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El recrudecimiento de la conflagración política y bélica entre Armenia y Azerbaiyán en Nagorno Karabaj tiene sus consecuencias en el deporte y más específicamente en el fútbol, y una vez más deja al descubierto aquello que muches niegan: que la política y el deporte van de la mano.

Para poder comprender lo que sucede entre estos dos países y la causa por la que el deporte se ve afectado es necesario un breve repaso histórico y contextual del conflicto. Tras el colapso de la Unión Soviética –URSS- en 1991, la región de Nagorno Karabaj, pese a estar en territorio azerí, se encontraba habitada principalmente por la etnia armenia y fue tomada por separatistas armenios apoyados por Ereván.

Aunque la lucha entre estos dos pueblos se remonta a más de 100 años, la guerra de los 90′ en Nagorno Karabaj dejó más 30.000 muertos y miles de desplazados. Tras dicho sucesos, después de tres años, se alcanzó un alto al fuego mediado por Rusia, Francia y Estados Unidos en 1994.

Esta mediación jamás se vio como un acuerdo de paz definitivo, porque nunca fue firmado por ambas naciones, y desde entonces, los combates se han reactivado con el transcurso de los años en varias ocasiones: el último estallido en la región comenzó a fines de agosto y principios de septiembre del corriente año, con acusaciones de ambas partes.

A eso le siguieron intensos ataques aéreos y ofensivas por tierra que, incluso, ya han provocado la muerte de civiles. Detrás de cada bando se ve un interés político y territorial: hay una potencia por lado, acompañando el conflicto -Turquía apoya a Azerbaiyán y Rusia a Armenia-.

 La estrecha relación del conflicto con el fútbol 

Si bien este histórico conflicto en el Cáucaso afecta al deporte en general, tiene su correlación más profunda con el balón-pie, con un episodio bastante conocido: al cruce entre la selección de Armenia y Azerbaiyán se lo conoce como “partido prohibido” por la UEFA. Esto significa que el juego entre estos equipos debe evitarse a toda costa, salvo en fases finales de eliminación directa en un Mundial o en Eurocopa. Pese a ello, ambos seleccionados tenían pautado un amistoso para el pasado 7 de octubre, pero por obvias razones se canceló.

Una de las cosas que se ha querido invisibilizar históricamente es la relación que tienen el deporte y la política, que se sostiene hasta la actualidad. Se suele decir que estos dos mundos no se mezclan, sin embargo, el caso del conflicto entre Azerbaiyán y Armenia deja entrever que este mito es absolutamente falso: muchos jugadores tuvieron que dejar de jugar para ir a la guerra.

La Asociación de Federaciones de Fútbol de Azerbaiyán (AFFA) ha expresado su apoyo en reiteradas ocasiones a los soldados azeríes y replicó mensajes de apoyo de clubes turcos mediante sus medios oficiales. Asimismo, el presidente de la Liga Profesional de Fútbol de Azerbaiyán, Ramin Musaev brindó una entrevista en la que se expresó de manera abierta y mostró su contento por el hecho de “que haya comenzado lo que habían estado esperando durante tantos años”.

Ante esas declaraciones y expresiones, la Federación de Fútbol de Armenia elevó una queja tanto a la UEFA como a la FIFA, considerando “politización del fútbol” y “manifestación de militarismo” de su contraparte azerí; aunque luego compartieron un mensaje de Henrikh Mkhitaryan -jugador armenio- quien escribió: “Nagorno Karabaj está peleando contra el terrorismo internacional. La nación armenia, la seguridad y la paz globales están bajo amenaza”.

Al margen de la disputa de discursos, la guerra está teniendo consecuencias reales: la AFFA informó la muerte de Shahriyar Gurbanov, un niño de 13 años que jugaba en la liga de la ciudad de Naftalan, por lo que se pidió a las federaciones de la UEFA y FIFA que expresen su solidaridad, pero estas hicieron caso omiso.

