“Nadie nos regalará nada”
Julieta Lanteri
El espacio político que hoy se presenta como “Juntos” (que fue “Juntos por el cambio” en 2019 y “Cambiemos” en 2015), despliega una campaña que destila odio, mentira y confusión… La gestión de Cambiemos fue la mejor banda tributo a las políticas neoliberales que aplicaron los militares en términos económicos (y en otros términos también). Se basó en conseguir financiamiento internacional para hacer andar la bicicleta financiera y transformar al país en un gran espacio para blanquear dineros ilegales y fugarlos a paraísos fiscales. Sin que quede un solo dólar en términos de infraestructura, quedó una deuda como salvavidas de plomo que perpetúa el saqueo y la dependencia. A una persona con un capital significativo le era más rentable ponerlo a jugar en el sistema financiero que apostar a un proyecto productivo. Ese modelo no estimula el trabajo, solo la especulación y la exclusión.

En sus slogans enarbolan conceptos como trabajo, educación y salud, sin embargo sistemáticamente recortaron presupuesto en esas áreas. Para dar cuenta de lo que pueden hacer basta con mirar el estado de la educación y la salud pública en la Capital Federal, que luego de 3 gestiones de gobiernos del PRO, año a año miles de pibes y pibas se quedan sin vacantes en las escuelas, el acceso a la salud y la capacidad de resolución de los efectores públicos de salud se deteriora al compás de un ajuste sistemático, la exclusión social se hace inocultable. La ciudad más rica del país reproduce la miseria y la desigualdad, sin garantizar derechos básicos para las mayorías.
La irresponsabilidad de estos dos años como oposición, realmente puso en peligro una estrategia sanitaria. A más de un año y La irresponsabilidad de estos dos años como oposición, realmente puso en peligro una estrategia sanitaria. A más de un año y medio del comienzo de una pandemia que azotó al mundo y rompió el paradigma del modo de vida occidental, Argentina mostró buenos resultados debido a la tradición sanitaria de nuestro pueblo (amplia predisposición al cumplimiento de las medidas de prevención y buena recepción de las vacunas). Nuestro país es uno de los que tuvo mejor desempeño según el indicador epidemiológico de exceso de mortalidad de la región y el mundo: en el país las muertes en 2020 solo superaron un 12% el promedio entre los años 2015 y 2019, mientras que Perú tuvo un exceso de mortalidad de 94% y Ecuador de 64%.
Pero la economía…
Sin embargo la situación económica es compleja. El buen desempeño de la macroeconomía no se traduce en reducción de la desigualdad. Mientras tanto la especulación y los aumentos de precios (de quienes controlan las cadenas de valor), impactan de lleno en un pueblo que hace años viene siendo castigado por una injusta repartija de la riqueza, donde los privilegios para unos pocos se profundizan mientras la miseria se expande, al igual que la violencia y la falta de educación.
Hay fenómenos globales que azotan al país y eso hay que poder verlo. La violencia en el resto de los países de Nuestra América también es brutal. La inseguridad en países como Colombia, donde se asesina a sangre fría pese a que está técnicamente militarizada, muestra una vez más que pese a que nos quieran convencer (con horas de tv y chorros de tinta) que el problema de la inseguridad se resuelve con mano dura, baja de la imputabilidad y otras medidas, éstas solo profundizan la desigualdad y la miseria. Para resolver la inseguridad hay que repartir, y no palos, sino tierra, trabajo, educación, salud y dignidad. El camino para eso es largo pero no por eso tenemos que perder el aliento.
El mundo está en crisis y ante eso florecen los discursos de odio, de intolerancia. Otros momentos de crisis global parieron los movimientos más brutales y asesinos de la historia. La intolerancia lleva a la violencia y quienes reproducen esos discursos lo saben muy bien. En un momento donde construir esperanza se hace cada vez más difícil, apostar a la dignidad es nuestra única salvación. Teniendo en cuenta que la pandemia nos abrió los ojos para practicar el cuidado, no solo entre nosotres sino también con nuestra casa grande, la madre tierra. Internalizar ese aprendizaje y su práctica nos permitirá construir otros tipos de sociedades, más inclusivas y tolerantes.
Muchos desafíos
Falta mucho y el Frente de Todos cosecha muchas críticas, errores no forzados, incongruencias y tibiezas que favorecen a los Falta mucho y el Frente de Todos cosecha muchas críticas, errores no forzados, incongruencias y tibiezas que favorecen a los poderosos de siempre. Sin embargo, es la fuerza política que contiene al campo nacional y popular, y que nos permite construir otros modos de hacer políticas. Es la única esperanza para poner freno a la derecha que representa Juntos, pero que tiene a muchos laderos que a la hora de juntarse para destruir derechos lo van a hacer.
Es hora de recuperar la iniciativa, de poner sobre la mesa que el problema de la pobreza es producto de la excesiva riqueza y de la falta de distribución. Echarle la culpa a un gobierno por los números de la pobreza es el camino fácil de los gritones de lata que obvian observar que hay pobres porque hay ricos y si cada vez hay más pobres es porque desde hace 14 años que vivimos un proceso de concentración global de la riqueza.
Tenemos que repensar los modos de producción para no seguir destruyendo la tierra; profundizar las políticas redistributivas para terminar -de una vez por todas- con la miseria y la desigualdad; ejecutar urgentemente programas de reparto de tierras para generar condiciones dignas de vida; generar procesos educativos que permitan condiciones dignas de trabajo y de aprendizaje; desarrollar políticas sanitarias integrales donde el cuidado y la promoción de la salud sean el camino. Son las tareas pendientes a construir como campo nacional y popular. Sin embargo es necesario comprender que esas tareas serán cada vez más difíciles de concretar si siguen sumando votos y adeptos quienes proponen al saqueo, la intolerancia y el individualismo como práctica política.