El circo político del sanguinario “Bibi” en la Palestina ocupada

El circo político del sanguinario “Bibi” en la Palestina ocupada

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El régimen de Tel Aviv posee un sistema parlamentarista al estilo de algunos países europeos. La figura del primer ministro logra tener las riendas del poder ejecutivo si se consiguen acuerdos políticos en el Parlamento (Knésset, para los sionistas) de las diferentes fuerzas partidarias que tienen los mayores escaños. Y hay de todo.

Las elecciones a la Knésset se basan en el voto por un partido y no por un individuo, y todo el país constituye una circunscripción electoral única. Actualmente los partidos con representación parlamentaria son los siguientes. El Likud es el que mantiene vivo al señor “Bibi”. Se formó oficialmente en 1973, llegó al poder bajo el liderazgo de Menachem Begin en 1977 y ha estado en el gobierno durante 26 años durante los últimos 35 años. El Likud es actualmente el mayor partido en la Knésset y se considera que es un partido de centro-derecha en lo que respecta a la seguridad nacional y el conflicto israelí-palestino.

La Knésset, parlamento del régimen sionista de Israel.

Luego están los derechistas de Israel Beitenu, cuyos votantes principalmente son los israelíes que emigraron procedentes de la antigua Unión Soviética. De la centro-izquierda sionista está el de Avoda Ivrit, que durante casi 50 años, ha sido el partido del gobierno, o el principal partido de la oposición. Si bien mantiene posturas progresistas en la gestión estatal, propone la “paz” tildando de terroristas a los movimientos del HAMAS y la Yihad Islámica Palestina.

El partido Kadima  fue fundado por el ex-primer ministro de Israel y asesino Ariel Sharón en 2005 como un “partido popular” de centro. Kadima fue el partido en el gobierno del ex-primer ministro Ehud Ólmert entre los años 2006 y 2009. Fue el principal partido de la oposición con Tzipi Livni entre los años 2009 y 2012. El actual líder del partido, el ex-ministro de Defensa Shaul Mofaz se ofreció como una alternativa de gobierno al primer ministro Netanyahu.

Los movimientos religiosos judaicos también tiene sus representaciones: HaBayit HaYehudi (El Hogar Judío), Hatnuah Hatnuah, Shas Shas (un partido religioso que representa a la comunidad de judíos ultraortodoxos de origen sefardí), Yahadut Hatorá (en español, “Judaísmo Unido de la Torá” y representa a las diversas facciones de los judíos ultraortodoxos asquenazíes representados en el parlamento israelí.

Las izquierdas que se quieren alejar del sionismo también participan del parlamento israelí. El Meretz Meretz es un partido laico y liberal de la izquierda política. El partido promueve una solución al “conflicto israelí-palestino” basada en “la creación de dos estados”. Actualmente es un gran defensor de las leyes medio ambientales, de una política económica y social, y de alcanzar un acuerdo de paz con los palestinos. El partido Jadash (Frente Democrático por la Paz y la Igualdad) es marxista-leninista y promueve la formación de un estado palestino en el territorio que Israel capturó en 1967. El partido atrae principalmente a los votantes árabes israelíes.

El señor “Bibi” está en serios problemas y acosado por sendos casos de corruptela.

Los árabes israelíes también tienen sus representantes. Raam y Taal Raam y Taal son dos partidos que atraen principalmente a los ciudadanos árabes de Israel. La coalición se compone de dos movimientos: Raam (Lista Árabe Unida), Raam es un partido religioso que representa al movimiento islámico en Israel. Taal (Movimiento Árabe por la Renovación), es un partido que se centra en el proceso de paz palestino-israelí y en la promoción de los derechos de los árabes israelíes en el seno de la sociedad israelí.

Luego está el Jadash Balad Balad, un partido político árabe-israelí con representación en el parlamento israelí. La agrupación fue creada en 1996 por el diputado árabe cristiano Azmi Bichara, que hoy está actualmente exiliado, el primer árabe-israelí candidato al puesto de primer ministro en 1999. Las propuestas del partido son “transformar a Israel en un país con igualdad de oportunidades para todos sus ciudadanos” y promover “la convivencia entre judíos y árabes”.

En este mapa político, el sanguinario primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu ha fracasado en su cuarto intento de formar gobierno desde 2019. El dirigente que más tiempo ha gobernado en la historia del país, 15 años, ganó las elecciones del pasado mes de marzo logrando 30 escaños pero carece de los apoyos suficientes para lograr el voto de 61 de los 120 diputados de la Knésset.

