Neoliberalismo: fábrica de millones de Daniel Blake

Neoliberalismo: fábrica de millones de Daniel Blake

TIEMPO DE LECTURA: 6 min.

Por Nicolás Sampedro*


El reconocido director británico Ken Loach, personificaba en la figura de Daniel Blake (protagonista del film) a une de les millones de adultes mayores que día a día mueren producto de las políticas neoliberales de recorte sistemático a la salud pública implementadas, en este caso, en el Reino Unido.

La historia de Daniel Blake sirve como metáfora para graficar el deterioro del sistema sanitario público inglés, después de años de desinversión y fomento a la privatización del mismo. El caso es que este ejemplo -lamentablemente- podría aplicarse a gran parte de los países del mundo.

La desgracia no es únicamente que los sistemas sanitarios públicos estén como están. Cuando une se pone a analizar con mayor exhaustividad la situación, se puede observar que el deterioro es en muchos planos simultáneamente: educación, salud, bienestar, vivienda, trabajo, alimentación, desigualdad. Este sistema es una fábrica de desigualdades y de muerte.[1]

Para su reproducción, el sistema necesita de sus herramientas mediáticas y la construcción de un miedo generalizado, algo que muy claramente señaló el defensor latinoamericano de los derechos de la Madre Tierra y derechos humanos, Ollantay Itzamná, quien sostiene que “muy a pesar de que en los países como Guatemala, Perú, Colombia…, decenas de miles de niños y adultos mueren cada año por desnutrición, dengue, sarampión; y que, en cuatro meses, a nivel mundial, apenas menos del 3% de los infectados por coronavirus fueron fatales, la gente padece una pandemia de pánico con coronavirus, quizás como jamás antes vista, viralizada por las redes sociales.”[2]

¿Hay una pandemia de un nuevo coronavirus o una pandemia de miedo masificada al infinito por las grandes corporaciones mediáticas y otras empresas multinacionales de diferentes sectores para seguir dividiendo y reinando?[3] No hay que olvidar que esta pandemia se da en medio de una guerra comercial entre EEUU y China, una guerra de precios del petróleo entre Arabia Saudí y Rusia, y diversas situaciones ya insostenibles que generaron el colapso de las bolsas financieras, por más que la prensa mundial haya pretendido incriminar al virus de ello[4]. Hasta no hace muchos días, los EEUU y algunos miembros de la OTAN estaban a punto de realizar la maniobra militar más grande desde el fin de la Guerra Fría con una movilización de tropas en las fronteras rusas de más 30 mil militares norteamericanos.[5]

Como se señalaba en artículos anteriores, la situación actual es una gran posibilidad para reflexionar acerca de las lógicas de producción y de consumo actuales, sobre el rol de los Estados Nación en temas claves como educación y salud y el de los organismos internacionales y las consecuencias generadas por deudas externas impagables; acerca del lugar que ocupan los medios de comunicación y cómo estos publican u ocultan información de acuerdo a sus conveniencias, sobre el gran negocio especulativo en torno a la industria farmacéutica y sobre cómo las guerras terminan siendo un negocio para la corporación armamentística. En definitiva es volver a pensar qué es más importante, si la vida o la rentabilidad/ganancia de tal o cual negocio. Tal como lo señala el filósofo, sociólogo, psicoanalista y crítico cultural esloveno, Slavoj Zizel: “el COVID-19 es una gran oportunidad para dar un golpe de Kill Bill al capitalismo”.[6]

Una de las reflexiones más urgentes tiene que ver con la forma en que se producen y consumen bienes de alta necesidad como los alimentos. En un artículo[7] de publicado recientemente, les autores Miguel A. Altieri y Clara Inés Nicholls, analizan las implicancias de la proliferación de la producción agroindustrial y cómo esta no sólo está deteriorando la forma en la que el mundo se alimenta, sino la relación directa que tiene con la aparición de nuevas enfermedades.

Les autores del artículo resaltan la importancia de fomentar formas de producción agroecológicas y dar prioridad a los pequeños productores, que son quienes producen entre un 50 y un 70% del alimento que consume la humanidad, teniendo sólo el 30% de la tierra cultivable. Es volver a contemplar no sólo la necesidad humana de alimentarse sino cómo hacerlo de manera sustentable, dado que la salud del ambiente en el que vivimos está íntimamente relacionada con nuestra salud y la de los alimentos que consumimos.

En la misma línea y a modo de ejemplo, el biólogo evolutivo y filogeógrafo norteamericano, Rob Wallace, señala que: “La crianza de ganadería seleccionada y muy uniforme genéticamente elimina cualquier cortafuego inmune que pueda estar disponible para ralentizar la transmisión. Los tamaños y densidades de población más grandes facilitan mayores tasas de transmisión. Tales condiciones de hacinamiento deprimen la respuesta inmune. La búsqueda del máximo rendimiento, parte de cualquier producción industrial, proporciona un suministro continuamente renovado, el combustible para la evolución de la virulencia. En otras palabras, el agro negocio está tan enfocado en las ganancias que la selección de un virus que podría matar a mil millones de personas se considera un riesgo asumible.”[8]

En Argentina, las medidas del gobierno que encabeza Alberto Fernández y su preocupación por salvaguardar la vida de las personas, sumado a la infinidad de declaraciones respecto de la necesaria solidaridad para salir del grueso problema en que dejó el experimento macrista, dan cuenta de una preocupación por cambiar las prioridades.

Se está ante la oportunidad histórica de reconvertir el escenario local reordenando las prioridades: ayudando a quienes más lo necesitan; fomentando la producción local, generalmente elaborada por pequeños y medianos productores, al igual que por PyMEs; revitalizar las economías regionales; mejorar los sistemas públicos educativo, sanitario, de viviendas, de telecomunicaciones, entre muchos otros rubros. Todo ello se puede hacer con el dinero que hay que exigir no pagar ni al FMI, ni a los acreedores privados[9]. Al menos no en su totalidad.

Ahora bien, todo lo hecho por el mandatario norteamericano Donald Trump va en sentido contrario. Una de las medidas más recientes es la que el director de investigación del Proyecto de Libertades Económicas de América, Matt Stoller, señala como un golpe corporativo: “ahora (Wall Street) tendrá de 4 a 6 billones de dólares de crédito a bajo costo garantizado por el gobierno para ir de compras a las empresas en problemas”. Cualquier similitud con el rescate de Obama a las grandes corporaciones en 2008 no es mera coincidencia, se repite el precepto de que “los peces grandes se comen a los pequeños”[10].

El mundo que vendrá post pandemia seguramente no será el mismo y Argentina tiene la posibilidad material y humana para ser un ejemplo a imitar por el resto del continente y el mundo, que pretenda priorizar la vida por sobre las ganancias de las multinacionales y de ese 1% que domina todo a nuestro alrededor. La respuesta ante el COVID-19 de países como Cuba, Venezuela o China, están dando la pauta de que el camino no es el libre mercado, sino economías planificadas, pueblos solidarios y otro tipo de prioridades. Argentina tiene las condiciones para sumarse a ese grupo de países; hace falta la decisión política y el respaldo popular para hacerlo.


* Periodista, conductor de Marcha de Gigantes (Radio UNLP - AM 1390), productor de Columna Vertebral (Radio Estación Sur - FM 91.7), columnista La Marea (Radio Futura – FM 90.5) y Mirada Crítica (Realpolitik), responsable de la sección Sindical de Revista Trinchera y colaborador de Agencia Timón.

Fuentes en línea:
[1] https://www.alainet.org/es/articulo/205355
[2] https://www.alainet.org/es/articulo/205327
[3] https://www.alainet.org/es/articulo/205496
[4] https://medium.com/@misionverdad2012/notas-en-tiempo-real-de-la-pandemia-financiera-global-a70feefe6622
[5] https://www.voltairenet.org/article209536.html
[6] http://www.motoreconomico.com.ar/Coronavirus/slavoj-zizekel-covid-19-es-un-golpe-de-kill-bill-al-capitalismo
[7] https://www.alainet.org/es/articulo/205465
[8] https://www.alainet.org/es/articulo/205485
[9] https://www.celag.org/la-hora-de-la-condonacion-de-la-deuda-para-america-latina/
[10] https://medium.com/@misionverdad2012/notas-en-tiempo-real-de-la-pandemia-financiera-global-a70feefe6622

La teoría del caos: “el efecto mariposa” y el covid-19

La teoría del caos: “el efecto mariposa” y el covid-19

TIEMPO DE LECTURA: 5 min.

