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Para poder comprender el porqué se protesta con respecto a la crisis que atraviesa en materia de derechos humanos y laborales la próxima sede mundialista, es necesario ver cómo -desde el minuto uno- ha sido atravesado por la geopolítica del emirato, siendo el deporte una de las principales vías para ganar influencia política mundial.

La FIFA, históricamente, ha sido uno de los entes más poderosos e influyentes, lo que hace que se genere una disputa por su aval: un claro ejemplo es el caso de Mussolini, que compró los votos para el mundial de 1934 y esto legitimó su dictadura militar en Italia. Para Qatar -como otros emiratos- significa lo mismo, siendo destino de inversiones millonarias como una pata más de su política internacional.

Asimismo en el Golfo, donde los países ven al deporte como una herramienta para aumentar su influencia política y desplegar una imagen veraz para las inversiones, permitiéndoles de esta manera organizar grandes eventos como lo fue el mundial de handball en 2016 y la Super-Copa de Italia del 2019, entre otros. A esto se le suma que hicieron uso de las sociedades anónimas en el fútbol comprando prestigiosos clubes: Manchester City y Paris Saint-Germain, e incluso son patrocinadores del FC Barcelona y de la misma FIFA.

Ante esto, surge la pregunta: ¿Quién deberá balancearse en esos rascacielos aparatosos de aquel país que es dos veces más pequeño que la provincia de Misiones? No son ni más ni menos que los dos millones de migrantes provenientes del sur de África y Asia, por lo que Catar comenzó con una tarea titánica: innumerables construcciones de estadios, infraestructuras correspondientes y hoteles para ser anfitrión de un mundial soñado.

A esto se le suma que la península de Catar prohíbe los sindicatos y los partidos políticos, la libertad de prensa está limitada y la democracia liberal parece algo lejano. Pese a esto, el 5 de Agosto del pasado año, miles de obreros de la construcción ganaron una huelga durísima, llevada adelante por trabajadores bengalíes, nepalíes e indios, lo cual mostró una situación aberrante en el país más rico del mundo, y dejó al descubierto la verdadera base de acumulación del modelo económico qatarí: la kafala, o trabajo semi-esclavo.

También la “kafala” es el maltrato y la falta de derechos laborales, sistema que le permite a las patronales qataríes retener los pasaportes de los migrantes para extorsionarlos y hacer lo que se les plazca con ellos. Los trabajadores deben pedir permiso si quieren salir del país o cambiar de trabajo, hacer horas extras con jornadas que van de 16 a 18 horas diarias por un salario de 200 dólares mensuales, y llevar una vida de hacinamiento en el país de los rascacielos.

Gracias a que la protesta triunfó, se abrió la negociación colectiva, el salario mínimo y el pago de los salarios adeudados. Además, dicho acto desencadenó el encarcelamiento de funcionarios de las empresas por abusos en las leyes internacionales del trabajo. De todas maneras, el régimen catarí no revocó la Kafala como sistema de atadura, pese a ser la exigencia más importante de los trabajadores.

Por esto, el movimiento de migrantes procedentes de India, Bangladesh y Nepal, que poseen empleos en la reforma del emblemático estadio Jalifa o el ajardinado de las instalaciones deportivas y zonas verdes contiguas a la conocida “Aspire Zone”, siguen siendo explotados. A pesar de que algunos son objeto de trabajo forzado, no pueden cambiar de labor, e incluso no pueden salir del país y suelen esperar meses para cobrar sus salarios.

Estos datos son respaldados por el reciente estudio que realizó el medio británico The Guardian: desde el inicio de las obras en 2010 para el Mundial, ya han muerto en Qatar por lo menos 6.750 trabajadores inmigrantes; por lo general, dichos trabajadores vienen de países cercanos al anfitrión para trabajar en la construcción, pero en su mayoría son provenientes de Bangladesh, India, Nepal y Pakistán. 

Una de las causas de la cifra de muertes mencionada son las altas temperaturas que se alcanzan en la construcción de estadios, representando casi el 50% de la misma. A su vez, Amnistía Internacional -organización reconocida por la ONU- prevé que ese número siga aumentando y se llegue a los 4.000 para el 2022; el número general también lo haría si siguen trabajando en condiciones deplorables y de explotación.

