El fraude se hizo presente y a favor del viejo dirigente megalómano Museveni. Esto generó protestas y una crisis institucional en Uganda que puso en escena otra vez a un régimen autoritario, homofóbico y corrupto.
Clima electoral tenso
El presidente de Uganda Yoweni Museveni se declaró triunfador en su quinta elección. A los 76 años, ya lleva 35 en el poder y ahora tiene para cinco más. Su principal oponente era un rapero, “Bobi Wine” de 38 años, la mayor estrella pop del país, que se hizo popular cantando sobre la corrupción y la violencia estatal en su muy pobre nación. El Departamento de Estado estadounidense se expresó y anunció que estaba “profundamente preocupado” por los informes de violencia e irregularidades en torno a las elecciones presidenciales en Uganda, en las que Museveni obtuvo la victoria. “El pueblo ugandés participó en las elecciones nacionales multipartidistas del 14 de enero a pesar de un ambiente de intimidación y miedo. Estamos profundamente preocupados por los numerosos informes creíbles de violencia por parte de los agentes del orden durante el período preelectoral e irregularidades durante la votación”, escribió la portavoz Morgan Ortagus en un comunicado.
Museveni, ha asegurado que no tolerará ningún tipo de intromisión extranjera, rompiendo así con el viejo aliado estadounidense. Washington eligió apoyar las quejas de su rival, Robert Kyagulanyi, más conocido como “Bobi Wine”. “Cualquier intento de disrupción será definitivamente derrotado. Si alguien se atreve a perturbar nuestra paz, lo trataremos con decisión”, ha hecho saber Museveni el pasado sábado 16 de enero en su primera comparecencia pública tras la declaración de su victoria por parte de la comisión electoral.
Museveni ha sido reelegido en 1991, 1996, 2001, 2006, 2011 y 2016. En las elecciones presidenciales de Uganda de 2021 Museveni se aseguró su permanencia en el gobierno. El pasado sábado 16 de enero, la Comisión Electoral del país declaró que el actual mandatario Museveni, ganó los comicios presidenciales con el 58.64 % de los votos, frente al 34% de su principal opositor en las urnas, el cantante convertido en legislador, “Bobi Wine”. La participación fue del 52 %, de acuerdo con la entidad gubernamental.

Pero en un país donde el 80 % de la población es menor de 30 años, y que no ha conocido a otro mandatario, no todos confían en la legitimidad de los resultados de los últimos comicios. Varios motivos fortalecen las dudas: por un lado, el corte del servicio de Internet justo un día antes de los comicios y que continúa sin ser restablecido. Por otro, los arrestos de observadores independientes, sumado a que las autoridades no permitieron la acreditación de la mayoría de quienes se disponían a monitorear las elecciones. La embajadora de Estados Unidos en Kampala, Natalie Brown, reprochó al gobierno ugandés que denegara la acreditación al 75 % de sus observadores, a lo que el portavoz del gobierno de Museveni, Ofwono Opondo, respondió que, tras el asalto al Capitolio, Washington era el menos indicado para “sermonear” o supervisar a otros.
Uganda y una historia de dictaduras
Museveni, claro está, rompió con Washington. ¿Qué pasó en el medio? Una vez más la historia nos puede ayudar en algo. Uganda logró su independencia del imperio británico el 9 de octubre de 1962. Desde los tiempos de la lucha anticolonial surgieron fuerzas políticas muy nacionalistas del tipo chauvinistas y asociadas al conservadurismo tanto cristiano como musulmán. Los militares, entrenados por Londres, también eran fuertes. De hecho, en 1967 protagonizaron su primer golpe militar para proteger al país del “peligro comunista”. Milton Obote era el hombre fuerte el país y buscaba su alianza con Estados Unidos en el medio del clima de la guerra fría. Pero la inestabilidad política y las luchas entre las elites nilóticas del norte y las bantúes buganda del sur generaron preocupación en Occidente. Los militares estaban alertados de los peligros de una guerra civil que favoreciera a los “guerrilleros comunistas”. Si bien las guerrillas marxistas eran pocas, en realidad, temían que el gobierno socialista del célebre Julius Nyerere de Tanzania intervenga en la política interna de Uganda para apoyar a las fuerzas progresistas locales.
Finalmente, en 1971 el general Idi Amin Dada se hizo con el poder, derrocó a Obote y se instauró una de las dictaduras más feroces de África. En 1972 se inician las primeras matanzas étnicas sistemáticas, purgas militares y políticas y la fundación de un régimen autoritario al máximo. Amin se convirtió en un clásico tirano que puede ser igualado con los déspotas del imperio romano. Fue apodado “el carnicero de África”. Más de un millón de muertes dejó su gobierno, que primero fue apoyado por Occidente y luego fue abandonado a su suerte. Una guerra con Tanzania en 1979 lo derrocó y huyó a Libia para luego irse a Arabia Saudita.
Museveni intentó apoyar a los opositores de Amin. Obote que se hallaba en el exilio buscó su ayuda en los guerrilleros dirigidos por Museveni, que recibieron apoyo en Tanzania. Su propio grupo guerrillero llamado Ejército de Salvación Nacional (FRONASA). Luego se traslada a Mozambique, en donde instalan su campo de entrenamiento, y en 1978, el FRONASA se combina con diversos grupos de oposición ugandés, creando el Frente de Liberación Nacional (NLF), donde hay socialistas, nacionalistas, cristianos, musulmanes y otras fuerzas políticas menores. El NLF colocó a Obote como mandatario. El derrocamiento de Amin no dio estabilidad al país. Obote fue desplazado por Thitus Okello. Luego vino una guerra civil entre las fuerzas que conformaron el NLF en 1980-1986.
