“Milagros pueden pasar”

“Milagros pueden pasar”

TIEMPO DE LECTURA: 7 min.

La humanidad se enfrenta a desafíos trascendentes. El tiempo se agota ante la acelerada propagación del caos ante un imperio que se resquebraja cada vez más velozmente. ¿Aún estamos a tiempo de no condenarnos a la extinción?

Hace unas semanas compartíamos algunas reflexiones del catedrático y analista geopolítico norteamericano, John Mearsheimer, sobre las motivaciones de EEUU para hostigar a Venezuela y lo que esto reflejaba: la pérdida de control.

Repasando algunos elementos, el referente de la escuela “realista”, sostiene que Occidente dependió históricamente del crecimiento perpetuo financiado por deuda. Todas las crisis financieras desde los 70 se han afrontado con expansión del crédito y el consumo de parte del Imperio.

La negativa de Chávez y de Maduro de habilitar la financierización de los activos petroleros venezolano de la estatal PDVSA, representa la imposibilidad de emitir millones de millones de dólares, o sea uno de los pilares del crédito mundial. Dólares que además le permitirían reimpulsar su moneda en los intercambios comerciales a escala planetaria, sobre todo para poder controlar el comercio de materias primas. Según Mearsheimer, el objetivo de EEUU es recuperar el control de esos recursos dentro del ámbito de las finanzas de Occidente. El pecado bolivariano no es ser socialista, sino soberanos.

Pero es Venezuela (socio BRICS de hecho), como lo es Nigeria (país asociado de los BRICS), como lo puede ser Colombia (recientemente asociado al Banco del BRICS), México (y el golfo), Groenlandia o Canadá. Y la excusa siempre es la misma: “combatir al narcotráfico”. Pero lo que está detrás siempre son bienes estratégicos, sean los hidrocarburos, las tierras raras, u otros.

Completemos el panorama: Desde el 1ero de octubre el gobierno de los EEUU está literalmente cerrado. El famoso “Shutdown” de 39 días, que superó los 35 de su primer mandato (el más largo de la historia), que costó aproximadamente unos 15 mil millones de dólares por semana al gobierno y que entre otras cosas ya provocó la suspensión de más de 1200 vuelos, o que los militares desplegados a lo largo del mundo tengan que ir a mendigar comida por no haber cobrado sus sueldos.

Como segundo elemento, el miércoles 5 de noviembre se conocía el resultado en las elecciones a alcalde en algunas ciudades importantes, entre ellas Nueva York, en las que ganó el socialista democrático, inmigrante ugandés, musulmán y anti genocidio en Gaza, Zohran Mandani. Que habrá que ver qué hace (y qué le dejan hacer) de lo que dijo. A primera impresión, hace recordar a la victoria de Obama, y ya sabemos lo que pasó después.

La paradoja de este hecho la comentaba el analista geopolítico brasileño, Pepe Escobar: Mandani resultó electo en la ciudad que en 2001 fue escenario de los “atentados” del 11 de septiembre, que desencadenaron lo que Occidente bautizó como el inicio de la “lucha contra el terrorismo”. En realidad, una lucha terrorista contra los pueblos de Afganistán (2001) Irak (2003), Libia (2011) y Siria (2012), como mínimo. Que dejó millones de muertos, saqueo alevoso de bienes estratégicos (sobre todo hidrocarburos), y la destrucción de ciudades enteras.

¿Quién fue el artífice de esa supuesta lucha? Dick Cheney, el neocons que en ese momento ostentaba el cargo de vicepresidente de George W. Bush hijo, pero que en la práctica era quien tomaba las decisiones. Escobar sostiene que, desde inicio de ese año, incluso antes de que se produjera la caída de las Torres Gemelas, este genocida ya había planificado el descarado saqueo de estas naciones.

El tercer elemento es la ya mencionada derrota estratégica del Occidente Colectivo en Ucrania. En el reciente encuentro entre Trump y su homólogo húngaro, Viktor Orbán, el norteamericano preguntó a su par si creía que Ucrania podía ganar la guerra, y su respuesta, después de unos segundos de pausa, lo dice todo: “Milagros pueden pasar”. Lo cierto es que o ya cayeron o están al caer las ciudades de Pokrovsk y Kupiansk; ciudades claves para la logística y la cadena de suministros ucranianos, sobre todo para atacar al Dombas. De concretarse, esto permitiría a Moscú concentrar su avance en Sumi, Jarkov, Dnipropetrovsk, Mykolaiv y Odesa, ésta última una región clave para Rusia desde Catalina la Grande y que la dejaría al lado de Transnistria, en las fronteras con Moldavia.

Y pese a que supuestamente era una guerra que se resolvía de un “telefonazo” con Putin, la realidad está demostrando no sólo que no era tan sencillo, sino que Putin es quien tiene las cartas para imponer la rendición de occidente. Y ante el redoble de apuesta nuclear de Trump, el mandatario ruso le respondió, presentando un sistema de armas completito (en menos de un año) con los misiles hipersónicos Oreshnik, los misiles crucero con propulsión y capacidad nuclear Bureveshnik, los torpedos Poseidón (también nucleares), y el submarino nuclear Khabarovsk con capacidad para portar seis Poseidón. Un paquete de armas hoy imposibles de repeler por cualquier otro país.

El cuarto elemento está dado por la guerra contra China. Si algo quedó claro en la cumbre de Trump con Xi Jimping es que ya no hay un EEUU superpoderoso que imponga condiciones al gigante asiático, más bien pasa lo contrario. Trump tuvo que “recular en chancletas” con los aranceles, y China se comprometió a retomar la compra de granos a los agricultores norteamericanos (base electoral del MAGA). Y lo de las tierras raras terminó siendo sólo una pausa temporal por un año, si es que no pasa nada raro en el medio. De ahí la desesperación del magnate de peluquín por hacerse con el control de estos minerales en otras latitudes. El problema es que China procesa cerca del 80% de estos minerales y no hay nadie que tenga la tecnología y capacidad de competirle. Hasta Países Bajos tuvo que recular con la incautación de Nexperia.

El quinto elemento, relacionado a los anteriores, es lo que John Mearsheimer señalaba en el análisis que mencionábamos la semana pasada: Irán, China y (sobre todo) Rusia, ayudando a Caracas en su defensa. Putin provee a Venezuela: los aviones cazas Sukhoi Su-30MK2, los sistemas antimisiles S-300VM Antey-2500, Buk-M2E y S-125 Pechora-2M, entre otros. Y como si fuese poco, un diputado de la Duma estatal rusa (uno de los que tira bombas) afirmó que “no habría ningún impedimento legal para enviar Oreshnik a Venezuela”. Es por demás sabido que muchas veces, esos son mensajes “no oficiales”.

En coincidencia con Mearsheimer, el analista geopolítico mexicano, Alfredo Jalife, afirmó que este hecho podría hacer virar los cañones gringos de Caracas a Abuya. Pero como toda acción, genera su reacción, rápidamente el mandatario nigeriano, Bola Ahmed Tinubu, actuó en consecuencia: El ministro de Defensa nigeriano, Mohamed Badaru Aboubacar, viajó a Bamako (capital de Mali), donde fue recibido por su homólogo, el general Sadio Camara, para tender puentes en su lucha contra el yijadismo con la Asociación de Estados del Sahel.

Sumado a todo esto, un Trump diciendo que va a ir por la reelección en 2028 (cuando es anticonstitucional), no olvidemos la justificación de que los estados en guerra no necesitan hacer elecciones (por ejemplo, Zelenski en Ucrania); una carrera por la Inteligencia Artificial que están perdiendo con China (de ahí la cantidad de recursos y deuda que están proyectando las tecnológicas); el Presidente Johnson de la Cámara de Representantes diciendo que si pierden la elección el próximo año (de medio término), los demócratas van a sacar a Trump de la presidencia con un Juicio Político; militarización de grandes ciudades dentro de EEUU; el secretario de guerra Hegseth diciendo que están en guerra y criticando la burocracia del Pentágono para la compra de armamento; o Steve Bannon alertando que si no se vuelve a la “agenda real” del MAGA, van a perder y los van a encarcelar a todos. Y eso que ni hablamos de la salpicadura de escremento que está generando el Caso Epstein.

El Occidente Colectivo se está desmoronando. La debacle servil europea también es cuenta de ello. Pese a su altanería y verborragia Trump está perdiendo en lo militar, en lo económico, en lo tecnológico, en la carrera por la IA, en la predominancia del dólar e incluso en lo que creía que siempre dominaría, lo que consideran su “patrio trasero”, Nuestra América. Esto nos lleva a un escenario muy peligroso, porque la única respuesta que parecen tener es la guerra, la rapiña y el caos.

Para no cerrar estas líneas de forma tan pesimista, es interesante retomar, nuevamente, la reflexión del profesor Mearsheimer: “Cada imperio que ha caído también ha dejado sabiduría para quienes estén dispuestos a escuchar. La lección es simple pero profunda. El poder debe evolucionar o perece. El control debe ceder ante la cooperación. La arrogancia debe dar paso a la conciencia. Las naciones que perduran no son las que dominan, sino las que se adaptan. Aún tenemos tiempo para recordar quiénes somos. No como gobernantes del mundo, sino como guardianes del progreso, como socios en una historia humana compartida, pero el tiempo se agota”.

Editorial del programa de Radio Trinchera, Marcha de Gigantes

Nicolás Sampedro

Prefiero escucha antes que hablar. Ser esquemático y metódico en el trabajo me ha dado algún resultado. Intento encontrar y compartir ideas y conceptos que hagan pensar. Me irritan las injusticias, perder el tiempo y fallarle en algo a les demás.

MAGA: Muchos Ajustes, Ganan Algunos

MAGA: Muchos Ajustes, Ganan Algunos

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El engendro dijo que Argentina estaría a disposición para cumplir el sueño de volver a América (que ni siquiera es Norte América, sino EEUU) “Grande otra vez”, parafraseando al magnate de peluquín que “retomará las riendas” del imperio. Este personero cree que ello será recíproco. Veamos por qué no lo será.