Pero Netanyahu está en una mala imagen política. El Likud de Netanyahu impulsa un proyecto para unas elecciones directas en Israel a horas del fin de su mandato. El propio Bibi abogó a finales de abril por una “elección directa” para elegir al próximo jefe de Gobierno. “Quiero llegar al punto en el que formemos un Gobierno derechista y la forma de hacerlo sin depender de una facción u otra son las elecciones directas”, dijo, una propuesta rechazada desde la oposición.

Como se observa, “Bibi” busca la escalada militar contra el pueblo palestino para tratar de salvar su trayectoria política. Pero también quiere lavar su imagen con este genocidio, ya que no sólo de sangre está manchado. Está sucio de casos de corrupción. Sobre el final de su tercer mandato Netanyahu se vio acosado por una serie de casos de corrupción. En diciembre de 2016 estalló el conocido como Caso 1000, motivado por los numerosos obsequios de lujo que recibieron ambos, por parte de grandes empresarios a quienes Netanyahu había favorecido. Luego surgió el Caso 2000, por haber obtenido una cobertura favorable del diario Yedioth Ahronoth, a cambio de aprobar una legislación dañina contra el diario rival, Israel Hayom. Seguido del Caso 3000, que está relacionado con la compra de submarinos alemanes, que beneficiaron a empresarios vinculados con Netanyahu. Y por último apareció el Caso 4000, por haber dado un trato legislativo favorable a la empresa de telecomunicaciones Bezeq, a cambio de una cobertura periodística favorable en el popular portal de noticias Walla.

Mientras el señor “Bibi” quiere salvarse de los casos de corrupción, sigue masacrando al pueblo de Palestina.

En diciembre de 2018, la policía israelí recomendó la imputación de Netanyahu por el delito de soborno. En noviembre de 2019, el Fiscal General de Israel, Avichai Mandelblit, imputó a Netanyahu por soborno, fraude y abuso de poder por los “casos” 1000, 2000, y 4000. Convirtiéndose así Netanyahu en el único primer ministro de la historia de Israel, que fue imputado penalmente durante su mandato.

El fracaso de Netanyahu de formar un nuevo gobierno, y la posibilidad que inusitadamente lo hiciera la oposición aliada a un partido árabe, coincidió exactamente con la durísima represión que comenzaron a llevar a cabo las fuerzas de seguridad en la Explanada de las Mezquitas, en la que suelen reunirse los palestinos árabes islámicos con motivo de la fiesta del Ramadán.

La escala bélica de limpieza étnica es lo único que le queda a Bibi para lavar su imagen de cleptómano. Todo un macabro circo. Busca la “unidad nacional judía” para ganarse apoyos. Quiere quedar como el héroe de Israel frente a HAMAS. Quiere quedar como el “protector de Israel”. Sabe que está en serios problemas políticos y con la justicia israelí. Este asesino es lo que sabe hacer. Y para seguir con su política agresiva genocida, la aviación israelí bombardeó Gaza el lunes 17 de mayo a la madrugada. Más de 200 muertes y “Bibi” continuará con su circo de sangre.

Mauricio Piñero
Mauricio Piñero

Cuentan las crónicas que nació como el hijo de nadie. Luchando por la Patria Grande, como Internacionalista y antiimperialista. Tripero de alma y cuerpo, siempre junto a la patriada barrial. La historia descolonizada es mi pasión como docente de la Escuela Pública y de los barrios. Las noticias sobre los pueblos que luchan como forma de viajar hacia una verdadera justicia social global.

Henry Boisrolin: “Desde 2018 hasta ahora, el país vive bajo un estado insurreccional”

Henry Boisrolin: “Desde 2018 hasta ahora, el país vive bajo un estado insurreccional”

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Revista Trinchera dialogó con el Coordinador del Comité Democrático Haitiano en Argentina, Henry Boisrolin, quien analizó la situación que vive el pueblo haitiano ante la aparición de la pandemia del COVID-19.


¿Cuál era la situación general del país previa a la aparición de la pandemia?

