Racismo y Militarización en el Wallmapu

Racismo y Militarización en el Wallmapu

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El pueblo mapuche y sus organizaciones no ceden en su derecho de buscar caminos, que le otorguen pleno reconocimiento, como también un camino de autonomía, dentro de lo cual hay organizaciones, grupos y movimientos de este pueblo que trabajan, igualmente, por un objetivo de autodeterminación. En estos días, la situación de conflicto en el Wallmapu[1] ha mostrado el incremento de conductas abiertamente racistas, del tipo supremacista, impulsado por grupos políticos de ultraderecha, paramilitares y grupos de choque armados y financiados por terratenientes de la zona. Decididos, en su lógica, a poner “orden” en la clásica nomenclatura que suelen manejar aquellos que creen tener la hegemonía del poder.

El día 1 de agosto pasado, alentados por dirigentes vinculados al gobierno, como es el caso de la ex candidata a diputada por la UDI Gloria Naveillán; centenares de civiles, armados de piedras, palos, garrotes, bates e incluso armas de fuego, llegaron hasta las municipalidades de Curacautín y Victoria (localidades ubicadas en la IX región de Chile, a unos 700 kilómetros al sur de Santiago, su capital) para desalojar a comuneros mapuches, que habían ocupado las dependencias municipales, en apoyo a la huelga de hambre de una veintena de comuneros, entre ellos el machi Celestino Córdova que ya cumple tres meses de huelga de hambre.  El grupo paramilitar, en Curacautín, no sólo agredió a hombres, mujeres y niños, sino que además, destruyó las instalaciones y quemó vehículos de los comuneros, sin que la policía militarizada chilena actuara, cumpliendo un papel de cómplice de estos delitos de las bandas racistas.

En la ciudad de Victoria, la vocera de la autodenominada organización extremista chilena Agrupación por la paz y Reconciliación en la Araucanía (APRA) Gloria Naveillán, incentivaba el uso de la violencia contra los habitantes de las comunidades mapuches de Las Cardas y Trangol, atrincherados en la Municipalidad de esta ciudad. En pleno toque de queda, en virtud de la decisión gubernamental por la pandemia del Covid 19 y sin que intervinieran las fuerzas policiales, los grupos de choque extremistas, a punta de palos y golpes, desalojaron a los comuneros haciendo realidad el llamado que había efectuado el Ministro del Interior en su visita a la zona y específicamente en la base de la policía militarizada en Pailahueque donde instó a los alcaldes de los municipios ocupados a exigir el desalojo. Esto, a contrapelo incluso, de la propia opinión de los ediles quienes han hecho un llamado al gobierno central a sentarse a conversar con las comunidades.

A la luz de los hechos acontecidos, el recientemente nombrado ministro del Interior, Víctor Pérez Varela, considerado un referente del ala más extrema del ultraderechista Partido Unión Demócrata Independiente (UDI) en su viaje al Wallmapu dio muestras al país de una de las principales misiones, por las cuales el presidente Piñera lo nombró jefe de gabinete: dar el puntapié inicial para catalizar la represión de las comunidades mapuches. Un cometido, que no difiere de una realidad que ha significado, en los últimos años, la realización de cientos de allanamientos, detención de dirigentes, represión extrema, asesinato de comuneros, conformando una zona en estado de sitio permanente. Wallmapu es una tierra ocupada, que unida a la colonización sufrida, primero por los conquistadores españoles y posteriormente los chilenos, busca un camino propio.

La visita del ministro del interior a la región en conflicto, sin juntarse con las autoridades comunales y menos aún con representantes del pueblo mapuche, mostro la típica operación militar de exploración en terreno y visualizar allí la disposición de las fuerzas para esta “guerra” que lleva a cabo el estado contra el pueblo mapuche. Pérez Varela negó la existencia de presos políticos mapuches minimizando lo que sucede en la zona y alentando con ello, las provocaciones y acciones racistas contra los comuneros mapuches.

Es indudable, que en el marco de la crisis social y política que vive Chile, desde el inicio de la  movilizaciones sociales, desde octubre del año 2019, agudizado por la pandemia del Covid 19, se ha generado mayor actividad y reivindicaciones de agrupaciones mapuches que desean modificar el estado actual de prisión de dirigentes y comuneros de sus comunidades originarias, detenidos bajo las más diversas acusaciones y que exigen cambios en las medidas cautelares, como es el cumplir sus condenas en sus comunidades, ejerciendo, de ese modo, lo firmado y ratificado por Chile al amparo del Convenio 169 de la OIT.

Dicho convenio establece que: En la medida en que ello sea compatible con el sistema jurídico nacional y con los derechos humanos internacionalmente reconocidos, deberán respetarse los métodos a los que los pueblos interesados recurren tradicionalmente para la represión de los delitos cometidos por sus miembros. Las autoridades y los tribunales deberán tener en cuenta las costumbres de dichos pueblos para tratar los casos penales. Cuando se impongan sanciones penales, previstas por la legislación general a miembros de dichos pueblos deberán tenerse en cuenta sus características económicas, sociales y culturales. Deberá, además, darse la preferencia a tipos de sanción distintos del encarcelamiento. Por tanto no se exige su libertad como miente el gobierno, sino que se cumpla lo firmado internacionalmente.

El poder político chileno no ha comprendido el mensaje de Naciones Unidas, que considera que la lucha del Pueblo Mapuche no debe ser catalogada de terrorista por parte del Estado Chileno, toda vez que la restitución de sus territorios, el reconocimiento constitucional de los pueblos originarios, el derecho a la autonomía y la libre determinación que reclaman como pueblos, son demandas legítimas, que cuentan con el reconocimiento del organismo internacional. Como también de entidades como la OIT, en la cual Chile firmó e integró al cuerpo normativo interno del país, mediante el decreto Nº 236 de octubre del año 2008, al firmar y ratificar el mencionado Convenio 169 de la OIT.

Independiente de los cargos por los cuales se imputa a los mapuches, actualmente encarcelados, sus acusaciones responden, mayoritariamente, a actividades autonomistas recuperación de tierras y otras, en el marco de ejercer y adquirir, como ha sido la conducta de cientos de entidades, movimientos y pueblos a lo largo de la historia en busca de la conquista de sus derechos. En las acciones de las comunidades mapuches hay un proyecto político detrás, donde se necesita analizar siempre esos objetivos, cuál es la naturaleza por las cuales realizaron sus acciones y que están signadas por la lucha de autodeterminación. No se trata de terroristas ni delincuentes cuando el objetivo es reconocido incluso por el derecho internacional.

Ese poder político chileno sustenta su actuar en base a responder a “exigencia de orden y seguridad” que emana, precisamente, de aquellos que desean seguir usufructuando de las tierras mapuches reclamadas, del negar al otro sus derechos. Para esa labor de “reestablecer el orden jurídico” el poder hegemónico, los grupos supremacistas se valen de grupos paramilitares de ultraderecha con llamados a “defenderse” lo que genera la interrogante respecto a ¿resguardarse de qué, de quienes? Más bien se trata de una victimización clásica de aquellos, que no desean reconocer la necesidad de avanzar por un camino que reconozca a un pueblo originario y sus derechos.

Poder Político, Dinero y Racismo

La ola racista, incluso con el apoyo de personajes como es el multimillonario de origen croata Andrónico Luksic, dotado de empresas nacionales y en el extranjero, con una fortuna estimada en 3 mil millones de dólares, influyente opinólogo y además dueño de medios de comunicación. Este personaje, ha hecho llamados similares a los efectuados por los dirigentes supremacistas y sus grupos de choque de ultraderecha, señalando, frente a los ataques contra los comuneros mapuches, que algunos “ciudadanos han tomado en sus manos la necesidad de reponer orden ante desborde de violencia e incapacidad de autoridad local en Araucanía. Ya no se trata de dialogar ante reivindicaciones del Pueblo Mapuche, es detener a quienes calculadamente llevan esa región a punto de no retorno”. Un aval para el racismo y el supremacismo de los grupos racistas.

El objetivo de este llamado y de las acciones represivas de las fuerzas policiales y los grupos paramilitares es llevar a cabo acciones “ejemplificadoras” destinadas a satisfacer las exigencias de terratenientes, empresas forestales y dirigentes oficialistas y sociales imbuidos de un profundo sentimiento de discriminación, que exigen mano dura, que vociferan a los cuatro vientos que en la denominada región de la Araucanía (Wallmapu)  el estado derecho no existe, que la “indiada” se ha levantado para horror de todos aquellos que gozan de las tierras  usurpadas, que aprovechan los recurso en territorios expoliados a la fuerza o por argucias legales.

El método represivo no es novedoso, ha sido perfeccionado por la policía chilena en sus entrenamientos con unidades policiales colombianas, por ejemplo. Entrenadas a su vez por agentes israelíes, quienes aplican en sus clases lo aprendido y practicado contra el pueblo palestino: represión urbana, detención, torturas, castigos, infiltración, asesinato. Incluso con armamento y métodos de vigilancia proporcionados y enseñados por la entidad sionista El asesinato de Camilo Catrillanca, el 14 de noviembre del año 2018, a manos del llamado Comando Jungla, fue una de las primeras acciones con resultado de muerte por policías entrenados por este dúo de policía antiguerrilla colombiana (de un Estado considerado Narco estado, con protección a paramilitares y acusado en múltiples ocasiones de ejercer terrorismo de Estado) sumado a asesores sionistas contratados por los gobiernos colombianos.

El conflicto y sus complejidades requiere soluciones variadas, que han sido presentadas por el pueblo mapuche a través de sus dirigentes, historiadores y defensores de la causa de este pueblo, entre ellas: pasar de las afirmaciones respecto a que “se tiene una deuda de larga data con el pueblo mapuche” a soluciones concretas. Revertir la intolerancia y eliminar toda práctica de racismo supremacista, no sólo condenándola de palabra sino que aplicar la ley contra la discriminación y los llamados al oído. Se requiere una estructura política moderna, que dé cuenta, no sólo de los derechos de la población indígena sino también de los migrantes y la población de estratos económicos más bajos. Trabajar por un país más justo exige cambios estructurales. Trabajar por una modernización que alcance al conjunto de la población mapuche en todos los ámbitos: culturales, económicos, sociales, políticos.

