La integración regional como necesidad histórica

La integración regional como necesidad histórica

TIEMPO DE LECTURA: 4 min.

En un mundo cada vez más complejo y violento, como diría Chávez, hay que “No olvidemos que el imperio, a lo largo de nuestra historia, ha logrado mantenernos divididos para debilitarnos y, finalmente, dominarnos”

Si hay algo en lo que se ha insistido en reiteradas oportunidades en este multimedio, es sobre la necesidad de avanzar en el plano regional en un proceso de integración. No por capricho, no por idealizar tal o cual proceso, sino por necesidad histórica para la felicidad de nuestros pueblos.

Desde la conformación de nuestros estados naciones, vivimos bajo la dominación de potencias extranjeras. Ya sea con los europeos en principio, o con los norteamericanos después, los pueblos de Nuestra América hemos padecido el saqueo, la opresión y los condicionamientos durante toda nuestra historia. Y a excepción de unos pocos momentos, con gobierno populares que intentaron revertir esas condiciones, nuestro desarrollo siempre estuvo condicionado desde el exterior.

Pero ninguno de los pueblos de la Patria Grande ha sido sumiso al imperio de turno, siempre existieron resistencias y procesos de organización popular que desencadenaron en grandes luchas por nuestra segunda y definitiva independencia. Y si bien sería injusto mencionar unos y no otros (porque si se los menciona a todos se tardaría una eternidad) sin dudas en el último tiempo, Cuba, Venezuela y Nicaragua han sido los pilares de un proceso de resistencia revolucionaria en el continente.

Pilares sin los cuales habría sido imposible pensar procesos como el de UNASUR, la CELAC o el ALBA-TCP. Momentos de avanzada en la conformación y acumulación de experiencias recientes para avanzar en la integración de proyectos políticos, económicos, culturales, legales, e incluso defensivos. No es casual que haya sido Fidel Castro uno de los más lúcidos a la hora de denunciar el rol que juega la imposición imperial de mecanismos como las deudas externas para la dominación de nuestros pueblos, y la necesidad histórica de unirnos para negociar en mejores condiciones para todos.

Si miramos el presente desde este prisma, la integración regional es aún más necesaria que antes: un mundo cada vez más complejo de entender; nuevos actores de relevancia que quitaron protagonismo a los estados, como las corporaciones multinacionales, o más recientemente las corporaciones tecnológicas y la conformación de lo que ex ministro de finanzas griego, Yanis Varoufakis, denomina “tecnofeudalismo”; guerras que ya no se libran sólo de manera convencional con soldados, aviones, barcos y misiles, sino que lo comunicacional (ergo psicológico) pasó a adquirir un lugar central; entre muchos otros elementos posibles de incorporar.

Un mundo que, además, está viviendo el traspaso de poder desde Occidente a Oriente a una velocidad sin precedentes. El moviendo placas tectónicas que están agitando la “paz de ultratumba” que reinó durante los cortos tiempos de la unipolaridad imperial norteamericana (o anglosajona, según quién lo analice). Un bloque emergente que podría sintetizarse en los BRICS+ (sobre todo en actores como Rusia, China, India, Irán y Brasil), pero que podría integrar a otros que no son parte (o lo son a medias), ese “sur global” que a su vez trae consigo una amplia gama de matices y contradicciones en su interior. Hecho que se da en paralelo al derrotero y franca declinación del imperio norteamericano y sus acólitos del llamado Occidente Colectivo, que, ante la desesperación por revertir su declive, son capases de las más bestiales artimañas como el genocidio perpetrado en Palestina a manos del ente sionista.

La globalización tambalea (si es que ya no está muerta como afirman algunos analistas), y en la reconfiguración que se está viviendo, Nuestra América -necesariamente- tiene que unirse para enfrentar lo que se puede venir. Y no es capricho: estamos viendo en vivo y en directo el lugar irrelevante en el que está quedando la Unión Europea luego de décadas de sumisión al imperio, un continente subsumido en la dependencia energética, económica y militar, por sólo mencionar algunos ejemplos. Pueblos que padecen (y posiblemente será aún peor), las lógicas de elites gobernantes a las que poco y nada les importa la vida de sus conciudadanos. Y no hace falta irse a la guerra de Ucrania, se vio hasta en la tragedia que causó la DANA en Barcelona, donde la desidia gubernamental y la total sumisión al imperio de las grandes corporaciones llevó a que mega especuladores como BlackRock, la mayor gestora de fondos de inversión del mundo, controle la banca, la energía y la vivienda en España.

Lo preocupante es que esto mismo se empieza a ver cada vez con mayor peso en nuestra región. Sumado a que, en múltiples planos, los procesos en Nuestra América fueron aún más dependientes y condicionados que los europeos. Producto de lo cual es doblemente desafiante la tarea que tenemos en Nuestra Patria. De allí la importancia no sólo de lo que se pueda gestar desde los gobiernos, sino también desde las organizaciones libres de nuestros pueblos. La Articulación de los Movimientos Sociales del ALBA, de la cual somos parte como multimedio, es tan sólo un ejemplo de lo que estamos convencidos que hay que construir de cara a futuro, si efectivamente estamos determinados a ser libres como planteaba nuestro padre fundador, el General José de San Martín.

Para finalizar retomar las palabras del Comandante Eterno Hugo Chávez quien allá por 2010 nos recordaba que hay que “unirnos para ser cada vez más libres, independientes y soberanos es algo que, social y políticamente, impide el desarrollo de la agenda imperial y neocolonizadora gringa: No olvidemos que el imperio, a lo largo de nuestra historia, ha logrado mantenernos divididos para debilitarnos y, finalmente, dominarnos”.

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¿De dónde venimos, hacia dónde vamos?

¿De dónde venimos, hacia dónde vamos?

TIEMPO DE LECTURA: 7 min.

La coyuntura obliga a repensarnos constantemente. O quizá sea parte de la tarea militante: asumir las contradicciones cotidianas y romper con el costumbrismo para hacernos las preguntas incómodas que ameritan respuestas urgentes.

En un diagnóstico prematuro se leen diversos fenómenos que dan cuenta de un cambio paradigmático. Habitamos hoy una sociedad sobre-fragmentada, donde lo que prima es la individualidad por sobre lo colectivo, bajo un disciplinamiento social locuaz en el que todos somos un poco títeres y titiriteros. El cuerpo social se volcó en una homogeneidad atomizada de identidades licuadas que se construyen desde la otredad como punto de partida. Hasta acá, nada nuevo. 

De un tiempo a esta parte, podríamos pensar en cómo el liberalismo se fue filtrando en la porosidad de los diversos eslabones sociales hasta entrelazarse íntimamente en la génesis del pensamiento regional, gestando un pensar global que responde a intereses ajenos a los propios. ¿Es posible hablar de un pensamiento nacional-popular hoy, que no esté infectado por las características procaces del neoliberalismo en las prácticas más íntimas y cotidianas de la política desde sus distintas vertientes? 

Ignorar las influencias de una sociedad plenamente intervenida por la manipulación económica, política y cultural de un imperialismo sobre-desarrollado sería ignorar el trasfondo de la cuestión. Dentro de ello, es también un gran error suponer que el poder real se sostiene sobre las estructuras institucionalizadas o gubernamentales. En ese sentido, podríamos explicar la crisis de representatividad política en la cual hoy se inscribe toda la región nuestroamericana. 

