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A 51 años de su partida, Juan Domingo Perón continúa presente en la memoria colectiva y en la dinámica política de la Argentina, como líder que dividió aguas, fundó movimiento y desafió el paso del tiempo. 

“Hay dos clases de lealtades: 
la que nace del corazón
que es la que más vale y la 
de los que son leales 
cuando no les conviene 
ser desleales

Juan Domingo Perón

El paso a la inmortalidad de Juan Domingo Perón es una expresión profundamente simbólica que se utiliza en la Argentina para referirse a su fallecimiento, ocurrido el 1° de julio de 1974, mientras ejercía su tercera presidencia. 

Perón fue un líder carismático que transformó la política argentina del Siglo XX. Fundador del peronismo, impulsó derechos laborales, el voto femenino, la justicia social y una visión nacionalista de desarrollo. 

A 51 años de su partida, su figura sigue generando adhesiones, rechazos y debates. Para muchos Perón no fue solo un presidente, sino un arquitecto de la identidad política que aún hoy estructura buena parte del mapa ideológico argentino. 

De militar a líder popular

En marzo de 1911 ingresó al Colegio Militar de la Nación, gracias a una beca que le consiguió Antonio M. Silva, íntimo amigo de su abuelo paterno quien lo asistió en la enfermedad hasta su fallecimiento. Se graduó en diciembre de 1913 como Subteniente de Infantería de la 38° promoción del Colegio Militar. 

Entre 1916 y mediados de la década de 1920, Perón comenzó a delinear su perfil político e ideológico, votando por primera vez a favor de Hipólito Yrigoyen y enfrentando de esta manera a los sectores conservadores del país. Aunque simpatizó inicialmente con los postulados de algunos militares legalistas, también criticó duramente al gobierno radical por su respuesta represiva durante la Semana Trágica de 1919. 

En su carrera militar temprana, se destacó por su postura ética frente a la represión de huelgas de los obreros. Además fomentó fuertemente el deporte como herramienta formativa, practicando boxeo, atletismo y esgrima. También redactó textos para el entrenamiento físico de militares y ascendió progresivamente: en 1919 fue teniente primero, en 1924 capitán, y en 1926 ingresó a la Escuela Superior de Guerra. 

En los años 30, su perfil intelectual empezó a consolidarse. Se convirtió en profesor titular de la Historia Militar y publicó varias obras sobre teoría militar, cultura mapuche y conflictos bélicos modernos. Durante el golpe de Estado de 1930, Perón participó marginalmente desde un grupo legalista que rechazaba los excesos autoritarios, lo que le valió su traslado al interior del país. 

Su carrera lo llevó a ocupar cargos en embajadas y misiones militares en Chile, Italia y otros puntos de Europa, donde amplió su formación en alpinismo, economía y estrategia. Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial su conocimiento del escenario internacional lo convirtió en un referente dentro del ejército. Fue ascendido a coronel y destinado a Mendoza, desde donde siguió escribiendo e investigando. En medio de la crisis política de la Década Infame, la muerte de figuras como Alvear y Justo dejó un vacío de liderazgo que Perón supo ocupar con habilidad. 

En 1943 participó en la Revolución Militar del GOU (Grupo de Oficiales Uniformados) que derrocó al gobierno fraudulento, inicialmente desde un cargo menor. Sin embargo, su creciente protagonismo lo llevó a ocupar funciones estratégicas hasta llegar a vicepresidente de la Nación. 

El 17 de octubre, la multitud y la creación de un nuevo sujeto político

Como secretario de Trabajo, Perón impulsó la vigencia plena de los convenios colectivos, el Estatuto del peón de campo y la extensión de las jubilaciones a los empleados de comercio. En los discursos de esa época, Perón planteaba la necesidad de integrar al obrero como consumidor de los bienes que elaboraba y así alejarlo de la influencia revolucionaria. 

Las medidas tomadas por aquel llamado “Coronel de los Trabajadores” le ganaron el apoyo de varios sindicatos y el rechazo de las organizaciones patronales y de la embajada de los Estados Unidos, por lo que a partir de 1945 se generó un amplio movimiento en su contra. El 8 de octubre de ese año, fue obligado a renunciar a todos sus cargos y el día 12 quedó arrestado en la Isla Martin García. 

El 17 de octubre, una gran movilización popular impulsada por los dirigentes sindicales ocupó la Plaza de Mayo exigiendo su liberación. El hecho marcó el nacimiento simbólico del peronismo y quedó grabado en la memoria colectiva como el Día de la Lealtad.

Luego de su liberación, Perón se casó en Junín con la actriz Eva Duarte, a quien había conocido en 1944. En las elecciones de febrero de 1946, la candidatura presidencial de Perón fue impulsada por el Partido Laborista y agrupaciones radicales disidentes, triunfando con el 52% de los votos.

Primera presidencia: Justicia social y protagonismo obrero
El primer periodo presidencial de Perón se extendió desde el 4 de junio de 1946 hasta el 4 de junio de 1952. Durante este periodo su gobierno propuso construir un Estado de Bienestar, consolidando un modelo de desarrollo nacionalista e industrialista.

Se implementó el Primer Plan Quinquenal que promovió la industrialización por sustitución de importaciones, la nacionalización de sectores estratégicos (como los ferrocarriles, el Banco Central, el comercio exterior y los servicios públicos) y una fuerte intervención estatal en la economía. Se creó el IAPI (Instituto Argentino de Promoción del Intercambio) para regular exportaciones e importaciones.

Una etapa de expansión de derechos para los trabajadores: se establecieron el aguinaldo, las vacaciones pagas, la jornada laboral de 8 horas y se fortaleció la sindicalización. La Fundación Eva Perón jugó un rol clave en la asistencia social, construyendo hospitales, escuelas y hogares para sectores vulnerables.