Por Pablo Berrozpe*

La teoría del caos fue desarrollada por el meteorólogo Estadounidense Edward Lorenz en los años 70 ́ y establece que pequeños cambios iniciales en variables que inciden en un sistema dinámico complejo NO lineal (como lo son la epidemiología de enfermedades), son factibles de establecer cambios sustanciales en los resultados finales de los sucesos, los cuales son impredecibles ya que dependen de la variación de los factores en la medida que se desarrollan.

Aunque la teoría es reciente un antiguo proverbio chino ya hablaba de que “El leve aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo”; este pensamiento hacía alusión al poder que tienen sucesos imprevistos para generar cambios en las variables que gobiernan los acontecimientos.

El Covid-19 es una enfermedad respiratoria aguda severa causada por un virus, que está conformado por una macromolécula de ARN microscópica cubierta por una membrana proteo-lipídica. Las células blanco de este virus se encuentran en el sistema respiratorio humano y son las encargadas de la respuesta inmune. El virus ingresa al sistema respiratorio, se acopla a las células y es “engullido”. Una vez dentro se hace de la maquinaria de replicación celular para reproducirse. El proceso finaliza con la muerte celular de la célula hospedadora, debilitando el sistema inmune, y la población del virus incrementada exponencialmente con factibilidad de transmitirse a nuevos hospedadores a través de un mecanismo efectivo como lo son las excreciones del sistema respiratorio.

Si bien Covid-19 tiene una tasa de letalidad relativamente baja (3% a nivel mundial) y en alrededor del 80% de los casos la infección cursa de manera asintomática, del 20% que sí presenta síntomas, solo 1 de cada 5 requiere hospitalización. Lo que hace que esta enfermedad sea una amenaza para la población humana es: a) su fácil y efectivo método de propagación en aglomerados, b) que las personas asintomáticas son transmisoras del virus, c) que el periodo de incubación varía entre 1 y 14 días -en general se sitúan en torno a los 5 días (OMS)- permitiendo la circulación de infectados propagando el virus.

Los factores señalados vuelven a la enfermedad capaz de hacer colapsar los sistemas sanitarios, ya que su transmisión es con una alta tasa efectiva en un lapso corto de tiempo. Por ello a la pérdida de vidas de la población en riesgo, se suman consecuencias sociales y económicas, producidas por el colapso.

El aislamiento social obligatorio ha surgido como uno de los cambios iniciales a una de las variables que influyen en la epidemiología de la transmisión del virus causal del Covid-19 (“el contacto social”) para transformar el resultado final del suceso. El mismo busca contener la propagación del virus de manera de detener la curva ascendente de contagios para que se den en un tiempo y espacio absorbibles por el sistema sanitario.

Aquellos países que lo han adoptado en las fases iniciales no solo han logrado la atención médica de los infectados, sino que además han logrado bajar la letalidad al 1%. Ejemplo empírico de ello es la progresión de la transmisión de la enfermedad en China y Corea del Sur. Por el contrario, países como Estados Unidos, Italia, España y Brasil que han definido no introducir cambios iniciales en la variable “contacto social” muestran una progresión de la enfermedad con tasas de infección que están llevando al borde del colapso el sistema sanitario con perjuicios económicos y sociales más severos. No solo se pone en riesgo el derecho al acceso a la salud de la población, sino que además la tasa de letalidad observada es de hasta 8 veces más que la registrada en China y Corea del Sur.

Si bien no se ha llegado al final de la pandemia y no se puede hablar del efecto final sobre la inserción de la modificación de la variable “contacto social”, los resultados parciales indicarían “éxito” en términos de salud pública.

Para evaluar la situación Argentina, no hay que perder de vista los efectos introducidos en las variables económicas y sociales entre 2016 y 2019. En aquel entonces, se instrumentó un desfinanciamiento del Estado con un fuerte endeudamiento con el sistema financiero internacional y una política económica basada en la desregulación del mercado, que permitió acumulación de grandes ganancias en pocas manos en detrimento del entramado social-productivo nacional, con graves consecuencias para millones de familias que quedaron sumergidas bajo la línea de pobreza. El sistema sanitario nacional, no estuvo exento al desfinanciamiento y abandono y ya enfrentaba el gravísimo problema de las enfermedades transmitidas por vectores como el dengue y la reaparición del sarampión. Ahora debe hacer frente al ingreso del virus al comienzo de una estación favorable para su propagación, y la de otras enfermedades como la denominada Gripe.

El primer caso de Covid-19 en nuestro país se confirmó el 3 de marzo. La muestra era proveniente de un paciente con antecedentes de haber regresado de zonas con transmisión autóctona comunitaria. 10 días después se registraban 34 casos y dos muertes a causa de la enfermedad. Rápidamente el Poder Ejecutivo Nacional decidió decretar la emergencia sanitaria e instrumentó una serie de medidas tendientes a reducir el contacto social concretando el 20 de marzo el aislamiento social preventivo y obligatorio. Al 29 de marzo los casos confirmados ascienden a 820 y la tasa de letalidad es del 2,4%, es decir, similar a lo observado en países donde se decidió introducir tempranamente el efecto sobre la variable “contacto social”.

A los rápidos reflejos en la política sanitaria, el gobierno nacional, siendo consciente de la situación económica en la que se encuentran millones de familias argentinas, introdujo el efecto de una “política económica con sentido social”, insertando recursos en los sectores más vulnerables de manera de minimizar los efectos del “parate” y estableciendo un paquete de medidas que busca alivianar la presión sobre los bolsillos de las clases populares y medias argentinas. Sumando el efecto de las variables “solidaridad” y “responsabilidad de los ciudadanos” a la hora de cumplir con las directrices emanadas por la autoridad sanitaria, se podrá evaluar el grado de “éxito” de los cambios iniciales introducidos en las variables epidemiológicas frente al Covid-19.

En Argentina el Estado se ha puesto a disposición de la población cumpliendo con su rol de garante de derechos, tomando decisiones sanitarias que han demostrado efectividad para bajar la tasa de infección y conteniendo a los sectores sociales más vulnerables. Ello abre la esperanza para que pronto se reactive la actividad. Como lo establece el proverbio chino, anticipo ancestral de la teoría del caos, esta macromolécula microscópica incide e incidirá en la política económica mundial, en el mundo del trabajo y en las relaciones sociales.

Queda el interrogante de si esta crisis será la oportunidad para constituir un nuevo estado fundado en la justicia social, con acceso igualitario a los alimentos, el techo y la salud, compatible con un desarrollo sustentable y el ambiente natural.


* Biólogo Dr. en Ciencias Naturales. 
En la cortada más mistonga.  Los escasos cruces del tango y el nacionalismo (Parte II)

En la cortada más mistonga. Los escasos cruces del tango y el nacionalismo (Parte II)

TIEMPO DE LECTURA: 6 min.

Por Gabriel Kudric*

En el artículo anterior vimos algunos ejemplos de tangos comprometidos con las luchas obreras y sociales en general, pero llegábamos a la conclusión de que el tango no se ha encargado de la política, más bien ha sido la épica de mujeres y hombres aislados frente al avance de la urbanización.

Recordamos que esta serie de artículos no es más que un acercamiento exploratorio a la relación entre el tango y los temas del nacionalismo. Por otro lado, en una simplificación injusta pero necesaria, decimos “tango” para hablar de ritmos que eran abarcados por los intérpretes de la música porteña como milonga, vals e incluso, en el principio del siglo XX, estilo, cielo y los importados shimmy, foxtrot y charleston. En el artículo de hoy, el tango hace una pirueta importante para abrazar por primera vez temas caros al nacionalismo. Y lo hace de la mano del “negro” Maciel, músico y compositor afroargentino.

Blomberg, Maciel y Corsini y el Ciclo Federal

En el año 1929 hace aparición el vals “La pulpera de Santa Lucía”, con letra de Blomberg, música de Maciel y la interpretación de Ignacio Corsini. Un año antes se había publicado el tango “La Mazorquera de Monserrat”, pero es este vals, por su impacto en el público, el que da origen a lo que llamamos “ciclo federal”. Recordemos que, si bien su estilo no resistió tan bien el paso del tiempo como el de Gardel (cuya muerte trágica lo elevó al carácter de mito, ícono cultural y referencia de la porteñidad), en su momento Ignacio Corsini brillaba en el firmamento tanguero con la misma o mayor intensidad que la del Zorzal Criollo. El trío que brillaba en el cartel era Gardel, Corsini y Magaldi.
Permítasenos un breve apunte biográfico de los implicados:

Héctor Pedro Blomberg (Buenos Aires, 18 de marzo 1889 – 3 de abril de 1955) nació en una familia acomodada de Buenos Aires en 1889, hijo de una sobrina del mariscal paraguayo Solano Lopez. Desde joven sintió inclinación hacia las letras, siendo periodista, comediógrafo, poeta y (su faceta más conocida) letrista.