La crisis política tiene diversos rostros y está plenamente signada por un tiempo sin claridad tangible. Hay quienes hablan de la misma como producto de la pérdida de los valores sociales y morales que conglomeran y ordenan a la comunidad; otros asignan que este estado de fragmentación aparentemente sin retorno responde a la modernidad, y del mismo modo hablan del fin de la historia como la conocemos. O mismo aquellos que explican este contexto como un retroceso que responde a tiempos cíclicos de crisis, necesaria para gestar nuevas transformaciones. Y aunque las lecturas son más amplias y tienen otros colores, todas coinciden en que el mundo de hoy es imperativamente desigual, fragmentado y caótico, lo que nos lleva a preguntarnos constantemente qué hacemos.

Me gustaría retomar lo que postula Dubet en “¿Por qué preferimos la desigualdad?: traza la idea de una trampa que conduce a sostener desigualdades justas y desigualdades injustas. ¿Cuál es entonces el lugar donde radica la igualdad y la fraternidad?, y aquellas ideas revolucionarias y parteras de los tiempos violentos -léase modernos-. Nos encontramos nuevamente con que la desigualdad es una elección racional que impone un pequeño grupo poseedor de la mayor parte de la riqueza en detrimento de las mayorías. 

Es decir, las élites políticas y económicas son las que deciden qué tan igual o desigual puede ser una sociedad. En esta clave, las desigualdades son producto de los mecanismos que componen las redes de relaciones donde se constituyen las ideologías y que luego se traducen a políticas que establecen los grupos de poder en cada sociedad para mantener el control.

La génesis misma de la formación individual y colectiva está transversalmente influenciada por las desigualdades. Partamos del sistema educativo. Sería muy ingenuo sostener que la educación en nuestro país -y ni hablar si lo traspolamos a un análisis nuestroamericano- no abona a la profundización de las desigualdades, cuando es parte del engranaje que articula en pos de mantener el orden establecido de las cosas. Un orden tan prolijamente articulado, interconectado e internalizado que funciona sin mayor requerimiento que las condiciones sociales establecidas. 

Hay, a mi entender y a sabiendas de que puedo estar equivocada, algo que se dibuja sobre todas las lecturas. La dialéctica es siempre la misma: opresores-oprimidos. Imperialismo más o menos oculto, más o menos tangible, más o menos violento.

A todo tiempo le corresponden pensadores que se topan con una maraña de sucesos aparentemente inconexos, pero profundamente relacionados. Han sido pocos los tiempos de claridad, si es que alguna vez los hubo, y pocos los pensadores que han sabido interpretar la coyuntura de modo tal que pudieran trazar diagnósticos y proponer utopías dignas de ser defendidas como quien entrega su vida a las causas. Han sido apenas pequeños focos en un camino largo y tendido donde, como Silvio, podríamos cantar sosteniendo que muchas veces

comenzamos un día por los tiempos de siempre y todavía;
comenzamos felices
a juntar cicatrices,
como buenas señales de los años,
y, peldaño a peldaño,
levantamos paisaje

Y como replica llegado el final, quizá haya que recordar y sostener siempre que

el amor sigue en brete  
y el camino a machete

Releyendo a Cooke, podríamos sostener que si el caos de estos tiempos nos altera y nos quita el sueño, si la vorágine nos apabulla y no nos deja pensar, no creamos que esta es la primera vez que nos vemos presos del desencanto político. Ya lo expuso el Bebe en el ’64: “La despolitización es una política como cualquier otra, dentro de la no-ideología que no es otra cosa que la ideología de las clases dominantes”.

Ante la despolitización, la única respuesta es la organización colectiva; la política de las bases como respuesta a la política mezquina. Es imperante que la unidad sea el eje central de todo escenario político, y se ponga en el centro lo que nos unifica como pueblo sin perder de vista a los enemigos de siempre. El imperialismo siempre fue y ha sido la cuestión central de nuestros problemas políticos, aunque algunos renieguen de esta categoría y se pierda como algo caducado. 

Cabe preguntarnos justamente si no es su relego del análisis coyuntural lo que nos impide ver qué hay de trasfondo. ¿Quién mueve los hilos de nuestra historia, quién es el banquero de nuestra economía, quién es el verdugo de nuestra autonomía política? Si hemos perdido o vamos perdiendo nuestra soberanía política y económica, quizá sea porque nos han privado de nuestra identidad popular, manipulando el juego y haciendo del campo político un dramaturgo propenso al desencanto, una política domesticada. 

La única alternativa a la atomización y fragmentación en ebullición, no puede ser otra que la conformación de nuevas consagraciones comunales, dentro de un cambio cuasi ontológico que se revele a la idea de una patria sometida, para parir y gestar una praxis liberadora que construya un proyecto político. No desde la otredad, sino integrando al otro en un todo/s.

Solo apostando en un otro, solo creando marcos de acción directa y concreta en colectivo, es que podemos pensar en la creación de nuevos horizontes políticos que además de defender lo construido hasta la fecha, nos inviten a reencantar el mundo, a embestirlo nuevamente en sueños transformadores; a recuperar el sentido político de la palabra democracia y hacer de la identidad popular una herramienta contra la internalización del enemigo de la que tanto habla Fanon. Solo retomando las categorías de la descolonización, hablando a viva voz del imperialismo, de opresiones y resistencias, sin tapujos y sin que las críticas a los modelos sean sinónimo de rupturismos, es que podemos entender la escalada de la violencia como la internalización y la respuesta a una desigualdad que crece con una profundidad grotesca.

La tarea es aún más escalofriante en la cotidianidad cada día más efímera hija de la liquidez de este tiempo, que de tan tirano se evapora y no nos permite frenar la pelota y visualizar el detalle, hasta marearnos como si viviéramos viajando sobre un tren sin frenos y sin paradas. Si ese movimiento constante no nos permite delimitar las estructuras que se proyectan precoces sobre nuestros ojos para desvanecerse, debemos poder convertirnos nosotros mismos en freno y pausa. No correr tras la agenda impuesta. 

Ante tiempos veloces y violentos, lo único que puede salvarnos es recuperar el sentido político de la palabra política. Construir la unidad desde la diversidad. Que las cabezas y los cuerpos a los que abonan las bases distingan y construyan nuevos horizontes hacia donde dirigirnos por fuera de las mezquindades de la política liberal-burocrática. Y que, en todo caso, las discusiones sean para saldar desacuerdos y no para sumar a la profundización de la fragmentación del cuerpo político. 

Tanto a nivel nacional como en el territorio nuestroamericano, existe y resiste en la pulsión de esta, nuestra tierra, una compleja unidad histórico-cultural que debe tomar por rehén a nuestro cuerpo político aburguesado. Hacer del arte estratégico y político, un campo que ponga en cuestión efectivamente los intereses en juego; y para ello debemos empezar por ser las bases quienes cuestionamos esos funcionamientos. Es preciso remover la desesperanza, recomponer las organizaciones y las representaciones sociales, salirnos de los travestismos políticos lavados y modernizantes, y preguntarnos como en su momento lo hacía Darcy Ribeiro:

“¿Dónde está la intelectualidad iracunda que se haga voz de este pueblo famélico? ¿Dónde están las militancias políticas que armen a los latinoamericanos de una conciencia crítica esclarecida sobre nuestros problemas y decidida a dejar atrás tantos siglos de padecimiento?”

Y aunque esto ya no sea de Darcy: ¿Qué significa hoy ser un intelectual comprometido con la Universidad Pública en la Argentina? ¿Qué significa habitar esas aulas? ¿Qué hacer cuando la política se fuga de la rosca y lo intransigente se vuelve imperante? 

Darcy tenía otra característica muy particular que lo coloca en el panteón de pensadores de época que pudieron leer y actuar en consonancia con su tiempo histórico. Mantuvo la coherencia entre el decir y el hacer, y realizó las preguntas incómodas que nos obligan a repensarnos y situarnos en tiempo y espacio para ver de dónde venimos y preguntarnos hacia dónde vamos. 

