad”, finalmente pudo demostrar que su cuerpo no asimilaba la testosterona que producía.

Las personas intersex tienen diferentes orientaciones sexuales e identidades de género, y ninguna de estas cualidades depende de la otra. Recordemos que la identidad de género es el concepto que una persona tiene sobre sí mismx como ser sexual (se relaciona con cómo vivimos y sentimos nuestro cuerpo desde la experiencia personal y cómo lo llevamos al ámbito público (3)) y la orientación sexual es la atracción afectiva, romántica, sexual o psicológica de un/a individux hacia otrx.

Adicción a la corrección

Se preguntarán entonces por qué un término que parece ser sacado de un diccionario médico, tiene su inicial dentro de las siglas que representan a un colectivo de diversidad sexual. Pues bien, aunque se aleje de la definición de las categorías ya nombradas por no tener relación con la estructura cerebral, algo que tiene en común con ellas es que al no ajustarse al modelo “perfecto” y normativo, pasa a ser una anomalía.

Aunque en la mayoría de los casos las variaciones en las características sexuales de estas personas no representen un peligro para su salud, con el propósito de no perder la costumbre de temerle y castigar a lo diferente, se ha cargado esta palabra con el adjetivo de enfermedad o de “condición médica tratable” para justificar cirugías, medicamentos y tratamientos innecesarios para bebés y niñxs intersexuales. Así como se trata hoy en día con medicamentos, terapias, cárcel y hasta exorcismos a personas no heterosexuales y/o cisgénero. Con la diferencia de que en este caso se aplica a niñxs que no tienen siquiera conciencia de las modificaciones permanentes que se hacen en su cuerpo.

Tanto la comunidad médica como la sociedad, tratan a la intersexualidad como algo monstruoso, un error de la naturaleza. Este acuerdo entre medicxs y familiares aprueba diferentes métodos para la “corrección” de estos cuerpos, dentro de los que están la clitoroplastía (mutilación genital), o la vaginoplastia, donde se utilizan tejidos de otros órganos como el colon o el intestino para construir una vagina.

Esta tortura de bebés no termina en una cirugía al momento de nacer (que puede acarrear consecuencias como la pérdida de sensibilidad e infecciones), también viene acompañada de la necesidad de la dilatación vaginal rutinaria hasta la madurez sexual (4), en la que se usan prótesis cilíndricas para moldear la vagina de lxs niñxs.

¿Cómo deciden si seré hombre o mujer?

A lxs niñxs que tienen varianza genital visible, se les asigna un sexo dicotómico de manera arbitraria, según el criterio del médico a cargo. Marina Elichiry comparte con Página 12 su testimonio acerca de la lógica médica que se utiliza al tratar estos casos (5). “Es más fácil hacer una mujer”, dice el docente de la materia de Medicina Legal de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA), “porque la técnica para hacer una vulva y una vagina es mucho más simple que hacer o alargar un pene”.

¿Que pensarían de esto las personas que no soportan la existencia de una persona que viva con genitales diferentes a los del común? Quienes están a favor de estas prácticas deben entonces afirmar que la concepción del sexo es psicológica. ¿Realmente preferirían que el ojo subjetivo y desinteresado de un/a médicx (que se inclinaría por la facilidad de una práctica quirúrgica antes de considerar el componente mental que pueda complementar dicho cuerpo) escogiera el sexo con el que vivirán?

Detrás de esa facilidad en el procedimiento, se esconde también la frágil masculinidad que empuja a un médico a inclinarse por la feminización genital. Conciben como un acto cruel y vergonzoso  designar como hombre a quien nace con un pene “inadecuado”. En cambio, las mujeres son percibidas como un género-flexible; es más aceptado que ellas tengan características masculinas. Bajo estos parámetros es que  la mayoría de personas categorizadas como intersexuales por lxs médicxs, son asignadxs como mujeres al nacer, removiendo su falo quirúrgicamente.

Esta excusa de modificar el cuerpo de un/a recién nacidx con el fin de moldearlo con el ideario social suena un tanto familiar y perversa si hacemos un repaso por historia de la humanidad. Dicen que se busca evitar el sufrimiento social que conlleva vivir con un sexo ambiguo, ¿Habrá entonces que investigar arduamente como cambiar el color de piel de quien nace en una sociedad racista?¿O hay que volver hombres a todxs lxs bebés si son concebidos dentro de un sistema machista y patriarcal?

La comunidad intersex lucha día a día por la abolición de este tipo de prácticas. ¿Quien más podría afirmar cómo proteger la salud, la integridad y la calidad de vida de estas personas si no son ellxs? Salen a la calle demandando la prohibición de todas las medidas traumáticas a las que tuvieron que someterse sin que nadie les preguntara. Denuncian haber sido engañadxs durante años, porque no son pocos los testimonios en los que los padres y madres les ocultan esta condición hasta que sale a la luz en un consultorio médico.

¿Cuál es la prisa por meternos en esas carcasas rigidas y oxidadas cuando claramente la naturaleza las desborda? En vez de deformar nuestros cuerpos intentando rellenar ese molde, podríamos moldear y capacitar el pensamiento colectivo para enriquecer nuestro entorno, haciéndolo más diverso y ameno. Abrazar la diversidad es un método más pacífico y racional para resolver el sufrimiento y disminuir la violencia ejercida por quienes atacan a lo desconocido.


Referencias:
(1) https://www.medicaldaily.com/44-year-old-man-blood-urine-discovers-hes-female-period-pain-what-intersex-295296
(2) https://gk.city/2018/07/16/sexo-cromosomas-xx-xy-genetica-genero/
(3) https://www.gob.mx/segob/articulos/que-es-la-identidad-de-genero
(4) https://www.medigraphic.com/pdfs/evidencia/eo-2014/eo142f.pdf
(5) https://www.pagina12.com.ar/229141-mutilacion-y-tortura-de-ninxs-y-bebes-en-la-argentina

Kevin Alejandro Vivas Ayala
Kevin Alejandro Vivas Ayala

Ecléctico. Le causan repulsión las cajas, los límites, lo estático, lo predecible y determinado. Por eso nunca puede describirse, porque le repugnan las palabras que le obligan a cumplir con un papel que aunque hoy le defina, mañana tal vez no quiera interpretar.

Con amor no se llega a fin de mes

Con amor no se llega a fin de mes

TIEMPO DE LECTURA: 5 min.