No es casual que la población del Wallmapu sea uno de los sectores más pobres del país. Avanzar en el reconocimiento del indígena en su condición, en su lengua, como también en su derecho a la autonomía. Concretar el reconocimiento constitucional de los pueblos indígenas. Si la decisión es avanzar hacia una autonomía e incluso un proceso de autodeterminación, afianzar entonces una participación en el mundo político chileno mientras se concreta dicho objetivo. En estos momentos, junto a la necesidad de frenar a los grupos racistas, generar las condiciones que cumplan las disposiciones del Convenio de la OIT, hay que avanzar hacia la transición de un hacia un mundo intercultural, que respete los derechos de los pueblos originarios. Es un imperativo que la sociedad chilena avance hacia esa interculturalidad, el darse un baño necesario y obligatorio de ver de un modo distinto nuestras sociedades y su relación.

No es posible aceptar la violencia, el racismo y menos aún la acción contemplativa del gobierno hacia esta discriminación contra el pueblo mapuche. Menos aún la ejecución de acciones “ejemplificadoras” destinadas a satisfacer las exigencias de terratenientes, empresas forestales y dirigentes oficialistas y sociales imbuidos de un profundo racismo, que exigen mano dura, que vociferan a los cuatro vientos que en la región de la Araucanía, el estado derecho no existe, que la “indiada” se ha levantado para horror de todos aquellos que gozan de las tierras usurpadas, que aprovechan los recurso en territorios expoliados a la fuerza o por argucias legales.

En general y la realidad así lo está demostrando, las organizaciones del pueblo mapuche consideran, que las acciones de represión llevadas a cabo contra sus comunidades, sobre su gente y aquellos que solidarizan con su causa, sobre todo contra aquellas agrupaciones, que los servicios de inteligencia del gobierno y de la policía consideran “comunidades mapuches rebeldes “son parte de una estrategia de intimidación, de paralizar a los mapuches mediante el terror y el miedo, frente a las movilizaciones por la recuperación de tierras. En los últimos años se han realizado cientos de allanamientos y se ha conformado en la zona un estado de sitio permanente. Wallmapu es una tierra ocupada, que unida a la colonización sufrida, primero por los conquistadores españoles y posteriormente los chilenos, busca un camino propio.

Le guste o no le guste a los que niegan al pueblo mapuche su derecho a que le sean restituidos sus territorios ancestrales, que se reconozca constitucionalmente su condición de pueblo originario, el caminar, si así lo deciden hacia una autonomía o una definitiva autodeterminación, que son demandas dadas a conocer por numerosos colectivos mapuches. Esas son reivindicaciones legitimas que Chile debe cumplir. Está la palabra empeñada de integrar esas ideas y derechos al cuerpo normativo del país. En estos años, las puertas que se han abierto para el diálogo para ciertos sectores de las comunidades mapuches son insuficientes. Más aún, los compromisos asumidos suelen quedar en el tintero, olvidados en la burocracia palaciega, donde calmadas las aguas, se vuelve a patear al futuro, una situación que requiere ser solucionada so pena de tener un estado de agitación permanente, necesario hasta cumplir lo que se debe cumplir.

En este artículo de segundopaso.es exponemos una situación, que sin negar las complejidades que el conflicto en la Araucanía tiene para el conjunto de la sociedad y los intereses políticos y económicos que la circundan, presenten un conflicto, con situaciones de violencia imputables a uno y otro bando – con la clara convicción de las diferencias abismales entre una represión ejercida por los órganos del Estado con todo el poder que ello implica y grupos de comuneros más activos, pero de los cuales no podríamos sostener que signifiquen un peligro armado para el Estado chileno y menos para generar el estado de ocupación que vive el Wallmapu. Una realidad en que, afirman juristas y defensores de los derechos humanos, este Estado no puede excusar su rol de garante del bien común y de los derechos de las personas y ese es el gran desafío en la Araucanía o en el Wallmapu, según sea la referencia étnica con que se opine.

Artículo publicado originalmente en segundopaso.es


[1] Wallmapu (país Mapuche) es el nombre con que se conoce a una amplia franja de territorio, en el sur de Chile donde el pueblo mapuche se encuentra afincado mayoritariamente y considerado como propio y diferente al Estado chileno. En una interesante página donde podemos aprender algo de la cultura de la gente de la tierra (que es la castellanización del concepto mapuche) encontré esta definición del wallmapu que es “sin duda, uno de los conceptos más potentes que suenan en el movimiento Mapuche en general. En términos simples, Wallmapu es “todo el territorio Mapuche”: suelo, subsuelo, aire, ríos, Ngen, (S)Rewe, etc. Otro sinónimo que puede encontrarse es el de “País Mapuche”. http://millalikan.blogspot.com/2008/09/el-famoso-wallmapu.html

Pablo Jofré Leal
Pablo Jofré Leal

Periodista y escritor chileno. Analista internacional, Máster en Relaciones Internacionales por la Universidad Complutense de Madrid. especialista en temas de Latinoamérica, Oriente Medio y el Magreb. Es colaborador de varias cadenas de noticias internacionales. Creador de revista digital www.politicaycultura.cl

Un gobierno cuesta abajo en la rodada

Un gobierno cuesta abajo en la rodada

TIEMPO DE LECTURA: 8 min.

Un trance multiplicado en el marco de la pandemia del Covid 19, que ha ayudado a la generación de una masa de desempleados, el cierre de comercios, industrias; y que trae al recuerdo la crisis económica de los años 80 que propició en Chile, junto a demandas por respeto a los derechos humanos, exigencias políticas y económicas, el principio del fin de la dictadura cívico-militar instalada el año 1973 con el Golpe de Estado a Salvador Allende. Un escenario, que en este cuarto lustro del siglo XXI, también nos confirma la ineficiencia de una administración de gobierno, que no ha dado el ancho y que lo obliga a ejecutar su quinto cambio de gabinete en poco más de la mitad de su período.

Al papel jugado por el Covid-19, para plasmar el actual estado de situación de crisis, en los más amplios campos, debemos sumar,como el elemento catalizador, al levantamiento social, iniciado en octubre del año 2019, que en este período de transición epidémica con cuarentenas e imposibilidad de salir a las calles, no hace olvidar a la población, sus más profundas demandas, expresadas hoy en redes sociales y en discursos asumidos por una oposición, que pretende sumarse al carro de esos requerimientos del pueblo chileno.

Reivindicacionesque no se han quedado en reclamos virtuales, sino que han tenido también, episodios de esporádicos estallidos de protestas (principalmente en los sectores más carenciados) que mantienen en alto la pretensión de cambios medulares en el país, sobre todo en los planos sanitarios, políticos, en educación y pensiones. Ello, en camino a forjar una nueva constitución. No hay posibilidades de entender la actual situación, sin encontrar el punto de ignición el mes de octubre del año 2019, en que nuestra sociedad chilena “salió del sueño embrutecedor y echó a andar”

Este levantamiento social mostró, con absoluta claridad, que 30 años de democracia, tras el fin del régimen pinochetista, ha sido simplemente el administrar el modelo político y económico heredado de esa dictadura cívico-militar, que ejerció en Chile un gobierno totalitario entre los años 1973 a 1990. Una dictadura, cuyos componentes civiles, siguen siendo actores relevantes, en la actual etapa de democracia representativa, sin apenas esbozar cambios en su mentalidad y visión de lo que debe ser un país y la manera de enfrentar los retos de democratizar una sociedad que ha cambiado, que refleja nuevas esperanzas, que exige cambios y que ellos sean estructurales en todos los ámbitos.Ya los maquillajes no se aceptarán.

Estos 30 años de democracia han sido una etapa, en que se impuso la llamada política del consenso, entre los actores preponderantes de la escena política nacional representados por un polo de derecha y ultraderecha; enfrentado a otro extremo,que unía a sectores de centro y socialdemócratas. Un escenario de gatopardismo, que no ha sido modificado en esencia, ni con la irrupción, desde hace un lustro a la fecha, de un bloque que despertó ciertas esperanzas de cambios en un sector de la población: el llamado Frente Amplio, que al poco andar demostró, que ese supuesto dinamizar y dar un nuevo aire a la política nacional era simplemente un volador de luces. Un Frente Amplio que entró en la misma dinámica politiquera e inútil de sus colegas, sumergiéndose en la misma forma de hacer política vana y superflua que el resto de la caterva política nacional.

A fines de este mes de julio asistimos a un cambio ministerial de la administración Piñera, que es un reacomodo de piezas, para poder enfrentar un período que requiere, en la visión de la derecha más recalcitrante “mano dura” frente a las exigencias que amenazan el modelo del cual han mamado hasta enriquecerse en forma impúdica sectores políticos, económicos y empresariales del país, junto a altos mandos de la policía uniformada y Fuerzas Armadas. Todos ellos han hecho del Estado una fuente inagotable de prebendas. Ello explica la defensa a ultranza de un modelo de pensiones que favorece a los que administran este dinero,que en forma concreta significan 240 mil millones de dólares en depósitos de millones de trabajadores chilenos, que cotizan para una jubilación que en la mayoría de los casos será misérrima pero seguirá siendo un botín apreciado por los administradores de esos fondos, que son, en esencia, los mismo dueños de la salud, la educación, las empresas, el sistema bancario y financiero del mundo privado.

