El deporte, trinchera histórica en la lucha contra la discriminación

El deporte, trinchera histórica en la lucha contra la discriminación

TIEMPO DE LECTURA: 6 min.

POR EDUARD PAZ*

Luego del asesinato de George Floyd a manos del ex policía Derek Chauvin, se desencadenó una ola de protestas y marchas de antidiscriminación. El deporte no tardó en mostrarse como uno de los espacios más fuerte de lucha contra esto.

No es casualidad: a lo largo de la historia, el deporte ha sido una de las trincheras de la sociedad para poder expresar y protestar ante las injusticias que se presentaban en el mundo; ha sido utilizado en muchas ocasiones para plantar bandera a ello, al punto de ser herramienta fundamental para el cambio de un país y la sociedad.

Es importante hacer un repaso histórico de ciertos momentos en los que el deporte fue utilizado para contrarrestar la discriminación y a su vez dejar en evidencia a todos aquellos que han querido tener un trato diferente y perjudicial para con otras personas.

Merma y rupturas de la segregación en los JJ.OO.

En 1904, en Saint Louis, Estados Unidos, en paralelo a las Olimpiadas, se celebraron los juegos antropológicos: los supremacistas blancos estadounidenses obligaron a competir a aquellos que consideraban “seres primitivos”, como negros africanos, nativos americanos, patagones, sirios, o pigmeos.

Esas pruebas consistían en subir árboles o disparar arcos (lo cual después paradójicamente sería considerado deporte olímpico), incluso hacerles competir en deportes que no conocían solo por mera burla y entretenimiento.

Mientras que el objetivo de estos juegos era reafirmar una supuesta superioridad de los blancos angloamericanos, en las Olimpiadas de Saint Louis, un negro hijo de esclavos, conocido como George Poage, ganaba dos medallas de oro en atletismo.

Siguiendo por esta línea, un caso muy conocido o de los más célebres reveses al supremacismo blanco, es el del atleta afroamericano Jesse Owens, que tuvo un despliegue enorme en los Juegos Olímpicos de Berlín en 1936: cosechó cuatro medallas de oro con récord mundial incluido en atletismo.

Esto respondía y dejaba en jaque a las extendidas teorías pseudocientíficas que se desprendían de la “superioridad aria” y se extendían por toda Europa y Norteamérica. En la casa de Hitler, en pleno apogeo del nacionalsocialismo, un negro dejaba con la boca abierta a todos.

En estos juegos, la Alemania nazi trató de mostrarse como un país a respetar por la comunidad internacional, por lo que intentaron rebajar el racismo en los periódicos y buscaron eliminar los carteles discriminatorios de la Villa Olímpica. Lo irónico fue que la inauguración se encontró llena de prohibiciones y panfletos, con instrucciones de no dejar entrar “a los perros y a los judíos”.

Así como Jesse Owens, la estrella de los Juegos, no recibió el saludo del Führer, tampoco lo recibió de el presidente norteamericano Franklin D. Roosevelt, ya que felicitar a un negro suponía arriesgar el voto blanco racista del sur estadounidense en un año electoral.

Las Olimpiadas de Berlín fueron una de las peores competencias para aquellos que no eran locales. Pero eso no era todo, Gretel Bergman, compatriota alemana y poseedora del récord de salto en alto, fue excluida del equipo antes de los Juegos por el solo hecho de tener un origen judío.

Pero el caso con más impacto y que muchos recuerdan fue el de los Juegos de México 68, cuando Tommie Smith y John Carlos realizaron el saludo del “Black Power” arriba del podio como señal de protesta por la discriminación contra las personas afroamericanas en Estados Unidos. Luego de eso fueron, alejados de la competencia y discriminados por los medios de comunicación en su país.

Deportistas contra la discriminación

Un deportista que siempre se mostró en contra de la segregación, fue Cassius Clay, ganador del oro en los pesos semipesados de los Juegos de Roma 60. Pese a convertirse en uno de los máximos deportistas de la historia yanqui, en Louisville, su ciudad natal, se negaron a servirle un plato de comida en un restaurante por ser negro.

Luego de eso, arrojó la medalla al Río Ohio, se convirtió al islam y cambió su nombre a Muhammad Alí. También se negó a participar en la Guerra de Vietnam, decisión por la que le quitaron sus títulos y lo suspendieron, aunque no le quitaron su reconocimiento como uno de los mejores boxeadores de la historia.

El tenis también fue un lugar de protesta: el afroamericano Arthur Ashe, durante se transformaría, en las décadas del 60 y 70, en un símbolo de la lucha contra la discriminación contra los negros y los portadores de VIH, enfermedad que padecía. Se expresó en contra de las políticas del Apartheid en Sudáfrica y tuvo una gran conciencia social.