En 1949 se sancionó una nueva Constitución, que incorporó derechos sociales, económicos y culturales, y habilitó la reelección presidencial. En el plano internacional adoptó una postura de tercera posición, buscando una vía superadora entre el capitalismo estadounidense y el comunismo soviético en plena Guerra Fría.

Segunda presidencia: conflicto con sectores de poder
La reforma de la Constitución Nacional permitió la reelección del presidente Perón, quien se presentó nuevamente como candidato. Asumió su segundo mandato con un fuerte respaldo popular (62 % de los votos), en un contexto económico más adverso. Implementó el Segundo Plan Quinquenal, que buscaba diversificar la producción, fomentar la industria pesada, y atraer inversiones extranjeras.

Uno de sus enfrentamientos más significativos fue con la iglesia, ya que impulsó diversas medidas laicas, como la legalización del divorcio y la eliminación de la enseñanza laica en las escuelas públicas. Esto provocó una ruptura con la jerarquía eclesiástica. En 1955, el conflicto escaló con la excomunión de Perón y la quema de iglesias tras una manifestación opositora.

Otro de sus grandes conflictos fue con las Fuerzas Armadas: el malestar militar creció por la politización del Ejército, el protagonismo de la CGT y la percepción del autoritarismo. En junio de 1955, un sector de la marina realizó un bombardeo sobre Plaza de Mayo, que dejó cientos de muertos.

El 16 de septiembre de 1955, un levantamiento militar conocido como Revolución Libertadora derrocó a Perón, quien partió al exilio. Su segunda presidencia dejó un legado ambivalente: avances sociales y productivos, pero también un creciente aislamiento político.

Caída y exilio: el líder ausente
La caída de Juan Domingo Perón en 1955 fue el desenlace de una creciente tensión política, social y militar que marcó el final de su segunda presidencia y el inicio de un largo exilio de casi 18 años.

El 16 de junio de 1955 aviones de la Marina y sectores de la Fuerza Aérea bombardearon la Plaza de Mayo con el objetivo de asesinar a Perón y derrocar su gobierno. Aunque el intento fracasó, dejó al descubierto la fractura dentro de la Fuerzas Armadas y anticipó lo que venía.

El 16 de septiembre de 1955, un nuevo levantamiento militar –esta vez liderado por el general Eduardo Lonardi y el almirante Isaac Rojas– logró finalmente derrocar a Perón. El presidente optó por no resistir militarmente para evitar una guerra civil y partió al exilio a bordo de una cañonera paraguaya.

Perón vivió en varios países: Paraguay, Panamá, Venezuela, República Dominicana y finalmente, España, donde se instaló en la residencia de Puerta de Hierro, en Madrid. Durante ese período, el peronismo fue prohibido, sus símbolos y hasta su nombre fueron censurados, y muchos de sus dirigentes perseguidos o encarcelados.

Desde el exilio, Perón mantuvo una activa conducción política, enviando mensajes, cartas y grabaciones a sus seguidores. Intentó regresar en 1964, pero fue interceptado por orden del gobierno argentino y devuelto a España. Recién en 1972 logró volver brevemente, y en 1973 regresó definitivamente para ser electo presidente por tercera vez.

El regreso y tercera presidencia 

Tras 18 años de exilio y proscripción, Perón regresó al poder con un apoyo abrumador: ganó las elecciones con el 62% de los votos, acompañado por su esposa María Estela Martínez de Perón (Isabelita) como vicepresidenta. 

El peronismo estaba desgarrado entre dos alas irreconciliables:

  • La izquierda revolucionaria, representada por Montoneros y la Juventud Peronista
  • Los sectores tradicionales sindicales y ortodoxos, mezclados a su vez con figuras polémicas como José López Rega y sectores militares. 

El asesinato de José Ignacio Rucci, secretario general de la CGT, apenas dos días después del triunfo electoral fue interpretado como una provocación a Perón y marcó el inicio de una ruptura irreversible. El 1° de mayo de 1974, en un acto de Plaza de Mayo, Perón repudió públicamente a la militancia armada. Fue su último gran discurso ante las masas y selló la fractura interna. 

Aquejado por una grave enfermedad cardiaca, Perón delegó el poder a Isabelita el 29 de junio de 1974. Falleció el 1 de julio, dejando un vacío político inmenso y un país al borde del abismo. 

La muerte de Perón: el inicio de la inmortalidad 

El 1 de julio de 1974 a las 13:15 horas, Juan Domingo Perón falleció a los 78 años en la residencia de Olivos a causa de una cardiopatía isquémica crónica con insuficiencia cardíaca.

Su muerte marcó un punto de inflexión en la historia argentina: no solo desaparecía el líder político más influyente del Siglo XX, sino también se abría un periodo de incertidumbre, violencia y vacío en la conducción. 

La noticia fue anunciada por su esposa y vicepresidenta, María Estela Martínez de Perón, quien asumió a la presidencia anunciando: “Ha muerto un apóstol de la paz y la no violencia”. El impacto fue inmediato, una multitud colmó las calles bajo la lluvia para despedir al líder que había marcado sus vidas. Su cuerpo fue velado en el Congreso Nacional durante más de 46 horas. 

El paso a la inmortalidad de Perón fue un acto simbólico: su figura se convirtió en un mito, en bandera, en memoria viva. La muerte de Juan Domingo Perón marcó el fin de una era que aceleró la división del país.

Milagros López Mancilla

Periodista gráfica a la que le interesa la literatura. Desde mí lugar intento reinvindicar la lucha de las travestis, las disidencias y los feminismos

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