El Nuevo Ministro de Relaciones Exteriores Andrés Allamand, el vocero de gobierno Jaime Bellolio y el ministro del interior, Víctor Pérez son parte de ese grupo destinado a tratar de mantener los privilegios de los que han gozado cierto sector del país durante décadas. Son estos “ministros del rechazo” los que frente a la derrota en materia de no poder haber frenado la decisión parlamentaria de permitir el retiro de parte de esos fondos para enfrentar la crisis económica, se volcarán ahora de frenar todo intento de cambio constitucional, de nuevas exigencias sociales u otros peligros que enfrentan aquellos que han hecho del país su fuente de riqueza. El reacomodo político de la administración piñerista no desea que la exigencia de una nueva constitución tenga éxito, porque ello implica cambiar el mísero rol de un estado subsidiario a uno que efectivamente proteja a la población.

Es un ajuste en el gobierno de Piñera donde se imponen las visiones políticas más reaccionarias, tanto de Renovación Nacional (RN) como la Unión Demócrata Independiente (UDI) ambos partidos de la derecha y ultraderecha ultramontana. Estableciendo una brida también a aquellos nombres, que pretendían, desde un débil campo del liberalismo, levantar una bandera menos centrada en la defensa a ultranza del modelo, como es el caso del diputado Mario Desbordes, presidente a su vez de RN, que abandona ambos cargos y pasa a dirigir la cartera de Defensa. Una hábil jugada del ala dura del gobierno piñerista, que invisibiliza así cualquier intento de torpedear la nueva agenda de gobierno.

De esta manera artificiosa se postergó, por ahora, el quiebre definitivo de una coalición de gobierno, que en la votación por el retiro del 10%de los fondos previsionales mostró un nivel de fragmentación que hizo temer su estallido interno.Por ello, se ha optado por nombres del ala duro del oficialismo vinculados estrechamente a los resabios del pinochetismo. Una derecha que está dando manotazos de ahogado, que a la hora de discutir sobre cambios estructurales sus contradicciones son evidentes. Y que tanto el nuevo ministro del interior Víctor Pérez como Cristian Monckeberg el nuevo coordinador entre la Moneda y los partidos oficialistas en su cargo de ministro secretario general de Gobierno, tratan de ordenar filas.

Desde el lado de la oposición la fragmentación no es una realidad frente a la cual tengan que mirar para el lado. Una oposición que fustiga los cambios de gobierno,pero poco pueden hacer si acaso la sociedad no se mueve. Una oposición pasmada, inmóvil, sin poder de convocatoria, que en el plano social no ejerce influencia alguna. Alejado de las necesidades y reivindicaciones de la inmensa mayoría de la población. Una oposición que siempre va detrás de las demandas de una sociedad, que es la que ha empujado la reacción de una oposición que permanecía dormida en un letargo cómodo de una ex Nueva Mayoría anquilosada y de un Frente Amplio que le vendió al país una idea de cambio, de una nueva forma de hacer política y sin embargo ha sido más de lo mismo.

El campo político tradicional, ese que día a día lanza sus diatribas en un congreso desprestigiado, nos muestra el mismo tipo de discurso, palabras y conceptos pero sin ser parte de ellas: demandas sociales, necesidad de cambio, escuchar la voluntad el pueblo. Ideas, conceptos que cruzan transversalmente este lenguaje palaciego. Una forma de hacer política que cansa y que se expresa en casi todo el espectro político nacional. Se llama a un diálogo de sordos, entre aquellos que en el gobierno se atrincheran en mantener un modelo profundamente cuestionado y una oposición que busca la manera de posicionarse en la hecatombe política nacional. Buscando salidas a los problemas del país de una forma que no modifique las estructuras del modelo y aquellos que desde la sociedad exigen y trabajan por cambios.

El problema para el gatopardismo radica en que si algo demostró octubre del año 2019 es que aquello que se debe hacer, estará signado por lo que como ciudadanos seamos capaces de exigir. No habría apoyo económico estatal en período de pandemia y su ampliación, no habría posibilidad de este retiro parcial de nuestros fondos previsionales sino constatara el gobierno y la oposición que pende sobre sus cuellos la espada de los cambios enarbolada por un pueblo cansado. Un pueblo que mayoritariamente, tras 47 años de construcción de un modelo de sociedad nos exige hoy cortar la cabeza de esta hiedra que agoniza y a la cual hay que darle el golpe definitivo de la mano de esta ola social que nos inflama.

Como no recordar en este sueño esas palabras hermosas: “Esa ola irá creciendo cada día que pase. Porque esa ola la forman los más mayoritarios en todos los aspectos, los que acumulan con su trabajo las riquezas, crean los valores, hacen andar las ruedas de la historia y que ahora despiertan del largo sueño embrutecedor a que los sometieron. Porque esta gran humanidad ha dicho: «¡Basta!» y ha echado a andar. Y su marcha de gigantes, ya no se detendrá hasta conquistar la verdadera independencia, por la que ya han muerto más de una vez inútilmente…”[1]

Nota publicada originalmente en www.segundopaso.es


Referencias:
[1] Segunda Declaración de La Habana. La Habana, Cuba. 4 febrero del año 1962. Constituye un documento de enorme histórico donde se analizan las raíces históricas que sirven de base a la inevitable revolución de los pueblos de Latinoamérica contra el Imperialismo. Contiene la que quizá es una de las alocuciones más importantes y famosas de Fidel Castro, pronunciadas en la Habana en el año 1962, tras una serie de agresiones contra la revolución y su expulsión del seno de la Organización de Estados Americanos (OEA) cinco días antes en Punta del Este, Uruguay, el 31 de enero del año 1962. https://www.ecured.cu/Segunda_Declaraci%C3%B3n_de_La_Habana


<strong>Pablo Jofré Leal</strong>
Pablo Jofré Leal

Periodista y escritor chileno. Analista internacional, Máster en Relaciones Internacionales por la Universidad Complutense de Madrid. especialista en temas de Latinoamérica, Oriente Medio y el Magreb. Es colaborador de varias cadenas de noticias internacionales. Creador de revista digital www.politicaycultura.cl

Polo Lillo: “La pandemia ha permitido visibilizar la pobreza oculta que tenía este modelo”

Polo Lillo: “La pandemia ha permitido visibilizar la pobreza oculta que tenía este modelo”

TIEMPO DE LECTURA: 3 min.

Dialogamos con el comunicador social y creadores de Señal 3 La Victoria de Chile, Luis Polo Lillo, quien analizó cómo el gobierno de su país ha enfrentado la pandemia del COVID-19.


¿Cuál era la situación general del país previa a la aparición de la pandemia?

Desde octubre del 2019 que la situación del país cambio con el estallido social ya que el Pueblo se cansó de las injusticias y salió a la calle a Luchar por su Dignidad

¿Cómo caracterizarías la actitud del gobierno nacional para enfrentar al COVID-19?

Este gobierno no supo enfrentar el COVID-19, ya que siempre está copiando y copiando mal, porque se basó en la versión de Inglaterra, es decir, infectar a la población por rebaño y todo se salió de control.

¿A qué le atribuís la actitud adoptada por el gobierno?

Porque este es un Gobierno capitalista, donde su mayor preocupación ante todo es salvar las y sus empresas donde tiene inversiones camufladas, por sobre la vida.

¿Qué efectividad consideras que tienen las medidas adoptadas?

 Todas las medidas adoptadas, primeramente son atrasadas y nulas.

¿Cuál ha sido la actitud de la oposición en esta situación? ¿Actuaron con prudencia y colaborando a mejorar o aprovecharon para golpear al gobierno?

La postura de la oposición ha sido poco clara, poco activa y poco eficiente.

¿Cómo repercutió este nuevo escenario en la economía nacional?

Este escenario en la economía nacional repercute en forma negativa, ya que desde el estallido social (18 de octubre 2019), las empresas pequeñas y medianas comenzaron a cerrar o disminuir su productividad y después con el COVID-19 esto definitivamente acrecentó la cesantía, llegando hoy casi al 18%.

¿Cómo repercutió la pandemia en el día a día del pueblo?

La pandemia ha permitido visibilizar la pobreza oculta que tenía este modelo, donde el pueblo en distintos sectores de nuestro país salieron a la calle a exigir alimento.  Esto ha ayudado que los vecinos vuelvan a organizarse y a solidarizar con el otro.

¿Cuál es la percepción en las calles tanto de las medidas como de la situación cotidiana?

El descontento se ve a lo largo y ancho de este país, ya que la gente no tiene miedo de salir a manifestarse con o sin Pandemia.

¿Qué rol están jugando las FFAA en esta particular situación?

Lamentablemente estas FFAA están alineadas a este modelo, para cuidar sus beneficios propios (sueldos, pensiones, salud, etc.)

Más allá de las medidas oficiales ¿Cómo está haciendo el pueblo en general para sobrellevar esta situación?

El pueblo tiene muy claro que debe seguir organizándose y solidarizando, ya sea a través de Ollas Comunes, Acopio de Alimentos y Ropa, y de Asambleas Territoriales, para así acudir en ayuda de los más desamparados, como familias con Covid, cesantes, tercera edad, etc.

¿Cuál es la actitud de los empresarios?

Estos solo se preocupan de cuidar sus intereses y sus bolsillos, aplicando medidas encubierto que los favorezcan.  Primero esta su avaricia y codicia en primera línea.

Del mismo modo, ¿Cómo están actuando los medios de comunicación?

El rol de los grandes medios de comunicación en Chile, tanto en TV, Radio y Prensa Escrita ha sido patético, por consentir a las autoridades y no cuestionar ni las cifras, ni las formas, ni los métodos. Estos han sido complacientes con el gobierno y el empresariado.

¿Cuáles crees que serían las medidas más urgentes que debería adoptar el gobierno en este contexto, entendiendo las particularidades del país?

Primero terminar con estos beneficios parches, que solo solucionan a corto plazo la problemática real de la población.

Una medida podría ser el otorgamiento de créditos blandos a un largo plazo (entre 5 a 10 años), sin intereses a todas las familias, con aval del estado.

