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Por Felipe Bertola*

Entre mates y facturas en las charlas de Berisso, se cuenta que en la década del 30 el Mariscal Tito, líder indiscutible de La República Socialista de Yugoslavia, se escondió en las tierras rioplatenses, de nazis, fascistas y anti comunistas que lo querían capturar. Se dice también, que vivió sobre la calle Nueva York y que fue fanático de Estudiantes de La Plata.

En una aldea entre Croacia y Eslovenia en el año 1892 nació Josip Broz, hijo de obreros, a quien décadas después se conocería como el Mariscal Tito. Durante La Primera Guerra Mundial combatió para el Ejercito Austrohúngaro y fue prisionero de la Rusia zarista, justo antes de la Revolución de Octubre de 1917. Producida la revolución del Ejército Rojo, Josip Broz fue liberado de la prisión y  comenzó a apoyar las ideas de Lenin. A principios de la década del 20, se convirtió en espía ruso, siendo antecesor de lo que sería el servicio de inteligencia de ese país, la KGB.  En 1937 Stalin lo nombra Secretario General del Partido Comunista en Yugoslavia, comandando y organizando la feroz resistencia a los ataques de tropas de nazis y fascistas en su tierra.

Fue a principios de la década del 40, que primero en las guerrillas y luego en toda la región, comenzaron a conocerlo como El Mariscal Tito. Terminada la Segunda Guerra con más de un millón y medio de muertos, el Frente Popular Comunista, que lideraba Tito como Secretario General, votó la abolición de la monarquía y la creación de la República Socialista de Yugoslavia, país que estaba compuesto por seis territorios -hoy repúblicas independientes-: Eslovenia, Croacia, Serbia, Bosnia Herzegovina, Monte Negro y Macedonia. En 1948 Tito rompe con Moscú y la Internacional Comunista de la cual había sido fundador, para empezar a caminar junto a los yugoslavos un comunismo no alineado, un socialismo nacional.

La realidad es que son muchas las historias y los documentos que certifican que Tito vivió a fines de los años 20 y principios de la década del 30 en la ciudad de Berisso. El primer testimonio y el que tiene mayor relevancia proviene del museo del Club Estudiantes de La Plata, donde se cuenta que Tito residió en la ciudad costera y a diferencia de sus compañeros del frigorífico Swift -donde trabajaba-, se hizo hincha de Estudiantes: primero por los colores, que le recordaban a su tierra, y segundo, por el excelente plantel de ese momento, conocido como el “Equipo de los Profesores”.

En los primeros años del profesionalismo argentino, “Los Profesores” supieron codearse, por su estilo de juego, con los equipos porteños más poderosos del país. Casualidad o no, en los primeros meses del nacimiento de la República Socialista de Yugoslavia, Tito fundó el club Estrella Roja de Belgrado, con los mismos colores de la remera pincharrata. Estrella Roja de Belgrado fue una fusión entre el SK Velikay el SK Jugoslavija.

Si no lo hicieron todavía, recomiendo que pongan 2 canciones para ambientar este viaje al Berisso arrabalero del siglo pasado, donde la crisis del ‘29 dejaba ver la malaria, los pescadores buscaban el mango, la calle rebalsaba de prostitutas y se levantaban de a poco los frigoríficos ingleses luego del derrocamiento de Irigoyen. Se acercaba la llegada de “la década Infame” y el Pacto Roca- Runciman.  Además, gran cantidad de inmigrantes socialistas y anarquistas, empujados por el hambre tras la primera guerra y los comienzos del fascismo, iban copando de a poco los adoquines de la calle Nueva York.

Luego de escaparse de la prisión, perseguido por alemanes y yugoslavos anti comunistas, el espía ruso, Josip Broz, zarpó en el barco Principessa María desde Génova, encontrando en Berisso (bajo el nombre de Walter) un lugar para esconderse. Trabajó en el frigorífico Swift como electricista y pasó su estadía en la pensión de “el Turco”, ubicada sobre la calle Nueva York.

Tras la bruma que dejaba el Rio de La Plata, las redes de los pescadores y el hollín de las chimeneas industriales, Walter deambulaba pensando en su patria. No le hacía falta esconder su acento austrohúngaro ya que la cantidad de inmigrantes proveniente de la zona de los Balcanes era altísima. Ante tanta agonía, los fines de semana encaraba para el Bosque platense, hacia el viejo estadio de madera que tenía Estudiantes. Allí deliraba con los goles de Los Profesores y su delantera letal: Nolo Ferreira, Alejandro Scopelli, Alberto Zozaya, Enrique Guaita y Miguel Ángel Lauri.

Las lenguas de Berisso cuentan que Tito, bajo su boina y su seudónimo, solía comer en el restaurante El Águila (que hoy ya no existe) y que le gustaba charlar en el bar Dawson con Vania Kalinoff, un parroquiano ruso que por los mismos años había llegado a la ciudad.

Durante la dictadura de Uriburu, Walter se organizó junto a sus compañeros del frigorífico. Su don de liderazgo y su innegable acento le costaron, primero la prisión por comunista y luego la deportación del país bajo la Ley de Residencia, que permitía expulsar a todo extranjero que comprometiera la seguridad nacional.

La historia de Tito continuó fuera del continente americano y para 1937 fue nombrado por Stalin como Secretario General del Partido Comunista Yugoslavo, de allí en adelante y hasta su muerte en 1980, Tito sólo trajo gloria a su pueblo.

Además del museo y la historia oficializada de Estudiantes, puede escucharse en el buffet Pincharrata, entre pocillos de café chocando, bullicios y Copas Libertadores, las anécdotas, historias o leyendas, del encuentro entre el Mariscal Tito y uno de Los Profesores, ocurrido en las tierras socialistas de aquella Yugoslavia. Luego de la Copa Intercontinental ganada por Estudiantes de La Plata en 1968, los dirigidos por Zubeldía hicieron una gira por las Europas, divididas en ese tiempo por la Guerra Fría. Entre los países que visitó el Pincha, estuvo la República Socialista de Yugoslavia. En el plantel viajaba Nolo Ferreira, delantero del mítico equipode Los Profesores, de la década del 30. Dicen que el Mariscal Tito, se acercó a Nolo y le dijo: “A usted lo vi jugar muchas veces en La Plata. No puedo olvidar a ese equipo”. Luego, El Mariscal le recitó de memoria a los once titulares.

El artista uruguayo Tabaré Cardozo canta:

El tiempo me enseñó que la memoria
No es menos poderosa que el olvido;
Es sólo que el poder de la victoria
Se encarga de olvidar a los vencidos.

Tabaré lo deja claro, la historia sigue en disputa y los vencedores, aquellos que destrozaron la República Socialista de Yugoslavia, hoy asfixian a los países libres del mundo, con su modelo económico imperialista y no quieren que recordemos al Mariscal Tito. No quieren que recordemos su resistencia guerrillera en los Balcanes y sus gambetas, esas que le pintaban la cara a sus perseguidores nazi-fascistas y se escondían en la ciudad de Berisso; o que lo pensemos en los tablones de 1 y 57 gritando los goles de Los Profesores, que se plantaban haciendo frente a la hegemonía de los poderosos.


* Periodista, columnista del programa No Se Mancha (Radio Estación Sur - FM 91.7) y de Hijos de 30.000 (Radio UNLP - FM 107.5), redactor de Revista Trinchera y colaborador de Agencia Timón.

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