Por Sol Castillo*

¿Cuántas veces hemos escuchado -incluso afirmado- que las madres no trabajan, sino que se quedan en el hogar y por eso son “amas de casa”? Esta frase es una de las tantas que grafican la naturalización que la sociedad patriarcal ha construido en torno a todas aquellas tareas que recaen asimétricamente sobre las mujeres. Fruto de la división sexual del trabajo, desde pequeñes se nos ha educado para realizar determinadas tareas según el género asignado en el binarismo varón-mujer.

Cuando se hace referencia al sostenimiento de una doble jornada laboral, se piensa en aquellas mujeres que además de trabajar por fuera de casa, sostienen hogares y llevan adelante las tareas de cuidado. No es amor: es trabajo no pago y limita concretamente las posibilidades de un acceso justo a la educación y al trabajo, acrecentando de esta manera la brecha salarial.

Una mujer que es madre o está a cargo del cuidado de algún familiar o adulte mayor, que estudia o trabaja, seguramente delegue parte de esas labores a otra mujer (niñera, cuidadora, empleada doméstica). Puede suceder también que tenga que recurrir a empleos de pocas horas, flexibles -por ende sumamente precarizados-, para poder volver a su hogar a seguir trabajando.

Por todo eso y más, la necesidad de visibilizar el trabajo doméstico y las tareas de cuidado no remuneradas es una tarea fundamental para entender por qué existen grandes brechas entre los géneros. La temática ya tiene largas décadas de estudio entre debates y teorizaciones.

En 1951, Evita publica su escrito titulado La Razón de mi Vida. En uno de los capítulos titulados “El hogar y la fábrica”, relata lo siguiente:

“En las puertas del hogar termina la nación entera y comienzan otras leyes y otros derechos… la ley y el derecho del hombre… que muchas veces sólo es un amo y a veces también… dictador. Y allí nadie puede intervenir. La madre de familia está al margen de todas las previsiones. Es el único trabajador del mundo que no conoce salario, ni garantía de respeto, ni límites de jornadas, ni domingo, ni vacaciones, ni descanso alguno, ni indemnización por despido, ni huelgas de ninguna clase… Todo eso — así lo hemos aprendido desde “chicas” — pertenece a la esfera del amor… ¡y lo malo es que el amor muchas veces desaparece pronto en el hogar… y entonces, todo pasa a ser “trabajo forzado”… obligaciones sin ningún derecho…! ¡Servicio gratuitos a cambio de dolor y sacrificios!”

Si bien desde algunas voces se intenta señalar la enemistad que había entre Evita y las feministas de los 50′ y 60‘, o se busca leer desde cierto anacronismo a ciertas figuras de nuestra historia, no se puede ignorar que ya en aquel tiempo existía una noción acerca de las desigualdades que se les presentaban a las mujeres que sostenían los hogares.

Ahora bien, reflexionando acerca de una posible genealogía de nuestros feminismos, resulta interesante rescatar un trabajo pionero para Argentina y Nuestra América, incluso muy poco mencionado a la hora de repasar la problemática del trabajo doméstico no remunerado. En 1969, la feminista argentina-cubana Isabel Larguía junto a su pareja, el antropólogo John Dumoulin, presentan Por un feminismo científico. Este ensayo nace durante el proceso de institucionalización de la Revolución Cubana y deja ver las tensiones que se daban entre el feminismo y el marxismo de aquel tiempo. Analizaron la plusvalía en el trabajo reproductivo y acuñaron el término trabajo invisible para referirse a este: “Si la mujer comprendiera hasta qué punto está deformada, hasta qué punto es explotada, se negaría a seguir proporcionando trabajo invisible, trabajo no remunerado. Los cimientos de la sociedad de clases se hundirán antes de tiempo”[1].

Pocos años después, las producciones teóricas de francesas e italianas en torno al trabajo doméstico alcanzaron mayor circulación y relevancia. Gran parte de los movimientos feministas se formaron al calor de estos escritos, sin haber llegado a conocer antes los escritos precursores de Isabel Larguía.

Los números de la desigualdad

Según un informe de Economía Femini(s)ta elaborado en el tercer trimestre de 2019 en base al EPH-INDEC[2], del total de personas que realizan tareas domésticas, un 73% son mujeres y un 27% son varones. Estos datos no discriminan los hogares unipersonales por lo que probablemente esa diferencia sea mayor.

Se puede observar entonces, que la carga asimétrica del trabajo doméstico no remunerado tiene implicancia directa en el acceso al empleo. A continuación dos gráficos que ilustran notoriamente esta realidad:

El aislamiento y la gestión del hogar

La aparición de la pandemia del Covid-19, obligó a declarar el aislamiento social, preventivo y obligatorio, empujando a muchas familias a permanecer en sus hogares y presenciar las múltiples tareas del ámbito doméstico con las que cargan las mujeres. Como producto de la cultura machista, vimos cómo se viralizan imágenes y vídeos que, lejos de tener un atisbo de humor, muestran a los varones acomplejados porque tienen que cocinar, lavar, ordenar, criar a sus hijes, y demás labores. Aún quedan muchos mandatos por derribar si pretendemos construir una sociedad más justa. La cuarentena podría servir, entre otras cosas, para aprender a revalorizar el trabajo reproductivo y de cuidados.

En una coyuntura que pareciera volver a revalorizar el rol del Estado luego del reiterado fracaso de la globalización neoliberal, será necesaria la planificación y ejecución de más políticas de géneros que atraviesen todos los ámbitos y, en este sentido, será fundamental profundizar y complejizar aún más la propuesta desde el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad sobre las tareas de cuidado. El lugar que le toca a la Dirección Nacional de Economía, Igualdad y Género también es central para pensar las partidas presupuestarias o beneficios focalizados en los sectores más vulnerables de la población.


* Periodista, columnista del programa La Marea (Radio Futura – FM 90.5), redactora de Revista Trinchera y colaboradora de Agencia Timón.

Fuentes:
[1] http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/gt/20180803110052/Desde_Cuba_revolucionaria.pdf
[2] https://ecofeminita.github.io/EcoFemiData/informe_desigualdad_genero/trim_2019_03/informe.nb.html

No hay barbijo que nos proteja del machismo

No hay barbijo que nos proteja del machismo

TIEMPO DE LECTURA: 6 min.

Por Agustina Flores*

El aislamiento social, preventivo y obligatorio que rige en toda la Argentina desde hace casi un mes, nos encuentra en una situación de indefensión y distanciamiento nunca antes vivido y deja en evidencia otra realidad: la de las mujeres que sufren violencia de género, convirtiéndose el aislamiento en un encierro del que no tienen escapatoria.

