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Desembarco de Superterror en La Plata. Luego de haber alunizado, vuelven a la tierra que los vio crecer. 

Microestadio Atenas. 16 de diciembre. Reciben al público luces blancas que apuntan directo al campo. Luces que arrasan con todo. Una pantalla a oscuras. La percusión elevada (bata y demás por sobre la altura del escenario), detrás de la primera línea. Guitarras y bajo. Apenas un ventilador para la banda sobre el costado derecho. Es temprano pero ya el encuentro generacional va sucediendo. 

***

-¿Quién toca hoy? 

-El Mató A Un Policía Motorizado… Una banda que…

-Uy! Pero querida, justo vos me tenés que decir el nombre que sos seguridad…

-No soy policía, solo incauto porros… 

Postales de rambla. Avenida 13 y 58. Charla entre vecina y chica de seguridad privada. 

***

Un manto de terror se confunde con el manto de transpiración. Entre luces de patrulleros y ambulancias no es calor lo que mata sino la humedad. Pero hay cosas que trascienden. La magia de la música; la violencia de la música. Una violencia cuidada.

21:21 horas. Llega el sonidista de la banda pidiendo permiso entre la multitud. Saluda cordial. Sube a su atril dispuesto al fondo y al medio del campo. Detrás, en el mismo sitio aunque más elevado, está el encargado de iluminación. 

¿Serán los brujos de este hechizo? 

“Hace mucho calor, si alguien se siente mal… Paramos”, dice una voz grave por altoparlante. 

El sudor es el abrazo de esta ciudad. Una bendición. La canción mántrica transporta a les presentes a corear y levantar los brazos al compás del buffer que repiquetea fiero. La banda invoca El Magnetismo y arranca la magia. 

Suena Mas O Menos Bien. El sueño de una banda de rock, con su aroma, con su speed. Haciéndolo todo porque sí. Sin un fin. 

Todo esto se va a perder. Lo saben y por eso están acá, todos chivados. Al borde de la deshidratación. Aceitades en humedad yendo y viniendo del borde del escenario hasta el puesto de hidratación. 

No les importa nada. O eso parece. Este público quiere creer que agotar sus energías aquí es una buena forma de ritualizar el final del almanaque.

“Hace mucho me gusta escucharlos y verlos en vivo, no sé de su historia. Me gusta seguirlos aunque hoy estoy cada vez mas atrás. No puedo mas del calor. Me quedé un par de días mas en La Plata, aproveché… Mañana me voy.” 

Yoni B. La superficie de este tema está hecha para rodar por las calles en noches adrenalínicas.

Entre el sonido y la energía de la masa presente, no sabe uno con qué quedarse. Sinergia delirante. 

Colores rojo, azul y las pálidas estroboscópicas. 

Muchos amigos te esperan. Allá, acá… 

“La ternura de las letras de Santi, pero también su música. Soy muy fanática desde que tocaban en Pura para poquísimas almas. Es impresionante”.

22:22 horas. Mundo Extraño y en la pantalla un circulo negro con reborde blanco. Especie de eclipse. Liquidados siguen yendo y viniendo hasta el fin. Así, empapados, siendo lo peor son la mejor versión de sí. 

Un meddley. Fotos, canticos populares. Flores que se hacen neblina. Cigarrillos modificadores. Hidratación etílica. Condimentos de recital. 

“¡Gírenle botella de agua al iluminadoooooooooooor!”.

Sostenido al pie del micrófono, con brasas de fuego detrás y luces rojas, vuelve Santi dándose a un público voraz, hambriento. 

Incautador de emociones, no teme ser devorado: “¿Quieren un poco más o con esta ya terminamos?”.

“La primera vez que los escuché en vivo no fue acá, no me acuerdo en qué lugar fue… Era la época de los CDs todavía. Se conseguían en pocos lugares, nichos. Una banda nicho”.

Con una organización hermética, temprano los horarios parecían secreto a voces. Con la identidad trashera y simple que hace recordar pasadas bandas alquitranadas… Los nuevos creadores de rocanrol tienen eso, envuelven no solo con su descuidada puesta en escena, ni con sus 22 temas en lista (tocados sin respetar el orden). Hay algo más: su urticaria. 

Contienen discurso y mensaje que pega igual siendo luz pálida en el silencio de una procesión, o bombos secos y perpetuos punteos sonando buena parte de la noche, o portadas diseñadas al mínimo detalle con las mismas manos que arman y escriben los versos… 

Era de locos pensar que la cola de humanidad que se extendía por calle 13 hasta 57 era para la heladería. De locos, no imposible. Es de locos querer que cada tarde-noche sea como esta. Muchos eventos y el clima perfecto. La Plata te queremos siempre así, efervescente, ecléctica, delirante, desbordada. Es decir: descuajeringada y al sonido de un under desarrollado. 

Al sonido arrollador de El Mató A Un Policía Motorizado. 

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