Ucrania: una guerra de la nueva generación

Ucrania: una guerra de la nueva generación

TIEMPO DE LECTURA: 15 min.

Analizamos las características del conflicto geopolítico entre Ucrania y Rusia; además realizamos un recorrido histórico qué nos explica el porqué de la disputa actual.

Como hace décadas no sucedía, el mundo está atento ante la escalada de tensión entre la Federación Rusa y Occidente a causa de las disputas en torno a Ucrania. En ese país de Europa del Este estalló en el 2014 una crisis. Esta estuvo caracterizada por tres elementos. Una “revolución de color”; una insurrección en varias provincias de signo contrario a los movimientos proccidentales del centro del país; y el visible avance de la Unión Europea, especialmente de la OTAN, para incorporar a Ucrania en sus marcos de alianza. Esto dio lugar en una guerra civil que se congeló en dos provincias orientales (Lugansk y Donetsk) en forma de guerra separatista. En ese mismo periodo, Rusia ocupó la Península de Crimea sin dificultades. A partir de ese momento las fronteras de Rusia no dejaron de ser “fronteras calientes”.

Un pantallazo histórico

Europa del Este y las llanuras rusas, ucranianas, bielorrusas, polacas, tienen una larga y propia dinámica histórica de conflictividad. Sin embargo, podemos tomar como un punto de referencia el final de la segunda guerra mundial, en donde surge un sistema mundial de cuya desintegración la crisis ucraniana actual es consecuencia.

Al finalizar la guerra, el Ejército Rojo había avanzado con grades sacrificios en una guerra de dureza desconocida, venciendo al ejército alemán después de cuatro años de lucha sin tregua. Sus fuerzas ocupaban gran parte de Alemania, y los Balcanes. Es importante tener en cuenta que la idea de que la segunda guerra mundial fue un enfrentamiento de estados divididos en dos bandos: el “Eje” vs. “los Aliados”, es equivocada en ambas premisas, o al menos parcialmente. La segunda guerra mundial, fue una combinación de guerra nacional y guerra civil, y contó con más de dos bandos. El “Eje” relativamente más homogéneo, con una visión más militarista y anticomunista, es recordado por el acuerdo entre Alemania, Italia y Japón. Sin embargo, se suele dejar en un segundo plano o directamente olvidar que Rumania, Hungría, Bulgaria, países nuevos como Eslovaquia y Croacia, y la misma Finlandia en diferente grado, fueron aliados de Alemania. O sea, un gran parte de Europa del este. Como también se suele olvidar que el estado polaco era tan anti alemán como antisoviético (y podríamos decir anti ruso, sin demasiado error). Que los países bálticos a pesar de la prepotencia alemana, aportaron al menos Estonia y Letonia, una cantidad muy numerosa de combatientes al Eje. Y aun casos similares se dieron dentro de Ucrania y otras minorías del estado soviético, aun con las directamente genocidas políticas del 3er. Reich. Y no está de más recordar que heterogéneos movimientos nacionales de Irán, Irak, etc. se alzaron en guerras anticoloniales esperando el apoyo de Alemania, y fueron salvajemente ocupados por los aliados. Lo que nos permitiría explican el carácter también antisoviético de la revolución islámica de Irán, por ejemplo.

La bota alemana fue muy dura y lo fue hasta para sus mismos aliados (en general en Europa del este, gobiernos conservadores), la llegada del ejército rojo fue un hecho de liberación. Pero no está de más recordar dos cosas, especialmente en los países que previo a la guerra no eran parte de la URSS. Salvo para el caso de Yugoeslavia (quizás sería más preciso decir Serbia), la liberación fue hecha por una fuerza externa, el ejército rojo, y que en esos países no había fuertes ni mayoritarios partidos comunistas, lo que implicaría dificultades en la posguerra para las necesidades soviéticas y rusas de seguridad en una guerra que, como dijimos, tenía más de dos bandos.

El bando “Aliado” en realidad eran dos fuerzas cuya posibilidad de acuerdo más allá de los días felices de la victoria sobre el Eje, eran imposibles. Los Aliados eran y son el occidente capitalista y liberal. La URSS, con las fuerzas sociales que en ese entonces combatían al capitalismo en sus propios países, era otro bloque. Y más allá de consideraciones ideológicas, eso sigue siendo así hoy, con la diferencia que la URSS y el socialismo han desaparecido de escena y la izquierda se incorporó al mundo liberal capitalista. Rusia, las fuerzas y países que no comparten la visión del mundo, la sociedad liberal y la geopolítica del occidente noratlántico, son otro bloque.

El prestigio ganado por la URSS con su fundamental aporte a la victoria sobre Alemania, más la presencia del ejército rojo, facilitó en la posguerra que surgiera el bloque de países socialistas en Europa; y así que la URSS consolidara fronteras propias amplias, sin contradicciones importantes dentro de su esfera geopolítica. En Yalta fue el inicio de un mapa y una época histórica para Rusia, esas serían las fronteras de su seguridad como nación. La URSS tenía claro desde antes de la guerra que Alemania podía ser un enemigo inmediato peligroso por ser la potencia geográficamente más cercana, además de la naturaleza del régimen político (aunque de hecho se establecieron entre ambas potencias acuerdos y se repartieron Polonia). Pero occidente también era un enemigo, lo mismo pensaban las clases dirigentes de occidente respecto de la URSS: un amigo necesario para vencer a Alemania, pero un enemigo estratégico. Previendo esto y “curada de espanto” con tener enemigos muy cerca de su corazón, Rusia creo un sistema que le daba profundidad social, económica y militar. El COMECON y el Pacto de Varsovia eran su reaseguro, frente a la OTAN y el Plan Marshall (y después frente a las instituciones occidentales). Esa profundidad estratégica se derrumbó con la URSS en 1990. Y las fronteras geopolíticas de Rusia retrocedieron en forma alarmante. Mientras que las fronteras políticas lo hicieron a una situación, previa a Pedro el Grande (al menos en el frente europeo) con la separación de toda Ucrania y Bielorrusia.

La realidad de geografía política surgida después de la mítica “caída del Muro de Berlín” es de la desintegración acelerada del bloque comunista y el pasaje de esos países en forma bastante rápida a la esfera de influencia (y colonización en muchos casos) de EEUU y el occidente europeo. Teniendo en cuenta que cuando sucedió la reunificación de Alemania los occidentales le habían prometido a la aún vigente URSS que los tratados militares occidentales no se proyectarían más allá de la misma Alemania. Pero la crisis soviética fue más allá y afecto el espacio ruso en forma directa. La desintegración de la misma URSS (en el frente europeo) produjo surgimiento de seis países: Moldavia, Ucrania, Bielorrusia, Estonia, Letonia y Lituania. Los tres países bálticos después de un tiempo se incorporaron a la esfera económica y militar occidental, acercando las fuerzas de la OTAN peligrosamente hasta pocos kilómetros de San Petersburgo. Bielorrusia quedo aliado a Rusia y la más importante, Ucrania, en una situación ambigua. Esto es producto de la diversidad histórica, económica y cultural que reina en su sociedad. Pero lo cierto es que desde hacía cerca de 400 años estas últimas dos naciones eran con Rusia un mismo Estado. Aunque, insistimos, de limites cambiantes y formaciones sociales con matices.

Por último, es de destacar que la disolución de la URSS y la desaparición de las alianzas económicas y militares del “bloque comunista” dejan flotando la pregunta: ¿cuál es el rol de la OTAN? Era una alianza construida específicamente para enfrentar a este bloque ya inexistente. La sospecha de Rusia que la OTAN es un intento de subordinación tras una potencia dominante de un mundo unipolar, no es paranoica. Por el contrario, es nuestra misma pregunta.

Qué fueron las “revoluciones de colores” y qué características tiene el Donbass

Entrado ya el nuevo milenio, se desarrollaron una serie de crisis políticas, sociales y económicas en una serie de países. Esto se vio en la escena política internacional como movimientos de masas que producían cambios de régimen político (no solo de gobiernos). Conocidas como las “Revoluciones de colores” otras como las “primaveras árabes”, pero lo que nos importa es la estructura del desarrollo de las mismas. En general las podemos interpretar como crisis de hegemonía, crisis orgánicas de sistemas políticos. En todas, los movimientos se iniciaron como manifestaciones de la sociedad civil, contra situaciones que denunciaban como autoritarias. Protagonizadas por “jóvenes”, “defensores de los derechos humanos”, de la “democracia”, grupos feministas, ONGs y partidarios de “la libertad”. No tenían un clivaje clasista, tampoco específicamente nacionales, eran movimientos de actores diversos y hasta contradictorios. Todas contra regímenes más o menos sólidos, pero en situaciones difíciles. Muchos en países no alineados con occidente; Serbia, Georgia, Ucrania, Libia, Siria, Túnez, Egipto, etc. Algunas produjeron cambios de régimen, otras guerras civiles, otras fueron aplastadas. No podemos negar la existencia de condiciones propicias para estas crisis y levantamientos, regímenes corruptos y decadentes en algunos casos, guerras perdidas en otros, simple agotamiento del régimen y coyunturas de debilidad, etc.

En realidad, cualquier protesta masiva que degenere en crisis del régimen puede ser asimilada a estas situaciones. Y nunca hay que perder de vista que el escenario de crisis de un país, (crisis orgánica o de hegemonía), tiene causas internas muchas veces abrumadoras. La cuestión es el “cómo” sobre estas crisis se despliega la política internacional y cómo operan fuerzas diversas para conseguir fines políticos extraños (o no, pero externos siempre) a la sociedad en crisis. Y realizamos una advertencia: esto no debe inducir a pensar que el mantenimiento del orden, cualquiera sea este, por más injusto o agotado que este, es la mejor opción para pensar evitar intervenciones u operaciones extrañas sobre las movilizaciones. Sino por el contrario, saber que siempre, más allá de lo legitimo o creado de las luchas o intereses, existe un mundo en el cual se encuentran insertas las conflictividades, y que los actores (estados potencia, corporaciones transnacionales, ONGs) de ese mundo buscan aprovechar cualquier oportunidad para conseguir sus objetivos de avanzar en funcionalizar territorios. Eso siempre fue así, sino preguntemos por Inglaterra en nuestra guerra de independencia.

En las movilizaciones del nuevo milenio, si bien no todas fueron contra países de política exterior independiente o alejados de los “Aliados occidentales”, lo cierto es que la mayoría sí. Todas las protestas eran parecidas, aunque fueran en sociedades y situaciones muy distintas. La conclusión de esta etapa (aun en vigencia) fue desde el punto de vista geopolítico ruso un retroceso de su marco de alianzas, un mayor aislamiento en el mundo, un fortalecimiento de sus adversarios y el corrimiento de las fronteras geopolíticas a los límites de las mismas fronteras rusas.

El concepto de “Guerra Híbrida” no es ruso, sino occidental, y es una herencia de la tradición occidental con la Doctrina de Seguridad Nacional y la Guerra de Cuarta Generación. Es la combinación de todos los métodos de lucha para vencer en un conflicto, producir cambios de gobierno, etc. Sin embargo, la interpretación más novedosa de los conflictos políticos/ sociales/militares hecha en base que las primeras experiencias de “Revoluciones de colores” correspondieron al general Valeri Guerasimov. Quien, en un artículo de febrero del 2013, no puso un nombre a esta nueva doctrina, sino que interpretó hechos históricos, y “agregó” las nuevas formas y actores en la guerra, y en primera línea de combate.

