Durante la conferencia de prensa del 10 de marzo Zhao Lijian, portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de la República Popular China, desestimó las acusaciones de Estados Unidos en contra de las autoridades chinas por los supuestos abusos contra los derechos humanos en la región de Sinkiang, poblada mayoritariamente por musulmanes uigures.

Por supuesto, China niega toda acusación estadounidense, como así también de la Unión Europea, que compara al “genocidio” de Pekín sobre los uigures con el que hubo con los tibetanos. “La población uigur en Sinkiang creció de 5,55 millones a más de 12 millones en las últimas cuatro décadas. ¿Y esta duplicación de la población se llama ‘genocidio’?”, comentaron desde China. En este contexto, las autoridades chinas pidieron hacer caso a la historia de la nación norteamericana, que vio la expulsión y asesinatos en masa de los indios nativos. China, además, se metió con la historia estadounidense respecto a la relación con los pueblos originarios de Norteamérica: “Su población cayó en picado en un 95% de 5 millones en el año 1492 a 250.000 a principios del siglo XX. No es China, pero hay otro más adecuado para la etiqueta de genocidio”.
La Unión Europea también se metió con China en el caso de los uigures. Acusa a Pekín de tener campos de concentración en Sinkiang, donde tiene prisioneros a cientos de militantes separatistas uigures. Tanto Estados Unidos como la Unión Europea aplicaron ciertas sanciones comerciales a China, como así también a funcionarios de la región de Sinkiang. Desde luego, China ya advirtió que no tolerará ninguna injerencia en sus asuntos internos. Pekín argumenta que está combatiendo contra militantes radicales islámicos uigures que buscan el “terrorismo fundamentalista” en Sinkiang.
Desde hace unos años que en Sinkiang ha habido protestas uigures contra China. En 2009 hubo una gran manifestación de uigures que causó gran impacto en China. La violencia en Urumqi, la capital de la noroccidental Región Autónoma Uigur de Sinkiang, ha causado más de cien muertos y más de 800 heridos, con lo que representó un ejemplo de crecientes conflictos entre el mayoritario grupo étnico Han de China y las diversas minorías étnicas.
Las protestas uigures fueron decayendo en los últimos años y la aparición de ramas islámicas fundamentalistas al estilo Daesh surgieron en Sinkiang. Los medios chinos mostraron cómo gentes de la etnia uigur agredía a gentes de la etnia Han, mientras las Naciones Unidas, Estados Unidos, Rusia y los países musulmanes de Asia central pedían calma ante la dramática situación y que Pekín retome las riendas para la paz social en Sinkiang. Grupos políticos independentistas uigures decrecieron, mientras que ganan las posturas “autonomistas” más conciliadoras con China. Los grupos asociados al Daesh son pequeños, pero son una preocupación para Pekín.
Con el tema de los uigures para China sobrevolaron los fantasmas de los disturbios en el Tíbet. El gobierno chino siempre acusó al Dalai Lama de orquestar la violencia en tierras tibetanas. Ahora bien, más allá de las acusaciones y las implicancias oscuras de la CIA y la presión norteamericana hacia las políticas chinas sobre sus áreas calientes dentro de su territorio, queda claro que prevalece el hecho de que violentos conflictos son fácilmente instigados por la desconfianza mutua entre los miembros de la etnia mayoritaria Han y minorías étnicas.
Pero, ¿quiénes son los uigures? Aquí debemos remontarnos a la historia de los pueblos turcomanos en Asia central y sus expansiones poblacionales hasta las zonas de China. La etnia uigur es una de las 55 minorías nacionales de China, que en total apenas suponen el 9% de su población. El 91% restante de los 1350 millones de chinos corresponde a la etnia Han. Los uigures son de religión musulmana sunna, de lengua de origen túrquico y de alfabeto árabe. Habitan fundamentalmente en Sinkiang, que oficialmente se denomina Región Autónoma Uigur, en la que también habitan otras minorías musulmanas, además de la mayoría Han, muy numerosa sobre todo en la capital, Urumqi, debido a los intentos del gobierno central de repoblar esta región con ciudadanos Han. Aunque Sinkiang es la provincia más extensa de China, con unos 1.600.000 kilómetros cuadrados de superficie, está muy poco poblada -unos 20 millones de habitantes- por sus difíciles condiciones geográficas, que incluyen el enorme desierto del Taklimakán y la cadena montañosa de Tianshan.