La violencia machista se expresa en muchas formas y tamaños, buscando siempre el camino para infiltrarse en todos los ámbitos de la vida, nos persigue desde el primer momento hasta el último, entrometiéndose en nuestros terrenos más privados, como es el hogar. La violencia doméstica es una realidad constante para muchas mujeres durante los 365 días del año. Sin embargo, la libre circulación y el tránsito por lugares de trabajo, estudio y ocio, permitían generar lazos de confianza con personas capaces de brindar ayuda a las mujeres que no encontraban huida ni resguardo. Tanto para escapar de sus casas, donde también habitaba su agresor, como para ser acompañadas a la hora de denunciar, se contaba con herramientas para las diferentes situaciones, contemplando la gravedad de las mismas. Era más sencillo dar cuenta de estas problemáticas para tomar acción inmediata y evitar que la violencia persista en la vida de la mujer.

La imbatible e infinita pandemia que nos toca enfrentar bajo techo, limita las posibilidades de identificar esos gritos de ayuda que, hoy más que nunca, son más fuertes.

Desde que comenzó el confinamiento, la Línea 144 registró un aumento del 60% en las llamadas registradas solo en la Provincia de Buenos Aires. De acuerdo con el Observatorio de las Violencias de Género “Ahora Que Sí Nos Ven”, son 18 los femicidios entre el 20 de marzo y el 12 de abril, lo que confirma que la violencia machista no cesa, sino que se fortalece en cuarentena.

El 72% de los femicidios ocurrió en la vivienda de la víctima, afirmando el peligro al que están expuestas las mujeres al no tener otro lugar en el que resguardarse. Las niñeces, presentes en la mayoría de los casos de violencia, también se convierten en víctimas al escuchar y presenciar la situación, y en algunos casos, sufren golpes e insultos. Es una emergencia para toda la familia, que no para de agravarse. La situación económica que sufre una crisis constante, también es un factor que intercede en estos casos: la dependencia económica con el agresor hace que a la víctima se le dificulte aún más dejar su hogar.

El gobierno, tanto nacional como de cada provincia, ha analizado estos factores y tomado acción al respecto, tratando de cumplir con el rol que el Estado debería ejercer y lleva años vacío. El Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad reforzó la Línea 144, que se encuentra activa las 24 horaslos 365 días del año para brindar contención y asesoramiento a quienes estén en situación de violencia. Se agregó otra vía a través de Whatsapp, para recibir ayuda sin necesidad de llamar, escribiendo a las líneas 1127716463 – 1127759047/48.

Estas primeras medidas se tornaron insuficientes teniendo en cuenta que en la mayoría de los casos la persona se encuentra vigilada continuamente por su agresor, imposibilitando el uso de la línea de ayuda telefónica. A raíz de esto, se implementó el código “Barbijo Rojo” en las farmacias del país: si la víctima se acerca pidiendo uno, la persona del otro lado del mostrador debe ayudarla automáticamente y ponerla en contacto con la Línea 144. Además, en la última semana, se decretó que si una mujer o persona del colectivo LGTTBI sufre violencia de género, estaráexenta de la cuarentena, es decir que puede salir de su domicilio para hacer una denuncia o pedir auxilio.

Los hogares de resguardo están más llenos que nunca y son imprescindibles. Si bien las políticas públicas deben ir dirigidas a que el agresor sea el que abandone el hogar, son un recurso de extrema necesidad y urgencia. Al aumentar efusivamente los casos de violencia, los hogares son un amparo que puede salvar vidas.

No está de más recalcar que el desfinanciamiento en materia de género y políticas públicas de los últimos años, tiene repercusiones en la actualidad. El Plan de Acción contra la Violencia presentado en 2016 proponía la construcción de 36 hogares a lo largo del país, pero nunca se ejecutó. Los hogares actuales no son suficientes y la mayoría se encuentra en malas condiciones. La cuarentena, además de dejar en evidencia la grave situación que viven las mujeres, desenmascara la realidad del ex gobierno neoliberal por la falta de políticas públicas para erradicar este peligro.

Si bien el gobierno actual sigue presentando medidas para la emergencia que supone la violencia de género, no son suficientes. Hay cuentas pendientes que hoy salen a la luz y presentan complicaciones a los avances en políticas de género que se deben implementar por las graves consecuencias que el coronavirus conlleva.

Las calles son, por excelencia, el escenario de disputa de los movimientos de mujeres, pero hoy el aislamiento obligatorio obliga a pensar nuevas estrategias para gritar por las que ya no tienen voz. Con cuarentena o no, la violencia de género sigue existiendo y hay millones de razones para seguir luchando. Se han organizado campañas de concientización a través de las redes sociales -hoy nuestra mayor vía de comunicación y contacto- y se ha convocado a “ruidazos” para que retumben en todas las casas. La propuesta es seguir haciendo bolonqui por aquellas que ya no están y por la liberación de todas.

La concientización es una de las consignas primarias de lucha. Las personas como seres sociales vivimos atravesadas por mensajes todo el tiempo, seamos conscientes de ello o no. Los discursos llenos de odio y maltrato crean un sentido común que hay que disputar constantemente. Los micromachismos son aquellas conductas naturalizadas en estos discursos que son percibidos en la cotidianeidad, y ejercen opresión sobre las mujeres. En este contexto, en el que toda la familia debe quedarse en casa, el hombre sigue manteniendo su posición de autoridad ante la mujer, que debe encargarse de los deberes hogareños. Delegar estos quehaceres, hace surgir la típica comedia de denigrar lo fáciles que son el rol y las tareas que se nos designan al nacer. O bien se nos sigue exigiendo que seamos las que nos encarguemos de todo en el aislamiento, pues el mantenimiento del hogar es nuestra “especialidad”. Chistes machistas y comentarios arcaicos en los grupos de Whatsapp son un entretenimiento en todas las pantallas. Es hora de abrir los ojos y abolir estos comportamientos que lo único que suponen es un retroceso en las luchas que seguimos dando. La constante cosificación es un factor que se agrava en esta situación y que no tenemos que dejar de denunciar.

Resulta indispensable una implementación plena de políticas públicas vinculadas a la violencia de género, tanto para erradicarlas como para concientizar a la sociedad y eliminar el sentido común machista que nos persigue y crea las condiciones para que nuestra opresión se siga perpetuando. Hoy más que nunca, debemos involucrarnos en la sociedad, crear redes solidarias y prestar atención a toda alerta que se despierte. La cuarentena no para de llevarse a las pibas. Hay que denunciar y dejar de lado el silencio tan particular que nos atraviesa. Cuidarnos en conjunto es esencial para la lucha contra la epidemia, la del coronavirus y la del machismo.

Que una emergencia no opaque otra.


