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Por Jorgelina Urra*

Este contexto nos ha llevado a un confinamiento del que aún no se ha podido determinar un especulativo final; por eso, el capitalismo devino en una crisis nerviosa. Pero supongamos que existen algunas certezas de hacia dónde se dirige, ya que es posible ver esas modificaciones, sentirlas, y discutirlas. Quienes tienen un grado mayor de conciencia social, lo harán desde la virtualidad y quienes no, desde manifestaciones con distanciamiento social.

Debimos adaptarnos a esta nueva forma de vincularnos: un proceso que vemos como avanza desde la simbología virósica que producen las pantallas; por lo tanto, hemos cedido y obtenido muchas herramientas en un corto lapso de tiempo. En esa transformación resaltan notablemente las ideas, y están a la vista de todes: el ingenio, la capacidad y la eficacia, e incluso la rapidez con la que surgen alternativas para sostener nuestra cultura, ponen en evidencia que son el producto de un proyecto político integrador. Guste o no, un Estado fortalecido, con instituciones al servicio del pueblo, es una herramienta que permite el desarrollo de una cultura. Hace no mucho Mauricio Macri había disuelto el Ministerio de Ciencia y Tecnología, y el CONICET era para la oposición, una fábrica de ñoquis. A la fecha y escases de recursos, pero con mucho orgullo y esfuerzo, les ñoquis desarrollaron el NEOKIT-COVID-19. Ejemplos que son sinónimo de soberanía.

Las diferencias son claras: acá estamos quienes creemos que se debe articular y trabajar en unidad para dar respuesta a las demandas del pueblo, y a contramano, circulan quienes entregan el poder al libre mercado y capitalismo desaforado, sistema que no está dando respuestas acordes al momento histórico. Hay bases, derechos conquistados, pequeñas o enormes trincheras que deben defenderse porque conforman nuestra soberanía, que no es más ni menos que todo aquello que compone nuestra cultura. La disputa de sentidos va a un ritmo acelerado e indefinido aún; lo tangible se vuelve virtual, incluso cuando queremos distender y hacer uso legítimo del ocio. Se vive en dos esferas al simultáneo: la real, la del barbijo y el metro y medio de distancia; y la virtual, en la que no hay riesgo de contagio pero sí de alienación.

Entender las formas y pensar en los espacios que se generan en función de organizarnos como sociedad es clave, así como poner en discusión algunos ejes centrales, como por ejemplo el contenido audiovisual que consumimos -llámese películas, series, cortos y hasta videos de youtube para aprender a cocinar-. Son una forma de comunicación más, con intereses detrás, con objetivos o propuestas, y es tan amplia la gama de posibilidades a la hora de elegir qué ver, que muchas grandes diferencias pasan inadvertidas. La producción de contenidos audiovisuales nacional que se refleja en plataformas digitales como CINEAR, Cont.ar, la TV Pública o el streaming del Estado (entre otras), son también trincheras para la soberanía.

El arco de contenidos es amplio y depende de intereses específicos

Una de las empresas de producción y difusión más reconocidas es Netflix; pero claro, es privada. El alcance que tiene esta plataforma es muy alto y de gran masividad pero quienes acceden a la misma solo son quienes realmente tienen las ventajas económicas. Asimismo, es una plataforma que por su alcance y tipo de producción logra instalar una agenda de contenidos, es decir que impone por medio de métodos sugerentes una colonización desde lo subjetivo. En nuestro país sucede algo muy distinto: el Estado a través de la implementación de políticas públicas destinadas al acceso a la educación para todes, viene llevando adelante un proyecto por medio del Ministerio de Cultura, y las diferentes áreas que conforman la estructura de las producciones nacionales. Este proyecto consta en la articulación de todos estos espacios en función de generar producciones de calidad, con un contenido nacional muy fuerte y arraigado, y como objetivo propone el alcance masivo de estos trabajos, es decir que cualquier persona puede acceder a la información, lo que permite un trabajo mucho mayor y más acabado en la formación educativa de nuestra sociedad.

