Uganda, entre un tirano homofóbico y un rapero mediático

Uganda, entre un tirano homofóbico y un rapero mediático

TIEMPO DE LECTURA: 9 min.

El fraude se hizo presente y a favor del viejo dirigente megalómano Museveni. Esto generó protestas y una crisis institucional en Uganda que puso en escena otra vez a un régimen autoritario, homofóbico y corrupto.

Clima electoral tenso

El presidente de Uganda Yoweni Museveni se declaró triunfador en su quinta elección. A los 76 años, ya lleva 35 en el poder y ahora tiene para cinco más. Su principal oponente era un rapero, “Bobi Wine” de 38 años, la mayor estrella pop del país, que se hizo popular cantando sobre la corrupción y la violencia estatal en su muy pobre nación. El Departamento de Estado estadounidense se expresó y anunció que estaba “profundamente preocupado” por los informes de violencia e irregularidades en torno a las elecciones presidenciales en Uganda, en las que Museveni obtuvo la victoria. “El pueblo ugandés participó en las elecciones nacionales multipartidistas del 14 de enero a pesar de un ambiente de intimidación y miedo. Estamos profundamente preocupados por los numerosos informes creíbles de violencia por parte de los agentes del orden durante el período preelectoral e irregularidades durante la votación”, escribió la portavoz Morgan Ortagus en un comunicado.

Museveni, ha asegurado que no tolerará ningún tipo de intromisión extranjera, rompiendo así con el viejo aliado estadounidense. Washington eligió apoyar las quejas de su rival, Robert Kyagulanyi, más conocido como “Bobi Wine”. “Cualquier intento de disrupción será definitivamente derrotado. Si alguien se atreve a perturbar nuestra paz, lo trataremos con decisión”, ha hecho saber Museveni el pasado sábado 16 de enero en su primera comparecencia pública tras la declaración de su victoria por parte de la comisión electoral.

Museveni ha sido reelegido en 1991, 1996, 2001, 2006, 2011 y 2016. En las elecciones presidenciales de Uganda de 2021 Museveni se aseguró su permanencia en el gobierno. El pasado sábado 16 de enero, la Comisión Electoral del país declaró que el actual mandatario Museveni, ganó los comicios presidenciales con el 58.64 % de los votos, frente al 34% de su principal opositor en las urnas, el cantante convertido en legislador, “Bobi Wine”. La participación fue del 52 %, de acuerdo con la entidad gubernamental.

Museveni en campaña en Kampala, capital de Uganda

Pero en un país donde el 80 % de la población es menor de 30 años, y que no ha conocido a otro mandatario, no todos confían en la legitimidad de los resultados de los últimos comicios. Varios motivos fortalecen las dudas: por un lado, el corte del servicio de Internet justo un día antes de los comicios y que continúa sin ser restablecido. Por otro, los arrestos de observadores independientes, sumado a que las autoridades no permitieron la acreditación de la mayoría de quienes se disponían a monitorear las elecciones. La embajadora de Estados Unidos en Kampala, Natalie Brown, reprochó al gobierno ugandés que denegara la acreditación al 75 % de sus observadores, a lo que el portavoz del gobierno de Museveni, Ofwono Opondo, respondió que, tras el asalto al Capitolio, Washington era el menos indicado para “sermonear” o supervisar a otros.

Uganda y una historia de dictaduras

Museveni, claro está, rompió con Washington. ¿Qué pasó en el medio? Una vez más la historia nos puede ayudar en algo. Uganda logró su independencia del imperio británico el 9 de octubre de 1962. Desde los tiempos de la lucha anticolonial surgieron fuerzas políticas muy nacionalistas del tipo chauvinistas y asociadas al conservadurismo tanto cristiano como musulmán. Los militares, entrenados por Londres, también eran fuertes. De hecho, en 1967 protagonizaron su primer golpe militar para proteger al país del “peligro comunista”. Milton Obote era el hombre fuerte el país y buscaba su alianza con Estados Unidos en el medio del clima de la guerra fría. Pero la inestabilidad política y las luchas entre las elites nilóticas del norte y las bantúes buganda del sur generaron preocupación en Occidente. Los militares estaban  alertados de los peligros de una guerra civil que favoreciera a los “guerrilleros comunistas”. Si bien las guerrillas marxistas eran pocas, en realidad, temían que el gobierno socialista del célebre Julius Nyerere de Tanzania intervenga en la política interna de Uganda para apoyar a las fuerzas progresistas locales.