Otra medida es el retiro del 10 al 20% de los ahorros de las AFP (Administradoras de Fondos de Pensiones=Ladrones) y que sean repuestas por el Estado.

Entrega inmediata y total de sus ahorros a las personas que tengan en sus cuentas individuales de menos de 15.000 dólares.


Luis Polo Lillo es comunicador Social, uno de los creadores de Señal 3 La Victoria, editor, camarógrafo, entrevistador, antifascista, antiimperialista, anticapitalista, latinoamericanista y Revolucionario en la Lucha contra la Dictadura hasta ahora.

Neoliberalismo: la otra peste en Chile

Neoliberalismo: la otra peste en Chile

TIEMPO DE LECTURA: 7 min.

POR MIRANDA CERDÁ CAMPANO*

En octubre del 2019, el gobierno de Sebastián Piñera debió enfrentar una ola de protestas masivas que se extendió durante meses. Si bien el detonante fue el incremento del precio del pasaje de metro, las demandas sociales de los manifestantes tuvieron un carácter heterogéneo y abarcaban asuntos como el acceso a la salud, a la educación, la reducción de las disparidades de género, lo insuficientes que son los ingresos para la mayoría de la población y el fin del sistema privado de pensiones, entre otros.

De la creciente movilización popular, se desprendió que las inequidades socioeconómicas eran insostenibles, y que además estaban íntimamente relacionadas a las reglas del juego institucionales consagradas en la Constitución Política de Chile, diseñada durante la dictadura, que protegen el statu quo y obstaculizan la adopción de cambios que promuevan una mayor equidad.

En ese sentido, fue tomando fuerza la idea de producir un nuevo texto constitucional, y los principales partidos políticos de gobierno y oposición sellaron un acuerdo mediante el cual se disponía que la ciudadanía chilena iba a poder decidir, mediante un plebiscito a celebrarse el 25 de octubre, si apoyaba o rechazaba la idea de una nueva constitución. 

En esa misma instancia, les chilenes también podrían emitir su voto en torno al mecanismo de redacción de esa nueva constitución, si el resultado fuese positivo. Las dos opciones en este caso, serán si se conforma una convención constitucional compuesta por ciudadanes elegides para ese propósito o una convención mixta que incluya también a un 50% de les legisladores del país.

Pese a que el Gobierno accedió a este acuerdo, los niveles de legitimidad de la gestión de Piñera siguieron cayendo. Hoy, en contexto de pandemia, según un estudio realizado por el Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG), 7 de cada 10 chilenes evalúa negativamente las medidas del Presidente frente a la crisis del coronavirus. 

Respecto a los cambios constitucionales, la misma encuesta asegura que 6 de cada 10 encuestades creen que Chile está viviendo una transformación política, y 9 de cada 10 apuestan por un cambio constitucional: un 61% cree que debería promulgarse una nueva constitución y un 39% aboga por cambios en la actual Carta Magna.

¿El faro político?

La irrupción de la pandemia de coronavirus tuvo lugar en medio de un estallido social de grandes proporciones. Si bien durante enero y febrero habían mermado las movilizaciones iniciadas en octubre, a principios de marzo hubo grandes manifestaciones y ese descontento social volvía a sonar con fuerza. Pero ¡PUM¡ Llegó el Covid-19 y el gobierno y la clase política, que ya exhibían bajísimos niveles de legitimidad, tuvieron que hacerse cargo de una de las crisis sanitarias más importantes de la historia.

Las personas acataron bastante las medidas de distanciamiento social y por lo tanto se depusieron las masivas movilizaciones. De alguna manera, la pandemia vino a darle un poco de aire a un gobierno que se encontraba sofocado por la movilización popular. Pero para el pueblo chileno, el coronavirus aparece como un problema más: ahora tienen dos pestes, la sanitaria y la sistémica. 

Durante los primeros días de marzo, cuando Chile comenzó a registrar casos de Covid-19,  el mandatario aseguró que su gobierno contaba con las herramientas para enfrentar la pandemia, pero en mayo dio marcha atrás y reconoció que “tampoco estaban preparados”. 

Asimismo, Chile fue aplaudido por la comunidad internacional en tanto se constituyó como el país de la región que más testeos realizaba cada millón de habitantes, pero eso nunca le garantizó un buen manejo de la pandemia.

En las últimas 24 horas, Chile registró 6.405 nuevos casos y 96 muertes, y sigue siendo el tercer país de América Latina con más positivos de coronavirus por detrás de Brasil y Perú, aunque su tasa de mortalidad es menor a la de otros países con menos casos como Ecuador y Colombia.

Por otra parte, no se han tomado medidas efectivas para el beneficio de la mayoría de la población en este contexto. De hecho se pidió un préstamo al Fondo Monetario Internacional de 23 mil millones de dólares y hay que resaltar dos cuestiones: primero, que el gobierno de Piñera intentó encubrir el préstamo y salieron a decir que no lo habían pedido; fue el Banco Central el que tuvo que admitir la información, luego de que el FMI lo publicara en su página web; y segundo, que el ministro de Hacienda, Ignacio Briones salió a decir que el préstamo no estaba diseñado para resolver los problemas con el gasto público, por que “no es un préstamo para el gobierno chileno”. ¿Para quién es la guita, entonces? Lo que distintos analistas apuntan es que el préstamo se propone evitar un corte en la cadena de pagos de bancos y grandes empresas.

Es en este sentido que hay una abismal diferencia entre lo que se destina para salvar a las grandes corporaciones, que lo que se dedica para ayudar a los grupos más vulnerabes socialmente, que son los más afectados por la pandemia.

Se han ofrecido planes de asistencia que son insuficientes. También se lanzó una Ley de Protección al Empleo, que evidentemente sirvió para permitir a las empresas despedir trabajadores sin tener que justificarlo o suspender temporalmente los contratos, y el desempleo ha aumentado considerablemente en el último trimestre.

Como si esto fuera poco, sumado a los estragos que está causando el Covid-19, debe añadirse la violencia que ejerce el aparato represivo del régimen neoliberal. La cuarentena obligatoria ha venido como anillo al dedo para imponer un estado de sitio. En este sentido, la bestialidad del modelo se manifiesta con violencia y terrorismo estatal sobre quienes disienten y resisten las políticas económicas y sociales y se han manifestado, respetando el distanciamiento social, en contra del hambre.

De lo que se observa en los barrios populares, se entiende que el hambre no puede ser saciado con una caja de alimentos no perecederos, que es lo que de manera clientelar empieza a distribuir el Gobierno. La crisis sanitaria causada por la pandemia está profundizando las desigualdades económicas y sociales, y los culpables son los que siguen perpetrando este modelo de miseria.

De alguna manera, en su afán por aferrarse al poder y salvar la calamidad neoliberal, el gobierno de Piñera está dispuesto, como lo hace desde aquel 18 de octubre del año pasado, a descargar la barbarie represiva que ha caracterizado históricamente a la derecha. La novedad en este punto tiene que ver con la decisión del Gobierno de dar suma urgencia a un proyecto de ley que modifica la Ley 19.974 sobre el Sistema de Inteligencia del Estado, ya aprobada en el Senado y también en la Comisión de Defensa de la Cámara de Diputados.

Basta con analizar lo que dijo el ministro de Defensa, Alberto Espina, para entender que el objetivo de la iniciativa es reprimir la movilización social: “Si hubiésemos tenido un sistema de inteligencia moderno, los actos de violencia que ocurrieron en el mes de octubre se podrían haber impedido”.

En lugar de pensar políticas sociales y económicas que den respuesta a las causas estructurales de la protesta popular, el Gobierno y parte del Congreso optan, una vez más, por la represión y el debilitamiento de los derechos humanos.

Las más graves modificaciones de la iniciativa del ejecutivo apuntan a centralizar, concentrar y ampliar las atribuciones de los órganos de inteligencia. Con este proyecto, se pretende una concentración del poder incompatible con un sistema que se dice democrático, y se impide la participación de otros órganos y de la sociedad en la definición de las políticas de defensa e inteligencia, que tan profundamente pueden afectar los derechos humanos de la población chilena. 

Básicamente, se diseña un sistema de Inteligencia que liderará Piñera con sus ministros de Defensa e Interior, la Agencia Nacional de Inteligencia, la Policía y las Fuerzas Armadas, sin ningún control de otro poder del Estado y en sesiones secretas. En otras palabras, el Presidente se transforma en el Jefe de la Inteligencia Policial y Militar.

A medida que avanza la pandemia y por extensión, la crisis social, se va confirmando la imperiosa necesidad de masificar el debate en torno al papel del Estado en todos los ámbitos estratégicos de la economía, la seguridad social, la educación y la salud. Que deje de prevalecer el lucro por sobre la vida.


* Chubutense de nacimiento y militante porque no hay mejor manera de transformar el mundo. 
En la escuela le hablaron de la colonización y las guerras. Cuando la militancia le mostró
la historia de las resistencias, empuñó el mejor arma: la pluma.
Luis “Polo” Lillo: “La única salida es que el pueblo se una e ir hacia una Asamblea Constituyente con nuestras propuestas y nuestros propios delegados”

Luis “Polo” Lillo: “La única salida es que el pueblo se una e ir hacia una Asamblea Constituyente con nuestras propuestas y nuestros propios delegados”

TIEMPO DE LECTURA: 7 min.

Dialogamos con el comunicador popular e integrante de la señal audiovisual Señal 3 La Victoria de Chile, Luis “Polo” Lillo, sobre lo que está aconteciendo en el país trasandino ante la masiva movilización de ese pueblo y su pedido de renuncia al presidente Piñera.


¿Polo, Señal 3 es uno de los medios comunitarios más añejos del país verdad?