Para Guerasimov la guerra contemporánea tiene en el centro una serie de métodos de lucha no militares, ni de baja intensidad, sino “integrales”, políticos y sociales. Para el general ruso, las ONGs, las operaciones políticas periodísticas, movimientos informativos o de agitaciones en las redes, maniobras de inteligencia, delictivas, “carpetazos”, manobras judiciales, etc. son parte del nuevo tipo de guerra, y requieren ser pensadas en términos de defensa y guerra por las FFAA y el Estado en su conjunto. Se suman a las operaciones clásicas militares de diferente nivel de violencia y distinto nivel de encubrimiento (desde operaciones clásicas, hasta asesores; desde insurgencias y terrorismo, hasta sabotaje de inteligencia), a las nuevas relacionadas con las tecnologías de punta robótica, información en tiempo real, y toda una panoplia de armamentos y apoyos de nuevo tipo. Para Guerasimov, la nueva guerra, que expresan con claridad conflictos desde Siria a Ucrania, (u otros donde el triunfo de la estrategia “hibrida” permiten obtener objetivos sin acción militar clásica), es la guerra llevada al seno de las redes, de las instituciones y de las organizaciones civiles. Ya que, siguiendo a Clausewitz, la guerra tiene un fin político: el cambio de régimen, la institucionalización del libre mercado y el alineamiento con occidente. O sea, un Estado Mayor o una “mesa de arena”, cuando planifica o analiza los escenarios posibles debe prever (como insiste el general ruso) y desplegar sus fuerzas de viejo o nuevo tipo en conflictos de estas características.

Un antecedente que alarmó gravemente a Rusia fue la “Revolución naranja” de Ucrania de 2004/2005, cuando una serie de manifestaciones civiles impidió el acceso al gobierno de Víctor Yanukovich acusado de fraude (un oligarca partidario de mantener vínculos con Rusia y por los tanto contrario a sumarse a la UE y a la OTAN). En nuevas elecciones el ganador fue el oligarca opositor y proccidental Víctor Yúshchenko. Sin embargo, este no avanzo en forma decidida a la integración a occidente, dada la gran oposición de una parte sustancial de la población y el conflicto que eso implicaba con Rusia y Bielorusia.

Era evidente que cuando sucedió una revuelta contra el nuevamente electo Yanukovich en la Plaza Maidan, nueve años después en noviembre del 2013, la lectura no muy rebuscada rusa debía ser que estaba en presencia de una nueva ofensiva para arrebatarles espacios geopolíticos propios en esta guerra mundial. Entre noviembre del 2013 y febrero del 2014 manifestaciones de masas protestaron contra el presidente electo. No esta demás señalar que, en la política ucraniana, los diferentes bandos son todos de “oligarcas” de diferente orientación y vinculaciones, la línea divisoria no era la corrupción, tampoco la clase de pertenencia, ni la forma de gestionar el gobierno. Aunque sí los resultados electorales tenían un fuerte anclaje regional y social: las zonas donde ganaban los candidatos “prorrusos” eran las del este y el sur y más industriales, mientras que los “prooccidentales” ganaban en el centro y oeste (lo que también está relacionado con el tipo de actividades predominantes en cada región y con las vinculaciones comerciales e históricas).

El levantamiento conocido como “Euromaidan” fue muy fuerte en la capital Kiev y con repercusión positiva en el oeste de Ucrania. Mientras que ese apoyo bajaba a medida que avanzamos hacia el este, llegando a un fuerte rechazo en varias provincias. O sea, las regiones donde se hablaba ruso, donde las viejas instalaciones industriales soviéticas aún perviven, donde los vínculos identitarios son los rusos, rechazaban un movimiento que proponía sumar a Ucrania a Europa occidental cuya base era la población más occidentalizada, menos industrial, más nacionalista ucraniana y partidaria de valores hegemónicos en occidente. Esa división tiene profundas raíces en la historia de la región. Se manifestó, por ejemplo, en la revolución rusa y en la segunda guerra mundial. Lo cierto es que a partir de lo radical de la revuelta “antirrusa”, el país se dividió y comenzó una guerra civil donde milicias de las provincias del este apoyadas por Rusia se enfrentaron al ejército ucraniano. Este a su vez estaba respaldado por grupos de ultraderecha que produjeron verdaderas masacres de “prorrusos” (como en incendio de la “Casa de los Sindicatos” de Odesa, donde entre cuarenta y cincuenta personas fueron quemadas vivas por nacionalistas ucranianos; todo un símbolo).

Pero en el 2014 Rusia no era la del 2004. Diez años de reconstrucción del poder militar, político y económico; y la decisión de colocar al país de nuevo como una potencia de primer orden en el escenario internacional, le dieron a Vladimir Putin el respaldo necesario para hacer dos movidas de gran peso. La recuperación de Crimea, y el apoyo a la insurrección de las provincias del Donbass. Desde ese momento una guerra limitada se despliega en la frontera ruso ucraniana y al interior de Ucrania. Una guerrea que ha dejado miles de muertos y cientos de miles de desplazados.

El desafío de la OTAN y la geopolítica rusa

Si bien la anexión de Crimea como el apoyo a la insurrección del Donbass puede parecer apuestas fuertes. Lo cierto es que los intereses rusos no eran esos. Por el contrario, la clave para Rusia era y es que Ucrania no se incorpore a la esfera occidental, dejando las fronteras de la UE y al OTAN a pocos kilómetros de Moscú, dentro del mar Negro y en la puerta del Cáucaso. Recordemos que solo dos veces en los últimos quinientos años de historia de la Rusia moderna, Europa occidental llegó hasta esas posiciones. Y no fue la “más occidental de la Europas”, sino las fuerzas armadas alemanas en la primera y segunda guerra mundial. Aunque también se puede considerar la intervención anglo-francesa en la Guerra de Crimea a favor de los turcos en el siglo XIX, pero esto fue más bien para restaurar un equilibro regional. Parce claro que la incorporación de Ucrania a occidente con un gobierno profundamente antirruso, con tropas de la OTAN en la zona, y más aun con una parte sustancial de la población que rechaza esa opción y se respalda en Rusia, no necesita muchas explicaciones para comprender las tensiones existentes ni las posiciones del gobierno de Vladimir Putin.

Lo que llama la atención es la audacia con que Occidente, pero principalmente los EEUU y sus aliados más sólidos, los ingleses, apuestan a esta opción. Aparece casi como una provocación, ya que ni los mismos estatutos de la UE o la OTAN permiten la incorporación de miembros con conflictos internos del tipo que actualmente tiene Ucrania. Sin embargo, también es claro que la sociedad ucraniana está fuertemente dividida “por mitades”; una parte quiere seguir el camino del resto de las ex “repúblicas populares” de Europa del Este, y que un tipo de nacionalismo extremo neoliberal tiene base, dada en un espejismo de acceder al modo de vida propagandizado de occidente.

La situación en este año 2022 es compleja. Rusia ha demostrado la voluntad de usar la fuerza para mantener un equilibrio en el orden mundial y específicamente en lo que hace a sus intereses inmediatos. No puede admitir una derrota, ya que sería la derrota de todo el accionar ruso de la última década. Y el retroceso a potencia subordinada. El mundo se ha alterado en equilibrios que favorecen el accionar de países que desplieguen sus propias estrategias en el plano de las RRII. Una óptica “realista” permite entender la situación existente. Si bien desde América Latina no se alcanza a apreciar en toda su dimensión las oportunidades que se abren, dado el retroceso de nuestros países y especialmente de Argentina, lo cierto es que nos encontramos en un mundo donde el ascenso de China al estatus de gran potencia desafía la hegemonía norteamericana especialmente por su base económica. También tenemos por otra parte la recuperación del rol de Rusia. El rol de India, la emergencia de países que actúan con mayor independencia como ponenticas medias o regionales con proyectos propios como Irán, Turquía, Paquistán, inclusive Arabia Saudita, las Coreas, etc. Y las contradicciones en Europa. La negativa de Alemania a proyectarse como gran potencia dados sus traumas de arrastre, la intención de Francia de si hacerlo. Japón que aún se mueve bajo el paragua norteamericano, pero podría jugar su propio juego también en la geopolítica, tal como se ve con su silenciosa reconstrucción de poder militar. La separación de Inglaterra y su “imperio” para ser actor con poder propio socio de EEUU por fuera de la UE, etc. como se ve con el despliegue de la alianza militar AUKUS con Australia para la “contención” de China, dejando afuera en forma poco elegante a Francia como proveedor militar. O sea, Europa continental misma no juega el rol de las potencias anglosajonas, ni en relación con China ni con Rusia. Esta realidad de las RRII donde nuevos equilibrios y crisis se muestran ante nuestros ojos y son un espacio de oportunidades para países de cierta potencialidad como Argentina.

Retomando nuestro tema respecto de la crisis de Ucrania; desde el fin del orden bipolar de la segunda posguerra, el capitalismo occidental, liberal, sujeto a las normas del “Consenso de Washington”, con una serie de interpretaciones sobre la perdida de centralidad del Estado (muy profunda en los países dependientes) y licuación del concepto de soberanía en diversidades globales, el avance sobre el antiguo tercer mundo y sobre los ex países socialistas parecía arrollador. En un momento esto se llamó “El fin de la historia” y el “mundo unipolar” el “Imperio” etc. Sin embargo, el nuevo milenio muestra que otras potencias ascienden y varios países juegan con sus propias cartas. Evidentemente esto lleva a la confrontación. Tal que, como señalaba Clausewitz, “la guerra no comienza cuando el agresor ataca, sino cuando el agredido decide defenderse”. También el general Prusiano señalaba que “cada tipo de sociedad desarrolla un tipo específico de guerra”. Es así como el desarrollo tecnológico, la estructura económica, cultural, de relaciones sociales e internacionales, nos muestra un nuevo tipo de desarrollo de la guerra y los conflictos, que se despliegan de formas novedosas, abarcando la guerra escenarios de la vida social no directamente militares, aunque parte de un todo integral de la estrategia de conquista.  En ese escenario donde la conflictividad militar es permanente, aunque sea larvada o tercerizada, Rusia se encuentra en un desafío por parte de occidente, la conquista “hibrida” de Ucrania es parte de este. Quién lo gane, ganara una batalla importante por el nuevo orden mundial de las próximas décadas.

Artículo publicado originalmente en revistazoom

Guillermo Caviasca
Guillermo Caviasca

Electricista, ingeniero frustrado, historiador, buscador de una verdad por la que valga la pena pelear.

Ucrania: No provoquen al Oso Ruso

Ucrania: No provoquen al Oso Ruso

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En Europa Oriental estamos asistiendo, por parte de Estados Unidos y sus socios de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) a la más desvergonzada puesta en escena de un clima belicista, contra la federación rusa. Una conducta tan hipócrita como peligrosa, con acusaciones y ataques políticos, diplomáticos, económicos, mediáticos y amenazas militares contra el país euroasiático, a quien se le atribuye la intención de invadir Ucrania y con ello generar una guerra de alcances regionales.