El Estado viene financiando hace ya 10 años plataformas digitales que contienen cantidad de películas, series, ficciones, animaciones y demás categorías del mundo audiovisual, totalmente gratuitas. Esto no solo es iniciativa de un proyecto político integrador, sino también es producto de la solidaridad de directores, productores, actores y demás trabajadores del ambiente que de manera desinteresada han puesto sus trabajos al alcance de todes, dada las condiciones en las que nos encontramos.

Ahora bien, en los últimos cuatro años la cultura en nuestro país ha sido desfinanciada, reducida y deslegitimada al igual que tantos otros sectores: desde la reducción del Ministerio de Cultura a Secretaría hasta el hecho fáctico de colgar los contenidos de la plataforma Cont.ar en servidores que están fuera del país, puntualmente en Estados Unidos, lo que no es más que una forma de girar dólares fuera del país. Sin lugar a dudas podemos afirmar que se trata de una política que vino a desarticular el trabajo logrado en años anteriores, ya que teniendo un servidor propio, como lo es ARSAT, optaron por concederles nuestro trabajo a monopolios extranjeros. Hoy el Estado está compuesto por una fórmula que trabaja en función de fortalecer nuevamente nuestra soberanía, que ha vuelto a poner en órbita las demandas de les argentines y toda la comunidad, pero que también necesita el apoyo de cada une de nosotres. Puntualmente en el área de entretenimiento se ha logrado una masividad de visualizaciones histórica y un acceso ilimitado a las producciones audiovisuales nacionales, que van desde series o películas hasta vídeos educativos para todos los niveles, cursos virtuales de oficios varios o secciones con contenido histórico que remarcan la gran lucha por los derechos humanos que lleva adelante nuestro país.  

Propuestas que deben ser analizadas en profundidad

En el mes de febrero, el ministro de Cultura Tristán Bauer se reunió con el director ejecutivo (CEO) de Netflix, Reed Hastings, en el Centro Cultural Kirchner. La propuesta del gigante de las series y producciones audiovisuales fue la de donar una parte del “fondo Netflix”, que cuenta con un caudal de USD$30 millones, a modo de respuesta para todas las producciones que fueron canceladas o suspendidas debido a la pandemia del COVID-19. Esta iniciativa fue destinada a varios países con los que Netflix lleva adelante co-producciones.

El dinero (40 millones de pesos) será administrado y distribuido por la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de la Argentina, lo cual le da un marco de transparencia. La misma cuenta con el apoyo del Ministerio de Cultura, la Academia de Cine, y el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA). Contará con Comité Evaluador, compuesto por la Academia y el INCAA, que se encargará de recibir, evaluar y distribuir la plata.

Fuente: otroscines.com

Les destinataries son todes aquelles trabajadores que se encuentran “bajo la línea”, es decir que técniques de la industria cinematográfica y audiovisual, que hayan sido afectades económicamente debido a la crisis, recibirán el monto fijo de $35.000 por única vez, y de forma horizontal, sin importar las jerarquías. Les excluides de estas donaciones son les directores, guionistas, productores ejecutivos, directores de producción, y les actores, ya que la prioridad son les trabajadores que hayan recibido menos del salario promedio en el último tiempo.

La empresa norteamericana tiene un fuerte interés en las producciones argentinas, en palabras de Hastings: “Creo que hay un gran equipo argentino para empezar a trabajar juntos. Fundamentalmente Netflix es un empresa que crea narrativas e historias y le gustaría buscar grandes historias argentinas y compartirlas por el mundo”. ¿Se trata acaso de una actitud altruista por parte de la empresa o habrá intenciones detrás de la iniciativa? Según el acuerdo, les beneficiaries no tendrán ningún tipo de compromiso ni con la Academia, ni para con Netflix. Seguiremos de cerca este proyecto que abre la convocatoria el 25 de mayo.

¿Qué sucede con los grandes productores de ficciones?