De lo primero que sería necesario hablar es del contexto en el que se dará esta segunda vuelta de Trump frente al Despacho Oval. El mundo cambió -y bastante- desde su primera administración y si bien puede que puede parecer que sus aires triunfalistas parezcan auspiciar una regeneración norteamericana, la realidad es bastante más compleja que slogans y bravuconadas por twitter.

De lo general a lo particular

Ya lo hemos dicho en más de una oportunidad, pero este mundo está en guerra. No como las de las películas o de la manera convencional en la que nos la han contado, la guerra cambió, mutó. Lo que antes eran bombardeos y tropas movilizadas de un lado a otro, ahora son otras cosas. Porque si hay algo que es seguro, es que no son lineales, se han vuelto tan complejas, que para la mayoría del planeta parecen pasar desapercibidas.

Primero, lo primero. Tal como lo afirmábamos en reiteradas oportunidades, el mundo se encuentra en una disputa colosal entre dos grandes formas de comprender la vida política y el desarrollo cultural de los pueblos que lo habitamos: Globalistas versus Soberanistas. Lógicamente esta conceptualización no es de quien suscribe, sino del analista geopolítico mexicano, Alfredo Jalife Rahme. Desde este prima, hay una primera división de aguas entre aquellos que fomentan la globalización y con ello la “ruptura de fronteras”, y aquellos que fomentan el proteccionismo de sus Estados nacionales. Simplificando en extremo un análisis riguroso sobre los detalles en esta dicotomía, mientras los primeros están más anclados al capital financiero/especulativo (Wall Street/City de Londres), los segundos al viejo sistema capitalista productivo o industrial.

Parados desde este ángulo, la disputa entre Harris junto a los Demócratas (en su mayoría globalistas, al igual que muchos republicanos) y Trump (soberanistas y en minoría incluso dentro de su partido), graficaba un segundo peldaño de esta batalla conceptual con repercusiones concretas sobre la vida de las personas. Es desde ésta lógica que vamos a podemos entender por qué Trump, Xi Jimping, o Vladimir Putin pueden tener muchas coincidencias en distintos planos.

Un ejemplo bien concreto es la guerra: los Demócratas y sus corporaciones militares han demostrado amar la guerra en el último tiempo, y ejemplos hay de sobra. En oposición, Trump dijo en campaña que acabaría con las guerras en 24 HS. La explicación es simple, la guerra sólo es negocio para quien vende las armas y para quienes se accedan a la reconstrucción luego de que terminan. Y continuando con el ejemplo, los grandes Fondos de Inversión como BlackRock, State Street o Vanguard son los principales accionistas de las principales empresas armamentísticas de los Estados Unidos: Lockheed Martin, Raytheon Technologies, Boeing, Northrop Grumman y General Dynamics. Quienes quieran profundizar, pueden leerse el interesante informe producido por la analista económica y asesora de la Comisión de Ambiente y Desarrollo Sustentable del Senado, Carolina Flynn. Y ¡Oh casualidad! También son los principales accionistas de las principales constructoras a nivel global, sobre todo las occidentales, aunque en alguna china también están metidos, sobre todo Vanguard.

Guerras como la de Ucrania entonces, no sólo cumplen un papel fundamental para intentar desestabilizar a Rusia en términos geopolíticos, sino que además son un jugoso negocio para estos Gigabancos (como los llama Jalife).

Arriesguemos una tesis en base a lo dicho por Trump de que con un llamado telefónico resuelve ese conflicto: Ya hicieron dinero con la guerra; saben que la tienen perdida desde hace bastante tiempo, involucraron a Europa y ahora se lavan las manos; al hacerlo desplazan a la UE como competidor al tiempo que la someten a sus designios y la separan del gas (barato) ruso, obligándolas a comprarles el gas de esquisto que producen en Gringolandia. En resumen, el asunto de destruir está terminado. En enero cuando asuma Trump presionará para que la reconstrucción la hagan las empresas donde los accionistas son estos FDI: Vinci, ACS, Lennar, entre otras. Eso sí, para este punto murieron desenas de miles de personas, sean de la nacionalidad que sean.

El significado de MAGA para los estadounidenses

Ya de por sí lo que parece ser el armado de Trump, causa escalofríos. Seres repugnantes como el gusano de Marcos Rubio (propuesto como Secretario de Estado) encabeza la lista de lo que a primera impresión significará una guerra descarnada contra el BRICS, fundamentalmente contra China e Irán. Con China por ser su competidor directo en cuanto a producción industrial y tecnología y con Irán por ser su competidor directo en un punto neurálgico del mundo como lo es Asia Occidental. Si alguno cree que el Ente Sionista es independiente, está viendo una película de Netflix (que es de Obama, uno de los demócratas que perdió).

Trump posiblemente intente repatriar sus grandes corporaciones para que dejen de producir en China o países asiáticos para volver a industrializar el país. La complejidad radica en las necesidades de esas corporaciones, sobre todo las humanas. EEUU no tiene ni para empezar a competirle a China en la formación de ingenieros: Según datos de 2007 Estados Unidos se gradúan anualmente unos 70.000 ingenieros universitarios, mientras que en China se gradúan 600.000 y en la India 350.000. Para 2023 el número de egresos de ingenieros en china ya era de 2 millones y se estima que hay 6 millones de personas en I+D.

Es muy probable que, en este escenario, tal como lo advirtió, Trump intente poner mayores aranceles a productos chinos, busque forzar a que países del sur global rompan sus alianzas o vínculos con el gigante asiático y un sinfín de medidas para revertir su situación. El problema es que los norteamericanos están casi quebrados: su deuda ascendió por primera vez en su historia a más de 36 billones de dólares lo cual representa un 140% de su PIB. ¿Con qué dinero van a financiar todo lo que tendrían que hacer para volver a ser una gran nación? Si imprimen más, generan más inflación interna. ¿Bidcoin’s? Nuevamente aparece BlackRock, uno de los mayores tenedores de esa cripto. ¿Larry Fink los va a financiar? ¿A cambio de qué? ¿Será por eso que quieren desregular la educación, la salud y demás áreas en EEUU?

Todo este descalabro en un contexto donde Trump deberá luchar contra las trabas burocráticas del Estado norteamericano. ¿Hará purgas? ¿Se saltará las leyes y hará las cosas por decreto como Milei? ¿Lo dejarán vivir para contarlo?

El MAGA para Argentina

Tal como lo han dicho muchos analistas (aunque no tengan muchos rebotes en la prensa local) Trump es un “nacionalista” (aunque el concepto sería soberanista). Milei, como buen perrito faldero, no es soberanista, por eso está desregulando todo lo que puede en el menor tiempo posible. En un escenario recesivo quienes ganan son los grandes capitales, principalmente extranjeros, y volvemos a nombrarlos, pero porque son los jugadores que hay: BlackRock, Vanguard, State Street. Las empresas que ellos controlan al igual que las de los funcionarios del actual gabinete seguramente serán las grandes ganadoras no sólo de las desregulaciones en nuestro país, también lo son en otros países de Nuestra América o en Europa, simplemente no salen en la portada de los diarios como los grandes pulpos de occidente que empiezan a controlarlo todo.

Educación superior, salud, obra pública, extracción de minerales estratégicos, hidrocarburos, construcción de viviendas; no hay distinción para estos gigantes, lo que les importa es tener rentabilidad y ganancias para sus accionistas. Ergo, pretenderán arrebatarnos derechos y conquistas que llevaron siglos de luchas, para “volver a hacer grande a América”. Así como la deuda externa es una forma de saqueo y rapiña, ahora también lo será el intento de entrega de sectores claves y estratégicos de nuestro país. Y no es que sea un secreto, Milei lo dijo clarito en su mensaje de a Trump luego de conocerse el resultado electoral. De paso financierizarán aún más nuestra economía, pretendiendo hacernos creer que ello significa crecimiento, desarrollo y prosperidad.

Y lo mismo intentarán hacer con otros pueblos hermanos, tampoco creamos que somos el ombligo del mundo. El problema es que acá, el payasito de los multimillonarios, le está haciendo el trabajito gratarola.

¿Desaparecerán las guerras? Habrá que verlo. Posiblemente muten a operaciones especiales y direccionadas. ¿Logrará reindustrializar nuevamente a EEUU? Difícilmente en un mandato. ¿Lo van a dejar vivir para contarlo? Otra cosa dudosa, recordemos a JF Kennedy. ¿Será más pacífico el mudo? Definitivamente no, intentarán por medios mucho más sofisticados romper el emergente multipolar y multinodal que significan los BRICS. La agencia estatal rusa TASS afirmó recientemente que muy posiblemente intenten derrocar los gobiernos de Venezuela y de Brasil, y busquen enemistar entre sí a los principales jugadores del bloque: Rusia, China e India.

Vivimos en un mundo en guerra, y no comprenderlo y asumirlo nos puede llevar a errores garrafales o a no entender lo que está en juego en el mundo. Porque tal como lo afirmamos en el título de este editorial, MAGA no significa sólo “Make América Great Again”, sino que con ante estos Muchos Ajustes, (solo) Ganan Algunos.

Nicolás Sampedro

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Una imagen vale más que mil palabras

Una imagen vale más que mil palabras

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Semanas complejas para los amos de la guerra. Magnicidio fallido, candidato senil ¿Derrota asegurada? Nada está dicho en el país de las maravillas de Donald.

Está más que claro que la figura de Donald Trump es polémica; muy polémica. No sólo por sus exabruptos y bravuconadas, sino por su discurso intolerante, arrogante, misógino y despectivo para con “los otros”. Ahora ¿Biden, Harris, Obama, Clinton o cualquier otro candidateable norteamericano es muy distinto? Quizás en sus formas lo parezcan, pero en el fondo son iguales o peores que el magnate de peluquín.

