Por Pedro Jalid*
«Ni a irse ni a quedarse,
Juan Gelman
a resistir,aunque es seguro
que habrá más penas y olvido.»
Un 3 de mayo, pero en 1930, nacía Juan Gelman en el barrio porteño de Villa Crespo. Tercer hijo de una pareja de inmigrantes ucranianos, la historia cuenta que a los tres años aprendió a leer; y que a los cinco, escuchando a su hermano mayor recitar poemas de Pushkin, conoció la poesía. A los nueve años se enamoró de una vecina del barrio, y recurrió a la poesía para intentar que ella también se enamorara de él: “Al principio le mandaba versos de un argentino del siglo XIX, Almafuerte, pero no me hizo caso. Así que decidí probar yo mismo. Tampoco me hizo caso. Ella siguió por su camino, yo me quedé con la poesía”. Con la poesía, pero también con la militancia. Tenía 15 años cuando ingresó a la Federación Juvenil Comunista, mientras cursaba sus estudios secundarios en el Colegio Nacional de Buenos Aires.Estudió Química en la Universidad de Buenos Aires, pero al tiempo abandonó decidido a dedicarse de lleno a la poesía.
Tuvo diversos trabajos hasta que en 1966 comienza a trabajar como periodista en la revista Panorama. Será el periodismo una actividad a la que se dedique durante varios años de su vida, siendo entre otras cosas director del suplemento cultural del diario La Opinión (1971 – 1973), secretario de redacción de la revista Crisis (1973 – 1974) y jefe de redacción del diario Noticias (1974).
En 1955 forma, junto a un grupo de jóvenes poetas comunistas, el movimiento El pan duro. Convencidos de la necesidad de construir una poesía comprometida y popular, vuelcan sus esfuerzos a intentar, a partir de una cooperativa, publicar y difundir sus trabajos. Será gracias a ese esfuerzo que un año después, Gelman puede publicar su primer libro, Violín y otras cuestiones, con prólogo de Raul González Tuñón.
Su siguiente libro, El juego en que andamos, aparece a comienzos de 1959, el mismo año, los mismos meses en los que el Ejército Rebelde, al mando de Fidel Castro, ingresa victorioso en Santiago de Cuba convenciendo a los pueblos de América Latina de que sus destinos no estaban prefijados, que aún quedaban muchas batallas por dar y que la construcción de un mundo distinto no era una utopía, sino un destino concreto y posible.
El impacto de la Revolución Cubana será enorme para Gelman, radicalizándose aún más en sus ideas y comenzando a adherir a la vía de la lucha armada en la Argentina. Esto lo aleja definitivamente del Partido Comunista, y de a poco se acerca a distintos sectores del peronismo revolucionario. En 1967, Gelman se incorpora a las recién formadas Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) para combatir la autodenominada Revolución Argentina (1966–1973).
Su admiración y apoyo a la Revolución Cubana serán también protagonistas de su poesía en los años siguientes. En 1962 publica uno de sus poemarios más famosos y, tal vez, uno de los libros más importantes de la poesía argentina, Gotán. El poemario está dividido en cuatro secciones; la última de ellas, “Cuba sí”, no es más que un canto a la libertad y a la valentía ante semejante gesta heroica, con poemas dedicados a Fidel, a Camilo Cienfuegos, a Fernández Retamar, y con versos profundos y hermosos para aquella Cuba triunfante: “No más que mi ternura tengo para ofrecerte,/ es tierno lo que nace, es tierna Cuba/es decir que te ofrezco todos mis nacimientos/lo que me das, lo que aprendí de mí queriéndote/la sed que das, exactamente”[1]. Pocos poetas en la Argentina y en toda Latinoamericana han logrado conjugar un compromiso político activo con una obra que, sin volverse nunca panfletaria, propone un discurso radical, decidido, y absolutamente inconformista.
En 1973 las FAR anuncian su fusión con Montoneros y Juan se incorpora como un importante dirigente dentro de la organización. En 1975, es enviado al extranjero con el objetivo de denunciar públicamente la represión y las violaciones a los derechos humanos ejercidas por la Triple A. Allí estaba en Marzo de 1976, cuando un nuevo golpe de Estado se produce en la Argentina. Nunca sabremos el tamaño de su dolor y tristeza al conocer desde tan lejos la pérdida de amigxs y compañerxs como Paco Urondo, Haroldo Conti o Rodolfo Walsh. Nunca podremos imaginar cuán hondo sintió la injusticia del mundo aquel 26 de agosto en el que un grupo de militares ingresaron a su hogar y secuestraron a su hija, Nora Eva, de 19 años de edad, a su hijo Marcelo de 20 años y a su joven esposa, María Claudia, embarazada de siete meses.Nora será liberada pocos días después. A Marcelo y a María Claudia, nunca los volverá a ver.
En 1990, el Equipo Argentino de Antropología Forense encuentra los restos de su hijo en un río de San Fernando. Años más tarde, sabrá también que su nuera había sido trasladada a Uruguay a través del Plan Cóndor, donde había dado a luz a su nietx. Muchos años luchó Gelman por poder encontrarlx. En 1995 le escribió una carta, confiando, como buen poeta, en que las letras le darían el refugio que la realidad no le brindaba.
“Ahora tenés casi la edad de tus padres cuando los mataron y pronto serás mayor que ellos. Ellos se quedaron en los 20 años para siempre. Soñaban mucho con vos y con un mundo más habitable para vos.(…)Los sueños de Marcelo y Claudia no se han cumplido todavía. Menos vos, que naciste y estás quién sabe dónde ni con quién. Tal vez tengas los ojos verdegrises de mi hijo o los ojos color castaño de su mujer, que poseían un brillo especial y tierno y pícaro. Quién sabe cómo serás si sos varón. Quién sabe cómo serás si sos mujer. A lo mejor podés salir de ese misterio para entrar en otro: el del encuentro con un abuelo que te espera.”[2]
Juan Gelman
Macarena nació por segunda vez el día que supo que no era hija de sus padres, que a comienzos de una dictadura feroz en la Argentina la habían arrancado de los brazos de su madre, a quien habían asesinado, y que tenía un abuelo que la buscaba con desesperación. El 31 de marzo del año 2000, Juan Gelman se encontró con su nieta en un abrazo que esperó más de veinte años.
Autor de más de veinte libros, es considerado uno de los poetas más grandes en lengua castellana, siendo galardonado en el año 2007 con el Premio Cervantes, el más prestigioso de la literatura en español. A la poesía nunca se la alcanza, solía decir Juan, no es más que un misterio que debemos intentar descifrar, yendo siempre más lejos de los puertos encontrados, y nunca amarrando. Es esa búsqueda y esa actitud es la que encontramos en cada uno de sus libros, y la que convoca día tras día miles de nuevxs lectores.
“A lo mejor”, dijo alguna vez, “la función de la utopía consiste en su fracaso, y en dar lugar así a una utopía mejor. Los que dicen que se acabó la utopía, ellos son los verdaderamente utópicos”. Juan Gelman murió un 14 de enero del año 2014 en la Ciudad de México, donde vivió los últimos años de su vida.
* Docente popular y estudiante de Letras de la FAHCE – UNLP. Colaborador de Revista Trinchera y Agencia Timón.
Fuentes:
[1]Gotán, Ediciones Horizonte (Colección de Poesía La Rosa Blindada), Buenos Aires, 1962
[2]Carta publicada en el semanario Brecha, Montevideo, el 23 de diciembre de 1998