La situación de Haití antes de la aparición de la pandemia estaba caracterizada por una crisis ininterrumpida de inestabilidad política. Prácticamente, desde 2018 hasta ahora, el país vive bajo un estado insurreccional. Las numerosas movilizaciones populares de centenares de miles de personas en casi todos los departamentos exigen la renuncia del actual presidente, Jovenel Moïse, y la recuperación de nuestra soberanía y de nuestro derecho a la autodeterminación. Estas movilizaciones siempre fueron -y son- reprimidas ferozmente. Todo en medio de una crisis económica donde la inmensa mayoría está viviendo en condiciones inhumanas. Por ejemplo, el 70% de la población activa no tiene trabajo. La esperanza de vida no supera los 50 años. El país sobrevive de la limosna internacional y de las remesas enviadas por la diáspora haitiana, sobre todo la que se encuentra en los EE.UU. Para permanecer en el poder, Moïse, un presidente acusado con pruebas contundentes de malversaciones de fondos públicos, tiene el apoyo del imperialismo yanqui y utiliza, además de la Policía Haitiana, a bandas armadas que siembran el terror en distintos barrios populares.

El sistema educativo padece de una profunda crisis, y el sanitario totalmente derrumbado. Los centros hospitalarios, sobre todo los estatales, son simplemente depósitos sin insumos y con un personal que no recibe durante meses sus salarios.

¿Cuál es la actitud adoptada por el gobierno ante la pandemia COVID-19?

La actitud del gobierno es de una escandalosa irresponsabilidad e incompetencia. Trató de imitar, sin tener en cuenta las condiciones de extrema pobreza, etc., las medidas adoptadas en otras partes. Exigió, por ejemplo: confinamiento, lavado de manos, medidas imposibles de ser cumplidas en Haití cuando el 80% de la población no tiene acceso al agua potable. Hasta declaró un toque de queda. También anunció la compra por 18 millones de dólares de distintos materiales para hacer frente a la pandemia. Pero, como el pueblo considera a Moïse como mentiroso y ladrón, sigue con algunas movilizaciones. Pues, sabe que el dinero aportado por distintas entidades internacionales para combatir la pandemia tendrá el mismo destino que el de los fondos de Petrocaribe, o sea el robo o despilfarro de 4.200 millones de dólares.

¿A qué le atribuís la actitud adoptada por el gobierno?

Actúa siempre como instrumento al servicio de los intereses de los imperialistas y de la oligarquía haitiana. Y como es esencialmente corrupto e incompetente, recurre una vez más a los engaños, a las medidas demagógicas, a falsas promesas o promesas insuficientes para paliar la crisis. Así, distribuyeron algunos baldes porque saben que la población no tiene acceso al agua potable, como ya mencioné. Y como el hambre es insostenible, distribuyeron también en algunas zonas botellas de aceite y bolsas de arroz. Prometieron la entrega de 3.000 Gourdes (menos de 30 dólares) a un millón y medio de familias.

¿Qué efectividad consideras que tienen las medidas adoptadas?

No tendrán y no podrán tener alguna efectividad. Es imposible, porque son dirigentes no creíbles, incompetentes y ladrones. No gozan de ningún tipo de apoyo popular. Y esto se ve claramente en la indiferencia popular hacia el gobierno, como así también con el desarrollo de algunas manifestaciones en su contra a través de las calles de la capital, a pesar de la pandemia. Inclusive, una de las consignas más coreadas sigue siendo la exigencia de la renuncia de Moïse como presidente.

¿Cuál ha sido la actitud de la oposición en esta situación? ¿Actuaron con prudencia y colaborando a mejorar o aprovecharon para golpear al gobierno?

La oposición no es homogénea. Sin embargo, cada sector intenta, ante la inoperancia del gobierno y la gravedad de la situación, aportar algún tipo de apoyo en función de sus posibilidades. Tampoco puede desconocer el clamor popular, porque sabe que hay otro coronavirus en el país que es el propio gobierno. Por lo menos, la mayoría lo entiende así. Con o sin coronavirus, la lucha ha de seguir para derrocar a Moïse.

¿Cómo repercutió este nuevo escenario en la economía nacional?

Agravó mucho más la grave crisis económica que ya hace varias décadas demostraba el derrumbe del sistema neocolonial prevaleciente en Haití desde la primera ocupación militar norteamericana (1915-1934). Si antes de la pandemia los economistas y otros especialistas afirmaban que había 4 millones de haitianos en situación de hambruna severa, ahora afirman que esa cantidad llegará a los 6 millones. Esos datos ilustran claramente la tragedia que afecta a los haitianos en los 10 departamentos geográficos del país.

