Para nosotros

Para nosotros

TIEMPO DE LECTURA: < 1 min.

Revista Trinchera abre el mes de Diego Armando Maradona. El muerto más naciente de todos.

Para nosotros, nosotras
Los villeros, las villeras
Parece no haber Dios
Parece que estamos destinados
A caminar sin Dios
Tal vez sea verdad
Tal vez no 

Si alguna vez tuvimos un Dios o dos o ninguno

No se sabe
Pero ahora tenemos un muerto
Un Dios muerto
¿ está muerto Dios?
¿se murió?
¿por qué llora esa mujer negra y gorda? ¿por qué se le cuelga ese negrito de pelos duros del cuello y la acaricia? ¿ por qué llora ese hombre de cara tosca, de dedos brutos y piel cuarteada?
Tal vez sea por este muerto que hoy cargamos
Este muerto que hoy cargamos
Es un muerto obstinado, como son los muertos villeros
Porque es un muerto que nace y crece, se determina. No muere
En el caserío de chapa
nace
El calle de barro y mierda

crece
En un potrero de piedra
determina
En esas balas que matan guachines
nace
En cada cabecita negra negada a agacharse
crece

En cada ausencia

determina
Este muerto que hoy tenemos, que siempre tuvimos
Está dormido 
Cuando despierte
Va a volver a gambetear
Va a volver a putear
Va a volver para equivocarse el doble
Para ser un Dios palpable
Un Dios errante
Un Dios negro
Un Dios pobre
Nuestro Dios
El comandante
Este muerto que tenemos
Es nuestro muerto
Cagado y calzado 
Descalzo
Cebollita
Pelusa
Plaza
Potrero
Barro
Piedra
Mierda

Amor 

Amor 

Amor
Es una cabeza que descansa en el pecho tibio de su vieja, allá en cada Villa…
Este muerto
Es el primer pibe de una Villa
Que se llora en el mundo entero
Hasta en eso
Este Dios
Este muerto
Es nuestro.

 


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Tres poemas

Tres poemas

TIEMPO DE LECTURA: 2 min.

Poema de Marcelo Patiño, participante de la convocatoria de poemas “Daniel Omar Favero”

Aquí recaen instancias de vida, vicisitudes en la actividad de mirar por la ventana, los árboles y un parco cielo. A las personas y a uno mismo siendo parte de la cotidianidad del día. Cuando te sientas en el subte, en el taxi o en un café. Cuando caminas por la calle y paras, porque viste una palabra o un rostro, porque siempre habrá algo que te robe la mirada y el paso para regalarte ese momento-que te lleva al recuerdo-que activa un sentimiento (perfecta sinapsis) para finalmente terminar escrito en un papel, como este.


1.

Entonces fui al cielo,
cruzando la ventana
y la ciudad por primera vez se veía tan mansa,
como los recuerdos de una nube, tan basta.
De día no es lo mismo, repetía,
de día no me gusta
porque el sol despierta los pecados
la luz que ilumina el infierno.
De día reinan los metales,
engranajes de mal augurio
y todos cantan al compás
la muerte del arbusto.
Hay una nostalgia que mata el celeste,
hay una tristeza que ocupa mi vista.
Por eso caminan agachados,
comen agachados,
ya no buscan a los árboles,
menos a los tordos o colibríes,
tampoco saltan esperando la primavera.
Por eso tomé dos vasos de azul,
tres de verde
y también habrá bordó
cuando el cielo
no me aguante más.

2.
¿Has visto aquellos engranajes del reloj
o de los autos?
¿Has visto la red neuronal
o el tejido de la masa de harina al romperse?
Has visto como un hongo crece,
el entrelazado de las raíces.
Has visto que todo supone una conexión,
ensamble vital.
Aquellas concepciones lingüísticas,
estructurales
¿Qué hay en la base?
¿Brahma, dios, átomos o un fonema?
¿Será un tal atlas?
¿Qué une mis letras con tu entendimiento?

Si tales engranajes forman un reloj,
¿Qué imagen u objeto formamos nosotros?
¿Una mesa?
¿Diccionarios?
¿Un te quiero?
¿El universo?
¿Qué?

