El primer informe sobre “Incumplimiento de la obligación alimentaria” en la provincia de Buenos Aires, indica que el 66,5% de las mujeres encuestadas no reciben obligaciones alimentarias o lo hacen eventualmente.
Por primera vez, una investigación en la que fueron encuestadas más de seis mil mujeres de los 135 municipios y medio centenar de informantes claves, reflejó la dificultad que enfrentan las mujeres para recibir la cuota alimentaria por hijes en común que deben pagar sus exparejas. La ministra de Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual bonaerense, Estela Díaz, presentó los resultados del mapeo junto con un paquete de 35 recomendaciones para enfrentar el problema, y destacó que afecta “de forma desproporcionada a las mujeres”.
El informe sobre “Incumplimiento de la obligación alimentaria” indica que el 66,5% de las mujeres separadas encuestadas se encuentran en esa situación, es decir, casi siete de cada 10 no reciben obligación alimentaria o sólo la percibe eventualmente. La fotografía bonaerense es una muestra de las complicaciones que afrontan las mujeres en todo el país y que tiene como consecuencia directa la feminización e infantilización de la pobreza. También se resalta que la situación se agravó durante la pandemia y constituye una forma de violencia económica de género.
Además, el relevamiento muestra que el 51,2% de las entrevistadas no percibe ningún tipo de aporte por parte del progenitor de sus hijes. Dentro del 41.2% que reciben el dinero, un 24,9% mencionó que es de manera regular y un 15,3% irregular. Solo el 7,9% dijo que el progenitor cumple con sus obligaciones alimentarias a través de la cobertura de gastos y necesidades de manera directa.
De esta manera solo un 10% de las mujeres percibe un aporte suficiente para cubrir todos los gastos y necesidades de sus hijes. El 90% restante recurre a diferentes estrategias para llegar a fin de mes, como aumentar las horas de trabajo o, incluso, endeudarse. Al respecto, el informe sostiene: “Implica un costo alto para sus condiciones de vida y las del hogar. Principalmente para las mujeres trabajadoras y de sectores populares, esto significa incrementar los niveles de dependencia de otras redes, tanto económicas como de cuidado”.
De ese total, el 44% depende de dinero prestado, de familiares, bancos o financieras. Así, el incumplimiento de la obligación alimentaria las convierte de acreedoras a deudoras y refuerza la desigualdad de género. Pero esta no es una situación específica de la provincia bonaerense, es una realidad que enfrentan las mujeres en todo el país y es algo que impacta en la calidad de vida de las mujeres, niños, niñas y adolescentes.
En este sentido, la directora Ejecutiva del Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA), Natalia Gherardi, explicó que la concreción del cobro del derecho alimentario es un problema central que “muchas veces no llega a resolverse ni siquiera a través de la justicia porque la burla a la ley y la ocultación del patrimonio y los ingresos por parte de algunos progenitores es muy hábil”.
Gherardi remarcó que “el Poder Judicial debe garantizar la materialización de este derecho porque cuando no hay una responsabilidad del pago alimentario por parte de un progenitor, hay una sobrecarga sobre la otra persona”. A esto agregó que “también está el desempleo, el subempleo y la informalidad que, sumado a la responsabilidad prioritaria del cuidado que asumen muchas mujeres respecto de sus hijes sin el apoyo alimentario del otro progenitor, explica claramente el nivel de feminización de la pobreza y de pobreza en la infancia”.
Por otra parte, el acceso a la justicia también presenta un impedimento, ya que el informe indica que el 65% de las encuestadas no conoce centros de atención, asesorías de familia o centros de acceso a la justicia que trabajen sobre el pago y cumplimiento de las obligaciones alimentarias. Además, el 54% de las respuestas corresponden a hogares monomarentales.
En términos generales, resulta difícil que las mujeres puedan acceder al cumplimiento efectivo de la cuota alimentaria. De esta manera no solo profundiza la brecha de género sino también es una manera de sufrir violencia. Se trata de violencia económica y le da lugar a la continuidad de prácticas de control y subordinación de las mujeres. El informe también indica que de este se desprenden otros tipos de violencia, entre ellas, física, psicológica y sexual.