¿Cómo repercutió la pandemia en el día a día del pueblo?

Hay un sector bastante numeroso que no cree (descree) que la pandemia ya esté en Haití, simplemente porque el anuncio lo hizo Moïse. Otro sector, sí sabe que está circulando en distintas zonas, pero no le queda otra que salir todos los días para buscar algo para sobrevivir. Para ese grupo, quedarse en sus casas sería morirse de hambre, así sale a enfrentar al coronavirus.

¿Cuál es la percepción en las calles tanto de las medidas como de la situación cotidiana?

La percepción es que apareció un nuevo elemento que afecta aún más la vida de los explotados. Hay una toma de conciencia generalizada acerca de la importancia y la necesidad de un cambio radical en Haití. Pues las medidas decretadas no tienen efectos positivos y son percibidas, fundamentalmente, como maniobras demagógicas para organizar pronto elecciones fraudulentas a favor del actual equipo del partido PHTK en el poder.

¿Qué rol están jugando las FFAA en esta particular situación?

No hay FFAA en Haití desde 1995. Existe solamente la PNH (Policía Nacional de Haití). En su seno, hay inconformidad de todo tipo, divisiones, etc. Hasta surgió -hace más o menos un mes- un sindicato policial SPNH (Sindicato de la Policía Nacional de Haití) que pretende encontrar respuestas a sus reivindicaciones. También apareció un grupo de policías denominados “Fantasma 509” que ya protagonizó manifestaciones muy violentas en las calles y atacando a ciertas dependencias ministeriales.

Más allá de las medidas oficiales ¿Cómo está haciendo el pueblo en general para sobrellevar esta situación?

Sigue con sus actividades para sobrevivir, y varios tratan de usar barbijos, guardar cierta distancia física, pero, fundamentalmente, de aumentar su inmunidad recurriendo a la medicina tradicional.

¿Cuál es la actitud de los empresarios?

La de siempre porque Haití es un país donde los empresarios hacen lo que quieren; así, abrieron sus empresas sin adoptar prácticamente las medidas de seguridad aconsejadas. Lo importante para ellos, es seguir produciendo para enriquecerse. Una actitud similar o tan criminal como la del gobierno.

Del mismo modo, ¿Cómo están actuando los medios de comunicación?

La mayoría ha demostrado una cierta sensibilidad social, señala la gravedad de la situación y hace un buen trabajo de educación de la población.

¿Cuáles crees que serían las medidas más urgentes que debería adoptar el gobierno en este contexto, entendiendo las particularidades del país?

Me resulta difícil responder a esta pregunta, porque se trata de un gobierno ilegítimo, impopular, asesino, dependiente del imperialismo norteamericano. Lo digo de esta manera, porque existe un gobierno totalmente incapaz de reunir a todas las fuerzas vivas del país, de formar un buen Comité con científicos responsables, especialistas de diversos campos del saber popular, para elaborar un verdadero Plan de Acción a nivel nacional para enfrentar la crisis.

Crisis institucional en Moldavia

Crisis institucional en Moldavia

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Por Nicolás De La Iglesia*

Moldavia se encuentra en Europa oriental, limita al oeste con Rumania y al norte, sur y este con Ucrania con el que comparte el podio por el país más pobre del continente. Es un país sin litoral a pesar de estar a 40 km del mar Negro, y su importancia geopolítica iguala sus condiciones económicas.

Sin embargo se puede tomar como punto paradigmático para analizar ciertos procesos de la vida política de Nuestra América. Desde su salida de la Unión Soviética en el año 91’ la vida política de Moldavia estuvo repleta de escándalos y corrupción. Fue desde un primer momento la oligarquía del país la que llevo las riendas de estas actividades, llegando a controlar todo el aparato estatal.

En estos últimos años, detrás de la viciada vida política del país, estuvo el magnate y dirigente del Partido Demócrata, Vlad Plahotniuc. Un villano digno de una película, que siendo la persona más rica del país, fue acusado no sólo de llevar a cabo actividades delictivas sino también de presionar a distintos partidos políticos.