3.
Hit the road

Por aquellos días en villa elisa
Por no volver a levantarnos
Sin haber sentido el cansancio
De las guerras existenciales
Pues esta vida, esta vida
Por sentirse dichoso y digno
De al menos una sonrisa o un abrazo
De nunca sentirse derrotado
No hasta que se rompa
El reloj de arena
Y reflejes luz
Luz ocular
Radio

Radio

TIEMPO DE LECTURA: 2 min.

Poema de Ana Casale, participante de la convocatoria de poemas “Daniel Omar Favero”

Un viaje cotidiano se transforma con la lectura. Un ir y venir de imágenes que llegan desde afuera, del poema leído, de la música y de los recuerdos propios.


Radio

Desde la cocina de mi abuela
se escucha una fritura y una canción alegre, 
suenan guitarras vibrantes, batería,
armonía de voces,
un idioma que fluye en la música, 
palabras que apenas entiendo.


Mientras ponen la mesa 
en el comedor diario
mi tía y mi mamá discuten, 
se quieren y discuten,
no acuerdan en nada, 
como un ying yang,
un juego que ellas 
juegan sin saberlo.
Esta vez, por la canción
que llega con el olor a comida, 
una dice que suenan a lata,
la otra que son geniales.


Mis muñecas sentadas
contra la pared del pasillo,
son mis alumnas por un rato,
algo me hace abandonar el juego,
es esa música que entra a mi cuerpo
por la cabeza,
hace espirales en el pecho,
me mueve los pies y los brazos,
soy baile desenfrenado,
golpeo unos platillos imaginarios, 
hago sonar una guitarra de aire
entre mis manos.

¡Quiero más de eso!


Los de la radio que aún creo 
que son seres diminutos 
dentro del aparato
me complacen
y estiran varias horas
con esa música enloquecida, 
voces de ángeles y ardillas. 
son los 60´y el locutor dice 
Beatles…Please, please me.
Subte

Wislawa está
sentada a la orilla de un río, 
yo la imagino en el mío.

Mi río 
del sur
bordeado de álamos dorados y 
piedras que brillan desde el fondo.


La mirada vuelve 
gustosa
sobre las palabras, 
se abren
las puertas del subte.


El libro espera
un poco más entre las manos.

Una coreografía 
de dedos
se despliega
sobre las pantallas
mientras busco
un lugar donde sentarme.


Un músico, con su guitarra y su voz interpreta 
Ojalá de Silvio
y 
Wislawa
vuelve a estar en esa orilla 
pero ahora,
llorando tu ausencia.
Lo salvaje en lo humano

Lo salvaje en lo humano

TIEMPO DE LECTURA: 3 min.

Amor animal, de Barbara Alí, es un poemario que deviene en búsqueda. El yo poético se debate entre Ese animal que estoy siendo y Ese animal que quiero ser, presente y deseo de. Acaso la completitud no sea un atributo del reino animal.

El deseo aparece articulando cada uno de los poemas ¿Qué es el deseo sino pregunta? ¿Qué es la poesía sino pregunta? La voz de Bárbara quiere reencontrarse, renacer. Y qué mejor piedra angular que cuestionarse lo cotidiano, “observo los árboles / recuerdo todo el tiempo que olvido / mi pequeño lugar”. Así comienza la primera parte, y este yo contemplativo tiene una certeza: “debería aprender / todo de nuevo”. Algo se rompió, se hizo carne, una ausencia. Ese es el impulso primigenio de la certeza. La percepción del mundo quedó trunca, falta un cristal en el lente. Tiene que reconfigurarse; “hoy nombro despacio / a oscuras tanteo / con la esperanza / de que el mundo aparezca / de nuevo / frente a mis manos”.

Pero es imposible construir la percepción del mundo sin el cuerpo que lo habita. ¿De quiénes son esas manos? “¿Qué sabe el cuerpo que olvidé?” Se piensa lobo, serpiente. Toma atributos del gato, de la araña. Pareciera que lo animal la aleja de aquel cuerpo que supo ser, cuerpo insuficiente para contener la realidad y, a su vez, realidad insuficiente. Es ahí, en la imaginación de aquello inasible, donde se busca desbordarla.