* Estudiante de Licenciatura en Comunicación Social con orientación en periodismo en UNLP, redactor en Revista Trinchera
Mujeres de la Bolivia Plurinacional

Mujeres de la Bolivia Plurinacional

TIEMPO DE LECTURA: 4 min.

Por Floren Luengo*

¿Quiénes son las mujeres del territorio andino? ¿Por qué son tan importantes y a la vez peligrosas para quienes hoy, están comandando el Golpe de Estado en el hermano pueblo de Bolivia?

Gregoria Apaza: Para el año 1781, Gregoria era la generala. Administraba los bienes, organizaba los campamentos y dirigía a los guerreros en la batalla. Cuando las tropas españolas levantaron el cerco y apresaron a Tupac Katari, su hermano, Gregoria fue a su rescate y tras la batalla fue apresada. La sacaron con una corona de clavos, espinas en la cabeza y un aspa pesada en la mano. La pasearon junto a Bartolina Sisa por las calles y plazas. Fue ahorcada.

Bartolina Sisa: guerrera aymara.  Dirigió batallas junto a su esposo, Tupac Katari y tuvo a su cargo el ejército aimara. Sus propios compañeros la traicionaron y entregaron a Sebastián Segurola como prisionera de guerra. Murió en 1782 torturada, ahorcada y descuartizada.

Manuela Gandarillas: mayo de 1812. Es cuando un grupo de mujeres armadas con palos y armas rudimentarias se enfrentó con un ejército de españoles armados que ingresaron a la ciudad de Cochabamba. Nadie contaba con la presencia de las mujeres, quienes estaban dispuestas a defender lo suyo hasta la muerte. Se agruparon en la colina de San Sebastián, donde se volverían protagonistas guiadas por una abuela con sed de libertad, Manuela Gandarillas.

Mariana Zudáñez: hermana de Jaime de Zudáñez, precursor de la independencia boliviana y de haber sido clave en regar la semilla de la emancipación luego de la revuelta de Chuquisaca, en 1809. Pero ello, quizás no hubiese sido posible si no hubiera estado Mariana que salió a pedir ayuda por el arresto de su hermano y a incitar a los vecinos y a todo Sucre a sublevarse.

Juana Azurduy: Madre de la patria. Fue una de las artífices y tejedoras del proceso de la independencia. Juana se va con sus hijos al Valle de Segura, donde pierde a sus cuatro hijos, luego queda viuda y embarazada. Concibe a Luisa Padilla y mientras se inicia un ataque realista se une a la guerrilla de Martín Güemes. Asume el mando de la guerrilla, con el grado de Coronela. Cuando Manuel Belgrano la vio en pelea, se asombró tanto que le entregó su espada en reconocimiento a su lealtad a la causa. Muere en Jujuy, en absoluta pobreza.

Vicenta Juaristi Eguino: Trabajó en los preparativos revolucionarios. Prestó su casa como centro de reuniones patrióticas. Puso su cuantiosa fortuna, al igual que sus bienes, al servicio de la Revolución del 16 de julio de 1809, en La Paz.

Adela Zamudio: escritora y propulsora del feminismo en Bolivia. Zamudio supo difundir sus ideales a través de artículos, poemas, cuentos y novelas. Fue una de las pocas mujeres de la época que supo leer y escribir de manera autodidacta.

Ignacia Zeballos: Tuvo una participación heroica en la Guerra del Pacífico como enfermera. En 1876 participó de la quema del Palacio de Gobierno en el intento fallido de derrocar el gobierno del presidente Tomás Frías. Allí, se enteró de la invasión chilena en marzo de 1879. Se enlistó al Batallón Colorados y fue a Tacna vistiendo el uniforme de su difunto marido, poniendo el cuerpo en el campo de batalla.

Lidia Gueiler Tejada: primera presidenta de Bolivia.  En 1947 la acusaron de insurrecta y la echaron del Banco Central, lugar en el que trabajaba para sostener a su hija. Juró al Movimiento Nacionalista Revolucionario en 1948, militó la huelga de hambre de las mineras, que dio fin a la dictadura de Banzer y que protagonizó ella en abril de 1951 junto a 27 mujeres.

María Barzola: Mujer minera. La leyenda la recuerda envuelta en una bandera tricolor, a la cabeza de una columna de 8.000 mineros, enfrentando la metralla del ejército en la pampa que años después llevaría su nombre.

Domitila Barrios de Chungara: mujer minera que las representó en la tribuna de la Conferencia Mundial sobre la Mujer de México, realizada por Naciones Unidas en 1975. Fue víctima de los golpes de los militares que la habían detenido. En 1977, con cuatro mujeres de familia minera, inició una huelga de hambre demandando amnistía política y elecciones democráticas. A los pocos días, miles de bolivianos se sumaron al ayuno marcando el fin de la dictadura.

Ana María Romero de Campero: Como Defensora visibilizó a sectores sociales, mujeres golpeadas, trabajadoras sexuales, niños de y en la calle, haciéndoles conocer sus derechos y pelear por ellos. Presidió la Cámara de Senadores del Movimiento Al Socialismo, MAS.

Eva Copa Murga: presidenta del senado y pieza clave de la pacificación del país en el actual Golpe de Estado perpetuado el 10 de noviembre de este año (2019). Es la mujer que se hizo cargo de la Asamblea Legislativa Plurinacional y del peso que carga hoy por no huir y construir una salida democrática al golpe fascista que se autoproclama al poder en Bolivia.


* Periodista, conductora del programa La Marea (Radio Futura – FM 90.5), responsable de la sección Feminismos de Revista Trinchera, editora del portal Luchelatinoamérica y colaboradora de Agencia Timón.

Fuentes: https://www.opinion.com.bo/articulo/sin-categoria/12-mujeres-dejaron-huella-historia-bolivia/20160527000100551184.html

Adriana Guzmán: “¿Cómo si un genocida va a las elecciones, no puede repostularse alguien por tercera vez?”

Adriana Guzmán: “¿Cómo si un genocida va a las elecciones, no puede repostularse alguien por tercera vez?”

TIEMPO DE LECTURA: 5 min.

Por Floren Luengo*

Los feminismos: la gigantesca comunidad que pese a las diferencias epistemológicas, de clase, raza y políticas ha sabido salir a las calles unidxs y organizadxs. Presionando y gestando el acompañamiento de las leyes civiles, los feminismos atravesaron el muro de las palabras y de las ideas, las transformaron para brindar la posibilidad de una mejor vida a la mayor cantidad de personas.