En 1981, Museveni y sus seguidores fundan el Ejército de Resistencia Nacional (NRA). Un grupo político llamado Movimiento de Resistencia Nacional (NRM), los cuales se establecen en el distrito de Mubende, y son financiados por el gobierno de Tanzania, intervienen militarmente en las zonas fronterizas de Uganda para debilitar el régimen de Obote. En enero de 1986 ganan las fuerzas de Museveni. El NRA toma la ciudad de Kampala sin oposición alguna, poniendo fin a la guerra civil. El nuevo gobierno forma un Consejo Nacional de Resistencia (NRC), conformado por 98 miembros del NRM, del NRA e incluso de algunos partidos de oposición para crear una imagen de unidad nacional. Estos nombran a Museveni como presidente de Uganda, y al mismo tiempo será Ministro de Defensa. Estados Unidos decide apoyar al nuevo régimen, con el objetivo de “protegerlo” de los gobiernos “filosoviéticos” de Angola, Mozambique, Etiopía y Tanzania.
Museveni se afianza en el poder
En 1987 Museveni viajó a Washington para entrevistarse con Ronald Reagan a quien lo prometió “combatir al comunismo en África”. Llegaron los préstamos del Fondo Monetario Internacional, del Banco Mundial, bancos occidentales y del Banco Africano de Desarrollo, endeudando a Uganda a niveles grandes. La corruptela se hizo presente. Mientras tanto, Museveni giraba a la derecha extrema en una alianza con fuerzas conservadoras cristianas locales y la vieja elite agraria nilótica del norte del país que siempre fue influyente y prooccidental. Desde entonces, Museveni apeló al fraude electoral y con el apoyo de las fuerzas armadas y las iglesias cristianas conservadoras.
El régimen de Museveni se hizo más autoritario. Bajo su poder, Uganda ha realizado varios intentos legislativos para castigar la homosexualidad con pena de muerte, en los años 2009 y 2011. Museveni afirmaba que las relaciones homosexuales estaban en contra de la voluntad de Dios. Cuando Museveni firmó el proyecto, se basó en que los médicos concluyeron que la homosexualidad era un comportamiento social y no una enfermedad. Se crearon campos de concentración para homosexuales y hasta sidatorios.
El SIDA se ha llevado a toda una generación de Uganda, dejando huérfanos a más de un millón de niños. La epidemia empezó a comienzos de la década de 1980 a orillas del Lago Victoria en el sur de Uganda. En Uganda se dice que cada una de las familias que integran este país de 21 millones de personas ha sido afectada por el SIDA. Incluso la geografía ha sido afectada por el SIDA. Hay campos enteros abandonados: no queda nadie que los cultive. En muchos sitios, las tierras que antes estaban cubiertas de cosechas hoy están cubiertas de tumbas. En todas partes, a orillas de las carreteras pueden verse pequeñas casuchas de madera con letreros que las identifican como “clínicas”. Hace 20 años que Uganda experimenta la muerte a una escala casi incomprensible, y muchas personas más morirán en los próximos años. Museveni asoció al SIDA con los homosexuales. Diversas ONGs protestaron y hasta la Unión Europea tuvo que romper con un viejo aliado anticomunista. También Estados Unidos.
El rapero opositor
Robert Kyagulanyi conocido por su nombre artístico “Bobi Wine”, aparece en escena como la “esperanza de Uganda”. Músico de rap y estrella pop local, “Bobi Wine” también se convirtió en un exitoso empresario del entretenimiento. En 2016, su canción “Kiwani” apareció en la banda sonora de la película de Disney Queen of Katwe. Tratando de imitar a las “primaveras árabes”, se mostró como la “cara joven” de Uganda y logró a través de las redes sociales mucho apoyo juvenil. En 2017 logra un escaño en el parlamento ugandés con su partido “Nueva Uganda”, que crece y se le unen otras fuerzas. Funda luego el movimiento “People Power, Our Power” en oposición al presidente Museveni. En junio de 2019 presentó su candidatura a las elecciones generales de Uganda de 2021, generando ruido al régimen.

La plataforma política de “Bobi Wine” no era revolucionaria. Solo planteaba “terminar con el régimen para ser libres”. Si bien obtuvo apoyo de la juventud, no hablaba de reformas sociales. Fue todo un producto de marketing, que recibió apoyo de la Unión Europea y Estados Unidos. Las organizaciones de derechos humanos y fuerzas políticas que defienden a las identidades plurisexuales pidieron apoyo a “Bobi Wine”. El músico y empresario prometió luchar contra la homofobia y eso le valió votos. Pero no alcanzó.
Museveni sigue firme en el poder
Protestas sociales se hicieron sentir en el país y “Bobi Wine” las lideró con su música. Las denuncias de fraude electoral llegaron a las cancillerías de la Unión Europea y Museveni ahora se encuentra a la defensiva. El longevo presidente justificó su campaña para continuar en el poder al asegurar que su amplia experiencia en el cargo lo convierte en “el mejor líder y promete brindar estabilidad y progreso”. Lo que no hay que olvidar es que Museveni fue un aprendiz de brujo de Estados Unidos.
Uganda no es sólo considerada una pieza fundamental del “esquema antiterrorista” en África, sino que envía tropas a Somalía a combatir a Al Shabab y a Afganistán como seguridad “privada” para las tropas estadounidenses. Esto fue lo que le permitió sobrevivir tantos años en el poder. De hecho, Museveni ha dicho alguna vez “amo a Trump”.
“Bobi Wine” confía en sus “contactos” empresariales en Estados Unidos y con los demócratas para recibir apoyo y debilitar a Museveni. Pero el viejo líder tiene el apoyo de las fuerzas armadas, las oligarquías agrarias tradicionales, las iglesias cristianas fundamentalistas y de fuerzas políticas conservadoras locales.