Las pruebas ofrecidas por Washington y sus incondicionales, respecto a las supuestas amenazas del gobierno ruso, son tan míseras y vulgares, que ponen en entredicho la inteligencia humana, haciendo imperativo un mínimo análisis geopolítico. Los cargos vertidos por Washington contra el gobierno presidio por Vladimir Putin, hace dudar de la capacidad profesional de civiles y militares occidentales, reflejando una obsesión de esa casta hegemónica a salidas militaristas de las pugnas, temores y ambiciones en el seno del poder occidental. Esto, por tratar de evitar que el unilateralismo siga moviéndose a sus anchas. Mi impresión, en base a lo que acontece en en el Mar Meridional de la China, en el Cáucaso, en Asia Central y Occidental, entre otras zonas del planeta, es que asistimos al principio del fin del poder unilateral. El acto final del desbalance en el poder mundial y que implica avanzar hoy por el multilateralismo. Un camino que aterra a Washington y esos países europeos agrupados en la OTAN, principalmente, carentes de dignidad y soberanía.

Rusia sufre una campaña política y mediática de enormes proporciones, signándola como la responsable del actual clima de efervescencia militar en el Donbass, en el Mar Negro, en el conjunto de Europa Oriental. Catalizadora de un conflicto con repercusiones más allá de Europa. ¿Cuáles son las pruebas de Washington y su brazo militar para acusar a Rusia?

La primera prueba, presentada por Washington y su asociación de amigos, es una serie de mapas que fueron publicados, la primera vez, por el diario estadounidense The Washington Post y replicado en el medio alemán BILD, sin apenas un retoque, donde se mostraban las fuerzas militares rusas – en territorio ruso, en las proximidades de su frontera occidental – desde donde se iniciaría el ataque a Ucrania. Hoy suman a Bielorrusia, para así mostrar una maquinaria bélica desde distintos flancos, dispuestas a atacar al actor secundario de turno, en este caso la “pequeña y desprotegida Ucrania”. Primero se dijo que ese ataque ruso sería a mediados del mes de enero de este 2022. Y, como el cuento de Pedrito y el lobo, se nos anuncia ahora, que ese ataque ha sido reagendado para mediados de este mes de febrero del 2022.

     Mapa en Base a Publicación del The Washington Post

Si tal teoría apocalíptica no sucede, se darán las explicaciones y excusas respectivas, esperando el mejor momento, para así aplicar los viejos planes y operaciones de bandera falsa, a los que nos tiene acostumbrados Estados Unidos: el hundimiento del acorazado Maine en Cuba, los falsos ataques en el Golfo de Tonkim en Vietnam, el estallido de bombas en Irán para impulsar el derrocamiento del ex primer ministro Mohammad Mossadeq. Los supuestos ataques con gas en Siria, para responsabilizar al presidente Bashar al Assad. La invasión a Irak acusándolo de poseer armas de destrucción masiva y haber participado del ataque a las Torres gemelas y el Pentágono en el 2001. Siempre estará en el arsenal occidental ese tipo de acciones, en este caso para culpar a Rusia, Bielorrusia o a los combatientes del Donbass.

Frente a esta supuesta prueba se hace un deber presentar la mirada crítica. Los medios occidentales, que presentan profusamente las supuestas manifestaciones bélicas de Rusia, no muestran con la misma intensidad los mapas, infografías y conjeturas relativos a silos con armas nucleares que posee la OTAN en suelo europeo, dirigidos contra Rusia, Irány China. No exhiben las ubicaciones de los ejércitos nacionales de miembros de la OTAN, fronterizos con Rusia y la llegada de miles de efectivos y armas, desde países europeos del lado occidental, a la frontera con Rusia. No presentan fotografías ni información sobre centenares de bases militares que rodean Rusia desde el Báltico hasta Turquía. Esas no son parte del análisis de la prensa occidental. No es parte de la información a entregar por parte de una prensa mediocre, amarillista y aliada del poder.

La segunda prueba con que nos han intoxicado estos meses refiere a que Rusia ha movido 125 mil efectivos militares en su Distrito Militar Oeste (DMO), que incluye zonas fronterizas con Ucrania, Bielorrusia, los países bálticos y Finlandia, a cargo del general coronel Alexandr Zhuravliov. Lo que no presentan como evidencia de lo insulso de su acusación es que esas tropas se mueven dentro del territorio ruso, al interior de su frontera occidental. Para dar algo de realce a tamaña acusación han sumado el que Rusia ha desplegado sus sistemas de defensa de misiles en la vecina Bielorrusia, lo que demostraría la intención agresiva de Moscú contra Ucrania.

La Otra Mirada frente a esta supuesta prueba nos obliga a preguntarnos: ¿Qué es lo extraño que un país soberano, como Rusia, que se siente amenazado por el avance de una organización política militar agresiva y expansiva como la OTAN, que se acerca con tropas y armas a su frontera occidental, mueva el número de tropas que crea necesario para disuadir esos movimientos agresivos? Lo verdaderamente provocador es trasladar miles de militares con armas de última generación de enorme poder de fuego y expandir esas fuerzas, hasta tocar la frontera rusa, cuyo gobierno ha solicitado y exigido, en todos los tonos, que cese esa política militar. Amenazas contra un país como Rusia, que no posee bases militares que estén rodeando a ninguno de los países que conforman la OTAN.

Una federación rusa, que tiene una alianza de larga data con Bielorrusia – el año 1998 firmaron la llamada Unión Supranacional que une estrechamente a ambas naciones- pero, que no se compara en absoluto con la alianza que posee Estados Unidos con 30 países, en su gran mayoría europeos, pero que además suma a Canadá, Turquía, a miembros no permanentes y aspirantes a formar parte de este club militar, todos los cuales suman el 70% del gasto militar del mundo. ¿Pretenden equiparar la alianza ruso-bielorrusa con la coalición de países agrupados en la OTAN, que ha atacado, destruido y asesinado a millones de hombres, mujeres y niños en Serbia, Libia, Siria, Afganistán, Irak entre otros países?

Ante la supuesta amenaza global rusa nos debemos preguntar ¿Tiene Rusia bases militares en México, Canadá, Cuba, Groenlandia que signifiquen un peligro para la soberanía estadounidense por ejemplo? ¿Tiene Rusia bases navales y militares en el continente americano, que sean un peligro contra Estados Unidos o en el Océano atlántico que impliquen un peligro para la seguridad de Francia, Gran Bretaña y otros miembros de la OTAN? ¿Tartús en Siria y Kaliningrado – un enclave ruso en el Báltico – son comparables a las 800 bases militares que posee Estados Unidos alrededor del mundo?

Estados Unidos y la OTAN nos presentan como prueba tres de los actos agresivos de Rusia contra Ucrania, el hecho, según Washington, que Rusia habría trasladado suministros de sangre a la frontera con Ucrania ante un eventual ataque y previendo posibles pérdidas en sus efectivos. La información, replicada urbi et orbi habría sido entregada por tres funcionarios estadounidenses bajo reserva de identidad, pero este anonimato, no verificable, poco serio ha servido para que se dediquen miles y miles de horas en la prensa: escrita, radial, televisiva, por redes sociales, en círculos diplomáticos, para analizar esta acusación.

La Otra Mirada frente a esta supuesta prueba incriminatoria contra Rusia nos indica, que si esa evidencia ofrecida es la cantidad de mililitros de sangre trasladadas a un posible escenario de guerra, por información entregada por tres personajes incognitos, NN, que ni siquiera pertenecerían a algún servicio de inteligencia pues se señala que serían tres funcionarios estadounidenses ¿funcionarios de qué, del servicio de guardaparques, del servicio de oceanografía, tal vez del servicio de correos de Estados unidos? Tal información lo que demuestra, es el infantilismo peligroso de estos verdaderos energúmenos del pentágono y sus acólitos, jugando a la guerra y construyendo escenarios bélicos.

Así como nos hablan de sangre, tal vez el día de mañana nos digan que Rusia está trasladando agua y alimentos enlatados, para los 100 mil efectivos rusos acantonados en DMO y ello sea considerado por la OTAN como armas letales. Un peligro evidente, porque son alimentos enlatados y puedan ser usados como material para granadas caseras una vez que se consuma lo que llevan en su interior. Tal vez, el traslado de mudas de ropa, implementos de cocina, combustible, sean considerados muestras palpables e inobjetables de un ataque ad-portas. Pero no se mira desde la misma forma el que ya existan 15 mil efectivos estadounidenses en Ucrania y otros países fronterizos con Rusia al margen de los cientos de miles de efectivos estacionados en 426 bases militares, aéreas y navales en Italia, Francia, España, Grecia, Gran Bretaña y Alemania país donde radican la mayor cantidad de bases militares y militares, a lo cual debemos sumar la presencia de al menos 150 bombas nucleares activas, estacionadas en países bajos, Gran Bretaña, Alemania, Grecia y Turquía.

El mundo está en peligro, pero no por Rusia, sino por una tropa de enajenados, armados hasta los dientes, que trasladan y trasladan equipos militares y tropas por miles, para supuestamente defender a un gobierno dirigido por un actor y comediante como es el ucraniano Volodimir Zelensky, punta de lanza en los ataques contra Rusia. Estados Unidos y sus aliados son el peligro, son la amenaza y son ellos los que deben ofrecer garantías de seguridad. Washington y la OTAN han creado un escenario artificial de conflicto bajo ciertas consideraciones:

  1. La creencia que el mundo está conformado por estúpidos a los cuales se les puede hacer creer cualquier información emanada de sus medios de desinformación y manipulación. Se puede engañar, pero de ahí a pensar que nuestro planeta está plagado de estúpidos revela la verdadera cara de los poderes hegemónicos. El desprecio que sienten por gran parte de la humanidad, apoyado en ello por gobiernos y castas políticas y militares indignas, vendidas, traidoras y alejadas de nuestras necesidades.
  1. En segundo lugar, su política belicista está pensada como triunfadores de antemano, sin sopesar que el mundo y en especial esa realidad unipolar, surgida tras el derrumbe del campo socialista, ya no es tal. Lo multilateral se expresa en todos los campos y en especial en las coordinaciones, alianzas y acuerdos tejidos por Rusia, China y países como la República Islámica de Irán. Ya nada es lo mismo y menos en Europa oriental como tampoco en Asia occidental, el Cáucaso y Asia central.
  1. Ya las revoluciones de colores como aquellas que se dieron en Georgia, Ucrania, Kirguistán y que se pretendieron llevar a cabo en Bielorrusia y Kazajstán, mostraron que el camino ya no está pavimentado como antaño, por años de apoyos a golpistas, desestabilizadores arropados por Organizaciones No Gubernamentales y gobiernos entreguistas.

Mi visión es que Estados Unidos y la OTAN no deben seguir provocando al oso ruso. Una Rusia que no exige para sí condiciones exclusivas, en la esfera de la seguridad, sino que habla de seguridad común – en este caso en el plano europeo – y que sostiene por medio de su presidente Vladimir Putin que responderá con firmeza ante cualquier paso hostil por parte de ese Occidente liderado por Estados Unidos. En el área económica bien sabemos, que los europeos pueden tener dificultades en el tema energético derivado de la dependencia del gas proveniente desde territorio ruso. Alemania, en específico, en el caso del gasoducto Nord Stream II su paralización, en un ambiente de conflicto, puede significar una crisis energética de envergadura, no sólo para la nación teutona, tomando en consideración la serie de países involucrados en el proyecto y que necesitan ese recurso.