Señal 3 La Victoria tiene 21 años de existencia como canal comunitario, de manera autónoma e independiente, no recibe dinero del Estado ni de ONG´s. El otro día el Fondo Monetario Internacional –que desangra a los pueblos de América Latina- nos ofreció 500 mil euros. Sabemos que el FMI no regala nada. Nos querían “regalar” esa suma y dijimos que no porque ese organismo es quien desangra a los pueblos del continente, sobre todo a nuestros hermanos argentinos, así que dijimos que no.

También había mineras que nos querían financiar -era mucho dinero- y nuestro canal es antiimperialista y antifascista, por lo que también les dijimos que no. Igualmente tenemos muchos problemas para la compra de equipamiento y otros elementos pero primero está la dignidad de los pueblos y después el dinero. Hemos funcionado 21 años por la solidaridad del pueblo chileno, de chilenos en el extranjero y otra cantidad de compañeros por lo que no vendemos ni hipotecamos nuestra dignidad.

https://www.facebook.com/canal3lavictoria/

¿Qué papel crees que está cumpliendo en este momento donde los medios hegemónicos comunican sesgadamente lo que les conviene y no lo que realmente sería de interés al pueblo chileno?

Desde hace un tiempo atrás, cuando empezó esta situación, empezamos a mostrar la represión del Estado hacia los jóvenes, hacia los niños. Tenemos una entrevista con uno de ellos que fue flagelado y torturado por la policía. Es un joven que está estudiando medicina. Nos hicimos cargo de mostrar la realidad, porque una cosa es lo que dice el Estado en términos de números: 24 muertos, más de 200 jóvenes con la pérdida de su vista, mucha cantidad de mujeres torturadas y violadas, también niñas y niños. Entonces es darle rostro a esos números, eso es lo importante para nosotros.

Nuestras redes sociales se han visto mucho por eso. Estamos haciendo el trabajo que no están haciendo los grandes medios, porque estos te hablan todo el día de los disturbios, de desmanes; más que informar, desinforman. Eso sabemos que pasa en todos lados, como en Argentina con Clarín. Y hoy en día el rol de los medios comunitarios tanto en Chile como en otros países es fundamental.

El otro día Atilio Borón decía que el se ha podido informar a través de las televisiones y redes  comunitarias y de los medios alternativos. Hoy en día, cuando toda la derecha de este país y los grandes medios quieren tapar la verdad es fundamental el desarrollo y la visión de los medios comunitarios porque a nosotros no nos financia nadie y al suceder eso, no nos cooptamos por nadie y tenemos todo el derecho legítimo de decir lo que pensamo y de decir la verdad. Es lo mismo que pasa en Argentina con los medios comunitarios o sociales, donde si no fuera por ellos no se sabrían de muchas verdades que los gobiernos y la represión quieren tapar.


Hoy nos llegaba un documento que expresaba un supuesto acuerdo de los partidos políticos chilenos ¿Cuán real es ese documento? ¿Tiene algún grado de representación política en las inmensas movilizaciones que se ven a diario?

Efectivamente, el viernes a las 3 de la mañana, la clase política entre gallos y medias noches (que es un dicho que se dice en Chile cuando se hacen las cosas ocultas), salen con una Convención Constituyente. Los sectores más ultraderechistas de este país no quisieron poner Asamblea Constituyente, porque no querían que se parezca a Venezuela o a Bolivia y sus Asambleas Constituyentes.

Hubo un acuerdo de la derecha, sectores de la nueva mayoría, el Partido Comunista se retiró, mucha gente del Frente Amplio tampoco firmó este acuerdo, al igual que personas individuales como Giorgio Jackson y Gabriel Boric -que se supone que eran jóvenes progresistas- y que en estos momentos están cooptados por el capital y por George Soros que financia sus campañas políticas.

Hay una Convención Constituyente pero el pueblo en estos momentos está en la calle. Hoy Plaza Italia estaba rodeada rodeada por la policía y no querían que la gente se manifestara, ahí es donde está la represión y la gente manifestándose.

Ayer en la población de La Victoria estuvimos hasta tarde en las manifestaciones en los sectores populares había muchas barricadas, mucha gente en la calle -incluso más que al principio- y eso quiere decir que la gente no está de acuerdo con este acuerdo entre cuatro paredes. Acá le llaman “la cocina”. Había un senador -Andrés Zldívar- que todo lo que se hacía en términos políticos se hacía en su casa y cuando él estaba cocinando, de ahí “la cocina” a todos estos acuerdos espurios que hacen estos políticos que no están a la altura de lo que hoy en día el pueblo necesita.

¿Cómo recibieron la noticia del Golpe de Estado en Bolivia? ¿Qué repercusiones tuvo en Chile?

Para nosotros fue un chazchazo en la cara. Mucha gente, sobre todo en los sectores populares hasta lloró con la noticia. Estuvimos viendo en directo por TeleSur todo lo que estaba pasando, un medio hermano en términos latinoamericanista e internacionalista.

Para nosotros es un desastre en términos de los Golpes de Estado. Se lo dieron a Lula, a Dilma, le querían hacer lo mismo a Cristina en Argentina. Hoy se lo dieron a Evo y hay que prepararse porque ya los Golpes de Estado no son como eran antes (con los militares en las calles). De hecho se dice que a Piñera los militares no lo apoyaron y por eso es que tuvo que seder en varias cosas porque él quería sacar -nuevamente- a los militares a las calles y éstos no quisieron porque querían que se cerraran los campos donde están los milicos en hoteles 5 estrellas donde están cumpliendo cárcel, que los dejaran libres y que echaran a los comunistas de Chile, y si ellos salían a las calles querían salir con balas y no con balas de goma. Para eso Piñera tenía que dar el chipe libre y como les dijo que no, ellos le quitaron el peso.

Es lo que está pasando hoy en día en Latinoamérica y Centro América con los golpes blandos que se van incorporando a medida que va pasando el tiempo. Antes eran golpes con los militares en las calles, hoy es a través de los congresos o a través de los tribunales de justicia.

Los sectores populares nos lamentábamos mucho lo que le pasa al compañero Evo Morales y esperamos que vuelva. Todo 12 tiene un 13. Esperamos que no sea tarde.


Cuando desde Argentina miramos lo que sucede en Chile no vemos que alguien esté interpelando a esas masas, masas que está discutiendo un modelo de país instalado hace más de 30 años ¿Qué salida política tiene este conflicto?

Lo que los medios no muestran es que cuando empezó esto, la gente se empezó a junta y a hacer asambleas populares y a discutir, conocernos y reconocernos, a juntarnos y a tratar de no separarnos más. Esto es fundamental para poder crear una política de acuerdo pero con y desde el pueblo.

Lo que le planteamos a algunas personas del Frente Amplio era que en adelante el pueblo va a tomar las decisiones y las decisiones son: primero, hacer política; segundo, crear nuestras propias propuestas; y tercero, cuando vengan las próximas elecciones elegir nuestros propios candidatos desde la base social. Alguien llegó y dijo “pero eso es comunismo, eso se hace en Cuba” y le dijimos “mira, no sé si se hace o no en Cuba, pero lo que queremos es que el pueblo elija sus delegados directamente; que venga la política hecha desde la base social hacia arriba” y no les gustó lo que les estábamos planteando.

A uno de los primeros encuentros que tuvimos llegaron más de 100 dirigentes sociales y pobladores, que es mucho para gente que hace decenas de años que no se había juntado y hoy en día nos estamos juntando. Ayer había entre 500 y mil personas en la calle donde estábamos. Era mucha gente en términos de la cantidad de años que habían pasado.

La única salida a esto es que el congreso no representa a nadie, esta política entre cuatro paredes no representa a nadie y la única salida que nos queda es estar en la calle, estar manifestándonos y avanzar con el paro nacional y la huelga general para que el día de mañana renuncie Piñera y se pueda llamar a una Asamblea Constituyente ahora. Elegir a nuestros candidatos constituyentes y que esto se resuelva. Tenían que haber llamado a una votación en diciembre para ver si la gente quiere o no una Asamblea Constituyente. La postergaron para marzo del próximo año y de ahí a octubre para la elección de los candidatos. Quieren darle todo el tiempo a este presidente que ha asesinado, que tiene sus manos manchadas con sangre, que ha estado a cargo de toda la policía política, que son personas que andan en auto de civil llevándose presos a jóvenes y niños.

La única salida que nos queda para esto es que el pueblo se una, hacer nuestra propia política, ir hacia una Asamblea Constituyente con nuestras propuestas y elegir nuestros propios delegados y no como lo que están planteando que están pidiendo que haya una Convención con 40% de congresistas, 40% de pueblo y un 20% de técnicos. No estamos de acuerdo con eso. El 100% de la Asamblea Constituyente tiene que estar basada en el pueblo.

Bancando la parada, en Chile

Bancando la parada, en Chile

TIEMPO DE LECTURA: 5 min.

Por Floren Luengo*

Un Chile disidente, revuelto, movilizado y dando claras muestras de que la vida política y social de ese país hermano dice NO: NO a la guerra, NO al neoliberalismo.


Desde el 17 de octubre, el cerco mediático no logró seguir ocultando lo que venía sucediendo en el territorio trasandino. Chile se encuentra en estado de ebullición no sólo por la suba de las tarifas del subterráneo –utilizado por casi tres millones de personas al día y una de las tarifas más caras del mundo-, sino por un sistema político, económico, social y cultural que está en crisis.

Como respuesta al descontento social, el gobierno decidió decretar el Estado de Excepción (viernes 18) y el Toque de Queda (sábado 19) retomando a los manotazos un tiempo de dictadura que desde hace 30 años algunes creían haber dejado atrás. Lo que no ha perdurado en el tiempo, es el miedo que habían instalado para que las personas no reclamen por los derechos humanos.

Foto: @hincapiesimon

Más de 1.200.000 personas marcharon por las calles de Santiago de Chile y en otras ciudades del país, poniendo el cuerpo y gestando una de las movilizaciones más grande de la historia de este país hermano. Las consignas “Deseo y Revolución” “Disidencia en acción” “¡Vamos por todo para todes!”, sintetizan algunas de las demandas de las comunidades LGTBIQ+.