Por su parte la Federación de Armenia, denuncio que los bombardeos de las fuerzas de Azerbaiyán han alcanzado varios campos de fútbol instalados por la misma para niños en la ciudad Mets Masrik, en la región de Vardenis. Cabe señalar también que la selección armenia no contará con su capitán para sus próximos encuentros porque el mismo fue llamado para combatir en dicha guerra.

A su vez, el conflicto se hizo eco en las rede luego de que Liparit Dashtoyán, un jugador armenio 22 años, perdiera la vida en los combates de Nagorno Karabaj. Dashtoyán militó la pasada temporada en el Alashkert-2 de la segunda división de su país y murió en el frente, escenario de cruentos combates entre fuerzas armenias y azerbaiyanas en el enclave separatista de Nagorno Karabaj.

Otro episodio recordado ocurrió en 2019, cuando el armenio Henrikh Mkhitaryan no pudo viajar con Arsenal -club de la Premier League- para la final de Europa League en Bakú, capital de Azerbaiyán. Tras varias deliberaciones, el club y el jugador decidieron descartar su presencia en ese partido por temores sobre su seguridad. A su vez otro jugador de Armenia, Varazdat Haroyan, abandonó el fútbol y rechazó una transferencia al AE Larissa de Grecia para enlistarse en el ejército y unirse a la primera línea de batalla en Nagorno Karabaj.

Pese a los conflictos y los sucesos con las federaciones y jugadores, varios son los encuentros que debieron disputar sus selecciones por compromisos con la UEFA: Armenia-Georgia (luego contra Estonia) y Azerbaiyán-Chipre fueron los partidos correspondientes a la Liga de Naciones. Ambos se disputaron en campo neutral por el conflicto en torno a Nagorno Karabaj, según ha confirmado la casa madre del fútbol europeo en un comunicado.

Si bien faltan 9 meses para la Euro 2020, las dudas ya están puestas en una de las sedes: el estadio Olímpico de Bakú. El mismo albergaría, en principio, cuatro partidos de ese torneo. En este sentido, Ryan Giggs, entrenador de Gales -que debe jugar dos partidos de fase de grupos allí-, aseguró que Asociación de Fútbol de Gales está monitoreando la situación y no descarta pedir un cambio de sede: “Creo que hay que ser flexible en esta época con la forma en que van las cosas”, explicó.

Aparentemente, el hecho de que Azerbaiyán sea sede de la Euro2020 es parte de la estrategia del Gobierno azerí para mostrar apertura internacional y dar vista de su bienestar al mundo, algo que ya se ha visto en múltiples ocasiones de la historia: se utiliza al deporte para tapar los sucesos ya sean políticos o bélicos que atraviesa la sociedad de un país. 

La disputa no es ajena al mundo del fútbol en nuestro país: hace un par de años la comunidad armenia mostró su rechazo a River Plate cuando comenzó a circular la posibilidad -hoy en día ya concreta- de que la aerolínea nacional turca Turkish-Airlines sea sponsor del club de Núñez.

Si bien el reclamo se hizo escuchar, no se frenó la alianza. Matías Patanian, quien fuera vicepresidente en el primer mandato de D’Onofrio y también CEO y vicepresidente de Aeropuertos Argentina 2000 -donde Turkish Airlines opera desde 2012-, aseguró que como armenio no le sonó “simpático, porque quien forma parte de la empresa es el estado turco, pero entiendo a la directiva, que debe pensar en River, más allá de una cuestión emocional que me involucre a mí o a la comunidad armenia”.

Sin dudas esta disputa que comenzó hace casi un siglo promete más capítulos. Esta es solo una muestra más de que el deporte no está ajeno a las pujas políticas, sociales y territoriales entre países.


Eduard Paz
Eduard Paz

Proveniente del sur, me instalé en la ciudad de las diagonales. Fiel pensante que la política y el deporte van de la mano. Siempre me vas a tener al servicio de la comunicación del pueblo y su deporte.

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