El 7 de mayo, en el programa que conduce Alejandro Fantino en América, Luis Ventura -otro operador mediático- planteó “la grieta en el espectáculo”, porque Adrián Suar había llamado a Alberto Fernández por la situación que vive la industria del entretenimiento. El video se puede encontrar en Youtube y no dura más de 6’, pero el debate entorno a las diferencias políticas entre el actual gobierno y personajes como Suar, se disparó a lugares que, completamente vaciados de discusión política y manipulados a niveles increíbles, terminaron bosquejando conjeturas irrisorias acerca de la filosofía socialista, el rol del estado y las formas de relacionarnos en sociedad. Si analizamos las palabras de María Zaldívar, panelista del programa, encontramos apreciaciones erróneas que podríamos refutar con cantidad de teorías, y una bifurcación de datos y lecturas históricas incoherentes que sin tapujos deja visible una clara bajada de línea completamente liberal, que enarbola los intereses netamente financieros de los grandes CEOS, creídos dueños de la cultura.

“[…] El socialismo no cree en el ser humano, en la capacidad del ser humano para tomar sus propias decisiones. Por eso ,entonces, ponen mucho en el Estado, pone regulaciones y te dice ‘yo te voy a cuidar y te voy a pagar y te voy a proteger’ […] El liberalismo no, cree en un hombre que es capaz de tomar sus propias decisiones. Nosotros hemos, durante décadas, vivido y consumido una forma de sistema -y de gobierno también- claramente socialista. Entonces, ¿qué es lo que le pasa al Gobierno? No cree en la capacidad de que cada uno tome una decisión correcta”.

María Zaldívar

Tras el hilo que planteó Ventura, se desataron problemáticas como “los actores también son trabajadores”, intentando comparar la situación con la de quienes necesitan trabajar para no morir de hambre; incluso se dijo que Pol-ka había dejado de funcionar como “fábrica de ficciones” y se encontraba cerrada bajo “5 candados y 25 llaves”. Para Ventura, Alberto está “neutralizando a la ficción en Canal 7”, entonces la discusión trepa por el lado de “la grieta es entre los que quieren laburar y pagarle a sus empleados y están desesperados porque ven que todos los días se hunden un poco más en el barro y los que dicen ‘no, quedémonos en casa, no importa lo que pase’”. Como si Pol-ka fuese una pequeña PYME que está a punto de cerrar y les trabajadores del Estado fuesen un núcleo de beneficiaries de planes que no quieren trabajar, cuando en realidad, la crisis es mucho más grande en el sector público y quienes han perdido más en todos los estratos sociales, son quienes más han aportado a esta nueva forma de relacionarnos socialmente. Si estableciéramos una balanza de prioridades en la que de un lado se halla una minoría que cuenta con un caudal acumulado por medio de la centralización de contenidos ligados a monopolios mediáticos, y del otro lado, están las producciones Nacionales con objetivos integradores y educativos, la decisión no es muy difícil.

Alberto no se opuso a una reunión, más allá de las diferencias políticas existentes con el representante del Grupo Clarín en Canal 13 (Adrián Suar), al igual que con Tinelli, que también venía insistiendo con el Bailando 2020: reunió a ambos con el jefe de Gabinete Santiago Cafiero, el ministro de Salud Ginés González García y el presidente del INCAA Luis Puenzo, entre otres funcionaries. Se debatió en torno a la posibilidad de implementar protocolos sanitarios para el sector audiovisual, y de momento, los representantes del gobierno no dieron una respuesta definitiva. Este es otro de los temas que debemos analizar, porque sería un retroceso que sucediera algo como el depósito de la Asistencia al Trabajo y la Producción en el CBU de Paolo Rocca (Techint), con los fondos de Netflix en las cuentas de Suar y Tinelli. Sabemos que son CEOs que no se cansan de presionar.    

Fuente: rbdnoticias.com

* Entiende que para que las ideas no mueran hay que escribir, pero como el lenguaje es un universo lleno de palabras muertas y consejos de la RAE; prefiere hablar desde el léxico revolucionarie.

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