Emilia Schneider (23), primera presidenta trans de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile manifestó que la problemática social excede el tema del transporte público y señaló que “este es un proceso muy relevante para el país y un estallido que lo único que demuestra es que no hemos tenido respuestas justas durante años de movilizaciones, reclamando por la mercantilización de distintos aspectos de nuestras vidas como la salud, la educación, las pensiones o la precarización laboral.”[1]

Por su parte, la Organización Trans Diversidades (OTD) de Chile, se sumó al cese de actividades y a las diferentes y legítimas formas de expresión del descontento social. En un comunicado recientemente publicado expresan que: “desde OTD Chile, rechazamos el toque de queda que deja a muches sin su sustento y repudiamos al Estado de Emergencia decretados por el Presidente Sebastián Piñera. Creemos que la militarización y represión sólo traerá una escalada de violencia y muertes injustificadas que podrían evitarse. Las personas trans en estas situaciones estamos en aún más expuestas a los abusos tanto ciudadanos como militares. Exigimos que se retiren les militares para iniciar un diálogo perdurable.”[2]

La decisión de salir a las calles de forma organizada, ocurrió el pasado miércoles 23 de octubre tras una autoconvocatoria para todas aquellas personas que se autoperciben Lesbianas, Gay, Bisexuales, Trans, Asexuales, Intersex, Queer, No Binaries, Pansexuales y más (LGBTIQ+) de Chile y de otros territorios. Tras varias denuncias de violencia sexual y torturas en el marco de las detenciones y frente a un aparato represivo del Estado expresamente odiante de las diversidades corporales y sexuales, se conformó la Primera Asamblea de Emergencia ante la contingencia nacional.

Foto: Agencia Presentes

Más de 150 personas se congregaron para compartir experiencias durante el Estado de Emergencia y Toque de Queda en Chile, con la intención de evidenciar que la violencia histórica continúa siendo ejercida hacia sus cuerpos y de distintas maneras: amedrentamiento, persecución, secuestro, detención, torturas, abusos sexuales y violaciones correctivas. Elementos propios de la política sexual que es parte de la represión autorizada por Sebastián Piñera, según afirma el comunicado de la OTD.

Cabe destacar que de acuerdo al último reporte entregado por el Instituto Nacional de Derechos Humanos, se ha constatado la detención a nivel nacional de 3.712 personas entre ellas: 404 niños, niñas y adolescentes, 597 mujeres y 2.557 hombres. Por otro lado, dentro de las 138 acciones legales presentadas ante la justicia por violaciones a los derechos humanos, 5 son por homicidio cometidos por agentes del Estado; y 92 por tortura, entre las cuales 18 tienen connotación sexual.

Como también sucedió en Argentina en épocas de dictadura, los edictos policiales fueron la herramienta legal de una política sexual de los cuerpos a modo de normalización el orden social. En el pueblo chileno, la militarización y la represión traen como consecuencia escaladas de violencia y muertes injustificadas.

Las denuncias van desde: recibir insultos y golpes con puños y bates de beisbol a dos mujeres por ser lesbianas; abusos y torturas homofóbicas en 2 comisarías; amenaza de muerte a una pareja gay, así como la brutal agresión que sufrió un estudiante de medicina de manos de Carabineros de la 51 Comisaría de Pedro Aguirre Cerda.

Al mismo tiempo que las personas se organizan en asambleas para acompañarse y no mostrarse solos/as/xs en las calles. Organización que les brinda la posibilidad de hacer oír las demandas históricas de los movimientos de la diversidad sexual: respeto a la identidad e integridad; derechos sociales, sexuales y reproductivos; educación sexual integral, así como una ley integral que permita cupos para estudiar y trabajar, para capacitaciones y reparación por violaciones de derechos humanos. Toda una serie de cuestiones que según dicen, no se solucionan con la Ley de Identidad de Género aprobada en 2018.

Los travesticidios, femicidios, transfemicidios y demás homicidios por la condición de género y/o sexo, son responsabilidad directa del Estado. La decisión política a tomar es si se hacen cargo de la problemática social o no. Dejar librado en las manos de los militares, carabineros, policías, la gorra, los milicos o como quieran llamarlo es sólo dar rienda suelta a la destrucción de aquello que no pretende encajar en el binario, higienista y heterosexual orden social.


* Periodista, conductora del programa La Marea (Radio Futura – FM 90.5), responsable de la sección Feminismos de Revista Trinchera, editora del portal Luchelatinoamérica y colaboradora de Agencia Timón.

Bibliografía:
[1] http://agenciapresentes.org/2019/10/25/emilia-schneider-dirigente-estudiantil-trans-a-las-disidencias-nos-golpea-fuerte-la-privatizacion-y-mercantilizacion-de-la-vida/
[2] https://otdchile.org/comunicado-publico-de-otd-chile/

Protestas en Chile: un gobierno ciego, sordo, inepto e incompetente

Protestas en Chile: un gobierno ciego, sordo, inepto e incompetente

TIEMPO DE LECTURA: 11 min.

Por Pablo Jofré Leal*

La crónica tozudez del presidente chileno Sebastián Piñera, su escasa pericia política y el divorcio absoluto del conglomerado de partidos que lo apoya – pero también la gran parte de la oposición – respecto a dar solución a las reivindicaciones sociales, tienen hoy sumido en crisis al sistema político del país austral.

La peor crisis desde el inicio del proceso democrático tras la derrota de la dictadura militar y que se acrecienta con un gobierno soberbio, inepto e incompetente como el de Piñera, que muestra conductas propias de personas con discapacidad visual y auditiva, pero no mudez. Y cuando esa falta de silencio vocal se propaga con su incontinencia verbal, exhibida y criticada por su propio sector, le suele jugar en contra al sostener que está en guerra contra millones de chilenos que están en la calle. Sumado al coro de ministros, voceros y parlamentarios, que tratan infructuosamente de defender una obra inexistente, una empresa que jamás se ha concretado, sólo parafernalia.

La Juventud señala el camino

Estas semanas han sido la muestra absoluta del divorcio y agotamiento de una forma de hacer política bajo una práctica instalada por todos los partidos, que han sido parte de los diversos gobiernos del duopolio instalado en el país desde el año 1990. Un duopolio que ha creído que el país era una empresa y bastaba el ejercicio del directorio para que las medidas que se tomaban se llevaran a cabo por una población servil, una sociedad de borregos que agachaba el lomo en forma indigna.Una sociedad que soportaba burla tras burla de ministros que creen que los ciudadanos son empleados de algunas de sus empresas. Una sociedad, que de la mano de la clásica y sana rebeldía y coraje de la juventud le dijo ¡no más! al gobierno cuando quiso alzar las tarifas del metro de Santiago (el ferrocarril subterráneo con una de las tarifas más caras del mundo) que es utilizado por cerca de tres millones de chilenos cada día.

Una respuesta lógica cuando el Ministro de Economía Juan Andrés Fontaine señaló ante esta subida “El que madrugue será ayudado, de manera que alguien que sale más temprano y toma el metro a las 7 de la mañana tiene la posibilidad de una tarifa más baja que la de hoy”. No contento con ello el Ministro de Hacienda Felipe Larraín sostuvo, ante las críticas al aumento de los precios de bienes y servicios básicos ““Para los románticos (…) que las flores han tenido un descenso en su precio: Así que los que quieran regalar flores en este mes, las flores han caído un 3,6%”.

Esa juventud, principalmente estudiantes secundarios comenzaron a evadir el pago de este medio de transporte generando una ola de imitaciones a lo largo de todas las líneas del metro, sacando a la policía militarizada a la calle, con declaraciones del gobierno tratando de delincuentes a esta juventud y definiendo, finalmente, el jueves 17 de octubre cerrar las estaciones del metro dejando a decenas de miles de personas sin forma de llegar a sus casas, que comenzó a exteriorizar lo que estaba latente: rabia, indignación, impotencia que explotó en millones de gritos.

Fue el comienzo de una jornada que lleva ya cinco días de manifestaciones, de irritación, de indignación que se acrecentó con el nuevo desatino del gobierno de decretar primero: ley de seguridad interior del Estado, el viernes 18 Estado de Excepción y el sábado 19 de octubre declara Toque de Queda, como no se había vivido desde la dictadura militar. Es decir, 30 años en la cual el país vivió sin tener presente esta medida extrema y lógicamente con una juventud nacida posterior a ella, que increpa a los uniformados porque se trata de una juventud nacida en democracia, con todas sus imperfecciones y que exige su derecho a manifestarse a denunciar lo que considera abusos por parte de la autoridad y que les toca directamente como es el tema de la educación. Una juventud que visualiza en sus propias casas los efectos de un “milagro económico” chileno que sólo ha dado bienestar a una parte pequeña de la población. Jóvenes que perciben un futuro gris. Según el último Informe llamado Panorama Social de América Latina elaborado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), el 1% con más ingresos en el país posee el 26,5%, mientras que el 50% de los hogares de menores ingresos accedió solo al 2,1% de la riqueza neta del país

El gobierno del presidente Sebastián Piñera Echeñique ha hecho oídos sordos al clamor ciudadano, que va más allá de terminar con el alza del transporte, sino que se adentra en reivindicaciones destinadas a cambiar la estructura del modelo: reforma tributaria que deje de favorecer a los más ricos del país, trabajar por un sistema de pensiones que no deje a la capitalización individual la jubilación de los chilenos y chilenas. Una educación donde la equidad sea el fundamento y no aquella donde siga privilegiando a un sector mínimo de la población. Un sector de salud donde no exista un servicio para ricos y una para pobres donde sólo el año 2018 han muerto 26.700 mil chilenos y chilenas por no poder concretar una operación. Millones que no tienen acceso a especialistas, a fármacos, a un tratamiento completo que mejoren sus expectativas de vida.