Los medios de información europeos occidentales coinciden, unánimemente, que en caso de guerra con Rusia las empresas europeas tendrán un golpe fortísimo y ya se están preparando vista la decisión de incrementar las sanciones contra la nación euroasiática. Lo anterior, con relación a la pugna económica derivado de las políticas de presión de Washington pero que, ante conductas evidentemente agresivas desde el punto de vista militar, por parte de occidente, el gobierno ruso ha señalado que responderá con “medidas técnico-militares adecuadas” y reaccionará “con firmeza a estos pasos inamistosos”. Rusia, y en eso comparto la línea de respuesta que Putin ha establecido, respecto a tener todo el derecho de actuar con el fin de “garantizar su seguridad y soberanía”. Avanzar por el camino de la paz no significa entreguismo.

Artículo publicado originalmente en SegundoPaso ConoSur

Pablo Jofré Leal
Pablo Jofré Leal

Periodista y escritor chileno. Analista internacional, Máster en Relaciones Internacionales por la Universidad Complutense de Madrid. especialista en temas de Latinoamérica, Oriente Medio y el Magreb. Es colaborador de varias cadenas de noticias internacionales. Creador de revista digital www.politicaycultura.cl

Vienen por todo

Vienen por todo

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Esta afirmación es algo que venimos sosteniendo desde hace algún tiempo. Era sabido que esté quien esté en el Despacho Oval, EEUU cree que Nuestra América les pertenece y en este contexto de decadencia eso se vuelve aún más peligroso para nuestros pueblos.

Hace ya algún tiempo se viene advirtiendo que EEUU está en franco repliegue y que el control de Nuestra América es el territorio vital para poder sobrevivir como uno de los actores de peso a nivel mundial.

El complejo escenario afgano

Muches analistas calificaron la salida de EEUU de Afganistán como apresurada, desprolija y un largo etcétera de críticas al gigante del norte sindicando que éste había perdido en Afganistán. Sin embargo, la retirada norteamericana podría leerse como una retirada estratégica: dejar un polvorín difícil de controlar, financiar al ISIS-K, complicar los negocios chinos e iraníes en la región y un largo etc.

De ello da cuenta por qué rusos, chinos e iraníes están intentando acelerar las vías diplomáticas para acercar posiciones don los Talibanes y ordenar lo antes posible el escenario. De ello da cuenta el analista brasileño, Pepe Escobar en un reciente artículo publicado en el Asia Times.

China toma la delantera

La retirada (formal) de los norteamericanos, puso al descubierto nuevamente que el “terrorismo” es no sólo una práctica ampliamente conocida por los EEUU, sino utilizada, financiada y creada.

Lo cierto es que China no sólo está tomando la delantera en materia tecnológica, de inteligencia artificial o como “fábrica del mundo”, sino que esto a su vez está modificando hasta la propia cartografía marítima y cómo se desplazan las mercancías a través del planeta. Al respecto el analista Germán Gorraiz López hace un minucioso estudio de cómo podría cambiar las rutas y el impacto global que ello significaría.

La tarea: Frenar a China

EEUU sigue haciendo pasos desesperados por revertir la tendencia. Eso fue el AUKUS, cuerdo militar del que hemos hablado en anteriores oportunidades y que no es más que una alianza militar con quienes siempre fueron sus socios, para intentar contener a China en lo que ésta reclama como su mar.

El problema es que así y todo, más allá de que los norteamericanos hayan logrado convencer a Australia, Japón o Taiwán de enfrentarse al gigante asiático, para el resto de la región EEUU no tiene nada que ofrecer. Tal como lo señala el economista brasileño, Tulio Ribeiro, los norteamericanos no tienen la capacidad económica para enfrentar a la iniciativa de la Franja y la Ruta de China.

¿Una guerra convencional con China?

EEUU sabe que saldría perdiendo ante un enfrentamiento con el gigante asiático. No por que EEUU no pueda vencer militarmente a China, sino por quienes podrían involucrarían en ese conflicto.

El otro problema que tienen los norteamericanos, en palabras del analista uruguayo Raúl Zibechi, es el conflicto interno. Una sociedad que en las últimas décadas ha visto como una generación entera perdía la empatía, cómo se encerraba en sí misma al punto de perder la sociabilidad y el compromiso.

Este fenómeno está preocupando a los norteamericanos porque según un estudio “el 71% de los jóvenes estadounidenses entre 17 y 24 años no son elegibles para servir en el ejército, es decir, 24 millones de los 34 millones de personas de ese grupo de edad“. Si se mira esta cifra en detalle, la imposibilidad de que muchos jóvenes entraran en el ejército se debe: “el 32% es por razones de salud, el 27% por escasas aptitudes físicas, el 25% por no haber finalizado la secundaria y el 10% por presentar una historia criminal”.

En este punto cabe destacar la reflexión del analista uruguayo quien sostiene que no hay que olvidar que la capacidad militar “depende más de la entereza de los seres humanos que de las máquinas”.

A este problema se suma que China está avanzando considerablemente en sus capacidades militares; que sigue avanzando en su vinculación comercial, financiera y política con la gran mayoría de los países del mundo; y que los EEUU están manejando muy mal el tema migratorio y de inversiones en Nuestra América, motivo por el cual el analista mexicano Alfredo Jalife Rhame sostuvo recientemente que el país del norte “pierde Latinoamérica ante China por su pésimo manejo migratorio y su falta de inversiones”. De hecho, ya hay países del continente que son parte de la famosa Iniciativa de la Franja y la Ruta.

La caída norteamericana puede ser un sisma para la región

La retirada de Afganistán tranquilamente puede haber sido una retirada estratégica, dejando un caos aquel país para focalizar sus cañones en nuestro continente. Un continente que creen que es de su propiedad.

Al punto tal que esta semana medios oficiales de la República Islámica de Irán, dieron a conocer como frustraron el robo del contenido de un barco petrolero iraní en el Golfo de Omán. Petróleo que fue recuperado por fuerzas iraníes pero luego de un breve enfrentamiento militar con fuerzas nosteamericanas. Un hecho de piratería en aguas internacionales que lisa y llanamente pone al descubierto la desesperación de los EEUU.

El combo antes mencionado, pone a los EEUU en la apremiante situación de recuperar el control de Nuestra América si es que pretenden seguir siendo un jugador de grandes ligas como hasta ahora. Por este motivo el obstinamiento sobre Nicaragua, Cuba y Venezuela. Porque desde la lógica imperial, son malos ejemplos a seguir, obviamente no sólo porque no siguen los designios de la Casa Blanca, sino porque los combaten.

Lo dicen sin tapujos

Días recientes el sociólogo y politólogo argentino Atilio Borón citaba dos declaraciones de personeros del imperio que como mínimo hay que tener en el radar: La primera relacionada con los dichos de quien fue elegido por la administración Biden para ser el Embajador en Argentina, Marc Stanley. Este personero del imperio sostuvo que nuestro país es un “hermoso bus turístico pero cuyas ruedas no funcionan bien” y aclaró que trabajará con sectores locales –básicamente- para que Argentina no haga acuerdo con China respecto al 5G, para que se condene a Irán y Hezbollah por el atentado a la AMIA y para que se firme rápidamente (y sin chistar) un acuerdo con el FMI.

A las barbaridades expresadas por quien puede llegar a ser el Embajador de EEUU en Argentina, hay que acoplar las declaraciones del general Mark A. Milley, Jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos quien en una ceremonia en el Cuartel General del Comando Sur (en la que asumió Laura Richardson como nueva jefa) donde afirmó que el “este hemisferio (el occidental) nos pertenece a nosotros y a nadie más”  a lo cual agregó que “estamos hombro con hombro en esta causa común para proteger a nuestro hemisferio de cualquier amenaza internacional.”

Las declaraciones de Milley obviamente hacen alusión a no seguir perdiendo terreno en el continente ante el avance de las relaciones con países como China, Rusia o Irán, fundamentalmente del gigante asiático.

En este sentido vale recordar las declaraciones del Secretario de Defensa de Biden, el general Lloyd J. Austin III, quien hace no mucho tiempo sostuvo que la misión del Comando Sur es trabajar en estrecho vínculo con los gobiernos de la región para “combatir” a las “malignas influencias” que merodean Nuestra América.

En este contexto de Doctrina Monroe a cara descubierta nuestro país negocia con el Fondo Monetario Internacional la impagable deuda contraía por el gobierno de Mauricio Macri, en este contexto se dan las presiones para devaluar, en este contexto la derecha profundiza su discurso de odio y propone una destrucción más rápida de nuestro país.

Como decía Stella Calloni en una entrevista radial reciente, no estamos discutiendo con los personajes de cartón que están en la Argentina representando o haciendo de voceros de las corporaciones y del imperio. Estamos discutiendo contra toda esa brutalidad imperial.

El devenir de nuestro país y de toda Nuestra América, como ya se ha dicho en anteriores oportunidades, dependerá -fundamentalmente- de la fortaleza de nuestros gobiernos y pueblos y de las luchas que estemos dispuestos a dar, en definitiva de si estamos o no a la altura del desafío histórico que se nos presenta.

Nicolás Sampedro
Nicolás Sampedro

Prefiero escuchar antes que hablar. Ser esquemático y metódico en el trabajo me ha dado algún resultado. Intento encontrar y compartir ideas y conceptos que hagan pensar. Me irritan las injusticias, perder el tiempo y fallarle en algo a les demás.

El final es en donde partí

El final es en donde partí

TIEMPO DE LECTURA: 5 min.

Como se ha analizando en reiteradas oportunidades, las condiciones actuales del sistema capitalista, se recrudecieron luego de la llegada del COVID 19 que puso patas arriba al mundo. Pero a no equivocarse, este ya era un mundo caótico que estaba al borde del colapso por las inmensas desigualdades generadas por un sistema que excluye, hambrea y asesina.

Occidente ya estaba en franco retroceso ante el avance de potencias emergentes como Rusia o China y ya las más altas esferas del poder económico global (occidental) habían comenzado a hablar del gran reseteo mundial.

La pandemia del COVID 19 agravó el escenario y hoy de lo que algunes analistan habla es del cuello de botella que se generó por las bajas y altas en distintos productos y por los quiebres en las cadenas de suministros. Los grandes aumentos: alimentos e insumos para su producción, y combustibles. El gran faltante: los contenedores atascados en los puertos de EEUU que no vuelven a China (la gran fábrica del mundo).

La crisis global de suministros ha golpeado particularmente a EEUU. Un país que ya venía arrastrando una fuerte crisis producto del mal manejo de la pandemia y el debilitamiento de las relaciones con sus socios occidentales durante la administración Trump, por la olla a presión que significa la disputa interna en ese país y por años de fogonear la globalización y la consiguiente relocalización de sus empresas en países con “menor costo de mano de obra”.

Como si fuera poco, a esto debe sumarse la consolidación de Rusia y China como un bloque emergente que disputa el tablero mundial y la hegemonía de EEUU en alianza con otras fuerzas occidentales. Tal como lo señala el analista Pepe Escoba, la consolidación del bloque euroasiático con instituciones como la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS) o la Iniciativa de la Franja y la Ruta (en sus múltiples niveles), hacen casi imposible que la potencia del norte pueda revertir su caída en picada.

La pérdida de hegemonía a nivel global de los EEUU viene de la mano con la consolidación de China como el mayor socio comercial con gran parte del mundo, incluida Nuestra América. Así lo retrata en su último artículo el analista mexicano Alfredo Jalife (EEUU pierde Latinoamérica ante China por su pésimo manejo migratorio y su falta de inversiones), quien resalta que “en tan solo 20 años, el comercio chino con la región se incrementó de 12.000 millones a 315.000 millones. ¡26 veces más!