Manuela Bertola
Manuela Bertola

Hija y nieta de la historia de nuestro pueblo. Estudiante de sociología. Nacida y criada en la ciudad donde las diagonales tocan el sol.

La Segunda Independencia será popular o no será

La Segunda Independencia será popular o no será

TIEMPO DE LECTURA: 4 min.

El devenir histórico argentino nos ha traído hasta aquí bajo la misma disyuntiva: Patria o Saqueo. Los sectores populares que a principios de 1800 daban la vida en el proceso independentista, hoy siguen pujando por su reconocimiento y la posibilidad de participar de las decisiones del país.

Hace poco más de dos siglos se plasmaba por escrito la voluntad de nuestro pueblo de convertirnos en una república independiente y soberana que dejara de depender de los designios coloniales de la corona española. Aquel 9 de julio no sería ni el principio ni el final del proceso de lucha que tuvo como protagonistas a indios, zambos, mulatos, mestizos y criollos, sería sólo una declaración formal de independencia. Ni más, ni menos.

¿Rompimos nuestras cadenas coloniales? ¿Realmente nos independizamos o seguimos siendo dependientes hasta la actualidad? El dicho popular dice que “cada maestrito con su librito” y no es un detalle menor. Algunes creen (o quieren creer) que ese momento fue traumático y que seguramente les revolucionaries de aquel entonces debían sentir angustia por independizarse de España. Otres sostendrán que los lazos de dependencia nunca se rompieron, sino que sólo fueron cambiando de manos, por eso el clamor o la consigna de avanzar hacia una segunda independencia.

Lo que queda claro es que posteriormente a aquel martes de 1816, siguió una lucha intestina entre dos proyectos de país: el de la oligarquía criolla, que pretendía librarse de España para poder seguir haciendo cuantiosos negocios (ahora con Gran Bretaña), pero ser ellos quienes obtengan el total de la rentabilidad; y el de la liberación de nuestro pueblo, de todo nuestro pueblo y no sólo de una partecita.

Esa disputa de proyectos de país no quedó solamente allí y en las luchas intestinas que se dieron durante los años posteriores a la independencia; sigue presente hoy y atravesó la totalidad de nuestra historia, desde las luchas entre unitarios y federales, hasta la actualidad, pasando por la década infame, los golpes a Irigoyen, Perón, o la última dictadura cívico-eclesiástico-militar.

Esos proyectos, a pesar de significar disputas internas, siempre estuvieron influenciadas por el contexto internacional, por los polos de poder globales de cada época y por los procesos culturales a los cuales fuimos sometidos. Serían los británicos en un primer momento y los yanquis después, pero eurocéntricos siempre.

La dependencia continuó y continúa. Hoy son las multinacionales, los complejos financieros, los bancos, los organismos multilaterales de crédito y un sinfín de etcéteras. Y nuestra realidad no es muy diferente a la de todos los países periféricos que dependen de los grandes centros de poder global. De allí la necesidad histórica de supervivencia que significa para Nuestra América lograr consolidar un proceso de unidad para plantarnos ante otros poderes. En soledad nadie se salva. La salida fue, es y seguirá siendo colectiva.

Claramente este debate sigue presente en la vida política nacional entre aquelles que entienden al país como una empresa, como un negocio donde todo es evaluado según su rentabilidad económica o financiera; y quienes creemos que es otra cosa, que nuestro territorio, nuestras costumbres, nuestros bienes estratégicos fueron, son y deben ser para mejorar las condiciones de vida del conjunto de nuestro pueblo, respetando la gran diversidad que nos atraviesa.

Ahora bien… Dentro del proyecto nacional y popular históricamente se dieron discusiones y debates acalorados de por dónde había que avanzar, de qué maneras y bajo qué premisas. El debate de ideas siempre es bienvenido, en tanto y en cuanto ayude a construir caminos posibles en ese gran proyecto de liberar definitivamente nuestra patria de los lazos de dependencia que aún campan a sus anchas. Lo que no se puede permitir es que producto de esas miradas disímiles nos dividamos y nuestro pueblo nos dé la espalda. Y en esto que cada quien se ponga el sayo que le quepa.

Dicho esto, recordar que Irigoyen puso sobre la mesa la ampliación de derechos para los sectores profesionales, que los derechos para les trabajadores los puso Perón, y que Néstor y Cristina encabezaron el proceso para sacar al país de la ultratumba en la que nos habían dejado las políticas neoliberales. Pero la derecha aprendió, se calificó y tecnificó y durante los cuatro años de macrismo nos dejó a un paso del abismo nuevamente.

Y lo que en todos los casos logró que saliéramos adelante, sin importar los nombres propios, fueron las luchas de nuestro pueblo. Porque sin la militancia nada de todo esto habría pasado. Sin la lucha de millones de hombres, mujeres y diversidades ninguna transformación habría sido posible.

La pregunta sería entonces: ¿Si la Argentina actual es un país con casi un 40% de pobres cuál sería el sujeto o la sujeta política a empoderar? ¿Qué sector representaría esa salida por arriba con cambios de fondo que evidentemente se vuelven más que urgentes para poder revertir de una vez y para siempre la injusticia que reina sobre nuestra patria?

Les dejamos a ustedes la respuesta. Lo que sí recordamos es lo que le escribía el Libertador José de San Martín a Juan Manuel de Rosas en julio de 1839: “Lo que no puedo concebir es que haya americanos que por un indigno espíritu de partido se unan al extranjero para humillar su patria y reducirla a una condición peor que la que sufríamos en tiempo de dominación española; una tal felonía ni el sepulcro puede hacer desaparecer”.

Nicolás Sampedro
Nicolás Sampedro

Prefiero escuchar antes que hablar. Ser esquemático y metódico en el trabajo me ha dado algún resultado. Intento encontrar y compartir ideas y conceptos que hagan pensar. Me irritan las injusticias, perder el tiempo y fallarle en algo a les demás.

La revolución no será comunicada

La revolución no será comunicada

TIEMPO DE LECTURA: 5 min.

Urge a nuestros pueblos dejar de reproducir y narrar tal y como lo impone el imperio y sus corporaciones del negocio de la mentira. Urge la unidad de acción para frenar la destrucción del planeta. No hay tiempo que perder.

En reiteradas oportunidades hemos analizado el lugar que ocupan los medios de comunicación en la batalla de las ideas. Una lucha intestina por la hegemonía discursiva que las clases dominantes, a través de los mass media, intenta impregnar en la opinión pública, construyendo sentidos respecto de los hechos y acontecimientos que suceden a nuestro alrededor.

Hoy, el caso más rimbombante es el bombardeo informativo respecto del conflicto en Ucrania y la construcción y/o fortalecimiento de un sentimiento anti-ruso que pone en el banquillo de los acusados a todo aquel o aquella que se manifieste contra las atrocidades cometidas por el régimen neonazi de Zelinsky.

Pero lo que hoy hacen con el pueblo ruso, antes lo hicieron con el Irak de Saddam Hussein, con la Libia de Gadafi, con la Cuba de Fidel, la Nicaragua sandinista o la Venezuela bolivariana y chavista. No es por nada que lo primero que señalan prácticamente todes les analistas es que en una guerra lo primero que se pierde es la verdad.