Varios analistas coinciden en que las próximas elecciones presidenciales norteamericanas del 5 de noviembre serán determinantes no sólo para el país del norte, sino para toda la humanidad. Posiblemente algunos de ustedes asentirán con sus cabezas a esta afirmación, otros lo nieguen, pero quizás alguno se quedará, agudizará su escucha y prestará mayor atención a lo que diremos a continuación.

Lo sucedido el sábado pasado en el mitin político que encabezaba Trump en Butler, Pensilvania, no es la primera vez que ocurre en los EEUU. El imperio del norte tiene varios antecedentes de intentos de magnicidios en su historia, sólo por citar uno, podría mencionarse el ocurrido el 30 de marzo de 1981 contra Ronald Reagan. Ni que hablar de los magnicidios efectivamente consumados desde el de Abraham Lincoln en 1865, el de James A. Garfield en 1881, el de William McKinley en 1901, o el de John F. Kennedy en 1963. Quizás la suerte que debía correr Trump era la misma que la del último presidente asesinado en EEUU, a manos de un francotirador.

Si queremos ir aún más allá, quizás la investigación sobre este intento de magnicidio nunca llegue a la verdad, o tarde décadas, al igual que sucedió con el asesinato de Kennedy. Y las razones posiblemente sean las mismas, que estén involucrados el Servicio Secreto, la CIA, el FBI o la Agencia de Seguridad Nacional de los EEUU. Se tienen que investigar a sí mismos, lo cual lleva a concluir que posiblemente nunca sepamos la verdad sobre lo ocurrido.

Y para los desprevenidos que salten enseguida con que las teorías conspirativas y la mar en coche: nos basamos en la historia de ese país, no en elucubraciones ficticias sacadas del guion de serie de alguna plataforma “on demand”; aunque a veces se complementen entre ficción y realidad.

Recientemente, el director del Conflicts Forum y ex diplomático británico, Alastair Crooke, remarcó que “en noviembre pasado, en el Washington Post, Robert Kagan describió a Trump como un meteoro mortal que se dirigía a la tierra, que necesitaba detenerse por los medios concebibles”.

Ahora ¿por qué este tipo de escenarios de complicidades y demás cobra tanta fuerza entre los analistas geopolíticos o los ex analistas o miembros de las agencias de seguridad o inteligencia del propio EEUU? Claramente porque conocen cómo operan, tanto ellas como las elites que las financian/comandan.

Trump representa un obstáculo para el establishment globalista, para lo que se conoce como el “Deep State” (Estado profundo) que no son más que las cúpulas de las agencias de inteligencia, los líderes del Congreso, los grandes donantes (visibles como BlackRock o invisibles como los accionistas de Vanguard), Wall Street, el complejo industrial militar, empresarios ligados al mundo de la inteligencia de seguridad, entre otros que se podrían mencionar.

¿Y por qué es un obstáculo? Porque esas elites simplemente no son racionales y están dispuestas a cualquier cosa, y entre garantizar la democracia o su hegemonía global, priorizarán esta última. Y ¿por qué Trump significaría una amenaza para ellos? Porque Trump es un soberanista. Sus slogans de campaña lo advierten claramente: “America first” (América primero) o “Make America Great Again” (Hagamos grande a América nuevamente).

Trump retoma el conservadurismo y las viejas tradiciones de los Republicanos quienes priorizaban el aislacionismo norteamericano y hacer a ese país una gran potencia, y a diferencia de los globalistas (sean éstos del partido Republicano o Demócrata) no parece interesarle un mundo unipolar como el que vivimos. De hecho, pese a sus diferencias, eso también explica por qué Trump siempre manifestó tener buenas relaciones con Putin, Xi Jimping, Kim Jong Um, u otros.

De hecho, ello también explica por qué desde hace meses viene insistiendo con que de llegar a la presidencia 2.0, terminará con la guerra en Ucrania con un llamado telefónico. Ya dijo en repetidas ocasiones que dejaría de financiar al humorista y usurpador del poder ucraniano, Volodymyr Zelensky.

Ahora ¿esto quiere decir que Trump es una carmelita descalza? No, para nada. El magnate de peluquín seguramente querrá sacar ventaja de todo lo que esté entre sus posibilidades con el peligro que eso significa, sobre todo para Nuestra América, por ser la reserva estratégica para un imperio en decadencia que está siendo expulsado de muchas regiones del globo.

Un Trump 2.0 posiblemente signifique que el enemigo número 1 a vencer deje de ser Rusia y pase a ser China. Puede que se re-edite la famosa “guerra comercial”, y puede que recrudezca la posición anti-Irán y la ayuda militar al ente Sionista; pero también puede que se vuelva a sentar a discutir con Kim Jong Um como lo manifestó explícitamente en su discurso en la Convención Republicana; o puede que se siente a discutir con Putin y evite un conflicto mundial nuclear.

Llegado el caso en el que todo esto sea un invento de la imaginación conspiranoica de muchos analistas a nivel mundial, lo sucedido en Butler el pasado 13 de julio, no deja de ser una fotografía más de la decadencia imperial norteamericana: una supuesta superpotencia militar, de inteligencia, de seguridad, que como en otros momentos de la historia, no puede proteger adecuadamente a un candidato presidencial, que zafó de milagro simplemente porque se alinearon los astros y giró su cabeza en el momento justo y el ángulo justo para que la bala que le dispararon no le vuele el cerebro como a Kennedy.

Pero ¡Ojo! Trump no es el único objetivo. Como dice Alfredo Jalife en uno de sus últimos artículos: “Pareciera que el mundo enfrenta OTAN-cidios contra quienes se oponen a la escalada de la guerra, que puede ser nuclear, en Ucrania”. Recientemente se reveló que quisieron asesinar al mandatario húngaro Viktor Orbán, quien estuvo de gira llevando su propuesta de paz por Ucrania, Rusia, China y EEUU donde se juntó con el mismísimo magnate de peluquín. Hecho que tiene como antecedente más cercano el de su par eslovaco Robert Fico, también opositor a la guerra de la OTANistán contra Rusia.

Está más que claro que Trump, de ahora en adelante, vivirá cada día de su vida de prestado. Ahora, en política, sobre todo en la política de los EEUU, desde hoy hasta el 5 de noviembre falta una eternidad. Sería imprudente e irresponsable creer que el intento de la semana pasada de quitarlo del medio no se pueda repetir hasta consumarse en el futuro próximo, sea de la forma que fuere.

Nicolás Sampedro

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Trump le deja el regalito de Taiwán a Biden

Trump le deja el regalito de Taiwán a Biden

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Trump ordenó que se levanten todas las restricciones que pesaban sobre Taiwán, molestando una vez más a la República Popular China, que considera a la isla una “provincia rebelde” desde 1949. Pero también le deja un problema a los demócratas en su relación con Pekín y el clima de la “guerra comercial” del futuro.

Reconocimiento de Taiwán

En enero de 2021 la administración de Donald Trump decidió irse, no sin seguir molestando tanto a Pekín como a los demócratas. El secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, ha anunciado el 9 de enero el levantamiento de las “restricciones autoimpuestas” a la cooperación entre Estados Unidos y Taiwán: “Hoy anuncio que levantaré todas estas restricciones autoimpuestas. Las agencias del poder ejecutivo deberían considerar que todas las pautas de contacto con respecto a las relaciones con Taiwán emitidas previamente por el Departamento de Estado bajo las autoridades delegadas al secretario de Estado son nulas y sin valor”, ha anunciado con firmeza Pompeo en un comunicado.

Aunque Taiwán es “una democracia vibrante y un socio confiable de Estados Unidos”, durante varias décadas el Departamento de Estado ha creado “complejas restricciones internas” para regular las interacciones de diplomáticos, miembros del servicio y otros funcionarios estadounidenses con sus homólogos taiwaneses, señaló Pompeo.

¿Acaso Taiwán era un “estado fallido” para Washington? En realidad, no tanto, pero desde el decenio de 1970 Estados Unidos hizo un acuerdo con la República Popular China para que deje de apoyar a Taiwán y así reconocer a Pekín en el orden internacional. Esto le dio legitimidad a la China comunista de entonces, a tal punto de que le dio la posibilidad de ingresar a las Naciones Unidas (ONU), sacando así a Taiwán.

De comunistas y anticomunistas

Todo tiene su historia. Luego del triunfo de la Revolución liderada por Mao Tse Tung del 1º de octubre de 1949, China se convirtió en otro país que adhirió al marxismo-leninismo. Pero los derrotados anticomunistas nacionalistas del Kuomintang se refugiaron en su último bastión, la isla de Formosa, bajo liderazgo de Chiang Kai-shek (quien fue formado político en la Unión Soviética en el decenio de 1920), donde fundaron la República de China con capital en la ciudad de Taipéi.

Rápidamente Estados Unidos y Europa Occidental reconocieron al régimen anticomunista de Chiang Kai-shek, que se convirtió en un furioso dictador desde Taiwán. Mao, por su parte, ordenó considerar como “provincia rebelde” a Taiwán, pero no llevó a cabo planes de invasiones futuras sobre la isla de Formosa para derrocar a Chiang Kai-shek. Este se quedó en el poder hasta el año de su muerte en 1975, gobernando con mano de hierro a los taiwaneses y apoyado por unos 10.000 soldados de Estados Unidos estacionados en la isla de Formosa para cuidarlo. Incluso Chiang Kai-shek pidió en 1960 a Estados Unidos para invadir a la China continental y derrocar a Mao.

Chiang Kai-shek es un prócer en Taiwán.