Si se analiza el área claves de este momento histórico (las telecomunicaciones) se puede observar que el desarrollo Chino en el sector aventaja por décadas al hegemón del norte. Al respecto el economista Alfredo Zaiat señala que “entre 2015 y 2020, empresas privadas y estatales (chinas) invirtieron alrededor de 74.850 millones de dólares en la región”.

Pero, cual bestia herida, los EEUU han dado continuidad a diversas modificaciones de su estrategia global. Saben que China es su mayor disputa y hacia allí apuntaron algunos de sus cañones, por eso el acuerdo AUKUS y sus intenciones de controlar el indo-pacífico, dejando a Europa expuesta al ridículo. Al mismo tiempo, su paranoia no les permite confiar en casi nadie y por ello la posible ampliación de la alianza “Cinco Ojos” que se dedica a espiar las telecomunicaciones de todo el mundo.

En todos los escenarios a lo largo y ancho del mapa, lo que EEUU despliega es una Guerra Híbrida, pese a que sus medios de propaganda se esfuercen para hacernos creer que quienes ejercen el terrorismo o trabajan deslealmente son potencias no occidentales que disputan el lugar de poder que otrora ocupara Washington.

Particularmente en nuestra región EEUU sabe que no puede seguir perdiendo terreno ante sus competidores, ni puede permitirse un revivir del proyecto de unidad continental que se viviera durante la primera parte del siglo XXI. Es por ello que utiliza herramientas archi conocidas como las ONG`s, las medidas coercitivas unilaterales (como sanciones o bloqueos), la difusión de mentiras mediáticas y a través de redes sociales e incluso el endeudamiento planificado de los países con organismos multilaterales de crédito (como el FMI o el BM) para acorralar y ahorcar a nuestros pueblos.

En medio de estas movidas en el tablero, estallan escándalos globales como los Pandora Papers que ponen al descubierto los entramados de corrupción de representantes de la derecha regional como Lasso, Piñera, Duque o Macri, pero que también deja en evidencia a muchos empresarios y sus prestigiosas compañías, a artistas, escritores (como Vargas Llosa) deportistas y ex funcionarios.

Y como no podía ser de otra manera, la reacción de la derecha continental es la de siempre: mentir o desviar el tema con algún chivo expiatorio. Lo hizo Lasso decretando el estado de excepción en todo el territorio ecuatoriano, lo hizo Piñera volviendo al conflicto con el pueblo Mapuche, lo hizo Duque (entre otras cosas) con la detención de Rodrigo Granda (ex comandante de las FARC y firmante de los Acuerdos de Paz).

Como lo hemos señalado en reiteradas oportunidades, es fundamental que los pueblos de Nuestra América y el mundo comprendamos que lo que sucede en cada uno de nuestros países está íntimamente relacionado con lo que sucede fuera de nuestras fronteras. Conocer los estrechos vínculos entre las oligarquías y los poderes locales y los poderes foráneos nos permitirá tener una mirada más compleja y amplia de la realidad que nos toca vivir.

El mundo es cada vez más caótico, los sectores de poder buscan permanentemente invertir los hechos y responsabilizar a los sectores populares y a sus gobiernos a través de los medios y las campañas en redes. La única medicina contra este cáncer es la conciencia colectiva y ésta se adquiere con discusión, con formación, con organización y luchando por construir un mundo más justo.

El dominio norteamericano sobre nuestro continente históricamente se sostuvo a través de la fuerza, de la guerra, de las invasiones, de los golpes de Estado o de ahorcarnos con deudas impagables contraídas por los sectores reaccionarios de nuestros países (sean civiles o militares). Y cuando algunes sostenemos que el imperio le declaró la guerra a perpetuidad a los pueblos no es otra cosa que señalar que la guerra es la política por otros medios y viceversa. En definitiva, como dice la canción, el final es en donde partí.

Nicolás Sampedro
Nicolás Sampedro

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No hay peor ciego que el que no quiere ver

No hay peor ciego que el que no quiere ver

TIEMPO DE LECTURA: 6 min.

Hace poco más de una semana el presidente norteamericano Joe Biden realizó su primer viaje al exterior en una gira que lo llevó hacia Europa donde se reuniría tanto con el anquilosado G7, al igual que con los miembros de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) y con los líderes de la Unión Europea.

Al salir de la reunión con el Grupo de los Siete, Biden dijo que “EEUU ha vuelto a la mesa”, en clara alusión a un cambio de política exterior respecto de su antecesor, el multimillonario de peluquín que ocupara la administración gringa hasta el año pasado.

“Puro humo” analizan algunes analistas especializados en la materia. Veamos por qué.

La caducidad del G7

Este bloque occidental nace en los años ‘70 impulsado por la iniciativa del presidente francés Valéry Giscard d’Estaing y del canciller de Alemania Occidental Helmut Schmidt. El objetivo era discutir la economía mundial y realizar consultas sobre una política económica internacional, fundamentalmente luego de la primera crisis del petróleo y tras el colapso del sistema de tipo de cambio fijo de Bretton Woods.

Ya para la década del ’80 el temario de estos encuentros había sumado cuestiones de política exterior y de seguridad. No es casual que algunos de los miembros de este selecto grupo sean precisamente parte de los “notables” que tienen poder de veto en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

Y si bien en los ’90 se invita a formar parte a la Rusia gobernada por Mikhail Gorbachov, pasando de un G7 a un G8 para finales de la década, luego de la llamada “Revolución de colores” en Ucrania en 2013 (ya con Putin a la cabeza del oso ruso), se volvería a un organismo compuesto únicamente por potencias occidentales.

Cinco años antes, en 2008, había sucedido la crisis financiera de Wall Street, que no sólo dejó pedaleando a muchos países y de la cual se tardó muchos años en salir (incluso hay quienes sostienen que nunca se logró resolver), gastando incalculables millones de dólares y euros para rescatar a quienes la habían gestado: los bancos y la especulación financiera descontrolada.

El punto es que luego de este suceso se crearía el G20. Un grupo mucho más amplio de países entre los que se encontraban los miembros del G7 y países considerados como economías industrializadas y emergentes. China era uno de los pesos pesados para este entonces, pero también se sumaban India, Corea del Sur, Sudáfrica, Rusia, Japón, Brasil, México y Argentina, entre otros.

El panorama cambió por completo y en este 2021, por sólo plantear dos ejemplos, China es el motor de la economía global aspirando a ser la número uno del mundo; y Rusia no sólo volvió a levantarse tras la caída de la URSS, sino que hoy ostenta armamento de última generación que hasta los propios especialistas norteamericanos reconocen que adelanta décadas al de EEUU.

La cumbre de la OTAN

Lo que quedó en evidencia luego de la gira de Biden por Europa es que intenta relanzar o retomar ese supuesto lugar de “hegemón” a nivel mundial y para ello necesita no sólo convencer a la UE, sino también impedir que sigan creciendo las influencias rusas y chinas tanto en Europa como en América, Asia y África.

Entre las conclusiones del cónclave de la OTAN se encuentran objetivos como “intensificar la consulta política y la resistencia de la sociedad, reforzar la defensa y la disuasión, afinar la ventaja tecnológica y desarrollar su próximo concepto estratégico a tiempo para la cumbre de 2022”.

En el comunicado oficial de la OTAN se repite una constante: Rusia es una “amenaza aguda” y China es un “desafío sistémico”. Pero pese a la declaración conjunta, no todo es uniforme. Ejemplo de ello fueron las palabras de la Canciller alemana, Angela Merkel, quien señaló que la decisión del bloque de nombrar a China como desafío “no debería ser exagerada porque China, al igual que Rusia, también es un socio en algunas áreas”.

Está claro que los dichos de Merkel hacen alusión a la próxima concreción del Nord Streem 2 con Rusia y a los importantes acuerdos comerciales que tienen tanto Alemania como otros países europeos con el gigante asiático que conduce Xi Jinping.

Otro aspecto “importante” surgido de la reunión es el llamado plan Build Back Better World (B3W) o “Reconstruir un mundo mejor”, una propuesta que según el analista Pepe Escobar busca “hacer descarrilar la Iniciativa de la Franja y la Ruta, flexionar los músculos de la OTAN y acosar a China 24 horas al día, 7 días a la semana”.

Escobar subraya que si en los días de Lord Hastings Lionel Ismay, el primer secretario general de la OTAN, el propósito de la alianza era “mantener a la Unión Soviética fuera, a los estadounidenses dentro y a los alemanes abajo”, la versión actualizada al presente diría “mantenga a los estadounidenses dentro, la UE abajo y Rusia-China contenida”.

Parece que para la OTAN (bajo la impuesta visión de Washington) la única forma de enfrentar los desafíos futuros es aumentar los gastos militares. Esto teniendo en cuenta que “el presupuesto total de “defensa” de los 30 miembros de la OTAN crecerá un 4,1% en 2021, alcanzando la asombrosa cifra de 1.049 billones de dólares (726.000 millones de dólares de los EE.UU., 323.000 millones de dólares de diversos aliados)[1].

Así las cosas, EEUU necesita consolidar su injerencia sobre Europa para debilitar sus vínculos con Rusia y China, al tiempo que intenta sabotear de cualquier manera el avance de la Iniciativa “Belt and Road” (BRI) o “Cinturón y Ruta de la Seda”, una colosal iniciativa china de infraestructura que “promueve la integración física de Eurasia y sus ramificaciones hacia África y el Gran Medio Oriente, al que se han adherido 140 países de todos los continentes”.

En la misma línea va la llamada Iniciativa de los Tres Mares, bajo el supuesto de que la alianza de 12 de los países miembros de la UE (casi todos ex repúblicas de la URSS), interconectarán mejor los mares Adriático, Báltico y Negro. Según Escobar una copia desdibujada del 17 + 1 que lanzó China para integrar Europa del Este en el marco de la “Cinturón y Ruta de la Seda”.

Algunas apreciaciones finales

Más allá de los intentos que pueda lanzar EEUU, está claro que le será muy difícil volver a ser el mandamás del barrio. Si bien aún cuenta con un poderío militar importante y con instrumentos financieros que pueden generar serios problemas en sus competidores, de poco y nada le servirá sostenerse en esa pose de “Guardián del mundo libre y democrático”.

Tal como lo señala en especialista en geopolítica francés Pascal Boniface, “el mundo occidental hace mucho tiempo que perdió el monopolio del poder que ejerció durante cinco siglos. El problema es que nadie parece darse cuenta”. A lo cual podría agregarse que no quieren aceptar esa no tan nueva realidad.

Lo hemos mencionado en otras oportunidades, la insistencia en meterse en asuntos donde nadie los llama, la constante militarización de las fronteras rusas por parte de la OTAN, las presiones en el Mar de China y demás iniciativas norteamericanas, terminan siendo desesperados y peligrosos esfuerzos de EEUU por no perder su lugar de dominio e influencia global. El mayor problema es que una mala lectura o un error de cálculos pueden traer consecuencias irreversibles.

Por el bien de toda la humanidad, esperemos que no se cumplan las predicciones de Escobar, que sostiene que “habrá sangre”. Pero como dice el dicho, “no hay peor ciego que el que no quiere ver”.