¿Porque fue noticia estas últimas semanas un pequeño país sin peso político? (hecho discutible ya que dentro de la zona de influencia rusa no hay países sin importancia para el imperio norteamericano) A fines de febrero se dieron las elecciones parlamentarias. Los tres partidos más importantes sacaron -más o menos- la misma cantidad de votos. Por un lado el Partido Democrático con 30 escaños, la coalición ACUM 26 y el Partido Socialista 35. Es necesario rescatar que los primeros dos son pro europeístas y el último es pro ruso.

Ahora bien, la lógica indicaría que los dos partidos europeístas se unirían para formaran gobierno. Sin embargo los del ACUM patearon el tablero y dijeron que no querían aliarse con los responsables de los problemas económicos, la miseria y el éxodo masivo de la población. La otra alternativa era formar gobierno con el Partido Socialista que se encuentra en las antípodas de su posicionamiento político.

Las negociaciones duraron meses y parecía que no iban a conducir a ningún lado. El 7 de junio el tribunal constitucional emitió un fallo en el que obligaba a las partes a formar gobierno antes del día 8, de lo contrario el presidente debía disolver el parlamento y llamar a nuevas elecciones. Con esa amenaza sobre la mesa los partidos ponen fin a las discusiones y forman gobierno. Quedando como presidente Igor Dondon, un hombre del Partido Socialista, y como primera ministra, la pro europea, Maia Sandu.

El parlamento aprobó la candidatura y al nuevo gobierno, al mismo tiempo que hizo una fuerte denuncia. Proclamaron que Moldavia era un estado capturado en el que todos los organismos públicos se encontraban bajo control del Plahotniuc, incluido el Tribunal Constitucional. Se ve que tan errados no estaban ya que el día 9 del mismo mes, el mismo tribunal que había sido denunciado por estar dentro de los bolsillos del magnate, decide dejar sin efecto legal las decisiones del parlamento. A su vez suspende al presidente y nombra al ex primer ministro, Pavel Filip, quien se dice pertenece al entorno íntimo de nuestro villano. Filip disuelve el parlamento y convoca a elecciones para el mes de septiembre.

A partir de entonces todo fue un caos en la vida política moldava. Por un lado Igor Dondon no quería dar el brazo a torcer y solicitaba públicamente al pueblo que saliera a las calles en su respaldo y llamaba al ejército a reconocerlos como gobierno legitimo. Por otro lado Filip buscaba aliados, en un primer momento (incluso antes de la sorpresiva alianza entre el ACUM y el PS) busco congraciarse con Rusia sin tener éxito. Después del revés parlamentario, caídos en una desesperación absoluta al no tener nadie que los respaldara, mudaron la embajada de Moldavia en Israel (de Tel Aviv a Jerusalén) con la esperanza de conseguir el apoyo de Trump, o de Benjamin Netanyahu en su defecto. Esta movida resulto demasiado evidente y tampoco logro su cometido.

La tensión fue escalando en un país que tenía dos presidentes. Sin embargo, no había nadie en la comunidad internacional que apoyara al PD. Es más, Estados Unidos, la Unión Europea y Rusia apoyaban a la coalición. Que estas potencias (enfrentadas entre ellas) se pongan de acuerdo es un hecho que se ha visto muy pocas veces en estos últimos años.

El 14 de junio el usurpador Filip presenta su renuncia, disuelve su gobierno y reconoce a la alianza como gobernantes del país. Mientras tanto los principales dirigentes del partido se subían a sus aviones privados, incluido Plahotniuc, y huían despavoridos. Quedaba la extraña alianza entre pro europeos y pro rusos al frente de un país devastado por una oligarquía despiadada, propia del sistema capitalista.

Maia Sandu, designada primera ministra del Gobierno de coalición europeista y pro-ruso (REUTERS )

Hay varias cuestiones para rescatar de la experiencia moldava: en primera instancia hay veces que es necesario sentarse en la mesa con personas que están lejos de compartir nuestras visiones. Cuando hay un enemigo en común no hay otra alternativa que crear un consenso para poder sacar a quienes venden al país al mejor postor. Esto puede no resultar simpático para los que idealizan a la política y hablan de ella dentro del binarismo bueno-malo. A veces, en política se requiere crear consensos y buscar la unidad hasta que duela. Todo sea por alcanzar un país soberano en donde el pueblo pueda hacer oír sus demandas.


* Periodista especializado en temas internacionales, columnista de la sección “Europa” del programa Marcha de Gigantes (AM 1390 Radio Universidad Nacional de La Plata) y redactor de Revista Trinchera.
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