Finalmente, en 1971 el general Idi Amin Dada se hizo con el poder, derrocó a Obote y se instauró una de las dictaduras más feroces de África. En 1972 se inician las primeras matanzas étnicas sistemáticas, purgas militares y políticas y la fundación de un régimen autoritario al máximo. Amin se convirtió en un clásico tirano que puede ser igualado con los déspotas del imperio romano. Fue apodado “el carnicero de África”. Más de un millón de muertes dejó su gobierno, que primero fue apoyado por Occidente y luego fue abandonado a su suerte. Una guerra con Tanzania en 1979 lo derrocó y huyó a Libia para luego irse a Arabia Saudita.

Museveni intentó apoyar a los opositores de Amin. Obote que se hallaba en el exilio buscó su ayuda en los guerrilleros dirigidos por Museveni, que recibieron apoyo en Tanzania. Su propio grupo guerrillero llamado Ejército de Salvación Nacional (FRONASA).​ Luego se traslada a Mozambique, en donde instalan su campo de entrenamiento, y en 1978, el FRONASA se combina con diversos grupos de oposición ugandés, creando el Frente de Liberación Nacional (NLF), donde hay socialistas, nacionalistas, cristianos, musulmanes y otras fuerzas políticas menores. El NLF colocó a Obote como mandatario. El derrocamiento de Amin no dio estabilidad al país. Obote fue desplazado por Thitus Okello. Luego vino una guerra civil entre las fuerzas que conformaron el NLF en 1980-1986.

En 1981, Museveni y sus seguidores fundan el Ejército de Resistencia Nacional (NRA). Un grupo político llamado Movimiento de Resistencia Nacional (NRM), los cuales se establecen en el distrito de Mubende, y son financiados por el gobierno de Tanzania, intervienen militarmente en las zonas fronterizas de Uganda para debilitar el régimen de Obote. En enero de 1986 ganan las fuerzas de Museveni. El NRA toma la ciudad de Kampala sin oposición alguna, poniendo fin a la guerra civil. El nuevo gobierno forma un Consejo Nacional de Resistencia (NRC), conformado por 98 miembros del NRM, del NRA e incluso de algunos partidos de oposición para crear una imagen de unidad nacional. Estos nombran a Museveni como presidente de Uganda, y al mismo tiempo será Ministro de Defensa. Estados Unidos decide apoyar al nuevo régimen, con el objetivo de “protegerlo” de los gobiernos “filosoviéticos” de Angola, Mozambique, Etiopía y Tanzania.

Museveni se afianza en el poder

En 1987 Museveni viajó a Washington para entrevistarse con Ronald Reagan a quien lo prometió “combatir al comunismo en África”. Llegaron los préstamos del Fondo Monetario Internacional, del Banco Mundial, bancos occidentales y del Banco Africano de Desarrollo, endeudando a Uganda a niveles grandes. La corruptela se hizo presente. Mientras tanto, Museveni giraba a la derecha extrema en una alianza con fuerzas conservadoras cristianas locales y la vieja elite agraria nilótica del norte del país que siempre fue influyente y prooccidental. Desde entonces, Museveni apeló al fraude electoral y con el apoyo de las fuerzas armadas y las iglesias cristianas conservadoras.

El régimen de Museveni se hizo más autoritario. Bajo su poder, Uganda ha realizado varios intentos legislativos para castigar la homosexualidad con pena de muerte, en los años 2009 y 2011. Museveni afirmaba que las relaciones homosexuales estaban en contra de la voluntad de Dios. Cuando Museveni firmó el proyecto, se basó en que los médicos concluyeron que la homosexualidad era un comportamiento social y no una enfermedad. Se crearon campos de concentración para homosexuales y hasta sidatorios.