Bajo Chiang Kai-shek Taiwán se convirtió en un primer laboratorio de política de toque de gong ultraliberal en Asia Oriental. Bajo ley marcial, se redujeron los derechos laborales de los trabajadores taiwaneses y una poderosa elite burguesa se asoció a capitales estadounidenses para convertirse en un “tigre asiático” en los años de los decenios de 1960 y 1970. La industria textil se fue para arriba y también de la tecnología digital primigenia, engendrando el famoso “Made in Taiwán” con ayuda estadounidense, que invadió de manufacturas textiles y de electrodomésticos hacia el Tercer Mundo. Taiwán de hecho fue reconocido como “toda China” ante la ONU, dejando fuera a la China maoísta.

Pero todo se terminó en 1971-1972. En 1971 Estados Unidos decidió sacar a Taiwán de la ONU. En 1972 el presidente estadounidense republicano Richard Nixon visitó Pekín y se entrevistó con Mao. Allí acordó con las autoridades chinas continentales que Pekín apoye a Washington en la guerra fría contra la Unión Soviética. A cambio, Pekín le pidió reconocimiento internacional, ingreso a la ONU y que se Washington deje de reconocer a Taiwán como estado nacional independiente.

China comunista logra lugar en la ONU

Hay que recordar que la China de Mao se enemistó con Moscú en 1956, y desde entonces hubo peleas entre los gigantes comunistas de la guerra fría. Estados Unidos no aprovechó esta pelea, ya que Mao hasta 1970 siguió una línea radicalizada antiimperialista muy osada. Pero eso culminó y los chinos decidieron aliarse a Washington para impedir una invasión soviética latente desde Mongolia o Siberia Oriental (siempre presente entre 1960 y 1966). Algunas escaramuzas militares en 1970-191 en las fronteras chino-soviéticas alertaron a Pekín de que Moscú estaba a punto de invadir China para instalar un régimen títere moscovita. Mao lo entendió y se acercó a Estados Unidos.

Lo que consiguió Mao fue que Estados Unidos saque de la ONU a Taiwán. Sólo eso, que no es poco, porque la República Popular China tomó su lugar en la ONU y en el Consejo de Seguridad. Mao muere en 1976 y desde entonces Deng Xiaoping toma las riendas del poder en Pekín e intenta convertir a la China continental en una especie de “milagro económico taiwanés” a mayor escala. Eran los albores del llamado “socialismo de mercado” de China, de la llegada del capitalismo salvaje al gigante asiático.

Reunión cumbre entre Mao y Nixon en Pekín en 1972.

Desde 1972 Taiwán es reclamada por la República Popular China, que rechaza las relaciones diplomáticas con países que la reconocen. Taiwán mantiene vínculos oficiales con 14 de los 193 estados miembros de la ONU y la Santa Sede. Las organizaciones internacionales en las que participa la República Popular China se niegan a otorgar membrecía a Taiwán o le permiten participar solo de manera no estatal. Pero Taiwán es miembro de la Organización Mundial del Comercio, el Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico y el Banco Asiático de Desarrollo bajo varios nombres.

Los países cercanos y los países con grandes economías mantienen vínculos no oficiales con Taiwán a través de oficinas de representación e instituciones que funcionan como embajadas y consulados de facto. A nivel nacional, la principal división política es entre los partidos que favorecen la eventual reunificación china y promueven una identidad china en contraste con aquellos que aspiran a la independencia y promueven la identidad taiwanesa, aunque ambas partes han moderado sus posiciones para ampliar su atractivo.

Taiwán y el nacionalismo contra Pekín

Taiwán eligió el 16 de enero de 2016 a Tsai Ing-wen como su primera presidenta mujer, junto a Chien-Jen Chen, luego de concederle a su partido, el independentista, Partido Democrático Progresista, su primera mayoría en la legislatura nacional. Este partido se acercó a las posturas nacionalistas más radicalizadas contra Pekín. Estados Unidos con  Trump desde 2017 le brindó toda ayuda política, económica y militar al régimen de Chen. Si bien desde 1971 los estadounidenses no se fueron de Taiwán, con Trump aumentaron su presencia militar.

Washington no reconoció técnicamente a Taiwán como un país, aunque es su undécimo socio comercial más grande. Incluso el complejo diplomático de Estados Unidos en Taipéi es llamado el “Instituto Americano en Taiwán” , en lugar de una embajada o consulado. Pekín ha presionado constantemente a otras naciones para que respeten su reclamo de soberanía sobre Taiwán.

Pero Trump ordenó movimientos militares de la Armada en el Mar de China y cerca de las costas de la República Popular China, realizando ejercicios junto a soldados de Taiwán en 2018-2020, irritando a Pekín siempre, como parte de la “guerra comercial”. Además, Pekín siempre pegó el grito en el cielo ante las sucesivas ventas de armas de Estados Unidos a Taiwán bajo órdenes de Trump.

La mandataria taiwanesa Tsai Ing-wen y Trump reforzaron vínculos diplomáticos y militares en 2017-2020.

El regalito de Trump a Biden

La historia en enero de 2021 cambió. Trump no quería irse sin molestar a China continental. En ese sentido, la declaración de los últimos días reconoce que la relación entre Washington y Taipéi “no necesita, ni debe, estar encadenada por las restricciones autoimpuestas de nuestra burocracia permanente”, concluyó el jefe de la diplomacia estadounidense Pompeo.

En realidad, Trump quiere dejarles un regalito problemático a los demócratas que asumirán el 20 de enero próximo. Pekín sabe que con Biden puede haber un punto de acercamiento comercial con Estados Unidos para terminar con los roces y las tensiones creadas por Trump en 2017-2020.

 ¿Querrán los demócratas un problema militar en el Mar de China? Algunos pretorianos del Pentágono no aconsejan un enfrentamiento con China por Taiwán. Habrá que esperar a ver qué hacen los demócratas. ¿Terminará la “guerra comercial”? Lo cierto es que el reconocimiento de Taiwán es una piedra en el zapato diplomático de la futura administración de Biden.

Mauricio Piñero
Mauricio Piñero

Cuentan las crónicas que nació como el hijo de nadie. Luchando por la Patria Grande, como Internacionalista y antiimperialista. Tripero de alma y cuerpo, siempre junto a la patriada barrial. La historia descolonizada es mi pasión como docente de la Escuela Pública y de los barrios. Las noticias sobre los pueblos que luchan como forma de viajar hacia una verdadera justicia social global.

Una puerta de posibilidades

Una puerta de posibilidades

TIEMPO DE LECTURA: 5 min.

Más allá del resultado anunciado por los medios masivos de comunicación, más allá de lo difundido a primera vista, lejos está de resolverse aún qué podrá pasar en los EEUU frente al enrarecido escenario electoral que tiene como virtual ganador al binomio demócrata BidenHarris.

Mientras una gran mayoría de medios ya da como presidente electo al ex vicepresidente de Obama, Trump se niega a reconocer la derrota y judicializa el proceso electoral en estados claves donde según argumenta, hubo “fraude”. Y algo de repercusión ha tenido dado que el tribunal de Pensilvania dio lugar al reclamo del actual ocupante del Despacho Oval respecto del voto por correo.

Al revuelo judicial, el ninguneo informativo e incluso la censura mediática y en redes, cabe agregarle las declaraciones del Secretario de Estado Mike Pompeo que aseguró que “habrá una transición sin problemas. El dato relevante es que sería entre el primer y el segundo mandato del republicano.

¿Estado Fallido?

En su artículo de opinión en el periódico The New York Times el economista norteamericano Paul Krugman sostuvo que “si estuviéramos ante un país extranjero con el nivel de disfunción política de Estados Unidos, tal vez consideraríamos que está al borde de convertirse en un Estado fallido, es decir, un Estado cuyo Gobierno ya no es capaz de ejercer un control efectivo“.

Por su parte el analista Alfredo Jalife-Rahme directamente llama “país bananero” al gigante norteamericano, arguyendo que son escandalosas las manipulaciones de un país gobernado por una elite que lejos de ser una democracia, califica como plutocracia/bancocracia/cibercracia.

La afirmación del analista mexicano responde al análisis del poder que ejercen sobre el gobierno de EEUU las empresas del GAFAM (Google, Amazon, Facebook, Apple y Microsoft), íntimamente relacionadas con “gigabancos” como Black Rock, Vanguard, State Street o Fidellity.

Evidentemente no importa el resultado

En esta andanada de incertidumbres y acusaciones cruzadas, el equipo demócrata, Joe Biden y Kamala Harris ya se lanzaron a gobernar, incluso antes de asumir, enumerando algunos de los pretendidos ejes de trabajo: revertir la situación sanitaria, reanudar los lazos internacionales y volver a los acuerdos multilaterales, solucionar el tema migrante.

El reajuste que debería enfrentar una posible administración Biden evidentemente será de proporciones astronómicas y hacerlo requiere de recursos, y muchos. Ese puede ser un escollo importante si les demócratas no logran obtener la mayoría en el Senado, donde aún están en disputa les dos representantes por el estado de Georgia que irá a segunda vuelta el próximo 5 de enero.

El posible segundo escollo -y que está vinculado a artículos anteriores- es que en términos concretos Biden no ganó: perdió Trump. El voto anti-Trump fue lo que posibilitó la pírrica victoria demócrata que previamente las encuestadoras y medios señalaban (en realidad operaban) que sería de casi 10 puntos.

Nuestra América ante este escenario

Si el escenario antes descripto no desemboca en una escalada de tensiones y de violencia que lleve al enfrentamiento directo entre ambos bandos, la “remontada” para la administración gringa no será sencilla.

El panorama nuestroamericano está cambiando a paso firme: la vuelta al gobierno de Bolivia del MAS-IPSP, las grandes posibilidades de una victoria de sectores del correismo en Ecuador, la consolidación de gobiernos progresistas como el de México, Argentina y varios países de Centro América, la resistencia de Venezuela, Cuba y Nicaragua.

A los aciertos del progresismo hay que sumarle los descalabros de la derecha en Perú, Colombia y Chile, los escándalos de corrupción en Brasil, Paraguay y muchos de Centro América.