Enrique Maciel (13 de julio de 1897 – 24 de enero de 1962) era un músico afroargentino, heredero de la tradición afroporteña y gran compositor y ejecutante. En el inicio de su carrera tocó y compuso para Rosita Quiroga, una de las principales estrellas de la época, quien además fue productora y gran impulsora de artistas. Con Blomberg compuso nada menos que 36 piezas, aunque también supo trabajar con otros grandes poetas como Celedonio Flores, Cadícamo, Tito Sobral y otros.

Ignacio Corsini (Troina, Catania, Sicilia; 13 de febrero de 1891 – 26 de julio de 1967) nació en Italia, de donde vino a temprana edad. Conoció al payador Betinotti a principios de siglo XX (a quien Homero Manzi recuerda en su milonga Bettinotti, que interpretará Corsini y en su película El último payador, de 1950). Se dedicó al canto y la actuación, llegando a disfrutar de gran popularidad. Llegó a dirigir a Gardel en sus cortos con Ada Falcón.

El cancionero federal que interpretó Corsini representa la aparición, en la música masiva de la época, de los temas del nacionalismo. Aquí cabe preguntarse si aparecen en clave revisionista, que es en el final de los años 20 y principios de los 30, un movimiento ya establecido. Lo cierto es que no. Los autores fueron muy cuidadosos de no dejar traslucir su posición con respecto al período de Rosas, que era el que retrataban las canciones. El ciclo se compone de ocho canciones, de las que sólo una era un tango. Las obras eran: La china de la Mazorca; Los jazmines de San Ignacio; La canción de Amalia; La pulpera de Santa Lucía; La mazorquera de Monserrat; La guitarrera de San Nicolás; Tirana unitaria y La bordadora de San Telmo.

La Pulpera de Santa Lucía:
Era rubia y sus ojos celestes
reflejaban la gloria del día
y cantaba como una calandria
la pulpera de Santa Lucía.
Era flor de la vieja parroquia.
¿Quién fue el gaucho que no la quería?
Los soldados de cuatro cuarteles
suspiraban en la pulpería.
Le cantó el payador mazorquero
con un dulce gemir de vihuelas
en la reja que olía a jazmines,
en el patio que olía a diamelas.
“Con el alma te quiero, pulpera,
y algún día tendrás que ser mía,
mientras llenan las noches del barrio
las guitarras de Santa Lucía”.
La llevó un payador de Lavalle
cuando el año cuarenta moría;
ya no alumbran sus ojos celestes
la parroquia de Santa Lucía.
No volvieron los trompas de Rosas
a cantarle vidalas y cielos.
En la reja de la pulpería
los jazmines lloraban de celos.
Y volvió el payador mazorquero
a cantar en el patio vacío
la doliente y postrer serenata
que llevábase el viento del río:
¿Dónde estás con tus ojos celestes,
oh pulpera que no fuiste mía?”
¡Cómo lloran por ti las guitarras,
las guitarras de Santa Lucía!

Los héroes y heroínas del ciclo federal eran penantes de amor de uno y otro bando, retratados sin enemistad y sin prejuicios. Tal vez ese retrato de amantes rosistas sin caricaturizaciones sea el homenaje posible a una época desde otra, en la que todo el aparato de la “intelligentzia” había vetado cualquier discusión. Tal vez era lo viable en un género masivo a la hora de tratar temas que desde todas las instituciones eran tabú. Tal vez Maciel logrará colar parte de la memoria de su pueblo, elevado durante el rosismo con su componente popular y tan maltratado por quienes vinieron después. Por eso creemos que la referencia al candombe (y la imitación de los cantos negros) en La China de la Mazorca no son casualidad, sino una reivindicación de sus raíces por parte de Maciel.

Viva Rosas, vida santa,
Cantaban de corazón
Y en los barrios los candombes
Repetían la canción.
(…)
Al frente de una partida
Se la veía pasar
Y en la esquina de la patria
Se escuchaba este cantar.

Es necesario mirar el entorno y el estadío de la historiografía argentina, férreamente dominada por el mitrismo. En 1888, Adolfo Saldías publicaba su “Historia de la Confederación Argentina”, en la que intentaba aportar una mirada liberal honesta sobre el período rosista. El libro le valió el repudio de Bartolomé Mitre y el autor cayó en el ostracismo. Fué la primera de varias “erupciones” de pensamiento crítico que comenzaron a tomar forma. No fue apologética, sólo pretendió ser ecuánime. Con el tiempo aparecerían las apologías de Rosas, y esa sería la ruptura del dique que la obra de Saldías había comenzado a agrietar. En 1922, sólo siete años antes de la grabación de Corsini, aparece “Juan Manuel de Rosas. Su historia, su vida, su drama”, de Carlos Ibarguren. Este libro es una reivindicación del gobierno de Rosas y no puede ser ocultado. A diferencia del de Saldías, el trabajo de Ibarguren es discutido en la academia, rompiendo el cerco. Sólo siete años separan la aparición de este libro en el ámbito académico de la grabación de las canciones del ciclo federal de Corsini. ¿Casualidad?

Vamos a dejar esta vez al tango abrazado a la historiografía nacionalista, pero con el último fotograma fundiendo a negro sobre una inquietante mirada de seducción hacia las ideas del golpe de estado. El próximo capítulo no será uno de los mejores episodios de esta relación…


* Periodista, conductor del programa Columna Vertebral, columnista del programa Caídas del Catre (ambos en Radio Estación Sur - FM 91.7) redactor de Revista Trinchera y colaborador de Agencia Timón.
Violencia institucional en tiempos de cuarentena

Violencia institucional en tiempos de cuarentena

TIEMPO DE LECTURA: 4 min.

Por Juan Martín Palermo*

Golpes brutales, amenazas, humillaciones y hasta balas de goma utilizadas con la excusa de controlar que la población se quede en sus casas. El hecho de que las personas estén obligadas a permanecer en sus hogares por decreto nacional y que se permita circular para satisfacer necesidades básicas de alimentación, previsión y trabajo, significa para algunos sectores un esfuerzo aún mayor y de supervivencia: tienen que salir muchas veces, por ejemplo, en busca de agua potable.

A pocos días del 44° aniversario del golpe cívico-militar en Argentina, se han conocido innumerables casos donde las fuerzas de seguridad, principalmente en Capital Federal y el Gran Buenos Aires, han ejercido abusos de autoridad aprovechándose del control exhaustivo que deben realizar para que la mayor cantidad de personas cumplan con el aislamiento social, preventivo y obligatorio.

En los barrios populares, la situación es un tanto más complicada. La policía penetra las calles, golpea a las personas que circulan, demora a quienes van a buscar comida al comedor del barrio, cuando es esta la única posibilidad de poder comer, entre otras situaciones de esta naturaleza.

En este marco, el pasado 23 de marzo en el barrio Altos de San Lorenzo de La Plata, un joven fue detenido por policías de la Comisaría 8va del municipio cuando se encontraba sentado en la puerta de su casa. Golpearon a él y a su familia, le dieron con balas de goma y entraron a su casa sin orden de allanamiento. No conformes, le iniciaron una causa por “robo, resistencia a la autoridad y violación del aislamiento”. La familia realizó la denuncia acompañada por organizaciones de Derechos Humanos.

Otro caso que tomó relevancia, fue el ocurrido en la Villa 1-11-14 del barrio porteño de Flores. Tres gendarmes hicieron “bailar” a dos jóvenes haciéndolos caminar en cuclillas y con las manos en la cabeza por varios metros. Los efectivos fueron identificados y apartados de sus cargos.

El 23 de marzo pasado en Villa Lugano, un menor de edad fue brutalmente golpeado por efectivos policiales que le dejaron moretones en todo el cuerpo, y al momento de encontrarse con su madre, los policías le dijeron que si volvía a salir “le iban a pegar un tiro en la pierna”. La madre del menor en un testimonio desgarrador, sostuvo que “la dictadura sigue existiendo”. “Si me cagaron a piñas al pibe las cosas no cambiaron”.