El SIDA se ha llevado a toda una generación de Uganda, dejando huérfanos a más de un millón de niños. La epidemia empezó a comienzos de la década de 1980 a orillas del Lago Victoria en el sur de Uganda. En Uganda se dice que cada una de las familias que integran este país de 21 millones de personas ha sido afectada por el SIDA. Incluso la geografía ha sido afectada por el SIDA. Hay campos enteros abandonados: no queda nadie que los cultive. En muchos sitios, las tierras que antes estaban cubiertas de cosechas hoy están cubiertas de tumbas. En todas partes, a orillas de las carreteras pueden verse pequeñas casuchas de madera con letreros que las identifican como “clínicas”. Hace 20 años que Uganda experimenta la muerte a una escala casi incomprensible, y muchas personas más morirán en los próximos años. Museveni asoció al SIDA con los homosexuales. Diversas ONGs protestaron y hasta la Unión Europea tuvo que romper con un viejo aliado anticomunista. También Estados Unidos.

El rapero opositor

Robert Kyagulanyi conocido por su nombre artístico “Bobi Wine”, aparece en escena como la “esperanza de Uganda”. Músico de rap y estrella pop local, “Bobi Wine” también se convirtió en un exitoso empresario del entretenimiento. En 2016, su canción “Kiwani” apareció en la banda sonora de la película de Disney Queen of Katwe. Tratando de imitar a las “primaveras árabes”, se mostró como la “cara joven” de Uganda y logró a través de las redes sociales mucho apoyo juvenil. En 2017 logra un escaño en el parlamento ugandés con su partido “Nueva Uganda”, que crece y se le unen otras fuerzas. Funda luego el movimiento “People Power, Our Power” en oposición al presidente Museveni. En junio de 2019 presentó su candidatura a las elecciones generales de Uganda de 2021, generando ruido al régimen.

La estrella del rap de Uganda, “Bobi Wine”, candidato presidencial y opositor a Museveni

La plataforma política de “Bobi Wine” no era revolucionaria. Solo planteaba “terminar con el régimen para ser libres”. Si bien obtuvo apoyo de la juventud, no hablaba de reformas sociales. Fue todo un producto de marketing, que recibió apoyo de la Unión Europea y Estados Unidos. Las organizaciones de derechos humanos y fuerzas políticas que defienden a las identidades plurisexuales pidieron apoyo a “Bobi Wine”. El músico y empresario prometió luchar contra la homofobia y eso le valió votos. Pero no alcanzó.

Museveni sigue firme en el poder

Protestas sociales se hicieron sentir en el país y “Bobi Wine” las lideró con su música. Las denuncias de fraude electoral llegaron a las cancillerías de la Unión Europea y Museveni ahora se encuentra a la defensiva. El longevo presidente justificó su campaña para continuar en el poder al asegurar que su amplia experiencia en el cargo lo convierte en “el mejor líder y promete brindar estabilidad y progreso”. Lo que no hay que olvidar es que Museveni fue un aprendiz de brujo de Estados Unidos.

Uganda no es sólo considerada una pieza fundamental del “esquema antiterrorista” en África, sino que envía tropas a Somalía a combatir a Al Shabab y a Afganistán como seguridad “privada” para las tropas estadounidenses. Esto fue lo que le permitió sobrevivir tantos años en el poder. De hecho, Museveni ha dicho alguna vez “amo a Trump”.

 “Bobi Wine” confía en sus “contactos” empresariales en Estados Unidos y con los demócratas para recibir apoyo y debilitar a Museveni. Pero el viejo líder tiene el apoyo de las fuerzas armadas, las oligarquías agrarias tradicionales, las iglesias cristianas fundamentalistas y de fuerzas políticas conservadoras locales.

Mauricio Piñero
Mauricio Piñero

Cuentan las crónicas que nació como el hijo de nadie. Luchando por la Patria Grande, como Internacionalista y antiimperialista. Tripero de alma y cuerpo, siempre junto a la patriada barrial. La historia descolonizada es mi pasión como docente de la Escuela Pública y de los barrios. Las noticias sobre los pueblos que luchan como forma de viajar hacia una verdadera justicia social global.

