
Revista Trinchera dialogó con el Coordinador del Comité Democrático Haitiano en Argentina, Henry Boisrolin, quien analizó la situación que vive el pueblo haitiano ante la aparición de la pandemia del COVID-19.
¿Cuál era la situación general del país previa a la aparición de la pandemia?
La situación de Haití antes de la aparición de la pandemia estaba caracterizada por una crisis ininterrumpida de inestabilidad política. Prácticamente, desde 2018 hasta ahora, el país vive bajo un estado insurreccional. Las numerosas movilizaciones populares de centenares de miles de personas en casi todos los departamentos exigen la renuncia del actual presidente, Jovenel Moïse, y la recuperación de nuestra soberanía y de nuestro derecho a la autodeterminación. Estas movilizaciones siempre fueron -y son- reprimidas ferozmente. Todo en medio de una crisis económica donde la inmensa mayoría está viviendo en condiciones inhumanas. Por ejemplo, el 70% de la población activa no tiene trabajo. La esperanza de vida no supera los 50 años. El país sobrevive de la limosna internacional y de las remesas enviadas por la diáspora haitiana, sobre todo la que se encuentra en los EE.UU. Para permanecer en el poder, Moïse, un presidente acusado con pruebas contundentes de malversaciones de fondos públicos, tiene el apoyo del imperialismo yanqui y utiliza, además de la Policía Haitiana, a bandas armadas que siembran el terror en distintos barrios populares.
El sistema educativo padece de una profunda crisis, y el sanitario totalmente derrumbado. Los centros hospitalarios, sobre todo los estatales, son simplemente depósitos sin insumos y con un personal que no recibe durante meses sus salarios.
¿Cuál es la actitud adoptada por el gobierno ante la pandemia COVID-19?
La actitud del gobierno es de una escandalosa irresponsabilidad e incompetencia. Trató de imitar, sin tener en cuenta las condiciones de extrema pobreza, etc., las medidas adoptadas en otras partes. Exigió, por ejemplo: confinamiento, lavado de manos, medidas imposibles de ser cumplidas en Haití cuando el 80% de la población no tiene acceso al agua potable. Hasta declaró un toque de queda. También anunció la compra por 18 millones de dólares de distintos materiales para hacer frente a la pandemia. Pero, como el pueblo considera a Moïse como mentiroso y ladrón, sigue con algunas movilizaciones. Pues, sabe que el dinero aportado por distintas entidades internacionales para combatir la pandemia tendrá el mismo destino que el de los fondos de Petrocaribe, o sea el robo o despilfarro de 4.200 millones de dólares.
¿A qué le atribuís la actitud adoptada por el gobierno?
Actúa siempre como instrumento al servicio de los intereses de los imperialistas y de la oligarquía haitiana. Y como es esencialmente corrupto e incompetente, recurre una vez más a los engaños, a las medidas demagógicas, a falsas promesas o promesas insuficientes para paliar la crisis. Así, distribuyeron algunos baldes porque saben que la población no tiene acceso al agua potable, como ya mencioné. Y como el hambre es insostenible, distribuyeron también en algunas zonas botellas de aceite y bolsas de arroz. Prometieron la entrega de 3.000 Gourdes (menos de 30 dólares) a un millón y medio de familias.
¿Qué efectividad consideras que tienen las medidas adoptadas?
No tendrán y no podrán tener alguna efectividad. Es imposible, porque son dirigentes no creíbles, incompetentes y ladrones. No gozan de ningún tipo de apoyo popular. Y esto se ve claramente en la indiferencia popular hacia el gobierno, como así también con el desarrollo de algunas manifestaciones en su contra a través de las calles de la capital, a pesar de la pandemia. Inclusive, una de las consignas más coreadas sigue siendo la exigencia de la renuncia de Moïse como presidente.
¿Cuál ha sido la actitud de la oposición en esta situación? ¿Actuaron con prudencia y colaborando a mejorar o aprovecharon para golpear al gobierno?