No por nada, los EEUU y sus socios occidentales son quienes controlan las principales agencias de noticias a nivel mundial. Según un artículo realizado por el filósofo y especialista en comunicación mexicano, Fernando Buen Abad, “con la dictadura del negocio informativo y la concentración de la información, las empresas se han convertido en un oligopolio con el 90 por ciento del mercado dominado por 6 empresas principalmente: Bertelsmann (Alemania), Disney (EEUU), General Electric (EEUU), News Corporation (EEUU), Time Warner (EEUU) y Viacom (EEUU)”.

Por su parte entre las 10 agencias de noticias más influyentes del mundo, siete son occidentales: 1- Reuters (Gran Bretaña), 2- Agence France Presse (Francia), 3- Associated Press (EEUU), 4- ANSA (Italia), 5- United Press International (EEUU), 6- Press Association (Gran Bretaña), 7- Xinhua News Agency (China), 8- Europa Press (España), 9- RIA Novosti (Rusia), y 10- Interfax Information Services Group (Rusia)[1].

Cabe destacar que la gran mayoría de las empresas noticiosas del mundo, recurren a alguna de estas agencias para comunicar lo que sucede en el mundo. Desde la reproducción acrítica de ciertos medios (que sólo reproducen lo que estas cuentan o narran), hasta quienes intentan generar contenidos críticos, pero casi todos terminan recayendo de alguna manera en estas producciones comunicacionales. El problema de esta concentración mediática, de su influencia y de la capacidad de difusión de sus “verdades” es que terminan condicionando las formas de ver el mundo de quienes consumen estas “noticias”.

Pero afortunadamente no todo es tan lineal. Cientos, miles de medios populares y comunitarios aparecen por doquier contando otras realidades, narrando de otras maneras, haciendo esfuerzos inconmensurables por romper los cercos informativos que estas corporaciones de la mentira construyen.

Para no irnos muy lejos, en nuestro continente hay casos emblemáticos como el de TeleSur. Una iniciativa comunicacional pensada y puesta en marcha por el Comandante Hugo Chávez, quien con mucha agudeza analítica y audacia política comprendió que había que gestar otras formas de contar la realidad.

Más allá de TeleSur, afortunadamente, existen otras experiencias que con muy buen tino construyen otras realidades. El problema es que -volviendo a Buen Abad- “somos un archipiélago inmenso de iniciativas comunicacionales inconexas”. Decimos lo mismo, contamos lo mismo, pero llegamos a los mismos públicos. Tal como les sucede a las izquierdas o a los movimientos populares del continente, seguimos fragmentados mientras los poderosos del mundo nos siguen imponiendo sus verdades, sus formas de narrar, sus formas de contar.

Una necesidad historia, si pretendemos parir otro mundo

En unas de sus tantas intervenciones, el Comandante Chávez decía que “uno de los grandes errores que cometimos en aquella primera etapa (al inicio de su gestión), y que fue una de las causas del 11 de abril, fue aquella vana ilusión de lograr el respeto, o al menos el reconocimiento, de estos sectores que aquí gobernaron durante décadas, arrodillados al imperio; o incluso de lograr el reconocimiento del mismísimo imperio”.

Muchos de los procesos políticos de los llamados “progresistas” en la actualidad del continente están o parecen estar inmersos en esta dinámica denunciada por el comandante. Pretenden resolver los problemas de nuestros países sin tener que pararse de uno u otro lado de la vereda. Como decía el comandante, “quedar bien con dios y con el diablo”.

En aquella oportunidad, Chávez era enfático al señalar que el imperio nunca nos reconocería, que no hay que perder el tiempo en ello. Por eso reiteraba con claridad meridiana que es nuestro enemigo, al igual que la oligarquía criolla. “Nunca nos aceptarán ¡Nunca! Podrán decirlo y darse golpes de pecho, pero es mentira”, señalaba enfáticamente. Siempre estarán fraguando maniobras para tratar de sacarnos de aquí o de allá y lo vemos a diario en las reiteradas operaciones de prensa, las corridas cambiarias, la suba desmesurada de precios, las presiones diplomáticas y un largo etcétera. Cualquier similitud de aquellas palabras con el presente no es mera casualidad, es devenir histórico.

Por eso insistimos en afirmar que la construcción de la unidad política de las organizaciones libres del pueblo, de sus trabajadores y trabajadoras, de los sectores populares, de les desempleades, de les empresaries PyMEs, o de las estructuras partidarias, no es un capricho, es una necesidad histórica si realmente pretendemos cambiar la realidad en la que vivimos y llevarle felicidad a nuestros pueblos.

Para finalizar, no hay mejor cosa que retomar las palabras del comandante eterno: “Aquí decimos patria, socialismo o muerte. Y cuando acuño esa frase es llamando a todos a profundizar la conciencia, la fortaleza y a que nos ubiquemos con mayor claridad en el tablero: o somos o no somos…. Día como hoy, lo aprovecho en la reflexión, para continuar llamando a todos los venezolanos a radicalizar nuestra revolución ¡Sí! Y no hay que tenerle miedo a la palabra, porque las palabras orientan, clarifican: ¡Radicalizar!, dije. Ir a las raíces profundas… Radicalización revolucionaria, socialismo verdadero, revolución antiimperialista ¡Ese es el único camino que nos permitirá lograr los objetivos del proyecto nacional!


Referencias
[1] https://www.telesurtv.net/bloggers/Agencias-de-Noticias-Industrias-de-la-pos-verdad-y-la-plus-mentira-20180214-0005.html

Nicolás Sampedro
Nicolás Sampedro

Prefiero escuchar antes que hablar. Ser esquemático y metódico en el trabajo me ha dado algún resultado. Intento encontrar y compartir ideas y conceptos que hagan pensar. Me irritan las injusticias, perder el tiempo y fallarle en algo a les demás.

No nos han vencido, ni lo harán

No nos han vencido, ni lo harán

TIEMPO DE LECTURA: 5 min.

Algunas reflexiones a propósito de las luchas por Memoria, Verdad y Justicia y los desafíos actuales de nuestro pueblo.

Desde que los medios de producción pasaron a manos de las nacientes burguesías, siempre han intentado construir un discurso hegemónico. Claro está que en un primer momento la lucha por imponer una idea era mucho, pero mucho, más pareja. Con el paso del tiempo, con el crecimiento de la concentración de la riqueza y con la creación y posterior concentración mediática, esa desigualdad ha sido cada vez más escandalosa.

La cosa se deformó a grado tal que desde hace varias décadas más del 90% de la información que se produce a nivel mundial es controlada por un puñado de agencias de noticias que cuentan al unísono una forma de comprender el mundo, una forma de narrar los hechos, una forma de generar sentidos comunes.

Aparecieron medios alternativos a ese relato abrumador, pero la lucha siempre fue en desventaja. No tienen la misma capacidad de reproducción, ni el mismo presupuesto. Ni siquiera el mismo trato ante “la ley”. Porque los poderes reales de este mundo también se encargaron de ello, de que la gran mayoría de les integrantes de los poderes judiciales respondan a sus intereses y que nuestros países tengan leyes que beneficien sus intereses.

Pero como dice el refrán: “La gente no come vidrio”. Y cuando el relato construido dista tanto de la realidad concreta y palpable que se vive en las calles, siempre se cuela la voz del pueblo. A veces comenzando con un pequeño acto simbólico, como caminar en círculos y dar vueltas en una plaza.

Habían pasado tres largos años, dos en pandemia, desde que el pueblo argentino había marchado por última vez a Plaza de Mayo alimentando su memoria, construyendo verdad y exigiendo justicia. Pero el día llegó. Decenas de miles de almas que se dieron cita para demostrarle a la derecha (no solo argentina) que los ideales de lucha de este pueblo están vivos y que no se dejarán avasallar por los discursos de odio, las mentiras, el uso político de tragedias o el relato de un mundo que no existe.