África y el Medio Oriente: un balance necesario de este 2020

África y el Medio Oriente: un balance necesario de este 2020

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Golpismos en el Sahel africano, guerras entre Armenia y Azerbaiyán, Etiopía al borde de la guerra civil y la peligrosa expansión diplomática del sionismo israelí sobre países musulmanes escenificaron un panorama crítico y que hizo temblar ciertos cimientos geoestratégicos para las potencias en la lucha por los recursos naturales.

Empezamos con el conflicto en el Medio Oriente

Si hay regiones que hacen tensionar a la geopolítica de grandes y medianas potencias en el mundo actual, son las de África y el Medio Oriente. El año 2020 fue bastante dinámico, aunque los conflictos que se dieron a lo largo de este año singular vienen de largos legados históricos que no hacen más que eclosionar con fuerzas cuando las tensiones aumentan. Ya el año arrancó con el temor de una guerra entre Estados Unidos y la República Islámica de Irán, enfrentados desde 1979. El 3 de enero de 2020 el general iraní Qasem Soleimani, considerado la segunda persona más importante de aquel país, es asesinado en Irak por orden del presidente estadounidense Donald Trump. Para colmo, el 5 de enero la Organización Mundial de la Salud (OMS) alerta al mundo del surgimiento de un nuevo coronavirus en la ciudad china de Wuhan lugar donde se reportó un brote de neumonía atípica desde diciembre de 2019, ratificando oficialmente el inicio de la pandemia del COVID-19.

Pero regreando al Medio Oriente, el 8 de enero la Guardia Revolucionaria Islámica ataca simultáneamente, con decenas de misiles, las bases aéreas de Al Asad y Erbil, las cuales son operadas por Estados Unidos e Irak. En Teherán, Irán, el vuelo 752 de Ukraine International Airlines es derribado de manera errónea, dejando un saldo de 176 personas muertas.

La prensa occidental alardeaba sobre un posible conflicto entre Washington y Teherán. El cacareo de Trump alimentaba esto y desde Irán el orgullo nacionalista era cada vez más firme como desde 1979. Israel se sumaba a combatir y buscaba la guerra con Teherán, lo mismo que Arabia Saudí, Bahréin, Emiratos Árabes Unidos y Jordania, monarquías antishiítas. Irán recibió el histórico apoyo desde el Hizbolá libanés, grupos afines en el sur de Irak y en el Yemen, y, por supuesto, desde la República Árabe Siria, donde el shiíta alawita Bashar Al Assad ha estrechado lazos con Teherán.

Homenaje del pueblo iraní al profesor Moshe Fajrizade, asesinado por los sionistas de Israel y Estados Unidos.

Pero la guerra no llegó. Sin embargo, el sionismo israelí y el wahabismo saudí siguieron confrontando con Irán. Pero el 27 de noviembre es asesinado el científico nuclear iraní Moshe Fajrizade en un atentado terrorista orquestado por Israel y Estados Unidos, y las tensiones resurgieron. Sobre todo, dejando un cóctel explosivo desde Trump para Joseph Biden, el próximo presidente estadounidense que tendrá que sentarse a ver cómo está el panorama en el Medio Oriente y el capítulo urticante iraní. Lo que sabemos es que Teherán jamás se va a dejar chantajear y que no abandonará a Palestina en su lucha contra la ocupación sionista israelí.

El peligroso embate sionista

Israel se ha convertido en este año 2020 en un protagonista diplomático muy peligroso para los pueblos palestino y saharaui. ¿Por qué? El sionismo israelí ha logrado avances diplomáticos en el Medio Oriente y con la ayuda de la diplomacia estadounidense ha lanzado sus tentáculos hasta el Magreb africano. El 4 de septiembre de 2020 Baréin e Israel acuerdan normalizar las relaciones, lo que marca el cuarto acuerdo de paz árabe-israelí. Días después, el 15 de septiembre, Israel, los Emiratos Árabes Unidos y Bahréin firman acuerdos para normalizar formalmente las relaciones diplomáticas.

