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El Día del Niñx es una celebración que tiene más de cuarenta años. Fue en 1954 cuando la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) recomendó que se instituyera en todos los países el “Día Universal del Niño”, una fecha exclusivamente consagrada para reafirmar los derechos de les niñes y destinar diversas actividades para lograr el bienestar de todes elles en el mundo. Pero, a pesar de dedicarles un día, el tema aún no estaba del todo claro.

Esta celebración pretende concientizar sobre la importancia de dar a les más pequeñes la oportunidad de disfrutar de su infancia. En Argentina, se festeja el tercer domingo de agosto desde el 2013 a pedido de la Cámara Argentina de Juguetes, con el objetivo de modificar el día para potenciar el consumo del rubro. En otros países se mantuvo la fecha establecida por la ONU, es decir que se sostiene el 20 de noviembre como el Día Universal del Niñx, junto con la conmemoración de la Declaración Universal de los Derechos del Niñx (1959) y la aprobación de la Convención de los Derechos del Niñx (1989). 

Una de las referencias más fuertes se encuentra en la Declaración de los Derechos Humanos (1948), ya que luego de la Segunda Guerra Mundial comenzó una concientización acerca de la necesidad de la protección especial para las infancias. Un año después, la Conferencia Mundial sobre el Bienestar de los Niños declara el 1 de junio como el Día Internacional del Niñx, y es por eso que aún algunos países respetan ese día, período en el cual integrantes de la ONU crearon el Fondo Internacional de Emergencia de la Naciones Unidas para les niñes (UNICEF), comprometiéndose a precisar sobre los derechos específicos de les menores.

Ahora bien, el año pasado desde el Gobierno Nacional se propuso cambiar el nombre de “Día del niñx” a  “Día de las Infancias”, impulsado por la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia (SENAF), a cargo de Gabriel Lerner: “Proponemos dejar de decir día del niño porque queremos celebrar la diversidad de toda la niñez”, dijo. Esta iniciativa del SENAF perteneciente al Ministerio de Desarrollo Social invitó a las organizaciones públicas a renombrar esta jornada.

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En la semana de la niñez, es interesante pensar sobre la participación de las infancias. La Convención de los Derechos del Niño señaló que la participación es un derecho y un principio fundamental. Que se festeje su día cada año no alcanza, lo esencial es darles la palabra cuando elles levantan la mano, escucharles a la hora de comer, que puedan comer, preguntar sobre sus deseos, miedos, inquietudes. Esa participación es reconocer la fuerza que tienen y que no se pierda en su crecimiento y desarrollo para una infancia feliz.

Esto tiene que darnos un grado de reflexión y análisis sobre el lugar que ocupan en la sociedad, y más precisamente donde se desarrollan cotidianamente: la familia, la escuela, el barrio, la comunidad, la calle, la vereda, etc. Siendo esa la única forma de reconocer sus habilidades, incidencias y manifestaciones en su potencial.

El artículo 31 de la Ley 1.098 de 2006 expresa que la participación infantil es un derecho y un principio fundamental en la Convención de los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes, junto a los de no discriminación, interés superior del niñx y derecho a una vida, supervivencia y desarrollo.

Sin salud no hay infancias felices

Un informe elaborado por la oficina de UNICEF en Argentina reseña la situación de los derechos de las niñas, niños y adolescentes en Argentina. Nuestro país tiene una cobertura de salud implícita y universal brindada por el subsistema público de salud. 

Entre 2001 y 2010, la cobertura de los seguros de salud se incrementó en todo el territorio nacional. Pero lejos está la realidad de ser igualitaria para todes les niñes. En algunas provincias menos del 40% de los menores de 18 años tiene cobertura (Chaco, Formosa, Santiago del Estero), mientras que en otras la cobertura supera el 80% (Santa Cruz y Tierra del Fuego). 

Si bien estas diferencias se explican por el elevado grado de descentralización del sector público y de las notorias brechas de desarrollo entre las provincias, la pobreza y los niveles de ingresos son factores fundamentales a la hora de analizar la cobertura de seguros de salud.