Por el lado del rugby, Nelson Mandela se convirtió en un ícono en la lucha contra la segregación. Siendo presidente de Sudáfrica y con el mundial de 1995 disputándose en su país, Mandela utilizó el rugby para promover ideas que ayudaron a dejar atrás el Apartheid tras más de 40 años de segregación.

En EEUU, el jugador de fútbol americano Colin Kaepernick, fue apartado del los San Francisco 49ers en 2016, luego de negarse a ponerse de pie durante la entonación del himno previo a un juego, para visibilizar los asesinatos a personas afroamericanas en manos de la policía. Ningún club quiso contratarlo después de eso porque afirmaban que perderían dinero. Durante todo ese año, varios jugadores se hincaron durante la entonación del himno nacional en señal de respaldo a Colin.

Argentina no está exenta de estos hechos porque la discriminación y sexismo, no distingue nacionalidad. Uno de los casos recientes fue el de Gustavo Fernández, estrella mundial de tenis adaptado, actual N 1° del ranking ITF (Federación Internacional de Tenis) en esta modalidad, quien pese a sus logros y méritos como deportista, no fue tenido en cuenta en la terna para el Olimpia de Oro del 2019. Fernández fue el deportista con más logros durante ese año, incluso se convirtió en el primer argentino de la historia en coronar un torneo de Wimbledon.

Otro caso es el de Facundo Imhoff, jugador de voley en el Club Bolívar, uno de los grandes de la Liga nacional. Facundo hizo púbico que es homosexual y ha mostrado su apoyo a los movimientos LGBTIQ+. También ha expresado lo difícil que es abrirse en estos aspectos en el deporte argentino, por ser un ambiente muy xenófobo y machista.

Por último, tenemos a Mía Fedra, la primera tenista trans profesional de la Argentina. Si bien en 2012 la Asociación Argentina de Tenis le cambió su carnet de jugador por el de jugadora, Mía afirma que siempre en los encuentros le dicen que no es lo mismo, que tiene más fuerza, lo que deja entrever que en términos de géneros, aún hay muchas discusiones que dar.

Si bien la lista es inmensa y hay muchos otros casos más en el deporte actual que acompañan las protestas en contra de la segregación, es necesario destacar el rol que cumple el deporte, un espacio donde se ven representados miles y que si se lo trabaja de manera correcta, puede contribuir y concientizar en la sociedad enormemente.


* Sureño instalado en la ciudad de las diagonales. Fiel pensante de que lo político y lo deportivo 
van de la mano. Apasionado y siempre al servicio de la comunicación del pueblo y su deporte.
Una jugada estratégica en el momento oportuno

Una jugada estratégica en el momento oportuno

TIEMPO DE LECTURA: 5 min.

POR MIRANDA CERDÁ CAMPANO*

Con la intervención y posible expropiación de Vicentín, uno de los grandes agronegocios de la Argentina, el Gobierno nacional dio respuesta a la urgente necesidad de una nueva valoración del territorio, asociada a la creciente reivindicación de los derechos territoriales, la justicia ambiental y social, que van por fuera de su valoración utilitaria de cambio.

La empresa y el fraude al Estado nacional

Vicentín tiene capitales accionarios en 20 firmas: conformó un oligopolio que incluye a la Algodonera Avellaneda, el frigorífico Friar, un feedlot en un predio de 450 hectáreas, tres plantas industriales en Ricardone y San Lorenzo, una hilandería en Brasil, una bodega de vinos en Mendoza, una parte de SanCor, la elaboración del algodón que comercializa Química Estrella, y la producción propia de agrotóxicos, alimento balanceado y biodiesel; más el pool de siembra de soja.

Esa es la información que conoce la mayoría de la población. Lo que no se sabe, es que Vicentín fue cómplice de las dictaduras militares, con por lo menos 22 obreros secuestrados entre enero y noviembre de 1976, siempre intentando asegurarse trabajadores dóciles, obedientes y familias atemorizadas. Además, la empresa aportó a la campaña de Cambiemos, y casualmente, durante los cuatro años de gobierno de Mauricio Macri, trepó al primer lugar en el ranking de exportadores. Para prefinanciar las exportaciones, Vicentín recibió préstamos insólitos.