Estos son sólo algunos hechos de los que se conocen, pero no ocurren de manera aislada en nuestro país. Existen sectores que son más golpeados frente a las decisiones gubernamentales, desde las económicas, pasando por las securitarias, las sociales, llegando a las educativas y las sanitarias. Durante el gobierno de Mauricio Macri hubo una especie de “luz verde” a las fuerzas de seguridad para actuar abusivamente sobre las clases populares.

Ahora tenemos a un Alberto Fernández, que se suma a las filas de  lucha por la memoria, la verdad y la justicia, que controla más de cerca a los efectivos policiales, y que defiende los intereses nacionales y populares. En contexto de cuarentena obligatoria, las fuerzas de seguridad cuentan con el aval del gobierno para realizar controles para que se cumpla la misma. Así debe ser, pero esta cuota de poder que se les ha otorgado, se traduce muchas veces en excesos que cometen, en los que las personas son golpeadas y humilladas. Las fuerzas represivas deben tener un control estricto sobre cómo realizan sus operativos, impidiendo así la violación de los Derechos Humanos. Queda en manos del gobierno y del Ministerio de Seguridad, ser igual de rigurosos con los efectivos policiales, como lo son para controlar que las personas estén en sus casas, para que estos hechos no vuelvan a ocurrir. La cartera que conduce Sabina Frederic ya tomó notas sobre el asunto y publicó un tuit en el que informa que “la línea 134 recibe denuncias tanto por incumplimiento de la cuarentena obligatoria como por hechos de violencia institucional” y además agrega que “denunciar cualquier abuso de (y en) las fuerzas policiales y de Seguridad, también es cuidarnos entre todos y todas”.

El Estado se encuentra presente para prevenir este tipo de casos, pero hay que controlar de cerca el accionar de la policía ya que cuando se les da poder para ejercer control sobre la ciudadanía, se cometen excesos. Esta violencia es aplicada como siempre a los sectores populares que son los más perjudicados en este sentido. Se encuentran expuestos al accionar policial y amenazados por los mismos que si los denuncian les van a iniciar causas en su contra. Queda en manos de nosotres también, si vemos o conocemos alguna situación de violencia policial, hacer la denuncia correspondiente a la línea 134 para que las autoridades estén notificadas de este problema. Que este contexto no sea la excusa perfecta para que la policía reprima con más dureza.


* Estudiante de Licenciatura en Comunicación Social con orientación en periodismo en UNLP, redactor en Revista Trinchera
Cuba: la pequeña isla que pudo

Cuba: la pequeña isla que pudo

TIEMPO DE LECTURA: 5 min.

Por Ignacio Vernazza*

“La pequeña locomotora que pudo” (“The little engine that could”) es un cuento infantil, de origen estadounidense, que relata sobre una locomotora que logró arrastrar una gran cantidad de vagones por una montaña, porque mientras subía, se repetía a sí misma “yo creo que puedo”. Como toda historia para niñxs, hay una moraleja: los logros se dan por el esfuerzo propio y no cuentes con la solidaridad de otrxs para lograr tus objetivos. Es entendible la expansión de este cuento en la sociedad meritocrática estadunidense y es entendible que se use como ironía para hablar de Cuba, no solo por la base de solidaridad de la sociedad cubana, sino porque la locomotora de la historia era la más pequeña y débil y nadie creía que lo pudiera hacer. ¿Cuantxs preveían que la pequeña isla iba a estar en las primeras líneas de enfrentamiento a una crisis sanitaria mundial?

Lo primero que debemos señalar, si no ha sido suficientemente señalado aún, es la fortaleza y calidad del sistema médico cubano. Luego del triunfo de la Revolución, uno de los puntos principales sobre el que se actuó fue la salud pública. No es de extrañar: uno de los principales comandantes era un médico que, viajando por toda latinoamérica, conoció de primera mano las desigualdades en el acceso a un derecho básico como es la salud.

La principal política fue la creación de un Sistema Nacional de Salud Único que resolvió dos de las principales problemáticas inmediatas: el limitado acceso de la población a centros de salud y el centralismo de los mismos (antes de 1958 el 60% de los doctores y 80% de las camas de los hospitales estaban en La Habana). Esta unificación de todos los estamentos sanitarios bajo la esfera estatal permitió la confección de una planificación extendida en el tiempo, que brindó al sistema de salud cubano una de sus características diferenciales: la visión preventiva y comunitaria de la salud. La comunidad está inmersa de primera mano en las tareas de saneamiento y educación sanitaria y los programas se enfocan desde una perspectiva de prevención, que no solo reduce las posibilidades de contagio de enfermedades y descomprime los centros de salud de complejidad, sino que va en contra de la lógica mercantilista que especula con la venta de medicamentos y el cobro de la hospitalización y tratamientos.

Otro de los puntos centrales de Cuba, y que motiva el debate en esta nota, es que el país cuenta con un fuerte estructura de formación de profesionales. Para el 2008, Cuba batió un récord al formar más de 200.000 profesionales tanto nacionales como extranjeros. Y frente a un momento de crisis sanitaria mundial, con un virus que deja a las claras las deficiencias de los gobiernos neoliberales para dar respuesta a las problemáticas de salud, la pequeña isla organiza brigadas de profesionales para asistir no solo a países que cuentan con estructuras sanitarias débiles por su “tercermundismo”, sino también a países del “primer mundo”. Ahora que la posibilidad de asistencia se considera en la Argentina, se ha llegado a masificar un hastag como #NoALosMedicosCubanos a manos de, por ejemplo, la polémica ex titular de la Oficina Anticorrupción, Laura Alonso. Más allá de la simple y contundente respuesta de Axel Kicillof – “No voy a polemizar, estamos trabajando”- creo que podemos aportar, además de lo ya escrito, algunos otros puntos importantes.

Primero, esta no es la primer misión sanitaria de Cuba. El país ya ha brindado asistencia en distintas naciones de África, Oceanía y Latinoamérica y en distintas catástrofes. Desde el 2005 sostiene (junto a Venezuela) la Misión Milagro que garantiza el acceso de distintas poblaciones a tratamientos oculares. Que quiero señalar con esto, que las brigadas enviadas a partir del COVID-19 no son parte de una “estrategia ventajosa” de Cuba o sus “aliados conspirativos” como China o Rusia o vaya uno a saber quien, son parte de una política diplomática consolidada.

El segundo punto ha sido el de la especulación económica: Cuba se aprovecha económicamente de una catástrofe. Y aquí hay que diferenciar dos cosas: por un lado, que no es ilógico pensar una retribución económica que paga el trabajo de lxs medicxs y sustenta la inversión en formación e investigación; por otro lado, quienes ponen el acento en que esto es una “exportación” cubana, creo manifiestan un trasfondo de indignación porque un país “periférico” “exporta” (o aporta al sistema mundo) profesionales y no materias primas y lo hace valer como tal (no como ha sucedido, por ejemplo, en momentos neoliberales de nuestro país donde nuestros profesionales de probada calificación se formaban por la inversión pública pero luego debían migrar para ser contemplados en el mercado laboral).

El tercer punto no merece mayor mención que la tontería de buscar la excusa burocrática de si los títulos cubanos están validados o no, como si eso diera por tierra la conocida calidad en el tratamiento de enfermedades complejas como las oncológicas o el abordaje de problemáticas sanitarias como la desnutrición infantil.

Como cuarto punto está la visión de los profesionales cubanos como “espías” u “oficiales” de algún sistema supersecreto, retrotrayendo la discusión geopolítica a los momentos de la guerra fría en donde los bloques se la rebuscaban para ingresar agentes, que se señalan ahora por parte de la pequeña isla pero que se pasan por alto cuando se mencionan para otros países. Como se subestima a Cuba en su capacidad médica, se la sobreestima en su influencia geopolítica o militar.

Por último, como quinto punto, vale mencionar la siguientes preguntas: ¿Quiénes van, entonces, a enviar a los países con deficiencias sanitarias la ayuda necesaria? ¿Lo van a hacer aquellas potencias cuyos sistemas de salud no dan a basto dado el continuo desprecio a la salud pública? ¿Quienes, entonces, colaborarán con la solución a la pandemia? ¿Aquellos que aportan diplomáticamente su solidaridad o aquellos que ahogan a países con bloqueos que llegan incluso a los insumos médicos?