Muchos de estos países tienen procesos electorales en 2021: Presidenciales en Ecuador; Municipales y parlamentarias en El Salvador; Presidenciales en Honduras; generales y Constituyente en Chile; presidenciales en Perú; parlamentarias en México y Argentina; presidenciales en Nicaragua. Mientras que en 2022 le tocará a las presidenciales de Colombia y Brasil.

El Doctor en historia ecuatoriano, Juan Paz y Miño señala que posiblemente la administración de Biden intentará tener un trato directo con los gobiernos de AMLO y de los países centroamericanos para intentar ajustar -fundamentalmente- la situación migrante.

La intervención en Venezuela sigue sobre la mesa

Por su parte no ve que las cosas vayan a cambiar mucho en relación a Venezuela. No hay que olvidarse que fueron los demócratas con Obama a la cabeza quienes señalaron al país bolivariano como una amenaza para la seguridad nacional de los EEUU. Quizás cambien la estrategia y dejen de sostener a Guaidó, pero las agresiones continuarán.

En este sentido el analista político Darío Azzellini resalta que la grave polarización interna en EEUU puede generar que Biden pueda “verse tentado a comenzar una guerra para unificar de nuevo a la población estadounidense”, lo cual dejaría abierta la posibilidad de una intervención militar sobre la Venezuela chavista.

En la misma línea -pero alertando sobre el carácter imperial de los EEUU- el sociólogo y politólogo argentino, Atilio Borón, repasa el escenario y advierte que “nada bueno cabe esperar de este recambio. Se aventó el riesgo mayor y nada más”. Sus palabras hacen alusión a que sólo se logró sacar a un demente como Trump de la Casa Blanca, lo cual no significa que con Biden, EEUU no siga siendo imperio.

¿Nuevo tiempo?

Lo decíamos en artículos anteriores y lo volvemos a afirmar: la política exterior norteamericana puede cambiar de caras, de modos, pero seguirá siendo una política imperial, porque no importa quién gobierne en EEUU, sean demócratas o republicanos, hay un acuerdo en relación a la forma de vincularse con Nuestra América y es a través de la Doctrina Monroe y la del Destino Manifiesto.

El reacomodo político en los países de la región, sumado al tiempo que demore el imperio en reacomodarse luego de los cuatro años de Trump, serán claves para fortalecerse y seguir trabajando en la reconstrucción de la unidad continental. Se abre una puerta de posibilidades que habrá que ver si sabemos aprovechar.

Nicolás Sampedro
Nicolás Sampedro

Prefiero escuchar antes que hablar. Ser esquemático y metódico en el trabajo me ha dado algún resultado. Intento encontrar y compartir ideas y conceptos que hagan pensar. Me irritan las injusticias, perder el tiempo y fallarle en algo a les demás.

¿Importa quién gane?

¿Importa quién gane?

TIEMPO DE LECTURA: 7 min.

Muches analistas vienen alertando desde hace tiempo que el sistema imperante desde la Segunda Guerra Mundial que tuvo (o tiene) a EEUU como centro hegemónico a nivel planetario, está perdiendo cada vez más fuerza. La pandemia del COVID-19 ha acelerado esa decadencia a pasos agigantados.

El colega cubano Hedelberto López Blanch, lo retrataba de manera muy gráfica en un artículo publicado recientemente donde especifica la caída en picada de la economía estadounidense en comparación con el crecimiento de la China.

Según la Oficina de Análisis Económico de ese Departamento (Comercio), el Producto Interno Bruto (PIB) real disminuyó a una tasa de 32,9 % en el segundo trimestre de 2020 motivado por los desastrosos efectos de la pandemia”, señaló López Blanch, al tiempo que remarcó que contracción económica en ese mismo período “fue la más rápida de su historia y supone la mayor debacle desde la Segunda Guerra Mundial”.

A la pérdida de poder a escala global hay que sumarle las dificultades domésticas, que lejos de ser meramente económica, atraviesan todos los planos de la vida política y social de la nación.

Datos puertas adentro

Para colmo de males las cifras de desempleo no paran de crecer. Según el sindicalista, académico y periodista estadounidense Dan La Botz, “desde el 15 de marzo han solicitado el subsidio de desempleo en total 62 millones de personas y cada semana solicitan esta prestación alrededor de 900.000 más”. El colega norteamericano señala que las estimaciones podrían arrojar una tasa de desempleo de más del 11%.

Un país con más de 50 millones de personas por debajo del nivel de la pobreza, con más del 35% de personas que no acceden a seguros médicos, un aumento de más del 24% en la tasa de suicidios y niveles de esperanza de vida que siguen bajando, colocándose en poco más de 76 años.

A estos datos hay que agregarle los de inseguridad o los de narcotráfico, entre muchos otros. El gran sueño americano, esa idea de supuesta felicidad construida por la propaganda de Hollywood y las agencias de noticias (en realidad de propaganda), no es más que eso, un sueño.

La elección

Pero los intentos por sacar a Trump no sólo se centran en el bipartidismo tradicional y sus medios de comunicación, o sectores de las FFAA o la Inteligencia. Un sector importante del pueblo norteamericano también está abocado a tal fin.

Según afirma el corresponsal del diario mexicano La Jornada, David Brooks, a dos semanas de las elecciones ya han emitido su voto más de 31 millones de personas. Para dimensionar lo que esto significa, en el Estado de Texas (donde en su momento ganó Trump) ya han votado más personas que en las elecciones de 2016.

El colega señala que esta elección no sólo puede significar un record en cuanto a la participación electoral, sino en el gasto de la misma. Según Brooks “se calcula que la presidencial y las legislativas federales superarán récords previos por mucho, al acercarse a 11 mil millones de dólares, según el Center for Responsive Politics. La contienda presidencial tiene un costo proyectado de 5.2 mil millones[1].

Pero como es sabido, la elección en el gigante del norte no depende solo de los votantes, sino también de les electores, por lo que podría ganar Biden en cuanto a cantidad de votos, pero (como pasó en 2016) que sea electo nuevamente Trump.

¿2da Guerra Civil en EEUU?

En publicaciones anteriores remarcábamos citando al analista Thierry Meyssan que en EEUU no hay una mera disputa entre Republicanos y Demócratas, sino entre “jacksonianos” y quienes profesan y practican la “Teoría de Contención” de George Kennan. Todos los presidentes hasta 2016 aplicaron esta última lógica gestada en plena Guerra Fría. Eso explica que incluso muchos republicanos jueguen en contra de su propio “candidato”.

Lo afirmábamos en ocasiones anteriores y cada vez son más les analistas que ven la posibilidad de un enfrentamiento entre estos dos sectores. Sectores que se descalifican el uno al otro y que plantearon la posibilidad de un fraude en las elecciones venideras.

Todo parece indicar que el descontento hacia la gestión del magnate está generando una pérdida sustancial en las intenciones de votos. Si bien el hecho no dice nada (ya que pasó lo mismo en las pasadas elecciones y ganó Trump de igual manera), parece que toda la maquinaria Demócrata y Republicana anti Trump está haciendo lo imposible por evitar que este señor de peluquín sea reelegido.

Del otro lado, Donald Jr. (uno de los hijos del magnate) hizo un llamado a voluntarios para que se “unan al ejército de vigilantes electorales de Trump”. En este sentido la periodista estadounidense Amy Goodman, alertó sobre posibles escenarios de violencia, citando un informe de la organización para el control de armas Guns Down America. En este informe se afirma que “la amenaza de que individuos armados perturben el acto electoral en los centros de votación no es teórica”. La línea argumental de Trump en casi todos los planos se sintetizan en “yo o el caos”.

¿Y la alternativa?

Del otro lado está Joe Biden, demócrata que ejerció la vicepresidencia durante la administración de Barak Obama. Una gestión caracterizada por las agresiones permanentes a pueblos de distintas partes del mundo y que lejos de cumplir con sus promesas de campaña la gestión Obama-Biden continuó con las guerras y amplió sus fronteras. De hecho el ganador del Nobel de la Paz no pasó un solo día (de sus 8 años en la presidencia) en el que no estuviese en guerra. A las heredadas guerras de Afganistán e Irak, sumó la guerra en Siria y autorizó “ataques contra grupos terroristas en Libia, Pakistán, Somalia y Yemen”, elevando a siete los países donde su administración llevó adelante acciones militares públicamente.

A ello hay que sumarle que la administración que segundeó Biden es la que en marzo de 2015 realizó “un decreto de “emergencia nacional” en el que declara a la República Bolivariana de Venezuela como “una amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad nacional y la política exterior de EE.UU”, por supuestas violaciones a los derechos humanos cometidas por el Gobierno venezolano[2].

Algunas apreciaciones

Más allá de lo que suceda en las elecciones del país del norte, más allá de si decanta en una guerra o no, lo que queda claro es que sea quien sea que ocupe el Despacho Oval, los pueblos del mundo pierden. Más malo o menos malo, el gobierno estadounidense y su lógica imperial se han convertido en un problema para la humanidad.

Esta afirmación lleva a sacar algunas conclusiones al respecto:

  • No se puede esperar demasiado de la elección en gringolandia;
  • El sistema democrático que EEUU pregona e intenta imponer (a punta de misiles) al resto del mundo es un verdadero bluf;
  • Al poder real le importan muy poco los pueblos del mundo, incluso los propios. Sólo les interesa exprimirlos para sacarles la mayor rentabilidad posible a su fuerza de trabajo;
  • La guerra siempre es una opción para quienes ejercer el poder real, fundamentalmente porque es uno de los negocios más rentables;
  • El sistema económico que pregonaron los norteamericanos está quebrado y su caída repercutirá en todo el mundo, por lo cual hay que buscar alternativas que lo cambien de raíz;
  • Es imperioso desmonopolizar la palabra y la información. Caso contrario seguiremos siendo presas de las operaciones mediáticas al servicio de los grandes poderes fácticos;

Ante el escenario interno y exterior del país del norte, Nuestra América tiene la posibilidad histórica de revertir décadas de opresión y saqueo fomentado desde EEUU, sus transnacionales y lobbies. No obstante lo cual ello no debería implicar pasar a depender de otra superpotencia. Es estratégicamente necesario refundar la unidad continental y sus organismos multilaterales. El destino de nuestros pueblos depende de ello.