De los 300 millones de dólares que Vicentín debe al Banco Nación, casi una tercera parte le fueron otorgados cuando Mauricio Macri ya había perdido las elecciones y la empresa había dejado de pagar sus deudas. Así consta en el legajo del Banco, en el expediente por el que se tramita la convocatoria de acreedores de Vicentín. Allí se detallan 26 autorizaciones de crédito que el Banco Nación, presidido en ese entonces por Javier González Fraga, le otorgó a la empresa, entre el 8 y el 26 de noviembre, para prefinanciación de exportaciones por 95,5 millones de dólares. Una semana después del último retiro, la firma se presentó en convocatoria de acreedores.

¿Cómo, una empresa que exporta más de la mitad de su producción, en un año con buena cosecha, después de una increíble devaluación en los últimos meses de 2019 y con semejante financiamiento en noviembre, pudo haber caído en una cesación de pagos en diciembre? No hay que ser muy vive: o se la fugaron toda, o se la fugaron toda.

En este sentido, la otra cuestión que será materia de análisis judicial es la denuncia por fraude al Estado nacional, a partir de la sospecha de que las irregularidades en los préstamos estarían vinculadas a cierta connivencia entre la empresa y las autoridades del Banco, y por supuesto, las sugerencias de la Casa Rosada en favor del otorgamiento de dichos préstamos.

Siempre hay una mala noticia: el Congreso debe decidir la expropiación del Grupo Vicentín y tendrán que votar los integrantes del partido para el que la empresa de los Nardelli bajó mucha guita en campaña. Paradojas.

Un objetivo social y económico: soberanía alimentaria

El gobierno de Alberto Fernández anunció la intervención de Vicentín y declaró de “utilidad pública” a la empresa de los Nardelli, lo que quiere decir que el proyecto de expropiación que se envía al Congreso, se sustenta en que la transferencia de ese bien al Estado, es necesaria para maximizar el bienestar general de la población.

La decisión no sólo supone una clara señal para todos aquellos que especularon con la impunidad de sus maniobras económicas y financieras, amparados por un gobierno que muy amablemente les permitió fugar divisas y no pagar sus deudas.

En medio de una emergencia alimentaria de grandes proporciones, en un país donde en 2019, seis de cada diez niños vivieron en la pobreza, según un reciente estudio[1] del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica (UCA), la expropiación del Grupo Vicentín, permitiría andar el camino hacia la soberanía alimentaria.

Primero porque la intervención corta con los intentos de grandes cerealeras trasnacionales, como la francesa Dreyfuss, la suiza Glencore y la estadounidense Cargill, que veían a Vicentín como un bocado más que apetecible: además de ser un gran exportador, cuenta con empresas de acopio y hasta un puerto propio; si el grupo fuera absorbido por alguna de estas multinacionales, estaríamos frente a una concentración de mercado insuperable.

El hecho de que Vicentín sea una empresa “testigo en el mercado de granos y el cambiario”, da la pauta de espacios estratégicos, en los que el Estado no puede permitir que las fuerzas del mercado los guíen en sentido contrario al interés nacional. A su vez, resolver el control sobre una de las principales puertas de divisas, le permite al Estado evitar una nueva situación de escasez o que se deje al país sometido a las presiones devaluatorias de los exportadores.

Con el poder de compra, gestión y logística de Vicentín (con fábricas, depósitos y puertos propios) puede fomentarse a los pequeños productores, las buenas prácticas agrícolas y una buena provisión de divisas para el país. Asimismo y jugando con las mismas reglas que impone el mercado, se puede “obligar” a la competencia a tener que pagar mejores precios a los productores.

La necesidad de que el Estado recupere un rol estratégico en el ámbito agropecuario es fundamental si se pretende que la riqueza de nuestro suelo quede en nuestro territorio, porque hoy la principal fuente de ingresos del país proviene de la exportación de productos agropecuarios y la misma está totalmente privatizada, y en su mayoría, en manos extranjeras.

Las metas fueron bien resumidas en el Foro por un Programa Agropecuario Soberano y Popular, celebrado en el estadio de Ferro en mayo de 2019: construir lo agrario más allá de lo productivo, que se incorpore su valor para la restauración de nuestro territorio y la función alimentaria, su potencia para recuperar el arraigo con nuestra tierra, su influencia en el desarrollo industrial; que la agricultura familiar y campesina sea protagonista, y que se priorice la agroecología y la democratización de la tierra.


* Chubutense de nacimiento y militante porque no hay mejor manera de transformar el mundo. 
En la escuela le hablaron de la colonización y las guerras. Cuando la militancia le mostró
la historia de las resistencias, empuñó el mejor arma: la pluma.

Referencias:
[1] http://uca.edu.ar/es/noticias/condiciones-de-vida-de-las-infancias-pre-pandemia-covid-19

1