Y mucho de eso se lo debemos a ellas. A ellas que, desde el dolor, el sufrimiento y la indignación, nunca perdieron las esperanzas. A ellas que, con un gesto tan simple como caminar, nos marcaron el camino. A ellas debemos decirles “gracias por tanto y perdón por tan poco”.

Rodolfo Walsh decía que “un intelectual que no comprende lo que pasa en su tiempo y en su país es una contradicción andante; y el que comprendiendo no actúa, tendrá un lugar en la antología del llanto, no en la historia viva de su tierra”. Y por eso lo asesinaron. Porque no podían doblegar su rebeldía y su lucha revolucionaria contra esos mismos poderes que hoy pretenden continuar el saqueo de lo que es nuestro. Un Walsh, que al igual que Masetti y tantísimos otres, dieron todo lo que tenían por transformar la realidad en las que les tocó vivir.

Pese a ser contra fáctico, une siempre se pregunta qué pensarían esos referentes revolucionarios de lo que sucede hoy. Qué pensarían o qué dirían sobre aquellos que -a nuestro entender- se convirtieron en meros mercenarios de la palabra, que repiten libretos armados y que buscan todas las formas posibles para deslegitimar las luchas de nuestro pueblo.

Sin miedo a equivocarnos, nos arriesgamos a decir que seguramente muches de ustedes estarán pensando o gritando las mismas frases -o muy similares. Y está bien que así sea. Pero qué hacemos con aquelles que se dicen apolíticos, qué hacemos con quienes no quieren, no pueden o no les interesa comprometerse a… Porque la solución de la derecha para borrar del mapa a quienes les enfrentan es simple: “miente, miente que algo quedará”; o lo que es peor: “hay que exterminarlo de la forma que sea”.

Mientras tanto el mundo sigue girando, se comienzan a vislumbrar cambios tectónicos y acá siguen discutiendo a quién le mide más la voluntad de verdad. Que pepito esto, que menganito aquello, que sultanita no habla, que bla… que bla… y que más bla… ¿Qué carajo les pasa? ¿No se dan cuenta que mientras se la miden una gran parte de nuestro pueblo se sigue cagando de hambre? ¿No se percataron que las elecciones están a la vuelta de la esquina y si la cosa no mejora nos van a llevar puestos? ¿Tan difícil es sentarse a tomar un café (o lo que les venga en ganas) y resolver las diferencias que tengan?

Como en toda lucha desigual, porque luchamos contra un monstruo de ocho cabezas, acá no sobra nadie. Faltan aún más voluntades. Falta un camino como ese que nos marcaron ellas. Falta despejar las dudas y ponerse de acuerdo no solo para sostener la unidad del campo popular, sino para avanzar con las luchas reales y concretas que tenemos por delante como pueblo.

El cipayaje está envalentonado, tiene a gran parte de las empresas de propaganda de su lado, tiene como aliados a los dueños de las redes sociales más utilizadas, tiene como proyecto el libreto armado desde Washington, tiene todo el financiamiento que se les ocurra (como el préstamo más grande que el FMI ha otorgado en su historia, que se lo fugaron). Las tienen casi todas a su favor. Lo único que queda de este lado del mostrador es la unidad y la voluntad popular.

Argentina tiene grandes desafíos. No solo el gobierno, el pueblo también los tiene. La situación actual da cuentas de que no basta con meter el voto cada dos años o movilizar en fechas conmemorativas. Hay que organizarse, hay que participar de la vida política de nuestro país, hay que renunciar a determinados privilegios y a horas de ocio para sumar ese grano de arena que entre los muchos harán la diferencia. Cada une encontrará el lugar y la forma. La indiferencia no es una opción cuando está en peligro el destino de las generaciones presentes y futuras.

Demostremos que ese hermoso cántico de cada 24 es verdad. Se lo debemos a ellas que nunca bajaron los brazos y siguieron luchando.

Nicolás Sampedro
Nicolás Sampedro

Prefiero escuchar antes que hablar. Ser esquemático y metódico en el trabajo me ha dado algún resultado. Intento encontrar y compartir ideas y conceptos que hagan pensar. Me irritan las injusticias, perder el tiempo y fallarle en algo a les demás.

Ningún esfuerzo será estéril en esta lucha

Ningún esfuerzo será estéril en esta lucha

TIEMPO DE LECTURA: 6 min.

En muchas ocasiones se han analizado los movimientos de fichas en el tablero mundial. En infinidad de oportunidades se han escuchado relatos de uno y otro lado, justificando o denigrando lo acontecido. Lo concreto es que siempre quienes terminan padeciendo las consecuencias de la guerra son los pueblos donde ocurre.

Sobre el 11S

De más está analizar la ya voluptuosa cantidad de obras periodísticas, investigaciones y ensayos respecto de los acontecimientos de aquel 11 de septiembre de 2001. Un manto de sospecha nace con cada irregularidad o falta de veracidad en los relatos oficiales que explicaron aquella jornada.

¿Se sabía de antemano que podía pasar y no hicieron nada adrede? Si no sabían, ¿cómo una superpotencia militar como Estados Unidos no podía derribar esos aviones supuestamente secuestrados antes de que impactaran? ¿Cómo en menos de 24 horas ya sabían quiénes habían sido los perpetradores? ¿Cómo se explica la forma en la que se derrumbaron las dos torres del World Trade Center de New York? Y la lista continúa.

Sobre la “Guerra contra el Terrorismo”

Desde aquella jornada hasta la actualidad, lo único que sucedió es que EE. UU. y las potencias occidentales rejuntadas en la OTAN han hecho desastres. Primero en Afganistán, después en Irak y luego en Libia, Siria, Yemen, etc, etc, etc.

Una intervención que cambiaría el paradigma: ahora el enemigo no era algo tangible, alguien a quien se le conocía el rostro. Circunstancialmente podía tener un nombre u otro, una fisonomía u otra, pero cuando ese “terrorista” era abatido, aparecía otro que lo reemplazaba. Algunos señalamos desde aquel entonces que la guerra del imperio norteamericano y las potencias occidentales se había convertido en una guerra a perpetuidad contra los pueblos del mundo. Ya no importaba quién era o de dónde venía, si se oponía a los planes trazados por el imperio, era suficiente para ser automáticamente caracterizado por la prensa hegemónica como “terrorista”.

Según un informe del proyecto Cost of War de la Universidad de Brown, la “Guerra global contra el terrorismo” costó más de 8 billones de dólares (trillones según los norteamericanos). La espeluznante cifra que lleva un 8 y 18 ceros detrás (casi 18 veces el PBI anual argentino medido en dólares). Como si fuera poco, costó la vida de más de 900 mil personas, muchas de ellas civiles.

Las cifras son espeluznantes, pero más atroz es el cinismo y el negocio de la elite norteamericana y occidental que hizo cuantiosos negocios con estas guerras. Todo ese dinero fue a parar a las arcas de grandes corporaciones del Complejo Industria Militar (CIM) como lo señaló recientemente el sociólogo puertorriqueño Ramón Grosfoguel: “Más del 50% del presupuesto federal de los EEUU va al departamento de Defensa que luego subcontrata a estas compañías. EEUU es una economía de guerra. ¿Cómo haces para tener ganancias en el Complejo Industrial Americano? Si no hay guerra, te la inventas”.

Según el sociólogo y docente en la Universidad de Berkeley, estas corporaciones encontraron en el fisco norteamericano (y de la OTAN) “la gallina de los huevos de oro”. El estado imperial tiene una deuda de cerca de 30 trillones de dólares y una gran porción de ello es producto de su política de guerra a perpetuidad.