Esto se refleja claramente en los números: la Encuesta Nacional de Protección y Seguridad Social (ENAPROSS) de 2011 muestra que, en la proporción de personas con menos ingresos, la cobertura de los seguros alcanza al 39% de la población, mientras que en aquelles con mayores ingresos, es de 93%.

A esto, a su vez, se suman otros elementos, como les hijes de madres adolescentes, que representan el 15% del conjunto de nacimientos que se registran en el país, un número que se ha mantenido relativamente estable en las últimas décadas. Alrededor de 117.000 nacimientos anuales, de los que unos 3 mil corresponden a madres menores de 15 años. Si bien este porcentaje es reducido, tiene una profunda gravedad no solo desde la perspectiva de la propia “niña madre” y su hije, sino también desde la perspectiva sanitaria, social, legal y jurídica por las consecuencias e implicancias de un embarazo a tan temprana edad. Sumado a que gran parte de estos casos se deben al abuso sexual contra las niñas, una situación que empeora en términos de brechas y desigualdades.

La educación como eje fundamental

El derecho a la educación es un derecho humano fundamental que impulsa a que todes les niñes desarrollen hasta el máximo sus posibilidades, personalidad, aptitudes y capacidad cognitiva y física que les permita asumir una vida responsable en una sociedad libre e igualitaria. 

La brecha en las oportunidades significa una vulneración de ese derecho, y que aumenta en las zonas más vulnerables. A pesar de la expansión en los distintos niveles, se calcula que cerca de 653 mil niñes y jóvenes de entre 4 y 17 años aún no están escolarizades, y mucho menos en tiempos de pandemia.

Les niñes trabajando, y no es los jardines y escuelas, es una problemática que pone en riesgo la escolaridad y el derecho a una infancia feliz y justa. Durante la última década, se redujo gracias a mayores marcos regulatorios, mejor fiscalización y la extensión de la protección social, la incidencia del trabajo infantil en Argentina, especialmente entre les niñes de 5 y 13 años y, en menor medida, en les adolescentes. Sin embargo, continúa el desafío de reducir, y erradicar, el trabajo doméstico intensivo, y la participación en la producción para el autoconsumo, prolongar la permanencia en la escuela y demorar el ingreso en el mercado de trabajo de les adolescentes, en particular les que viven en hogares con menos ingresos.

Así también, poner fin a las violencias contra las niñeces forma parte de un trabajo urgente. Las situaciones más graves de violencia suceden dentro de los hogares, en privado, más difíciles de detectar y neutralizarlas. Lo que suele entenderse como formas “legítimas” de la crianza, como método “eficaces” y que solo dependen de la decisión de les xadres, representan una vulneración para el desarrollo de infancias seguras. 

Ante estos problemas, Argentina ha dado grandes avances en los últimos años en la ampliación de los derechos de las niñeces. Entre ellos, la sanción de la Ley 26.061 y la ratificación de la Convención sobre los Derechos del Niño establecen un nuevo paradigma de protección integral y reconocimiento de les niñes como sujetes de derecho pleno. No obstante, les niñes todavía experimentan brechas entre el derecho formal y su ejercicio efectivo según el lugar donde nacen y las características sociolaborales de sus hogares. 

Frente a estas desigualdades que persisten, hay leyes esenciales que ofrecen protección económica a les niñes, mediante la llegada de ingresos a sus familias. La Asignación Familiar Contributiva, La Asignación Universal por Hijo, la Asignación Universal por Embarazo, la Ley de los 1.000 días, fueron y son aportes significativos en la lucha contra las brechas que perjudican a las niñeces.

Si bien es cierto que desde el Estado, y los gobiernos populares en particular, se tomaron muchas medidas para contrarrestar la crisis sanitaria y económica que vulnera sus derechos, está más que claro que no es suficiente, hay que seguir trabajando por las niñeces, siempre teniendo en cuenta que la salida es colectiva.


Referencia:

https://www.unicef.org/es

Florencia Bottaro
Florencia Bottaro

Nací en Morón, viví muchos años en la Patagonia, y sus vientos me trajeron a La Plata. Siempre tuve la idea de escribir y compartir algunas reflexiones.

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