Bibliografía

https://asiatimes.com/2021/06/the-real-b3w-nato-agenda/
https://dossiergeopolitico.com/2021/06/06/cartografos-chinos-y-rusos-trazan-el-orden-post-unipolar/
https://msiainforma.org/es/espanol-era-una-vez-el-g7/
https://dossiergeopolitico.com/2021/06/15/g7-y-china-lineas-de-falla-en-el-orden-mundial/
https://asiatimes.com/2021/06/g7-desperately-seeking-relevancy/
https://dossiergeopolitico.com/2021/06/15/nuevos-escenarios-exigen-nuevos-guiones/
https://www.clarin.com/revista-enie/ideas/pascal-boniface-hipotesis-geopolitica-viene_0_qerQ6lk1E.html
https://elordenmundial.com/la-iniciativa-de-los-tres-mares/

[1] https://dossiergeopolitico.com/2021/06/20/la-verdadera-agenda-b3w-otan/

Nicolás Sampedro
Nicolás Sampedro

Prefiero escuchar antes que hablar. Ser esquemático y metódico en el trabajo me ha dado algún resultado. Intento encontrar y compartir ideas y conceptos que hagan pensar. Me irritan las injusticias, perder el tiempo y fallarle en algo a les demás.

La ciencia local aporta a la soberanía

La ciencia local aporta a la soberanía

TIEMPO DE LECTURA: 3 min.

La llegada de 300 litros de principio activo para la producción de la Sputnik-Vida en el territorio nacional marca un hito importantísimo para el curso de la pandemia en nuestro país y nuestra región. Se demuestra que cuando hay voluntad política de articular a los actores locales que pueden llevar a cabo la producción de un insumo estratégico, la capacidad tecnológica local es de primer nivel y se pueden poner al servicio de toda la sociedad.

La historia de la investigación básica en las universidades argentinas estuvo principalmente impulsada por gobiernos que vieron en el desarrollo tecnológico local, un valor estratégico y de importancia para toda la sociedad. Las universidades nacionales son de las más antiguas de Latinoamérica: la Universidad Nacional de Córdoba (1613, nacionalizada en 1854), la Universidad Nacional de Buenos Aires (1889), la Universidad Nacional de La Plata (1897) y Universidad Nacional de Tucumán (1914).

Quienes lo vieron como un peligro no dudaron en reprimir y recortar en el sector científico-tecnológico. La Noche de los Bastones largos en 1966 fue un hito de represión a un sector estratégico por parte de las clases dominantes, que siempre se negaron al desarrollo de las capacidades nacionales. La represión y persecución que sufrieron profesores/as e investigadores/as independientes durante los períodos dictatoriales ha dejado marcas en el desarrollo científico local ya que muchos de los aprendices de los premios nobeles (Houssay -1947-, Leloir -1979- y Milstein -1984) del siglo XX se vieron obligados a exiliarse solamente por pensar.

Durante la postguerra se conformaron instituciones científico-tecnológicas de carácter público de renombre internacional como el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET – 1958), Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA – 1956), Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI – 1957), Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA – 1950), Instituto de Investigaciones Científicas y Técnicas para la Defensa (CITEDEF – 1954), Comisión Nacional de Investigaciones Espaciales (CNIE-1960 – hoy CONAE), entre otras que nuclearon y se vincularon con las universidades públicas para el desarrollo del pensamiento científico-tecnológico local.

La capacidad de producción que tiene Laboratorios Richmond, que será el encargado de terminar de producir y envasar la Sputnik- Vida en nuestro país, es producto de esa historia de políticas en el sector científico-tecnológico que nos posiciona como un jugador importante a nivel regional y mundial. Sin embargo, es preciso señalar que fue necesaria la articulación histórica por parte del Estado Nacional de impulsar la ciencia y la tecnología que da lugar a que tengamos desarrollos de primer nivel, pese a haber atravesado períodos de ajustes y destrucción lisa y llana del sector.

Esto demuestra que cuando hay voluntad de articulación de los actores para lograr un beneficio para la sociedad, se puede llegar muy lejos. Poner las capacidades científico-tecnológicas al servicios de la sociedad puede revertir las grandes desigualdades de nuestras tierras.

Ojalá que podamos aprovechar todos nuestros saberes, no solo para seguir el avance científico-tecnológico del desarrollo de las vacunas, sino también para que en nuestras tierras no hayan pibes y pibas con hambre y que se reviertan los brutales niveles de desigualdad que no hacen más que perpetuar la violencias hacia quienes menos tienen.

#LasVacunasSalvanVidas
#Sputnik-VidaEsSoberanía

** Bernardo Alberto Houssay fue un médico catedrático y farmacéutico argentino que recibió el primer Premio Novel en Medicina en el año 1947.

Nasim Iusef Venturini
Nasim Iusef Venturini

Habitando la tarea de generar ciencia, con los pies en el barro y a partir de la acción, para construir justicia social. Me formo permanentemente en los campos de la economía y la salud, y considero que lo más importante es cuidarnos y cuidar nuestra tierra.

Patrañas, “ayudas” y una visita sombría

Patrañas, “ayudas” y una visita sombría

TIEMPO DE LECTURA: 8 min.

Algunas aclaraciones iniciales

A estas alturas del partido no es secreto para nadie que la República Argentina está presionada desde dentro y fuera del país. En lo local la oposición político-mediática-judicial hace y deshace con tal de ver fracasar al gobierno que encabezan Alberto y Cristina Fernández.

En lo externo, corriendo por unos minutos el velo del Covid de la pantalla, para el gobierno argentino resulta urgente intentar resolver la deuda con el FMI, contraída por el gobierno de la Alianza Cambiemos que dirige Mauricio Macri. Pero para nadie debería ser una novedad que EEUU es el peso pesado sin el cual no se puede destrabar tal asunto.

De igual modo (ahora sí hablando del Covid), tampoco debería ser noticia para nadie (aunque los medios locales sigan minimizando el hecho) que el país del norte es uno de los mayores acaparadores de vacunas a nivel mundial; incluso que una gran porción de las dosis en las que Argentina produjo el principio activo y que debía embotellar México, fueron retenidas en EEUU bajo el pretexto de no dejar que se exporten insumos necesarios para el combate a la pandemia. Parece casi obvio, pero hay que aclararlo, que es en ese contexto se da la visita del almirante Creg Faller.

Algo más que es indiscutible a estas alturas es que EEUU nunca dejó de considerar la importancia estratégica que tiene Argentina para sus planes en el continente y a nivel mundial. De hecho, Argentina sigue teniendo el vergonzoso título de “Gran Aliado Extra OTAN”. Pero para la “gran prensa argentina” volvimos a alejarnos del mundo.

Creg Faller, Jefe del Comando Sur de los EEUU | Foto: El Estímulo

Algunos antecedentes del Almirante

Nadie que llegue al puesto de Creg Faller es “un nene de pecho”. A este señor, llegar a Jefe del Comando Sur, le valió sus buenas tropelías en distintas partes del mundo. Tal como lo señala el colega Sergio Ortíz, en la biografía del propio almirante, “como oficial de mando del destructor USS Stethem (DDG 63), se desplegó al Golfo Arábigo y participó en operaciones de interceptación marítima en apoyo de las sanciones de las Naciones Unidas contra Irak. Como comandante del Grupo de Ataque John C. Stennis/ Grupo de Ataque de portaaviones 3, se desplegó al Medio Oriente en apoyo a las operaciones New Danm (Irak) y Enduring Freedom (Afganistán). También fue Director de Operaciones (J3) del Comando Central de los EE.UU.”.

Y en la misma línea, es necesario resaltar que lo que para los gobiernos norteamericanos son distinciones, para los pueblos del mundo que queremos la paz son muestras de que, como afirma Ortiz, “Faller es un criminal de guerra”.

La supuesta “ayuda humanitaria”

En cuanto a la visita, para la mayoría de la prensa argentina -que se limitó a replicar la “información” suministrada por la Embajada de los EEUU en Argentina-, tuvo que ver con la entrega de ayuda humanitaria para el combate contra el Covid. La donación de algunos hospitales móviles y otros insumos que generosamente fueron “donados” por el Pentágono. Qué atentos los norteamericanos, qué buenos vecinos resultaron.

Material donado por el Pentágono | Foto: Argentina.gob.ar

Cabe aclarar que por más que a muches nos hubiese gustado que este criminal ni siquiera tenga permiso para respirar aire pisando nuestro territorio, o cuanto mucho que sea otro el tipo de recibimiento, diplomáticamente, si las pretensiones oficiales son no enemistarse abiertamente con nadie (cosa que está a las claras en la diplomacia argentina), la visita cumplió con las características de una visita más. El problema es que no es cualquier visita y que por ejemplo, nada tenía que haber hecho Faller viajando a Ushuaia, capital fueguina y última parada de su minigira por Uruguay y Argentina.

Pero entendamos que esta supuesta “donación” llegó después de que a finales de febrero el gobierno de Beijín donara a la Argentina un hospital móvil con 13 unidades y sus respectivos camiones. Un aporte sustancialmente mayor a las dádivas traídas por el Jefe del Comando Sur. También está claro no podía simplemente rechazarse esta donación. Haberlo hecho habría sido leído por Washington como una nueva ofensa de parte del gobierno de les Fernández.

Lo que intentó ocultar gran parte de la prensa argentina

Así las cosas, la visita a Ushuaia perseguía otros fines íntimamente relacionados con lo denunciado en artículos anteriores, en los que señalábamos que un submarino nuclear norteamericano, el USS Greenville (SSN 772), había participado junto con aviones británicos de un ejercicio militar en los alrededores de nuestras Islas Malvinas.

Submarino Nuclear de EEUU USS Greenville (SSN 772) en cercanías de las Islas Malvinas | Foto: informepolitico.com.ar

Es que el Atlántico Sur, como se ha mencionado en otras ocasiones, es un punto estratégico clave y muy codiciado tanto por EEUU, como por su histórica aliada Gran Bretaña. Hay que recordar que los piratas europeos tienen emplazada una base militar extracontinental (la más grande de la OTAN) en nuestras islas. De hecho, el Doctor y Magister en Política Latinoamericana por la Universidad de Essex, Licenciado en Ciencia Política por la Universidad de Buenos Aires y Rector de la Universidad Nacional de la Defensa, Jorge Battaglino, consideró recientemente que este es “el principal problema para la Defensa que tiene Argentina

La importancia geoestratégica de esta región de nuestro territorio es lo que alarmó a los norteamericanos al enterarse, de las declaraciones del gobernador fueguino, Gustavo Melella, quien señaló que había negociaciones con China para que financien la construcción -en la capital provincial- de un Polo Logístico Antártico. De hecho, el Secretario de Estado de los EEUU, Anthony Blinken, lo consultó con el canciller argentino, Felipe Solá, semanas atrás.

Cabe recordar que durante la gestión de Mauricio Macri, más precisamente a mediados de mayo de 2016, una delegación del Ministerio de Defensa argentino (encabezado en aquel entonces por “el milico” Aguad) viajó a los EEUU para reunirse con la Secretaria Adjunta para Asuntos del Hemisferio Occidental, Roberta Jacobson, e integrantes del Departamento de Defensa, del Pentágono y del Comando Sur. De ese viaje derivó el compromiso macrista de instalar una “base científica” en Ushuaia para -supuestamente- “dar apoyo logístico a las expediciones científicas en su camino a la Antártida”.