Desde pensar la acción política de incluir personas que nunca antes habían pisado una escuela, el Congreso y aún más las presidencias de los países desde un pensamiento soberano de los territorios, del tesoro nacional y hasta la transformación de un Estado que sea Plurinacional, los feminismos Nuestroamericanos se han convertido en un movimiento político tan peligroso para la vida neoliberal, que se las ha posicionado como las enemigas públicas declaradas.

Basta observar lo que han construido los feminismos en el Estado Plurinacional de Bolivia, para que decanten algunos por qué de la violencia hacia este movimiento social y político, en un contexto de Golpe de Estado. Como señala Noelia Figueroa[1], lo que allí sucede es en verdad “un odio revanchista de clase muy fuerte contra el proceso de transformación en un Estado Plurinacional, junto con la nacionalización y estatización de los hidrocarburos y muchas medidas económicas y sociales que hicieron que el vínculo entre Estado, economía y sociedad en Bolivia se trasforme mucho más que en cualquier otro país.”

Cabe hacer memoria y recordar la resistencia del pueblo campesino-indígena frente a lo que fue la Masacre de Octubre Negro (2003) y encontrarnos con que Carlos Mesa, quien se presentó como candidato opositor al gobierno de Juan Evo Morales Ayma en elecciones pasadas, tiempo atrás fue vicepresidente y compañero de Gonzalo Sánchez de Lozada. Un gobierno neoliberal, con un presidente que hablaba mejor inglés que español y que había dado la orden de liberar, a sangre y fuego, el paso a los camiones de gasolina para abastecer a la urbe sitiada[2].

El pueblo sólo pedía tres cosas: la abrogación de la Ley de Hidrocarburos, referéndum sobre la exportación del gas (no por Chile ni para Chile) y Asamblea Constituyente. Lo que se obtuvo fue la masacre de 60 personas -según cifras oficiales, es decir que posiblemente sean más- y cientos de heridxs en El Alto y La Paz.

Una nueva cruzada de la fe genocida

El elemento distintivo del actual Golpe de Estado en el Estado Plurinacional de Bolivia (como proyecto político, social, económico y cultural) del 10 de noviembre pasado, es la renovación de grupos que ven amenazados sus privilegios. El Comité Cívico de Santa Cruz, cuenta Adriana Guzman a Página 12, “es una instancia que inventan los empresarios para participar en decisiones, en la elaboración de leyes para defender sus intereses. El Comité Cívico representa a los empresarios, oligarcas, a los terratenientes, socios de las transnacionales, del Oriente boliviano.”

Es un grupo de derecha fascista encabezado por Luis Fernando Camacho quien, por un lado, abraza la biblia evangélica y la bandera de Bolivia acercándole la renuncia al presidente legítimo Evo Morales, y por el otro, está vinculado al narcotráfico. Es hijo de un ex paramilitar durante la dictadura y forma parte de los Caballeros del Oriente (una gran logia de la derecha Cruceña). Para este tremendo Golpe enquistado en la autodeterminación de los pueblos originarios, han encontrado el apoyo de grupos universitarios, paraestatales, paramilitares, grupos fascistas y racistas como la Unión Juvenil Cruceñista.

Feminismos y cambio social

María Galindo[3], fundadora de Mujeres Creando, describe el presente mundial como un neoliberalismo de corte fascista. Es pensadora, artista y activista por fuera de la academia, insistiendo en que es posible un pensamiento político y teórico por fuera de la misma. Esgrime la necesidad de hacer una ruptura con el feminismo del Estado moderno burgués europeo transferido como proyecto civilizatorio a las mujeres de las periferias del mundo, para abrir la posibilidad de pensar una genealogía de los feminismos:

“Los feminismos tienen como genealogía las rebeliones colectivas e individuales de las mujeres contra los mandatos patriarcales a lo largo y ancho del mundo. No somos las hijas menores de Simone de Beauvoir, ni de las sufragistas, ni de no sé qué otro cuerno más. La producción política que hace que vos estés aquí viene de otro lado y es urgente que la conozcas y la reconozcas”.

Una pregunta interesante que nos deja a los feminismos de aquí es: ¿cuál es la genealogía del feminismo en Argentina?

Por su parte Julieta Paredes, militante del Feminismo Comunitario, piensa que es necesario descolonizar el feminismo como movimiento político y social, convertirlo en un instrumento de pensamiento y del quehacer desde las culturas integradas, llegando a la conclusión de que la desaparición del feminismo será la derrota definitiva del patriarcado. Insiste en no dejar de lado la importancia de los derechos colectivos -y no meramente individuales-. Propone volver al sentido original de nociones andinas que han sido tergiversadas por la dominación del patriarcado colonial e indigenista.

Comprendiendo las formas de colonización que han sufrido los pueblos de Nuestra América, los feminismos han tejido redes en las cuales cada nudo fortalece el complejo entramado de relaciones sociales y políticas, ya que responden a un conflicto saldado o en vías de saldarse. Ninguna es mejor que otra, porque las ideas feministas lo que delatan en última instancia es cuán colonizado está el pensamiento y cuáles son las mejores formas de llevar a la práctica un buen vivir para la comunidad. La idea es mejorar y potenciar, por lo que no existe tal techo de cristal si de feminismos se trata.


* Periodista, conductora del programa La Marea (Radio Futura – FM 90.5), responsable de la sección Feminismos de Revista Trinchera, editora del portal Luchelatinoamérica y colaboradora de Agencia Timón.

FUENTES:
[1] https://www.elciudadanoweb.com/con-el-golpe-latinoamerica-volvio-a-ser-lugar-de-disputa-del-neoliberalismo/
[2] https://www.tiempoar.com.ar/nota/condena-historica-por-la-masacre-de-la-guerra-del-gas-en-bolivia
[3] https://latinta.com.ar/2019/03/maria-galindo-mujeres-creando-claves-feminismo-hoy/

“El colectivo masculino está anclado en un modo de ser varón que le cuesta mucho poder ponerlo en crisis”

“El colectivo masculino está anclado en un modo de ser varón que le cuesta mucho poder ponerlo en crisis”

TIEMPO DE LECTURA: 5 min.

Por Floren Luengo*

¿Cuánto se preguntan las masculinidades? ¿Cuándo y por qué comienzan a estudiarse? ¿Qué implica que los varones comiencen a visibilizar las violencias que cargan en sus cuerpos y que reproducen? En diálogo con Néstor Artiñano, se descubren algunas luces en las sombras del patriarcado.