Con esto queda a las claras el mayor “miedo” que genera las brigadas cubanas bajo este peligro de la “propaganda”: ponen en evidencia que los sistemas neoliberales dejan expuestos a los pueblos a su suerte y que hay alternativas que, por decisiones políticas que priman otros valores, consideran a la salud como un derecho y no como una mercancía. Cuba es un ejemplo de cómo con solidaridad y comunitarismo, fue la pequeña isla que pudo.


* Estudiante de Antropología (FCNyM) y Consejero Superior de la UNLP por el claustro estudiantil

Fuentes:
– Ministerio de Salud Pública de Cuba. https://salud.msp.gob.cu/
– Desarrollo histórico de la salud pública en Cuba. Gregorio Delgado García. En: Revista Cubana Salud Pública v.24 n.2 Ciudad de La Habana jul.-dic. 1998.
– Sistema de salud de Cuba. Emma Domínguez-Alonso; Eduardo Zacea. En: Salud pública México vol.53  supl.2 Cuernavaca ene. 2011.
– EEUU. presiona a otros países para que rechacen asistencia médica de Cuba. En: http://www.juventudrebelde.cu/internacionales/2020-03-25/ee-uu-presiona-a-otros-paises-para-que-rechacen-asistencia-medica-de-cuba
– Cinismos y Bloqueos. En: http://www.cubadebate.cu/opinion/2020/03/25/cinismos-y-bloqueos/

La revolución no sabe de colores

La revolución no sabe de colores

TIEMPO DE LECTURA: 4 min.

Por Felipe Bertola*

A Dante Guede se lo conocía por muchas cosas. Sus cercanos lo recuerdan por ser un gran soldador, charlatán, cariñoso, emprendedor, fanático de Racing, pero por sobre todas las cosas, se lo recuerda por esa mirada decidida hacia el futuro. Sus cercanos dicen que en sus ojos verdes se podía notar el fuego y la convicción.

Dante Guede nació el 10 de noviembre de 1929, en plena crisis mundial, en una casita del joven conurbano bonaerense, en Wilde. Gracias a su tío, en su juventud adoptó los colores de la Acadé para siempre. Transcurrió su vida de acá para allá, y por cada lugar que pasaba, cosechaba amistades. Fue en Mendoza que conoció a  Carmen Ramiro “Tota”, su compañera para el resto de sus días y madre de sus tres hijos: Héctor, Mónica y Ulises. Luego de estar un tiempo en la provincia cuyana, Dante y Carmen se mudaron nuevamente a Buenos Aires, para arrancar de cero en Bernal.

Allí en Bernal nacieron sus hijos y quizás el primer calvario para Dante. Héctor su hijo mayor, rompió el legado familiar y ya de chico se fue sintiendo cautivado por el color rojo y por la primera obtención de la Copa Libertadores de Independiente. Del 64 en adelante el living de Los Guede se convirtió en un campo de batalla: el pequeño Héctor, vitoreaba ser el primer argentino campeón de América, mientras Dante, se adjudicaba ser el primer Grande del país. Luego de dos copas ganadas por Independiente, para 1966 (bajo la dictadura de Onganía), Dante comenzó a adjudicarse también ser el primer equipo argentino campeón intercontinental. Para resolver tantas cargadas de padre a hijo y de hijo a padre, “Tota” resolvió dividir el living, mitad de Racing y mitad de Independiente: los banderines y las consignas colgaban intercaladas.

Dante formó parte de La Sociedad de Fomento Villa Urquizú, en la cual por ejemplo, resolvieron por su cuenta, la colocación de adoquines en la calle principal del barrio, para poder transitar tranquilos los días de lluvia. La gente del Club lo recuerda con mucho cariño. También por esos años trabajó en el Parque Pereyra Iraola, en la construcción de la segunda torre de IAR (Instituto Argentino Radiofónico), en conjunto con el CONICET, que en ese momento dependía de la Provincia de Buenos Aires. De lunes a viernes soldaba en el Pereyra y muchas veces aprovechaba para llevar a su hijo Héctor y enseñarle el oficio.

 A principios de los 70 Dante comenzó a familiarizarse con el discurso del PRT-ERP, para luego formar parte de sus filas. En 1973 con la cercana elección de Héctor Cámpora, el PRT-ERP se rompió: por un lado, la fracción roja, que plantearía el acercamiento a los sectores del peronismo de izquierda, para apoyar la candidatura de Cámpora y así llegar al socialismo; y por otro lado, la fracción dirigida por Mario Roberto Santucho y su línea revolucionaria marxista, el ERP 22 de Agosto. Dante seguirá esta línea.

Para 1975, con Perón muerto y las AAA asesinando militantes, Héctor se muda a La Plata para estudiar Ingeniería electrónica, posiblemente influenciado por su paso por el IAR y los conocimientos de su padre. En su nueva ciudad, también se suma a militar en el ERP 22 de Agosto.

Ya en dictadura, Héctor se vio obligado a dejar su carrera junto a su compañera Viviana de Angelis.  Viviana fue secuestrada y desaparecida de su domicilio de Santos Lugares, provincia de Buenos Aires, el 3 de octubre de 1976 con un embarazo de uno a dos meses a cuestas, aunque no muches tenían esa información.

Apenas cuatro días después, un grupo de tareas secuestró a Dante y a Héctor, padre e hijo, pero también compañeros en el ERP 22 de agosto; estaban juntos en la esquina de Las Flores y Mitre, en pleno centro de Wilde. Tanto la “Tota”, como los Guede que quedaron vivos, comenzaron la búsqueda de su padre y su hermano; volviéndose luchadores incansables.

Años después el Equipo de Antropología Forense encontró el cuerpo de Dante, enterrado como “NN” en el Cementerio de Avellanada. Hasta el día de hoy nada se sabe de Héctor, ni de Viviana y su hijo.

Dante y Héctor se desvivían por Racing e Independiente, la pasión les corría por las venas y a la hora de cualquier partido se volvían irreconocibles. El living familiar siempre fue territorio de disputa, pero bajo la senda de Cuba y El Che, llegó la decisión conjunta de un mundo mejor,  para acercar hasta la muerte a un padre y a un hijo y dejar más claro que nunca, que la revolución no sabe de colores.

La mayor parte de la información contenida en esta nota fue sacada del libro de Julián Scher “Los desaparecidos de Racing”.


* Periodista, columnista del programa No Se Mancha (Radio Estación Sur - FM 91.7) y de Hijos de 30.000 (Radio UNLP - FM 107.5), redactor de Revista Trinchera y colaborador de Agencia Timón.
Sobre Virus, Pandemias y Guerra Biológica

Sobre Virus, Pandemias y Guerra Biológica

TIEMPO DE LECTURA: 9 min.

Por Pablo Jofré Leal*

La pandemia del Covid-19 además de los hechos de contagio, muertes, afectación de la salud de millones de seres humanos y la crisis económica que ha traído consigo, posee un componente relacionado con la posible utilización de este virus, como un agente biológico en el plano del bioterrorismo.

¿Es el Covid-19 un agente biológico creado en un laboratorio y cuya expansión ha generado la peor pandemia vivida por la humanidad desde la gripe española hace un siglo atrás? Una pregunta, que trataremos de responder teniendo en claro que la prioridad es, primero que todo, combatir la expansión de este virus, enfrentarlo con todos los medios humanos y técnicos que los países posean. Un escenario donde la solidaridad internacional se disponga al margen de cualquier intento de seguir hegemonizando el mundo, como suele suceder con aquellas potencias enfrascadas en líneas de acción absolutamente condenables, como seguir sancionando, bloqueando e incluso impediendo el suministro de fondos, fármacos e instrumentos médicos y tecnológicos destinados a luchar contra la pandemia, como ha sido el caso del gobierno estadounidense y su contumacia criminal contra Irán, Venezuela y Cuba, principalmente.

Es un análisis necesario, pues la transparencia debe ser un imperativo frente a los rumores, acusaciones de teorías conspirativas, supuestas guerras entre potencias por el dominio político y económico del mundo y dardos cruzados en torno a que existirían laboratorios donde se generaron mutaciones de coronavirus, que dieron por resultado este Covid-19, que ha resultado mortal en materia de vidas humanas y desastroso en materia social y económica. Hay tristeza y dolor frente a las miles de muertes, en China, Italia, Estados Unidos, España, Alemania, Irán, Francia, Suiza, Corea del Sur, Reino Unido (que reúnen el 80% de los 23 mil fallecidos y 500 mil contagiados, hasta el cierre de esta edición) y el resto de los países del planeta que ya tiene la presencia del virus en sus territorios.

