Tener hambre cuesta vida

Tener hambre cuesta vida

TIEMPO DE LECTURA: 5 min.

Alex Campo se llamaba el pibe.
Alex Campo tenía hambre.
A Alex Campo lo asesinó Rodolfo Sánchez.

Durante las vísperas del 25 de Mayo, en un campo de Cañuelas (precisamente en el kilómetro 72,5 de la ruta 205), un pibe de 16 años buscaba liebres para cazar con dos amigos y algunos galgos. Querían algo para comer, pero se cruzaron con un impune de la oligarquía, un patrón de estancia, dueño de la tierra y al parecer, de las vidas que se cruza. Uno de esos que no pueden ver más allá de sus vidrios polarizados o su codicia recalcitrante. Uno de esos que gana y gana y gana, sin saber nunca lo que es perder.

Los dos amigos del barrio Guzzetti que acompañaban a Alex, José Luis y Agustín, contaron que Sánchez les dijo: “Levántelo y llévenselo de acá”, desde su Dodge RAM 4×4. Nunca se bajó de su asiento. Antes de intentar salvarle la vida al pibe, decidió llamar al 911 para decir que “habían entrado a robarle”. Decidió matarlo.

“Es un campo pelado, no hay ningún animal en 3 km a la redonda”, “el lugar se describe como un descampado con amplios caminos de tierra asentada para la circulación de vehículos” son algunas de las frases que se repiten en las declaraciones de amigos y familiares de Alex, pero los testimonios de Sánchez parecen intentar tapar el sol con las manos: “Vi a dos personas que se iban llevando un ternero en brazos. Fui hacia la zona tocando bocina y mientras los perseguía apareció otra persona de la nada, no sé si de abajo del paso o de atrás de una vaca, por lo que intenté frenar de golpe y eludirlo pero no pude porque había rocío y las gomas de la camioneta están gastadas”.

¿La atención puesta en un supuesto ternero no le permitió ver que iba a matarlo? ¿”De la nada”? ¿no lo vio hasta abrirle la cabeza y desgarrarle el hígado? El informe de su autopsia demuestra que murió por el impacto del vehículo. Sánchez declaró haber conducido a “20 o 30 kilómetros porque había vacas y caballos en el lugar” pero los daños causados en el cuerpo de Alex aseguran que el impacto sucedió a unos 60 o 70 kilómetros, por lo menos. La vista estaba clara y la decisión, también.

Uno de los hermanos de Alex relató: “Cuando me acerqué, vino la policía. Les pedí que me ayudaran y el tipo se acercó y en vez de pedir que ayudaran a mi hermano, dijo ‘ahí está tirado el chorro’”.

Noelia Campo, tía de la víctima aseguró que “Alex era tranquilo, no hay nadie que hablara mal de él. Era un buen chico, solo queremos justicia.” La causa, que está a cargo de la fiscal Norma Pippo, fue caratulada como “homicidio agravado por alevosía” y prevé la pena de prisión perpetua.

Pablo Sánchez, padre del asesino, fue propietario de una estación “Shell” ubicada sobre la ruta 205 y afiliado a la Sociedad Rural local. Paralelamente, se dedicó a la actividad agropecuaria en un campo cerca del paraje “El Taladro”, en Cañuelas, provincia de Buenos Aires. Rodolfo continúa el mismo camino, dedicándose a la cría de caballos. Compitió durante muchos años en Endurance, una disciplina hípica de resistencia y estrategia. Ganó competencias y representó al país en un mundial que se desarrolló en Dubái en 1998, obteniendo el cuarto puesto. Tuvo un accidente que lo desvió de su carrera, pero no perdió; Sánchez no sabe lo que es perder.

Luego de ser detenido, se conoció que la camioneta que conducía contaba con 20 infracciones de tránsito en CABA y Provincia de Buenos Aires, sumando un monto de 75 mil pesos. De esas 20, ocho fueron por exceso de velocidad.

También se supo que el estanciero se dedica a los negocios inmobiliarios y la lotería. Tiene cheques rechazados en el transcurso de estos meses por falta de fondos y aportes impagos a sus empleados. No es lo último, por supuesto. Contrajo deudas con ARBA, carga con tres juicios pendientes: dos por las patentes de la camioneta con la que mató a Axel (que son de 400 mil pesos) y uno por no pagar el impuesto inmobiliario.