La retirada de Afganistán

Lo anterior da cuenta de que lo que está de fondo es perpetrar las guerras, porque lo importante para el CIM norteamericano y su lobby dentro del gobierno americano es seguir generando rentabilidad para sus empresas. Ahora quizás no con el ejército estadounidense en territorio afgano o iraquí, pero sí vendiéndoles armamento a unos y otros grupos. El negocio continúa.

Más allá de que algunes analistas lo hayan planteado como una derrota política del imperio norteamericano y de sus lacayos europeos, ¿realmente perdieron o se retiraron para que el trabajo sucio lo hagan otros mientras siguen sumando dólares a sus abultadas arcas? Tampoco puede desconocerse el dolor de cabeza que podrían significar los Talibanes para potencias emergentes como China e Irán (países fronterizos a Afganistán), o Rusia, país que militarmente resurgió como actor a escala global. De hecho, así lo afirmó el propio presidente norteamericano Joe Biden.

Aquí toman mayor relevancia los análisis del director del portal RedVoltaire, Thierry Meyssan, quien asegura que lo que está sucediendo es parte central de la estrategia trazada por Rumsfeld-Cebrowski según la cual EEUU no debe enfrentarse a potencias como Rusia y China, sino que por el contrario debe convertirlas en “clientes”. “‎Hay que ayudarlas a explotar los recursos de Afganistán, Irak, Libia, Siria y de muchos países más… ‎pero sólo bajo la protección del ejército de Estados Unidos”. Para el analista, el objetivo de Washington es “dominar al mundo desde las sombras y obtener el máximo de capitales”.

La repartija de Medio Oriente

Siguiendo con la línea argumental de Meyssan, las potencias globales se están distribuyendo Medio Oriente en una especie de pacto de Yalta II, donde Francia empieza a jugar un papel nuevamente de ocupante ilegal e ilegítimo en el Líbano, Irak pasa a convertirse en la figurita mediadora en la región (entre Arabia Saudí e Irán), y los EEUU y Rusia reparten fichas.

El problema es que mientras tanto las guerras continúan, el saqueo de esos países sigue intacto (o cambia de manos o de formas), y el sufrimiento y padecimiento de esos pueblos se sigue perpetrando. Hasta que el deseo de libertad de esos pueblos se termine imponiendo.

Cómo repercute el escenario descripto en Nuestra América

Se ha advertido en varias oportunidades que EEUU, para seguir siendo una potencia a nivel global, necesita del control de Nuestra América. Sin el control de lo que consideran su “patio trasero” le sería prácticamente imposible. Y precisamente la retirada de Medio Oriente puede significar una señal de que vuelven a enfocar sus cañones (pero potenciados) sobre nuestro continente.

Como dirían les chilenes, “arto” problema tendrán, porque en Nuestra América no solo los pueblos están demostrando niveles de cansancio espeluznantes sobre las políticas neoliberales, sino porque China y Rusia (fundamentalmente la primera) también comienzan pisar fuerte en estas tierras.

El objetivo sigue siendo el mismo en todos los casos: llevarse los bienes estratégicos de nuestros pueblos al menor costo posible para tener mayores niveles de rentabilidad en sus empresas y poder sostener los niveles de consumo y producción del norte global. Sea en África, en Medio Oriente, en Asia o en Nuestra América el objetivo es el saqueo y la rapiña.

La unidad continental es la única esperanza

Es por ello que el momento histórico que vivimos es crucial. La propuesta de Andrés Manuel López Obrador de sustituir a la OEA con la CELAC o algún otro órgano institucional regional no es ni más ni menos que soltarle la mano a un imperio que históricamente miró por encima del hombro al resto del continente, que saqueó a más no poder a cada país, que fomentó intervenciones militares y que presiona permanentemente mediante distintos mecanismos (como podrían ser las deudas externas).

Lo advirtió el ex vicepresidente boliviano Álvaro García Linera en un reciente artículo publicado: “Vivimos la articulación imprevista de cuatro crisis que se retroalimentan mutuamente: una crisis médica, una crisis económica, una crisis ambiental, y una crisis política. Una coyuntura de enorme perplejidad y angustia”.

Existen enormes desafíos para los pueblos y las fuerzas progresistas y/o revolucionarias del continente: hay que democratizar la política y la economía, luchar contra la explotación, desracializar y descolonizar las relaciones sociales y los vínculos entre los pueblos, despatriarcalizar nuestras sociedades, comprender que somos interdependientes del ambiente donde vivimos, y comprender que solo en unidad y con una mirada internacionalista, solidaria y colectiva podremos salir adelante.

Como diría ese gran compañero llamado John William Cooke: “Cuando culmine el proceso revolucionario argentino (podríamos agregarle “nuestroamericano”), se iluminará el aporte de cada episodio y ningún esfuerzo será en vano, ningún sacrificio estéril, y el éxito final redimirá todas las frustraciones”.

Nicolás Sampedro
Nicolás Sampedro

Prefiero escuchar antes que hablar. Ser esquemático y metódico en el trabajo me ha dado algún resultado. Intento encontrar y compartir ideas y conceptos que hagan pensar. Me irritan las injusticias, perder el tiempo y fallarle en algo a les demás.

No hay unidad sin bases… No hay unidad sin programa

No hay unidad sin bases… No hay unidad sin programa

TIEMPO DE LECTURA: 6 min.

Por Nicolás Sampedro*

Los reclamos por la unidad del Movimiento Obrero Organizado no son algo nuevo en el discurso de los sectores asalariados ya sean los registrados como los informales o desocupados. Prácticamente todos los sectores asociados a lo nacional y popular, fundamentalmente luego de los gobierno de Perón, sostiene la importancia de la unidad. Pero a lo largo de la historia y como no podría ser de otra manera, los intereses particulares, las mezquindades y las diferencias políticas han sido motivos de divisiones en el sindicalismo.

Cabe resaltar que en la vereda de en frente se encuentran, por un lado la retórica liberal que defenestra a la actividad gremial (por considerarles un obstáculo) y que cree que el mejor sindicato es el que no existe; y las expresiones troskistas que reivindican el sindicalismo clasista como referencia en una orgánica propia.

Una de las particularidades de Argentina respecto del resto de los países de la región es una tradición sindical muy fuerte (equiparable a la de México) que en la actualidad la ubica en el segundo lugar detrás de Uruguay, con un 39% del total de les trabajadores sindicalizados[1].

El Movimiento Obrero Organizado ha sido a lo largo de su historia un factor determinante para sostener y mejorar las condiciones laborales de les trabajadores, sean del sector que sean. Con sus más y sus menos, con sus bemoles, el sindicalismo siempre tuvo un papel fundamental en la vida política del país. Quizás el mejor ejemplo fue la gesta del Cordobazo donde junto con les estudiantes enfrentaron la represión en Córdoba.

Agustín Tosco en las movilizaciones del Cordobazo

Distintas son las teorizaciones y las corrientes de pensamiento respecto del lugar que deben ocupar los sindicatos. No es intención de esta reflexión indagar en esas disputas teóricas, pero sí analizar lo que puede devenir en el caso argentino.

En días recientes parecen haber comenzado a vislumbrarse algunas posibilidades reales para, no sólo avanzar en la unificación de la Confederación General del Trabajo (CGT), sino en reincorporar de los gremios nucleados en la CTA de los Trabajadores, muchos de ellos, gremios que se fueron de la CGT a principios de los 90 ante la postura cegetista frente al menemismo.