Una tristeza que se ahonda frente a la certeza de que esta cifra se va a multiplicar y que sólo el combate decidido en cada país podrá destruir, con responsabilidad social, fortalecimiento de los servicios públicos sanitarios y la cooperación internacional (con brigadas médicas, enviadas por Rusia, China y Cuba) que se ha dirigido a los países más afectados. Resulta admirable que países pequeños, que son sometidos a intensas presiones por parte del gobierno de Estados Unidos, como es el caso de Cuba, en función de una historia basada en el internacionalismo y la cooperación internacional, envíen brigadas de profesionales de la salud a miles de kilómetros de distancia.

El Covid – 19 es una pandemia, pues reúne los dos requisitos que la Organización Mundial de Salud (OMS) señala: brote epidémico que afecta a más de un continente y que los casos de cada país ya no sean importados sino provocados por transmisión comunitaria. Los seres humanos tenemos un miedo atávico a enfermarnos, temor que se incrementa cuando una enfermedad se multiplica por miles y solemos desconocer su origen y qué es lo que influye para contaminarnos. Es allí cuando aparecen las teorías respecto al uso de virus u otros patógenos destinado a ser parte de un arsenal militar, sobre todo cuando se comienza a imponer en la lógica del siglo XXI y en las nuevas formas de enfrentamiento de las grandes potencias, lo que se conoce como guerras híbridas (1)

En ese contexto de guerras híbridas, el uso de agentes biológicos es una de las alternativas, transformando así ese contencioso en una guerra biológica, es decir, un conflicto bélico que utiliza toxinas bacterianas o virus capaces de causar infección y/o toxemia. Algunos de estos microorganismos pueden continuar transmitiéndose aún después de haber desaparecido del ambiente donde fueron instalados, mediante contagio persona a persona. Esta idea ha tenido lugar a través de mutuas denuncias entre China y Estados Unidos, donde el país asiático sostiene que el brote surge en Wuhan pero el contagio, probablemente, fue efectuado por un grupo de soldados estadounidenses que participaron de los V Juegos Mundiales Militares celebrados en esa misma ciudad en octubre del año 2019. Pero esas acusaciones ya tendrán su tiempo de ser comprobadas con fundamentos científicos y transparencia.

Un atrayente artículo escrito por profesionales médicos chilenos en octubre del año 2001 -un mes después de los atentados del 11 de septiembre-, señalaba los tipos de microorganismos que podrían ser utilizados en una guerra biológica: “virus como viruela, arenavirus (fiebre hemorrágica), hantavirus, bacterias como Bacillus anthracis (ántrax), Yersina pestis (peste bubónica), Brucella spp, salmonella, Coxiella (fiebre Q), Franciscella tularensis (tularemia) y toxinas como la botulínica y aflatoxina entre otras”. “Estos microorganismos tienen en común que se asocian con una alta letalidad (muchos infectados mueren) y/o una alta morbilidad (se enferman muchas personas por una alta transmisibilidad del agente infeccioso o por una alta potencia de la toxina)”. Del 2001 al 2020 esa idea de letalidad no ha variado, pero incorpora este nuevo patógeno de la familia de los coronavirus.

Estamos atemorizados: las noticias, las elucubraciones, las acusaciones cruzadas, el incremento en el número de muertos causan zozobra. Las muertes por agentes biológicos, con relación a conflictos, no son un hecho novedoso y vienen al recuerdo las técnicas militares usadas por los hititas, que cuatro milenios atrás, mediante la introducción de conejos, cabras u ovejas afectadas de turalemia (bacteria Francisella tularensis) en los campamentos enemigos, generaban una altísima mortandad. Los asirios contaminaban los pozos de agua enemigos con una toxina llamada Ergotamina generando una dolencia denominada “fiebre de San Antonio”. En los escritos homéricos se detalla el uso de veneno de serpientes para ser untada en la punta de las flechas.

En un artículo interesante escrito por Ariel Palezzesi se señala que “durante la Edad Media se pasó de untar flechas con heces a arrojar directamente las heces de las víctimas de la peste bubónica sobre las paredes de los castillos usando catapultas. Y en algunos casos, como durante el asedio de la ciudad de Kaffa, en 1346, directamente se catapultaron los cadáveres de los guerreros muertos de peste, para que contagiaran a los sitiados”. Este mismo artículo afirma que en América del Norte, por ejemplo, la población indígena comenzó a ser diezmada por las enfermedades provenientes del Viejo Mundo, dado que carecían de los anticuerpos necesarios. “Existen al menos dos casos documentados de ataques mediante gérmenes de la viruela, transportados en frazadas ofrecidas como regalos a los nativos. Estos verdaderos “caballos de troya” fueron, tal como quedó registrado por el comandante de la milicia William Trent en 1763, entregados especialmente para transmitir la Viruela a los indígenas”.

Un trabajo realizado por profesionales cubanos (país víctima de innumerables ataques biológicos por parte de Estados Unidos desde el 1959 a la fecha) nos refiere también a hechos históricos donde el uso de los agentes biológicos ha sido parte de prácticas militares. “Durante la Primera Guerra Mundial, los alemanes utilizaron ántrax y muermo para infectar a caballos y mulas del ejército de Estados Unidos y los aliados. En 1931 Japón usó armas químicas y bacteriológicas en su invasión a Manchuria. En la Segunda Guerra Mundial los nipones lanzaron bombas de cristal con pulgas infectadas con la peste con el objetivo de expandir la enfermedad, y de igual manera, formaron el Escuadrón 731 del Ejército Imperial, dedicado a realizar experimentos biológicos en los prisioneros de guerra.

Tanto ayer como hoy, sea tres mil años atrás o en este quinto lustro del siglo XXI, la posibilidad del uso de agentes biológicos para enfrentar los conflictos entre pueblos y/o países, genera un terror inconmensurable. Pero la globalización es aún más alarmante porque los patógenos pueden transmitirse de un lado al otro del mundo en tiempo record. Una persona afectada por el Covid-19 podría haberse contagiado en Madrid, viajado a París posteriormente y luego hecho un viaje transatlántico y aterrizado con su carga vírica en la ciudad de Santiago de Chile. Todo ello en un espacio de tiempo inferior a un día.

Se ha señalado por medios que aunque todavía puede ser demasiado pronto para llegar a una conclusión definitiva, el portal digital Global Research recopiló recientemente una parte de un informe de Larry Romanov, experto en economía de la Universidad de Fudan, que con el título “El coronavirus de China: una evolución impactante. ¿El virus se originó en Estados Unidos?” se pronuncia al respecto. Las autoridades médicas chinas llevaron a cabo investigaciones rápidas y extensas sobre el origen del virus, identificando todas las especies y variantes mutadas mediante la recolección de aproximadamente 2 muestras del nuevo genoma coronario de cinco países diferentes en los cinco continentes. Durante su análisis, concluyeron que los nuevos brotes del coronavirus comenzaron a propagarse nada más que al finalizarse los Juegos Mundiales Militares que se celebraron en Wuhan entre los días 18 y 27 de octubre del año 2019.

Los agentes biológicos pueden ser utilizados, sin duda, como armas propias de acciones bioterroristas, para ocasionar daños al ser humano en contextos de guerra biológica, y pueden ser utilizados en forma secreta, para ocasionar deterioro en la situación económica de los países y la vida social de la Nación agredida. Existen alrededor de 1.200 tipos de agentes biológicos, conocidos también como armas bacteriológicas, que provocan enfermedades y que en un porcentaje importante, conducen a la muerte (en el caso del Covid -19 el porcentaje de letalidad ronda entre el 2 al 4% promedio pero en Italia y España ha alcanzado cifras muy superiores), además de constituirse también en una afectación al conjunto del planeta.

El uso político, económico y militar de agentes biológicos constituye un panorama aterrador con la irrupción del Covid-19, cuyo análisis más fino en materia de conflictos geopolíticos y opiniones científicas, conducen a pensar que pudo haber sido utilizado como un tipo de arma, para generar daño a una población de un país rival, en lo que hemos definido como guerra biológica, constituyéndose en uno de los elementos principales del bioterrorismo, pero con efectos globales no contemplados o que fueron minimizados a la hora de autorizar su uso ¿Eso sucedió en Wuhan?


