Pese a la liquidación de los títulos en moneda local con la mega devaluación de diciembre al tipo de cambio oficial, el atraso cambiario y otras medidas dispuestas por el Gobierno Nacional acrecentaron aún más el endeudamiento interno, que se acerca al medio billón de dólares.
La Secretaría de Finanzas, constitutiva del ministerio de Economía, publicó esta semana la última actualización del nivel de deuda pública, correspondiente al 30 de septiembre, la cual alcanzó los 460 mil dólares, un nuevo récord en la historia de las finanzas de la Argentina, alcanzado fundamentalmente a partir de dos medidas de la actual gestión.
Desde el ingreso del gobierno nacional el 10 de diciembre, y con él, de la nueva cartera económica a cargo de Luis Caputo, las medidas económicas tuvieron una única dirección: licuar los títulos emitidos en moneda local con la devaluación del peso, que se encontraba rozando los 400 pesos, a 800. Esta medida, por consecuencia, desencadenó una brutal inflación de 25 y 20 puntos para los meses de diciembre y enero respectivamente, que sumados al congelamiento salarial deterioraron el poder adquisitivo.
Estos fueron los “costos” que el ministro Caputo decidió que el ciudadano común asumiera con el objetivo de “reordenar la macroeconomía”, objetivo para el cual es importante reducir el nivel de endeudamiento tanto público como privado. No obstante, si bien en aquel momento todos los títulos lograron licuarse casi en U$S 55.000 millones, dos medidas fundamentales del esquema financiero de Caputo la elevaron a niveles históricos.
Según lo detallado en el informe surgido de las entrañas de la cartera económica, la deuda se incrementó durante estos 10 meses de gestión libertaria en 89 mil millones de dólares, en donde un 72% del monto corresponde a títulos públicos emitidos por el Tesoro; un 17% a acreedores externos oficiales; un 9% a Letras del Tesoro y el resto a adelantos del Banco Central y otros pasivos.
Si analizamos esta discriminación proyectada en el estudio publicado, podemos ver que el grueso del incremento (72% de títulos emitidos por el tesoro) responden a una medida directa tomada entre Caputo y su mano derecha en gestión, el presidente del Banco Central, Santiago Bausili, cuando decidieron “cortar las canillas de emisión” de esa entidad, para ser absorbidas por el Tesoro.
Esta medida fue celebrada por Caputo como un “el fin de la emisión” que, como el mismo gobierno había dicho en campaña, es un “cáncer” que se paga con inflación futura. Resulta que no solo la “emisión cero” como tal es una utopía vendida por el libertarianismo, sino que además, la emisión no se cortó, si no que solo cambió de dirección. Al revés de lo que Caputo le muestra a la sociedad Argentina, el gobierno siguió emitiendo a través de títulos públicos del tesoro, que significaron el grueso que hoy lleva la deuda pública a niveles nunca alcanzados.
La otra medida que permitió romper este récord negativo al gobierno de Milei es el ya conocido atraso cambiario que tanto el Fondo Monetario Internacional (FMI), como el sector agroexportador le señalan desde hace meses, así como lo hizo también el mismo sector financiero con el repunte del dólar ilegal durante julio, que se estabilizó entre los 1200 pesos debido únicamente a la intervención del propio Caputo en el MULC (Mercado Único y Libre de Cambios). Al sobrevaluarse la moneda local, la deuda en ese valor crece, lo cual genera el efecto contrario al que se produce con una devaluación como la de diciembre.
“Como por arte de magia, desapareció el déficit cuasifiscal y Milei instantáneamente redujo el déficit del Estado en varios puntos del PBI. Eso es simplemente una chantada”, disparó en ese sentido el economista Carlos Rodríguez, ex aliado del presidente, quien se alejó de la gestión antes de que esta empiece.
En resumidas cuentas, hay un esfuerzo inhumano que la cartera económica está obligando a realizar a los argentinos para licuar las deudas públicas, ahorrar divisas y estabilizar la macroeconomía que resulta en vano, ya que, tras meses de destrucción de la calidad de vida, y un incremento de la pobreza en diez puntos, la deuda pública no solo volvió a crecer, sino que además superó su récord histórico, mientras que las divisas ahorradas durante el primer trimestre volvieron a dar negativo durante los siguientes meses ante la necesidad de estas para intervenir en el MULC y estabilizar de manera ficticia el precio del dólar paralelo.
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