Alex era un pibe de 16 años, estudiaba en la Escuela Media N° 2 de Cañuelas, trabajaba como peón de albañil y durante un tiempo, jugó en el club de rugby “Las Cañas”. Se había comprado su primera moto, empezó a militar en el MTL (Movimiento Territorial de Liberación), participaba en un comedor del barrio y cuando podía, en la murga. Era un pibe que como muchos otros, se cruzó con los abanderados de la propiedad privada, los famosos dueños de la pelota.

Dentro de este sistema capitalista, la propiedad privada se encuentra por encima de la vida y este crimen demuestra, una vez más, que la oligarquía agraria de Argentina estrecha lazos constantemente con “la mano dura” y con el desprecio por la vida de todos aquellos que circulan por fuera de sus alambres de púa electrificados, por la de todos los sectores populares que sostienen familias enteras tejiendo lazos de solidaridad. Solidaridad que nunca conocerán porque dentro de sus muros, quien aplasta más cabezas, gana.

Son ellos, que han sabido arrebatar sueños y perpetuar dolores, aquellos que viven en una realidad paralela y no saben lo que es tener la panza vacía. Aquellos que nunca supieron lo que es perder nada. Los mismos de siempre.

Pasaron pocos días del 25 de Mayo, pasaron 210 años desde que decidimos conformar el primer gobierno patrio para sacarnos de encima a los colonizadores, reyes y señores. Pero acá estamos, seguimos como en ese momento dando la vida para terminar con las desigualdades de nacimiento, seguimos dando la vida para construir una patria justa, libre y soberana. Seguimos dando la vida para que nunca más, ningún Rodolfo Sánchez arranque de raíz los sueños de los nuestros. Seguimos dando la vida para que esa patria justa, soberana y libre se convierta en una realidad. 


Militante de la juventud de la Corriente Nuestra Patria Berisso 
y estudiante de Ciencias de la Educación en la UNLP.
51 años del Cordobazo

51 años del Cordobazo

TIEMPO DE LECTURA: 5 min.

POR FELIPE BERTOLA*

Entre un griterío infernal, el ruido de sirenas, las detonaciones, el aire seco picoso de los gases lacrimógenos, y la luz amarillenta de los viejos faroles de los camiones policiales de Córdoba, que cortaban la oscuridad de Plaza Colón, gatillaron tres veces a quemarropa sobre Santiago Pampillón.


Una ráfaga de metralla calibre 20 mm, cayó sobre les transeúntes que cruzaban Plaza de Mayo; un instante después, una gran cantidad de bombas impactaron en los techos de Casa Rosada, la Residencia Presidencial y el edificio de la CGT. Desde el cielo, la Armada Argentina bombardeó y disparó contra su pueblo. Al lado del nombre de cada avión de guerra de nuestra nación, se podía ver todavía con pintura fresca, la insignia de la cruz.

Tres meses después, Perón debe escapar exiliado a Paraguay. Tras la gorra del General Aramburu y la denominada Revolución Libertadora, la derecha más reaccionaria, el radicalismo, la iglesia y algunos sectores socialistas, derrocaron al gobierno popular de Juan Domingo Perón. Hubo fusilamientos y encarcelamientos a dirigentes políticos, se prohibió el justicialismo; hasta los recuerdos que guardaban los más humildes fueron censurados.

Este pueblo conoce los tiempos duros. Sabe bien como se siente el sabor en la boca de lágrima mezclada con saliva, tierra y moco, después de haber sido arrastrado por el piso, y luego quedar con la bota del enemigo en la cabeza; estas cosas las conoce, hace quinientos años que las experimenta. Pero de lo que nunca estuvo al tanto fue de la derrota: no conoce el sentimiento de resignación, el de bajar la nuca, mirarse los pies y decir – Nos vencieron. No. Por eso, dirigidos por John William Cooke, mediante la clandestinidad y  los “caños”, nació la Resistencia Peronista.

Para la década del 60, la CGT dirigida por Vandor negociaba con los gobiernos radicales que emergieron con la proscripción, dejando siempre los salarios a la baja.  Ante esto, en el interior del país, sectores de base,  iban conformando sindicatos combativos, que tenían como columna vertebral la experiencia de la Resistencia Peronista.