Las manifestaciones que se están dando, unida a acciones de saqueos y delincuencia en múltiples ciudades del país austral, es la muestra del ocaso de un modelo político-económico que ya no da ancho, que se ha agotado, que no tiene bases, no hay sustento ideológico, moral ni político para seguir manteniendo en pie este arquetipo denominado neoliberal. Realidad reconocida incluso por personeros de la propia derecha como el Ex Alcalde de Puente Alto y ex candidato presidencial Manuel José Ossandón quien llama a crear una “derecha social” e incluso formar un gobierno de consenso “Mí sector está tomando esto como un tema solo de delincuencia, un tema de violencia, es de violencia y hay delincuencia, pero esto tiene causas, y si no queremos reconocer las causas esto no se va arreglar. Hay demandas sociales que hay que atender”. Bien sabe esa derecha más “liberal” que es posible que pierda el enorme botín que significa el Estado.

Piñera y su incompetencia

Piñera no quiere reconocer las causas, el multimillonario empresario devenido por segunda vez presidente de Chile sostuvo,el día domingo 20 de octubre, en un punto de prensa en la Guarnición Militar de Santiago, la capital chilena “ “Estamos en guerra contra un enemigo poderoso, implacable, que no respeta a nada ni a nadie y que está dispuesto a usar la violencia y la delincuencia sin ningún límite” la pregunta que surge es ¿Quién es ese enemigo poderoso e implacable del cual habla Piñera, que no respeta a nadie ni a nada? ¿Será acaso que el próximo paso sea acusar públicamente a Venezuela y su presidente Nicolás Maduro? O tal vez a Cuba, a Evo Morales? Aunque parezca risible, dichas teorías han salido de las huestes más radicales de la derecha en las reuniones sostenidas por este conglomerado para tratar de contrarrestar las movilizaciones que tienen a su gobierno contra las cuerdas.El único resultado del mensaje de Piñera fue asimilar sus palabras a las pronunciadas por el fallecido Dictador Augusto Pinochet.

Lo señalado muestra la rotunda discrepancia, la escasa noción de realidad que tiene el gobierno frente a lo que sucede en el país. El segundo mandato de la derecha y la ultraderecha en Chile ha mostrado que las frases huecas, sin fondo social, alejada de aquellas preocupaciones y necesidades de la población son su respuesta frente a las demandas ciudadanas. Y se ha mantenido así durante 29 años de democracia formal hasta que la sociedad dice ¡basta!  Y explota indignada y sale a las calles a exigir sus derechos a exhibir la vergüenza propia escondida tras el velo del consumo, del letargo político avalado por una casta política, en común unión con empresarios, grupos económicos y medios de información, que han gozado de todas las prebendas que un sistema como el que rige Chile puede proporcionar.

Una casta política que en estas protestas ha sido dejada a la vera del camino, imposibilitada de asumir un papel de liderazgo porque la población, mayoritariamente no confía en ella. No deposita su confianza en parlamentarios, en empresarios, grupos económicos, ministros, instituciones del estado como aquellas, que hasta hace poco tiempo representaban el escalón más alto en el aprecio ciudadano y la confianza en ellos, específicamente carabineros de chileno. Cuerpo militarizado, que a la luz de una enorme corrupción interna, sobre todo de sus altos mandos minó esa confianza hasta convertirla en un remedo de protección ciudadana.

La población nos les perdona el robo, los miles de millones de pesos esquilmados el Estado para enriquecer a la alta oficialidad mientras el cuerpo de suboficiales y rangos menores debe salir a la calle y recibir el desprecio ciudadano. Esa institución requiere ser cambiada estructuralmente. Misma impresión que se tiene respecto al Ejército de Chile involucrado en multimillonarios escándalos de corrupción vinculado a facturas duplicadas, robo de recursos por parte de algunos Comandantes en Jefe y pago de comisiones fraudulentas en la compra de material militar. Es este Ejército el que saca a sus miembros a la calle a apoyar el trabajo de vigilancia de la policía uniformada.

El país vive situaciones que debilitan la convivencia social, que afectan la vida diaria, que implican la muerte de personas, ya sea a manos de agentes del Estado, que han salido a controlar estas movilizaciones como también muertes debidos a acciones de saqueo que han terminado con incendios de los establecimientos sujetos a esos actos delictivos. Según las autoridades se contabilizaron 15 muertos hasta el lunes 21 de octubre – cuatro de las cuales atribuidas a la acción de patrullas militares – . La destrucción y daños de decenas de estaciones del metro de Santiago, seis trenes, cuantificado en una cifra superior a los 200 millones de dólares. Destrucción de mobiliario público: semáforos, plazas, paraderos del sistema de transporte, rejas, calles, luminarias.

El gobierno responde con fuerte represión a las demandas de la población, aquella que se manifiesta mayoritaria y pacíficamente en función de sus reivindicaciones pero, actúa en forma hasta benevolente con aquellos que han saqueado comercios, grandes, pequeños, cadenas de supermercados, tiendas de ropa, electrodomésticos en las principales ciudades del país. Es una dicotomía peligrosa pues se reprime la manifestación por mejores condiciones de vida y se hizo vista gorda, por varios días, a la represión de los elementos que claramente ocasionan daños. La pregunta que surge frente a esto. ¿Por qué? ¿Por qué se pretende exacerbar el clima de peligro, enfrentar a chilenos contra chilenos? Esto, porque estamos siendo testigos que parte de la población armadas de palos y objetos contundentes defiende lo que denomina sus bienes e incluso aquellos, que no siendo suyos, consideran son parte de sus derechos como ciudadanos: acceso a comprar sin tener impedimentos e incluso limitar el tránsito por el entorno donde habitan.

Da la impresión que la derecha más belicista dentro del gobierno de Sebastián Piñera quiere entrar en una dinámica de guerra, de levantar un enemigo interno, incluso asignar responsabilidad en los hechos de violencia que se han dado a la influencia del gobierno de Venezuela o “poderoso enemigos” repetido hasta el hartazgo por la derecha chilena sin dar prueba alguna de esto, hace sospechar que ciertas mentes termocéfalas, al interior del grupo gobernante,quiere concretar un golpe blando. Idea nada descabellada si siguen los días manifestaciones, saqueos e incertidumbre ¿Piñera habla de un nuevo pacto social pero con quién? ¿Con los mismos que nos han llevado a este sistema inequitativo? No hay posibilidad de cambio en el país si se sigue pensando que el cambio es el gatopardismo frustrante y traicionero, el lampedusiano “el cambiar todo para que nade cambie”.

Es por esto, que las movilizaciones que sacuden Chile han pasado de la lógica etapa reivindicativa de no más alzas en los servicios de transporte a un político y concreto ¡Fuera Piñera ¡generando con ello un efecto político de envergadura, que no se saldará con el hecho que Piñera lance al altar del sacrificio a algún ministro o un funcionario de alto nivel. O que llame a un consenso social con quienes generan desconfianza en la sociedad. Piñera ha quedado en el viejo régimen de creer que todo se soluciona entre el presidente del Senado, de la Cámara de Diputados, el presidente de la corte Suprema y la figura presidencial. Eso es parte de la vieja política, la que ha muerto en los fuegos de las múltiples fogatas que se han encendido en Chile.

Las palabras de Piñera al país en la noche del lunes 21 de octubre mostraron que las esperanzas de cambio serán vanas. Nuevamente centró sus palabras en el tema de la violencia. Acusando a desconocidas organizaciones de ser responsables de la violencia con medios y recursos gigantescos. La referencia de Piñera al dolor que le causaba los hechos de violencia en Chile es meramente económica. No hay en sus palabras ideas de futuro, de cómo aumentar nuestras expectativas, como ser más competitivos como país en correlación con un cambio socioeconómico que permita pensar en remuneraciones justas, en acceso a servicios que son derechos básicos, a pensar en nuestras jubilaciones como lo que su palabra indica “júbilo”. A soñar por un país más justo, competitivo, con alta productividad pero con una población mayoritariamente satisfecha de su nivel de vida. Nada de eso hay en las palabras de Piñera.

Nada de eso hay en las próximas conversaciones entre la casta política. Quiere avanzar hacia un acuerdo social para encontrar mejores soluciones pero el temor, en base a 29 años de experiencias políticas traumáticas, es que todo quede en meras promesas y la triada entre políticos-grupos económicos y el sostén ideológico comunicacional haga estéril todo esfuerzo de mejora. Ello, hasta volver a salir a la calle pero ahora sin freno alguno. Las palabras finales de Piñera en sus palabras al país recordaron un referente que no puede ser emulado, signando la incompetencia y la ineptitud de un gobierno que debe encomendarse a la divinidad. Piñera se despidió del país afirmando el “Dios bendiga a Chile” rogativa que Piñera y su gobierno tendrán que repetir como un mantra, frente a los próximos eventos internacionales a celebrarse en el país: la XXV Conferencia sobre Cambio Climático de la ONU (COP 25) a fines de noviembre próximo y la Cumbre de la APEC cuya Cumbre de Líderes se efectuará los días 16 y 17 de noviembre.


Periodista y escritor chileno. Analista internacional, Master en Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense de Madrid. Especialista en temas principalmente de Latinoamérica, Oriente Medio y el Magreb. Es colaborador de varias cadenas de noticias internacionales. Creador de revista digital www.politicaycultura.cl
El oasis y la sequía

El oasis y la sequía

TIEMPO DE LECTURA: 3 min.

Por José Miguel Urzua*

Estudiantes chilenos movilizados contra las medidas de ajuste de Sebastián Piñeira

Recientemente en el periódico británico Financial Times (17-10-19), el presidente de Chile, Sebastián Piñera afirmó que el país era un oasis sudamericano respecto de la situación de otros estados del vecindario sumidos en lo que definió como populismo, demagogia y crisis política. Afirmó que en Chile había democracia estable, empleo, mejora creciente en los salarios y equilibrio macroeconómico. Concluyó con la disposición de “hacer todo” para evitar que ocurriera lo que está pasando con los países vecinos.