Para dimensionar la importancia que tiene esta región del mundo para los EEUU, repasemos las declaraciones realizadas por el propio Faller ante el Senado de los EEUU el 16 de marzo de pasado. Allí, el almirante sostuvo que “ahora más que nunca, existe un clima de urgencia por las amenazas globales que enfrentamos aquí en nuestro vecindario. Esta región es nuestro hogar. Este vecindario es nuestro hogar. Es un vecindario compartido. Es un Hemisferio de sumo interés para los EE UU. Las principales amenazas que enfrenta el Hemisferio son CHINA y las organizaciones criminales transnacionales[1].

Tal como lo destaca una de las integrantes del CEMIDA (Centro de Militares para la Democracia Argentina), la profesora Elsa Bruzzone, estas declaraciones no son las primeras: pueden concatenarse con un sinfín de dichos públicos de Faller, quien públicamente manifestó en reiteradas oportunidades su enemistad hacia la República Popular China.

Objetivos múltiples

Pero como todo en la geopolítica actual, nunca hay un único objetivo. Las presiones diplomáticas como esta siempre afectan varios escenarios. En este caso no es solamente la presencia e influencia China en Argentina -y el resto de la región-, o la posibilidad de que el país asiático financie la construcción de una base logística para la Armada Argentina en Ushuaia (que se convertiría la base militar más austral del mundo).

Ilustración: Enernews

Además de ello están las pretensiones de Washington de alejar la influencia rusa. Y no es solamente por la gran cantidad de dosis de la vacuna contra el Covid que el fondo de inversión ruso vendió y vende a nuestro país, sino la gran cantidad de ofertas de armamento militar que ha hecho el gobierno de Putin para que Argentina actualice y mejore sus sistemas de defensa. Hecho que se multiplicó luego de que los británicos vetaran la posibilidad de que nuestro país adquiera los aviones caza de 4ta Generación FA-50 de la empresa Korean Aerospace Industries. Este hecho -según trascendió- habría sido criticado por Rossi en la reunión con el Almirante Faller.

Venezuela también está como trasfondo

Por otro lado -y si bien desde la administración Biden intentaron restar importancia y señalaron que el hecho “no estorbaría las relaciones entre Argentina y EEUU”- está la salida de nuestro país del Grupo (mejor dicho “Cartel”) de Lima y la política de presiones hacia el gobierno de la República Bolivariana de Venezuela.

La decisión del gobierno del Frente de Todes de salir del mencionado cártel -que sólo tiene por función presionar la salida de Nicolás Maduro Moros y destruir el proceso revolucionario chavista- no debe haber sido tomado con agrado por la administración del “demócrata”. Venezuela es un grano en la bota para los EEUU, pero manifestar “enojo” por esa decisión habría sido un error diplomático para una administración que pretende contener a nuestro país dentro de sus aliados y no arrojarnos a las manos de China o Rusia, dos de los jugadores de peso a nivel mundial que compiten directamente con EEUU.

Sobre el final de estas palabras cabe destacar algunas de las reflexiones del analista francés Thierry Meyssan, quien alerta que la nueva administración norteamericana pretende volver a la criminal “Guerra sin fin” impulsada con mayor virulencia luego del 11S y llevada adelante fundamentalmente por los gobiernos de George Bush hijo y el tristemente célebre “Nobel de la Paz”, Barack Obama.

Para concluir con estas líneas, retomar la cita realizada por Bruzzone en su análisis respecto de la visita de Faller. La profesora concluye su artículo con algunas palabras del Dr. Gustavo Cirigliano que sintetizan el accionar imperialista de los EEUU: “Cuando un imperio proclama la paz, trae la guerra; cuando exalta la solidaridad, esconde un ataque; cuando  reclama adhesión, trama entrega y cuando ofrece amistad, distribuye hipocresía”.


Referencias:
[1] https://www.resumenlatinoamericano.org/2021/04/10/argentina-impecable-analisis-sobre-la-visita-del-comando-sur-a-que-vino-craig-faller/

Nicolás Sampedro
Nicolás Sampedro

Prefiero escuchar antes que hablar. Ser esquemático y metódico en el trabajo me ha dado algún resultado. Intento encontrar y compartir ideas y conceptos que hagan pensar. Me irritan las injusticias, perder el tiempo y fallarle en algo a les demás.

Joe Biden: Demencia senil, locura o planificada estrategia contra Rusia

Joe Biden: Demencia senil, locura o planificada estrategia contra Rusia

TIEMPO DE LECTURA: 6 min.

En una entrevista concedida, a la cadena de noticias norteamericana ABC y su programa Good Morning America, el mandatario demócrata respondió ante las preguntas del periodista George Stephanopoulos. Una de ellas mencionó los resultados de un informe de inteligencia estadounidense, que acusó en forma directa al presidente ruso de “haber autorizado una campaña de injerencias digitales en las elecciones para perjudicar a Biden”. Frente a esta interrogante el presidente estadounidense señaló que Rusia “pagaría las consecuencias por esta acción” Pero, no contento con esta amenaza respondió lacónica, pero claramente a la pregunta ¿cree usted que Putin es un asesino? Haciendo referencia al envenenamiento del opositor ruso Alexéi Navalnyi “”Mmmm… lo creo”, respondió el mandatario demócrata quien agregó además que el mandatario ruso “no tiene alma”

El informe mencionado fue elaborado por el Consejo Nacional de Inteligencia[1] que reúne a siete agencias y ministerios destinados a procesar información de inteligencia y entregar a la presidencia documentos de análisis para la toma de decisiones definidos en el ámbito del pensamiento estratégico. Uno de esos informes es el que toma Biden, como base para acusar a Rusia pero donde también se menciona a Irán, Cuba y Venezuela. Lleva por título “Amenazas extranjeras a las elecciones federales de Estados Unidos de 2020”. Un informe que en su desarrollo niega una de las acusaciones vertidas contra el gobierno de Venezuela respecto a que habría logrado hackear los sistemas de voto en las pasadas elecciones de noviembre del 2020 en Estados Unidos, como acusaron falsamente los abogados de Trump. Lo más probable es que tras la publicación del citado informe se anuncien una nueva ronda de sanciones, no sólo contra Rusia, sino también contra China, la República Islámica de Irán y Venezuela. Ya el día 17 de marzo, se informó que Estados Unidos incluyó a Rusia, en la lista de aquellos países a los que niega licencias de exportación e importación de artículos y servicios de defensa.

En la mencionada y polémica entrevista, Joe Biden dio cuenta que a fines del pasado mes de enero, apenas con un par de semanas en el cargo, conversó en forma telefónica con Putin consignando, que le advirtió sobre las implicaciones que tendría en las relaciones entre ambos países, el que Moscú haya intervenido en las elecciones presidenciales (acusación que hasta el día de hoy no cuenta con pruebas ni fundamentos plausibles). Biden continuó su relato dando a conocer que en la conversación le dijo al presidente ruso “te conozco y me conoces. Si establezco que esto ha ocurrido (la mencionada injerencia electoral) tendrá efectos”. Con énfasis le señaló al periodista que ante ello “pagará las consecuencias, pronto lo verás”, agregando “lo que más importa cuando tienes que enfrentarte a líderes extranjeros y he tenido que hacerlo con varios de ellos, es saber la persona que tienes al frente”. Biden, el aparente afable anciano sacó las garras y con ello nada bueno se puede esperar en el plano internacional. Ni siquiera Trump, con su inexperiencia en el plano internacional, tuvo tantos exabruptos en tan pocos minutos de entrevista.

Debo reconocer que ante esta sorpresiva y categórica afirmación traté de hilvanar algunas líneas de entendimiento. La primera fue por el lado médico neurológico y lo asocie a un tema de demencia senil, toda vez que Joe Biden,es el presidente con mayor edad elegido en el país norteamericano. La demencia senil es un trastorno neurocognitivo mayor y es el nombre que se da a un síndrome que se caracteriza por el deterioro de las capacidades psíquicas de la persona afectada, especialmente de las capacidades cognitivas. Posteriormente transite por la explicación más en el campo de los desórdenes mentales ¿será expresión de locura la de Biden con esta afirmación” Entendiendo que la definición más convenida respecto a la locura es que se trata de la privación del juicio o del uso de la razón. Cuestión cercana pues acusar al presidente de un país de asesino sin ofrecer pruebas o llamados a presentar una acusación en la Corte penal internacional resulta, al menos, poco razonable.

Finalmente y visto mi escaso conocimiento en los vericuetos de las patologías mentales, deseché ambas explicaciones y me incliné por la puesta en marcha de una calculada estrategia destinada a ejercer mayores grados de presión contra la Federación Rusa, abriendo otro flanco de confrontación que se une a aquellos que los enfrenta: en el plano de los acuerdos sobre armas nucleares, los contenciosos respecto a Ucrania y Crimea. Los peligrosos y provocadores avances militares de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) hacia la frontera occidental rusa. Los roces por el apoyo que da Moscú a la sociedad y el gobierno sirio en Asia Occidental. Los roces derivados del vínculo ruso-germano por el gasoducto Nord Stream en la zona del Báltico como también el erigir un arco de relaciones, claramente en contradicción, con los intereses hegemónicos estadounidenses, conformado por la misma Rusia, China e Irán y aquellos países, que han sufrido las presiones y las políticas de fuerza de Estados Unidos.

Resulta claramente una irresponsabilidad el tipo de acusaciones emitidas por Biden, a partir de informes no comprobados, discutibles y que dan crédito a la labor de agencias con absoluto descrédito como es el Consejo Nacional de Inteligencia. Tomo en esto la advertencia dada por el Roberto Yepes Papastamatin, Profesor del Instituto Superior de Relaciones Internacionales “Raúl Roa García” quien en un interesante artículo publicado una década atrás, nos advertía sobre estos informes del NIC “En una fase del sistema internacional de acelerados y profundos cambios estructurales, con una superpotencia particularmente agresiva, un sistema institucional multilateral en crisis y un derecho internacional moribundo, los escenarios norteamericanos sobre nuestra región por ejemplo, como los elaborados por el NIC, son un referente insoslayable para poder imaginar y construir en la práctica nuestros propios escenarios anti hegemónicos y emancipadores”.[2]

Rusia reaccionó con cautela, aunque las palabras cayeron como un misil en pleno Kremlin. El gobierno ruso, su parlamento, enfocaron el reclamo por el lado de considerarlo un insulto al país. El presidente de la cámara baja del parlamento (Duma), Vyasheslav Volodin consignó que las palabras de Biden reflejan “histeria, impotencia frente a los avances rusos”. La primera medida política consistió en llamar de inmediato a Moscú al embajador ruso en Estados Unidos para analizar el rumbo de las relaciones entre ambos países. La portavoz de la Cancillería rusa, María Zajárova sostuvo “para nosotros lo más importante es determinar cómo pueden ser los caminos para mejorar las relaciones ruso-estadounidenses, que están en estado grave y en los últimos años Washington ha llevado prácticamente a una vía muerta. Estamos interesados en evitar su degradación irreversible si los estadounidenses se dan cuenta de los riesgos relacionados con esto”.