El 14 de noviembre Israel logra avances en la normalización con países africanos de mayoría musulmana como Níger y Mauritania. Pero una noticia en el mismo tiempo sacudió al Magreb. Los saharauis reactivan su lucha por la independencia contra Marruecos en la zona sureña del Guerguerat. Desde fines del siglo XIX el territorio del Sahara Occidental quedó bajo dominio colonial español. En 1975-1976 España abandona esas tierras ancestrales de los saharauis (que viven allí desde hace miles de años) y Marruecos y Mauritania entran a una guerra por el control del Sahara Occidental. En el medio quedaron los patriotas saharauis del Frente POLISARIO, que siguen luchando hasta hoy por su independencia. Marruecos se apoderó del país desde 1976 y condenó a un apartheid y a campos de concentración a los saharauis. La ONU no pudo activar un referéndum por la independencia del Sahara Occidental, que es la última colonia de África.

Finalmente, el 12 de diciembre Israel y Marruecos normalizan relaciones con patrocinio de Estados Unidos. En este paisaje, los palestinos y los saharauis siguen siendo los castigados. Las naciones musulmanas que han hecho pactos con Israel traicionan los fundamentos básicos de la Liga Árabe y de la Conferencia Islámica Mundial que dicen defender los derechos de autodeterminación del pueblo de Palestina.

Nagorno-Karabaj

Uno de los conflictos que puso en vilo a las potencias fue el de la región de Nagorno-Karabaj entre Azerbaiyán y Armenia, en la Transcaucasia. Los enfrentamientos comenzaron la mañana del 27 de septiembre de 2020 a lo largo de la línea de contacto del Alto Karabaj con los bombardeos por parte de los azeríes a la “República de Artsaj”, que es como llaman los armenios a Nagorno-Karabaj. Ambas partes informaron de bajas militares y civiles. En respuesta a los enfrentamientos, Armenia y la “República de Artsaj” introdujeron la ley marcial y la movilización total, ​mientras que Azerbaiyán introdujo la ley marcial y el toque de queda. Varios países y la ONU han condenado enérgicamente el conflicto y han pedido a ambas partes que reduzcan las tensiones y reanuden negociaciones significativas sin demora,​ mientras que Afganistán, Pakistán y Turquía han expresado su apoyo a Azerbaiyán. Asimismo Turquía ha proporcionado un amplio apoyo militar a Azerbaiyán. Se cree que el apoyo de Turquía a Azerbaiyán es un intento de ampliar su esfera de influencia aumentando la posición de los azeríes en el conflicto y marginando la influencia de Rusia en la región y en Armenia.

Los enfrentamientos se derivan luego del fin de la Unión Soviética en 1991 y de la disputa sobre la región de Nagorno-Karabaj en el que habita una minoría armenia dentro de Azerbaiyán, que actualmente está en manos de la autoproclamada “República de Artsaj”. Este antecedente de guerra de Nagorno-Karabaj terminó con un alto el fuego en 1994, con Armenia al mando de la protección de la región y territorios circundantes. Pero todo volvió a explotar en el 2020. Los intereses hidrocarburíferos siempre estuvieron  presentes, ya que los negocios rusos, turcos y occidentales sobre el gas natural de la Transcaucasia es muy rentable y es el paso de Asia a Europa. Los turcos, por su parte, bajo el régimen “neo-otomano” de Recep Tayyip Erdogan quieren poner un pie firme no sólo en la Transcaucasia, sino también en el Mediterráneo y el Medio Oriente, con sus escaramuzas con Chipre, Grecia y Siria. Al tradicional sentimiento antiarmenio de los “turcos neo-otomanos”, se le suma la idea de la “Gran Turquía” reivindicando al Sultán Solimán el Magnífico del siglo XVI. El 10 de noviembre se termina el conflicto bélico entre armenios y azeríes por Nagorno-Karabaj, territorio de mayoría armenia que queda finalmente bajo control de Azerbaiyán. Un triunfo del “neo-otomano” Erdogan.

Golpismo, separatismo y crisis en Malí

África no estuvo libre de crisis. El 18 de agosto en Malí ocurre una rebelión militar, que termina con la renuncia del presidente de Ibrahim Boubacar Keita. Desde un principio retuvieron al presidente Keita al primer ministro Boubou Cisse, al jefe del estado mayor del ejército y otros miembros del gobierno. Los militares anunciaron la creación del Comité Nacional para la Salvación del Pueblo, para celebrar elecciones “en un plazo razonable” y restaurar la estabilidad. La Unión Africana y la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO) han suspendido a Malí como Estado miembro. El 5 de octubre de 2020 se nombró el nuevo gobierno de Malí dando inicio a la transición. En el nuevo gobierno los militares se reservan los ministerios clave de seguridad y control territorial. La CEDEAO anunció el levantamiento de las sanciones impuestas tras el golpe de Estado. Todo volvió a su cauce neocolonial. Francia sigue teniendo influencia en su ex colonia del Sahel.