La Confederación Internacional Sindical mencionó que si en el Mundial de dicho año se quisiera poner en práctica un minuto de silencio por cada obrero muerto, se tendría que frenar una hora por cada partido; dato más que perturbador si se le suma que la FIFA, sus patrocinadores y las empresas de construcción implicadas no paran de obtener grandes beneficios económicos por la celebración del torneo.

Como se menciona en párrafos anteriores, no solo son asociaciones las que denuncian y muestran la cantidad de muertes de trabajadores migrantes en los estadios. Hace pocos días, la selección de Noruega utilizó una remera con el mensaje “Derechos Humanos, adentro y afuera de la cancha”, antes de jugar su partido por eliminatorias hacia el mundial.

Al reclamo adhirió la Federación de Inglaterra mediante sus redes sociales, y destacó en un comunicado que esperan participar en un Mundial que sea llevado a cabo “de manera responsable”. También agregó que su postura no será la del boicot, pero que seguirán monitoreando de cerca la situación en Qatar: «Nuestra posición en la FIFA siempre ha sido y siempre será la del compromiso y el diálogo, es la única y la mejor manera de hacer que los cambios sucedan». 

Las federaciones danesa, holandesa y alemana siguieron el ejemplo de la selección de Odegaard y Haaland -Noruega-. Sin embargo, en su partido ante Islandia a principios de mes, el equipo alemán pisó la cancha del Schauinsland-Reisen-Arena con camisetas negras, con una letra por cada jugador, que juntas formaban el lema ¨Humans Rights¨ (Derechos Humanos).

Algo que también llamó la atención es que el jugador Toni Kroos, referente y campeón con Alemania del Mundial 2014, calificó a la situación de “inaceptable”, a poco más de un año y medio del Mundial 2022. El volante alemán del Real Madrid mencionó en un podcast semanal -Einfach mal Luppen-, en el que participa junto a su hermano Félix, que “el país no garantiza la seguridad de sus trabajadores”. 

Es raro que un jugador de Europa hable públicamente de estos temas y vaya contra una decisión de la FIFA, ya que se someten a severas sanciones. De igual manera, el alemán mencionó: “Los trabajadores inmigrantes están sometidos a jornadas sin descanso bajo los crudos 50 grados, sufren una alimentación insuficiente, sin agua potable”, y prosiguió: “En esas condiciones, no hay ninguna garantía de seguridad para quienes trabajan para el torneo ni tampoco atención médica”.

Asimismo, Toni Kroos consideró que no fue buena la decisión de organizar el Mundial en tierra qatarí, dado que están atrasados en materia de género, sentenciando: “Además en Qatar la homosexualidad es castigada penalmente», frase que generó mucho impacto en todo Europa, entendiendo que en caso de que se habilite el público en las canchas, muchas personas o parejas no binaries, no podrán disfrutar plenamente del mundial ya que podrían ser detenidas o encarceladas. 

Las protestas y visualizaciones buscaron sin duda meter presión a la FIFA para que sancione a Catar, y así generar un mejor trato con sus trabajadores para la Copa del Mundo 2022. Ante esto, la FIFA sostuvo su posición de apoyo al país y respondió a las criticas con un comunicado, en el que mencionó: “Se está a favor de la libertad de expresión y no se sancionará a las selecciones, ni a los implicados”. 

No es la primera vez que esto pasa con la FIFA y los mundiales, ni tampoco será la última, pero es importante ver cómo ciertos sectores e individuos se empiezan a levantar contra los grandes. No caben dudas de que cuanto más se acerque la fecha del Mundial, las protestas y presiones aumentarán considerablemente, y se espera que sirva para futuras ediciones. Y que la decisión de elegir una sede mundialista no solo pase por el dinero, sino porque se respeten los Derechos Humanos y de les trabajadores.

Paz Eduard
Paz Eduard

Proveniente del sur, me instalé en la ciudad de las diagonales. Fiel pensante que la política y el deporte van de la mano.  Siempre me vas a tener al servicio de la comunicación del pueblo y su deporte.

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