* Periodista y escritor chileno. Analista internacional, Master en Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense de Madrid. Especialista en temas principalmente de Latinoamérica, Oriente Medio y el Magreb. Es colaborador de varias cadenas de noticias internacionales. Creador de revista digital www.politicaycultura.cl

Cedido por http://www.segundopaso.es

  1. Denominación que da cuenta de una tipología de conflicto que combina medios regulares e irregulares y que da cuenta d ela transformación de los conflictos, que lo mismo expresas batallas de ejércitos regulares, que la lucha irregular, uso de medios de desinformación, guerra cibernética, agentes biológicos o cualquier actividad militar o no militar que se ejerce en un contexto de supuesta ambigüedad “con más o menos ambigüedad en la amplia franja que existe entre la paz y la guerra abierta, pero sin constituir un llamado casus belli. Estos conflictos, según un interesante documento titulado “Guerras Híbridas: cuando el contexto lo es todo” son calificados como característicos del mundo globalizado y entre los que se citan los Balcanes, Chechenia, Afganistán, Irak, Líbano, Sri Lanka, Crimea o Ucrania como casos más significativos, son presentados como novedosos por numerosas razones: por los actores involucrados (Estados interviniendo de manera directa o delegando su actuación a agentes domésticos o proxies, guerrillas, terroristas, redes criminales o contratistas militares privados), los medios utilizados (armas sencillas empleadas de manera novedosa, sistemas sofisticados trasferidos por los Estados, armas pesadas o tecnologías de uso dual disponibles en el mercado), las tácticas empleadas (acciones convencionales limitadas, actos terroristas, insurgencia, ciberoperaciones, maskirovka, ocultación y engaño o propaganda multicanal), los multiplicadores usados (sistemas de posicionamiento, inteligencia de señales (SIGINT), de fuentes abiertas (OSINT) y de redes sociales (SOCMINT), RPA drones, comunicaciones avanzadas o ciberataques) o las fuentes de financiación manejadas (actividades legales y delictivas con estrecha colaboración con el crimen organizado). https://www.ugr.es/~gesi/Guerras-hibridas.pdf
¿Qué sabemos del COVID-19?

¿Qué sabemos del COVID-19?

TIEMPO DE LECTURA: 6 min.

Por Nasim Iusef Venturini*

Hace dos meses no sabíamos nada del coronavirus. Tal vez hubo algún código con registro temporal previo, pero a priori no sabíamos nada. O por lo menos nosotres.

El asunto es que el COVID-19 es de la familia de virus de veloz propagación, alto contagio, baja mortalidad en personas sanas, que pone en peligro a las personas con enfermedades preexistentes y a los grupos de riesgo. Se puede transmitir sin reportar síntomas y eso es lo que lo hace peligroso.

Copó la escena mundial y todos los países entraron en jaque. La libertad occidentalizada se derrumbó, al igual que lo hicieron las bolsas de todo el mundo, que no son más que la expresión de una avaricia descontrolada que es en parte responsable de este rumbo inhumano de esta humanidad.

De fácil transmisibilidad

En países del este Asiático, hubo epidemias con características similares hace pocos años (en la contagiosidad del virus) que permitieron que esos países aprendan a controlar este tipo de epidemias que surgen en pleno siglo XXI y con desarrollos en sistemas de monitoreo epidemiológico jamás alcanzados anteriormente.

Por eso países como Corea del Sur, Taiwán, Japón y China utilizaron todo el aprendizaje previo y la fuerza del Estado para mitigar la propagación de este virus que hoy está mostrando la fragilidad de los sistemas como los conocemos.

Velocidad de la propagación

De repente la interconectividad física y virtual que existe en estos días es muy distinta a la que había tan solo unos años atrás cuando surgieron esas epidemias en oriente que pusieron en vilo a todo el mundo y que pudieron ser mitigadas. No sin dificultades ni muerte, pero sí pudiendo contener y mantener la rectoría de los sistemas de salud para que no desborden y que el pánico no se expanda a la velocidad de un tweet.

Hoy la interconexión a la que accede gran parte de la población mundial nos muestra un show de la realidad, mientras facturan y generan mensajes de odio e intolerancia. Por eso, más allá de la pandemia, hay una infodemia que también se esparce y contagia el miedo en un contexto de incertidumbre global a gran escala.

Queda en evidencia la necesidad de sistemas de salud que puedan contener a las demandas de la sociedad incluso en caso de pandemia. Pero no, eso no se “planifica”. Solo cuando la urgencia corre y nos preocupa que los centros de salud y hospitales no den abasto, es cuando recordamos que los sistemas del sector público (que responden en caso de emergencias por ser empleados del Estado) tienen miles de trabajadores precarizades y en condiciones que podrían haber sido mejoradas previamente si no se percibe a la salud como una variable de ajuste, cosa que se profundizó durante la gestión macrista.

Ciudadaneando la cuarentena

Ante esto, empieza a urgir la necesidad de ejercer la ciudadanía por parte de quienes tenemos los medios y las posibilidades de hacerlo. Respondemos a las recomendaciones del Estado Nacional y su Ministerio de Salud, que tomó la rectoría del sistema para la mitigación de la pandemia y muches nos sentimos orgulloses de ver como se prioriza la salud de las personas y se tratan de tomar medidas para paliar la situación de les más vulnerables, rompiendo con los protocolos y libritos de economía importados, incluso ante un panorama totalmente incierto del futuro.

Hoy, como ciudadanes se nos exige, en el marco de una pandemia global que nos requiere guardades en casa, que podamos dimensionar que nuestro aporte es ese. Este ordenamiento actitudinal por parte del Estado, reflota muchos virus anteriores que tiene nuestra sociedad, como el punitivismo. No faltaron quienes desde la comodidad de sus hogares denunciaron a laburantes que se dirigían a sus trabajos o transeúntes sin rumbo que también están en riesgo en una situación de estas características.

La invitación a la solidaridad y la necesidad de abordar de una forma más empática este tipo de situaciones reflota actitudes muy valiosas que se despliegan desde las entrañas de nuestro pueblo. Los colectivos que siguen trabajando en la total informalidad para brindar alimentos en los comedores comunitarios, aquelles trabajadores que no son convocados a ser aplaudidos a las 21 hs como acto de redención en el contexto de autoencierro que habitamos estos días, también hacen que algunes podamos ciudadanear y respetar la Cuarentena para mitigar el impacto de la pandemia en estas tierras.

¿ Y el sistema de salud?

En un Estado Nación como el nuestro, donde la responsabilidad de la salud de los ciudadanos recae en las provincias (por la Constitución, reformada en el ’94), la rectoría a nivel central que se ejerce desde el Ministerio de Salud de la Nación es realmente importante y más en estos momentos donde se necesita una respuesta unificada en todo el territorio nacional para evitar la propagación de esta pandemia que pone en vilo al mundo como lo conocemos.

Nuestro sistema de salud alimenta lógicas que no serán discutidas en esta nota. Sí se dirá que necesitamos un sistema de salud integrado, en el que se priorice a las personas, se den respuestas ante situaciones de extrema complejidad como la que estamos atravesando y no se dé lugar al enriquecimiento espurio, que muches sabemos que suceden en el campo de la salud.

La velocidad de la información y la difusión de sutiles mensajes de miedo y desesperación por parte de los medios concentrados, son replicados y reinterpretados por muches que, inmersos en esa realidad que generan los mentimedios y sumados a una ideología reaccionaria, reproducen todo el tiempo los mensajes que confunden e infunden el pánico.

La respuesta ante la pandemia

La respuesta política del Gobierno a nivel nacional, requiere la coordinación y comunicación que está llevando a cabo, con el trasfondo de cuidar y proteger a la población, tratando todo el tiempo de mantener la calma y mostrarse activos y atentos en una situación que desborda los sistemas de los países centrales, donde al final vemos que no son tan distintes a nosotres, solo que elles se quedaron con el oro que saquearon de nuestras tierras.

En el medio estamos nosotres y nuestras cotidianidades particulares, que de pronto se vieron condicionadas concretamente por una situación externa que demanda que respondamos al “poder” del Estado y que nos quedemos en nuestras casas (quienes podemos) y empecemos a habitarlas.

Habitarla y habitarnos. Como seres que en medio del desconcierto general seguimos tejiendo redes para que las cosas sucedan. Que de repente nos encontramos en nuestras casas y a cada une le surgirán distintos problemas. Que tendremos tiempo para hacer/disfrutar cosas que creíamos olvidadas o sencillamente ignoradas, como el cuidado de cada une y que eso también cuida al resto.