“Le saco punta al lápiz / como afilando las uñas / para dar el zarpazo”, entre lo humano demasiado humano y lo salvaje de lo animal la palabra aparece como una red de contención, como aquello que nos ata. Pero ¿a qué? La dicotomía entre estar unida a alguna extraña forma de civilización y querer sacarse la piel como un vestido que se pasea sutil en cada verso. Aunque a lo largo de la lectura encontramos nexos donde la tensión pareciera resolverse, donde la soga que une ambos objetivos está más firme que nunca, hecha del deseo mismo: “Con la paciencia de la araña / intento tejer / una red de palabras / que me sostengan / en el aire”.

La búsqueda de otro cuerpo, de otra voz, se vuelve necesidad imperiosa en el quiebre del poemario. Quiere las alas, quiere el olfato, quiere el instinto. Quiere transmutar la palabra: “Dicen que cierre los ojos / que empiece de una vez a hablar en otra lengua”. Esa red de contención que era la palabra, la escritura, comienza a disolverse en el ideal de comunicarse, de volver a entenderse: “si pudiera gruñir o maullar / estaría más cerca de lo que / quiero decirte”.

Lo importante, al final, es no perder el deseo, nunca dar en el blanco de la cacería.

Luciano Montoya

Nació en Mar del Plata, en 1997. Actualmente reside en La Plata. Estudia la licenciatura y el profesorado en Música Popular en la UNLP. Conductor del programa de radio Plástico Cruel.

¿Qué importa la soledad?

¿Qué importa la soledad?

TIEMPO DE LECTURA: < 1 min.

Poema de Víctor Hugo Valledor, participante de la convocatoria de poemas “Daniel Omar Favero”.

El poema se plantea la visión en la diversidad de la existencia. Todo es un símbolo de lo que es en lo material. Siempre planteará el poeta su propia doble visión. El poeta y su poema en soledad. Desde la soledad nacerá lo aún no nacido. Lo que viene desde no sabemos ha partido.


No importa el círculo o el cuadrado, menos aún el rectángulo. 
No importa el celo del triángulo o la memoria insólita de la escuadra. 
No importan los dedos del ajo ni la pierna abrumadora de la flor del duraznero. 
Solo importan los ojos abiertos en la región ventral de la descendencia. 
Ni la ocurrente frivolidad del manzano ni la brumosa concavidad de los peces, podrán darnos brillo a este opaco devenir, a este menesteroso fluir del olvido. 
Ya no están los que abrían la mano y la cerraban. 
Aquellos que silenciaban sus ojos para ver la luz lejana y los que corrían los telones para que la realidad fuera la distancia. 
No lo sé. Me asombra la estadía. El cielo que mira hacia arriba y yo creo que lo hace hacia abajo. 
Los amigos enmudecidos que ven la tarde con la mañana dentro de un paisaje de flores electrónicas. 
La soledad no es una inminencia ni una razón demostrativa, es nada más y aún menos que eso: es la irreverencia del alma que subleva su entorno destrozado. 
Susurros

Susurros

TIEMPO DE LECTURA: 2 min.

Poemas de Isidro Navarro, participante de la convocatoria de poemas “Daniel Omar Favero”.

Un estruendo anónimo
Un átomo
El todo

la eternidad 
es un estado etéreo 
de la materia

Origen de danzas 
Donde nos fundimos
Y volvemos a estallar

Cayeron los restos del nombre
que fuera alguna vez
Se hizo trizas el oscuro rincón
que albergó mi follaje

El viento del otoño borró el legado
Se calló la voz 
que susurra como martillo
Aunque el eco retumba
 desde la eternidad
Susurros de cíclicas repeticiones

Creo  recordar que ya estuve aquí
En medio de tanto caos 
tanto ruido, tanto viento
tan inefable el nombre
Que ni siquiera un susurro lo alcanza.

Si la urgencia es mucha
y el ego impone tiranía
el vértigo nos consume

Si no hay resguardo
Ni tiempo para llorar
Tanta soledad
Tanta pena acumulada

Si la fugacidad aplasta el deseo
Y se pierden voluntades
En ríos invisibles 

Si encontramos en lo efímero
Un placer ajeno
Olvidando nuestro signo
Y despojados ya de valentía

De cualquier acto sublime
Que ponga un freno
A ésta procesión
Y dé significado a las ausencias
Entonces será el misterio nuestro cobijo
El barro nuestro lenguaje 
Y será nuestra insignia 
El acto insolente de no pertenecer.

