Relato de Anahí Testa, participante de la convocatoria de cuentos “Hebe Uhart”.
Desde que su esposa murió; Cecilio hace el mismo recorrido día tras día; sale de su casa después del desayuno y vuelve al mediodía a descansar. Por la tarde lo mismo y así su vida ocurre en punto muerto.
Es su casa un lugar que con los años le fue quedando gigante; el único sitio que habita realmente es su dormitorio dónde íntimamente guarda las cosas que eran de Alicia.
Sus tacones, vestidos y faldones aún permanecen adormilados en el placard de roble lustrado esperando a que alguien los toque o se revista con ellos; pero eso por el momento es imposible porque la pérdida de su compañera de vida para éste hombre silencioso y rutinario ha sido uno de los dolores más grandes y todavía no es capaz de sacar sus cosas afuera de la casa y menos aún de su vida.
Con ella se fué una parte de su corazón y al principio hasta caminar solo por la calle le resultaba raro porque aunque su cuerpo ya no estaba él aún sentía que extrañaba y quería a Alicia.
Ir todos los días a la soñada del mar y ser amigo de tantos niños lo rescataba por algunas horas del llanto casi diario que amortiguaba en esos pañuelos de tela que siempre escondía entre sus ropas.
La soñada era una calesita del año 1948 que Cecilio había comprado a los hermanos Sequalino de Rosario quiénes para ese entonces desde hacía años se habían iniciado en el negocio de la fabricación artesanal de éstas plataformas giratorias.
A pesar del paso de los años aún conserva sus biombos decorados con el típico filete que ya fue retocado en varias ocasiones, tiene muchos espejos y sus caballos gravitan subiendo y bajando al compás de la música pasada de moda.
Es especial la soñada no sólo por las singularidades de su estructura sino porque se encuentra situada en la línea de la costa; frente al mar.Ella es vigía y acopiadora de los atardeceres y amaneceres más bonitos.
Pero desde que Alicia ya no está la cajita musical interna de la calesita está desfasada; las canciones suenan raras y parecen ser siempre las mismas y aunque el lugar mantiene sus luces y la sortija intactas parece estar cada día más triste.
Una mañana de esas que quedan en la memoria; porque algo pasa y atraviesa como un rayo el curso de los días; Cecilio encontró algo distinto debajo de la lona verde.
Entre los caballos, perros y patos estaba él un enano de jardín de pocos centímetros que parecía extraviado como si estuviera fuera del Edén.
Es que en realidad ya no estaba en una floresta sino en un paisaje totalmente nuevo; quizás el frente de Liberación de los Enanos de Jardín lo había llevado hasta ahí porque tenía que cumplir una misión en ese su nuevo lugar.
Su destino no era el de ser un simple objeto de decoración para ser contemplado entre las flores porque desde que Cecilio lo vio por primera vez no se apartó ni por un segundo de él
Hasta lanzó un concurso para que las niñas y niños que visitaban la calesita le pusieran un nombre; Nissa fue el nombre elegido para ella
Desde que Nissa apareció Cecilio volvió a sentirse protegido de un modo que él aún no puede explicar; quizás ésta nueva figura sea el impulso que necesita para pasar la página de Alicia o no.