La oposición no es homogénea. Sin embargo, cada sector intenta, ante la inoperancia del gobierno y la gravedad de la situación, aportar algún tipo de apoyo en función de sus posibilidades. Tampoco puede desconocer el clamor popular, porque sabe que hay otro coronavirus en el país que es el propio gobierno. Por lo menos, la mayoría lo entiende así. Con o sin coronavirus, la lucha ha de seguir para derrocar a Moïse.
¿Cómo repercutió este nuevo escenario en la economía nacional?
Agravó mucho más la grave crisis económica que ya hace varias décadas demostraba el derrumbe del sistema neocolonial prevaleciente en Haití desde la primera ocupación militar norteamericana (1915-1934). Si antes de la pandemia los economistas y otros especialistas afirmaban que había 4 millones de haitianos en situación de hambruna severa, ahora afirman que esa cantidad llegará a los 6 millones. Esos datos ilustran claramente la tragedia que afecta a los haitianos en los 10 departamentos geográficos del país.
¿Cómo repercutió la pandemia en el día a día del pueblo?
Hay un sector bastante numeroso que no cree (descree) que la pandemia ya esté en Haití, simplemente porque el anuncio lo hizo Moïse. Otro sector, sí sabe que está circulando en distintas zonas, pero no le queda otra que salir todos los días para buscar algo para sobrevivir. Para ese grupo, quedarse en sus casas sería morirse de hambre, así sale a enfrentar al coronavirus.
¿Cuál es la percepción en las calles tanto de las medidas como de la situación cotidiana?
La percepción es que apareció un nuevo elemento que afecta aún más la vida de los explotados. Hay una toma de conciencia generalizada acerca de la importancia y la necesidad de un cambio radical en Haití. Pues las medidas decretadas no tienen efectos positivos y son percibidas, fundamentalmente, como maniobras demagógicas para organizar pronto elecciones fraudulentas a favor del actual equipo del partido PHTK en el poder.
¿Qué rol están jugando las FFAA en esta particular situación?
No hay FFAA en Haití desde 1995. Existe solamente la PNH (Policía Nacional de Haití). En su seno, hay inconformidad de todo tipo, divisiones, etc. Hasta surgió -hace más o menos un mes- un sindicato policial SPNH (Sindicato de la Policía Nacional de Haití) que pretende encontrar respuestas a sus reivindicaciones. También apareció un grupo de policías denominados “Fantasma 509” que ya protagonizó manifestaciones muy violentas en las calles y atacando a ciertas dependencias ministeriales.
Más allá de las medidas oficiales ¿Cómo está haciendo el pueblo en general para sobrellevar esta situación?
Sigue con sus actividades para sobrevivir, y varios tratan de usar barbijos, guardar cierta distancia física, pero, fundamentalmente, de aumentar su inmunidad recurriendo a la medicina tradicional.
¿Cuál es la actitud de los empresarios?
La de siempre porque Haití es un país donde los empresarios hacen lo que quieren; así, abrieron sus empresas sin adoptar prácticamente las medidas de seguridad aconsejadas. Lo importante para ellos, es seguir produciendo para enriquecerse. Una actitud similar o tan criminal como la del gobierno.
Del mismo modo, ¿Cómo están actuando los medios de comunicación?
La mayoría ha demostrado una cierta sensibilidad social, señala la gravedad de la situación y hace un buen trabajo de educación de la población.
¿Cuáles crees que serían las medidas más urgentes que debería adoptar el gobierno en este contexto, entendiendo las particularidades del país?
Me resulta difícil responder a esta pregunta, porque se trata de un gobierno ilegítimo, impopular, asesino, dependiente del imperialismo norteamericano. Lo digo de esta manera, porque existe un gobierno totalmente incapaz de reunir a todas las fuerzas vivas del país, de formar un buen Comité con científicos responsables, especialistas de diversos campos del saber popular, para elaborar un verdadero Plan de Acción a nivel nacional para enfrentar la crisis.