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Innumerable bibliografía, escritos periodísticos y análisis políticos se escribieron sobre él. Perón y el peronismo fueron el hecho maldito de la Argentina oligárquica. Cuando Perón estaba en el gobierno de 1943-1945. Desde aquel histórico 17 de octubre de 1945. Desde que ganó las elecciones de febrero de 1946. Desde que asumió en ese año 1946, derrotando a toda la clase social que odiaba al pueblo argentino trabajador. Perón y Evita en la memoria del pueblo.

Perón cambió la historia del país.Él y el peronismo de 1946-1955 fueron la fuerza modernizadora que aceleró el proceso industrializador para cambiar la estructura social de un país estratificado en manos de una elite burguesa que se decía dueña de las Pampas.

Hasta los historiadores más liberales y oligarcas tuvieron que asumir que Perón significó la Revolución Industrial local, la Revolución Social argentina y la Revolución Soberana para el país. Eso odiaron de Perón y su movimiento, el más grande de todo Occidente.

Derrocado en 1955, años en el exilio, en una Argentina con profundas luchas obreras, sociales y guerrilleras, bajo el doble clímax de la Resistencia Peronista y la Guerra Fría. El peronismo siempre fue diverso desde sus comienzos y lo siguió siendo en los años 1955-1973. La mayoría del pueblo esperaba por su líder.

Corría el año 1964 cuando Perón intentó regresar por primera vez al país. El llamado “Operativo Retorno”, producido el 1° de diciembre, incluía una comitiva de 16 personas que lo acompañaría desde Madrid, donde estaba. Pero el avión que lo transportaba, tras hacer escala en Río de Janeiro, fue obligado a retornar a España. Deberán pasar siete años más para que el líder volviera a pisar tierra argentina, cuando su retorno, lejos de ser un fantasma que asustara a las clases dominantes, se convirtió en una salida política legitimada por una abrumadora mayoría que, tras 18 años de exilio, lo sostenía con mayor fuerza que nunca.

El dictador Alejandro Agustín Lanusse lo desafió en 1972 a presentarse a elecciones. Perón regresó al país el 17 de noviembre de 1972. Lanusse firmó un decreto de “residencia”, hecho a la medida de Perón, con la intención de excluirlo legalmente de los comicios del 11 de marzo de 1973 a los que el peronismo se presentó con la fórmula Cámpora-Solano Lima, bajo el lema “Cámpora al gobierno, Perón al poder”.

Perón retornó definitivamente al país el 20 de junio de 1973. La conflictividad social aumentaba. Muchos peronistas abrazaron las ideas revolucionarias del llamado “socialismo nacional”. Montoneros y la Juventid Peronista ansiaban la liberación nacional y social definitiva. La derecha peronista estaba al acecho para erradicar a los que llamaban “infiltrados bolches”.

Cámpora renunciará el 13 de julio para convocar nuevamente a elecciones. El último impedimento se cayó entonces a pedazos, y Perón encontró el camino allanado para encabezar la nueva fórmula.

El 23 de setiembre de 1973, la fórmula Perón-Isabel se alzó con el triunfo comicial cosechando el 62% de los votos. Un referéndum excepcional y único. El 12 de octubre, emprendería su tercera presidencia. No sin dificultades. Era un clima tremendo. Toda la capacidad del líder apenas si pudo mantener unos pocos meses de expectativa, merced a su estrategia de “Pacto Social”.

El 1º de mayo de 1974 enfrentó a la Juventud Peronista y a las organizaciones guerrilleras en un acto público en la Plaza de Mayo, que concluyó con el abandono de la plaza de los “imberbes” y un apoyo explícito a la conducción sindical, acusada por los rebeldes de burócratas de derecha.

Estaba más que claro que Perón regresó a una Argentina marcada por el conflicto social en auge.

Un cristal anti balas se interponía entre él y su pueblo, todo un símbolo de los años que corrían. Con la salud quebrantada, terminó con un tono inconfundible de despedida con palabras emotivas: “Les agradezco profundamente el que se hayan llegado hasta esta histórica Plaza de Mayo. Yo llevo en mis oídos la más maravillosa música que para mí es la palabra del pueblo argentino”. El 18 de junio de 1974 su salud decayó gravemente y ya no volvió a levantarse.

 El 1º de julio de 1974 amaneció nublado. Los partes médicos alertaban sobre el inminente final para la vida del hombre que había cambiado a la Argentina.

A las 13.15 de ese primer día de julio, Isabel dio la infausta noticia: “Con gran dolor debo transmitir al pueblo de la Nación Argentina el fallecimiento de este verdadero apóstol de la paz y la no violencia”.

La palabra del pueblo argentino, la maravillosa música, enmudeció aquel 1º de julio de 1974.

Las calles se llenaron de lágrimas, flores y caras preocupadas. La frase más escuchada era “qué va a ser de nosotros”. El pueblo argentino lloró ese día. Los antipueblo festejaron y preparaban lo peor para la Patria.

Perón, el líder, legó a Argentina el ideal de la Justicia Social. Más que nunca el recuerdo de este gran patriota debe convertirse no sólo en una efeméride, sino en una acción política real para el pueblo argentino. El mejor homenaje para Perón es seguir defendiendo sus banderas y a la Patria. Perón pertenece al panteón de los próceres de los pueblos de América Latina. Y así será con el paso del tiempo.

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