Referencias
[1] https://rebelion.org/preven-que-eleccion-en-ee-uu-rompera-record-de-participacion-y-de-costo/
[2] http://www.avn.info.ve/contenido/obama-deja-presidencia-eeuu-tras-ocho-a%C3%B1os-guerra-continua-e-injerencismo


Nicolás Sampedro
Nicolás Sampedro

Prefiero escuchar antes que hablar. Ser esquemático y metódico en el trabajo me ha dado algún resultado. Intento encontrar y compartir ideas y conceptos que hagan pensar. Me irritan las injusticias, perder el tiempo y fallarle en algo a les demás.

¿Será Trump la estocada final al imperio norteamericano?

¿Será Trump la estocada final al imperio norteamericano?

TIEMPO DE LECTURA: 7 min.

Parece no estar saliéndole nada al magnate neoyorquino de peluquín que por ahora se sienta a diario en el sillón presidencial de la Casa Blanca. Y es por ahora porque la mayoría de las encuestas y sondeos de opinión, realizadas por diversas instituciones, lo dan perdedor en las próximas presidenciales.

Desde su llegada al Despacho Oval la verborragia y la política twittera parecen haberse apoderado de la política norteamericana. En lo concreto parece que al mandatario con nombre de pato no le están saliendo bien las cosas. Quizás mejor que nunca el refrán “un paso, una cagada”.

La última de sus declaraciones disruptivas fue la de posponer las elecciones presidenciales previstas para el 3 de noviembre. Un hecho que fue criticado por propios y ajenos y que podría llevarlo al banquillo de les acusades ni bien termine su mandato, por violación a la carta magna, dado que sólo el Congreso puede ejercer tal facultad.

En picada libre

A esta situación se suman: el desastroso manejo de la pandemia del COVID-19 (más de 4.5 millones de contagiades y con casi 155 milfallecides), el aumento sideral de la desocupación (que a día de hoy supera el 13%) la imposibilidad de contener a Rusia y a China, los desmanejos con Irán y Venezuela, las interminables protestas de los antirracistas (con la consecuente militarización de ciudades) y la crisis económica sin parangón.

Respecto a esto último el 30 de julio “el Departamento de Comercio de EEUU, informó que la contracción económica en el segundo semestre fue de 32,9%, un hito que marca el peor desempeño económico de Estados Unidos desde que comenzaron los registros oficiales en 1947[1].

En sintonía con esto último, el propio FMI señaló para EEUU la pandemia significará una crisis económica pero que el crack del ’29, sumado a que la Oficina de Presupuesto del Congreso de Estados Unidos señaló recientemente que la deuda alcanzará al 101 por ciento del PBI. Algo no tan alejado del vaticinio hecho por el banco Morgan Stanley que prevé que para 2025 el país llegaría a una deuda del 126 por ciento del Producto Bruto Interno.

Estado de terror

A los desaciertos en materia sanitaria y su consecuente fracaso económico hay que sumarle las protestas que recorren de norte a sur y de este a oeste del país. El asesinato del afroamericano George Floyd produjo una polvareda producto de décadas (por no decir siglos) de racismo de parte del Estado y sus agentes de seguridad.

La situación parece incontrolable para el magnate que está acostumbrado a dar órdenes e imponer sus caprichos. Portland y Seattle bajo estado de caos, una situación que parece no ceder ante la represión de agentes federales enviados a “contener” las protestas.

¿Potencia militar?

Luego de una mirada general de los problemas que enfrenta (y en parte generó) Trump, se suma las fallidas maniobras de presión internacional para seguir siendo el gendarme global. No pudieron con Venezuela pese al bloqueo y la campaña de “presión máxima” contra la República Islámica de Irán fracasó.

Lo último no es algo quien diga quien suscribe, sino la exsubsecretaria de Estado de los EEUU, Wendy Sherman quien en un artículo publicado en el portal The Foreing Policy señala que “el enfoque de Trump hacia Irán es otro ejemplo costoso y doloroso. Más de tres años después de que la Administración Trump abandonó el acuerdo nuclear, Irán tiene más uranio altamente enriquecido (…), más instalaciones nucleares activas y tecnología más sofisticada[2].

A estos escenarios hay que agregarle el deterioro y retroceso de los EEUU en materia militar si se las compara con China y Rusia, ambas en franco ascenso. Recientemente el analista Sergio Rodríguez Gelfenstein indaga en el deterioro naval norteamericano, hecho que pone a la potencia del norte en una situación de debilidad ante sus rivales asiáticos. EEUU sabe que ante un escenario bélico lleva las de perder.

Quizás es por esta razón que presiona permanentemente a los países de la OTAN para que aumenten los presupuestos destinados al organismo militar. De hecho recientemente Trump tildó de “morosos” a les alemanes y decidió reubicar a un tercio del total de les soldades que tenía en tierras teutonas y mandarlos a la frontera polaca con Rusia.

Como señala Gelfenstein, “la doctrina militar de Estados Unidos ha comenzado a cambiar, trasladando su foco desde las zonas occidentales con costas en las cercanías del Atlántico a la fronteras directa con Rusia, construyendo una gran alianza con los tres países bálticos (Letonia, Estonia y Lituania), Polonia y Ucrania, naciones ancestralmente anti rusas y, en esa medida naturales aliados de Estados Unidos en este escenario[3].

Tik Tok… el reloj que molesta a Trump

Es indiscutible que uno de los alfiles de presidente norteamericano es el Secretario de Estado de los EEUU, Mike Pompeo. El funcionario manifestó este domingo que Trump tomaría medidas porque desde la red social china “envían datos directamente al Partido Comunista Chino[4] y son un problema para la seguridad nacional.

Si bien suena disparatado desde un comienzo, lo que Amazon, Apple, Facebook, Microsoft, Twitter u alguna de las grandes compañías norteamericanas del sector hacen a diario, es lo que el magnate endilga a la empresa de capitales chinos.

Pero la disputa con China en el terreno tecnológico no es nueva, de hecho se han mencionado hechos similares en artículos anteriores, como el emblemático conflicto con la empresa de telefonía celular Huawei.

Ganar sin luchar

El problema que tienen les norteamericanes es que el gigante asiático avanza a pasos agigantados no sólo en materia tecnológica, sino espacial y militar. Para colmo de males, China produce el 75% de las tierras raras del mundo en su propio territorio y procesa casi el 95%. Estos minerales son claves para la producción de elementos de alta tecnología, desde celulares y PCs, hasta misiles de nueva generación. Y China podría dejar sin estas “vitaminas” a las empresas norteamericanas como Lockheed Martin, que produce el famoso sistema de misiles de defensa aérea, Patriot.

EEUU sabe que está perdiendo la batalla del tiempo y eso lo desespera. El 31 de julio el mandarín Xi anunció el lanzamiento oficial de la constelación de 55 satélites BeiDou-3, un sistema de navegación por satélite similar al Glonass ruso o al GPS norteamericano. Esto permitirá a China no depender del GPS, que ante un conflicto militar con EEUU, podría verse bloqueado.

Vacunas para todes

Al mismo tiempo, la carrera por encontrar una cura para el virus del COVID-19 parece no dejar dormir a Trump. Tanto China como Rusia sostuvieron que de encontrar una cura, la pondrán a disposición de todo el mundo para su utilización. Actitud muy disímil a la adoptada por el peluquín neoyorquino, que incluso quiso comprarle la vacuna a una empresa alemana con la condición de tener la exclusividad. Las declaraciones del máximo responsable en enfermedades infecciosas de la Administración norteamericana, Anthony Fauci, dan cuenta del nerviosismo.

Pomposo de gira

En este marco de desesperación por no seguir perdiendo popularidad en su país y mostrando un supuesto músculo ante el gigante asiático, Pompeo salió de gira para buscar aliados para enfrentar a China.

No podemos enfrentar este desafío solos. La ONU, la OTAN, los países del G7, el G20, nuestro poder económico, diplomático y militar combinado es seguramente suficiente para enfrentar este desafío si lo dirigimos claramente y con gran coraje[5], dijo Pompeo en la Biblioteca Nixon.

Quizás la ficha destacada de EEUU sea la del Primer Ministro de la República de la India, Narendra Modi. Una relación que se ha afianzado en el último tiempo, fundamentalmente desde la llegada del nacionalista indú en 2014. Para Modi, China es un peligro para sus intereses, fundamentalmente porque es más grande y poderoso, además de las escaramuzas en la región de Cachemira de hace unas semanas.

A la posible alianza con India hay que sumarle las ya establecidas con Japón y Australia, aliadas históricas de los norteamericanos. Distinta es la situación de Europa según el analista internacional mexicano, Alfredo Jalife Rahme. Si bien son aliados históricos de EEUU, en las últimas décadas su acercamiento a China ha generado que hoy estén en el intento de sostener sus “relaciones favorables con EEUU, pero no sacrificarán sus relaciones favorables con China[6].

¿Debacle gringa?

Está más que claro que un enfrentamiento militar entre ambas potencias no sirve a ninguna de las partes. Fundamentalmente porque nadie sabe cómo actuaría Rusia, pese a que la portavoz de la cancillería rusa, María Zajárova, haya calificado de “ingenuo” el intento de Pompeo de involucrar al país euroasiático en una estrategia antichina.

Las relaciones entre EEUU y China se deterioran a gran velocidad -fundamentalmente por las bravuconadas de Trump- y el encuentro que se realizaría este mes entre las partes, para analizar la implementación de la primera fase del acuerdo comercial suscrito en enero pasado, puede fracasar antes de suceder.