Eslabones robados
En una parodia atroz
Que mutiló nuestro 
cuerpo homogéneo

Parodia atroz
Nacida en el miedo 
Impune y perverso

Buscando silenciar
Gritos que retumbarán 
por siempre
Aunque hayan helado
La sangre de las venas abiertas 

Parodia atroz
Que inunda los tiempos
con lágrimas ardientes

Haciendo florecer 
Miles de gritos 
Que retumban incansables 
Desde el eco de la historia
Su legado vigente
Ahora y siempre
Raíces

Raíces

TIEMPO DE LECTURA: 2 min.

Poemas de Rocío García Romero, participante de la convocatoria de poemas “Daniel Omar Favero”.

Por cada raíz que nos inclina hay una que nos sostiene, por cada raíz que se seca hay una que brota. Comprender las raíces del otro, para abrazar las nuestras; para luego mirar al cielo, y ver copas desgarradas por el viento y otras nutridas de brotes verdes y castaños.


Raíces

te miraba desde la ventana, estabas
sentada en silencio con las 
piernas cruzadas captando todos 
los rayos del sol para vos
con los ojos cerrados y, asumo, cansados


de lejos se notaban las raíces
que salían enérgicamente del 
suelo rompiendo con el opresivo 
gris del cemento
que te sostenía, pero al mismo tiempo te opacaba


primero me asustó ver
cómo crecían, sin mediar 
tiempos lógicos, y comenzaban a 
rozarte los pies descalzos el 
cuerpo indefenso

me sorprendió 
tu quietud tu 
entrega a la trampa
la sucesiva expansión de 
las raíces por todo tu 
cuerpo

pensé en bajar y ayudarte
cortar toda la hierba y liberarte
fue como si supieras mis intenciones
que en ese momento abriste los ojos con tranquilidad


supe que no debía interrumpirte
que era tu proceso
que necesitabas sentir 
el contacto con tus 
raíces

mientras
me quedé detrás de la 
ventana pero ahora con 
la mirada clavada en 
mis raíces.

El llanto de un bebé

La tarde caía de a pedazos
mientras la oscuridad me sepultaba 
de a poco cuando oí por la ventana 
el llanto de un bebé y me pregunté
en qué momento
dejaste de llorar caprichos y 
berrinches cuándo dejaron de 
correr por tu rostro lágrimas 
infantiles
necesarias para refrescar tu 
inocente mirada en qué momento
se racionalizaron 
tus lágrimas secando 
sus raíces
dibujandote arrugas que no coinciden con tu edad
en qué momento tu llanto perdió la pureza de 
la claridad y se volvió depurada oscuridad

Había una vez

había una vez
en que escritura y lectura
fueron testigos de un 
efímero nosotros de nuestras 
cercanía y nuestro amor

hubo otra vez
en que 
comas y 
puntos fueron 
verdugos
que empujaron lentamente, forzando pesados pasos


las veces continuaron
la perspectiva nos devoró en 
el camino y apretaste tanto la 
tecla espacio
que me caí del renglón


hubo una vez
en que la sintonía nos agrupó en una misma línea
y hubo otra en el que el blanco de la hoja me ahogó 
en vacíos mientras vos nadabas en nuevas letras
que con el tiempo supieron formar bonitas 
palabras y relatos sin comas ni puntos
pero también ausentes de signos
y eso no puede ser una buena señal
García Romero Rocío
La pasión de los eunucos

La pasión de los eunucos

TIEMPO DE LECTURA: 2 min.

María Belén Aguirre es narradora, guionista, poeta y gestora cultural. Nacida en Tucumán en 1977. Compartió con Trinchera dos textos inéditos de La pasión de los eunucos.

En la India
los eunucos
simulan en la penumbra
vaginas y anos con la sola unión
del pulgar el índice.

Crean
para la cópula
oquedades de prestidigitación dudosa.

Y la baba es el flujo
de una tal vez lujuria
de una tal vez promiscuidad
de una tal vez satisfacción.

El exotismo halla por estos lares
ejemplares de aplicación análoga.

Yo escribo, por ejemplo.
Yo pienso, por ejemplo.
Yo hablo, por ejemplo.
Yo emito, por ejemplo, mi doxa,
por ejemplo, completamente refutable.

Yo muevo,
por decir, las manos
cuando hablo.

Y cuando callo: oigo

en la quietud de estas
la barata prostitución del mundo.