Si bien durante mucho tiempo se pronunció la tan ansiada unidad, la realidad es que hasta el momento no había habido avances significativos en dicho proceso. Todes hablaban de la necesidad de unirse, pero del dicho al hecho, suele haber un trecho; y a veces muy grande. Al parecer tuvo que llegar al gobierno Mauricio Macri y que se diera una destrucción significativa de los derechos conquistados para que esa proclama no quede en mera letra muerta.

Luego de casi cuatro años de gestión cambiemita la pérdida de derechos de les trabajadores, el cierre permanente de fuentes de trabajo, fundamentalmente las PyMEs, que son las que dan aproximadamente el 70% del empleo registrado (18.478 PyMEs cerradas entre diciembre de 2015 y abril de este año[2], que es equivalente a la pérdida de un empleo cada aproximadamente 40 minutos), el proceso de unificación parece comenzar a tomar fuerza.

La reciente participación del Secretario General de Camioneros, Hugo Moyano (que recientemente fue ratificado como conductor del gremio por octava vez[3]), como referente del Frente Sindical junto a los gremios que permanecieron en la conducción de la CGT[4]; o las declaraciones del Secretario General de la CTA de los Trabajadores, Hugo Yasky, que señaló que el 3 de octubre la central sindical tendrá su congreso general para debatir la reincorporación a la CGT, dan cuenta de esos avances. “Hay que ir a la unidad y la unidad es en la CGT[5], sostuvo.

Lo novedoso de este septiembre, más allá de las declaraciones de intención (y un trabajo de hormiga desde el silencio que viene desde hace por lo menos un año), es que ahora parece comenzar a materializarse esa posibilidad concreta de una unificación sindical. Obviamente exceptuando la retórica troskista que sólo saca rédito si critica las formas burocráticas del funcionamiento de estas centrales (obviamente porque no conducen ni una bicicleta y cuando lo hacen solamente busca acumular fuerza propia).

Foto: Diario La Prensa

Tenemos la esperanza de que los dirigentes más jóvenes puedan capitalizar los errores que cometimos los más veteranos para no reiterarlos, será en beneficio de todos[6], sostuvo Hugo Moyano en declaraciones a la prensa. Quizás gran parte de las centrales estén predispuestas, aunque encontrarán un hueso duro de roer en la CTA Autónoma conducida por Ricardo Peidró y Hugo “Cachorro” Godoy quienes han manifestado en varias oportunidades sus diferencias y su negativa a volver a la CGT.

Sin dudas las intenciones de reunificar a las centrales sindicales tienen que ver con un momento muy particular y complejo de nuestro país. El Movimiento Obrero Organizado será un factor clave en la propuesta de Alberto Fernández de realizar un gran Pacto Social. Junto a empresarios y a representantes del Estado, habrá que ver cómo se ordenan las fichas para reactivar una economía maltrecha y muy deteriorada y condicionada por cuatro años de desregulaciones y liberalización económica del macrismo.

En este escenario el sindicalismo no sólo podrá servir como paredón para que les trabajadores no sigan perdiendo derechos y poder adquisitivo, al tiempo que sirva como elemento de contención social ante la compleja situación que se avecina.

El reingreso a la CGT de los gremios que hoy hacen parte de la CTA de los Trabajadores que conduce Yasky, será sin dudas un espaldarazo para los integrantes del Frente Sindical para el Modelo Nacional que contiene a la Corriente Federal de los Trabajadores que encabeza Sergio Palazzo de la Bancaria, a Camioneros con los Moyano a la cabeza, o al SMATA de Ricardo Pignanelli, que tienen marcadas diferencias con los sectores tradicionales y más conservadores representado en “los gordos”.

Habrá que ver cómo se van limando asperezas y cómo se reordenan los distintos gremios de la CTA de los Trabajadores, ya que la CGT no permite a más de un sindicato por rama, lo cual impediría la convivencia, por ejemplo, de Suteba y Udocba ¿Se unificarán en uno de ellos? ¿Conformarán un nuevo sindicato unificando ambas estructuras? ¿Se modificará el estatuto de la CGT para posibilitar que ingresen tal y como están? Preguntas que surgen y que el tiempo irá debelando.

Lo cierto es que la reunificación de las centrales sindicales y la conformación de una única CGT será un factor clave para los desafíos que se vienen en el país. De la proclama a la concreción hay un trabajo arduo y complejo que deberán darse los gremios, pero el momento histórico lo amerita. Habrá que ser pacientes y trabajar para que la tan ansiada unidad pueda materializarse.

Héctor el “Gringo” Amichetti

Pero tal y como lo resaltaba recientemente el Secretario General de la Federación Gráfica Bonaerense, Héctor el “Gringo” Amichetti: “Es necesario para el gobierno, tener la unidad de los trabajadores y de los sectores nacionales que apuestas a que haya una reactivación económica, que abandonemos definitivamente esta especulación financiera, pero para eso tiene que haber una participación activa y directa de los trabajadores y de los demás sectores que forman parte de la producción. La unidad va a servir en la medida que apuntemos a eso[7].

Amichetti, retomando preceptos lanzados por hace algunas décadas por la CGT de los Argentinos, señalaba en una publicación en redes sociales que “No hay unidad sin bases. No hay unidad sin programa. Los trabajadores necesitan una sola CGT para oponerse a la entrega, para encabezar el avance del pueblo hacia la reconquista del poder[8].


* Periodista especializado en temas internacionales, conductor del programa Marcha de Gigantes (AM 1390 Radio UNLP), productor del programa Columna Vertebral (Radio Estación Sur - FM 91.7), columnista del programa La Marea (Radio Futura – FM 90.5) editor de Revista Trinchera y colaborador de Agencia Timón.

[1] https://www.iprofesional.com/notas/280448-industria-inflaci%C3%B3n-tasa-La-Argentina-es-el-segundo-pais-con-mayor-sindicalizacion-de-Sudamerica
[2] https://www.pagina12.com.ar/221169-el-pymecidio-y-el-bono-de-5000-pesos
[3] http://www.infogremiales.com.ar/noticia.php?n=59723
[4] https://www.ambito.com/la-cgt-y-moyano-pusieron-primera-busca-del-camino-la-unidad-n5056356
[5] https://750.am/2019/09/27/hugo-yasky-hay-que-ir-a-la-unidad-y-la-unidad-es-en-la-cgt/
[6] https://www.baenegocios.com/politica/Moyano-cree-posible-la-unidad-del-movimiento-obrero-en-2020-20190902-0088.html
[7] https://radiografica.org.ar/2019/09/26/amichetti-tener-en-claro-para-que-nos-unimos/
[8] https://sindicalfederal.com.ar/2019/09/26/amichetti-unidad-para-la-victoria/

Miguel Forte: “Todos juntos vamos a hacer el papel que precisa el peronismo en La Plata, que es el papel más importante, el de cambiar la historia”

Miguel Forte: “Todos juntos vamos a hacer el papel que precisa el peronismo en La Plata, que es el papel más importante, el de cambiar la historia”

TIEMPO DE LECTURA: 7 min.

Dialogamos con Miguel Forte, Secretario General de Camioneros (seccional La Plata) y precandidato a concejal por la lista del Frente de Todos, el cual habló sobre la conformación de las listas en La Plata y sobre la situación de los Camionero en la era Macri.


El día de la Bandera se vivió una situación bastante atípica en la que el Presidente Mauricio Macri hizo un acto por fuera del acto oficial y (en frente de un grupo de niños y niñas) habló de mafias, lo mencionó a Moyano, habló de los costos de la logística ¿Qué entendieron de esto?

La verdad que no creo que se haya entendido nada, y como bien lo dijo Pablo (Moyano), esperábamos que hablara de otra cosa, de los problemas que tiene como presidente, que es lo que le demanda la sociedad, de las necesidades que tiene el pueblo, pero se ve que eso no le interesa.