En la actualidad, los uigures apenas alcanzan la mitad de la población de Sinkiang (el 45%), de ahí el malestar creciente por lo que llaman la “hanización” de sus costumbres. Los Han superan ya el 40% de la población provincial. Pero lo que más descontento genera es el desigual reparto del trabajo, con los puestos de mayor responsabilidad en poder de los han, que sobre todo copan buena parte de la administración pública. También hay una considerable presencia uigur en los países de Asia Central limítrofes con Sinkiang, sobre todo en Kazajistán y Kirguizistán, además de en Uzbekistán.
El Congreso Mundial Uigur, con sede en Múnich (Alemania), que acoge al exilio de esta etnia, sostiene que en el mundo hay ya 20 millones de uigures, con importantes comunidades en Estados Unidos, Suecia y Alemania. Después de que el Partido Comunista Chino ganara la guerra civil en 1949, el Ejército Popular de Liberación entró en Sinkiang y puso fin a la declaración unilateral de independencia de la llamada República del Turkestán Oriental, que desde 1933 gobernaba el destino de los uigures. Muchos iniciaron entonces el exilio. Hay que decir que el régimen social y económico uigur antes de la revolución comunista liderada por Mao era estrictamente opresivo. Unos pocos señores de la tierra dominaban sobre una masa de campesinos sometidos a la servidumbre de forma coercitiva. Los comunistas chinos intentaron desterrar esta situación de vasallaje del tipo “feudal” y chocaron con la elite uigur señorial que se exilió rumbo a países musulmanes como Afganistán e Irán.
En los últimos años, Pekín ha invertido grandes cantidades de dinero para tratar de disminuir la tremenda disparidad existente entre el desarrollo de esa región y las de la costa oriental del país. Al mismo tiempo, ha desatado toda una guerra, tanto diplomática como ofensiva, contra el independentista Movimiento Islámico del Turkestán Oriental (ETIM), en la que ha conseguido que el ETIM sea considerado un grupo terrorista por la ONU y por Estados Unidos. Durante los tiempos de Mao la región de Sinkiang ha vivido un desarrollo social y económico que brindó alfabetización general, salud pública gratuita, planes sociales integrales y empleo.

Es cierto que las ideas marxistas chocaron con las tradiciones musulmanes de la población Uigur, provocando no pocos enfrentamientos alentados desde el exterior por la elite uigur derrocada y apoyada por la CIA como en el caso de la región del Tíbet. Estados Unidos siempre ha tratado de lesionar la integridad regional marcada por la diversidad de etnias. Además de ellas, existe una pequeña cantidad de habitantes cuya etnia todavía no ha sido identificada. Las etnias chinas se reparten por toda la nación, pero suelen concentrarse en su lugar de origen. Hoy en día el “socialismo de mercado” de China ha golpeado también a Sinkiang. De hecho, Pekín ha estado involucrado en políticas contradictorias para resolver el contencioso de los uigures. Oficialmente, China describe a Sinkiang como una región autónoma. Una situación muy parecida a la de Tíbet. Pekín dice que militantes uigures alimentan una campaña violenta por un estado independiente a través de la colocación de bombas y los sabotajes y creando malestar cívico. Tras el atentado de las Torres Gemelas en Nueva York, el 11 de septiembre de 2001, el gobierno chino acusó a separatistas uigures de colaborar con al-Qaeda. Según China, activistas uigures reciben entrenamiento y adoctrinamiento de militantes islamistas en el vecino Afganistán.Aunque no se han presentado suficientes evidencias que corroboren esta afirmación. También es cierto que China ha patrocinado la colonización de la etnia han sobre Xinjiang en los últimos años.

Hoy en día el 40% de la población de Sinkiang está compuesta por personas de la etnia Han, mientras que el 45% es de uigures. Pero China ha tratado también de cambiar el panorama en Sinkiang para sacarlo de su “atraso” como provincia periférica de la República Popular. Durante la última década las grandes ciudades de la región se han visto beneficiadas por grandes proyectos de desarrollo. No obstante, las secuelas salvajes del liberalismo que implantó China luego de la muerte de Mao han generado una tremenda desigualdad socioeconómica en todas las provincias periféricas como Sinkiang que exacerbó los roces históricos étnicos en la región que gobierna Pekín. En China, la igualdad política basada en la igualdad de clases se ha derrumbado. Durante los últimos 60 años, esta idea de igualdad de clases constituyó una base en la cual toda la gente común, incluidas las minorías, podía mantener una identidad como miembro de la comunidad política china.