Ante tanta desesperación, comunicación sincera, de esa que manifiesta qué sentimos, qué vemos en un mundo que se encuentra transmutando de una forma que creíamos que conocíamos a una que desconocemos totalmente.

Es la hora de asumirnos como brutales e ignorantes, y empecemos a observar a nuestro alrededor, a valorar lo próximo, a quienes tenemos al lado. Que esos lados empiecen a tomar otras dimensiones y mientras seguimos sin saber nada de COVID-19, empecemos a saber de nosotres mismes.


* Lic en Economía, integrante del colectivo "Economía a pata", Co-conductor de “Promocionando la Salud” (Radio Futura – FM 90.5), responsable de la sección Economía de Revista Trinchera y colaborador de Agencia Trinchera.
A las pandemias, solidaridad

A las pandemias, solidaridad

TIEMPO DE LECTURA: 6 min.

Por Miranda Cerdá Campano*

La pandemia no solo dejó al descubierto la importancia del rol del Estado para paliar semejante crisis sanitaria, sino que también puso sobre la mesa la ambición sin límites de los poderes hegemónicos y el neoliberalismo salvaje. La destrucción de la naturaleza, violentada a extremos nunca vistos por un capitalismo que hace años parece estar llegando a su fin, deja entrever que sólo la responsabilidad social y la solidaridad pueden salvar al mundo.

¿Qué tiene que ver esto con el deporte? Mucho. A raíz de la epidemia que afecta al país, varios clubes de Primera División pusieron sus instalaciones y médicos a disposición del Ministerio de Salud. Una vez más queda en evidencia el irremplazable rol social que cumplen y por qué hay que seguir defendiéndolos de quienes los ahogan con tarifazos y quieren convertirlos en sociedades anónimas.

En épocas de sometimiento a los grandes grupos económicos, hay que resistir

San Lorenzo y Racing fueron algunos de los que se pusieron al servicio del Estado y el rescate de estas dos instituciones no es casual. Ambos clubes vieron de cerca los intentos privatizadores que quisieron ahogar su rol social, apagar su historia y colonizar la pasión de sus socios en una de las épocas más crueles de nuestro país.

Lo de Racing fue efectivo a pesar de la resistencia de los hinchas. La escalada neoliberal de la década del ‘90 y principios de los 2000 no sólo se llevó puestos a varios clubes de barrio. Racing quebró en 1998 y el 1° de enero de 2001 apareció Fernando Marín con su Blanquiceleste Sociedad Anónima. El objetivo era claro: íntimo amigo de Mauricio Macri, Marín debía demostrar a través del gerenciamiento del club de Avellaneda que las Sociedades Anónimas eran necesarias.

Marín festejó el campeonato de ese año, pero luego vino la caída libre. Durante los casi 7 años que duró el gerenciamiento, miles de hinchas abogaban por la salida de la empresa y se manifestaron en incontables oportunidades en repudio a Marín. Blanquiceleste quebró en 2007 y en julio de 2008 la justicia restituyó a Racing su carácter de asociación civil. El empresario dejó a la Academia sumergida en deudas, sueldos impagos, cheques rebotados e incluso al equipo de fútbol jugando la promoción y al borde del descenso a la segunda categoría.

“De pendejo te sigo, junto a Racing siempre a todos lados
Nos bancamos una quiebra, el descenso y fuimos alquilados
No me olvido ese día que una vieja chiflada decía
que Racing no existía, que tenía que ser liquidado”

A que no saben cómo siguió la carrera de Marín. Luego de la quiebra de Blanquiceleste SA, el hombre de negocios comenzó a trabajar para el Grupo SocMa (Sociedad Macri) y los lazos con quien fuera Presidente de la Nación entre 2015 y 2019 comenzaron a afianzarse. Con Macri en la cabeza del Gobierno nacional, Marín se hizo cargo de Fútbol Para Todos y en abril de 2016 anunció que el fútbol continuaría siendo gratuito durante toda la gestión. Todos saben cómo terminó esa historia. Fue el propio Marín el que llevó a la Casa Rosada la propuesta de entregar los derechos de televisación a Fox y Turner y como si esto fuera poco, también fue la cara detrás de la degradación de la Secretaría de Deportes en Agencia.

El Club Atlético San Lorenzo no fue ajeno a la ola privatizadora, pero la situación del Ciclón fue un tanto más particular: la firma suiza de patrocinio deportivo International Sport and Leisure no vino a quedarse con el club o al menos no desde lo discursivo. En agosto del 2000, la empresa, que pertenecía al fundador de Adidas, le hizo una oferta al entonces presidente de la institución, Fernando Miele, para adquirir la imagen del club por 10 años.

Durante septiembre, octubre y noviembre de ese año, la dirigencia de la entidad de Boedo entabló varias reuniones con ISL para llegar al acuerdo definitivo. Entre los puntos del contrato se destacaba una cláusula de confidencialidad, que establecía que los socios de San Lorenzo no podían acceder a la información del vínculo que se iba a firmar. Todo era un tanto turbio y los hinchas estaban, con razón, alarmados.

El 30 de noviembre, Miele encabezaba una reunión clave de la Comisión Directiva e intentó mantenerla en secreto. Los socios, alertados de la maniobra se autoconvocaron en el Estadio Pedro Bidegain bajo el lema “San Lorenzo no se vende”. El Nuevo Gasómetro, como solía ocurrir en aquellas épocas, se encontraba vallado y rodeado de uniformados de la Policía Federal que con gases, balas de goma y bastonazos intentaron disipar la manifestación. El “Ciclón” resistió como varias veces en su historia y aquella tarde, la CD cayó a los pies de la voluntad societaria.

“Hay una cosa que nunca van a entender
Que la Gloriosa va a copar donde jugués
Esta es tu hinchada la que se bancó el descenso
La que impidió que se vendiera a San Lorenzo”

Las experiencias de Racing, Talleres, Ferro y Defensa y Justicia dejaron en claro por qué el gerenciamiento no era una opción en Boedo y desde aquel noviembre, cada 30 se celebra el día del hincha de San Lorenzo. Hoy, debajo de una de las tribunas del Nuevo Gasómetro se lee la leyenda “Siempre CASLA, nunca SA” y cada tarde de cancha, desde las gradas bajan las estrofas de una canción que se ha vuelto himno: “quisieron privatizarte, pero yo a vos no te vendo” . En el caso de San Lorenzo, ha quedado claro que la historia no la marcan los títulos que se ganan con los botines, sino que la escriben los hinchas.

Los clubes de Todes

Retomando, cuando las papas queman, es innegable el rol social que adquieren los clubes. Durante la infame década del 90’, con la profundización del modelo neoliberal que se había intentado instalar durante la última dictadura cívica-eclesiástica-militar, los clubes acogieron a sus socios: fueron lugares donde buscar un plato de comida, levantar ferias americanas, hacer algunos trueques y olvidarse por un rato del difícil momento que atravesaba la Argentina.

Sin embargo, cambiaron los paradigmas y el centro de la vida social pasó de los clubes a la intimidad de los hogares. Por un lado, la crisis económica propició que miles de personas perdieran sus empleos y vieran pauperizarse sus estándares de vida. Ya no había un mango para aportar al club y lo poco que había se repartía en el seno de la familia.

Como agravante, la crisis generó un aumento de la marginalidad y por tanto una creciente exclusión social. En este contexto, se deshabitaron los clubes y se poblaron las calles: los pibes necesitaron salir a realizar changas para poder comer, y cuando eso no era posible había que pedir o robar.

El neoliberalismo no sólo destruyó el entramado social, sino que puso a los clubes de barrio al borde de su desaparición, al mismo tiempo que ordenó la primacía de las individualidades por sobre las prácticas colectivas.

Sólo se necesitó una pandemia como la del coronavirus para revalidar el rol del Estado como reasignador de recursos. En tiempos donde se evidencia la deshumanización, la crueldad e insensibilidad de los más poderosos; en épocas en las que la impiedad del sistema capitalista se lleva todo por delante; en momentos en los que se reproducen los discursos más meritocráticos, llegó la hora de revivir los lazos de solidaridad y compromiso social. Así lo entendieron los clubes, y así lo entendemos en este humilde espacio.


*Periodista, columnista sobre Sudamérica del programa Marcha de Gigantes (Radio UNLP - AM 1390), redactora de Revista Trinchera y colaboradora de Agencia Timón
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