Artículo publicado originalmente en segundopaso.es


  1. Como parte de la denominada Comunidad de Inteligencia de los Estados Unidos, el Consejo Nacional de Inteligencia (NIC, por sus siglas en inglés) es el centro de pensamiento estratégico encargado de conducir la elaboración de valoraciones y pronósticos sobre asuntos internacionales para el presidente y altos funcionarios del gobierno de ese país, abarcando tanto la producción de análisis breves sobre asuntos actuales, como la evaluación de tendencias a mediano y largo plazo. Obviamente, la mayor parte de su trabajo es clasificado, pero también produce informes públicos, como la serie de tendencias globales a largo plazo publicada en los años 1997, 2000, 2004 y 2008, 2012, 2016 y 2020.
  2. https://rebelion.org/los-informes-del-consejo-nacional-de-inteligencia/
Pablo Jofré Leal
Pablo Jofré Leal

Periodista y escritor chileno. Analista internacional, Máster en Relaciones Internacionales por la Universidad Complutense de Madrid. especialista en temas de Latinoamérica, Oriente Medio y el Magreb. Es colaborador de varias cadenas de noticias internacionales. Creador de revista digital www.politicaycultura.cl

Los pueblos queremos paz, pero con justicia social

Los pueblos queremos paz, pero con justicia social

TIEMPO DE LECTURA: 8 min.

Hace algunas semanas el ex agente de inteligencia ruso devenido en comunicador/divulgador, Daniel Estulin, señaló que ante el colapso del sistema financiero global -que según afirma está destruido-, la única solución posible para dar nuevo cauce a la economía global, es una guerra. Plantea dos posibilidades: una guerra termonuclear entre las potencias mundiales o una guerra civil en EEUU.

Más allá de si se está de acuerdo o no con esta tesitura, lo cierto es que hay sobrados elementos que se pueden encastrar tanto en uno y como en otro sentido.

En cuanto a una posible guerra civil interna en los EEUU se pueden observar los recientes levantamientos de las comunidades afro -producto de la violencia racial de las fuerzas de seguridad-, reflejo de una situación de hartazgo de un sector de la población muy castigado. A ello se puede sumar el desastroso manejo de la pandemia del COVID-19 que hizo la administración Trump que ya cuenta con más de 8 millones de contagiades y casi 220 mil muertes.

A estos dos elementos hay que sumar no solo la retórica agresiva de Trump, sino la virulencia mediática (fomentada fundamentalmente por los Demócratas) contra el mandatario. Cabe señalar que incluso varios sectores del partido Republicano soltaron la mano al magnate e incluso están operando abiertamente para que pierda. Esto, obviamente, aumenta los niveles de polarización.

¿Imperio o Nación?

Para entender esto último es interesante retomar la diferenciación que introduce el analista Thierry Meyssan respecto de los proyectos de país que están en disputa en EEUU. Por un lado quienes profesan que EEUU debe dominar el mundo “conteniendo” a sus potenciales rivales (estrategia acuñada en plena Guerra Fría por George Kennan en 1946 y aplicada por todos los presidentes hasta 2016) y quienes, por el contrario, rechazan esta idea imperial y plantean el enriquecimiento de los estadounidenses (estrategia acuñada por el ex presidente ‎Andrew Jackson -1829-).

Según Meyssan, Trump pertenece a quienes son denominados “jacksonianos”, que “denuncian la corrupción, la ‎perversidad y en definitiva la hipocresía de los anteriores y exhortan los estadounidenses a ‎luchar, pero no por el imperio sino por su nación[1]. El famoso slogan de campaña “Make America great again”, da cuenta de esa particularidad. Obviamente esto no implica que el Estado norteamericano deje de funcionar bajo la lógica imperial, sino que representa un gran foco de tensiones internas.

De hecho, hace no mucho algunos analistas empezaron a especular con que había sectores de las FFAA y de los organismos de inteligencia estadounidenses que -de ganar Trump- podrían intentar un golpe de estado. También hay quienes analizan que tanto si gana Biden, como si lo hace Trump será difícil que se reconozca la victoria. El hecho, que haya grupos armados -que apoyan a Trump- en las calles y que demuestren su virulencia cotidianamente, complejiza aun mucho más el panorama.

Piezas de ajedrez

El otro escenario descripto por Estulin habla de una conflagración entre potencias mundiales en las que obviamente los EEUU son un actor principal. Si bien no lo explicita, está claro que sería en oposición a las otras dos grandes potencias: Rusia y China. Y los últimos meses ha habido una escalada de agresiones de parte de occidente a estas dos potencias.

El presidente de Rusia, Vladimir Putin (izda.), recibe a su homólogo chino, Xi Jinping, en Kremlin, Moscú. (Foto: Hispan Tv)

En cuanto a Rusia, lo que ha venido sucediendo (además de las sanciones impuestas por EEUU y la Unión Europea) es un incremento sustancial de vuelos de aviones de fuerzas occidentales en las fronteras rusas. Ellas han sido denunciadas por el Kremlin una tras otra y ha obligado a la Fuerza Aérea de ese país a enviar aviones militares a impedir que ingresen en territorio sin permiso.

De igual manera han aumentado los ejercicios militares en Europa Oriental entre miembros de la OTAN y los EEUU  (en las fronteras de la Federación Rusa); incluso en momentos de pandemia. Los más recientes, fueron los realizados por EEUU y países de la alianza europea tanto en Ucrania como en Lituania en septiembre de este año, y más recientemente el simulacro de Guerra Nuclear entre Alemania y algunos miembros de la OTAN.

Obviamente a este escenario hay que sumar la venta de sistemas armas de EEUU a países europeos fronterizos con Rusia como Polonia, Rumania o Finlandia. Esto en consonancia con la escalada discursiva tanto europea como estadounidense. Todo lleva a pensar que hay una especie de encerrona militar, discursiva y económica que lleva a cabo desde occidente.

Guerra comercial y tecnológica

En cuanto a la situación con la República Popular China, es por demás conocido el enfrentamiento y la despiadada guerra comercial lanzada por EEUU contra el gigante asiático. No es Tik Tok, no es Huawei, es el dominio del mercado tecnológico, elemento de extrema sensibilidad para la industria militar y de comunicaciones, dos áreas estratégicas para ambas potencias.

A esta conocida batalla hay que sumarle las reiteradas denuncias de parte del país asiático de intromisión en asuntos interno de parte de los norteamericanos, ya sea en Taiwan, el Tibet, Hong Kong o el Mar de China.

Inversión mediática del agresor

Como suele sucede, la prensa hegemónica occidental, invierte la carga de la prueba. Los enfoques “periodísticos” (habría que llamarlos propagandísticos) de las “grandes” agencias de noticias no hacen más que justificar el accionar de EEUU y occidente y de responsabilizar a Rusia y China o sus aliados.

Esto no es nada nuevo, de hecho lo vemos a diario en los medios tanto de Argentina como de todo el continente. El engranaje mediático se vuelve clave para construir narrativamente que el responsable de todos los males es el adversario o el enemigo político.

Esta dinámica mediática, es complementa con el entramado de sectores del poder judicial, con organismos internacionales (que hacen silencio omiso), con ONG’s y sectores empresariales de diverso tipo. Los conglomerados de poder de occidente (cada vez más concentrados), han armado una compleja red de complicidades muy difíciles de desentramar. Pero como todo bajo el capitalismo, si se rastrea el origen del dinero, casi siempre se llega a los autores intelectuales, o sea, el poder real.

Nuestra América como esperanza

Se ha señalado en varias oportunidades que las experiencias de las últimas décadas en nuestro continente, han sido un faro para pensar que otro mundo es posible. Pero pese a los errores cometidos, a la guerra mediática y judicial, los pueblos nuestroamericanos han dado cuenta de ello.

A los procesos de resistencia de Venezuela, de Cuba o de otros países de la región, en los últimos años se sumaron el México de Andrés Manuel López Obrador y la Argentina de les Fernández. Gobiernos que pese a las condiciones calamitosas en las que encontraron sus respectivos países, pese a la aparición de la pandemia (que tomó por sorpresa a todo el mundo), comienzan a poner de pié los extremos norte y sur del continente.

A este escenario se suma la victoria electoral del MAS-IPSP en Bolivia. El proceso gestado por Evo Morales Ayma, derrocado por la derecha boliviana, con la complicidad de las FFAA y las Fuerzas de Seguridad, con el apoyo de la embajada de EEUU y la OEA, y bajo un silencio de ultratumba de la gran mayoría de los países del mundo, vuelve a demostrar que no ha sido derrotado.

El triunfo electoral de Lucho Arce y David Choquehuanca aún no ha sido reconocida por el golpista Luis Fernando Camacho y según afirmó, cuando tengan los resultados definitivos determinarán qué hará la fuerza política que dirige (Creemos). “Aún tenemos que terminar lo que empezamos”, deslizó muy ligeramente el golpista santacruceño.

Suenan los clarines de guerra

Estas declaraciones de la derecha boliviana radicalizada se suman a las permanentes arremetidas contra la Venezuela chavista por EEUU, el Grupo de Lima, la OEA y afines, o a las recientes represiones en Chile, el asesinato sistemático en Colombia, al igual que muchas otras situaciones que podrían describirse en toda la región. La derecha por gringa no descansa.

En Argentina y en México se ven claramente no solo mediante las operaciones de prensa, sino con las “convocatorias anti”. La derecha no tiene una propuesta concreta porque el neoliberalismo está agotado. No solo en la región, sino en el mundo entero. Por ello la única forma que tienen de convocar adeptos es en “oponiéndose a”. No hay proposición, construcción o alternativa, sólo hay destrucción. Una alarmante maquinaria de impedir y mentir.

La debilidad de EEUU y su situación interna tienen mucho que ver con esta forma de operatoria de las derechas continentales. La utilización de la violencia y la caotización parecen ser los últimos cartuchos de un imperio que pierde su hegemonía. Lo hemos visto en el Medio Oriente y en la Europa del Este. Ahora ¿esto quiere decir que EEUU está terminado y que su influencia terminará? En lo absoluto, muy por el contrario esto se vuelve muy peligroso para la región y para el mundo.

Lo decíamos hace algún tiempo y lo volvemos a afirmar: EEUU desde hace mucho tiempo lanzó una guerra a perpetuidad contra los pueblos del mundo, aunque ahora -quizás- sus señales se vean con mayor claridad.

Los pueblos no se dejarán pisotear

Pese a las intentonas golpistas, pese a tener prácticamente a toda la prensa hegemónica en contra, los procesos populares de la región siguen dando muestras de su voluntad de avanzar hacia una sociedad más justa. El ejemplo más gráfico fueron las diversas movilizaciones del 17 de octubre en conmemoración del día de la Lealtad peronista.

Ese día se destruyó el mítico relato que pretendía construir la derecha (y sus medios de propaganda) de que habían ganado la calle. Está claro que los pueblos saldrán a defender a sus intereses y a defender a los gobiernos que representan ese camino.

Los desafíos de los pueblos de Nuestra América son infinitos, pero sin dudas el de mayor relevancia será demostrarle al mundo que hay otro camino, que se puede construir un sistema más justo, libre y soberano, donde se respeten las diversidades, donde haya mayor tolerancia y solidaridad. Pero ese camino no significa renunciar a la lucha popular.

Los pueblos queremos paz, pero con justicia social.


[1] https://www.voltairenet.org/article210761.html

Nicolás Sampedro
Nicolás Sampedro

Prefiero escuchar antes que hablar. Ser esquemático y metódico en el trabajo me ha dado algún resultado. Intento encontrar y compartir ideas y conceptos que hagan pensar. Me irritan las injusticias, perder el tiempo y fallarle en algo a les demás.

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