Néstor Artiñano, Decano de la Facultad de Trabajo Social de la UNLP

Cuando una le pregunta a Néstor[1] por qué estudia las masculinidades, éste se retrotrae a la época neoliberal de los 90’, momento en que comienza a investigar el impacto de aquellas políticas en las juventudes. A raíz de ello, comienza a dar cuenta que aparecen cuestiones muy diferentes entre hombres y mujeres. “A los pibes varones, por ejemplo, les preguntaba ¿Cómo te imaginas el futuro? el 100% se imaginaba en el barrio, y las mujeres el 100% afuera del barrio. Los pibes estaban en las esquinas, jugando al fútbol, tomando alguna cervecita; las pibas en cambio estaban trabajando en su casa y  en la escuela. Ya había algo que diferenciaba a unos de otras. Los estudios sobre mujeres eran más habituales, y lo que me interesaba saber era qué pasa con los varones. Éstos últimos me parecían que eran los menos estudiados”.

Entre los datos que brinda el Decano de la Facultad de Trabajo Social de la UNLP, argumenta que “Si uno ve las últimas estadísticas vitales del Ministerio de Salud de la Nación (lo que era, ahora es Secretaría) correspondiente al 2017 son interesantes para analizar desde la perspectiva de género: los varones nos matamos entre nosotros. Por ejemplo, las mujeres sufren casi 300 muertes por agresiones hacia ellas, y entre los varones la suma es de prácticamente 5 veces más. Nosotros como colectivo masculino tenemos que rever nuestra masculinidad. Porque los varones, además de cometer feminicidios, nos matamos a nosotros mismos. Y el conflicto que no se logra visibilizar está dentro del colectivo masculino.” 

Al preguntarle por qué es un área de vacancia el estudio de las masculinidades, Néstor afirma que es propio de las invisibilizaciones del patriarcado, se ha naturalizado el lugar público del varón y su jerarquía.

En relación a la naturalización de los roles que estipula el patriarcado como sistema social, éste no puede pensarse fuera del sistema capitalista. En este sentido, el lugar de “privilegio” y “beneficio” que creen tener los hombres, es por demás cuestionable. “Muchas veces se habla del beneficio de los hombres en el sistema capitalista, pero al volver nuevamente a las estadísticas damos cuenta que los varones vivimos 8 años menos que las mujeres, que nos suicidamos más, que nos matamos, que nos deprimimos porque no podemos pedir ayuda. Son “beneficios” en la medida que se hace a un costo alto el poder ser el jefe de la familia, el que más trabaje, el que lleve dinero a su familia. Los valores podrían ser otros, sino se posicionara en ese lugar de competencia permanente se podría estar mucho más aliviado.

Neoliberalismo y ser varón.

En su investigación titulada “Masculinidades incomodas”, Néstor estima que “Es muy sintomático cómo la locura, el consumo de drogas y alcohol va de la mano de la desocupación. La forma de ser varón tradicional hegemónica, al quedarse sin trabajo, difícilmente pueda adecuarse a contextos neoliberales. Las salidas son el abandono a la familia, o la violencia porque no soporta el lugar en el que ha quedado. El consumo de alcohol, drogas, violencia, el suicidio, etc., se prioriza antes que ocupar tareas que social y subjetivamente son de las mujeres ¿por qué? Porque desde la perspectiva hegemónica lo femenino es algo que contamina, indeseado, porque lo masculino es lo positivo y lo femenino lo negativo”, dice.

Sucede que el colectivo masculino está anclado en un modo de ser varón que le cuesta mucho poder ponerlo en crisis, reflexionarlo, generar nuevas prácticas. “Por eso es que tenemos que aprender de las mujeres, en eso de organizarnos, discutir, avanzar”.

Deconstrucción de las masculinidades

Para quien investiga masculinidades, urge la necesidad de que existan políticas públicas que tomen los aportes de los estudios de género y masculinidades. En muchos lugares el género sigue siendo sinónimo de mujer, y el resto queda por fuera, como si en la realidad no estuviésemos en relación hombres y mujeres cotidianamente. 

 “Creo que con dispositivos, talleres, encuentros, es posible de ver cómo la vida de una persona se enmarca en un proceso político social histórico, y verlo en perspectiva histórica da la posibilidad de dar cuenta de los entramados del patriarcado como sistema”. El desafío, agrega Néstor, tiene que ver con las políticas sociales para que las instituciones puedan tener herramientas que estén a la altura de estos desafíos.

Los hombres universitarios ¿se sienten interpelados?

Frente a la pregunta, el investigador sobre masculinidades dice algo que las mujeres en nuestras reuniones venimos percibiendo: algunos varones no quieren quedar en offside.  “No saben cómo manejarse frente al avance del colectivo femenino. Y esta bueno porque eso los lleva a poder pensarse, lo ideal sería que se piensen colectivamente. Que se hagan talleres, grupos de varones que den cuenta que sufren esa forma de ser, no saben cómo moverse, se le exigen determinadas cosas que no están en condiciones de dar, entonces aparecen como desorientados”. Y continúa, “Lo interesante es mostrar los límites frente a, por ejemplo, un mensaje en un grupo de fútbol de Whats App, frente a las exigencias de madres, padres y demás, porque si no puede llegar a ser una “careteada” permanente que lógicamente termina haciendo mal”.

Algunas personas podrán pensar que con la intensidad de los feminismos se ha llegado a trastocar estructuras de las propias masculinidades, otras dirán que los varones quieren ser protagonistas de este momento histórico y no quieren quedar por fuera. Sea cual fuera el por qué, lo interesante es que algunos varones han comenzado a desarmar el camino que el sistema capitalista tiene construido para ellos por el sólo hecho de ser varón. Las preguntas ya están en el aire, las estructuras tiemblan y es el momento en que vos, hombre hecho y derecho comiences a retorcerte de preguntas y enfrentarte a ese “gran varón” que el sistema espera de vos.

* Periodista, conductora del programa La Marea (Radio Futura – FM 90.5), responsable de la sección Feminismos de Revista Trinchera, editora del portal Luchelatinoamérica y colaboradora de Agencia Timón.

[1] Néstor Artiñano, Decano de la Facultad de Trabajo Social de la UNLP

Bibliografía:
– Masculinidades incómodas: jóvenes, género y pobreza en el inicio del siglo XXI. – 1ª ed. – La Plata: Universidad Nacional de La Plata, 2012. E-Book.
-Masculinidades trágicas.  Trayectorias de vida de hombres detenidos que han ejercido violencia y abuso sexual en el ámbito familiar. La Plata, 2016.

Bancando la parada, en Chile

Bancando la parada, en Chile

TIEMPO DE LECTURA: 5 min.