En este escenario cabe la pregunta que da nombre a este artículo: ¿Será Trump la estocada final al imperio norteamericano?


Referencias
[1] https://medium.com/@misionverdad2012/estados-unidos-se-desliza-a-una-crisis-terminal-f9d65b3e6d10
[2] https://www.hispantv.com/noticias/ee-uu-/473138/presion-maxima-trump-iran
[3] https://www.alainet.org/es/articulo/208049
[4] https://actualidad.rt.com/actualidad/361940-casa-blanca-pronto-tomar-medidas
[5] https://mundo.sputniknews.com/politica/202007231092191654-eeuu-busca-nueva-alianza-para-combatir-a-china-con-poder-economico-y-militar-combinado/
[6] https://mundo.sputniknews.com/firmas/202007311092265063-que-falta-para-una-guerra-entre-eeuu-y-china/

Nicolás Sampedro
Nicolás Sampedro

Prefiero escuchar antes que hablar. Ser esquemático y metódico en el trabajo me ha dado algún resultado. Intento encontrar y compartir ideas y conceptos que hagan pensar. Me irritan las injusticias, perder el tiempo y fallarle en algo a les demás.

El Ejército inesperado

El Ejército inesperado

TIEMPO DE LECTURA: 9 min.

POR JORGELINA URRA* Y ZULEMA CAPELLA**

Los Preparativos

La organización del evento había empezado con el pie izquierdo, ya que la fecha estipulada para tan importante mitín, y en los términos que el Señor Donald Trump exigía, requería de privilegios que hasta para los asesores de la Casa Blanca sonaban descabellados. Por un lado estaban las dificultades propias de una pandemia mundial, así que debieron cambiar de mes, y en lugar de llevarse a cabo en marzo, debían ser en junio.

Por otro lado, el día elegido por el Señor D. Trump era el 18 de junio, pero nuevamente algo entorpeció esa decisión. Y es que justo ese día, en el barrio de Greenwood, ciudad de Tulsa, Oklahoma, lugar designado por su gran acumulado de republicanos, donde en 2016 sacó el 65, 3% de los votos, la comunidad afroestadounidense celebraba la abolición de la esclavitud. 

Sus asesores le recomendaron que tuviera algo de tacto debido a los últimos acontecimientos que enardecen las calles del país, así que no tuvo más remedio que aceptar, y frente a las cámaras destacó que el tan ansiado lanzamiento seria al día siguiente, el 19 de junio. Nada se dijo sobre cuáles serían las medidas de protección y aislamiento por el covid-19. Lo único que anunciaron fue que se examinaría la fiebre y se repartirían barbijos, pero sin obligación de uso.    

Su gerente de campaña para la reelección, Brad Parsale, un joven consultor digital que en 2016 estuvo a cargo de la dirección de medios digitales de su campaña y lo acompaño como asesor político. Ahora el encargado de la gerencia publicitaria y principal cabeza de marketing, no dudó en ser fiel a las expectativas del Señor D. Trump, al convencerle de que el público estaba preparado y que incluso la página de internet decía que al evento asistirían un millón de personas. La expectativa era tal, que el Señor mandó a que se instalaran pantallas gigantes fuera del arena Bok Center para las más de cuarenta mil personas que no iban a tener la oportunidad de verlo a corta distancia, ya que las instalaciones solo cuentan con asientos para diecinueve mil espectadores. 

La publicidad en los medios fue inmensa, los videos son de una épica tal, que nada tienen para envidiarle a las producciones hollywoodenses, no solo desde la composición sonora, sino desde la representación gráfica con escenas de lo que para el Señor D. Trump significan las manifestaciones bajo la consigna Black Lives Matters: un estallido de crímenes violentos organizados por simpatizantes de Joe Biden, su principal opositor, los que según dice, quieren desarticular a la policía. Está claro además por el tipo de publicaciones como “Abolished” que el objetivo es generar una confrontación civil entre quienes están reclamando derechos básicos y quienes representan el fascismo. A estos últimos los cataloga como un ejército dispuesto a hacer regir la ley y el orden, y no son más ni menos que sus propios seguidores.

La grilla del rally arrancaría en Tulsa, Oklahoma, seguiría por Florida, Arizona y Carolina del Norte. La mañana del 19 de junio, el Señor D. Trump le dio una ojeada como acostumbra hacer en sus campañas, a las noticias de la cobertura del evento. Se sintió algo desilusionado al notar que no se hallaban en el lugar las masas que tanto ansiaba ver y para las cuales no solo había preparado un discurso, sino dos. Unas horas más tarde, le llegaría el informe de que seis de sus empleados abocados a la campaña en Tulsa, habían dado positivo al test de coronavirus y, en lugar de mostrarse preocupado por sus trabajadores, estalló de rabia porque la noticia había llegado a los medios y estaba robándole protagonismo al mitín. 

La noche anterior a su llegada, el estado llegaba al pico de contagios en lo que va de la pandemia debido a la reapertura de la economía. El alcalde G. T. Bynum había anunciado que desde el jueves hasta el domingo se establecería un toque de queda en los alrededores del Bok Center. De esta manera iban a prevenir los posibles incidentes que generarían los grupos “radicales de izquierda” como llama el Señor D. Trump a les manifestantes. Desde la ciudad anfitriona habían apelado a la Corte Suprema de Justicia para que las instituciones correspondientes aseguraran el cumplimiento de los protocolos sanitarios, pero para fortuna del Señor D. Trump, esta vez la Corte rechazó el pedido en su contra. Nada podía impedir que el mandatario hiciera alarde de sus dotes actorales, ni siquiera un virus mortal.   

Seguro de sí mismo y de que ese día la grandeza de su país se vería materializada por el acompañamiento de sus seguidores, caminó hacia el helicóptero que lo llevaría a la Base de la Fuerza Aérea Andrews, y posteriormente se subió al Air Force One, que lo esperaba listo para despegar. En pleno vuelo el presidente recibió la notificación de que solo habían llegado unas veinticinco personas a las inmediaciones del arena, y no contento con la idea, se tomó el trabajo de sobrevolar por el lugar para observar por si mismo las cifras.

La confusión era generalizada, así que inmediatamente les encargades de su campaña enviaron un mensaje de texto a quienes habían reservado tickets, que decía “¡La Gran Celebración del Regreso Estadounidense ya casi empieza! ¡Todavía hay espacio!”, pero no fue lo suficiente como para sostener la aparición en el exterior. El avión aterrizó en Tulsa a las 17:51 del sábado 19 de junio, y Joe Biden venía por encima en las encuestas.

Semanas antes del acontecimiento una cantidad increíble de reacciones, comentarios y publicaciones iba en crecida. La cifra de las encuestas se había disparado. Si hay algo certero en todo esto, es la confianza absoluta que el Señor D. Trump ha depositado en los sondeos virtuales.

 Los guerreros de Trump

El montaje lucía majestuoso, las gradas habían sido delineadas con una franja azul que en color blanco rezaba “Make America Great Again!” (Volver América grande otra vez!), su frase de campaña. De frente al escenario, en el sector campo y detrás en las gradas, la gente disfrutaba de hits como “I Won’t Back Down” de Tom Petty, o “You Can’t Always Get What You Want” de The Rollings Stones, sin barbijo ni distancia social,  y mientras agitaban los brazos formando olas, no se imaginaban que la familia de Tom Petty y los Rolling Stones iban a irritarse y comenzarían acciones legales para que dejen de relacionar sus canciones con la campaña, ya que se oponen fervientemente a los ideales que Trump representa. 

En el centro de la escena se imponía un podio color azul marino con la insignia de los Estados Unidos, en el cual el Señor D. Trump daría su discurso. Lateral al escenario se hallaba una escalera intencionalmente colocada, un pedido especial que realizó a la organización para recrear una escena bastante particular y por la que en los medios había sido noticia; en el video podía notarse que el presidente estaba teniendo dificultades para bajar una escalera, y se lo atribuyeron a una posible enfermedad. Era de esperarse que su intención fuese echar por tierra esas declaraciones, no iba a permitir que su orgullo sea trastocado.

Luego de la intervención de Mike Pence, el Señor D. Trump hizo su entrada triunfal; de traje azul a tono con el podio, corbata roja y el paso lento, salía por el costado izquierdo en dirección al escenario mientras levantaba el puño derecho. En intervalos aplaudía, pero más gozaba de los aplausos que recibía por parte de seis mil doscientas personas. Un infortunio que supo sobrellevar con estilo teatral, lástima que no se dedico a ser bufón. Una de sus primeras frases en referencia al público fue de agradecimiento por el apoyo y los llamó “guerreros”, el ejército con el que planea derribar a Biden en cinco meses.   

De principio a fin, el discurso estuvo argumentado por una ferviente ironía que atentaba constantemente contra su opositor J. Biden al tratarlo de “dormilón”,  contra el movimiento Black Lives Matters y contra el aborto. No faltó el tono burlón con el que se refirió al virus llamándolo “kung flu”, y sin tapujos dijo: “Cuando se hacen pruebas a esa escala, se encuentra a más gente. Se encuentran más casos. Por eso le dije a mi gente: frenen las pruebas, por favor”  y el público aplaudió. De resto no cesó en despotricar contra Rusia, México y hasta se dio el gusto de hablar de fake news.    

Mary Jo Laupp, la abuela de Tik-Tok

A 500 millas de distancia de Tulsa en el estado de Iowa, una señora llamada Mary Jo Laupp de 51 años, abuela de seis nietos, activista política por los derechos civiles y tiktoker con más de 17K de seguidores, había lanzado una campaña en redes sociales para que la gente que no tenía intención de ir y, de hecho se oponía a los delirios del Señor D. Trump, reservara tickets para el gran día. Las reproducciones del video llegaron a más de dos millones de personas. La abuela, como la apodaron en Tik-Tok, circuló por todas las redes sociales logrando una gran cantidad de adherentes. Tanto así, que desde el equipo de trabajo de Biden la convocaron para que se sume a su campaña. Ella aceptó y en el New York Times dijo que trabajaría en un proyecto que articule a equipos de creadores de contenidos en Tik- Tok, para que hagan campaña por Biden.