DIARIO DE UN MÉDIUM

Cuando son muchos los que te hablan, no te queda otra que retarlos. Organizar el caos de la polifonía; ser un poco cruel, un poco policía. Concederles o quitarles la palabra. Administrar la abundancia de sus carencias. Y si nunca fuiste padre, hijo o hermano de familia numerosa; o maestro de escuela pública en área suburbana; o si nunca, sólo por dar algunos ejemplos, compartiste celda de dos por dos con doce ladrones de gallinas en una comisaría de pueblo, etc. Si siempre fuiste célibe y estéril y el jardín te abandonó entre infantes y huiste de allí como un animalito; si nunca el hambre tentó en ti el acometimiento de un hurto famélico. En suma, si siempre fuiste solo. Si naciste póstumo. Si naciste huérfano de madre y padre y abuelos, pero pese a todo puedes imaginar la multitud, me entenderás.

Ellos no esperan nada de mí, como no sea que los oiga; y que el secreto de sus confidencias se acorace en mí como en un Potemkin, como en una caja negra cuya llave se pierda para siempre dentro de mí.

Son presencias.
Son ausencias. O ambas a la vez.
Son voces desposeídas de fonación.
Son vibraciones.
Son temperaturas
más o menos gélidas.
Son porque estuvieron.

Mienten los que aseguran que ordenan a quienes sean capaces de escucharlos: “Haz esto, haz aquello”.
Ellos son la fuerza poderosa
que ha sido disminuida.

Son 6 millones.
Son 30.000.

(Y aunque a veces,
en señal de escarmiento, sea solo uno
el túpacamarizado, son miles
de miles de millones).

Son innumerables.

Son fugas de muerte. Son sin adorno.
Pero brillan, brillan
por su ausencia.

Y departen
soliloquios interiores
en primera o en tercera persona.

Hablo de lo no vi.
Hablo de lo que no conozco
más que de oídas.

Hablo de lo que, por mi parte, callo
ahora por miedo, por vergüenza.
Por humano.

                                                             MBA

(De: “La pasión de los eunucos”, inédito).

Letras contra el olvido

Letras contra el olvido

TIEMPO DE LECTURA: 2 min.

Poema de Belen Correa, participante de la convocatoria de poemas “Daniel Omar Favero”.

Letras que reclaman justicia.
Versos plantados en un papel dispuestos a seguir sembrando memoria.
Poesías en honor a quienes creyeron en que un mundo mejor sería posible.
Escritura que intenta abrazar a sus familiares quienes buscan incansablemente y reciben con tanto amor a quienes nos sumarnos a una lucha que ya es colectiva porque somos un pueblo que no olvida.


I
Tengo el pelo plateado

como los anillos que llevo en mis manos.

La columna se dobla 
como el caño del mueble 
que ya no tiene fuerza para
soportar el peso de toda la ropa 
que venía colgando.
La piel se quiebra 
como la corteza de un árbol.
Siento que el tiempo pasa

y no puedo evitar preguntarme 
si la columna se dobla por el 
paso de los años
o será que me está 
invitando a estar más cerca
de tu cuerpo 
que vaya a saber 
(tus verdugos)
dónde lo han dejado.
II
Sembraron horror, 
cosechamos lucha. 
Destilaron odio
Y repartimos amor.

Intentaron obligarnos a obedecer 
Y renacieron las desobedientes. 
Quisieron detener el crecimiento,
pero el mundo ya estaba en movimiento 
con mucha gente dispuesta
a recibir con los brazos abiertos 
la recuperación de cada nieto.
III
Me despierto, 
Abro la 
ventana,
Enciendo la computadora.

Busco: Muchacha ojos de papel 
Escucho y pienso:
Son tus ojos 
Que están ahí

En el papel de la foto 
Que todos conocen
La que cuelgo en mi pecho 
Cerca del corazón 
Cada vez que salgo
A reclamar por vos.

                                          IV

                                 Búscame en las poesías, 
                                 En las letras de la 
                                 resistencia,
                 En los versos que intentamos Disparar contra la injustica 
                             En los pájaros que vuelan libres
                          O en los árboles que florecen en marzo 
                                       Recordame
                         Porque mientras luches contra el olvido 
                                    Yo seguiré estando.
Joma
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