Por Floren Luengo*

Un Chile disidente, revuelto, movilizado y dando claras muestras de que la vida política y social de ese país hermano dice NO: NO a la guerra, NO al neoliberalismo.


Desde el 17 de octubre, el cerco mediático no logró seguir ocultando lo que venía sucediendo en el territorio trasandino. Chile se encuentra en estado de ebullición no sólo por la suba de las tarifas del subterráneo –utilizado por casi tres millones de personas al día y una de las tarifas más caras del mundo-, sino por un sistema político, económico, social y cultural que está en crisis.

Como respuesta al descontento social, el gobierno decidió decretar el Estado de Excepción (viernes 18) y el Toque de Queda (sábado 19) retomando a los manotazos un tiempo de dictadura que desde hace 30 años algunes creían haber dejado atrás. Lo que no ha perdurado en el tiempo, es el miedo que habían instalado para que las personas no reclamen por los derechos humanos.

Foto: @hincapiesimon

Más de 1.200.000 personas marcharon por las calles de Santiago de Chile y en otras ciudades del país, poniendo el cuerpo y gestando una de las movilizaciones más grande de la historia de este país hermano. Las consignas “Deseo y Revolución” “Disidencia en acción” “¡Vamos por todo para todes!”, sintetizan algunas de las demandas de las comunidades LGTBIQ+.

Emilia Schneider (23), primera presidenta trans de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile manifestó que la problemática social excede el tema del transporte público y señaló que “este es un proceso muy relevante para el país y un estallido que lo único que demuestra es que no hemos tenido respuestas justas durante años de movilizaciones, reclamando por la mercantilización de distintos aspectos de nuestras vidas como la salud, la educación, las pensiones o la precarización laboral.”[1]

Por su parte, la Organización Trans Diversidades (OTD) de Chile, se sumó al cese de actividades y a las diferentes y legítimas formas de expresión del descontento social. En un comunicado recientemente publicado expresan que: “desde OTD Chile, rechazamos el toque de queda que deja a muches sin su sustento y repudiamos al Estado de Emergencia decretados por el Presidente Sebastián Piñera. Creemos que la militarización y represión sólo traerá una escalada de violencia y muertes injustificadas que podrían evitarse. Las personas trans en estas situaciones estamos en aún más expuestas a los abusos tanto ciudadanos como militares. Exigimos que se retiren les militares para iniciar un diálogo perdurable.”[2]

La decisión de salir a las calles de forma organizada, ocurrió el pasado miércoles 23 de octubre tras una autoconvocatoria para todas aquellas personas que se autoperciben Lesbianas, Gay, Bisexuales, Trans, Asexuales, Intersex, Queer, No Binaries, Pansexuales y más (LGBTIQ+) de Chile y de otros territorios. Tras varias denuncias de violencia sexual y torturas en el marco de las detenciones y frente a un aparato represivo del Estado expresamente odiante de las diversidades corporales y sexuales, se conformó la Primera Asamblea de Emergencia ante la contingencia nacional.

Foto: Agencia Presentes

Más de 150 personas se congregaron para compartir experiencias durante el Estado de Emergencia y Toque de Queda en Chile, con la intención de evidenciar que la violencia histórica continúa siendo ejercida hacia sus cuerpos y de distintas maneras: amedrentamiento, persecución, secuestro, detención, torturas, abusos sexuales y violaciones correctivas. Elementos propios de la política sexual que es parte de la represión autorizada por Sebastián Piñera, según afirma el comunicado de la OTD.

Cabe destacar que de acuerdo al último reporte entregado por el Instituto Nacional de Derechos Humanos, se ha constatado la detención a nivel nacional de 3.712 personas entre ellas: 404 niños, niñas y adolescentes, 597 mujeres y 2.557 hombres. Por otro lado, dentro de las 138 acciones legales presentadas ante la justicia por violaciones a los derechos humanos, 5 son por homicidio cometidos por agentes del Estado; y 92 por tortura, entre las cuales 18 tienen connotación sexual.

Como también sucedió en Argentina en épocas de dictadura, los edictos policiales fueron la herramienta legal de una política sexual de los cuerpos a modo de normalización el orden social. En el pueblo chileno, la militarización y la represión traen como consecuencia escaladas de violencia y muertes injustificadas.

Las denuncias van desde: recibir insultos y golpes con puños y bates de beisbol a dos mujeres por ser lesbianas; abusos y torturas homofóbicas en 2 comisarías; amenaza de muerte a una pareja gay, así como la brutal agresión que sufrió un estudiante de medicina de manos de Carabineros de la 51 Comisaría de Pedro Aguirre Cerda.

Al mismo tiempo que las personas se organizan en asambleas para acompañarse y no mostrarse solos/as/xs en las calles. Organización que les brinda la posibilidad de hacer oír las demandas históricas de los movimientos de la diversidad sexual: respeto a la identidad e integridad; derechos sociales, sexuales y reproductivos; educación sexual integral, así como una ley integral que permita cupos para estudiar y trabajar, para capacitaciones y reparación por violaciones de derechos humanos. Toda una serie de cuestiones que según dicen, no se solucionan con la Ley de Identidad de Género aprobada en 2018.

Los travesticidios, femicidios, transfemicidios y demás homicidios por la condición de género y/o sexo, son responsabilidad directa del Estado. La decisión política a tomar es si se hacen cargo de la problemática social o no. Dejar librado en las manos de los militares, carabineros, policías, la gorra, los milicos o como quieran llamarlo es sólo dar rienda suelta a la destrucción de aquello que no pretende encajar en el binario, higienista y heterosexual orden social.


* Periodista, conductora del programa La Marea (Radio Futura – FM 90.5), responsable de la sección Feminismos de Revista Trinchera, editora del portal Luchelatinoamérica y colaboradora de Agencia Timón.

Bibliografía:
[1] http://agenciapresentes.org/2019/10/25/emilia-schneider-dirigente-estudiantil-trans-a-las-disidencias-nos-golpea-fuerte-la-privatizacion-y-mercantilizacion-de-la-vida/
[2] https://otdchile.org/comunicado-publico-de-otd-chile/

Si tenés miedo de ser gordx, es que sos gordx-odiante

Si tenés miedo de ser gordx, es que sos gordx-odiante

TIEMPO DE LECTURA: 6 min.

Por Floren Luengo*

En entrevista con Florentina Pérez Martin, la artista nos enseña su forma de militar contra el odio gordx. Desde sus obras de arte, ella desafía los límites y cuestiona la lógica del deseo de los cuerpxs hegemónicamente construidxs.