En América Latina, los frentes de liberación nacional iban tomando fuerza. Cuba era un faro en el que miles de militantes de todo el continente proyectaban su futuro. En Argentina, los procesos de guerrilla rural ya tenían dos antecedentes: Uturuncos, brazo armado de la Resistencia Peronista y el Ejército Guerrillero del Pueblo, conducido por Jorge Ricardo Masetti, hombre de extrema confianza del Che. Contra esta avanzada revolucionaria que tomaba el continente, el imperio Norteamericano contestó organizando desde la Escuela de las Américas, dictaduras sangrientas y asesinas. Siguiendo esta línea, el 28 de junio de 1966 el militar Juan Carlos Onganía derrocaba al Radical Arturo Umberto Illia, y se autoproclamaba presidente, con la Doctrina de Seguridad Nacional como primera bandera.

Un mes después La Policía Federal, entraba a cinco Universidades de la UBA y reprimía a docentes y estudiantes; el acontecimiento es recordado como Noche de los Bastones Largos. Ante esta situación, la Federación Universitaria de Córdoba convocó a una asamblea en Plaza Colón para discutir un plan de lucha. Les estudiantes fueron emboscades y cazades por la policía. El obrero y alumno de segundo año de Ingeniería Santiago Pampillón fue asesinado. La muerte de Santiago Pampillón comenzó a fundar la unidad de les trabajadores y les estudiantes ante un mismo enemigo, la dictadura.

Onganía devaluó la moneda y congeló salarios por dos años y la CGT de Vandor aceptó estas medidas. Los sindicatos se rompieron y nació la CGT de los Argentinos; Raimundo Ongaro la encabezaba. En Tucumán y Rosario se tomaron las primeras medidas de fuerza contra el plan económico del gobierno. La policía reprimió y contuvo el malestar a balazos. 

La dictadura iba aumentado sus niveles de violencia a pasos agigantados, e intentaba asfixiar cualquier espacio de organización popular. Para mediados del ’68, las Fuerzas Armadas Peronistas hacían su primera aparición. Onganía quitaba el Sábado Inglés. En Córdoba los obreros metalúrgicos comenzaban a organizarse.

Desde la Región Centro, se convocaba a un Paro Nacional para el 30 de mayo de 1969, intentando torcerle el brazo a Vandor y la CGT que tenía mayor fuerza en Buenos Aires. Agustín Tosco, referente marxista de Luz y Fuerza, era la principal voz de los sindicatos del interior y el mayor exponente del paro del 30 de mayo. La CGT de los Argentinos adhiere. Raimundo Ongaro viaja a Córdoba para ser orador durante el paro, pero es detenido por la policía. La medida de fuerza, entonces, se pasa al 29 de mayo.

Esa mañana miles de obreros partieron del cordón industrial cordobés hacia la Capital de la Provincia. Los camiones de la fábrica Renault Ika salían rebalsados de trabajadores. Desde la planta de Epec salió la columna más grande, la de Luz y Fuerza, conducida por Agustín Tosco. Desde la Ciudad Universitaria del Barrio Clínicas, miles de estudiantes marcharon hacia la Capital, apoyando los reclamos y uniéndose a les trabajadores.

Todas las columnas fueron reprimidas. Para al mediodía fue asesinado Máximo Mena, trabajador de Renault. Ante el enojo del pueblo, no alcanzaron gases ni las balas para frenarlo. La provincia quedó tomada. Esa noche no se mantuvo en pie un solo vidrio; las molotov se encargaron de explotar e incendiar cualquier sucursal bancaria del stablishment. Al día siguiente, el Ejercito Argentino avanzó sobre los obreros y estudiantes. La fecha y pueblada popular es recordada como Cordobazo.

Luego del Cordobazo, el gobernador presentó la renuncia; Onganía empezó a tambalear ante la resistencia popular. Exactamente un año después, es secuestrado Pedro Eugenio Aramburu, el militar que derrocó a Juan Domingo Perón y que meses antes había bombardeado Plaza de Mayo. Aramburu es asesinado por la Agrupación Montoneros que, con ese acto, hacía publica su aparición. Ante esto Onganía cede su lugar al militar Marcelo Levingston, que al poco tiempo sufrirá el segundo Cordobazo, el  Viborazo.

51 años después, la unidad entre obreros y estudiantes se mantiene en pie, demostrando que la lucha es una sola. En cada aula o cualquier lugar de trabajo, Santiago Pampillón nos marca el camino, para que no nos equivoquemos y no perdamos de vista el fin: la segunda y definitiva independencia.


* Periodista, columnista del programa No Se Mancha (Radio Estación Sur - FM 91.7) y de Hijos de 30.000 (Radio UNLP - FM 107.5), redactor de Revista Trinchera y colaborador de Agencia Timón.
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