Por Miranda Cerdá Campano*

El pasado viernes 20 de marzo, el actual secretario general de la Organización de Estados Americanos, el uruguayo Luis Almagro, fue reelecto en su cargo por cinco años más. El resultado no es ninguna novedad si entendemos que la mayoría de los países de Nuestra América tienen a la cabeza gobiernos cuyos funcionarios no sólo han visitado la Casa Blanca en varias oportunidades, sino que han apoyado varias de las arremetidas imperialistas de Washington contra los pueblos libres de América y del mundo.
Algunos se refieren a Luis Almagro como un traidor. Otros creen que aún cuando representaba al Frente Amplio, ya era un hombre de confianza de los Estados Unidos. Vaya uno a saber… Lo cierto es que desde su asunción como Secretario General de la OEA, Almagro ha sido el hombre más fiel que Washington podría haber deseado para ese cargo.
Tal es así, que durante los últimos meses, el Secretario de Estado yanqui, Mike Pompeo, presionó a los gobiernos entreguistas del continente para que voten a favor de Almagro en las elecciones del viernes e incluso propició la salida del peruano Hugo de Zela de la carrera electoral porque entendían que lejos de sacarle votos a Fernanda Espinosa, dividiría a quienes iban a sufragar por el ex canciller uruguayo.
Cuando Almagro se presentó a la Secretaría General de la OEA por primera vez, lo hizo con el apoyo de su Uruguay y también contó con el voto de Venezuela. Este viernes, volvió a recibir el voto de ambos países, pero en su Uruguay natal ahora gobierna la centroderecha y Venezuela, que el año pasado se retiró voluntariamente de la OEA por las constantes agresiones que recibió en el organismo, tiene un representante absolutamente ilegal, designado por el otro gran títere de esta historia, Juan Guaidó.
Algunos días despúes de la muerte del Comandante eterno Hugo Chávez, Luis Almagro se refirió a Venezuela y dijo que “allí estaba la consolidación de un proceso que había sido plenamente exitoso en su política interna y también en su proyección internacional”. Para el entonces Canciller de Uruguay, “ese era el camino”. El viernes, el país que supo dirigir Chávez se expresó contra la reelección de Almagro en la OEA a través de un comunicado oficial publicado en las redes sociales del Ministro del Poder Popular para las Relaciones Exteriores, Jorge Arreaza.
La votación del viernes se llevó a cabo pese a que un grupo de países, entre ellos México y 13 miebros de la Comunidad del Caribe habían pedido que se aplazara debido al coronavirus. En estos momentos, la crisis sanitaria a nivel mundial exigía que los estados estén avocados a solventar los problemas que ha ocasionado la pandemia. Sin embargo, la solidaridad no está en el vocabulario yanqui, ni el de ninguno de los países que con toda violencia manifiesta su apoyo a las mociones que buscan desestabilizar a los gobiernos progresistas de la región.
Argentina y México, dos países que hace algunos meses vienen afianzando sus relaciones en pos de lograr una nueva integración latinoamericana, definieron conjuntamente que iban a votar por Fernanda Espinosa y luego de que Almagro ganara la elección, la embajadora mexicana ante la OEA, Luz Elena Baños expresó su disconformidad al respecto.
Para la funcionaria, el triunfo de Almagro “es muestra del triunfo de la conducción parcial de la OEA, de un Secretario General que actúa como otro Estado miembro y no como un facilitador, un Secretario General que no cree en la relección e hizo todo lo posible por reelegirse usando nuestros recursos para lograrlo”.
Otro de los que también fue crítico ante los resultados del viernes fue el ex presidente de Bolivia. Evo Morales escribió en su cuenta de Twitter que con la reelección de Luis Almagro “se ratifica un modelo de subordinación y no uno de integración”, al mismo tiempo que llamó a los pueblos de América a reabrir el camino de la CELAC para garantizar que se respete la democracia y la libertad con respecto a nuestra diversidad.
La crítica de Evo no es casual. Recordemos que fue el propio Almagro el que acusó el fraude electoral en Bolivia a través de un informe elaborado por la OEA a partir de resultados parciales de un conteo preliminar de votos, argumento que sirvió a la oposición para generar un clima de caos y violencia que permitió reclamar el cese de Morales en la presidencia. Demás está decir que varios centros de investigación realizaron estudios posteriores y negaron la narrativa del fraude. La labor de Almagro luego del Golpe en Bolivia fue muy cuestionada por la comunidad internacional, pero claro, para Estados Unidos, el trabajo del ex Canciller fue fantástico y era necesario mantenerlo en sus filas.

Y es que Almagro es el personaje perfecto: porque camufla los crímenes más perversos tras la máscara de un liderazgo polémico, que desvía la atención de la opinión pública hacia sus imprudencias, para que pasen inadvertidas sus perversiones. Pero el crimen no puede vestirse de democracia ni de derechos humanos y tarde o temprano, las caretas se caen.
Mientras tanto, habrá que mantenerse alerta en la defensa de la soberanía de nuestros pueblos ante cualquier nueva agresión que provenga del seno de los Estados Unidos y su Ministerio de Colonias, titiritado por el reelecto Luis Almagro.
*Periodista, columnista sobre Sudamérica del programa Marcha de Gigantes (Radio UNLP - AM 1390), redactora de Revista Trinchera y colaboradora de Agencia Timón