Reiteradas veces se utiliza el concepto gordofobia para hablar de la discriminación que cargan las personas gordas por exceder el “parámetro normal” de corporalidades. Al reflexionar con Florentina sobre la problemática social, ella dice que también es posible hablar del odio gordx, porque de esto trata básicamente la construcción del otrx gordx como enemigx y sujetx ni deseante ni deseadx.

Como de quien habla desde la propia experiencia y vivencias de una mujer gorda, Florentina se posiciona reconociendo en principio desde los privilegios que “tiene” por ser mujer cis-hetero, blanca, con rasgos hegemónicxs. “Es interesante posicionarme desde este lado para decir lo que quiero decir, porque seguramente para mí sea mucho más fácil hablar. Las personas gordas estamos patologizadas por la sociedad, nos consideran personas enfermas. Desde ahí también la necesidad de problematizar la salud ¿Qué es saludable? ¿Qué es la salud? También es saludable no sufrir violencia, ponerte la ropa que te gusta, salir a bailar al boliche que quieras y es saludable que no te discriminen.”

El amor al arte la moviliza a dibujar cuerpxs, de diversas formas y contornos. En los inicios, las figuras no la convencían. Disconforme y poco satisfecha, Florentina empieza un camino de (re)preguntarse cosas que vive en la cotidianeidad y que siente naturalizadas. “Siempre una empieza a dibujar desde su realidad y de ahí es necesario ir incluyendo otrxs cuerpxs, otras líneas, otras formas, otras realidades. Toda mi vida dibujé cuerpxs flacos, mujeres flacas. Y nunca me gustaban, no me salían bien. Me decía a mi misma que no podía hacer figuras humanas. Entonces comencé un laburo diario. Empecé a dibujarme a mí, a reconocer mi cuerpx. Y ahí si pude comenzar a dibujar cuerpoxs gordxs y además, llegue a pensar que tengo que  hablar de esto, poder abrirme.”

El feminismo, como práctica y filosofía crítica abona a la comprensión de las personas como sujetas políticas, a posicionarse desde la propia experiencia así como dar cuenta de los muchos tipos de opresión que se habitan. En su caso, cuenta que vive una triple opresión por ser mujer, latina y gorda. “Hoy en día, entiendo que ser una persona gorda es ser oprimida respecto a los volúmenes de grasa corporal (desde lo físico), pero también desde el señalamiento y la opresión como algo negativo. A mí me pasa que soy hegemónica en mis rasgos y también soy gorda y siempre fui gorda. Entonces está la contradicción de que la gente me dice: ‘sos hermosa, lástima que tenes unos kilitos de más’. Lo que no se está entendiendo es que cada persona puede autopercibirse como pueda/quiera y nadie es quién para decirte quien sos.”

Como parte de los cuestionamientos que lleva adelante, asegura no encontrarse con esa parte del feminismo que obliga a las personas a amarse como tal cual son. “Con discursos tales como  “empodérate”, “mandá a todxs a la mierda y sé feliz”, para mí no es fácil. En esa obligación de amarnos es donde una dice, pará, no me amo para nada. Empecemos a revisar por qué no nos amamos. A veces con esos discursos del amor propio y de la autoaceptación se empiezan a borrar las diferencias y a no cuestionar por qué nos comparamos. De la misma manera, me parece importante utilizar la palabra gordo o gorda. Sin herir. Y si alguien se enoja es que no se está reconociendo como tal. No digas gordita, rechoncha, rellenita, mejor decir gorda. No está mal ser gordx, la sociedad está mal.”

Pensar en el activismo gordx, es acercarse a la Diversidad Corporal.  Dentro de la Diversidad Corporal están las personas con diversidad funcional, las del activismo intersex, así como las personas gordas y la diversidad de cuerpxs. Todxs invisibilizadxs y oprimidxs por no encajar en el cuerpx hegemónicx. Para la artista oriunda de Viedma, es necesario hablar de estos temas. La  industria de la belleza se ha esforzado y lo sigue haciendo en la construcción de estereotipos a seguir para lograr “gustar” y “ser gustada”, siempre y cuando se respeten los mandatos culturales para ser lindx, es decir, ser una persona delgada.

Al momento del encuentro con otrxs, “encararse” a alguien por ejemplo, ella dice que no es fácil cuando el cuerpx que se tiene no cumple con la identidad deseante de ser mujer. La policía de los cuerpxs hace encarnar la culpa de no merecer cierto tipo de ropa, ciertas amistades, salidas, amores. “He llegado a creer que no puedo elegir con quien estar porque no me dan bola. Me he encarado gente y me han dado bola y no tanto. Pero en esta cultura machista, ser mujer gorda e ir a encararte a un chabón da que hablar, porque te dicen que sos fácil.  Muchas veces accedí a estar con personas gordo fóbicas pero que no lo son en  la intimidad. Es difícil encontrar un chabón que no tenga mambos con eso, que vaya y que te toque la panza directamente. Ya me cansé. Ahora los veo venir. Sí, te encanto pero sos un gil.”

¿Quiénes pueden militar el activismo gordx?

Cualquier persona puede ser parte del activismo gordx, siempre teniendo en cuenta desde qué lugar se acompaña, se habitan los espacios o se militan las causas. Es muy fino el límite entre reconocerse como sujetxs políticos en conjunto sin dejar afuera y compartir. Molesta cuando una persona flaca dice “estoy mal porque soy talle 36 y conseguí talle 34”, porque yo no encuentro un solo jean que me entre en toda la Ciudad de La Plata. Tiene que ver con una actitud de cómo habitamos los espacios y la historia propia de vida.

Como se observa, en dialogo con personas que están atravesando desigualdades en la cotidianeidad de la vida, el acercamiento genuino es parte de contribuir a mejorar el derecho a una vida digna de ser vivida. Cuando nos preguntamos cómo habita la sociedad una persona que no es una misma, se brinda la posibilidad de dejar de pensar de la manera que lo hacíamos. Florentina nos deja unas cuantas preguntas por si esto último no alcanza para hacer surgir el pensamiento.  ¿Cuándo te enamoraste de una persona gorda?, ¿cuándo anduviste de la mano con una persona gorda?, ¿cuántos talles de ropa hay cuando vas a comprarte?, ¿observas si hay otros talles? Y empezar a develar así los prejuicios y discriminaciones que se reproducen, llegando a la conclusión de que si se tiene miedo de ser gordx es que se está siendo gordofóbicx.


* Periodista, conductora del programa La Marea (Radio Futura – FM 90.5), responsable de la sección Feminismos de Revista Trinchera, editora del portal Luchelatinoamérica y colaboradora de Agencia Timón.
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