Desde el final de la guerra civil en 2009 que la isla asiática de Sri Lanka no sufría una tremenda crisis social, económica y política de gran magnitud. La renuncia de Gotabaya Rajapaksa, un ex presidente controvertido. En este mes de julio debió enfrentar una severa crisis económica en Sri Lanka. Hubo marchas de protesta a gran escala. Al aumentar los disturbios en la capital, Colombo, los manifestantes tomaron el palacio presidencial el 9 de julio pasado exigiendo que Rajapaksa deje el cargo. Y se rajó hacia las islas Maldivas el 13 de julio dejando al país en una gran crisis.
Ranil Wickremesinghe se convirtió en el nuevo presidente en funciones el viernes 15 de julio pasado. Pero siguieron las marchas populares para reclamar ahora la dimisión de Wickremesinghe. Algunos manifestantes han quemado sus retratos. Hay un clima en Sri Lanka de que “se vayan todos”. La gente sigue movilizada y se teme que se recrudezca la disputa interétnica histórica entre los tamiles hindúes del norte y los budistas cingaleses del centro y sur de la isla. Wickremesinghe, asustado y sin poca maniobra, decreta un “estado de emergencia” en el país este lunes 18 de julio, pero las fuerzas de seguridad ya no saben cómo frenar la pueblada.
Al nuevo mandatario interino Rajapaksa le dejó un hierro caliente en la mano. O una granada a punto de estallar (otra vez). Sri Lanka se ha quedado sin dinero para pagar importaciones de productos básicos como comida, fertilizante, medicamentos y combustible para sus 22 millones de personas. Su rápido declive económico ha sido aún más impactante porque antes de la crisis, la economía estaba en crecimiento con una creciente y acomodada clase media. La isla también ha pedido ayuda al Fondo Monetario Internacional (FMI) y otros acreedores, pero las autoridades han dicho que sus finanzas están en tan mal estado que incluso obtener un rescate resulta difícil. Sin salida. Fueron 100 días de protestas contra Rajapaksa. Los manifestantes acusan a Rajapaksa y a su importante familia de políticos de desviar dinero de las arcas del estado y acelerar el colapso económico con su mala gestión. La familia ha negado las acusaciones de corrupción, aunque Rajapaksa ha reconocido que algunas de sus medidas contribuyeron al colapso. Rajapaksa se fue para las islas Maldivas, para luego huir a Singapur el 15 de julio pasado.

El FMI ya dio su opinión al respecto. Señaló que Sri Lanka es una señal de que otras naciones pueden caer en este caos. La guerra en Ucrania parece haberlo complicado todo.
“Los países con altos niveles de deuda y un espacio político limitado enfrentarán presiones adicionales. No hay que ver muy lejos, Sri Lanka es una señal de advertencia”, dijo el sábado la directora del FMI, la tecnócrata y anticomunista búlgara Kristalina Georgieva.
Todo es un cúmulo de crisis económica y financiera que afecta a las clases obreras y rurales bajas de Sri Lanka. La inflación se ha disparado alrededor del 50%, con los precios de los alimentos un 80% más altos que hace un año. Este año, la moneda local, la rupia de Sri Lanka, ha perdido valor frente al dólar estadounidense y otras monedas mundiales importantes. Se derrumbó todo. Hasta hay alarmas por “corralitos” al estilo 2001 en Argentina.
Como el caso argentino de la era de la dictadura cívico-militar-eclesiástica y la del menemato, a lo largo de los años, Sri Lanka había acumulado una gran cantidad de deuda. El mes pasado, se convirtió en el primer país de la región del Sur de Asia en dejar de pagar la deuda externa en 20 años.
Los analistas financieros tanto occidentales como asiáticos ven que lo de Sri Lanka se puede repetir en países de Asia con graves crisis institucionales y de acumuladas deudas. Pakistán sufrió un golpismo filoyanqui en abril de 2022 que derrocó al premier Imran Khan, dejando al sumiso filo-occidental Shehbaz Sharif. Al igual que Sri Lanka, Pakistán también enfrenta bajas reservas de divisas, que se han reducido casi a la mitad desde agosto del año pasado. Es que Estados Unidos obligó al nuevo régimen a pagar sus deudas y dejar de ser financiado por los rusos y los chinos. Todo un macabro juego de ajedrez en el contexto actual tenso.

Pero otras naciones se ven en peligro de que le estalle todo por los aires en Asia: Maldivas, Bangladesh, Laos, Bután y Nepal. Todos endeudados y en el equilibrio de elegir entre Occidente o China. Algunos estudiosos de las finanzas son más osados y ven que el espejo de Sri Lanka se repita en naciones latinoamericanas, con fuertes compromiso de deuda externa como Argentina, Panamá o Guatemala.
No es un buen año para países de economías capitalistas muy frágiles. Mucho menos para aquellas naciones que tienen la soga del FMI. Y la gente se cansa y sale a las calles. Y puede cambiar el rumbo de la historia. Los gobiernos que le hacen caso a los mercados, aquí o en Sri Lanka, pueden terminar muy mal. Los pueblos decidirán sus destinos y seguro pidiendo que esos mercados dejen de joderle la vida a la gante.