Población maliense contra la presencia militar francesa.

Malí, ex colonia francesa, sigue estando bajo órbita de las injerencias occidentales. Francia tiene una presencia militar en África Occidental y en el Sahel, para combatir al “terrorismo” y a los grupos “yihadistas” que resurgen desde los pueblos Tuareg del Sahara. El sentimiento antifrancés de los militares golpistas en Malí es un síntoma de que los neocolonialistas hacen estragos en las soberanías de los países africanos sahelianos y subsaharianos. El saqueo de los recursos agroindustriales, minerales e hidrocarburíferos en esas regiones son la razón de la presencia de los pretorianos franceses en el Sahel y África Occidental. Malí y otros países del Sahel tienen a raya los separatismos Tuareg, que son históricos y de era precolonial. Además, los intereses de China en África molestan a los occidentales y eso genera que se propaguen las desestabilizaciones, los golpismos y las guerras civiles.

Etiopía y la guerra civil en puertas

El 4 de noviembre estalla la lucha secesionista de la región del Tigray contra el gobierno central de Etiopía del premier Ahmed Abiy, Premio Nobel de la Paz 2019. Los tigreños se vienen cansando de las medidas políticas centralistas desde Adis Abeba, capital de Etiopía, pero el trasfondo es más fuerte. Los grupos nacionalistas del Tigray desean unirse a Eritrea, país que se independizó de 1993 tras una guerra con Etiopía. Los eritreanos son apoyados por los chinos y de hecho hay jugosos negocios comerciales hidrocarburíferos que derivó en sanciones occidentales. Etiopía se fue acercando a Occidente y de hecho Abiy es un aliado de Estados Unidos en la región del Cuerno de África Oriental.

Más allá del rebrote nacionalista del Tigray, Etiopía no dudó en sofocar a la rebelión secesionista y la guerra civil siempre se mantuvo como latente. Era una clara señal a Eritrea y a… China. Los tigreños resisten y el temor de una escalada militar puede generar un fuerte chispazo en esa parte de África. Occidente cuidará a Etiopía y no permitirá que un área cercana al estratégico Golfo de Adén caiga en manos de China y sus aliados. Otro desafío para la administración de Biden desde enero de 2021.

Balance o final abierto

Está más que claro que África y Medio Oriente se convertirán en un escenario abierto de conflictos que no pasarán desapercibidos. Una escalada focalizada puede generar una guerra regional y ésta última una contienda entre potencias interesadas. Los guerreros de la administración de Barack Obama han hecho estragos en Siria y Libia, y quizás busquen debilitar a enemigos regionales cuando regresen de la mano de Biden. No obstante, se especula con volver a los acuerdos nucleares entre Irán y las potencias occidentales, como en la era Obama.

Pero con Irán no es sencillo, ni tampoco con Turquía. China y Rusia jugarán su partido y custodiarán sus intereses también. Estados Unidos y la Unión Europea se unirán con el argumento del “multilateralismo” y aunque no abandonarán a Israel no se arriesgarán a una escalada militar incontrolable en África y Medio Oriente que impacte de forma muy negativa en los mercados de petróleo, gas, minerales, agroindustria y otras materias primas rentables. Pero la guerra regional está allí y no puede ser descartada como punto de partida para conflictos bélicos más significativos en el 2021.

Mauricio Piñero
Mauricio Piñero

Cuentan las crónicas que nació como el hijo de nadie. Luchando por la Patria Grande, como Internacionalista y antiimperialista. Tripero de alma y cuerpo, siempre junto a la patriada barrial. La historia descolonizada es mi pasión como docente de la Escuela Pública y de los barrios. Las noticias sobre los pueblos que luchan como forma de viajar hacia una verdadera justicia social global.

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