Por otro lado, el país sufre la peor crisis hídrica, con el invierno más seco (comúnmente lluvioso) desde hace 60 años. Esta situación ha llevado al gobierno a declarar emergencia agrícola en varias regiones y 17 comunas de la Región Metropolitana. Diferentes luchadores/as de organizaciones de defensa del agua, han declarado que esta crisis se amplifica a partir del carácter mercantil de la transacción de la propiedad del agua, consignado en el código de aguas de 1981 (promulgado en dictadura), el cual es defendido férreamente por las patronales agrícolas y forestales. Según datos de CNN para 2030, el 57% del consumo de agua estará destinado a la industria forestal y el 37% para la agricultura. Solamente el 2% para agua potable.

Este 18 de octubre ocurrieron diversos hechos espontáneos de manifestación social, convocados un día antes en las redes sociales, impulsados por los/as estudiantes, orientados a evasiones masivas en el pago del metro, y que continuaron durante el día con la destrucción de varias estaciones de este medio de transporte, saqueos, barricadas y cacerolazos en distintos puntos de la capital.

La convocatoria tuvo eco en la población a partir del alza del pasaje del metro, sin embargo, podría atribuirse al encadenamiento de diversos hechos que encolerizan a la población: la impunidad de varios ejecutivos de empresas involucrados en evasión de impuestos, corrupción en Carabineros y las Fuerzas Armadas, perdonazos tributarios a grandes empresas, las pingües ganancias de las administradoras privadas de las pensiones (AFP`s) y la salud (Isapres), colusiones empresariales para la fijación de precios  en mercancías de consumo básico,  represión policial al pueblo mapuche, zonas de sacrificio ambiental, crisis sanitaria en el sistema público de hospitales, la desidia y altos emolumentos de los/as parlamentarios/as, abandono de la educación pública, innecesario involucramiento gubernamental en la crisis política de otros países sudamericanos, alto endeudamiento de la personas, bajos salarios, desigualdad social, alzas en el pago de la luz eléctrica y la impericia política del presidente y sus ministros/as respecto de declaraciones inoportunas hechas para suavizar los hechos descritos, logrando un efecto contrario al esperado.

La interpretación que hacen las autoridades es errónea pues conciben a estos hechos como meramente delictuales, invocando la Ley de Seguridad Interior y el Estado de Emergencia. Mediante estas medidas son los militares lo que controlan el orden público en una circunstancia no provocada por un fenómeno de origen natural como los terremotos, algo inédito en este período postdictatorial. 

El primer recuento después de las protestas en Santiago son 41 estaciones de Metro quemadas y/o destruidas y 308 personas detenidas. Hay también, 56 policías heridos, 49 vehículos policiales con daños y 11 civiles constataron daños.

Sin duda, estos hechos dan cuenta que el oasis tiene una crisis no solamente hídrica, sino social, política, económica e institucional.


* Dr. en Antropología chileno
“La historia es nuestra y la hacen los pueblos”

“La historia es nuestra y la hacen los pueblos”

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Por Miranda Cerdá Campano*

A 46 años del Golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973, resulta aleccionador volver sobre la intervención norteamericana en el continente y entender que muchos de los adherentes a la dictadura y el proyecto político de Augusto Pinochet y sus amigos de Washington, hoy pertenecen al gobierno de Sebastián Piñera.

Septiembre con S de Salvador

Después del triunfo de la Revolución Cubana, América Latina y el Caribe se convirtieron en un campo de batalla política y militar entre el imperialismo yanqui, aliado a las derechas locales, y las resistencias populares. El de Chile fue un caso emblemático. Allí la izquierda tenía una rica tradición de lucha, contaba con un movimiento obrero combativo y había tenido éxito en los últimos procesos electorales.

El 4 de septiembre de 1970, Salvador Allende alcanzó la primera mayoría en las elecciones generales celebradas en Chile. La vía chilena al socialismo legó múltiples hitos para la historia. El programa de Allende propuso la construcción de una economía estatal planificada que se concretó en actos como la nacionalización del cobre y la expropiación o compra de acciones que le permitieron un control del 80 por ciento de las industrias y algunos bancos. La ansiada reforma agraria posibilitó la expropiación de unos 4400 predios y se ampliaron derechos sustanciales en salud y educación.

Como se ha demostrado por los propios documentos desclasificados de la CIA, la agencia operaba en contra de la candidatura de Allende desde 1964 y en las elecciones de septiembre del ‘70, canalizaron 350 mil dólares para la campaña del derechista Jorge Alessandri, además de invertir cerca de un millón para manipular el resultado electoral. El 24 de octubre, el pleno del Congreso, de acuerdo con la Constitución, debía elegir entre las dos mayorías más altas.

El presidente yanqui por aquel entonces, Richard Nixon, ordenó evitar que el socialismo asumiera la presidencia y la CIA concibió dos posibles planes. El primero consistía en que el Congreso eligiera a Alessandri y este renunciara para convocar a nuevas elecciones donde toda la derecha apoyaría a Eduardo Frei, hombre de confianza de Washington. Pero el plan fracasó porque Allende y Tomic habían acordado previamente que uno reconocería la victoria del otro si la diferencia superaba los 5 mil sufragios y así fue. El segundo plan contemplaba crear un clima de inestabilidad política para propiciar una intervención militar y la anulación de las elecciones. Encargado por la CIA, el general Roberto Viaux debía secuestrar y ocultar a René Schneider, general constitucionalista y jefe del ejército, pero este se defendió, fue herido y falleció dos días después, el 25 de octubre. El día anterior, Allende fue electo por el Congreso con 195 votos a favor.

La experiencia de tres años de gobierno de la Unidad Popular sacudió a propios y ajenos. El proceso, vital para la historia latinoamericana, incluso contó con una visita de lujo: Fidel Castro llegó en noviembre de 1971 a Chile y permaneció allí 23 días para conocer de primera mano el socialismo conquistado a través de las urnas.

Allende fue un socialista sin renuncias, un antiimperialista sin concesiones y conmovió América Latina, dejando sentadas las bases de aquellos cimientos forjados a principios de siglo. Las experiencias de Venezuela con Hugo Chávez, de Ecuador con Rafael Correa y de Bolivia con Evo Morales, donde se recuperaron los recursos naturales, tienen en el gobierno de Allende, un luminoso precedente en la nacionalización de la gran minería del cobre en manos de oligopolios yanquis, en la nacionalización de la banca y la expropiación de los principales conglomerados industriales.

La herencia de Pinochet y las derechas en América Latina

La visita de Fidel acrecentó la voracidad golpista de Washington. El 11 de septiembre de 1973, Salvador Allende, el líder de esa revolución pacífica resistió hasta la muerte el asedio imperialista. Su proyecto no logró ser comprendido cabalmente por los mismos partidos que conformaban la Unidad Popular y su soledad intelectual fue siendo cada vez más patente en un escenario donde la polarización de la sociedad era vertiginosa, y su lógico final se anunciaba como epílogo inevitable de un país dividido por el odio y la intolerancia. A pesar de su inteligencia y experiencia, y aunque fue advertido por amigos del proceso, Allende no pudo admitir la posibilidad de una ruptura por la vía militar. Su ciega confianza en las instituciones y en la ética política le imposibilitaron pensar que las Fuerzas Armadas traicionarían sus funciones.

Durante el golpe de Estado, Augusto Pinochet ocupó el puesto de mando número uno e impartió desde allí las órdenes. Su dictadura dejó más de 44 mil víctimas, entre ellas 3216 muertos de los cuales 1185 fueron detenidos desaparecidos y 33 mil detenidos y torturados. Pinochet eliminó el sistema de seguridad social, impuso un Plan Laboral cuyo propósito fue despolitizar a los sindicatos y eliminar la correa de trasmisión entre negociación colectiva y distribución del ingreso; devolvió el control del sector forestal y la pesca a las empresas del sector privado, lo que significó, en varios casos, la expulsión de comunidades rurales e indígenas, la degradación y erosión de suelos, la disminución de los cauces de agua y la contaminación a gran escala; privatizó la salud y la educación y desnacionalizó el cobre, renunciando a la soberanía sobre los recursos naturales; y traspasó los derechos de las hectáreas recuperadas por los mapuches a dominios privados.

La reducción al mínimo del rol del Estado, la represión a estudiantes, docentes, organizaciones sociales y pueblos indígenas que mantienen la lucha por sus tierras, la libertad empresarial a ultranza merced de la desregulación y el gasto social prácticamente nulo, son algunas de las medidas que hoy, a 46 años del golpe, continúan implementándose en consonancia con los designios de Washington.

Las dictaduras del Cono Sur abrieron un abismo de sangre en las sociedades latinoamericanas de fines del siglo pasado, pero se proyectan aún en nuestro tiempo. Regímenes perversos, como el de Alberto Fujimori y administraciones como las de Carlos Andrés Pérez en Venezuela o Álvaro Uribe en Colombia fueron el preámbulo de gobiernos repudiables como los de Jair Bolsonaro, Piñera o Iván Duque.

A casi medio siglo de la gran jornada que iniciara Chile de la mano de Salvador Allende, es importante no bajar la guardia ante tan perverso e incorregible enemigo, cualesquiera sean sus gestos, retóricas o personajes que lo representen. Aquellos que pisan la Casa Blanca en busca de apoyo diplomático, blindaje mediático, dinero o armas para derrocar a sus gobiernos, jamás tendrán un lugar en la historia viva de sus tierras. “El león es sanguinario en toda generación”, cantaba Violeta Parra y está claro: el imperio no cambia.


*Periodista especializada en Sudamérica, redactora de Revista Trinchera y columnista del programa Marcha de Gigantes (AM 1390 Radio Universidad Nacional de La Plata) y colaboradora de Agencia Timón
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