Creo que está hablándole a otro público. Les estaba hablando a los mismos. Va a intentar seguir con la mano dura o con meter preso de alguna manera -con o sin motivos- a todo aquel que reclame como Moyano o como está pasando ahora con la situación del ex presidente de Brasil, Lula.

Si esa es la manera o la respuesta que tienen para el reclamo de la gente… A alguien le habló. Fue un mensaje para alguien. No creo que haya sido ni para los chicos ni para la gente que representa con Moyano, porque la gente que él representa lo que hacemos es reclamar la planilla de salario que él acuerda con la cámara empresaria. Nosotros lo que hacemos en la región es hacerla aplicar y que los trabajadores reciban lo que se acordó.

Y contrariamente a lo denuncia, el transporte esto no es la máxima carga del costo que tiene la logística porque, como dijo Pablo, tiene el combustible, los neumáticos, los peajes, que tengas que parar el camión en el taller y un montón de cosas que son mucho más caras y que encarecen el flete.

Creo que le estaba hablando a otra gente y usó ese escenario, lamentable, con chicos que no deben haber entendido nada. Mientras tanto nosotros seguimos en la misma situación, intentando por todos los medios, cambiar esta realidad, de cambiar el presidente, de cambiar la lógica de la política nacional, provincial y local. Eso es lo que perseguimos, y lo único que genera con esto es que carguemos las baterías para seguir peleando por el mismo rumbo.

Desde el gobierno volvieron a meter el tema de la reforma laboral, ahora en medio de la discusión paritaria. ¿Cómo lo analizan?

Hay varios puntos justamente por eso. Estamos en paritarias y desde el gremio se está pidiendo 46% de aumento más un bono extraordinario de 20 mil pesos. Venimos hace rato teniendo este bono y en las últimas 2 ocasiones nos costó mucho porque no lo querían homologar, no porque la empresa no lo pueda pagar. Los empresarios no lo quieren pagar porque no quieren quedar mal con el gobierno, pero tanto ellos como nosotros sabemos quienes lo pueden pagar y quiénes no. Ellos nos pusieron palos en la rueda para poder llegar a homologarlo en el ministerio.

Intentan flexibilizar justamente con estas cosas, dentro de la discusión paritaria te doy un punto pero te saco esto. Nosotros tenemos la antigüedad del 1% e intentan rebajarla; tenemos tarifado por kilómetro lo que se le paga al chofer y el patrón no tiene ningún problema, pero ellos ya le encontraron la vuelta y están queriendo ver de qué manera bajan los ítems que tenemos en el convenio.

Lo que tengo que dejar en claro para la tranquilidad de todos los choferes es que gracias a Dios los tenemos a Pablo y a Hugo Moyano en la conducción de este gremio y que no van a variar para nada la planilla que tenemos, en cuando a las conquistas y los ítems que tenemos. Conseguiremos un aumento sobre eso o saldremos a pelear como corresponde. Es una u otra cosa. Sabemos donde hay tela para cortar y acá la hay. Ellos no son representantes de las empresas, éstas  se manejan por si solas y saben quién puede y quien no puede dar. Nos quieren llevar a la baja para que esta organización no sea el reflejo de los reclamos del pueblo. Éste es el castigo: bajarle la imagen con la gente.

 Moyano antes de perder ese crédito, que se ganó a través de los años con la gente,  dijo en más de una oportunidad que prefiere ir preso o que hagan con él lo que quieran pero que jamás va a firmar algo a la baja para los Camioneros. Por eso nosotros estamos acompañado y convencidos y lo vamos a seguir haciendo en lo local.

Miguel Forde de Camioneros La Plata junto con la pre-candidata a Intendenta Victoria Tolosa Paz
Foto: Infoblancosobrenegro

De cara al cierre de listas, ¿Cuál es el rol del movimiento obrero? No sólo en la legislatura sino en la lista de a diputados y senadores nacionales, y el lugar en la futura gestión.

Hay organizaciones gremiales en todas las listas del Frente de Todos. Después de esta elección (las paso) la importancia es que todos nos juntemos para acompañar al ganador. Hay organizaciones repartidas en distintas listas y todos tenemos que ser uno para conseguir el único objetivo que es cambiar de gobierno por uno peronista, por uno que nos represente a nosotros y que devuelva la felicidad al pueblo.

Hay compañeros como Bach (Federico, de la Asociación Bancaria) en una lista, estoy yo en otra. Cada uno sabe que esto es momentáneo y que no vamos a bajar los brazos si nos toca perder. Creemos que debemos estar en el lugar que tenemos que estar y vamos a trabajar para ganar, pero si así no fuera porque el pueblo peronista de La Plata nos dice que este no es el lugar vamos a trabajar en ese otro lugar para conseguir el objetivo.

Estamos convencidos de que primero vamos a pelear por el triunfo propio, pero sabemos que después vamos a acompañar y vamos a exigir el acompañamiento de quienes están con nosotros. Por eso los gremialistas que estamos en las listas sabemos que pasadas las elecciones nos volvemos a ver durante todo el año, nos volvemos a ver permanentemente y cada vez que hay un problema gremial nos encontramos con un compañero al lado ya a otra organización que nos está dando un mano. Eso lo mantenemos al margen, no se toca. Recibimos el apoyo de algunos que no van a participar porque no consiguieron un lugar pero igualmente ven la posibilidad de ayudarnos y lo van a hacer.

Vamos a hacer un muy buen papel y después todos juntos vamos a hacer el papel que precisa el peronismo en La Plata, que es el papel más importante, el de cambiar la historia. Adelante con Victoria (Tolosa Paz) hoy, hasta el triunfo.

¿Qué ves respecto de la contienda electoral sino también hablando en términos generales con la posibilidad del Frente de Todos de salir victoriosos en la elección? Y desde ahí qué rol crees que va a ocupar el movimiento obrero en la gestión y en la discusión política de este frente que se está conformando.

La unidad es necesaria. Nosotros la venimos forjando, venimos hablando. Algunos critican que esté en un tercer lugar. Yo me siento absolutamente satisfecho de estar en este lugar porque hay un gran compañero encabezan y queremos ganar. No importa el lugar, importa luchar para conseguir el objetivo. Después nos acomodaremos en lo que venga. El hecho de estar mejor ya es suficiente en términos del objetivo.

¿Pero cuáles son las políticas que entendés que se tienen que llevar a cabo para cambiar y transformar lo que estamos viviendo?

Sobre todo creo que lo que podemos aportar es la capacidad de gestión, lo que nos marca por el trabajo que hacemos día a día, por administrar salud, esparcimiento, etc. Lo que nosotros reclamamos es trabajo.

Acá lo que falta son los controles. Es muy vulnerable que venga cualquiera -desde cualquier sector- a trabajar. Por ejemplo: Un camioncito de carne que viene desde Chascomús entra a la ciudad de La Plata y no tiene un control fitosanitario desde el municipio. Nadie controla nada, entonces hay diferencias de condiciones. Nosotros podríamos hacerlo en conjunto con ellos, hay que hacer un trabajo conjunto para poder favorecer lo local en todas las tareas. Lo fundamental para la gente de La Plata es conseguir trabajo, por consiguiente para nosotros lo fundamental es generar trabajo genuino, no una cooperativa o algo que pueda ser un paliativo momentáneo, sino algo que le permita desarrollarse como familia.

A partir de del trabajo surge el tema de la educación o de la seguridad. Todo surge a partir de la generación de trabajo, porque si uno no tiene trabajo la verdad es que se complican muchísimo el resto de las cosas.

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