El ejército inesperado 

La propuesta de la tiktoker no tardó en llegar a los grupos de fans del K-pop surcoreano, un ejército de adolescentes de entre 12 y 18 años preparados con el mejor arma: un celular y gigas de contenido multimedia de sus ídolos. El K-pop nació durante los ’90 en Corea del Sur y a través de las redes sociales logró llegar a gran cantidad de adolescentes en el mundo, se trata de grupos musicales creados por empresas de entretenimiento como Big Hit Entertainment, dueña de la boy band “BTS”. Esta música se compone del hip-hop, rock, rap y dance en una base de pop que articula con coreografías de hasta más de 40 personas y una estética creada bajo los estereotipos de belleza occidental. Sus seguidores o “kpopers” tienen una incidencia notable en redes sociales, y han sabido utilizar estas estrategias para sabotear medidas políticas que atentan contra los derechos que reclama el movimiento Black Lives Matters. 

El 31 de mayo, el Departamento de Policía de Dallas a través de su cuenta oficial en Twitter, publicó un llamado a la ciudadanía en el que pedían a les usuaries que subieran videos e imágenes a la app iWatch Dallas, con el fin de prever “actividades ilegales” que pudieran darse durante las protestas en dicha ciudad. Con miles de videos, fotos y “fancams” (clips de conciertos) de artistas pop coreanos como BTS, ITZY y Red Velvet, el ejército de kpopers hizo colapsar el sistema de la app en apenas unas horas. El 1 de junio, la cuenta oficial de twitter del FBI solicitaba “información y medios digitales” con la misma finalidad que la policía de Dallas, y el ataque se repitió. En Michigan la policía de Grand Rapids creó una página web con igual objetivo; de nuevo colapsó por el contenido k-pop de los fanáticos.

Durante mucho tiempo se creyó que los fans eran grupos de pibes sin posicionamiento político ni sensibilidad social, ya que las empresas que comandan a sus “idols” han creado ejércitos de jóvenes ilusionados con el estrellato que se entregan a contratos musicales explotadores, sometiéndose a cambios estéticos y duros entrenamientos antes de grabar siquiera una canción. Pero han dejado en claro no solo que tienen voz y opinión política, sino que pueden lograr boicots que ni los community managers más entrenados han podido evitar.

Esto es una prueba real del poder que una comunidad organizada puede tener, además de que deja en evidencia las falencias de las estadísticas de sondeos virtuales en las que tanto se apoyan para medir sus candidaturas los principales líderes mundiales de ultraderecha. Trump está siendo señalado por un tribunal virtual, compuesto por miles de activistas adolescentes organizades. Ni Cambridge Analytica se la vio venir.  


* Entiende que para que las ideas no mueran hay que escribir, pero como el lenguaje 
es un universo lleno de palabras muertas y consejos de la RAE; prefiere hablar
desde el léxico revolucionarie.

** De San Luis al país, escribe para ustedes Zuleca. Si están leyendo este perfil tienen
suerte porque en realidad se dedica más al ámbito radial. Las malas lenguas la han
apodado como las "manos riquelmeanas" de la producción, aunque ella no entienda de fútbol.
¡Pobre México! ¡Tan lejos de Dios y tan cerca de los EEUU!

¡Pobre México! ¡Tan lejos de Dios y tan cerca de los EEUU!

TIEMPO DE LECTURA: 5 min.

Por Nicolás Sampedro*

Desde su llegada al ejecutivo mexicano, y previamente en la campaña electoral, el presidente Andrés Manuel López Obrador utilizó dos ejes. Uno que históricamente había sido patrimonio de la cultura política del país azteca y otro un factor común de las décadas del PRIAN: la no injerencia en asuntos de otros países y el combate a la corrupción.

Desde que AMLO se hizo cargo del ejecutivo mexicano, no han parado de lloverle agresiones de los que habían gobernado el país hasta ese momento, al igual que presiones externas (fundamentalmente gringas) para que no cambie la política exterior del país, precisamente porque Andrés Manuel prometía la no injerencia en asuntos de otros países.

Ha pasado un año y medio y las complicaciones no han cesado. Desde las operaciones mediáticas, las atrocidades que siguen cometiendo los carteles del narcotráfico, las presiones de Trump, las dificultades para cambiar décadas de políticas neoliberales y la aparición de una pandemia que dejó pedaleando a más de une.

ALERTA: ¿Nuevo Golpe?

Hace algunas semanas el presidente mexicano presentó un documento donde se detallaba un plan de la oposición que contaba con dos grandes momentos: ganar la mayoría parlamentaria en las elecciones de 2021, y sacar a AMLO del palacio presidencial en 2022 mediante revocación de mandato.

Es que la política de no injerencia, no sólo era una tradición mexicana. Hoy día cobra primordial relevancia ante la bestial cruzada contra Venezuela, que tiene a los EEUU de Donald Trump y compañía como principales agresores.

También en semanas recientes, el gobierno de los EEUU sancionó unilateralmente a personas y empresas mexicanas por participar de un programa de intercambio de alimentos por petróleo con la República Bolivariana de Venezuela. La propia Reuters había publicado que el FBI y otros organismos gringos estaban operando desde las sombras para tal fin.

Parece que ante la fracasada invasión a Venezuela bajo la “Operación Gedeón”, el gobierno de Trump y los factores de poder norteamericanos volvieron a arremeter con más sanciones y aumento en el bloqueo contra la patria de Bolívar. Los intentos desesperados no hacen más que ratificar que el gobierno de Maduro (al igual que el del mandarín Xi) serán factores claves en la carrera hacia la reelección del magnate de peluquín[1].

Andrés Manuel en números

Pero, siempre hay un pero… Pese a las dificultades, las complicaciones y los palos en la rueda de la oposición mexicana, la figura de AMLO aún cuenta con una aceptación más que considerable.

Recientemente el Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG), publicó los resultados de la primera encuesta realizada en territorio mexicano. AMLO tiene una imagen positiva del 55,3% y casi dobla el porcentaje de quienes no ven con buenos ojos al presidente de la “Cuarta Transformación”.

Como si fuese poco, entre los 2 principales partidos de oposición (PRI y PAN) apenas cuentan con una intención de voto de poco más del 16%, en tanto Morena supera el 25%. Es evidente que décadas de corrupción y de gobierno neoliberales han quedados marcados a fuego en la memoria viva del pueblo mexicano, y que pese a las múltiples agresiones, AMLO aún tiene mucho apoyo.

Aunque la pandemia del COVID-19 ha impactado en gran medida en las economías de las familias mexicanas (casi un 80% de les encuestades), “4 de cada 10 mexicanos cree que el país vive un momento de transformación profunda y 6 de cada 10 se muestran a favor de la intervención del Estado para reducir las injusticias sociales”.

Evidentemente son muchos los respaldos con los que cuenta Andrés Manuel López Obrador, pero como se puede observar, los poderes fácticos y el imperio, continúan lanzando ataques para erosionar la figura de AMLO y el proceso político que él encabeza.

Los desafíos

La Cuarta Transformación tiene por delante más de la mitad del mandato, y sus conductores tendrán que utilizar el arte de la cintura política para sortear las piedras en el camino que seguirán poniendo tanto desde la oposición, como desde su vecino del norte.

En relación a esto último, habrá que estar atentes a cómo se posicione el país en el Consejo de Seguridad de la ONU, dado que en breve asumirá como miembro no permanente. De igual manera habrá que observar de cerca cómo será su relación con EEUU (de cuasi dependencia económica), con China y Rusia (como dos actores claves en el mundo que se viene), además de evaluar la recomposición de una relación histórica que el país azteca ha tenido con Nuestra América.

Allá por 2018 cuando el mundo se enteraba que por fin les mexicanes habían podido dar el batacazo contra la corruptela del PRIAN, en distintos puntos de Nuestra América celebrábamos esa victoria como propia; porque era un signo de esperanza ante el reflujo conservador neoliberal que aún azota a la región. Sin duda era (y es) una esperanza en esa recomposición de las fuerzas progresistas y revolucionarias del continente, de ese proceso que habían iniciado Fidel, Chávez, Evo, Correa, Lula, Kirchner, entre otres.

¿Actor clave o de reparto?

México puede ser un actor clave en el nuevo panorama regional. Para ello será determinante la relación que pueda establecer con toda Nuestra América, y particularmente con la Argentina de Todes que encabezan Alberto y Cristina Fernández, fundamentalmente en ese rol de mediador ante las agresiones entre vecines o con los gringos.

Este desafío estratégico en términos regionales se tendrá que dar, necesariamente, mientras hacia lo interno hace las transformaciones prometidas y los cambios necesarios para sacar a México del pozo en el que está metido.

Mientras avanza en esos dos caminos, tendrá que burlar los obstáculos que vayan dejando, tanto desde la oposición como desde la Casa Blanca, porque Washington al parecer está trabajando en dos estrategias en paralelo: por un lado la del intento de golpe interno, mientras por el otro, presiona desde sus oficinas y entidades para intentar alinearlo a la persecución económica y financiera contra Venezuela.

El dicho popular dice: ¡Pobre México! ¡Tan lejos de Dios y tan cerca de los EEUU!


* Prefiero escuchar antes que hablar. Ser esquemático y metódico en el trabajo me ha dado algún 
resultado. Intento encontrar y compartir ideas y conceptos que hagan pensar. Me irritan las
injusticias, perder el tiempo y fallarle en algo a les demás.

Referencias:
[1] https://www.alainet.org/es/articulo/207496

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